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Melville vampirizado. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

¡Ay si papi! ¡Dame mas duro!

Ahora era Hen quien estaba completamente siscado en el desayuno. Casi horrorizado por los sueños inconcebibles que tuvo. Nunca los habia tenido tan elaborados. Tan largos. Tan mojado en su cama al despertar desde que era un adolescente.

Le molesto que Melville se sentara tan feliz, con la bata anudada coquetamente. Indecente, sin traer nada abajo.

-Bien que hacían rechinar la cama anoche.

-Si – sonreía Melville encantado, encantador – la cama, el tocador y el piano del salón principal. Will nunca lo habia hecho en uno.

-Will nunca lo habia hecho en su puñetera vida, espero por su salud y la tuya.

-¡Oh si! De castidad comprobada. ¿Sabes Hen? Una fruta madura es mas dulce.

-Como la pasa.

-Que desagradable estas esta mañana. Como si no te hubiera gustado el señor Willbound.

-¿A este no me vas a prohibir tocarlo?

-Por supuesto que si. Es un favor que me han hecho, no que haya comprado, y en todo caso, el indigno precio no te incluiría a ti. Asi que ve con tus putas, hermanito.

-Claro, con el mucho dinero que me das…

-¿Quién te manda tener tantos bastardillos? – le metio el pan que habia estado preparando meticulosamente en la boca – Ahora calla, no arruines el extraordinario humor que tengo hoy. – comenzó a untar otro pan, pensando en el almirante Garcia.

 

***

 

Hen aprobó su decisión de llevar a la hermosa turra latina a su casa apenas al caer la noche. Si por el hubiera sido, la hubiera llevado a las nueve de la mañana, pero el vampiro habia sido muy especifico en lo que de noche a noche.

Melville paso el dia embelesado, recordando los buenos momentos con Dom y Will y anticipando los que crearía con Andy. No lo tenia cerca porque sus animos se exaltaban, pero lo veía con los ojos de la imaginación; su cabello castaño oscuro, apenas largo, apenas lo suficiente para que se agarrara una coleta. Sus ojos de un castaño brillante, hermoso, tan poco común. Su piel apenas morena, con un calido matiz en el color, pero parejo; lo que alcanzaba a vislumbrar hacia el interior del cuello de la camisa era mas hermosa piel con ese tono calido.

Era un poco bajita para estándares británicos, algo mas ancha su complexión, pero en modo alguno gorda. Lo único que tenia gordo era ese culo de infarto que ni el estar sentado se lo disimulaba. Imaginaba todo lo que le haría a ese culo, empezando por comérselo y acabando por comérselo.

Precioso que era, con su mirada dulce y sus modales apasionados; la imaginaba asi en la cama, estrujándolo y jalándole el pelo, susurrando palabras en español que no entendia, pero entendia el significado.

Quedaron de verse en su casa, y la turrita llego temprano. Todavia no acababa de arreglarse y tuvo que terminar a toda prisa, confiando en que Hen atendería a su precioso invitado, apurándose cuando cayo en cuenta de la conveniencia de lo mismo.

Pero, para su sorpresa, Andy estaba solito en el recibidor, admirando una miniatura naval; sus manos la sostenían cuidadosamente, esas manos acogedoras, que parecían haber sido hechas para sostener la cabecita de un bebe.

En cuanto lo vio sonrio y dejo la miniatura en su lugar.

-Melville.

-Andy.

Y no dijo nada mas, sino que se le fue encima. Pero bonito, atrapándolo como si fueran a bailar, pegando esa cinturita a su cadera, pronunciado las curvas de espalda y pompas y besándolo. Tenia unos labios carnositos, tiernos, que se veian pequeños, abultaditos al centro, pero que en realidad se abrían en una gran sonrisa. Lo habia besado todo el dia, y como en su imaginación ya habia hecho muchos progresos, en la realidad se fue mas al bulto. Pero bonito, como era el.

El español le metio los dedos entre los cabellos de la nuca, bajándole el lazo, estrujandolos mientras lo besaba, no solo se dejaba besar. Con la otra mano acariciaba su brazo y estaba encantado con las dimensiones de lo que se precionaba contra su vientre.

-Perdona mi rudeza. – se disculpo el First lord, aflojando el abrazo.

Pero Andy lo apretó y volvió a buscar sus labios. Melville era un caballero y le dio lo que deseaba, comenzando a medio danzar, un atrevido y no inventado baile con la belleza latina, cediendo rápidamente a la tentación de bajar las manos hasta sus nalgas, masajeándolas. Por ellas lo apretó contra el, profundizando el beso con una lengua que fue bien recibida y correspondida.

