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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

...

Camila POV

 

No había nada mejor que sentir el calor de otra persona durante las frías mañanas de invierno. Avery seguía dormida, abrazada a mi cintura, con su rostro recargado sobre mi hombro y respirando lento. No quería irme, pero tenía que hacerlo. Mi padre llevaba poco más de una hora enviándome mensajes para que regresara a la casa. 

Parecía estar comenzando a sospechar. 

 

Tomé mi teléfono, y observé el mensaje más reciente, se notaba su pérdida de paciencia. Amenazó con venir el mismo por mi. Llevaba ya una semana aquí, desde que las vacaciones empezaron, me había pasado mis días y mis noches disfrutando de la compañía de mi novia, en este pequeño pero perfecto departamento. Pero la luna de miel había acabado. 

 

Suspiré y acaricié el brazo de Avery, tratando de despertarla con calma. 

 

— Cariño, despierta. — susurré. La ojiazul soltó un pequeño gruñido, acurrucándose más sobre mi. — Avery. — insistí. 

 

— No. — gruñó. — La última vez que me despertaste fue por cuatro horas, aún me duele la mandíbula… básicamente todo el cuerpo. — se quejó. 

 

Me sonroje sintiendo un poco de culpa y me giré, quedando cara a cara. 

 

— Me tengo que ir. — dije, pasando mi mano por su frente, quitando un mechón de cabello. 

 

Eso logró que ella abriera los ojos por completo. 

 

— ¿Por qué? — cuestionó con cierta preocupación. No le respondí, simplemente le enseñé la pantalla de mi celular. — Oh. 

 

— Está al borde del colapso. 

 

Avery suspiro y se pasó la mano por su cabello, incorporándose un poco.

 

— ¿Quieres que te lleve? 

 

— No. Mi papá no querrá verte, por lo que tampoco puedo dejar que venga. Tomaré un taxi. 

 

— No le tengo miedo a tu papá. — reprochó. Sonreí ante sus palabras y me acerque, besando su hombro, pasando una de mis manos por su espalda, sintiendo los rasguños que tenía gracias a mi. 

 

— Ya lo sé. Pero quiero evitar problemas. — le dije, recargando mi mentón sobre su hombro. 

 

— Tenemos que decirle, Camila. — dijo mirándome a los ojos. — Incluso sabiendo que después de eso ya no dejará que te quedes, me sentiré mejor si se lo decimos. Nos quitaremos un peso de encima. 

 

— Tienes razón. Solo quería disfrutar de esto un poco más, se que en el momento en que se entere hará un drama.  

 

— Si se trata de ti y de mi, tu padre se convierte en todo un Drama Queen. — se burló. 

 

— Espera a que le digamos y recuerde que me quede en tu departamento una semana, va a querer matarte. 

 

Avery pareció reaccionar ante tal hecho, y me miró con los ojos agrandados. 

 

— No dejarás que me mate, ¿cierto? 

 

Negué y la abrace por la cintura. 

 

— No. Solo yo puedo hacerlo y lo reservaré para cuando cometas una estupidez que me haga enojar. 

 

— Demonios. A ti sí te tengo miedo. 

 

— Lo sé.

 

Finalmente me levanté, temblando un poco al sentir el frío chocar con mi cuerpo descubierto y empecé a recoger mi ropa que tenía en el suelo. No tenía tiempo de ducharme, pero igual me dirigí al baño para lavarme los dientes y la cara. 

 

Tarde solo un par de segundos en notar las marcas rojas y amoratadas en mi cuello y un poco por debajo de mi pecho. Bufé y me volví a la habitación, donde Avery ya estaba levantada poniéndose un pantalón. 

 

— ¿Tienes una blusa de cuello alto? — pregunté, sabiendo que no tenía el tiempo, ni el derecho de reclamarle. Al menos no sabiendo cómo le dejé la espalda y el cuello también. 

 

— Supongo que si. Busca en el cajón superior derecho. 

