Despertó por el fuerte ruido que hizo la puerta al abrirse. La luz mañanera había amanecido antes que él y ahora entraba por los ventanales, iluminando la habitación. Ya deberían ser pasadas las diez... Y había olvidado preparar el desayuno.
Casi por impulso se puso se pie de un salto y su mirada se posó en la persona apoyada en el marco de la puerta. Parecía enojado con el ceño ligeramente fruncido, mirada seria y los brazos cruzadas en su torso blanquecino. Iba solo con unos pantalones grises, que le hacían resaltar la musculatura de su cuerpo y su perfecto abdomen marcado. Era atractivo por cualquier ángulo que se le viera.
Mordió su labio inferior nervioso esperando que alguno de los dos rompiera el silencio. Hace tanto que no le dirigía la palabra que cuando escuchó la ronca voz de SeHun no la reconoció y le pareció la de un completo extraño.
- ¿Dónde esta?
La pregunta lo dejó mas confundido de lo que estaba. Luego de tanto tiempo ignorándolo, ahora se tomaba la molestia de hablarle y hacerle preguntas de las que no encontraba respuesta.
- ¿Cómo dices? - susurró en una voz tan bajita que SeHun se tuvo que esforzar por escucharlo.
- Te pregunte donde lo escondiste
¿Esconder?
- ¿Qué escondí? - pregunté levantando una ceja confuso y mirando sus ojos cafés.
- El collar ¿Dónde esta el collar de Krystal?
Y entonces todo encajó perfectamente. Lo estaba acusando de ladrón en su propia casa. Seguramente la zorra de su futura esposa había perdido su tan preciado collar y como no quería admitirlo, lo había inculpado a él como responsable del supuesto robo. No era un mal y no podia negar que él hubiera hecho lo mismo de haber tenido la oportunidad.
- No se de que me estas hablando. Yo no robé nada - dijo alzando la voz.
Movido por el enojo, SeHun cerró la puerta con llave y se acercó peligrosamente al rubio que enseguida corrió al otro lado del cuarto acorralándose él mismo contra la pared.
- Mira, encanto, no quiero hacerte daño. Asi que, por la amistad que un dia tuvimos, dime donde esta el maldito collar - siseó estrellando su puño contra la pared, justo a un centímetro de la cabeza de LuHan.
El rubio no se mostraba afectado. Sabia que SeHun no seria capaz de hacerle daño, al menos no físico.
Amistad - se carcajeó su conciencia - ¿Donde quedaron esas revolcones que se daban en las noches eh? Te amo, decía. Y ahora resulta que no eran nada mas que amigos muy íntimos.
Se quedó mirándolo fijamente hasta que decidió que ya había tenido suficiente - ¡Vete a la mierda, Oh! - gritó arrepintiéndose de sus palabras al instante.
De pronto, sintió como el aire le faltaba y un terrible dolor en su estómago. Seguido de otro en su mandíbula y en su mejilla. Luego, un líquido brotó de la comisura de sus labios y probo el sabor metálico de la sangre. Asustado, intentó retroceder y meterse debajo de la cama pero la pared se lo impidió. Y justo cuando creía que volvería a ser golpeado, SeHun lo tomó del cuello de su remera y lo elevó golpeando su espalda contra la pared.
- No me hables asi ¿Entendiste? - lo revoleó hasta que Luhan terminó asintiendo rápidamente - Ahora te lo preguntaré una vez más ¿Donde está el collar?
- Que no lo se - murmuró débilmente sintiendo las lágrimas empapar su cara. El miedo que le causó la mirada de SeHun le hizo tapar su rostro como reflejo. Pero eso no sirvió para defenderse.
SeHun tomó entre sus manos el cabello de su sirviente y se sorprendió ante lo suave que era este. Aun así, con una fuerza bruta lo arrastró por el pasillo hasta llegar hasta la habitación que compartía con Krystal, importándole poco los gritos que soltaba el rubio, y lo soltó tirándolo al piso justo enfrente de la joven.
- ¿Que es esto, SeHun? ¿Por qué traes a esta rata a nuestra habitación? - preguntó ella con notable molestia en su voz.
- ¿Qué esperas? ¿Por qué no le cuentas a mi linda novia donde escondiste su collar? - dijo mirando de reojo a LuHan, que estaba arrodillado en el suelo.
Al dolor que en esos momentos sentía, se le sumó la humillación de verse débil frente a otras personas. Y sin medir las consecuencias, actuó guiado por la furia.