Andy gimio y agarro a su vez las pompas de Melville, acertando en su intuición de que no le molestaría; no era que albergara intensiones raras, era solo que el culo de ese seme espigado y tan bello estaba tan bueno que necesitaba tocarlo. Finalmente, sus instintos de turra ganaron y subio las manos, colgándose de su espalda para bajarlo un poco y poder besarse mejor.

Habian topado con el respaldo de una butaca, y contra este Melville arqueo a Andy hacia atrás, devorándoselo con una pasión nada intimidante. Por el contrario, Andy estaba cada vez mas excitado y deseoso de hacer de todo con ese seme.

Le metio la mano por la portañuela y le sobo la polla; la sensación fue casi dolorosa para el pelinegro, que estaba húmedo en la punta, y luego en toda la polla.

No estaba entre lo que habia planeado, pero el deseo de ver esa carita hermosa, y tan exótica, hacia abajo y con su polla entre los labios, fue intempestivo. Hizo arrodillarse a Andy y se la saco con velocidad, ofreciéndosela, siendo tomada por la boquita ansiosa en lo que la turra latina terminaba de bajarle las prendas inferiores, ayudándole a salir de ellas.

¡Que muslos! Como alabastro, y de un seme. Melville no se ajustaba para nada a la idea que Andy tenia preconcebida de un escoces; era hermoso mas alla de lo que una turra podía imaginar de un seme, tan palido, con ese cabello lustroso y la nariz perfecta, los pomulos, la boca, todo. Tan deliciosa la polla que tenia en la boca; grande, dura, con un sabor que podía llegar a ser adictivo (y eso que no lo habia medicado Stephen, recientemente). Le encantaba y la chupaba con fruiccion, provocándole pujiditos, que apretara sus hombros y su cabeza…

 

Hen resoplo tan fuerte que creyo que habia sido oído. Pero no, el par de calientes estaban tan puestos en lo suyo que no habrían oído ni una salva de honor. Bufo menos sonoramente, no obstante, y acomodo la puerta para alcanzar a observar oculto en su sombra.

Habia visto llegar a la belleza por la ventana, y rápidamente llego a la conclusión de que no podía estar en la presencia de ese culo sin intentar poseerlo, por lo que dejo que un criado la condujera al recibidor, le envio un trago y tuvo una lucha consigo mismo en el pasillo que llevaba al observatorio oculto.

No lo hacia por ver a Melville, se decía, sino a esa hermosura que mas parecía italiana que española. Si, se conforto a si mismo, lo hacia por ver a esa lindura como después la tendría, lo mismo que las otras. Solo su hermano podía creer que las abusaría.

Espero, se pregunto cuanto tiempo habria pasado (era conciente de que su lucha consigo mismo no duro demasiado) y luego, recordando que solo habia visto la estela de Melville rumbo a sus habitaciones, gritándole que iba a arreglarse, fue a estas con la intensión de sacarlo a rastras ya que no de matarlo, pero nada. Solo la esencia de su perfume permanecia en el aire.

Fue al recibidor, entonces, pensando que de haber sido el el afortunado, no habria querido esperar ni un instante mas. Y asi era, en caridad del cielo: Melville estaba haciendo que esa belleza se la mamara. ¡Se la mamara! ¡cuando debería estar comiéndole la cola! ¡No, corrección, follandosela para luego comerle la cola, y pasado el peligro, devorarle la cola hasta no poder mas.

Melville aparto a ¿Andy? Y en su carita salidorra resaltaba la gruesa babita de presemen que conectaba todavía su labio a la punta, haciéndose mas y mas delgada en un punto hasta que se rompió y le cayo por la barbilla.

Melville lo alzo, besándolo, muy macha y apasionadamente. Agradecio que la camisa abierta le tapara el culo. Aprobo su manera de desnudar a Andy, sin dejar de atenderla. ¡Ese culo! Por los palos de la Armada que estando ese culo presente nada tenia que temer de sus incestuosas inclinaciones. Envidio a su hermano y casi llego a tenerle rencor cuando vio que la subia en el respaldo del sillón cercano, poniéndola de colita expuesta sobre este. Andy rio y se acomodo, deteniéndose del respaldo y asiento, con su pechito pegado al primero, sus piernas pateando en el aire, separaditas, y su culo majestuoso puesto a buena altura.

Era tan grande que el rostro de su hermano se perdia por completo. Era tan grande, curveado, follable, y la turrita gimoteaba tan calentona. ¡Joder! Si todas estaban asi habia que planear el robo de la Armada española.