 

Hice lo instruido y una vez que encontré una de color gris me la enfunde. 

 

— ¿Por qué te vistes? — le pregunté. 

 

— Por que te voy a llevar a tu casa. 

 

— No, Avery ya te…

 

— Lo voy a hacer Camila. No voy a discutir ni a negociar. — soltó con firmeza, pero con voz suave. Se acercó hacia mí y me tomo por las mejillas. — No me gusta la idea de que te vayas sola en un taxi. — admitió, para después darme un beso cortó en los labios. 

 

— Está bien. — cedí. — Pero no va a ser así por siempre, te quiero como novia, no como chófer. 

 

— No te preocupes por eso, después de que te enseñe a manejar podrás pedirle a tu padre que te regrese tu auto. — dijo con una sonrisa.

 

— No sirvo para manejar. — me queje con un puchero. 

 

Avery negó y me dió otro beso. 

 

— Solo necesitas práctica y mucha paciencia. Confía en mí. 

 

— Te advierto que el riesgo de muerte es alto. 

 

Ella negó riendo. 

 

— Vamonos dramática, tu padre nos espera. 



--



Cuando llegamos, no me sorprendió para nada ver a mi papá esperando en la entrada. Estaba de brazos cruzados con el rostro serio. 

 

— No bajes, habló en serio. — le advertí a Avery. 

 

— Pero… 

 

— ¡No! — sentencie. 

 

Ella asintió, cediendo. 

 

Me acerque y le bese la mejilla, para después abrazarla. 

 

— No creo que nos vayamos a poder ver en unos días. — dijo ella, sabiendo cómo eran las cosas. 

 

— Ya veremos cómo solucionarlo. 

 

Sin poder hacer más y evitando la tentación de besarla como realmente quería, me baje del auto, y espere a que Avery se fuera para finalmente caminar hacia donde estaba mi padre, que seguía igual. 

 

— Parece que olvidaste que tienes una casa a la que volver. — soltó con voz dura. 

 

— Lo siento. — no lo sentía, pero él no tenía que saberlo. 

 

— Espero y lo hayas disfrutado, porque estás castigada por dos semanas. 

 

— ¡Qué! ¡Eso no es justo!

 

— Vives bajo mi techo, por lo que tienes que respetar las reglas. Y una de ellas es volver a casa al finalizar el día. 

 

— ¡Había pedido permiso! 

 

— Si, a tu madre, solo porque yo haya estado fuera de la ciudad no significa que no tenías que avisarme. 

 

— ¡Estás siendo muy injusto! Cuando te enteraste que Brody estuvo en mi habitación solo me diste una advertencia. Solo porque se trata de Avery estás actuando así. 

 

— No pienso discutir contigo y no me des falsas acusaciones. Ahora ve a tu habitación, si no quieres que sean tres semanas. 

 

Apreté los puños y la mandíbula, aguantando las ganas de seguir reclamando. Bufé y pase por su lado. 

 

— No voy a olvidar esto. — le advertí. 


Avery POV

 

— Así que no la has visto en una semana. — dijo Jax mientras jugaba con sus papás a la francesa. 

 

— Si, y no sé cuánto más vaya a estar castigada. Le quitó su celular, intenté ir a verla hace dos días pero Roberto me negó la entrada a la casa. También instaló una cámara en el pasillo, por lo que tampoco puede salir por las noches sin que él se entere. 

 

— Eso está grave. — dijo Jax agrandando los ojos. — Vaya suegro que te conseguiste. 

 

— Y todavía ni siquiera sabe que es mi suegro, me va a ir peor cuando se entere. — dije escondiendo mi rostro entre mis manos.

 

— Va a matarte. 

 

— Gracias por la motivación Jax. — solté con sarcasmo. 

 

— Hay que salir de aquí, hagamos algo divertido que verte así me deprime a mi también y quiero disfrutar de mis vacaciones. — dijo el pelinegro poniéndose de pie y dejando un billete en la mesa, pagando la cuenta. 

