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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

Como dije antes esta historia está muy cerca de su final y es un sabor agridulce. Por una parte, estoy feliz de darle fin a todo este proceso, pero por otra parte voy a extrañar mucho a mis personajes. Así que me encargare de darles un final digno.

Pero bueno, ojalá y les guste este capítulo.

Avery POV

 

Eran apenas las ocho de la noche cuando salimos de la fiesta. Antonio estaba medio dormido después de haberse atascado con el pastel y por eso mismo estaba tumbado en el asiento trasero de mi auto. 

 

Después de dejar a Amanda en su casa el resto del camino fue silencioso. Camila miraba por la ventana, ausente, inmersa en sus pensamientos. Pero su mano seguía adherida a la mía, jugando con mis dedos. Cada que podía la miraba, tratando de adivinar lo que estaba pensando. 

 

Si tan solo hubiera alcanzado a prevenir lo que pasó. 

 

Flashback

 

— Me dijiste que no serías tan dura con ella. — dije, hablando entre dientes. 

 

— ¡No sabía que iba a terminar haciendo eso! — se defendió Hayley. 

 

Me pase la mano por el pelo, bufando. 

 

— Fue todo un desastre. — solté, gruñendo. — Solo quería darle un pequeño empujón. No que se lanzará de esa manera.

 

— Lo sé. Yo tampoco me esperaba eso. 

 

Desde el principio, Hayley me había convencido de provocar a la morena, coqueteando conmigo. Creí que era una buena idea, pensando que eso empujaría a Camila para hablar finalmente con su padre sobre nuestra relación. Pero nada pasó según lo planeado. 

 

— Ya no se puede hacer nada. Lo hecho, hecho está. — dije. — Ahora tendré que pensar en cómo decirle a Camila de esto. 

 

— No tienes porque. — dijo Hayley negando. — ¿Qué acaso no viste lo que yo ví? Tu novia se convirtió en una mujer segura de sí misma. No solo te beso frente a su padre, sino que también admitió que te ama.  

 

— Sí, pero…

 

— Tu hazme caso. Hay cosas que simplemente no se tienen que decir. 

 

— La última vez que te hice caso nada salió bien. — dije, entrecerrando los ojos. 

 

— Pero si le dices, saldrá peor. Si la culpa es lo que te preocupa, solo piensa en cómo hubieran sido las cosas si nada de esto hubiera pasado. Cómo te dije ayer, por mucho que la quieras, ya no tenías para más. 

 

— Eso es verdad. — murmuré. 

 

— Era el momento Avery. Porque como dicen, hay veces que no podemos esperar las cosas, tenemos que ir por ellas. 

 

Fin del flashback

 

Suspiré, dejando de pensar en lo que pasó con Hayley y me dispuse a aparcar el auto. Ya habíamos llegado. 

 

— Hayley tenía razón. — dijo Camila. Hablando por primera vez desde que subió al auto. — Era una niña de closet que hacía todo lo que su papá le decía y con miedo al qué dirán...y digo era, porque ya no quiero ser así. 

 

— No entiendo. — murmuré, tratando de mantener la compostura. 

 

— No sé cómo explicarlo. Solo que… gracias a ella pude darme cuenta de lo que estaba perdiendo. — dijo, volteando a verme. — Y no quería. Por eso no me arrepiento de nada. Sí, sé que aún hay cosas con las que tengo que lidiar, pero no me importa. Valió la pena, además, se sintió muy bien. 

 

— ¿No crees que pudo haber sido mejor? — cuestioné. 

 

Ella negó. 

 

— De lo único que me arrepiento fue de no haber podido advertirte antes. Sé que querías que habláramos con él, pero si te soy sincera, dudo mucho que el resultado hubiera sido diferente. 

 

Eso logró calmarme. 

 

— Está bien. — dije, tomando su mano. 

 

— ¿Ya podemos salir? Este asiento no es tan cómodo. — se quejó Antonio con voz somnolienta. 

 

Camila y yo reímos, viendo al chico levantarse con el cabello revuelto. 

 

— Salgamos antes de que este glotón vomite en mi auto. — dije con una sonrisa, mirando a la morena. 

