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Alter [KrAy] por LittleWolff

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Notas del fanfic:

Título: Alter

Fandom: EXO

Canción: Transformer

OTP: KrAy [Kris x Lay]

Advertencias: Muerte de un personaje

Núm. de palabras: --

 

Sinopsis:

Yifan, a pesar de haberse prometido no volver a hacerlo, cayó irremediablemente bajo el encanto de un par de gemelos. No creyó que su vida cambiaría tanto por ese simple hecho. Por otra parte, Yixing y Lay debían luchar para obtener la atención de la persona que deseaban… y que sólo uno de ellos lograra quedarse con ese cuerpo.

 

Nota: Este fanfic fue hecho para una dinámica de EXOUniverseFanFics en Wattpad, pero hasta ahora lo subo por aquí (YOLO¿).

Notas del capitulo:

Espero lo disfruten^^

 

***

Parte 1/2

***

 

Las calles a esa hora estaban desiertas, iluminadas en su mayoría por las luces neón que anunciaban el nombre de los clubes de moda y opacando la grandiosidad de la luna. Donde la música traspasaba las paredes y consumía el ruido externo. Todo mundo estaba metido en esos locales, cada quien impregnado del humo de cientos de cigarrillos y de la transpiración de la persona que bailaba a su lado, pero nada de eso importaba cuando la bulla tocaba un buen son.

En esa zona de la ciudad, si alguien iba, debía de advertir que las horas parecerían detenerse y sólo sería consciente del ritmo que le hacía moverse junto a los tragos que se echara sin culpa. No por nada la llamaban la zona dorada, el mejor lugar para la vida nocturna; animada por los cientos de jóvenes que asistían atraídos por la esencia de libertad, sin ataduras ni pudores limitantes. El lugar perfecto para vivir y sentir, según la experiencia de muchos.

Yifan todavía se preguntaba qué demonios hacía metido en uno de esos clubes, sin embargo. Él prefería estar metido entre los papeleos que faltaban por hacer y los libros de derecho, leyes y justicia antes que pisar con cualquiera de sus pies izquierdos la pista de baile. Pero en algún momento de la noche (todavía desconoce cómo) Chanyeol lo arrastró a ese club del que olvidó su nombre, porque le debía un favor y así se lo estaba cobrando.

Suspira por quinta vez en los treinta minutos que lleva sentado en la mesa –con su bebida a medio tomar– y de los cuales veinte de esos minutos hacía que había sido abandonado por su torpe amigo. Sopesaba la mejor forma de vengarse por tal acto, una opción era burlarse por la cara de idiota encandilado que ponía Chanyeol al coquetear con el barman en turno, pero la cara de idiota la tenía siempre así que no sería nada nuevo, pensó.

—O el idiota yo por dejarme traer… —murmuró para sí.

Pero, bueno, ya estaba ahí, debía sacarle provecho y no amargarse por el caso que debía representar dentro de dos días en la corte del cual todavía faltaba la mitad de la investigación, ¿cierto?

Al menos la vista era estupenda: entre la masa de cuerpos, un joven se destacaba; Yifan pensó que en su vida había visto tal estética en una persona y que, además, supiera moverse de esa manera. Era lo único que podía hacer: beber y observar al joven que seguramente estaba acostumbrado a ser admirado. Su cuerpo gritaba, sus movimientos invitaban a todo aquel que lo mirase justo como Yifan hacía, a la distancia, sin poder tocarlo…

Más le valía a Chanyeol conseguirle, como mínimo, dos tragos gratis del chico de la barra para seguir con su pequeño disfrute privado.

Siguió bebiendo con parsimonia de su actual bebida. No es que Yifan no hubiese tomado con anterioridad, porque claro que lo hacía moderadamente, o una lata de cerveza por la tarde con un cigarrillo de compañía le servía para aliviar un rato el estrés del trabajo y las presiones de su pesado jefe. Sin embargo, si algo no le gustaba de todo eso eran las tremendas ganas de ir al baño que le provocaban las bebidas alcohólicas. Y maldecía que fuera en un centro nocturno porque los baños de lugares públicos, en general, tenían fama por su poca o nada higiene. Guardaba la esperanza de equivocarse, no obstante.

Para su mala suerte, debía atravesar la pista de baile para llegar a su destino. Y así lo hizo, la urgencia ganaba.

De repente, entre los cuerpos que se retorcían en un escandaloso baile, uno de los muchos que ahí se encontraban lo sorprendió por su excesivo contacto. Y de verdad, era demasiado, sobre todo cierta parte que no diferenciaba si bailaba contra él y era accidental o sólo se frotaba deliberadamente. Por el bien del rostro del desconocido, mejor que tuviera una buena excusa.

—Hola, grandote. ¿Bailas?

—No —gruñó al tiempo que encaraba al sujeto atrevido. Mas su perplejidad le paralizó cualquier reproche que tuviera que decir pues frente a él estaban esos ojos oscuros del joven que hace pocos minutos no dejaba de contemplar.

—¿Seguro?, quizá pueda hacerte cambiar de opinión —sedujo con un frote más.

Yifan salió de su –deleitoso– estupor al sentir de nuevo al cuerpo ajeno, lo tomó de los hombros y, ayudado por su altura, intentó alejarlo; sólo quedó en intento porque la mujer que estaba detrás de él le hizo trastabillar, impactando contra el más bajo.

—Parece que el destino quiere que bailemos un rato, ¿eh?, grandote.

—No lo creo.

—Te haces el difícil… Me gusta.

La respiración se cortó de golpe, su cerebro ya no hacía la sinapsis correcta, lo único que enviaba eran las sensaciones placenteras que le electrificaban todo el cuerpo. No quiso admitirlo, pero que el joven –del cual no sabía ni su nombre– ­­empezara un baile tan erótico que debería estar prohibido lo descolocó en el mejor de los sentidos.

Una vocecilla molesta, demasiado parecida a la de su amigo idiota, resonó en su cabeza con las mismas palabras que Chanyeol le dijo en su camino hacia el club. “Deberías salir más seguido… más bien, deberías salir, y no sólo al trabajo y al café. Hablo de divertirte. Se te va a pasar la vida si te sigues desgastando por el trabajo”. Yifan sólo había refunfuñado cual berrinche infantil, pero no argumentó nada; sabía que tenía razón de cierta forma.

Es por ello que, a sabiendas de que a la mañana siguiente se arrepentiría y se jalaría los cabellos por cometer semejante estupidez, se dejó guiar por el hombre de sensuales pasos. Incluso se había olvidado de la urgencia de hace rato.

—¿Cuál es tu nombre?

—¿No es de mala educación preguntar el nombre de alguien sin haberte presentado primero?

—No.

El joven resopló y le murmuró un juguetón “qué amargado” que Yifan no alcanzó a escuchar.

—Dime Lay, grandote.

Tal vez Yifan se había convencido que los hombres bajitos no eran de su tipo. Él los prefería altos, quizá de metro ochenta a metro noventa lo consideraba perfecto para él. Sin embargo, mentiría si dijese que no le derritió esa sonrisa torcida y ese hoyuelo que se lució en su mejilla, quería morderlo porque algo tenía con los hoyuelos; eran su debilidad. Ahí entendió que definitivamente no se arrepentiría de nada.

—Soy Yifan, no me digas grandote.

—Está bien, grandote.

Lay sólo se rió. Yifan rodó los ojos, con un atisbo de sonrisa rompiendo la seriedad que trataba de aparentar.

La música siguió sonando, los cuerpos siguieron dejándose embriagar por el compás de las canciones. Las bebidas iban y venían, la fogosidad del ambiente se escurría bajo la piel de los presentes. Lay siguió guiando los pasos torpes de Yifan; Yifan olvidó por completo al idiota de Chanyeol con los sensuales movimientos de Lay. Y Chanyeol seguramente siguió coqueteando con el chico de la barra.