 

— ¿Y a dónde iremos? 

 

— Podemos… ¡Oh mierda! ¡Agáchate! 

 

Estando totalmente confundida mire hacia la entrada del local y me sorprendí al ver a la morena, que entraba en compañía de su familia. Inmediatamente hice lo que Jax pidió, sabiendo que si Roberto me miraba era capaz de obligar a su familia a salir del lugar. 

 

— No si esto cuenta como buena o mala suerte. — murmuré sin atreverme a mirar, luchando con las ganas de ver a Camila una vez más. 

 

— Depende de como estés dispuesta a jugar tus cartas. — dijo Jax. — Puedes lograr una gran hazaña si usas la cabeza. 

 

Mire al pelinegro con cierto entusiasmo, sorprendida gratamente por sus palabras. 

 

— Tienes razón Jax, por raro que suene decirlo. — dije con una sonrisa. — Creo que tengo una idea. 



--



— Entonces solo tengo que darle esta nota a la señorita de negro sin que sus padres lo noten, ¿cierto?— preguntó el mesero, asegurándose de haber escuchado bien. 

 

— Exacto. — asentí. 

 

— Está bien, haré lo que pueda. — sin más, le cedí el billete de 10 dólares que él tomó con gusto, para después marcharse. 

 

Una vez con la primera fase de mi plan en marcha, regresé con Jax y ambos de manera discreta vigilamos los movimientos del mesero, que para evitar la atención de los padres de Camila les dió los menús y esperó a que los abrieran para poder darle de manera muy discreta la nota de papel a la morena. 

 

Camila se miraba claramente confundida, pero sabiendo de su naturaleza curiosa, no me sorprendió verla leer la nota al instante. La ví abrir los ojos con sorpresa, para inmediatamente después pasear su mirada por todo el restaurante. Sonreí inevitablemente cuando nuestras miradas se encontraron. 

 

Camila sonrió por unos segundos, pero agachó la mirada rápidamente, tratando de no llamar la atención de su padre. 

 

— Bueno, ya vió la nota. Ahora sólo hay que esperar. 

 

— Creo que esto puede funcionar. — ánimo Jax. 

 

— Tiene que funcionar. — insistí. 

 

De un momento a otro Camila se levantó y se dirigió al tocador. Intercambié una mirada rápida con el pelinegro y me levanté yo también, siguiendo a mi novia con cautela, para que su padre no me viera. 

 

Cuando llegué intenté abrir la puerta pero tenía seguro. 

 

— Camila abre soy… 

 

Antes de que pudiera terminar, la puerta se había abierto y mis labios ya estaban pegados a los de Camila. Me arrastró con ella sin separarnos y me empujó levemente, por lo que pude cerrar la puerta con la espalda. 

 

— Hola. — susurró sobre mis labios cuando nos separamos. — Dios, he estado pensando en ti toda la semana. 

 

Le di un beso corto y acaricié su mejilla con mi pulgar. 

 

— Al menos sabes cómo me siento.

 

— ¿Cuál es tu plan? No creo que mi padre me deje ir por ningún motivo, menos si es contigo. 

 

— Amanda vendrá en unos minutos. No creo que tu padre tenga problemas con que “salgas” con ella por un par de horas. Más si sólo se encontraron por mera “coincidencia”. 

 

La morena me miró, claramente meditando la idea. Terminó asintiendo levemente.

 

— Bien, supongo que eso puede funcionar. — concordó. 

 

Le di un pequeño beso en la frente y tome su rostro entre mis manos. 

 

— Confía en mí. Tu solo sal y dejá que me encargue del resto. 

 

Camila se estiró lo más que pudo, pero hizo un puchero cuando se dió cuenta de que solo llegaba a mi mentón. Y yo, con una sonrisa, me encogí un poco para poder besarla. 