 

Camila hizo un pequeño gesto de desagrado ante la mención de vómito, pero asintió y salió del auto. Abrí una de las puertas traseras y ayude a Toni a salir. 

 

— ¿Puedes andar? — cuestioné, mientras Camila se acercaba.

 

— Como por cinco pasos nada más. — reí ligeramente, mientras Camila acariciaba su cabello. 

 

La morena me miró y asentí, entendiendo el mensaje. 

 

— Vamos, mocoso. Arriba. — dije, cargando al chico estilo princesa. Sabiendo que si lo hacía como si fuera un costal de papas, lo haría vomitar. 

 

Camila saco mis llaves de mi bolsillo y caminó por delante. 

 

— Te prepararé un té. Eso te ayudará a sentirte mejor Toni. — indicó Camila una vez que estuvimos dentro. 

 

— No me gusta el té. — se quejó con voz moribunda. 

 

— Y a nosotras no nos gusta cuando expulsas todo el contenido de tu estómago por todas partes. — dije yo. — Así que te lo vas a tomar. 

 

Toni gruñó pero no protesto y Camila se dirigió a la cocina. 

 

Acosté al chico en mi cama, sabiendo que a mí me iba a tocar dormir en el sofá, me aseguré de quitarle los zapatos y ayudarlo a ponerse más cómodo. 

 

— Me está dando sueño. — soltó con un bostezo. 

 

— Espera a que te tomes ese té. Te sentirás mejor después. 

 

— ¿Mañana podemos jugar Mortal Kombat? — preguntó, sintiéndose más despierto. 

 

— Si te comportas, sí. — accedí.

 

— ¿Cuando me llevarás a casa? ¿Hasta que papá se calme? 

 

Eludí su mirada, pensando en que responderle. 

 

— Aún hay cosas de las que hay que hablar con él. — atiné a decir. — Pero lo haremos de una manera más tranquila. No te preocupes por eso. 

 

— No quiero que te haga daño. 

 

— No lo hará. — sonó la voz de Camila, que iba entrando con la taza de té en la mano. — No se lo voy a permitir. 


Camila POV

 

A eso de las nueve Toni y Avery ya habían caído rendidos. Yo me encontraba en la cama con mi hermano, que se había hecho bola en la otra orilla. Pero yo no podía dormir, mi mente simplemente no me lo permitía. 

 

No dejaba de pensar en qué estaría haciendo mi padre. En que pensaba, en que estaba dispuesto a hacer. Y ninguna de las cosas que me venían a la cabeza eran buenas. 

 

Suspiré y me levanté de la cama. Mire a Antonio, que seguía en un profundo sueño y salí de la habitación. Avery estaba dormida en el sofá. Con la respiración lenta, sin moverse. Yago, se encontraba a sus pies, en las mismas condiciones. 

 

Me acerqué con cautela y le acaricié el pelo, despacio, tratando de no despertarla. 

 

— Voy a arreglar esto, lo prometo. — le susurré. 

 

Besé su frente y me aleje. Tome las llaves de su auto y salí, tomando una bocanada de aire. 

 

Encendí el auto sin dudar, cosa que normalmente no haría, y conduje bajo la luz de los faroles. Durante el camino me dedique a pensar en las cosas que quería decir, y las que evitaría por completo. Lo último que buscaba era una pelea con mi padre. 

 

Flashback

 

Era un sábado al mediodía y vi como Avery salía del auto de su mamá, me aparte de la ventana, corriendo hacia la entrada. Llevaba esperándola desde la mañana. 

 

— ¡No corras Camila! — me riño papá. — Te puedes hacer daño. 

 

— Lo siento. Pero es que Avery ya llegó. — anuncie yendo hacia la puerta. 

 

Mi padre soltó un sonido raro, que no supe interpretar y me tomó del hombro. 

 

— Yo abro. — me dijo, apartándome de la puerta. 

 

Cuando abrió la puerta pude ver a Avery y a su mamá, Violett que la tenía tomada de la mano. 

 

— Buenas tardes Roberto. — saludó Violett con una sonrisa. 

 

— Buenas, pasen por favor. Sean bienvenidas. 