Justo como sucede en los sueños, el ruidoso local fue reemplazado por el departamento de Yifan. Más específicamente, su habitación. No tenía idea de cómo llegó a casa tan rápido, ni por qué demonios Lay estaba sentado sobre él en la cama, danzándole explícitamente; pero tampoco le importaba, prefería averiguar cómo terminaría todo eso, aunque conocía la respuesta a esa incógnita.

Sabía que lo siguiente que vendría serían besos más atrevidos, dejando atrás todo el pudor que seguramente tendría si estuviese un poco más sobrio, y serían relevados por otros que encenderían algo dentro de él a pesar de que éstos fueran más húmedos. No tenía duda que la ropa estorbaría y que ambos hallarían la manera de deshacerse de ella rápidamente. Que eventualmente la lujuria tomaría el mando y ellos serían los títeres afortunados de tal acto. Claro que sabía que se guiarían por los impulsos más primitivos, no podrían contra las salvajes sensaciones que arañarían sus sentidos y finalmente, en algún punto de la noche, fusionarían sus cuerpos porque sólo de esa forma podría terminar esa función, culminando con algún jadeo ronco o una mordida en el hombro.

Y, por supuesto que, todo eso que sabía se cumplió.

Los cuerpos transpirados en placer terminaron en los brazos del contrario (y de Morfeo también), agotados entre sábanas arrugadas y suspiros involuntarios.

*****

Yifan no podía lidiar con la tremenda resaca ni mucho menos con la molesta voz de Chanyeol gritándole por respuestas. Bastante tenía con el trabajo que todavía debía realizar como para perder el tiempo atendiendo a su amigo que lo dejó abandonado la noche anterior. Él no estaba resentido, claro que no, porque gracias a eso tuvo una noche fantástica a pesar de que los recuerdos seguían nublados por el martilleo en su cabeza.

—¡Pero, Yifan, te desapareciste como conejo en sombrero! ¿Cómo es posible que alguien de dos metros desaparezca como si nada?

—Primero, no mido dos metros —contestó enumerando con sus dedos—. Segundo, de la misma forma que es posible que ignores a este gigante de metro noventa y dos. Y tercero, no molestes, tengo trabajo que hacer.

—Estás muy amargado últimamente. Extraño cuando estábamos en la universidad, al menos ahí eras más cool. Hasta eras popular, ¿recuerdas?

Sí, lo recordaba. Pero, sin saber el motivo, Yifan lo único que quería era estar solo para evocar las memorias de la noche que le dio Lay. Pensó que fue afortunado en que alguien como Lay se fijase en él. No es que buscara el amor, ni mucho menos, pero tenía necesidades que no había podido satisfacer, al menos no desde su última relación donde todo se fue a la mierda y él se embarró de eso.

Kris —berreó alargando la palabra.

—Chanyeol, no me digas así.

—Los pucheros no son tu estilo, Kris —burló su amigo.

Ambos rieron.

Yifan sabía que era casi imposible darle la contraria a Chanyeol. Conocía eso de él desde que el primer día que llegó de intercambio el coreano hizo el intento de hablarle en chino; un simple “hola” mal pronunciado, pero que había logrado sacar una sonrisa del estoico rostro del extranjero al que nadie se le acercaba porque el cotilleo caliente se había encargado de crearle la reputación de ser un mastodonte adusto por su apariencia. Chanyeol se encargó de ponerle el nombre de Kris porque según él “suena genial, como tú”.

—¿Y bien? —inquirió Chanyeol. Yifan al final le dejó quedarse en su sala mientras él trabajaba algunos detalles del caso—. ¿Adónde te fuiste y con quién? —Le hizo un gesto con las cejas.

—Sólo fue algo casual, Chanyeol. No creo que tenga importancia. —Cuando vislumbró por su vista periférica que su amigo seguiría con su interrogatorio, añadió—: ¿Qué pasó con el barman? ¿Fue en su casa o en la tuya?

La sola mención de “el chico de la barra” hizo enrojecerlo del rostro hasta teñirle por completo las orejas (lo que era decir mucho, según el chiste privado de Yifan). No creía que Chanyeol se hubiese puesto así cuando preguntaba por sus conquistas –casuales– anteriores. No obstante la respuesta que obtuvo no la esperaba.

—Creo que es el indicado, Yifan.

La seriedad poco usual con la que hablaba Chanyeol le dijo a Yifan que no estaba bromeando como pensó por un instante.

—Oh…

—Sí… Oh.

—Entonces, ¿estás seguro de eso? —No es que Yifan cuestionara la seguridad con la que decía aquello…, está bien, sí la cuestionaba, pero una de las razones importantes por la que ambos eran mejores amigos era que comprendían muy bien al otro; y tanto Chanyeol entendía el dolor de Yifan por su ruptura con Zitao, como Yifan sabía del de su amigo. Se compenetraban muy bien.

—Bueno…, es un hombre de gustos algo extravagantes… —Yifan murmuró un “con razón”, por lo que su amigo pausó para asestarle un acostumbrado golpe amistoso, y prosiguió—, pero es lindo y siempre tiene algo que contar. Es muy gracioso, divertido, me anima hasta en el peor de los casos (y créeme que la primera impresión que di no fue la mejor, que digamos), me escucha…

—Ya, ya, ya. Entendí. Te gusta.

—Sí —suspiró—. Además, creo que es tiempo de sentar cabeza. Disfruté mucho durante el tiempo de universidad y lo que siguió, pero ahora quiero probar algo más.

Una contradicción se formaba en su ser, es decir, por una parte estaba contento porque Chanyeol al fin superaría por completo a Kyungsoo, ya estaba dispuesto a dar un paso más e iniciar otro capítulo. Sin embargo, por otro lado se sentía abandonado, porque él todavía seguiría en el capítulo que su amigo cerraba. Y eso dolía.

Era increíble que su amigo, el desordenado y revoltoso Chanyeol, pusiera orden en su vida cuando él mismo le había dicho el día anterior que se diera rienda suelta y varias cosas más.

—Felicidades, hermano. Te mereces ser feliz —le dijo finalmente.

—Gracias.

—Y más le vale a ese barman cuidarte bien o no respondo.

Chanyeol le dedicó una sonrisa sincera, de esas donde mostraba toda la dentadura sin importarle si parecía chiflado. Yifan le devolvió la sonrisa aun con los vestigios del dolor de cabeza que no menguaba del todo.

—Algún día alguien también tocará a tu puerta, y tendrás que abrirle, quieras o no.

—Estoy bien por ahora —contestó Yifan—. Y mientras ese día no pase, lo seguiré estando.

Chanyeol ya no insistió, pero se puedo percibir, en la mirada que le dedica, que desea con todas sus fuerzas que Yifan también encuentre pronto a alguien que lo acompañe, que lo mime, y que pueda disipar el pasado amargo de su amigo.

Porque Yifan también merecía las palabras que le dedicó.

*****

El paso del tiempo es tan relativo como prácticamente cualquier cosa en la vida. A veces el tiempo podía ser eterno, sin embargo, esa eternidad podían ser en realidad un par de segundos o toda una década. Y podían pasar más cosas dentro de las cuarenta y ocho horas seguidas que lo que se vivió en treinta días.

Por lo que últimamente, Yifan había caído en una monotonía donde sus únicas actividades se concentraban en su supervivencia física y el trabajo que era bastante. Ya no salió después de aquella vez del encuentro casual –hacía dos meses– más que en dos ocasiones que fue a un bar tranquilo con Chanyeol y Sehun, pero él anhelaba de nuevo interactuar con otras personas, desconocidos para pasar un rato ameno incluso sin llegar a lo que hizo la última vez con aquel joven.

Lay.

No le ha dicho nada a Chanyeol, pero cada que iba caminando por la calle iba alerta por si se lo llegaba a encontrar, aunque nunca sucedió. No es que quisiese volver a verlo para repetir lo de esa noche, pero Lay no se miraba mal hombre; de hecho, al dormir tenía un rostro tan sereno que inspiraba una ternura inimaginable, tanto así que dudó que fuera el mismo que había tenido tales atrevimientos en la pista de baile (y ni qué decir de después). Sin embargo, después de haberlo admirado por unos buenos diez minutos en medio de la noche, con la fluorescencia de la luna, Yifan navegó en la inconsciencia más calmada que hubo tenido en mucho tiempo, para despertar con la sorpresa de la ausencia de Lay. Ninguna nota, sin rastro de que hubiese estado ahí más allá de los recuerdos borrosos por la resaca mañanera.

