Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre cielo y tormenta por Joker96

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Los últimos dos meses y medio han sido bastante duros en la universidad, un poco también fuera de ella. Tuve que tomarme un respiro y afortunadamente me vino muy bien, ya me siento lista para seguir con esta historia.

No sé si pueda disculparme lo suficiente por la tardanza, pero aun así quiero pedir perdón por ello. Y si alguien todavía lee esta historia, le recomiendo volver a leer algunos capítulos pasados para recordar como va la trama :v

Avery POV

 

— No puedo más, me voy a lanzar del tercer piso. Esto ya ha sido demasiado, no es que sea débil, es que esto es más fuerte que yo. Por favor, dile a mi madre que la amo, y a mi padre que fui yo quien alimentaba al perro con demasiado queso, pero que no fue mi intención ocasionar su muerte. — Jax estaba recargado en la pared, armando un drama que me daba vergüenza hasta a mí.

 

¿No pudo esperar a que los demás se fueran?

 

— Y creí que con Sam ya tenía suficiente. — bufé cargando mi mochila.

 

— Después de ese examen no volveré a ser el mismo. — siguió con su lamento.

 

— Chicos, ¿Qué tal les… — Camila detuvo sus palabras y su andar al ver al pelinegro, que ahora estaba en el suelo, mirando a la nada. 

 

— No le hagas caso, vámonos. — dije caminando hasta ella. Pero ella negó y se acercó a él.

 

— No podemos dejarlo así. — me dijo, logrando que yo soltara un pesado suspiro.

 

Camila y su natural compasión por los animales. No por nada quería ser veterinaria.

 

— Tengo hambre. — me quejé.

 

Pero ella me lanzó una mirada amenazante que me cerró el pico.

 

— Todo estará bien Jax. ¿No quieres ir por un chocolate caliente?, eso siempre me hace sentir mejor. — le propuso al chico poniéndose a su altura.

 

— ¿Con pequeños malvaviscos? — preguntó él con voz pequeña.

 

Camila asintió con una dulce sonrisa y yo me aguante las ganas para protestar. Con esto de los exámenes finales, Camila y yo no habíamos podido pasar tiempo a solas en varios días. Y es que había quedado más que claro que no podíamos estudiar juntas, porque eso siempre nos llevaba a otra cosa.

 

— Vamos, levántate. — Camila se puso de pie y ayudó a Jax a hacer lo mismo.

 

Era algo gracioso porque Camila era muy pequeña en comparación al pelinegro. Pero no quitaba el hecho de yo solo quería pasar el tiempo con ella.

 

— Vamos. — dije con cierto fastidio.

 

 

 

 

 

— … me sorprende que Avery no te lo haya dicho. ¿Nunca te preguntaste el porqué usó ese abrigo tan grande por una semana entera?  — dijo Jax contándole a Camila una de las tantas cosas de las que obviamente no quería que ella se enterara.

 

— No, pero ahora que me lo dices todo tiene sentido. — dijo Camila mirándome con una sonrisa burlona.

 

Se iba a burlar de eso durante semanas.

 

— Bueno, ya. Cualquiera se queda dormida en una fiesta y amanece con dibujos obscenos en todo el brazo. — me defendí, claramente sin éxito.

 

Jax ya no iba a tener que lanzarse del tercer piso, lo mataría yo con mis propias manos.

 

— Gracias por invitarme Camila, definitivamente me siento mejor ahora.

 

— No es nada. Me alegra que nos acompañes, eres muy buena compañía, ¿Cierto Avery?

 

— Por supuesto. Es como tener un perro muy torpe contigo. — dije sonriendo.

 

Jax entrecerró los ojos y Camila me lanzó una muy poca discreta patada en la pierna, por debajo de la mesa.

 

— ¿Te conté la razón por la que Avery no puede ir a la casa de la empanada nunca más? — dijo Jax sin dejar de mirarme.

 

— No, pero me encantaría oírlo. — respondió la morena, sacándole una sonrisa al chico.

 

Era evidente que el muy maldito quería ser torturado primero. Apreté los puños y la mandíbula, dejándolo hablar las últimas palabras.

 

 

 

--

 

 

 

Finalmente, después de que Jax se fuera, Camila y yo caminamos hacia el estacionamiento de la universidad.

 

Aún estaba algo molesta y avergonzada después de todo lo que Jax le contó a Camila, y lo que más me molestaba era que el muy idiota saliera ileso. Así que yo solo estaba callada, sin la intención de decir algo.

 

Camila tomó mi mano la cual tenía hecha un puño y la acarició, logrando que dejara de apretarla.