 

Avery se soltó de su mamá y caminó hacia mí extendiendo sus brazos. La abracé de inmediato y ella intentó cargarme, lo que me hizo reír. 

 

— Hola enana. — me saludó una vez que me soltó. 

 

— Un día de estos voy a ser más alta que tú. 

 

— Quiero ver eso. 

 

— Avery, cariño. Ven aquí. — indicó su madre. 

 

Avery lo hizo y su madre la abrazó. Violett le dijo algo en voz baja que no alcanze a escuchar pero Avery asintió. 

 

— Me saludas a James. — dijo mi padre siguiendo a la mujer que caminaba a la puerta. 

 

— Si, claro. Nos vemos. 

 

En cuanto Violett salió de casa mi padre caminó hacia mí y Avery, se cruzó de brazos y miró a mi amiga con el rostro muy serio. 

 

— Ya sabes que hacer. — dijo él. 

 

Avery giró los ojos pero obedeció. Estiró ambos brazos y se puso en posición recta. Mi papá revisó sus costados y sus bolsillos asintiendo cuando terminó. Al parecer hoy estaba limpia. 

 

— ¿Ya podemos irnos a jugar? — cuestioné un tanto impaciente. 

 

— Está bien. Pero ya saben, tienen que dejar la puerta abierta. — advirtió mi padre. 

 

Ninguna de las dos dijo nada, así que tomé la mano de Avery y la guíe hacia las escaleras para ir a mi habitación. 

 

— Tu papá siempre tiene cara de enojado cuando me ve. — soltó Avery una vez que llegamos a mi habitación. 

 

— Si y no sé por qué. — dije yo, sentándome en mi cama. 

 

— Pero no me importa, porque tú si me quieres, ¿verdad? 

 

La miré y sonreí. 

 

— Si, y mucho. 

 

Fin del flashback 


Cuando llegue a mi casa grande fue mi sorpresa al ver a mi padre en la entrada, fumando un cigarrillo. Él también me miró, pero no parecía sorprendido, así que indiferente ante mi llegada, siguió en lo suyo. 

 

Juntando valor, salí del auto y ahí fue cuando mi padre sí que se sorprendió. Había pensado que era Avery. 

 

— ¿Qué haces aquí? No deberías conducir, menos de noche. 

 

— ¿Por qué? — cuestioné elevando una ceja. 

 

— Porque no sabes hacerlo. 

 

— Sé conducir. Solo necesito algo de práctica. 

 

Mi padre simplemente negó, dándole otra calada a su cigarrillo. 

 

— ¿Gustas? — preguntó, ofreciendo su cajetilla. — Me has salido con tantas sorpresas este día, que no me sorprendería que también fumaras. 

 

Negué y él volvió a guardar la cajetilla. 

 

— Solo vine para hablar contigo. Sin peleas, sin reclamos, solo quiero explicarte. 

 

— Pero vaya que tienes que explicarme. Me hiciste hacer el ridículo frente a tanta gente el día de hoy. — me reclamó, frunciendo el ceño. 

 

Cerré los ojos, tratando de no dejarme llevar por mis impulsos de empezar una discusión. 

 

— No tenía planeado hacer eso, te lo juro. Avery y yo tenía teníamos la idea de hablar contigo, solo que nunca surgía la oportunidad… bueno, no. La verdad es que no encontraba el valor para hacerlo. 

 

— Pues sí que lo necesitabas, mira que decirme que estás saliendo con esa. ¿En qué diablos estabas pensando Camila? A esto me refería cuando le dije a tu madre sobre tus elecciones.

 

— Papá por favor. — pedí, al borde de la ira. — No puedes opinar de esa forma cuando no sabes ni la mitad de la verdad. Avery es…

 

— Es una mujeriega, que no tiene ni una pizca de decencia y que va a terminar rompiéndote el corazón. — me interrumpió, tirando el cigarrillo que tenía al suelo. — Te gusta el hecho de que crees que puedes cambiarla, tal vez porque crees que los hombres ya te han decepcionado demasiado. Pero no es así Camila, esa chica no va a cambiar, la gente como ella no lo hace.