Lay. ¿Qué clase de nombre era ese? Era obvio que mentía, pero ¿no pudo elegir un nombre más creíble? No importaba que fuese falso, Yifan averiguaría el nombre real. Algún día.

—¿Otra vez soñando despierto? —La voz grave lo sacó de su ensoñación. No necesitó voltear para confirmar que pertenecía a su mejor amigo.

—Un par de minutos por cada hora de trabajo no es tan malo.

—Pero llevas cerca de quince minutos en la misma posición. —Chanyeol se sentó frente a él, con un escritorio lleno de papeles separándolos—. ¿Qué tanto pensabas?

—No mucho. En que quiero vacaciones —mintió sobre la marcha. No le diría que no podía sacarse de la cabeza a una persona a quien sólo vio una vez. Eso no era racional, y Yifan debía ser racional—. ¿Terminaste tu trabajo?

—Lo mío son casos menores, asesoramientos.

—Suerte la tuya.

—Sí. —Hubo una pausa, dudaba en comentarle aquello pero lo hizo—. Estaba pensando… ¿Recuerdas a Baekhyun? Dijo que deberíamos reunirnos para comer en algún restaurante.

Efectivamente, Yifan recordaba a Baekhyun, el barman, cómo olvidarlo. Chanyeol ya se lo había presentado una vez; la única que lo vio, en realidad. Le asombró que hubiesen pasado ya tres meses interesados el uno por el otro y que el par de idiotas no hayan formalizado aún su relación. Según Chanyeol estaban en la etapa de “conocerse para hacer las cosas bien”, pero sólo bastó una vez de verlos interactuar por cinco minutos para percibir la incuestionable atracción entre ellos.

Pero en fin, era su vida, era su relación, y Yifan no era nadie para meterse en ella.

—Qué bueno. Espero que hayas aceptado. Al menos así alguien de los dos se disfrutará de su fin de semana.

—Claro que acepté, no podría rechazarlo, lo sabes. —Chanyeol rascó su nuca en un gesto nervioso, por eso Yifan supo que no había terminado de decir el meollo del asunto—. Así que saldremos los cuatro.

—¿Cuatro?

—Baekhyun, su amigo, tú y yo —enumeró con los dedos.

Oh, no. No, no, no.

Sabía el rumbo de esas intenciones y no le gustaban para nada; Chanyeol conocía la razón. Las ganas de soltarle un golpe en la cabeza por no consultarlo antes fueron enormes, hasta le temblaban las manos por el impulso apenas contenible. Quiso gritar también, pero recordó que estaba en el trabajo y un disturbio en horario laboral sería causa suficiente para que su jefe considerara el despido o, como mínimo, una reducción del sueldo.

—Estás loco. ¿Qué tal que tengo planes ya hechos?

—Vamos, Kris, no salgas con eso. Ambos sabemos que llevas semanas sin salir a ningún lado y te conozco tan bien para asegurar que este fin de semana tampoco tienes nada reservado.

Y, maldición, que no tenía nada. El trabajo no podía ser excusa, esa semana terminaba de cerrar los casos asignados haciendo sus respectivos reportes para hacer la contabilidad de la productividad del mes, asimismo entregar las comisiones y cobrar su sueldo. Esa vez no tenía escapatoria como las demás veces cuando intencionalmente se hundía en el trabajo y se ahogaba entre casos de dificultad media-alta a representar y asesoramientos que ninguno de sus compañeros quería tomar porque resultaban tediosos atender por las horas que sabían tomaría aquello, pero de los cuales Yifan se encargaba de solucionarlos todos y le daba largas a Chanyeol y a Sehun.

Si hubiese mentido sobre tener que ir a visitar a su madre, Chanyeol habría descubierto su mentira y Sehun la hubiese confirmado en un santiamén; no por nada era el psicólogo al que acudía para que le proporcionara los informes periciales, además de su amigo, claro está. No le quedó más opción que sentarse en el restaurante a esperar al no-novio de Chanyeol y su amigo.

—Deja de mover el pie, estás moviendo la mesa y ya es la segunda vez que los ancianos de al lado creen que es un terremoto.

—No puedo, estoy nervioso. ¿Qué tal que al final no vienen? ¿Y si se cansó de mí? Pudiera ser que ya no quiera verme y me deje plantado.

—Estás exagerando. —Rodó los ojos.

—No lo estoy haciendo, y lo sabes.

Su amigo tenía razón, no lo desmintió porque hubiese sido cínico de su parte hacerlo. Mejor calló, la mejor manera de actuar en esos casos cuando Chanyeol sacaba su melancolía en silencios era demostrarle su apoyo y comprensión en forma palpable: unas discretas palmadas en la espalda, una invitación al karaoke o un buen expreso del recién inaugurado Café que está por su residencia. Recordó que Chanyeol llegó exclamando sobre el excelente café expreso que había probado y que era su favorito, a lo que Yifan se dijo que debía cerciorarse de las palabras de su amigo en cuanto tuviera la oportunidad.

El más alto de los dos se percata del agradecimiento mudo de su amigo, un simple gesto que dice demasiado. Yifan era capaz de leer los pensamientos de Chanyeol mediante las fugaces expresiones que podrían pasar desapercibidas para cualquiera, o las acciones que aparentaban no tener importancia; justo en ese momento leía el miedo en la pose encogida y revuelta, mezclado con la pesadumbre de la invasión de recuerdos acibarados.

La furia no se hizo esperar, hervía la sangre de Yifan por el desplante que estaba cometiendo el tal Baekhyun, quería creer que el tráfico era el causante del retraso de quince minutos. Jura que si Chanyeol llega a regalarle una sola de sus lágrimas, le arruinaría la perfecta dentadura que presumía.

Ignoraron los pasos apresurados de una persona que recién entraba al establecimiento. Yifan estaba más concentrado en idear un plan para consolar a su amigo que casi ni se percata de la voz adelante que hace saltar a Chanyeol al reconocer la voz que tanto esperaba.

—¡Lo siento! Lo siento, lo siento, lo siento mucho. De verdad. —Se encontraba frente a ellos la persona que robaba los suspiros de Chanyeol. Baekhyun se tomó unos segundos para apoyar sus manos en las rodillas y recuperar la respiración perdida.

—¡Baekhyunee!

—Lo siento mucho, Yeol. No quería preocuparte o verte triste, pero sucedió algo y al final mi amigo no pudo venir.

—No te preocupes —respondió Chanyeol con una sonrisa. La ternura invadió a Yifan porque su amigo era así: tan amable, noble y carismático, dispuesto a comprender a todos; y ahora dispuesto a enamorarse—. No hemos ordenado aún. Siéntate.

Chanyeol le sonrió y Yifan quiso hacerlo, pero una mueca algo disimulada fue lo que mostró al caer en cuenta de que él sobraba ahí. Estaría interrumpiendo el ambiente romántico de la pareja, o, peor aún, se sentiría ignorado y se aislaría involuntariamente hacia un pasado agridulce. Al parecer Baekhyun se dio cuenta del incomodidad del más alto, en su rostro se pudo apreciar la culpa y la lástima por la situación en la que terminaron.

—Lamento que mi amigo no haya podido venir, Yifan. Me tardé porque fui por él hasta su casa, pero como lo encontré enfermo le compré algunos medicamentos para que se mejore —explicó con pena Baekhyun.

—De hecho, no se preocupen —habló rápido—. Chanyeol, no te lo quería decir porque estabas tan entusiasmado y yo podría hacerme tiempo después, pero me surgió un trabajo de último momento que me piden que esté listo lo antes posible. —Se levantó de su asiento y sacó un par de billetes que dejó sobre la mesa—. Eso es por mi bebida. Ustedes sigan con su plan, luego podremos reunirnos todos.

