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Melville vampirizado. por nezalxuchitl

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-Te pasas Melville, hacer que el general Foxford (jefe de la Inteligencia del ejercito) le robara su cilindro al mono y despertara en medio de la plaza, bailando en calzoncillos y recibiendo centavitos en su esponjoso gorro de militar.

Ambos venían riéndose todavía, cogidos de los hombros como dos alegres compadres y trastabillando, de la risa, no de la borrachera, aunque esto ultimo era lo que sostendrían los chismosos.

-¿Dirias que no valio la pena?

-Aun mas por el hecho de que ese murciélago sangronson se fuera volando, humeando a los primeros rayos del sol.

-Fue increíble. – dijo Melville, mirando orgulloso el cielo claro, de un azul pastel, del amanecer.

El astro sobrepaso la altura de los edificios y trigonométricamente, sus rayos cayeron sobre sus rostros. Melville se llevo la mano a la frente y cerro los ojos.

-¡Melville! ¿Estas bien? ¿No vas a empezar a humear?

-Que va, es que me ha deslumbrado el sol.

A la luz del dia, en la calle que comenzaba a llenarse de vida Heneage se puso serio.

-Cuando te dije que arruinaras una reputación no era la tuya la que tenia en mente. – Melville hizo cara de fastidio: ya iba a empezar - ¿¡Como pudiste dejar que te mordiera un vampiro?!

-No era como que pudiera hacer mucho, ¿entiendes? Era como si no tuviera voluntad entre sus brazos.

Aquello enfurecia a Hen.

-Como una turra Melville, una miserable turra. No me sorprende que te confundiera con una.

-Pues si te hubieras quedado a mi lado, bien te podría haber confundido a ti.

Como ese era un punto que le daba remordimiento, el hermano menor cambio el derrotero.

-Ahora hay que asegurarnos de que no te vayas a volver vampiro. ¿Tienes idea de lo mal almirante que serias como vampiro? Ni el mediodía podrias tomar, si es que todavía recuerdas como tomarlo.

-Por supuesto que recuerdo como tomar el mediodía. Y no quiero ser vampiro.

-Tenemos que encontrar tres turras inocentes. ¿Tienes alguna en mente?

-Ese es otro punto. Mi honor de caballero me impide…

-¡Tu honor de caballero un cuerno, Melville! Se trata de que no te vuelvas un chupóptero sangronson, apestoso muerto viviente.

-No voy a violar a una turra, menos inocente, para lograrlo.

-¿¡Pero quien habla de semejantes extremos!? Con tu buen tipo debería bastar, y si no, un favor a cambio.

-¡Que escandalo! ¡Que indigno! Favores a cambio de… favores es algo que no practico.

-¿Sabes? – lo miraba Hen con los ojos brillantes – Cada que dices cosas asi, me dan ganas de dejar que te vuelvas vampiro. Pero entonces mi hijo nunca seria vizconde de Melville.

Melville abrió la boca ofendido.

-¡En tus sueños! Mi hijo será el heredero.

-El que piensas tener por correspondencia, porque de otro modo… pero bueno, dejemos todo lo demás que esta mal en tu vida y centrémonos en el problema mas urgente.

Caminando sin prestar atención, sus pasos los llevaron a la sede del Almirantazgo, naturalmente. Una larga fila de solicitantes, que al mediodía humearian al sol como murcielamember, aguardaban ya ahí.

-Seguro que aquí encontramos las turras que hagan falta.

Melville se dejo conducir por Hen. Todavia pensaba que no seria capaz de seducir a una turra, asi con alevosía y ventaja, solo para su propio beneficio. Pero por otra parte, si no lo hacia…

-Esa de seguro que lo es – señalo su hermano a una muy jovencita, entre rubia y pelirroja (lo mejor de dos mundos) – si es que algún capitán cerdo tipo Jack no nos la ha ganado. ¡Oye tu! – se dirigio a ella con su potente voz naval - ¿Qué vienes a pedir aquí?