 

— Estás equivocado. — negué. — La conozco más que nadie en el mundo, y ella de la misma forma conmigo. Ella me ama papá, y no pienso debatirlo contigo...no vine por eso. No necesito tu aprobación para salir con ella, pero tampoco quiero que esto sea un gran problema entre nosotros.

 

— ¿Entonces quieres que me quedé de brazos cruzados hasta que llegue el momento y admitas que tengo la razón? 

 

— Tienes que aprender a confiar un poco más en mí, papá. — dije, afectada por su respuesta. — Ya no soy una niña, y no importa cuánto intentes negarlo, soy más que capaz de elegir con quién quiero estar…

 

— Pero…

 

— ¡No!. — le corté, evitando su interrupción. — Tienes que escuchar...entiendo que porque eres mi padre estás preocupado, eso lo acepto. Pero no acepto que juzgues a mi novia por su pasado, tú más que nadie sabe, que de nosotros depende que tanto nos define nuestro pasado. No estarías así cómo estás ahora si hubieras dejado que el tuyo te marcará.

 

— Son cosas diferentes, Camila. 

 

— No quita que no sea cierto en ambos casos. — debatí. — Sé que también te molesta el hecho de que es una mujer, pero no esperes que eso vaya a detenerme. Nadie, ni siquiera tu va a usar eso en mi contra o en la de ella. — ya a este punto, sentía como se me empañaban los ojos porque llegaba al punto más duro. — La amó, y aunque me duela, soy capaz de alejarme de ti si eso significa que vamos a poder estar tranquilas las dos. Porque sé que no somos nosotras las que estamos mal en esto. 

 

Ante eso, mi padre se acercó, lentamente. Y me miró, como si reconociera algo más en mí. 

 

— No es tan fácil para mí aceptar algo así. — admitió. — Yo solo quería que tu vida no fuera como la mía. Dura, con gente mirándote como si tuvieran el derecho a opinar. — dijo él, sin apartar su mirada de la mía. — Pase toda mi juventud en una familia que nunca mostró emoción alguna ante mi presencia, en un país donde todos me miraban como si fuera basura, donde todos dudaban de mis capacidades...no quería eso para mis hijos. No para mí princesa. — sentí el dorso de su mano acariciar mi mejilla y sentí esa mirada cálida. Era la misma con la que me veía desde que tengo memoria. — A pesar de que el mundo ha cambiado, nunca me he dejado llevar solo por esa idea. Así es como aprendí a ser, a aceptar lo bueno, pero siempre esperando lo malo. 

 

— Si algo aprendí de ti es que la vida nunca va a ser fácil. — dije. — Tienes razón, el mundo todavía está muy lejos de ser perfecto y es por eso que algo como la vida fácil no existe...por mucho que eso quieras para mí. Pero si tú pudiste con todo eso, cuando todo parecía ir en tu contra, ¿por qué yo no? Sirve y en el proceso me dedico a ser felíz. 

 

Mi padre miró hacia al cielo, como si esperara que algo apareciera de repente, para terminar suspirando. Volvió a mirarme, pero esta vez lo hizo de manera analítica. 

 

— ...creo que es hora de que te deje cometer tus propios errores...o tomar tus propias decisiones. — soltó finalmente. 

 

— Lo de errores suena muy negativo...pero me basta con eso. — sonreí. — Te amo papá. ¿Vamos a estar bien?

 

Mi padre negó con una leve sonrisa. 

 

— Tal vez...aún hay algunas cosas que tengo que pensar. Pero yo también te amo, y lo que sea que te haga feliz, trataré de apoyarlo. — asentí ante su declaración y me acerqué, abrazándolo con fuerza. 

 

Nos separamos después de unos minutos, sintiendo como el ambiente era tranquilo ahora. 

 

— Me tengo que ir. — solté con cautela. 

 

Él solo asintió. 

 

— Vuelve con tu hermano mañana temprano, aún falta terminar con la decoración navideña y sabes que es algo que tu mamá disfruta hacer en familia… necesito contentarla después de mi espectáculo de esta tarde. — hizo una pausa, y soltó un suspiro. — Dile a Avery que tengo que hablar con ella, si va a salir con mi hija hay un par de cosas que debe saber. 