 

El culo de Andy era tan rico que casi no conseguia su propósito de desexcitarse. No se tocaba en lo absoluto, ni un roce siquiera con el respaldo forrado del sofá, pero lengüetear el agujerito fruncido y suave, mover la cabeza como diciendo no entre sus nalgas, solo para sentir el rebote a cada lado, era mas estimulante que una jalada. Como apretones directos en su punta eran las pequeñas contracciones de Andy, de su culito y de todas sus piernas; era como si se esparcieran de este a ellas. Era casi frenético cuando le picoteaba el agujerito, tonteando a que no penetraba, torturándolo con esos picones y probaditas.

Andy casi chillaba, maldiciendo su comedia. Se chupaba los nudillos para no pedir cuando finalmente el First lord le metio la lengua hasta el fondo, dándole un poco de lo que necesitaba.

-¡Ay dios, ay dios, ay si! – gimoteaba, dándole a Melville sus palabras españolas.

Aquello no funcionaba un carajo para desexcitarse, concluyo Melville. Ese culo era tan rico que podría acabar de comérselo, sin necesidad de jalársela siquiera. Y era algo que en su presente situación no podía permitirse. Se obligo a separse de esa fuente de dicha entre las colinas deliciosas, bajándolo por la cadera, empinandolo contra el respaldo.

Andy medio volteo atrás; pudo ver sus pestañas negras, su carita preocupada.

La influencia del vampiro todavía continuaba, porque Melville no pudo ni decirle “perdona, tengo que ser rudo pero después lo gozaras”, si no que simplemente acomodo su punta, lubricada de nuevo y se lanzo en una estocada de matador que llego hasta el fondo, ganándole premios y ovaciones y el incomparable grito de Andy, con su boca bien abierta en oh, chillando casi de lo intenso que era sentirlo en su interior, tan satisfactorio, grande, delicioso; sazonado por un dolorcillo, si, pues ya habia pasado tanto tiempo…

Que delicioso era estar con el mandamas de los ingleses; si asi eran todos, habia que rendirse a la Armada británica. “Papacito, ay dame duro, como me gusta”; eran todas palabras españolas que el First lord saboreaba sin comprender pero que su hermano, mas ducho en idiomas, pillaba sospechosas.

Melville le apretaba la cadera, una, como queriendo fundirlo con su cuerpo. Entraba en el una y otra vez, de manera violenta, haciendo que mas y mas mechones salieran de la pequeña coleta a cada sacudida. Miraba extasiado su cara hermosa, sus gestos apasionados, extasiando a su hermano sin saberlo.

Las piernas le flaqueaban a la turrita, llego a un punto en el que no pudo sostenerse y, engolosinada por la polla del macho, hecho el culo atrás, para no dejar de sentirla. Melville perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo, el seme protegiéndola, o aferrándola. Ni siquiera sintió el golpe, ni siquiera pudo preguntarle si estaba bien, pues resulto evidente que lo estaba: sin permitir en ningún momento que esa polla abandonara en mas de la mitad su culito, Andy se acomodo sobre el, arrodillada, dándole la espalda, o, mejor dicho, el culo.

Melville miraba como entre el dolor y el extasis esas redondas nalgas que subían y bajaban como pistones, comiéndose su polla. Esa forma de corazón, perceptible; la habia visto tan definida, recortándose contra el paisaje, mientras le comia el culo sobre el respaldo, ese corazón en cuyo centro se hallaba una estrellita, circulo ahora, que sentia y veía ceñir estrechamente su polla, sonrosado, subiendo y bajando sin cesar, el rebote glorioso de esas pompas contra su cadera.

Andy guardaba todo su resuello para gimotear: estaba corriéndose tanto con ese seme que lo único que lamentaba era no ver su cara, pero por nada del mundo quería dejar de hacer lo que estaba haciendo. Ni siquiera bajar la intensidad, un poco, para girarse sobre el. No; estaba corriéndose tan rico con el asi.

 

-Asi, asi, aaah!!!

La turra parecía estar próxima a un ataque, sujetándose temblorosa de los muslos de Melville, débil, pero aun con fuerzas para seguir meneando la cadera, mucho menos intensamente que antes, pero todavía en marcha. Melville la cogio por las pompotas y las hizo subir y bajar, pero no lograba ni de chiste el ritmo que necesitaba, el que tenia la apasionada latina antes. Decorosamente, la hizo caer hacia atrás, sobre el. Su cabello cosquilleo su cuello, su mentón. Tampoco quería salirse de el y asi podía darle mas rápido.

¡Oh cielos! Ver la polla y las bolitas de la turra menearse sin control, a la turra gemir, escucharla, a el, a su hermano. ¡Oh cielos! Esa cosa de la vampirizacion era tan buena.

Melville duro mas que las veces anteriores, o al menos, se lo parecio.