-Vine a pedir un cargo como teniente, señor.

-¡Vaya! Se ve mas joven de lo que es – dijo Heneage a Melville haciendo cunita en su oreja – y es muy bonita… tal vez ya no nos sirva, pero, ¡joder! No hay que dejarla pasar por alto.

-Eres escandaloso Heneage, verdaderamente vicioso. – se escandalizo en un susurro el First lord.

-Ve a la antesala del First lord. – le ordeno, y la fila se lleno de asombro y murmuraciones. La turrita se levanto y camino. Hen silbo – Que caderas – le dijo a Melville – hasta me dan ganas de ser yo el mordido.

-¿Qué me dices de ese oficial rubio, un poco bajito?

-A ese se lo han pasado hasta por la quilla. Tal vez esa guardiaturra… ¡Hey, tu! ¿Con que capitán fue con el ultimo con el que serviste?

-Con el capitán Amour.

-Olvidalo. – le dijo Hen a Melville.

Seguia examinando los rostros. Habia unos muy feos, con cara avinagrada de no haber follado en la vida, pero que no le servían al no ser turras, y tan feos que esta bien que eran remedio, pero su hermano no iba a pasar por un trago tan amargo.

-Mira esa turra madurita, la de ojos candidos.

-¿No esta muy vieja?

-No te pongas remilgoso, Melville.

-Me refiero para ser virgen.

-Hay tantas tragedias en este mundo. ¡Tu! ¿Alguna vez has cometido sodomía?

-¡Nunca! – se ofendio la turra madurita, levantandose – Mi comportamiento ha sido intachable durante toda mi carrera naval.

-¿Qué cargo tienes?

-Teniente, sin navio.

-Tiene buenas posibilidades de ser virgen; si hubiera usado ese lindo traserito en su provecho no estaría en tu fila.

-Esta bien, que vaya. – se toco la ceja avergonzado Melville.

-Nos falta una.

Entre las que recién se habían formado, habia una pecosa pelicastaña.

-¡Tu! ¿De donde vienes?

-Me capturaron los piratas en Argel.

-Hijos de perra.

-Dejame atender a mis obligaciones Heneage. Tampoco me siento comodo de usar la armada como mi coto de caza. (Duff si) Busca tu a la tercer turra, aceptare la que eligas.

-Esta bien. – dijo, notando lo apenado que su hermanito estaba – Pero primero tenemos que comprobar que las dos que escogimos sean vírgenes.

-¿Cómo podremos hacerlo? No tienen…

-Yo me encargo. Creeme, soy un experto en turras.

 

***

 

A Domhnall le dio un besote y a la otra hasta una tentadita de culo, por no dejar. Explico que por razones que excedían la mera lujuria, el First lord necesitaba sus servicios, por lo que el honor de la Armada, el servicio a la patria y todas esas monsergas debían bastar, pero como su hermano era un hombre extremadamente generoso, les concedería a ambos lo que habían venido a buscar, en el buque que eligieran.

Las dos turras aceptaron, con algo mas de recelo la madurita, que agradecida debía de estar de que le dieran su repason, Hen las agendo, a la entre rubia y pelirroja para esa noche (que bocadito, y si luego el sacaba provecho, que mejor) y la otra para la siguiente. Sintiendo que tenia tiempo de sobra salio a buscar a la turra faltante.

 

*

 

El First lord recibió a algunos solicitantes, hasta que harto de que se le ofrecieran descaradamente, los mando echar a todos y se preparo un te. Le hacia falta un buen secretario. Puso en orden sus papeles, estampo firmas hasta que se le acalambro la mano y luego se reviso cuidadosamente el cuello. Las marcas de los colmillos de Fasmember eran mas profundas que las del resto de los dientes, el muy cerdo lo habia marcado por completo.