 

— ¿Estás molesta? — preguntó con cierto cuidado. No me animé a responder y solo me encogí de hombros. — No deberías, fue divertido, nada fue con intención para que te enojaras. Solo estábamos bromeando.

 

— Para mí no fue divertido. — solté, tratando de no sonar muy dura.

 

La morena no respondió y seguimos caminando en silencio.

 

Antes de que pudiera sacar las llaves para quitar la alarma del auto Camila se puso frente a mí, a lo que la mire sin entender.

 

— Lo siento. No quería que te enojaras. Prometo nunca burlarme de nada de lo que Jax dijo. Lo último que quiero es que te sientas mal cuando estamos juntas. — dijo acercándose a mi, tomando mis manos. — ¿Me perdonas? — preguntó con voz suave, y con una mirada triste.

 

Tuve que apartar mi mirada de la suya, porque era demasiado para mí.

 

— Supongo que puedo. — acordé aún sin mirarla. — En parte solo quería pasar tiempo a solas contigo. Esta semana no nos hemos visto mucho. — admití mirando hacia el suelo, jugando un poco con sus manos entre las mías.

— Aww bebé. — dijo Camila tomando un mechón de mi pelo, pasándolo por detrás de mi oreja.

 

Nunca me había dicho de esa manera, así que no pude evitar sonrojarme.

 

— Es tonto, lo sé. — dije, esperando a que se burlara de eso también.

 

— No. Es tierno. — objetó.

 

Eso era peor.

 

— No es cierto. — murmuré.

 

Camila sonrió y se estiró hasta besar mi nariz haciendo que la arrugará un poco.

 

— Me encantas. — dijo sin borrar su sonrisa.

 

— Basta. — gruñí, inclinándome para esconder mi cara en su cuello.

 

Mi reputación se iría al caño si alguien nos veía. Yo, la que había logrado llevarse a la hija del rector a la cama y a muchas otras más, ahora estaba totalmente sonrojada, escondiendo mi rostro como niña pequeña y con el corazón latiendo a mil.

 

— La época de finales acaba en dos días. — dijo Camila pasando su mano por mi nuca. — Así que en dos días podremos hacer lo que tú quieras.

 

Ante su tono incitante, no pude evitar mirarla.

 

— Cuidado con tus palabras Mila. — dije ya con mi actitud normal recuperada.

 

— ¿Cuando he dicho algo sin la intención de cumplirlo?

 

Con eso dicho, mi mente ya había viajado a varios escenarios.

 

— Está bien. Vámonos ya, que tengo que estudiar y tú también. — dije tomando su mano y caminando con ella hacía mi auto.

 

No podía quedarme con nada pendiente después de que pasaran esos dos días, ya que el futuro se veía muy prometedor.

 

 

 

 

Camila POV

 

Avery apreciaba mis consejos sobre bebés. Al ser yo una hermana mayor, era claro que sabía una que otra cosa, más teniendo en cuenta la cantidad de primos pequeños que formaban parte de mi familia.

 

— ¿Cómo va a ser del tamaño de la mitad de mi brazo? Eso es muy pequeño. — cuestionó Avery con cierto alarme.

 

— No es para que te asustes. Cuando quieras cargarla solo tienes que tener cuidado con su cabeza. — le dije.

 

— Esto no me está gustando. — dijo con cierta aflicción.

 

— Estarás bien. — intenté reconfortarla. — Y no te detengas, ya casi terminas. — dije moviendo los dedos de mi pie derecho que estaba posado sobre su regazo.

 

— Me sobreexplotas. — se quejó tomando el esmalte para uñas color rojo.

 

— Para eso están las novias. — repliqué.

 

— No solo para eso, hay muchas otras cosas que podrías hacer con una novia. — soltó ella con una sonrisa pícara.

 

— ¿Y cuándo podré hacer esas otras cosas? — le pregunté mirándola con interés.

 

— Pronto. Estoy preparando un par de cosas. — respondió volviendo a lo que estaba haciendo.

 

— Creí que ya estabas impaciente.

 

— Hay cosas por las que vale la pena esperar.

 

Atiné a sonreír sin decir nada más. Pero si tenía que ser honesta, yo sí que estaba impaciente, aunque una parte de mi sabía que la espera iba a valer la pena.

 

 

 

--

 

 

 

 

Siendo el fin de curso, era obvio que tanto Avery como yo queríamos celebrarlo. Así que, con eso en mente, la ojiazul decidió invitarme a bailar.

