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Escape de Chechenia... Yuri on Ice por konohanauzumaki

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—¡Vete a la mierda! —gritó Yuri, tomando una copa de la barra, para, al romperla de un golpe, ponerse de pie, lleno de odio y furia, abalanzándose hacía el director, ante el impacto de todos.

Nadie podría frenar el ataque certero que iba a propinarle el ruso, lleno de enojo, y el director mucho menos, en un golpe de suerte que parecía tener el joven, cuando solo pudo ver cómo alguien se atravesaba entre el tipo y él, deteniendo con su mano la copa rota, al unísono de alejarlo del director.
—¡No me...! —exclamó, callando al recibir un golpe en la nuca tan exacto para dejarlo sin sentido y caer desmayado en los brazos del guardia que lo había detenido de su ataque. 
—Este maldito mocoso... ¡Llévenselo! —gritó el director Oleg y el guardia, cargando al rubio, lo saco del sitio ante el descontrol de los invitados y el mal momento.
—Te encontré...

(Horas antes) 

—Entonces, ya todo está listo —le dijo Viktor a Otabek, colgando el teléfono, aún en la habitación del hotel.
—Prosigamos con el plan —contestó el moreno, y ambos salieron del lugar.
Pidiendo un taxi, se bajaron en un bar sucio y escondido, entre calles oscuras y desiertas. Otabek entró, y tras unos minutos, Viktor hizo lo propio.
Altin se dirigió a la barra, donde tras cruzar unas palabras con el cantinero, siguió su paso al fondo, tras una puerta de madera medio rota. Viktor entró justo para ver a Otabek perderse, y pidió en la barra un vodka.

—Otabek, hace mucho que no te veía. Mis clientes del club extrañan tus mezclas —dijo, sentado en un sillón rojo de piel, un hombre de barba prominente y de unos 30 años, con un vaso de whisky en la mano.
—En cuanto pueda, iré a tocar para ti. Pero por ahora, necesito de tu ayuda —contestó el joven, sentándose frente a él, en otro sillón parecido. Solo los dividida una mesa llena de papeles y dinero.
—Pues tú dirás en qué puedo ayudarte, eso sí, sabes que mis servicios no son nada baratos.
—Lo sé, y tengo cómo pagar por ellos; espero no me decepciones con tus alcances.
—Jamás Otabek, jamás. Ahora, dime qué necesitas —respondió el sujeto, interesado en saber lo que el joven quería.
—Frank, necesito entrar a su campo de concentración... A la prisión de Chechenia.
—Solo comete un delito y listo.
—Necesito entrar y salir sin problemas.
—Vaya, eso va a salir bastante caro. Esa prisión son palabras mayores, y luego, entrar y salir. 
—Necesito hacerlo y sé que tú puedes ayudarme Frank.
—Claro que puedo, pero, ¿quién querría entrar a ese maldito lugar? 
—Hay algo adentro de ese lugar que necesito recuperar.
—Bueno, sí es el caso, te ayudaré. Déjame hacer unas llamadas y en unos días... —dijo Frank, pero Otabek se paró de golpe, interrumpiéndolo.
—¡No puedo esperar unos días! Frank, necesito entrar hoy mismo a esa prisión —gritó el kazajo, impactando al hombre.
—Otabek, no sé si...
—Te lo pido Frank. No importa cuánto cueste o que pidas a cambio, solo, por favor, hazlo.
—Nunca le digas a alguien que no importa qué pida a cambio, o notarán tu desesperación. Me caes bien, y me gustan tus mezclas, por eso haré de cuenta que eso no lo oí y haré lo posible por cumplir tu capricho. Obvio va a ser más caro, pero veo que por dinero no habrá problema. Pero necesito saber en qué me estoy metiendo.
—Llevaron a unos amigos ahí y si no los saco, bueno...
—O sea que no solo es entrar, sino sacar gente. Bueno, ahora tengo una visión más clara. Debo empezar a hacer llamadas, mientras tanto, espérame afuera con el sujeto que te acompaña.
—¿Cómo lo...? —expuso el kazajo, pero el hombre, sonriendo, tomó el teléfono y empezó lo suyo.

—¿Y bien? —preguntó Viktor a Otabek, al sentarse a su lado en la barra y pedir un jugo de naranja.
—Saldrá caro, pero creo que lo podrá hacer.
—Entonces hay que esperar...

