Gritos, insultos, amenazas… Cuando llevas tanto tiempo como yo en un trabajo donde te tratan como mierda, todo eso… simplemente deja de importar…
“¿Qué acaso no puedes hacer nada bien, idiota?”
“Estúpido, por una vez en la vida deja de ser tan inútil”
“Eres peor que la escoria”
Pero sus palabras aun duelen…
– Mas vale que termines ese rayo rápido, no has hecho nada que sirva desde hace tres meses y si no haces algo útil ahora te echaré a la calle – me gritó desde quien sabe que lugar.
Era cierto, todo lo que hacía terminaba mal, explotaba, no servía, se prendía en llamas… no había logrado nada útil los últimos meses…
Ya llevaba nueve días en el laboratorio, no había comido, no había dormido, no me había duchado, no había hecho nada más que trabajar para hacer el estúpido rayo anti gravedad que Black Hat me había ordenado; estaba agotado, necesitaba un poco de descanso, el rayo ya estaba listo, solo hacía falta pintarlo, me podía dar el lujo de descansar un par de horas.
Era de noche, todos estaban durmiendo, podría comer, ducharme y dormir sin que Black Hat me regañara por eso.
Caminé a la cocina, en la nevera había una bandeja con comida que decía “Para Flug” seguro 5.0.5 me lo había dejado. Comí tranquilo y después me dispuse a ducharme. Cuando entré al baño me desvestí… ver mi cuerpo me dio ganas de llorar…
Un cuerpo pálido, delgado, lleno de cicatrices por quemaduras... aunque mi rostro me disgustaba aún más, tenía unas grandes ojeras, mi cabello ya estaba bastante largo, mis pómulos se marcaban un poco por lo delgado que estaba y las tres quemaduras que había en mi rostro me hacía lucir un aspecto deplorable…
Di un suspiro, lastimosamente no podía hacer nada para darme un mejor aspecto…
Me metí en la ducha, el agua caliente se deslizaba por mi cuerpo, aunque no sentía mucho el calor de esta, me sentía extraño, unas enormes ganas de llorar se apoderaron de mí, no las retuve, nadie me escucharía llorar, y aunque si lo hicieran ninguno se preocuparía por eso…
– No valgo lo suficiente como para que se preocupen por mi – dije mientras recostaba mi cabeza en el azulejo de la ducha.
En momentos como esos no podía sentirme más patético… llorando solo en el baño, por miedo a que si alguien escuchaba mis sollozos solo me lastimaría más…
Me duché rápidamente, me coloqué mi ropa habitual y me dirigí a mi cuarto. Necesitaba unas horas de tranquilidad, quizá si dormía podría estas tranquilo un rato.
Tenía la mirada baja, no necesitaba ver mi camino, me sabia el camino de memoria hacia mi habitación, casi nunca dormía allí, pasaba casi todo mi tiempo en el laboratorio, aunque una o dos veces por mes dormía en mi cama.
No había dejado de llorar, mis ojos ya no solo estaban hinchados por la falta de sueño, mientras nadie me viera todo estaría bien.
Cerré los ojos y suspiré; choqué con algo.
Levanté la mirada y vi sus ojos, esos temibles ojos negros que eran capaces de penetrarte el alma…
Idiota, fíjate por donde… - Sus ojos se fijaron en mis lentes, no podía ver mis lagrimas por sobre la bolsa, no tenía que preocuparme de nada.
– Disculpe – Mi voz sonó quebrada – N-no fue mi intención –
Me dispuse a irme, no quería problemas, era muy tarde, estaba cansado y sensible emocionalmente, pero no pude moverme. Una de sus manos acaricio mi rostro por debajo de la bolsa y la levantó lentamente, descubriendo poco a poco esa parte de mi cuerpo que tanto odiaba
–¿Estás bien? – Su voz sonaba preocupada, no creía que realmente se preocupara por mi
– SI, estoy bien – Dije mientras apartaba su mano y desviaba la mirada
– Mentirle a tu jefe te puede salir muy caro – No sonaba como una amenaza, su voz no era la usual, estaba utilizando un tono tranquilo.
– No tiene que preocuparse, estoy bien y su rayo estará listo para las tres de la tarde –
Volvió a acariciar mi rostro, no me quitó la bolsa, solo colocó una de sus manos en mi mejilla y eso hizo que volviera a llorar, aunque no sabía la razón.
– No llores, aquí estoy –
Sentí sus brazos rodearme, me apretó contra su cuerpo… ¿Me estaba abrazando?
Me sentía desconcertado, pero reconfortado.
Coloqué mis manos sobre su pecho, y seguí llorando, el acariciaba mi cabello por debajo de la bolsa y eso me hacía sentir muy bien.
Dejé de llorar, pero él seguía abrazándome y nos quedamos así un rato.
– Cuando estés en mi presencia no tienes permitido llorar –
Me sentía bien, me sentía feliz, estaba más tranquilo...
Desperté…
Estaba en el laboratorio, el reloj marcaba las nueve y por alguna razón estaba cubierto por una manta. Ordené un poco los papeles dispersos en la mesa y probé el láser en un par de objetos, al fin había hecho algo que sirviera.
Me levanté y recordé vagamente algunas escenas de mi sueño, era obvio que él jamás haría algo como eso… Black Hat no era así… jamás lo seria…
Ya no me podía seguir haciendo ilusiones… ya no podía seguir lastimándome…