—¿Seguro?

—Sí, Chan, ya les dije que no se preocupen por mí. Espero que tu amigo se recupere, Baekhyun.

Escapó antes que a alguno se le ocurriera insistir en quedarse. De todas formas, aquello que había dicho era una verdad a medias. Si bien era cierto que le habían encargado un trabajo en el último minuto, no era de urgencia alta como para impedirle unas horas libres, en realidad tenía un lapso de un mes –tiempo suficiente– para preparar el encargo sin presión; aunque sigue pensando que su jefe es un pesado por imponerle aquel asunto cuando apenas había terminado los anteriores.

Tuvo que regresar a su oficina. De no haber sido tan olvidadizo hubiera regresado directo a su hogar en lugar de regresar al edificio del estrés (como lo llamaba en su mente) por su portátil y el cargador del celular. (Bendita tecnología que hace que los humanos sean dependientes a ella).

No le tomó mucho tiempo el recogerlos. Saludó a dos compañeros de trabajo que terminaban de hacer los últimos retoques de unos reportes que les faltó entregar; pobres de ellos que recibieron una llamada de atención por parte de su jefe. Optó por quedarse a adelantar el último asunto que su jefe le dio, tenía algo de tiempo libre y no le gustaría compañía por ahora.

Las horas pasaron desapercibidas hasta que la última alma dejó la oficina. Afuera la luz artificial reemplazó a la natural, el sonido de varios claxon parecido a la campana que indicaba el final de la jornada. Salió del edificio sin toparse a su jefe. Lo cual fue un alivio y un ahorro de dolor de cabeza.

Por cada paso que avanzaba, se arrepentía de haber aceptado que Chanyeol pasara por él a la hora de la comida; de no haber sido así ya estaría conduciendo hacia su hogar.

Menos mal que poco y nada faltaba para pisar su departamento, los pies ya le dolían de tanto caminar en el día. Quizá, llegar y untarse alguna pomada desinflamatoria no vendría nada mal.

Mientras Yifan hacía memoria sobre dónde habría dejado la pomada que le regaló su madre, casi tropieza con la persona que no vio al frente. Un cuerpo delgado y bastante más bajo que fue prácticamente lanzado hacia el suelo. Yifan se sintió como un gigante torpe, aquel sentimiento que creía había enterrado en la secundaria pero que resurgió por unos breves segundos.

Auch.

—Discúlpame. No vi por dónde iba.

—Sí, ya lo creo —contestó sobándose al ponerse de pie—. Pero, sabes, podría disculparte si pasas por un café. ¿Qué dices?

Yifan lo observó mejor ya estando derecho. Definitivamente era un joven delgado, de apariencia delicada pero con carácter firme, según su primera impresión. Que Sehun fuera el psicólogo encargado de evaluar a las personas no quería decir que él no pudiera hacer su propio "diagnóstico"; es decir, tratar con personas a diario, sobre todo en su trabajo, le permitió desarrollar la habilidad de sensibilidad y percepción. Lo cual era muy útil en todo sentido.

—Bueno… —Sin embargo, el café era una de las debilidades de Yifan por lo tanto…— Lo acepto.

Y la sonrisa en el –evidente– empleado del Café frente a él sonrió con suficiencia al haber atraído a un cliente más a su negocio.

Así fue como Wu Yifan terminó sentado en el Café que Chanyeol le había recomendado una vez. Y Chanyeol no exagerada al decir que era el mejor café del mundo lo que servían ahí, sin duda el barista tenía un fin para ello. Rezaría con todas sus fuerzas de ser necesario para que jamás movieran su negocio de lugar.

—No los había visto antes —comentó Yifan al joven que había chocado y quien le servía el latte que pidió.

—Acabamos de movernos para acá. El otro lugar quedaba demasiado lejos de la mayoría de los empleados y la zona era muy insegura. Tal vez sea un poco más alta la cuota del local, pero si eso evita que nos asalten casa dos por tres no me importa.

Yifan creyó escuchar un murmullo luego de la explicación del empleado, pero como no fue nada concreto no preguntó.

—Felicidades por el café. Es delicioso.

—Yo no lo hice, fue Minseok. —Hizo una pausa y volteó hacia la barra—. ¡Minseok, ven!

El nombrado que limpiaba su área de trabajo levantó la vista hacia Lu Han, el empleado que lo atendió. Minseok era de mejillas algo abultadas pero de cuerpo con buenas proporciones, como si hubiese sido rellenito en el pasado y poco después el ejercicio hizo su trabajo.

—¿Qué sucede, Lú?

—El joven aquí quiere decirte algo. —Le sonrió.

—Felicidades por el café. Me ha gustado mucho el sabor —repitió el halago, esta vez a quien correspondía.

El joven Minseok lleno su pecho en orgullo, sin embargo contestó.

—Muchas gracias. Pero si volviera otro día y probara el latte de Yixing, el mío quedaría en el olvido.

Tras una breve pero amena charla, y la amenaza de quedarse encerrado en el local, Yifan se retiró queriendo pagar la bebida (a lo que el dueño le contestó que en esa ocasión la casa invitaba) y con la promesa de volver por más de ahora en adelante.

Si lo del tal Yixing a.k.a. "Rey del Latte" era cierto, tenía que averiguarlo; pero si sólo fue estrategia para atraerlo al lugar una vez más, no era necesario, Yifan volvería, de eso estaba seguro.

*****

Al día siguiente se levantó más temprano de lo normal. Soñar con café últimamente había sido un martirio para él, todo gracias a que el torpe de su amigo (sobra mencionar cuál de los dos) tiró su cafetera al suelo, estrellándose en pedazos irreparables; un recuerdo que seguía doliendo en el corazón de Yifan. Sin embargo, la única degustación del nuevo Café del vecindario fue suficiente para tenerlo deseoso de más, como adicto a su droga. Además, así ya no tendría que desviarse al Starbucks del centro ni tendría por qué tomar del insípido café de la máquina del trabajo; no sabe cómo es que su jefe y demás compañeros siguen bebiendo sus tres tazas al día de allí.

—Buenos días, Lu Han —saludó al dueño del local, quien recién terminaba de voltear el cartel de cerrado a abierto.

—Ah, Wu Yifan, buen día. No pensaba que lo tendríamos tan pronto por aquí.

—No me extrañen tanto que luego querrán deshacerse de mí —bromeó. Lu Han rió por el comentario y le aseguró que sería un cliente especial entonces—. Por cierto, me ha quedado la curiosidad de probar ese latte de la persona que mencionaron ayer.

Su interlocutor pareció no entender por algunos segundos hasta que recordó la charla que habían mantenido la noche anterior.

—Así que se ha venido a probar el famoso latte de Yixing, ¿eh?

Yifan sonrió.

—Si es tan bueno como dicen, claro que querría probarlo.

—Ya veo. Entonces no desespere, no deben tardar en terminar de alistarse. Ha llegado muy temprano pero tendrá la oportunidad de saborear su café.

Claro que sí, para eso había ido allí. Bueno, eso y porque era su única opción, incluso si volvía a beber del que preparó Minseok ya sería ganancia. Cualquier cosa con tal de evitar distancia y la máquina de su trabajo. Y para su suerte no pasó mucho tiempo cuando Lu Han llegó con su latte recién hecho y, dedicándole un "que lo disfrute" junto a una amable sonrisa, se dirigió a atender a los otros clientes que habían llegado poco después.

Siendo sinceros, lo primero que llamó su atención fue el dibujo de un corazón hecho con la crema, por un momento quiso reír a carcajada suelta por la ironía de su situación pues él, quien ya no creía en el amor (al menos para su persona) recibía justo aquella broma del destino; casualidad o no, casi le daba por tomar una foto como recuerdo de lo que había desechado para sí. En segundo lugar percibió el aroma de aquella anhelada bebida. Y, como decía su abuelo: "si el aroma era estupendo, no podrías esperar menos del sabor". Por lo que, a primera vista –u olfato, en este caso–, Yifan ya tenía altas expectativas con respecto a la caliente bebida que sostenía entre sus manos. Se permitió dar una inhalación más profunda, inundando sus fosas nasales del excelente olor que desprendía, una mezcla de la dedicación para que no fuera ni muy fuerte ni penetrante, sino más bien adictivo y ansiado.