Tras varios minutos, Frank salió al encuentro con los dos patinadores.
—Está listo tu encargo Otabek, pero, solo pude conseguirte tres días para lograr tu objetivo. 
—Gracias Frank.
—Y bueno, aquí están mis honorarios, necesito los firmes —agregó el sujeto, tendiendo un cheque con varios ceros al que solo le faltaba la firma.
Viktor lo tomó y sin dudarlo, firmó el papel y lo devolvió a Frank.
—Gracias —respondió el ruso, y el dueño del bar solo esbozó una ligera sonrisa.
—Síganme entonces...

Al inicio de la caída del sol, con Viktor conduciendo y Otabek de copiloto, el automóvil de color negro que el primero conducía, se detuvo en la cárcel, en una puerta, al parecer, de empleados.
Ambos se miraron, y el moreno tomó una chaqueta negra, colocándosela, con el nerviosismo presente en su rostro.

—¿Estás seguro de que puedes hacerlo? Aún podemos buscar otras...
—Viktor, no nos queda tiempo. Esto es lo único que podemos hacer, le pido que creas en mí. Sigamos como el plan que elaboramos y esperemos lo mejor.
—Si sacamos a uno, conseguiremos que nos den al otro de forma diplomática, no lo olvides.
—Lo sé. Si surge algún problema o necesita algo, vaya con Frank. Es hora.
Y dicho esto, Otabek salió del automóvil, vestido como un oficial de la prisión, y se dirigió a la puerta de acceso, como algunos otros que iban llegando, en lo que era, al parecer, el cambio de turno.
Ansioso, Viktor lo miraba desde el asiento, y, al verlo entrar, emprendió el camino, mientas recordaba lo vivído horas antes.

Frank les entregaba el uniforme de Otabek y unas identificaciones falsas.
—Serás en la prisión el oficial Alek, quien es nuevo y está supliendo a un compañero que enfermó. Él es amigo mío y me hará el favor de faltar estos días. El uniforme es suyo, pero te quedará y solo debes fingir que te han traído ahí de traslado, es todo. Estarás en el turno nocturno, así que no pierdas el tiempo. Les daré un automóvil para su escape y las identidades falsas de Otabek. ¿Alguna duda?

—Ahora, solo queda esperar —se dijo Viktor, deteniéndose a unos 2kilómetros de la prisión, mirándola de lejos desde su automóvil y tocando su anillo, tan angustiado como esperanzado en el plan—. Vamos, confío en ti Otabek.

Dentro, el joven sin problemas se hacía pasar por el dichoso nuevo joven supliendo al compañero enfermo, en una mezcla de nervios y adrenalina por hallar a Yuri.
—Suerte que te toque este turno, es tan tranquilo —le decía un guardia al joven, caminando entre pasillos.
—Si, eso creo.
—Hey, Godfred, me piden que mandes a algún oficial al área especial, porque con el cambio de turno les falta gente.
—De acuerdo. Oficial Alek, acompañe a mi compañero a apoyarlo.
—Si —respondió el kazajo, rudo y preocupado de verse alejarse de lo que, desde esa área y por las minúsculas ventanas, parecían los dormitorios de prisión.

Cuando hubo llegado al lugar, el ambiente de humo de cigarrillo y alcohol llegaba de dentro del sitio al lugar donde el guardia lo necesitaba.
—Sólo debes cuidar que nadie externo entre. Hoy tiene reunión especial el director de la prisión. Es todo.
—Entiendo.

—Y bien señores, esta es la hermosa joya que tenemos hoy para ustedes —escuchó, al tiempo de alejarse el guardia, Otabek, al lado de otros guardias, mientras sentía toda la inquietud del mundo al verse lejos de sus objetivos, pensando en cómo excusarse para salir de ahí, cuando, el hombre que hablaba adentro agregó algo que lo dejó estupefacto—. Este joven de apenas 16 años de edad, de piel blanca y unos hermosos ojos verdes está listo para irse con alguno de ustedes y ser su nuevo esclavo. Además de ser un joven exquisito, es un gran patinador en hielo. Jamás habíamos tenido a un joven tan perfecto en una subasta. Así que, si están listos, vamos a comenzar...

Altin, helado, ignorando a los oficiales que igual estaban ahí, susurró, al unísono de sentir como la sangre le corría grada por todo su cuerpo, y la desesperación se apoderaba de su ser...
—Yuri...

Continuará...

Notas finales:

Nota de la autora: Gracias por sus comentarios, siempre es genial leerlos y saber qué les parece todo. 

Sin saber cómo, esta semana terminé encantada con One punch man y también, quedé como Beta Reader, de hecho, es la segunda vez que lo hago, pero siempre es bueno probar nuevas cosas y aprender también de ello, a la vez que si puedo ayudar un poco a la autora, será genial. 

Abrazo ♥

 


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