 

No solo era la celebración del inicio de nuestras vacaciones de invierno, también era nuestra primera cita. Avery parecía haber planeado cada momento hasta ahora. Me había recogido justo a la hora y había llegado con un modesto ramo de gardenias, porque sabía que no me gustaban los regalos ostentosos. Aprovechamos que mi padre no estaba en casa (cosa que creo planeó también) y nos besamos en la entrada por unos segundos. Saludó a mi madre y a mi hermano, y poco después nos fuimos.

 

El lugar era un pequeño pero colorido local donde se bailaba salsa, cumbia y bachata. No habían muchas mesas y la pista ocupaba la mayor parte del espacio. Pero a nadie parecía importarle, de hecho, todos parecían disfrutar el gran espacio en la pista.

 

— ¿Te parece ir por algo de tomar primero? — me preguntó.

 

— Claro. — acepté.

 

Caminamos hacia la barra y Avery mostró nuestras identificaciones falsas, a lo que el bartender asintió.

 

— ¿Qué les sirvo señoritas? — preguntó con una sonrisa cordial.

 

Avery me miró a lo que le sonreí encogiéndome de hombros.

 

— Dos mojitos de mango. — pidió la ojiazul.

 

— En seguida.

 

— Leíste mi mente. — dije recargando mis antebrazos en la barra.

 

— Te conozco más de lo que crees.

 

Sentí sus dedos apartar los mechones de cabello que tenía en la frente, y los pasó por detrás de mi oreja. Me gustaba como me estaba mirando.

 

— ¿Cómo descubriste este lugar? — le pregunté.

 

— No sé si lo has notado, pero tengo cierta fijación por las latinas.

 

— Entonces ya has traído a otras chicas antes. — no era pregunta, era una afirmación.

 

Aunque para mi sorpresa ella negó.

 

— No, tu prima Sandra me contó que antes solían ir a un lugar como este. Supuse que te gustaría. — relató encogiéndose de hombros.

 

El bartender nos dió nuestras bebidas y Avery no dudo en tomar un trago.

 

— Tu suposición es correcta. — le aseguré, elevé mi bebida y la choque con la suya.

 

— Me conoces mejor que nadie y sabes que no se me da bailar bachata, pero cuenta conmigo para la cumbia y la salsa. — dijo plantandose frente a mí.

 

Ladee la cabeza y negué con una sonrisa dejando mi bebida en la barra junto a la suya.

 

— No voy a tener una novia que no sabe bailar bachata. Esta noche aprendes porque aprendes. — tajé tomando sus manos y caminando con ella hacía la pista.

 

— Apuesto a que Brody ni sabía bailar. — la oí murmurar.

 

— ¿Y por qué crees que ya no es mi novio? — con eso cerró el pico y se dejó llevar.

 

Ya estando en la pista me asegure de que Avery se colocará correctamente y con una pierna por en medio de las suyas empecé a moverme al ritmo de la música. Fue lento al principio, para asegurarme de que me siguiera el ritmo, y no planeaba acelerar el paso, pero ella sí. Tomándome completamente por sorpresa, la ojiazul empezó a moverse y a moverme a base de un ritmo casi perfecto. Sus caderas chocaban con las mías y sus manos me arropaban y me guiaban como debía ser.

 

— Maldita mentirosa. — le recrimine con mi rostro muy cerca del suyo, sintiendo una de sus manos acariciando mi espalda baja.

 

— Sorpresa. — dijo ella con una sonrisa. — ¿Nunca te dije que Carly había tomado clases de bachata? Tuvo la amabilidad de enseñarme durante el campamento. — comentó sin dejar de moverse.

 

Me giro, movió sus manos por mi espalda y guío su cadera para estar en contacto con la mía, y siguió así durante varios minutos. Llegue a sentir calor, sentí el suyo y su piel ligeramente sudada. Algo estaba surgiendo gracias a este baile, en esta pista, bajo el sonido de la música y el olor a piel salada.

 

A este punto, solo había una cosa que quería hacer, y trataría de conseguirlo a toda costa.

 

— ¿Hay otras habilidades que tengas que no me hayas dicho? — le pregunté por encima de sus labios, dejando que mi aliento chocará con ellos.

 

La mirada que me dió era la que esperaba.

 

— Va a llegar el momento para que descubras eso.

 

Justo cuando terminó de hablar, la tomé del cuello y estampe mis labios con los suyos. Colé mi lengua y logré sentir su jadeo en la espina dorsal, tomé una de sus manos y la puse sobre mi trasero sintiendo su agarre al instante. Cuando me separé, me lleve su labio inferior por unos segundos.