Lentamente llevó la taza a sus labios, esperando no quemarse en el intento de su primer sorbo; para su sorpresa no fue así. Lo primero que distinguió esta vez fue el sabor suave pero de proporciones perfectas, con una explosión del formidable sabor en sus papilas gustativas. Su exigente paladar fue complacido por primera vez en su vida. La espiral de sensaciones parecía no querer terminar luego de ese primer trago.

En definitiva, Yifan no podía irse del establecimiento sin antes felicitar al Rey del Latte.

Después de beber hasta la última gota de aquella taza, y revisando que todavía tuviese buen tiempo para ir al trabajo, Yifan llamó a Lu Han para que: uno, le trajera la cuenta por la bebida y la galleta que pidió después, y, dos, para que mandara a llamar a Yixing tal como lo había hecho el día anterior con Minseok. Por supuesto que Lu Han no se negó, para él, lo mejor que podía hacer era reconocerle la labor a sus empleados, y que mejor forma de hacerlo que se los dijeran directamente los comensales.

Yifan estaba perdido en la evocación de la degustación, que se sobresaltó al escuchar la voz de Lu Han llamándolo y presentándole al tal Yixing.

La sorpresa era palpable, una revolución estalló en su cabeza cuando los recuerdos azotaron uno tras otro de cierta ocasión de meses atrás. La sorpresa, la intrepidez y descaro de las caricias, el entusiasmo y fogosidad del encuentro que culminó con el más alto de los placeres, llegaron a él. Y, como si su cuerpo no tuviera mente para controlarlo, volvió a sentir el calor como si el mismo cuerpo frente a él lo brindara.

—Lay. —Fue más bien un murmullo que nadie alcanzó a escuchar, pero necesario para palpar que era real.

El carraspeo del dueño lo sacó de su ensoñación, algo que quería seguir reviviendo por unos segundos más. Al voltear la mirada hacia quien lo había interrumpido a percató de que esperaban algo de él.

—¿No quería decirle algo a Yixing sobre su café?

—Oh, claro que sí —dijo, saliendo del estupor, recibiendo una sonrisa sincera por parte de la persona al lado de Lu Han—. Estuvo realmente delicioso, no había probado mejor latte en mi vida. Lo digo en serio. Gracias por su gran pasión en la labor. Debe ser muy hábil con lo que hace para dejar a las personas satisfechas.

Si Yixing, alias Lay, captó el doble significado en sus palabras, no lo demostró; ni un poco. No hubo ningún cambio de postura, en su semblante (¡ni una mínima microexpresion!) para hacerle saber que entendió aquello o, por el contrario, para reflejar algún indicio de incomodidad. Nada.

—Un placer recibir tal halago —confesó el joven del hoyuelo.

—Disculpa —llamó el más alto cuando Lu Han se hubo marchado—, ¿Yixing? Me recuerdas, ¿cierto?

La expresión del contrario le supo a confusión sin máscara. Como si no lo recordara para nada, como si el loco fuera él por preguntar aquello.

—Creo que se equivoca de persona. Es la primera vez que lo veo.

—Pero…

—Lo siento, pero el día apenas empieza y ya hay gente que atender. Con su permiso.

Yixing (¿o Lay?) se retiró hacia su lugar de trabajo, charlando animadamente con Minseok mientras preparaban las bebidas ordenadas. Algo en el fondo de Yifan ansiaba que la persona del hoyuelo lo recordara y que, por más disparatado que sonase a sus propios oídos, pudieran repetir una noche como la de hace meses. Era increíble que aun habiendo pasado tantos días, el encanto de la memoria siguiera casi intacto y tan lúcido.

Se prometió que debía acorralar al pequeño de estatura y quizá presionarlo para que evocara lo que Yifan tanto piensa. Y posiblemente está siendo un poco obsesivo, pero le hería el orgullo que lo hubiese negado con tanta seguridad sin haberse tomado el tiempo para intentar un poco más.

Sin embargo, mientras los días iban pasando, la oportunidad de hablar sobre el tema con Yixing iba disminuyendo, en cambio pláticas calmadas y amenas brotaban sin ninguna prisa. Entre lattes calientes y sonrisas con hoyuelos armonizaban en las primeras horas de la mañana; con Yifan siendo el primer cliente del día y Yixing quien ya tenía preparado la primera orden a entregar.

Lo más extraño de todo, era que cada vez Yixing se parecía menos a la persona que Yifan vio por primera vez. Absolutamente nada encajaba con la personalidad de aquella ocasión. Porque, mientras Lay (como ya no había vuelto a presentarse a sí mismo) lo abordó tan directo y atrevido, este Yixing era de tímidas miradas y acciones sensatas. Y la duda crecía más y más, llegando a poner en tela de juicio su propia cordura al tantear la posibilidad de haber puesto el tierno rostro de Yixing en algo que nunca sucedió.

Es por eso que una tarde que su jefe les permitió salir más temprano de lo normal, decidió que, por el bien de su juicio, se arrancaría la espinita que le venía consumiendo su sueño. Así fue como terminó por pedirle una breve salida a Yixing, quien al principio se negaba por las molestias que podría causarle a Minseok el ausentarse el resto del horario laboral, pero que luego Lu Han le dio el permiso, ya no pudo negarse. No obstante, terminaron sentados en una de las mesas del Café de Lu Han.

—¿Por qué tan callado, Yixing? —Otra vez, esa actitud que lo separaba tanto de la primera impresión de él—. ¿Puede ser que no te sientas cómodo conmigo?

—No, no es eso —se apresuró a responder, algo nervioso—. Es sólo que hace mucho que no platicaba solo con alguien que no fuera Lú o Minseok.

—Qué curioso. Yo podría apostar a que alguien como tú podría atrapar a cualquiera.

Yixing lanzó una carcajada al aire que tuvo que retener porque había salido más alta de lo que planeó.

—Si tuviera algo más de seguridad podría creerme un mínimo de eso que dices, Yifan.

El más alto estuvo enviándole insinuaciones sutiles, y otras no tanto, pero ninguna era descubierta por su interlocutor. Yifan tenía ganas de golpearse contra la mesa del bonito local para ver si por algún milagro obtenía nuevas ideas; se dio por vencido cuando, a la enésima vez de pretender lograr algo, Yixing seguía hablando sobre algo de unos días libres que Lu Han le concedió de los cuales no se acordaba del todo sobre lo que realizó en ellos.

Se preguntaba quién sería el despistado ahí: si él por haber confundido a Yixing con alguien llamado Lay, o Yixing por no ser capaz de recordar a alguien como Yifan. Porque, siendo sinceros, Yifan dudaba que alguien de su altura fuese olvidado tan fácilmente, y menos si confiaba en su buena apariencia.

—¿En serio no me recuerdas? —pregunto directamente, con la frustración saliendo de sus poros.

—Yo… ¿eh?

Agh… ¡Vamos, Yixing! Nos vimos una vez, hace tiempo, en aquel club… ¿Cómo se llama? Algo de Omnia, o Amnesia. No recuerdo.

—Si no recuerdas, debió haber sido Amnesia —bromeó Yixing.

Ante eso, Yifan lo tomó de las manos sorpresivamente, en un último esfuerzo por hacerle entender.

—No, no. Es en serio. Esa fue la primera vez que nos vimos. Me diste un nombre falso, te presentaste como Lay.

La mención de ese nombre fue lo que activó algo en el cerebro del más bajo. “Bingo”, pensó Yifan, había dado en el clavo. Los ojos desmesuradamente abiertos confirmaban lo que Yifan se venía tratando de convencer desde que lo vio por segunda vez. Él es Lay.

