SeHun no había podido despegar la vista del hermoso ángel que veían sus ojos ni tampoco dejar de acariciar su cabello, jugando con él, enroscando sus suaves mechones blondos alrededor de sus dedos. A pesar de sus heridas, seguía siendo igual de hermoso que siempre. Sus ojos avellanas descansaban luego de tanto tiempo. Lo había maltratado tanto y aún asi se veía tan pacífico, durmiendo en la cama matrimonial que antes compartían juntos. Al principio no negaba que se había asustado cuando al abrir la puertilla del ático, lo encontró como un saco de papas tirado en el suelo. No se movía y tenía los ojos cerrados. Por un momento temió lo peor, pero cuando tocó su frente, ésta estaba hirviendo de fiebre y poco después escuchó los murmullos de LuHan, quien deliraba en sueños. Por lo menos, estaba vivo.
Tenía un pequeño corte en la frente y en la sien derecha otro bastante grande. Varios de los golpes que le había dado ya habían dado sus resultados, coloreando su piel blanquecina en partes como los brazos y panza de un morado intenso.
Hace unos minutos que el médico había llegado y luego de revisar a LuHan, le puso una pomada para sus golpes y girándose hacia SeHun le dijo que solo había tenido daños leves pero había perdido tanta sangre que causó los mareos que era probable que tuviese. Tambien, dio por hecho que él había sido el causante del estado de LuHan, por lo que le amenazó que si se volvia a repetir le haría llegar una denuncia. Obviamente, SeHun le resto importancia al asunto y lo dejó pasar con tal de que terminara de una vez con su trabajo. Luego de su sermón, el doctor recetó solo un buen reposo de una semana en el que debía estar todo el dia en cama y, de ser posible, evitar moverse.
- Ah, casi se me olvida. Aplícale esta pomada dos veces al dia por tres días. Le disminuirá el dolor y, si tiene suerte, no le quedaran moretones - había agregado el que se había presentado como Kyungsoo antes de darle el potecito y marcharse después de recibir la paga.
El principal problema, por ahora, estaba fuera del juego. Krystal había llamado avisando que se quedaría un tiempo en la casa de sus padres y por alguna extraña razón, eso lo puso feliz ¿No era que la amaba y no podía vivir un segundo sin ella? En teoría si, ella no solo era su prometida sino que también era su mejor amigo de niño. Su relación había crecido mientras avanzaba el tiempo y pasó a mayores cuando tuvieron su primera vez juntos. Si bien le tenia cierto cariño y confianza en exceso pero últimamente estaba siendo más insoportable que antes y empezaba a causar migraña.
De repente, LuHan comenzó a mover sus párpados y rápidamente apartó su mano. Sus pequeños ojos acaramelados se abrieron lentamente e inmediatamente se posaron sobre él. Esos ojos que solían ser un libro abierto esta vez no expresaban ninguna emoción. Ahora estaban más apagados y a pesar de haber dormido casi todo un día, todavía se veían cansados, sin brillo, opacos.
Y allí se quedaron observándose fijamente durante segundos hasta que el pelinegro no pudo sostener mas aquella fría mirada y apartó la vista.
- SeHun - escuchó su voz diferente. O mejor dicho, su nombre diferente en sus labios, como si estuviera escupiendo algo amargo y no lo quisiera cerca - ¿Qué haces aquí? - miró a su alrededor girando su cabeza precavidamente y al ver en donde se encontraba parpadeó incrédulo - Retiro lo dicho ¿Qué demonios hago yo aquí?
- Te desmayaste - dijo SeHun luego de un rato y volvió a ver los ojos confundidos del LuHan, exigiendo respuestas que no podía negarle - Estas un poco anémico y necesitas comer.
Al preguntar esto observó como la expresión del rubio cambiaba y fruncía notablemente el ceño mirando un punto fijo en la nada, haciendo que en su frente se formaran dos pequeñas arruguitas.
LuHan no respondió e intentó levantarse pero entonces su ceño se intensificó al descubrir que estaba desnudo.