 

Andy se giro, dejándose caer del torso de Melville bocaabajo en el piso. Era de madera, como todos los de los ingleses ricos, asi que no estaba para nada frio. Sentia una buena cantidad de semen en sus entrañas, lo que la hacia sonreir aun mas satisfecha. No esperaba, ni deseaba, que Melville se apartara. No lo sorprendio que quisiera comerle la colita, pero si que lo pusiera de lado y pareciera dispuesto a limpiarlo del todo.

-Melville…

Flipandolo como lo hacia, el First lord no quería pensar que habia muy poca sangre para tanto semen.

-Melville – se giro media vuelta, hábil, quedando de frente a el – basta ya, me avergüenzas.

-Lo siento Andy – se llego a el, acariciándole la carita y besándolo – pero es necesario.

-¿Necesario? – pregunto Andy con carita consternada.

-Si. – le acaricio el cuello – Tengo que acabarme todo lo que hay en tu colita – ahora que lo decía, también se avergonzaba un poco – por razones de salud. Pero luego, precioso, volveré a rellenarte.

Eso sonaba bien. Se sentia bien, gimio Andy al volver a ser puesto de espaldas al lord, con un muslito arriba y esas manos separando sus pompas, esa lengua rebuscando en su interior.

Era tan bueno que Melville necesito tan poco tiempo como en su adolescencia para volver a estar en firmes. Volvio a gozar del culo de esa nena como un bendito, haciéndola disfrutar tanto en tantas poses que al final Andy quedo casi desmayado, pero justo como quería, con la colita anegada en semen y nadie que se lo sacara.

Melville yacia a su lado, en la alfombra, acariciándolo suavemente mientras esperaba la tercera cuando la culpa pudo mas que la bondadosa turra, que en su vida habia hecho mal a alguien sin que lo mereciera.

-Melville, esos motivos de salud de los que hablaste antes…

-Ya han quedado en el pasado. Con la preciosa flor que me has ofrendado he quedado curado.

Andy gimio, apretando los labios con carita atemorizada. Hen se temio lo peor desde su improvisado escondite.

-¡Oh, por favor, perdóname! Te he mentido. No crei que fuera tan importante.

-¿Qué, precioso? – comenzó a preocuparse Melville.

-No soy virgen.

-¿Qué no lo eras? – Melville sintió como si lo jalaran del estomago.

-No, de hecho… tengo un bebe y quería otro, uno sano, por eso recurri a ti.

-¿Qué?

-Vine desde Cuba por tu gran reputación. La que tienen los Dundas, de procrear siempre  (¡No siempre!, salto Hen en su mente) hermosos y sanos niños pelinegros.

-¿Aja? – a Melville no se le ocurria que mas decir.

-Lo siento mucho – la hermosa nena tenia los ojos brillantes – Venia por ti, y al verte tan guapo mas te desee. No sabia como haría para conseguirte, y cuando oi que solo te despachabas turras vírgenes…

-Eso no es cierto – dijo Melville – te dije que no era verdad, que necesitaba turras vírgenes para curarme de cierto… padecimiento.

Andy gimio, llevándose la mano al bajo vientre.

-¿Eso significa que mi bebe estará enfermo?

Melville no tenia ni puñetera idea de procreación vampirica. Ya se veía a si mismo convertido en murciélago, con muchos murcielaguitos detrás.

-¡No, turra… - Hen, a un paso de ellos, la veía sin saber como se contenia - ¡mentirosa!! – era lo mas feo que podía decirle a una turra asi.

-¡Hen!

-Estaba cerca por si algo salía mal, como tenia que salir, habiéndote hecho tu cargo de esta ultima.

Hen se veía desesperado, aun mas que Melville.

-¡Te pasas Melville! Y tu, turra malvada… - este era por no haber recurrido a el si lo que quería era un bebe – tu bebe estará bien porque no voy a dejar que nada malo le pase a mi hermano. Ven. – lo alzo del brazo.

-Deja que me vista… - ya lo arrastraba a la puerta.

-No hay ni un momento que perder – se hecho la celebre frase de la armada, nunca de mayor urgencia.

-¡No voy a salir desnudo!

Bueno, en eso estaban de acuerdo.

-Ponte una bata.

-Pero hace frio.

-Y un abrigo.

-Lo siento mucho. – repitió Andy, atribuyendo a un solo tipo de fuego el de la mirada con que Hen lo abrasaba.

-Esta bien, Andy. – se dio tiempo de consolarla Melville, poniéndose a toda prisa su ropa – Gracias por decírmelo.

-¿Estaras bien?

-Estara. – asevero Hen, mirándola tan feo como era capaz de ver a una turra tan bonita

 

Continuara...

 

Notas finales:

¡Turra mentirosa! ¿Conseguiran los hermanos Dundas salvar a Melville, o Andy parirá una camadita de muercielaguitos?

Slán!


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