—¿Cómo me llamaste?

—Lay.

Y, ante todo pronóstico, Yixing volvió a soltar una carcajada, esta vez sin forzarla y sin preocuparle el volumen que alcanzó. Ahora el confundido era Yifan –nuevamente–. Salía de una incógnita para entrar a otra, menuda sorpresa.

—Ya veo por qué tu insistencia en haberme visto. —"¡Desgraciado!", pensó Yifan, todo este tiempo sí había estado al pendiente de sus esfuerzos pero lo tiró por loco—. Seguro me confundiste con él: con Lay.

Yifan seguía sin comprender ni pi ni fa.

Hasta que Yixing agregó—: Lay es mi hermano. Gemelo, para ser exactos.

—Vaya. —Fue todo lo que el alto pudo decir. Tenía que digerir primero lo antes dicho por Yixing.

—Sí. Vaya. —Se rió Yixing.

Todo ese tiempo confundiendo a unos hermanos. Era obvio que al único que había visto desde entonces era a Yixing, ya no ha vuelto a salir desde aquella vez, ni tampoco se ha dejado guiar por Chanyeol al mismo club donde trabaja su novio (¡al fin formalizaron!).

—Me siento estúpido.

—No deberías. Somos gemelos idénticos, es normal que nos confundan. Yo me habría espantado si me hubieras diferenciado de mi hermano. —Ambos rieron.  

Ahora, todas esas inconsistencias entre "Lay" y "Yixing" cobraban sentido una vez aclarado que no eran la misma persona.

—Entonces, todo este tiempo con quien he estado hablando es contigo, ¿cierto? Quiero decir que tu hermano no me ha vuelto a ver, ¿o sí?

—Tranquilo, Yifan. No creo que hayas topado de nuevo con mi hermano a menos que salgas seguido de noche.

—Oh. ¿Por qué dices eso? ¿Acaso tu hermano se esconde en el día?

Lo que para Yifan pudo haber sonado como broma, Yixing se lo tomó en serio y le respondió con una afirmación.

—Mi hermano trabaja desde casa, casi no lo veo a pesar de vivir donde mismo, pero sé que sale por las noches. No por nada su habitación apesta a tabaco, aunque le dejo avisado que debería asearla. En pocas palabras, es un vago. Pero es buen hermano.

Sí, Yifan comprendía. No es que tuviera un hermano también, pero Chanyeol casi podía pasar por uno y, aunque torpe y descuidado, siempre velaba por su seguridad y comodidad.

Una sonrisa escapó de los labios de Yifan. La mitad de los buenos momentos que tenía eran en su mayoría con su mejor amigo, con Sehun, con ambos; la otra mitad se habían convertido en una parte nostálgica que prefería guardar en el fondo del mar de recuerdos.

Yixing percibió el cambio de actitud del alto y preguntó—: ¿Mi hermano te ha hecho algo, de casualidad?

—No es eso. Sólo recordaba… —Yifan negó con la cabeza—. Son muy diferentes ustedes dos.

—Ni que lo digas —convino Yixing—. Él es un alma libre, bastante diría yo; por mi parte, creo que soy el gemelo cuerdo.

El resto de la tarde se llenó de pláticas agradables con una pizca de humor extraño pero encantador en el que Yifan se acoplaba muy bien, donde las bromas flotaban ligeras o las anécdotas fluían libremente. Su conversación podría no haber tenido fin, sino hasta altas horas de la madrugada, de no haber sido por la quinta interrupción de Lu Han.

—Siento interrumpir pero, Xing, dijiste que irías con Min a comprar la despensa —avisó Lu Han, apenado.

El nombrado se fijó en la hora, bajo la mirada curiosa del más alto y un amigo preocupado. Sus labios formaron un adorable puchero en forma de "o" que hizo reír a Yifan y ganarse un golpe amistoso del joven.

—Tengo que irme. Fue lindo pasar el tiempo, Fanfan. Nos vemos luego y gracias.

Ni Yifan ni Lu Han respondieron con palabras a la despedida de Yixing. El primero porque se había quedado embobado con el mote cariñoso que jamás había escuchado; el segundo por la conversación que mantenía rebobinando en su mente.

—Yifan, ¿puedo hablar contigo? —Detuvo las intenciones de marcha. No mucho faltaba para que culminara el turno del día, así que no fue difícil para Yifan aceptar esperar unos minutos más. (Con la condición de obtener una taza de café gratis, obviamente).

Después de despachar al último cliente y desearles un buen fin de semana a sus empleados, Lu Han sirvió una taza de té para él. Tenía algunas arrugas en el rostro que en cualquier momento amenazaban con profundizarse. Luego de unos sorbos a su taza, Lu Han habló.

—Dime, Yifan, ¿qué piensas de Xing?

Aunque la pregunta lo tomó por sorpresa, por la mente de Yifan pasaron muchas razones diferentes como para que la persona frente a él preguntara aquello. Desde ser sobreprotector con su amigo, hasta estar enamorado en secreto de él; pero cualquiera que sea el caso, Lu Han no debía de consternarse en lo más por eso.

—Creo que es una persona sencilla y divertida. ¿Por qué?

—¿Sólo eso?

—Pues…, sí —respondió con duda—. No soy bueno para las palabras, Lu Han, no sé qué más decir aparte de que Yixing es una muy buena persona.

—Si te pido un favor, por el bien de ambos, ¿lo harías?

—Es extraño que lo preguntes, pero depende de lo que pidas.

—No te pediré que te avientes del puente —bromeó, no obstante, enserió su rostro en un parpadeo—. Aléjate de Xing.

La petición, tan directa y cruda, fue muy desconcertante para el alto, sobre todo teniendo en cuenta el cambio de actitud de Lu Han.

—No entiendo por qué pides eso.

—Está bien. —Pasó sus manos por su rostro en frustración—. Entonces no te involucres tanto con él.

—Mantengo en pie mi reacción. No entiendo por qué. Y no quiero ser grosero, porque has sido muy amable conmigo en este tiempo, pero eso no es algo que te incumba, Lu Han.

—Pero…

—No puedes elegir las amistades de Yixing. Ni las mías.

—No lo entiendes.

—Claro que no lo entiendo —alegó—, si no te explicas. Por favor —pidió más calmado—, llevamos un tiempo conociéndonos todos y no creo haberles dado razones para pensar que podría hacerles daño a ustedes.

Lu Han pareció pensárselo un momento. Lo que fuera que pasara por su mente debía de ser súper importante para tenerlo con el entrecejo arrugado por tanto tiempo. Finalmente dio un suspiro y, resignado, se disculpó con Yifan pero dejó la advertencia flotando en el aire y en la mente del alto.

"Entonces aléjate de Lay. No lo busques. No lo menciones frente a Yixing".

*****

Cuando Yixing le insinuó a Yifan que tenía la mejor cura para despejarlo del estrés, el alto imaginó lo que cualquiera pudiera haber imaginado: un masaje. Claro que un masaje, ¿qué más?, porque Yixing no era del tipo que se involucraba casualmente con personas, por eso mismo había quedado fuera de las probabilidades de Yifan al conocerlo mejor.

Sin embargo, la verdadera intención de Yixing no cruzó por sus pensamientos en ningún instante. En primer lugar, llegó a creer que con quien había hablado esa vez había sido Lay, no Yixing, porque ¿qué quieren que crea cuando lo citan en un lugar donde dan de referencia un motel? Y Lay era más acertado a esas movidas, una noche bastó para suponerlo. En segundo lugar, y aclarado el punto de que el motel no tenía nada que ver con el plan del menor, tampoco imaginó que no estarían solos; acompañando a Yixing iban Lu Han y Minseok. Y en tercera, era insospechable que Yixing fuera fanático de los juegos mecánicos de velocidad y altura.

Definitivamente no hubo segundo en el que se visualizara arriba de una montaña rusa, yendo a toda velocidad entre curvas y bajadas para aliviar su estrés. Justo como en ese momento, que rememoraba la situación que lo hizo llegar hasta ahí.