- Maldita zorra de mierda - dijo parándose - ¡Voy a matarte! - gritó abalanzándose sobre ella y rasguñando su cara. Arrancó unos cuantos mechones de pelos que hicieron chillar a la chica que se lo intentaba quitar como a un bicho molesto. Ella era la causante de su sufrimiento, ella le había quitado a su SeHun y lo había vuelto el ser monstruoso que era ahora.
No había terminado de pelear, cuando unos brazos lo tomaron de la cintura y sintió volar por lo aires hasta chocar contra la dura pared. Enseguida, su vista se tornó borrosa y vio el piso cada vez más cerca. Sentía un dolor insoportable en la cabeza y un mareo que lo obligó a sostenerse de la pared hasta que finalmente cayó de culo al piso.
A pesar de no ver del todo bien, logró visualizar a SeHun junto a Krystal que estaba sentada en la cama. Al parecer, ella era mas importante que él y por eso, al momento de elegir a uno de los dos, el Oh decidió salvar a la zorra que tenia como novia y no al que siempre había estado para él cuando mas lo necesitaba. Asi era como le pagaban.
Corre - otra vez la voz en su mente se hizo presente - ¡Corre! - repitió esta vez gritando con desesperación.
Sin esperar un tercer aviso, se levantó como pudo y corrió directo al único lugar que no podrían entrar: El Ático. Aumentó la velocidad, junto con el dolor en sus piernas, cuando oyó el ruido de pisadas detrás de él. Casi cuando estaba a punto de llegar, presionó el botón verde que el mismo había diseñado y se sujetó a las escaleras que se elevaron junto con su cuerpo. Luego, tomó las llaves que siempre llevaba en su bolsillo por caso de emergencia, y bendijo su suerte cuando estas encajaron perfectamente cerrando la puerta justo cuando los golpes furiosos de SeHun se hicieron presentes.
- Mierda - maldijo este - ¡Abre la maldita puerta ahora!
- ¡Tu y Krystal se pueden ir a la mierda! - gritó a todo pulmón. Ahora que se encontraban separados por la puerta de hierro se sentía con mas libertad de hablar como él quisiera - Ella no es mas que una puta, una estúpida zorr... - se interrumpió cuando oyó unos pasos acercarse. La nombrada por fin se aparecía - ¿Estas escuchando verdad, Krystal? - gritó sonriendo con burla - ¡Hija de perra juro que si te llego a ver de nuevo te arrancaré la paja que tienes como pelo!
Una vez terminado con su discurso se sintió liberado. Hace tanto que quería expresar lo que pensaba que aquellos pensamientos lo estaban empezando a asfixiar.
- Ja, siempre tan cobarde Minnie - al rubio le recorrió un escalofrío al escuchar su apodo nuevamente. Solo que esta vez no sonaba como antes, con esa ternura característica en la voz de su amado. Ahora estaba repleta de maldad, burla y enojo - Nunca dices las cosas a la cara ¿Verdad? ¿Por qué no bajas y me repites lo que dijiste hace un momento?
- No, gracias. Yo amo mi rostro, y no quiero que quede como el de tu novia. La pobre lo tiene asi de nacimiento - dijo riéndose sin ganas dando por terminada la conversación y yendo a curar sus heridas de guerra.
La conversación de hace poco le trajo recuerdos y sintió su vista nublarse a causa de las lágrimas. Hace tanto que no oía la voz de su SeHun, por más llena de odio que estuviera. El llanto llegó poco después, cuando vio la esperanza tirarse por la borda. Su Sehunnie ya no era el de antes y no volvería a serlo nunca. El SeHun que amaba nunca hubiera osado ponerle un dedo encima y hubiera golpeado a cualquiera que intentara hacerle daño. Pero ahora, él mismo lo había hecho.
- ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! - gritó agarrando una silla e intentando estrellarla contra la pared. Pero al ver que no había volado ni un par de metros, se sentó en el suelo furioso y abrazó sus piernas con fuerza, dándoles permiso a las lágrimas para fluir libremente por sus ojos.
Últimamente, estaba un poco bipolar. Lo mas seguro era porque las pastillas que tomaba comenzaban a traer sus mencionadas consecuencias. Debería haberle hecho caso al papelito que venia con ellas y no haberlas tomado seguido, aunque eso significara no dormir por algunas noches.