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El zorro astuto y el lobo feroz. por Eliann

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Kaito al escuchar el aullido del cachorro salió corriendo a toda velocidad para encontrarlo llorando sobre el cuerpo de su pareja, el corazón de Kaito se paralizo al ver que ese gran y majestuoso lobo negro no se movía en lo más mínimo.

 

-Fuyu ¡¿Qué paso?! –Exclamo el zorro llegando al lado del cachorro que se echó a llorar en sus brazos –

 

-Yo, todo paso muy rápido estaba siguiendo un delicioso aroma, luego estaba atrapado luego papá fue a buscarme y me salvo…luego cayó –Explico de manera rápida casi sin respirar para luego tomar una gran bocanada de aire –

 

Kaito sintió aquel fuerte dolor agónico en pensar lo más temido para él, perder al lobo, jamás se le había pasado por la cabeza, perder al único ser que le había demostrado amor, cariño y comprensión que no lo había menospreciado y que le daba ese amor incondicional.

 

Se acercó al lobo cambiando de piel notando que el sangraba un poco por algunas heridas que se regeneraban también que tenía unos extraños piezas blancas con finales en rojo, la respiración del lobo era muy lenta y pausada, se sintió tranquilo pues las heridas estaban siguiendo su curso normal de regeneración, se acomodó intentado cargar al lobo aunque este era por mucho muy pesado, el cachorro igualmente intento ayudarle así sea llevando la cola de su padre.

 

Así haciendo un gran esfuerzo lo lograron regresar a la cueva, Kaito volviendo a cambiar de piel a la de un pequeño zorro se acomodó a lado de él, el cachorro de una manera temerosa igual lo hizo, sintiendo en su pecho un gran dolor por ver a su padre de igual manera, soltó una última lagrimita frotándose con el negro pelaje de él, para luego imitar la acción que pensaba hizo su papá dormirse, pero no era así el zorro no estaba dormido.

 

Miles de pensamientos circulaban su mente y uno de ellos era ¿qué haría él si perdía al lobo? en todo momento estuvo atento a las pulsaciones de su pareja, y su mente viajaba a futuros muy oscuro sin él lo cual le hizo acurrucarse más a aquel lobo negro.

 

Amaba a su pareja y el miedo a perderla por primera vez se hizo en su vida, siempre pensó que el lobo era fuerte y que en ningún momento corría peligro era astuto e inteligente podría librarse de muchas cosas…y ahora…ahora en ese estado, veía que su pareja era tan vulnerable como cualquier otro animal del bosque y que podía perderlo en algún momento y eso le dolía más que nada, más que todo.

 

Grande y fuerte.

 “No te preocupes” Era lo que le había dicho el lobo a su pequeño cachorro “estoy bien” El cachorro no estaba bien se cohibía mucho ya no corría tanto por el bosque tenía miedo así era, tenía miedo de que pasara lo mismo tenía miedo de perder a sus padres por su culpa.

Porque si él neceaba mucho terminarían capturándolo los humanos y sus padres por intentar salvarlo resultarían asesinado por ellos.

 

Los humanos eran criaturas muy crueles que no dudarían en matarlo a la primera oportunidad, ya lo había notado y no quería repetir la experiencia no cuando solo era un débil cachorro pero algún día se volvería tan grande y fuerte como su padre, entonces el acabaría con los humanos que intentaran hacerles daño como él lo hacía.

 

¡Si! algún día sería grande y fuerte como su padre, tendría alguien que proteger como su padre protegía a su papá de todos… si, así era.

Un día en el bosque el cachorro practicando con un pequeño ratón para cazar, como solía hacerlo su papá porque aún no se sentía lo suficiente grande como para atrapar a un venado de enorme astas como su padre, en eso escucho un leve gimoteo.

 

El cachorro se alertó para caminar hacia donde se encontraba el llanto encontrando lo que era para él, un cachorro humano primero pensó en atacarlo, era un humano, pero cuando aquellos ojos zafiros iguales a lo de su padre se encontraron con los suyos simplemente paro, no podía se quedó mirando al humano sentando alejado, el niño parpadeo un par de veces observando al perrito que se encontraba enfrente de él con su cabeza ladeada hacia la derecha y una oreja abajo y la otra arriba confundido, el niño soltó una ligera risa por la ternura del animal para comenzar a acercarse, el lobo temió por un instante pensó en retroceder pero él no debía de tener miedo él era hijo de un magnifico ejemplar de lobo que no le tenía miedo a nada y él debía de ser igual.

 

-Hola –Habló el niño –Soy Aoi y me siento muy solo ¿quieres ser mi amigo? – ¡¿Un humano estaba ofreciéndose ser su amigo?! –

 

Bueno…él no tenía muchos amigos además los otros lobos no eran nada agradables siempre se metían con él y si no fuera por su padre estaba seguro que le atacarían pero era un humano, un cachorro humano, mantuvo la duda pero se acercó rozando su nariz con la del niño quien rio porque estaba fría.

 

El cachorro de lobo se quedó jugando con el niño humano a veces empujándolo y hacían fuerza, el niño se divertía con el lobo sin siquiera saber su especie, solo le era divertido tener a alguien para jugar.

 

Los años fueron pasando y ambos cachorros crecieron ya entrando en la adolescencia Fuyu se estaba volviendo un gran cazador y un fuerte lobo, el chico ahora ya sabía de qué especie era el perrito con el que jugaba de niño pero aun así no dejo de ir al lugar donde se encontraba con el lobo porque quería sentir a alguien quien realmente le quería.

 

-Hola –Sonrió el humano observando al lobo quien corriendo se acercaba para tirarlo al suelo estaba emocionado por verlo, la cola del lobo se movía de un lado al otro, él no había cambiado de piel delante de él tenía miedo de asustarlo –Hoy estás feliz ¿eh?  -Y como no estarlo sin necesidad de la ayuda de su padre había logrado cazar a un venado podía independizarse ya pero por ahora no lo deseaba –Ya lo noto, lo noto –Respondió riendo mientras el lobo se frotaba contra él como solía hacerlo –

 

Él era el primer humano en saber lo cariñoso que solían ser los lobos, el cachorro siempre se frotaba contra él, jugaba y le hacía mimos, solía dejar que lo usara como almohada para descansar, el humano no solo sentía que el lobo era su único acompañante por ser su único amigo pero era extraño.

 

Muy extraño.

 

El lobo escucho el gruñir del estómago de su acompañante y se alejó oliendo su abdomen –jajá lo siento te alerte es solo que tengo hambre no he comido en algunos días –Se sonrojo por ello el lobo se alarmó ante esto, se alejó mirando a su acompañante y luego simplemente se levantó perdiéndose en el bosque –O…Oye.

 

El joven se sintió decaído, suspiro hasta su único amigo le había dejado hasta que el lobo regreso con un cerdo salvaje muerto, lo dejo a sus pies y se sentó ladeaba la cabeza hacia un lado como la primera vez que le conoció el joven estaba sorprendido mirando al cerdo y luego hacia el lobo ¿le estaba dando de comer? sonrió –No puedo comerlo crudo –Respondió –Haré un poco de fuego.

 

El joven no fue nada torpe en hacer el fuego como si ya estuviera acostumbrado a ello destripo al animal para luego cocinarlo, cuando ya estaba hecho tomó una de las varas donde había insertado la carne –Se siente bien probar bocado desde hace días –Dijo con deleite para seguir comiendo hasta acabarse todo, el lobo no lo parecía pero estaba sonriendo feliz –

Porque había cazado y había hecho feliz al joven.


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