Yifan mentiría si negara haber pasado toda la semana cavilando sobre las palabras anteriores de Lu Han, aun así no dejó de ir al café por las mañanas. La tentación por preguntarle a Lu Han era grande, pero lo era todavía más al tener la interrogación en la punta de la lengua cuando estaba frente a Yixing; resultaba difícil mantener callada su curiosidad. Y Yixing lo notó, toda esa extraña actitud ansiosa que desprendía con su presencia no pasó desapercibida.

—Qué raro estás últimamente, Fanfan —le comentó un día. Yifan se acostumbró rápidamente al mote que Yixing le otorgó. Descubrió que al menor le encantaba nombrar cariñosamente a los que eran de su confianza (que eran pocos).

—No es nada, sólo un poco de estrés —mintió, aunque no del todo.

—Yo sé cómo se arregla eso.

—¿Ah, sí? ¿Cómo?

—Sip. Si quieres averiguarlo ve a esta dirección. —La escribió en una hoja de órdenes—. El sábado a las dos de la tarde. La pasarás bien, no te arrepentirás. Lo prometo. —Y se fue brindándole una sonrisa y una ubicación de la que tenía una idea vaga sobre dónde era.

Todas esas conjeturas raras que le embargaron desde que recibió el papel le dieron vuelta por los siguientes dos días hasta que se llegó el momento. Ir o no, no era esa la cuestión, sino ¿qué harían? ¿Yixing también hacía ese tipo de "cazas"? Porque de ser así, entonces tenía más parecido con Lay que sólo el físico.

El más alto del grupo observó a Yixing de reojo, reía por una broma que no escuchó; entre más lo observaba y más lo conocía, mayor se daba cuenta del contraste entre los hermanos. Yifan sabía que estaba mal compararlos, pero era inevitable.

—¡Subamos de nuevo a la montaña rusa! —exclamó emocionado el menor de todos.

—¡NO! —gritó Lu Han. El pobre únicamente había subido una de las tres veces que Yixing los había arrastrado a montarse en el juego. Yifan sigue sin entender cómo el otro tiene energía de sobra –y un estómago de acero– para no marearse con tanta vuelta.

Yixing insistió nuevamente hasta que Minseok secundó a Lu Han y Yifan lo hizo del mismo modo. Sinceramente ya demasiados sube y baja en menos de cuatro horas, no soportaría otro más. El puchero cubierto de algodón de azúcar lució adorable para la edad del joven, quien convencido fue de jugar en otras atracciones.

Hicieron competencias en un tiro al blanco, quien derribara más objetivos decidía la última atracción. Al final, sólo Minseok no reunió los suficientes puntos para ganarse un premio, mientras que Yixing, Lu Han y Yifan obtuvieron un Bambi, una alcancía y un Twilight Sparkle miniatura respectivamente. El ganador fue Yixing y, para mala suerte de Lu Han, su elección fue la Noria.

Pero primero buscarían algo de tomar y un baño.

Para el final del día las luces de colores suplantaron a los rayos del sol, envolvían todo el parque de atracciones con diseños infantiles que adornaban los juegos y parte del cielo. No faltaba mucho para que cerraran, la gente lo sabía y empezaba a irse porque, también, ya era muy tarde para los más pequeños.

Llevaban alrededor de quince minutos esperando por los otros dos. ¿Cuánto puede alguien tardarse en un baño? Hacía diez minutos que el ambiente con Minseok estaba algo incómodo, el tema de conversación se había agotado hacía siete y eran otros cinco que su pie no dejaba de golpear el suelo en señal de ansiedad. Quizá a Minseok no le afectara tanto estar en silencio con alguien a quien conoció hace relativamente poco, de hecho, se miraba muy contento tomando del popote de su bebida y observando a los participantes del juego de pescar. Además, no era Minseok quien se miraba ridículo cargando un mini pony que atraía las miradas de los niños (y uno que otro adulto).

—Ya tardaron mucho. Iré a ver si están bien —avisó a Minseok sin darle tiempo a responder.

Se dirigió a paso apresurado al baño más cercano, según el mapa arrugado que tenía en sus manos. No fue difícil encontrarlo, estaba al lado de la Noria.

—¿Qué decía exactamente el papel? —Escuchó decir a Lu Han. A pesar de estar a un volumen alto la música de afuera, Yifan alcanzaba a distinguir las voces de dentro.

La tentación por quedarse a escuchar era demasiada, no obstante, reconocía que estaba mal y lo mejor era salir del escondite que le brindaba esa media pared.

—¿Estás seguro que era de… Lay? —Bien, eso sí que llamó la atención de Yifan.

—Sí, era su letra —confirmó Yixing. Lu Han le había pedido a Yifan que no nombrara a su hermano, ¿por qué él sí lo hacía?—. Ponía que ya sabía sobre Yifan, que era yo quien tenía que alejarme. Y que la próxima semana estaría saliendo, que no lo esperara. Temo que pueda sucederle algo; tú y yo sabemos que cuando pasa bastante tiempo sin salir él se aloca y llega más tarde de lo normal.

—Esto es extraño. Hacía mucho que no te dejaba una nota, y sabemos, también, que sólo lo ha hecho en ocasiones especiales y si es urgente, ¿verdad?

Yixing contestó en silencio. O con silencio. Alguna de las dos. Yifan se quedó de piedra esperando por algún mínimo ruido, pero no lo hubo; supo, entonces, que era momento de intervenir.

Entró como sin pensarlo mucho, como si no se hubiera detenido a escuchar al par que hablaban a voces quedas. Llamó a ambos por su nombre para que supieran que se trataba de él y salieron sin sospechar que su conversación se había aferrado a los nervios de Yifan.

Para cerrar el día con una atracción épica, la Noria era la mejor opción. Lo era para el ganador del tiro al blanco. Sus cabinas con luz tenue incitaba a ser la última en ser disfrutada, perfecta para un romance suave o un grupo de amigos que querían relajarse con el ligero balanceo, el paisaje panorámico y una melodía de fondo.

—Me niego a subir, Xingxing —habló Lu Han cuando era su turno de subir a la cabina—. Esto es mucho más alto que la montaña rusa o el funicular de hace rato. No, no, no. No subiré, háganlo ustedes.

—Será una vuelta, nada más.

—No. Sabes que tengo acrofobia.

—¿Por favor?

—No me comprarás con pucheros.

—Está bien —dijo, resignado.

—Yo me quedaré con él, creo que la comida de hace rato me hizo daño.

Así pues, los únicos dentro de aquella cabina eran Yixing y Yifan. El primero deleitándose con la vista preciosa y saludando a sus amigos de abajo hasta que los perdió de vista, el segundo meditando si arriesgarse a preguntar algo o no.

Pero el que no arriesga no gana, ¿no es eso lo que dicen?

—Yixing… —llamó—, tu hermano, Lay… ¿de verdad ese es su nombre?

Perfecto. No había sabido comenzar y preguntó algo estúpido. Incluso Yixing empezó a reír.

—No puedo creer que de verdad hayas creído que era su nombre.

—No lo creí, pero jamás he escuchado el verdadero —se excusó avergonzado, porque en algún punto del tiempo sí lo llegó a creer.

—Su verdadero nombre es Meng Tian. Lay es el apodo con el que un amigo suyo lo bautizó cuando regresó de Canadá, decía que era porque se la pasaba flojeando y tirado en la cama.

—Meng Tian —repitió. Pensó que al menos una parte del nombre concordaba con él—. ¿Quién es el mayor?

—Él. Aunque Lu Han dijo que no lo parecía porque él era más desorganizado y yo más responsable. Siempre tuvimos algunas diferencias muy notorias.

Si Yifan notó algo fuera de lugar en la respuesta de Yixing, lo dejó pasar.