- No te levantes, yo haré la comida - se ofreció - No te hice nada - dijo contestando la pregunta que seguramente se estaría formando en esos momentos al verse desnudo - El doctor vino a visitarte y dijo que tienes que hacer reposo por una semana - se levantó también y se propuso acostar nuevamente a LuHan , pero cuando sus manos rozaron los hombros de este para empujarlo, el rubio dio un chillido que lo hizo retroceder del susto.
- ¡No me toques! - la frialdad en su voz lo dejó confundido.
- ¿Que te ocurre? Solo te estaba ayudando - contestó visiblemente molesto ¿No era que estaba supuestamente lastimado? La única que vez que intentaba hacer algo bien, y su amabilidad era tan mal recibida ¿Pero quien se creía que era? ¿Con quien creía que estaba hablando? - Ja, que irónico ¿No? - dijo simulando un breve risa que mas bien pareció un suspiro, levantándose de la cama bruscamente para retroceder unos pasos. Quedando a centímetros de la puerta - Antes rogabas para que te tocara ¿Recuerdas? - preguntó sarcástico. Si pensaba que ese mocoso iba a tener la última palabra, se iba a llevar una gran decepción. Él era la autoridad en esa casa y se iba a hacer respetar. Después de todo, LuHan le pertenecía. Era de su propiedad, era suyo. LuHan era un pobretón que había sacado de las calles, menos que él, inferior.
- Lo recuerdo - LuHan miró por encima del hombro a SeHun, intentando retener los recuerdos y el dolor en su pecho antes de que se convirtieran en lágrimas amargas. No quería sentirse débil. No otra vez. - Al igual que recuerdo como gritabas mi nombre mientras tenias sexo con Krystal - hizo una pausa al ver la expresión de incredulidad en el rostro de SeHun. Sonrió con suficiencia - No me digas que creías que no te escuchaba - rió - ¿Sabes? No me sorprendería que Krystal te dejara de la noche a la mañana.
LuHan sintió un desagradable ardor en su mejilla derecha. SeHun lo había abofeteado.
LuHan siguió sin perder aquella sonrisa de su rostro.
- Tarde temprano ella lo hará. Y tu querido LuHan no va a estar ahí para ti porque ¿Adivina qué?
SeHun apretó sus dientes, haciendo tensar su mandíbula. Más que enojado, estaba furioso pero pronto el sentimiento fue reemplazado por un total desconcierto al escuchar lo que LuHan pronunció:
- Me largo
Esas dos palabras fueron el principio del derrumbe de SeHun, quien no se movió ni un centímetro cuando un auto estacionó frente a la mansión y observó como LuHan atendía una llamada. Escuchó que el rubio preguntaba por una dirección y un nombre el cual nunca había oído salir de sus labios. Luego de cortar la llamada, le dedicó una última mirada y se marchó sin mirar atrás.
No pasaron más de cinco minutos en los que SeHun reaccionó y proceso lo que acababa de oír ¿LuHan? ¿Marcharse?
El fuerte ruido de las puertas del auto golpeándose y del rugir de su motor, hizo que por fin todo encajara. Estaba ocurriendo lo que tanto había temido: Su ciervo lo estaba dejando.
Corrió lo más rápido que sus piernas le alcanzaron a llevar pero al llegar a la puerta principal, ya era demasiado tarde. LuHan había desaparecido junto con el humo que había dejado el taxi.
- LuHan - gritó como si él pudiera oírlo. Su estómago estaba revuelto y sentía su pecho oprimirse por el dolor. A lo lejos, juró ver el color amarillo de las chapas del vehículo en el que LuHan se había subido y sin pensarlo dos veces continuó corriendo hasta que sus piernas dejaron de obedecerlo.
Allí, de rodillas en la calle vio como su mundo se desmoronaba ¿Como había sido tan idiota como para no darse cuanta de lo importante que era LuHan en su vida?
Esa noche no hubo luna y la primera gota cayó junto con las lágrimas de SeHun. Y una tras otra golpearon el duro asfalto de la calle.