 

Sus ojos eran azules la mayoría del tiempo, pero en ese momento juré verlos de un color negro.

 

— Hay que ir a otro lugar. — propuse pasando mi pulgar por la comisura de sus labios.

 

— Mi apartamento queda algo lejos pero …

 

— No. — la corté y tomé su mano. — Sígueme.

 

Caminamos tomadas de la mano, atravesando la fila de cuerpos que bailaban al compás de la música. Mientras tanto con mi mirada buscaba algo que nos sirviera, hasta que lo encontré. Un pequeño espacio donde guardaban los utensilios de limpieza y que solo era para los empleados. Daba las señales de ser perfecto.

 

— Camila no podemos…

 

— Pero queremos, y mucho. — la corté y pude ver que para mí fortuna la puerta estaba abierta.

 

Eso debía ser una señal.

 

— No deberíamos hacer esto, si tan solo fuéramos a mi departamento te podría mostrar…

 

Está vez decidí callarla con un beso. Si bien conocía sus intenciones y las apreciaba profundamente, mi paciencia ya no daba para más, y aunque Avery no lo dijera, sabía que la suya tampoco.

 

— Lo único que hace falta es que sea contigo. — murmuré muy cerca de sus labios.

 

Tentando por sobre mi espalda, encontré la cerradura de la puerta y la volví a girar, y mientras retrocedía para abrirla mi otra mano tomo el cuello de la blusa de Avery y la arrastré conmigo. Una vez dentro, la empuje y con su espalda volvió a cerrar la puerta.

 

— Camila, ¿Estás segura?

 

Con eso me dió a entender que solo necesitaba que lo confirmara de manera verbal.

 

— Más de lo que podría expresar con palabras. — respondí, teniendo la oportunidad de volver a ver la lujuria en sus pupilas.

 

Fue cuestión de segundos para que se revirtieran nuestras posiciones y yo terminará acorralada entre la puerta y sus brazos, que se extendieron a los lados de mi cabeza.

 

La ojiazul acortó la distancia lo más posible, y con una de sus manos trazó un camino de mi sien a mi cuello. Sin poder evitarlo reaccione a su tacto y me acerque una vez más a sus labios. Pero esquivó mi intento y escondió su rostro en mi cuello. Repartió besos que a mí parecer eran demasiado cortos, pero que se sentían como bálsamo para las heridas.

 

— No sé si vaya a poder detenerme. — me advirtió.

 

— No sé si pueda perdonarte si lo haces. — le respondí.

 

 

 

Avery POV

 

Esto parecía una lucha interna contra mis instintos más bajos. Por un lado esto definitivamente no era lo que tenía planeado, pero por el otro, ya no veía otra manera de hacerlo.

 

Con mis dientes clavados en el cuello de la morena y sus uñas haciendo presión por sobre mis hombros, estaba por sobreentendido que así serían las cosas. 

 

Y ya sin nada más por hacer, simplemente me deje llevar.

 

La besé, pero se sintió diferente, la entrega era más profunda, era total. Por primera vez sentí sus manos recorrer por mi pecho, apretando y palpando. Bajaron por sobre mi abdomen, y rasguñaron por sobre la tela.

 

— Me encantas. — susurró mirándome a los ojos.

 

Quería tocar y sentir cada pequeña parte de su cuerpo, pero bajo estas circunstancias el tiempo era limitado.

 

Tomé su cintura con cierta fuerza y logré que soltara un pequeño jadeo. Bajando un poco más llegué al borde de su vestido y sin dejar de mirarla, levante los bordes.

 

Aprecie el espacio de piel recién descubierto, pase la mano por sus nalgas, abultadas, firmes pero lo suficientemente suaves. Descubrí el interior de sus muslos, era carne suave y cálida. Incitante.

 

Camila abrió un poco más las piernas invitándome de una manera silenciosa.

 

Subí un poco y llegué a su centro cubierto por la prenda interior; solté un jadeo al sentir su humedad.

 

— Estás empapada. — dije casi gruñendo.

 

No fue necesario que dijera algo, con su mirada bastaba. Veía su súplica, su necesidad. Me necesitaba.

 

No le quite la prenda, simplemente la hice a un lado y ante el primer contacto directo, tanto ella como yo soltamos un gemido.

 

Pase las puntas de mis dedos por sus labios hasta que subí por su monte, ahí fue cuando sentí su agarre. Como si dependiera de mí para estar de pie. Sus gemidos me decían todo.

 

Pero iba a tener que ser más silenciosa. Y era una lástima, porque cada pequeña parte de mi quería oírla.