La vuelta fue eterna y a la vez faltó muchísimo tiempo. En ese espacio había conocido más de Yixing y Lay (Meng Tian). Pequeños detalles de ambos hermanos fueron reluciendo a medida que el tiempo rodaba a la par de la Noria, desde algunos deseos inocentes de niños que presentaba a ambos hermanos como idols de fama mundial, hasta los propósitos más maduros que incluía la fundación de una academia de baile. Que ambos, para cumplir el sueño de la academia habían asistido a la misma Universidad en la facultad de Música y Artes, pero que Yixing desertó de la carrera de Danza debido a las secuelas que le dejaron un esguince en el tobillo y una dislocación de hombro. Le habló sobre su decisión de tomar la carrera de música y canto en la misma facultad, sobre la extraña decisión de Lay de abandonar su carrera soñada y trabajar en el retraimiento en casa. Y más.

Poco fue lo que habló Yifan puesto que el menor era alguien parlanchín y simpático, alguien quien era sencillo embobarse en su rostro porque su perfil alardeaba de ser enigmático. La lucha por simular desinterés cada vez era más dura, sus esfuerzos iban flaqueando y simplemente no quería dejar de contemplarlo.

Al llegar de nuevo a tierra, el vínculo que tenían se había fortalecido, una complicidad discreta se formó de la historia compartida. Aunque Lu Han y Minseok lo sospecharon, decidieron guardar su propio secreto.

El plan de Yixing había sido un éxito. Yifan ya no sentía el peso en sus hombros, ahora era más probable que una apreciación del seductor hoyuelo del menor disipara esas preocupaciones.

Al final cada quien se retiró a su hogar con los premios cambiados: Lu Han obsequió la alcancía a Minseok para guardar ahí sus propinas; Yixing le concedió el Bambi a Lú porque “mira, que se parece a ti” y nadie lo haría cambiar de opinión. Por otro lado, Yifan le extendió el pequeño unicornio morado de peluche al menor, se guardó su comentario a pesar de querer expresar que era mágico como él.

*****

La siguiente semana fue un caos total para Wu Yifan. Nadie en el bufete se le acercaba a menos de cinco metros después del incidente con el pobre desafortunado que osó tomar la última taza de café de la cafetera de la oficina antes que Yifan. Incluso Sehun, luego de que el chisme voló, no se había aparecido por ahí.

—¡Kris! —Golpeó su espalda a modo de saludo. Los empleados de alrededor soltaron un jadeo, creyendo que pronto tendrían que preparar el funeral de Chanyeol—. Quita esa cara larga, asustas a todos.

—Cállate, Chanyeol.

La horrible carcajada de su amigo resonó en sus oídos, tan escandalosa como siempre. Yifan no estaba de humor para soportar la buena vibra del otro en esos momentos. Los dientes relucieron en su rostro y supo que no se libraría de él tan fácilmente. Tocaba soportar un terrible dolor en el culo ese día.

—Si sigues frunciendo el ceño te harás diez años más viejo.

—No me importa.

—Ya. ¿Por qué tan gruñón el día de hoy?

Yifan se rehusaba a contestar aquello. Era estúpido. Sin embargo, que Chanyeol le hundiera el dedo en la mejilla era tan exasperante, que explotó.

—¡Ya! ¡Está bien! No he podido ir por mi jodido café —rugió.

Chanyeol se quedó atónito.

—¿El café de Lú An?

—Es Lu Han.

Hubo un silencio. Yifan, que todo ese tiempo no había echado una mirada a Chanyeol, ahora lo hizo y “oh, no, no lo haría”. Pero lo hizo: Chanyeol tuvo uno de esos ataques de risa tan desbocado que le suelen dar, con aplausos de foca loca y golpes a lo primero que encontraba (que era Yifan, por supuesto).

Chanyeol era el único que aguantaba al Yifan rezongón y antipático; por otro lado, Yifan era el único que se armaba de paciencia –que no sabía de dónde sacaba– para no darle un golpe en la cabeza a Chanyeol en sus momentos de locura desatada.

—¿Es que nuestro Kris se enganchó con ese Lu Han?

—¿Qué? ¡No!

—Claro que sí.

Chanyeol.

—Te descubrí, Kris. Por eso estás tan rojito.

—¡No, Chanyeol! ¡Además Lu Han no es quien me había estado sirviendo el café!

Tras soltar esa frase Yifan se dio cuenta de su error. Cayó en la trampa de Chanyeol, lo supo tan pronto la sonrisa de su amigo se ensanchó más, si es que era posible.

—Saliendo de aquí vamos a ir por eso que tanto quieres —dictaminó sin cabida a peros. A Yifan no le quedó de otra, así que asintió y volvió a meter sus narices en la pila de documentos en su escritorio—. Oh, y por ese café también.

Le tomó cinco pasos descifrar lo dicho por Chanyeol, y uno extra para lanzarle un borrador a la cabeza.

Chanyeol cumplió.

Saliendo del trabajo su mejor amigo lo acorraló en el estacionamiento, y por si fuera poco le fue con el chisme a Sehun quien no dejaba de soltar risillas cada dos por tres debido al enfurruñamiento del mayor.

—¡Ey, este lugar está mejor que cuando vine!

—No seas tan ruidoso, Chanyeol.

—Kris tiene razón. Si queremos saber quién le trae el café debes guardar silencio para no ser vetados.

—Sabes qué, haz todo el barullo que quieras, Chanyeol.

Sus amigos (¡vaya par de amigos!) rieron por su comportamiento. Era hilarante presenciar esa mezcla entre irritada, avergonzada y nerviosa de Yifan.

—¡Yifan! Qué milagro que vienes por acá. Minseok y yo pensábamos que te habías conseguido otro proveedor de cafeína.

Los ojos de Chanyeol y Sehun brillaron en cuanto vieron a un joven acercarse directo hacia ellos. Tuvieron el mismo pensamiento al tenerlo frente a su mesa, con el uniforme pulcro y la pluma lista para anotar el pedido mientras una sonrisa deslumbrante bailaba en su rostro.

—No, para nada, sólo que últimamente no me he podido pasar por aquí. Lu Han, ellos son Chanyeol y Sehun; par de bobos, él es Lu Han —aclaró antes de que se hicieran ideas erróneas.

Ambos amigos saludaron y Lu Han les tomó la orden con los ánimos que le caracterizaban.

—Lu Han…, ¿quién preparó el café? —preguntó Yifan luego de darle un sorbo a su taza.

—¿Hay algo malo con el latte? —se extrañó el más bajo.

—No. Es sólo… ¿lo hizo Yixing? —Y aunque sus amigos se mofaron en secreto, el rostro de Lu Han se mantuvo serio. Algo no estaba bien, o eso era el sentimiento de Yifan.

—No.

—¿Puedo preguntar si se encuentra bien?

—Sólo le dio días libres —contestó Minseok llegando al lugar—. Yixing no se estaba sintiendo bien y le dimos unos días de descanso, no te preocupes.

Aunque sus ganas por preguntar más eran inmensas, se abstuvo de ello; ya que Yixing volviera le preguntaría a él, mientras fingiría desinterés aunque éste lo carcomiera por dentro. Aquello de por sí resultaba un tanto extraño.

El resto de su estancia en el café fue tranquila y amena, de esas salidas de improvisto donde lo que no se planea es buena idea porque ser espontáneo era la naturaleza de Chanyeol y lo que mejor hacía Sehun era seguirle la corriente. Yifan disfrutaba de esos valiosos momentos porque fueron los que le ayudaron a levantarse cuando cayó en el pozo negro.

No obstante, si el alto hubiese conocido las intenciones de sus amigos, entonces no hubieran estado tanto tiempo en el café de Lu Han. No creyó que Sehun fuera tan suelto y osado al invitar a Lu Han a salir, y mucho menos que utilizara a Chanyeol y a él para ese fin. “Maldito embustero”, pensó Yifan después, ya tenía la noche de mañana comprometida por su culpa (y de Lu Han y Minseok por haber aceptado).

*****

 

Notas finales:

Como dije, este fanfic fue creado para la dinámica de EXOUniverseFanFics que se hizo en Wattpad. Si pueden darse una pasada por la cuenta y ver que hay recomendaciones y fanfics varios, seguro les gusta c:


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