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Ex imo corde [VIXX] Mini-Fic Haken por Starlight_lien

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"Peccata minuta" Es una locución latina que significa "Error insignificante"



Su gran corona podía verse a kilómetros, incluso se podía cruzar el océano y aun se veía su pequeño destello al final del camino. Era de oro, era larga y estaba adornada de joyas, digna de un rey, por supuesto a su lado se podía ver a una mujer que pese a sus notables arrugas cualquiera se daba cuenta de que era hermosa. Ambos vestían con túnicas de tela suave y brillosa. El rey usaba pantalones y hombreras gordas, mientras que la Reyna portaba con elegancia un largo vestido color rojo casi tan bello como ella.

—Jaehwan pronto tendrá que tomar el trono — Se escuchó el eco de la voz del rey.

—Todos estarán felices — Sonrió su esposa — Nuestro hijo ha crecido tanto... todos lo aman

Y en algo sus padres no se equivocaban, Jaehwan era el príncipe más querido del reino, lo querían incluso más que a su hermano, Taekwoon.

Por ser el mayor, Jaehwan tendría que tomar el poder en un par de meses, sin embargo, él no estaba seguro de querer hacerlo. …l tenía pensado algo más, quería ser algo más que un simple hombre que diera órdenes y usara costosos trapos. A menudo visitaba a los habitantes del pueblo, por ello lo apreciaban tanto, pues aquel joven se perdía entre ellos, conocía a cada uno por sus nombres y apellidos. De vez en vez cuando su padre se lo permitía llevaba algunos regalos a la gente, comida, tela o cualquier artículo que a su criterio fuese útil para una que otra persona.

Desde que aprendió a hablar, el príncipe había comenzado a tomar clases; comprendía más de tres idiomas y sabia diversas cosas sobre filosofía, biología, matemáticas, entre muchas otras más. "Es un prodigio" Decían muchos, pero más que eso, Jaehwan era aplicado y apasionado. Le encantaba aprender y compartir todo lo que sabía, por ello le había enseñado todo a su pequeño hermano.

Un día mientras montaba a caballo por el bosque, pidió a sus guardias que le dejasen solo.

—Por favor, solo quiero un momento a solas — Pidió en un tono suplicante.

—Lo sentimos Príncipe — Respondieron los hombres a unísono — Son órdenes del Rey, debemos cuidarlo más que nunca, pronto tomará el trono y debe cuidarse mucho más. No querrá caminar al trono con un pie roto, ¿verdad?

El castaño giro los ojos en gesto resignado.

"¿Qué a partir de ahora jamás podre estar solo?" Se preguntaba continuando su camino. Las inseguridades en su mente aumentaban, de verdad que aquel muchacho no estaba ni un poco convencido de querer usar el objeto de oro sobre su cabeza "Quizá esa cosa pese tanto que haga que mi cabeza caiga" Reía en su interior. En ese momento la idea más alocada que en toda su vida se le había podido haber ocurrido vino a su mente, por primera vez desobedecería a su padre.

Dudó por unos segundos mientras miraba alrededor, miró a sus espaldas y en un pequeño descuido agitó los lazos de cuero para hacer correr velozmente al animal. El aire agitaba sus cabellos y los fuertes rebotes contra el suelo se habían coordinado con su respiración. Pasaron minutos, pasaron horas y él seguía sin detener su andar, un poco más tarde pudo ver un gran árbol, lo reconoció, aquel árbol lo miraba desde la habitación más alta del castillo de su padre, era el árbol más grande y hermoso que desde lo lejos había podido observar. Durante los años había visto, pero jamás había podido acercarse ya que su padre se lo negaba.

Bajó de su caballo y observó detenidamente. Sin dudar el castaño estiró sus palmas acercándolas al áspero tronco, estaba a punto de tocarlo, pero un sutil ruido le había hecho girar a sus espaldas, su corazón se detuvo al darse cuenta de una persona, aquella era de figura delgada, tenía su misma estatura, a excepción de que el extraño tenía el rostro cubierto con una túnica negra y entre sus manos sostenía una espada que apuntaba a su cuello. "Maldición" Pensó Jaehwan estirando lentamente su mano a su costado.

—Has un movimiento más y atravesaré tu cuello con esta espada — Amenazó.

—¿Qué es lo que quiere? — El castaño sentía como su cuerpo temblaba y su vista se cegaba por el brillo del arma que apuntaba hacia él. Su vida estaba en riesgo, podía que en aquel momento jamás volviera a su gran palacio o que quizá jamás volviera a ver a sus padres o a su hermano, sin embargo, la única acción que pudo cometer fue moverse audazmente esquivando el objeto, a su vez aquella acción le había permitido sacar su afilada y brillante espada de su costado — ¿Por qué no quitas esa cosa de tu rostro?

Las palabras no se hicieron presentes y lo único que se oía era el choque de ambas espadas. Si alguien hubiera estado ahí se habría dado cuenta que ambos jóvenes eran excelentes manejando sus armas, incluso podrían haber pasado horas y ninguno de los dos habría tenido un rasguño.