 

Volví a besarla, para tratar de callar cada posible sonido que nos pusiera al descubierto. Ya al punto en el que estábamos, no iba a dejar que nada nos detuviera. O al menos, no hasta que la morena llegará al final.

 

Jugue con su clítoris lo suficiente como para sentir el movimiento instintivo de sus caderas, que empujaban para que mi toque fuera más intenso. Detuve el movimiento y me separé de ella. Gimió en protesta pero antes de que dijera algo llegue al borde de su entrada, que se contraía a mi tacto, emanando calor y humedad.

 

— Por favor. — pidió en un jadeo ahogado.

 

Pegué mi frente con la suya sin dejar de rodear su entrada con la punta de dos de mis dedos.

 

— Tienes que estar muy calladita. ¿No quieres que alguien nos interrumpa, verdad?

 

— Seré callada, solo sigue. — dijo antes de besarme. — Sigue.

 

Colocando una de sus piernas alrededor de mi cadera, empujé hasta que logré entrar y sentí sus paredes apretando mis dedos. Al mismo tiempo escuche su gemido, no fue silencioso y poco me importó. Ya solo tenía un solo objetivo. Una sola idea. Entrar y salir. Y eso hice.

 

Besaba y mordía su cuello, y ella hacía lo mismo, mejor dicho, lo intentaba.

 

Se lo hacía lento, y luego rápido. Suave y duro. Y note que sus sonidos dependían mucho de mis movimientos. Decidí que mis favoritos eran los que salían cuando se lo hacía rápido y profundo.

 

— ¡Dios mío! — exclamó casi sin aire y con la respiración entrecortada.

 

Se abrazó a mí como lo hace uno a la vida y añadí un tercer dedo dejándome llevar por mi instinto.

 

Camila no tardó en hacerme saber lo acertada que fue mi decisión clavando sus uñas en la parte trasera de mi cuello.

 

— Sé que estás cerca. Puedo sentirlo. — susurré casi tocando sus labios con los míos. — Pero necesito que bajes el volúmen.

 

— No sé si pueda. — soltó casi con pesar.

 

La mire y me detuve. Nuestro pechos bajaban y subían a un ritmo casi acompasado y ambas sabíamos que no podíamos dejarlo así.

 

Camila con una mirada suave y una sonrisa dulce tomo mi mano libre y beso mi palma sin dejar de mirarme.

 

Entendiendo a lo que quería llegar, seguí.

 

Seguí metiendo y sacando mis dedos de su entrada pero ahora con mi mano tapando los sonidos provenientes de su boca.

 

En el momento en que sentí la contracción de sus paredes aumente el ritmo y una de las manos de Camila se aferró a mi brazo con el que cubría su boca, clavando sus uñas con un grado de fuerza considerable. Fue cuando finalmente pasó.

 

Sus paredes atraparon mis dedos, su cuerpo tembló y su espalda se arqueó al momento en que un fuerte gemido fue ahogado por la palma de mi mano.

 

Varios segundos después termine retirando mi mano de su boca y alcance a sostenerla de la cintura al sentir el temblor de sus piernas. Soltaba aún pequeños jadeos y tenía los ojos cerrados mientras salía de ella con cuidado. Extrañé su calor al instante.

 

Se veía preciosa con los labios entreabiertos, el sudor en su piel morena y su pecho subiendo y bajando a un ritmo acelerado.

 

— Te tengo. — le susurré pasando mi mano izquierda por su frente, limpiando su sudor.

 

Terminó escondiendo su rostro en mi cuello, abrazando mi cintura.

 

— Te quiero. — la oí decir.

 

Le devolví el abrazo y le besé la sien.

 

— ¿Aunque nuestra primera vez haya sido en un armario de escobas? — dije casi en broma, empezando a sentir cierto grado de culpa por dejar que esto pasara aquí.

 

Camila sacó su cara de mi cuello y paso su mano por mi mejilla.

 

— Con que hayas sido tú basta y sobra. — dijo plantando un beso suave en mi barbilla. — Además, ese fue el mejor sexo que he tenido.

 

Sonreí.

 

— Si que sabes cómo subirme el ánimo. — dije para después volver a besarla.

 

— Vámonos de aquí. — dijo ella al separarnos. — Podemos seguir, pero no aquí.

 

— Estoy de acuerdo.

 

 

Le ayude a acomodar su vestido mientras ella acomodaba su cabello, y con una última mirada cómplice salimos del armario en cuanto tuvimos la oportunidad de escabullirnos.

 

Salimos del lugar tomadas de la mano, siendo cómplices y amantes.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hasta la próxima (una semana máximo).


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).