 

— Nos vemos luego cariño. — se despidió Camila con una hermosa sonrisa. 

 

— Hasta al rato princesa. — dije yo viendo cómo salía por la puerta. 

 

Cuando llegué nuevamente a la mesa que compartía con Jax el pelinegro me miró expectante. 

 

— ¿Y ahora qué? — preguntó. — Ya pagué la cuenta.

 

— Hay que salir de aquí, pero sin llamar la atención. — indique, lanzando miradas furtivas hacia la mesa de Camila. 

 

— Eso es fácil. — dijo Jax tomando el servilletero de metal y sin miramientos lo lanzó al otro lado del restaurante. 

 

— ¡Jax que mierda!— exclamé susurrando. 

 

— Vámonos, ahora todos están volteando para el otro lado. — dijo levantándose rápidamente. 

 

A los pocos segundos yo hice lo mismo y ambos salimos del lugar. 

 

Esperamos afuera del restaurante unos minutos, mientras yo escondía mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, Jax, como el niño que es, exhalaba aire para sacar humo de su boca. 

 

— Ahí viene. — anuncie logrando divisar a Amanda que caminaba sin prisa hacia nosotros. 

 

— Hey… amiga de Camila. — saludó Jax claramente olvidando el nombre de la chica. 

 

— Hola Jax. — respondió ella tomándoselo con gracia. 

 

— Gracias por venir. — dije yo. — La verdad no creí que aceptarías. 

 

— Camila es una de mis mejores amigas y tú su novia así que… es mi deber ayudarles. — respondió encogiéndose de hombros. 

 

— Bien, aún así te debo una. Verás lo único que tienes que hacer es entrar con total casualidad y “sorprenderte” al ver a Camila ahí. La parte difícil será convencer a su padre de que la deje salir contigo por unas horas. — explique, mientras Amanda asentía con entendimiento. 

 

— Está bien, no suena tan difícil. Yo si le caigo bien a su padre. 

 

— Supuse que dirías algo así. 

 

— Como sea, tu solo espera Preston, yo me encargo. — dijo Amanda caminando hacia la entrada del restaurante. 

 

— Creo que lo logrará. — comentó Jax.

 

— Sé que lo hará… pero jamás le digas que dije eso. 


Camila POV

 

Mire con impaciencia como Avery hablaba con Amanda afuera. Repartía mi mirada de ellas a mi padre quien por fortuna estaba de espaldas a la entrada del lugar. 

 

Toni me pegaba discretamente con su codo, notando a Avery también. 

 

— ¿Vas a ir con ella? — preguntó susurrando. 

 

— Esa es la idea. — le respondí de igual manera. 

 

Mis nervios salieron disparados al notar como Amanda se acercaba, me noto al instante y caminó hacia nuestra mesa. Fingí que leía el menú de postres pero mis manos comenzaban a sudar y a temblar levemente. Era en parte nerviosismo y por otra parte era emoción por poder ver a mi novia después de una semana.

 

— ¡No puede ser, Camila!— exclamó logrando perfectamente una actuación de sorpresa. 

 

Mis padres por fortuna parecían realmente sorprendidos de verla. 

 

— ¡Mandy! — exclamé siguiendo el juego. Me levanté y la abrace. 

 

— No te he visto desde que salimos de vacaciones. — comentó ella después de separarnos un poco. — ¿Por qué no contestas mis llamadas? — preguntó, sabiendo de sobra la respuesta. 

 

— Estoy castigada. — comenté mirando a mi padre, que parecía incómodo ante mi respuesta. 

 

— ¿En serio? Pero si no tienes 15 años cómo es que… ¡Oh, lo siento señor y señora García, no fue mi intención decirlo de esa forma. — se disculpó, logrando que mi padre se removiera un poco en su asiento. 

 

— Deberías preguntarle al señor García, Amanda. — contestó mi mamá, uniéndose a la presión que le dábamos a mi padre. — Es al que le está llegando la crisis de la edad. 