Era como ver un espejo enfrente de otro, Jaehwan giraba sus muñecas con fuerza y el otro también, Jaehwan movía sus pies con rapidez y el otro lo hacía aún más rápido, no obstante, eso no impidió que este tropezara con una piedra y cayera al suelo logrando no solo que el extraño se desarmara sino también había dejado en descubierto su identidad, éste tenía una piel oscura, los ojos del mismo tono de color que el tronco del gran árbol, su cabello era oscuro y estaba un poco alborotado por el uso de la túnica. Sin duda aquel era el joven más apuesto que en su vida había visto. Por algunos segundos lo miro atentamente, lo miraba directamente a los ojos y por un momento sintió una calma que abundaba todo su ser.

—Para ser muy hábil con la espada aun es un poco torpe con los pies — Dijo Jaehwan saliendo del trance que su oponente le había provocado. — Vamos, levántese — Ordenó extendiéndole su mano en signo de ayuda.

—¿Cuál es su nombre? — Preguntó el moreno mirándolo con evidente enojo, que segundos después se había convertido en asombro al notar como lo miraba el chico enfrente suyo. — ¿Se supone debería saberlo? — Alzo una ceja con curiosidad.

—Para nada — Sonrió — Soy Lee Jaehwan ¿Y usted?

—Cha Hakyeon — Respondió con una pequeña sonrisa. Uno frente al otro cruzaban miradas por milésima vez en estos pocos minutos, pareciera como si el intento de asesinato no hubiese ocurrido, sino al contrario, pareciera que esos dos acabaran de iniciar una buena amistad.

"¿De verdad no sabe quién soy?" Estaba sorprendido ¿Y cómo no estarlo? …l era el gran príncipe, el próximo a tomar el trono ¿Qué demonios sucedía con aquel tipo?, sin embargo, no le había molestado, de hecho, lo había hecho sentir feliz, ¿Cuántas veces podía toparse con alguna persona que no supera nada de él y que no buscara algún beneficio o alguna posición cerca del rey? Porque a pesar de que el príncipe fuese el más amado no significaba que no hubiera veces que quisiesen aprovecharse de su gran amabilidad e ingenuidad.

—Lindo nombre — Sonrió, pero pronto fue borrada al escuchar los escandalosos trotes de los caballeros que horas antes lo habían estado cuidando.

Hakyeon parecía confundido, miraba a Jaehwan y después miraba hacia donde venía el ruido.

—¡Príncipe! — Gritaron los hombres con la misma rapidez con la que el brillo de sus ojos se apagaba.

—¿Príncipe? — Repitió el moreno absorto.

Pronto ambos hicos se vieron rodeados de caballos y caballeros. El castaño miraba el suelo con tristeza, ahora Hakyeon sabía quién era y no era el hecho de que no quisiera que se enterara sino tenía la esperanza de tener una simple amistad, tan sincera como la de los jóvenes que conocía o tan duradera como la de los ancianos en el pueblo.

—Es hora de irnos — Dijeron los hombres. El príncipe asintió y siguió las ordenes subiendo a su caballo.

Los caballeros emprendieron su camino regreso al palacio y tras de ellos iba Jaehwan con una decepción en la garganta y tristeza en los ojos. Una vez llegado a su destino fue directo a su habitación, se acercó a su ventana como todas las noches y observo aquel gran árbol.

—Cha Hakyeon.... — Susurró cerrando los ojos con calma.

Sin embargo, aquel chico no era el único que suspiraba al repetir un nombre, pues muchos kilómetros más lejos, el moreno llegaba a su hogar en una carrosa en la que había estado viajando antes de aventurarse al bosque.

—¿Por qué has tardado tanto hijo? — Un hombre de figura robusta lo esperaba en la entrada de un enorme palacio.

—Lo siento padre, quise hacer una corta parada antes de volver a casa. Ya sabes qué estado fuera mucho tiempo y quería recorrer un poco — Sonrió haciendo una reverencia.

—¿En el país vecino? — Preguntó frunciendo el ceño.

—Padre, vivimos al límite de ambos países, no pensé que hubiera algún problema

—Pues pensaste muy mal, Hakyeon — Hablo molesto el hombre — Tú hermano pronto tomará el trono y tú serás su mano derecha ¿Qué hubiera pasado si te hubieras encontrado con alguien del reino vecino? Ellos no son aliados, debes entenderlo ya.

Hakyeon miró a su padre con tristeza y enojo. Desde pequeño su padre no sabía decirle alguna otra cosa más que esas palabras, estaba cansado y por ello a los siete años había decidido ir con un maestro en el extranjero, aunque su padre se había negado, Hakyeon lo pudo convencer y un año después se fue, aquel maestro le había enseñado todo lo necesario para volver y hacerse cargo de los cargos reales que le confirieran.

–Como usted ordene padre — Dijo el moreno con la cabeza gacha.

—Vamos, tu hermano te ha estado esperando

Pero Hakyeon no era conocido por seguir ordenes, así que aquellas palabras quizá no tenían valor alguno y en realidad esa era la verdad, el moreno quería volver a ver aquel chico a quien llamaban príncipe, ese de ojos brillantes y labios carnosos, estaba dispuesto a todo y eso incluía desobedecer a su padre, el segundo rey más poderoso del continente.

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