Se ajusto muy bien su pañuelo de dos vueltas y se dirigio a la junta con los lores del Almirantazgo. En esa junta discutirían (o fingirían discutir) cuantos experimentados marineros y oficiales podrían pasar a los navios de su majestad española para entrenarlos, ahora que eran aliados.

Tenia idea de que el almirante Garcia era un viejo prepotente y desagradable, y se llevo una gran sorpresa al encontrarse con una preciosa turra latina, peli y ojinegra, de veintipocos años.

-¿El hijo del almirante Garcia? – le pregunto, pues quizá el cargo era hereditario en España.

-No, el almirante Garcia. – repitió la mami con una encantadora sonrisa, sin retirar su mano del apretón que ya se volvia eterno. Algunos lores tosieron e intercambiaron cuchicheos.

-Perdone usted, pero como es tan joven…

Una cosa era ser un almirante joven como el, pero esa turra se pasaba.

-El grado de almirante no se alcanza en la armada española como en la nuestra, primer lord – le especifico un venenosillo -. Ahí se otorga por los servicios prestados.

Monetarios, esperaba Melville que fueran, porque esa lindura se veía rica. Y no solo por lo que levantaba la parte trasera de la casaca, que no podía ser real.

 

*

 

Habian quedado de reunirse en el club a tomar el te, y Hen se impacientaba, pues Melville se demoraba, como en pocas ocasiones. Pero siempre escogia las mas exasperantes.

Finalmente lo vio aparecer, con cara de idiota y sonrisa embobada.

-¿El vampiro te chupo el cerebro? ¡Quita esa cara!

-Acabo de concertar la mas encantadora cita.

-Ya tienes cita esta noche, ¿recuerdas?

-Si, por supuesto. – dijo, bajando a tierra y tomando de su vaso de oporto.

-Ese maldito murciélago de tres al cuarto se ha esfumado. Debimos enjaularlo, no confio en que nos haya dicho la verdad.

-Pues si nos engaño no hay nada que podamos hacer. – dijo con preocupación en sus hermosos ojos grises.

Hen, que estaba tan angustiado que ni con un polvo se le habia bajado el nudo del estomago, dijo:

-Juro que si tal ha hecho, lo cazare hasta la costa mas lejana del mundo.

-Confiemos en que era un caballero, y nos lo dijo voluntariamente.

-¿Sabes? No se como fui tan imbécil para no exigirle que jurara haber dicho verdad.

-Nos emocionamos hipnotizando gente y espantando cuervos, ¿verdad?

-Si. – Hen suspiro, tomando del mismo vaso - ¿Sabes? Las turras decentes son mucho mas difíciles de encontrar de lo que uno creería; cuando las estas cazando para seducirlas, todas parecen fortalezas irreductibles, pero cuando de verdad necesitas una, resulta que son mas bien como posadas de paso.

-¡Oh! Sobre eso… ya no tienes que preocuparte. He encontrado a la tercera turra.

Hen lo miro sorprendido: el habia andado arriba y abajo en todos los lugares donde se pudieran encontrar turras: tabernas, prostíbulos, puertos, mercados, salones y nada.

-El almirante Garcia.

-¿Un viejito turra? – fruncio el ceño Hen.

-No, no. El viejo, que era su tio, ha muerto. El nuevo almirante Garcia es una turrita encantadora. – volvió a poner cara de ensoñado.

-¿Y… sirve a nuestros propósitos?

-El mismo me lo ha dicho.

Se habia ofrecido candorosamente, cuando el le respondio que necesitaba, no quería, turras doncellitas para curarse de una enfermedad luego que Andy le preguntara si era verdad que le gustaban las turras doncellitas.

-Vaya, pues enhorabuena Melville. Eres menos inútil de lo que creía.

-El inútil lo seras tu.

 

Continuara...

 

Notas finales:

¡Vaya! no recordaba que hubiera tardado tanto en empezar el porno. La proxima semana habra, promesa de dedito.

Slán!


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