 

— Ya paren, solo estoy tratando de ser un padre responsable. — mi padre frunció el ceño, y evitó a toda costa mirar a alguna de nosotras. 

 

— Entiendo eso señor Roberto, pero existen otras maneras más adecuadas para chicas con la edad de su hija… pero bueno, haremos esto, evitaré la larga charla que podría darle si le da permiso a su hija de salir conmigo al centro comercial. ¿Le parece justo?

 

— Me parece una buena oferta cariño, recuerda ese largo discurso que te dió cuando vio cómo estabas regando las bugambilias. — intervino mi madre guiñándome un ojo. 

 

Mi padre, claramente recordando ese momento, sacudió la cabeza con cierto temor. Carraspeó tratando de disimular su reacción y me miró, tratando de parecer más autoritario. 

 

— Te dejaré ir con una condición. 

 

— ¿Cuál? — la verdad a este punto estaba dispuesta a aceptar cualquier oferta con tal de ver a Avery. 

 

— Estarás en la cena que tendremos con mi posible socio y su familia, y te comportaras. No quiero gestos, ni comentarios fuera de lugar ¿Entendido?

 

— Está bien. — acepte con demasiada rapidez. 

 

— Bien. Te quiero en casa a más tardar a las diez. — sentenció. 

 

Asentí y tomando mi bolso tome a Amanda del brazo para salir de ahí. Me despedí de mi familia agitando la mano y una vez estando fuera busque a Avery.

 

La bocina de un automóvil sonó, y pude divisar a la ojiazul y a Jax adentro del auto, que se encontraba parado en la parte más oscura del estacionamiento. 

 

Sonreí y corrí mientras Avery salía del auto y me esperaba con los brazos abiertos.

 

Me aferre a ella con brazos y piernas en cuanto pude y ella nos hizo girar un par de veces. 

 

— Eres una genio. — le dije, sosteniendo su rostro con mis manos. 

 

— Dime algo que no sepa linda. 

 

Negué con una sonrisa y la bese, no me importó el hecho de que Amanda y Jax estaban ahí. Profundicé el beso, introduciendo mi lengua en el momento en que se me presentó la oportunidad, mientras sentía las manos de Avery aferrarse a mis muslos con los que me sujetaba. 

 

— Ya chicas, las pueden detener por exhibicionismo. — dijo Mandy con cara de disgusto. 

 

Dándole un último beso a mi novia me aleje un poco y ella me soltó lentamente. 

 

— Eres la mejor Mandy. Te debemos una. — le agradecí abrazándola. 

 

— Ya lo sé. — respondió correspondiendo al abrazo. 

 

— Oye, tengo el auto de mis padres, te puedo llevar a tu casa. — ofreció Jax. — No creo que quieras ir en el mismo auto que ellas. — dijo señalando a Avery y a mí. 

 

— Gracias Jax, es muy considerado de tu parte. — asintió ella. — Tu y yo luego nos volveremos a ver. Tenemos mucho de qué hablar. 

 

— Sí, quiero saber que tal te fue con el chico de la librería. 

 

Nos dimos un ultimo abrazo y cuando nos separamos volví con Avery. 

 

Avery y yo nos despedimos de nuestros amigos, y una vez estando en el auto de la castaña, ella arrancó el auto y salió del estacionamiento del restaurante. 

 

— ¿Qué quieres hacer? — preguntó sin alejar su vista del camino. 

 

— A dónde tú quieras. — respondí con mi mano en su pierna. — Yo solo quiero pasar tiempo contigo. 

 

Avery sonrió, asintiendo. 

 

— Está bien, creo que tengo una idea. 

 

Me sentía feliz, podía ser una simple tarde de invierno. Pero había algo mágico cuando pasabas tu tiempo con esa persona especial. Sabía que tenía que disfrutar cada minuto a su lado. 

 

 

 

 

 

Notas finales:

...


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