 

Asentí y bese su mejilla. Nos despedimos y volví al auto de Avery, arrancando y dejando atrás el peso que sentía sobre los hombros. 



Cuando llegue de vuelta al departamento todo seguía igual. Camine lento, tratando de no hacer ningún ruido. 

 

Por lo que llegue a ver, Toni ahora se había apropiado de toda la cama al haber estirado todas sus extremidades. No quería despertarlo, por lo que desistí a la idea de incorporarme a la cama y salí regresando a la sala. 

 

Llegué al sofá dónde mi novia dormía y me puse de rodillas frente a su cara, mientras que con mi dedo índice piqué su mejilla. Sin respuesta. Volví a hacerlo, esta vez dejando mi dedo hundido, lo que hizo que ella frunciera la cara, abriendo los ojos lentamente. 

 

— Que diablos Camila. — soltó con la voz ronca. 

 

— ¿Puedo dormir contigo? — pregunté haciendo un puchero. 

 

No dijo nada, simplemente elevó las mantas y me hizo espacio, era muy reducido, pero bastaba. Cabíamos perfectamente si nos pegabamos y eso hicimos. 

 

— Estás muy fría. — dijo, con la cabeza escondida en mi cuello. 

 

— Estuve fuera. — respondí, abrazando su cintura. 

 

— Sea lo que sea me lo cuentas mañana. — murmuró, sacándome una pequeña risa. 

 

— Claro, descansa cariño. — dije pero no obtuve respuesta alguna. La pobre había vuelto a caer dormida, sonreí y bese su frente. 

 

Me acurruque un poco más y soltando un suspiro de alivio cerré los ojos. El sueño no tardó nada en llegar. 

 

Avery POV

 

Sentí pequeños golpecitos en el pecho que lograron despertarme poco a poco, y me frote los ojos, abriéndolos lentamente. Lo primero que ví fue a Yago, que parecía tratar de amoldar mi pecho con sus peludas patitas. 

 

Camila ya no estaba conmigo, ¿lo había soñado acaso? Podía ser. Quizás seguía en la cama con Antonio.

 

Pensé eso hasta que pude detectar el olor a café y a tocino. Sintiendo como comenzaba a gruñirme el estómago, aparte a Yago con cuidado de encima mío y me levanté. 

 

Encontré a Camila cocinando el tocino en la estufa. Al acercarme más pude oír claramente como tarareaba de forma alegre...cosa que no esperaba, al menos no después de lo que pasó ayer.  

 

¿Será la calma antes de la tormenta? 

 

— Buenos días, Mila. — saludé, con cierta cautela. 

 

— Buenos días, amor. — respondió, volteando a verme con una sonrisa. 

 

No parecía molesta de ninguna forma.

 

Sonreí ante el apodo que acababa de darme y me recargue en la barra. Ella caminó hacia mí y acercó su rostro, el cual tomé entre mis manos, besándola.

 

— Sabes a café. — murmuré sobre sus labios.  

 

— También hay para ti. — dijo, apartándose y volviendo a cocinar. 

 

— ¿Toni sigue dormido? 

 

— Como un tronco. — dijo, con una pequeña risita. 

 

— Parece que estás de buen humor. — me atreví a decir. 

 

— Es que dormí muy bien. Eres muy cómoda y calientita. — adulo, a lo que me sonroje. 

 

Pero eso me hizo pensar en otra cosa. 

 

— Anoche dijiste que habías estado fuera, ¿a dónde habías ido? — cuestioné. 

 

Camila sacó el tocino del sartén y lo colocó en otro recipiente. Para después tomar otro sartén. 

 

— Fui a mi casa. — respondió con simpleza. 

 

— ¿Por qué? — volví a cuestionar, tratando de no sonar tan sorprendida. 

 

— Hablé con papá. — respondió, volteando a verme. — Salió mucho mejor de lo que esperaba. Estaba realmente inspirada.

 

— Con bien te refieres a que no me va a matar, ¿verdad? 

 

Camila asintió. 

 

— Solo quiere hablar contigo. 

 

Eso parecía ser una trampa. 

 

— No gracias, quiero vivir. — me limité a responder.  

 

Podía estar medio dormida, pero aún sabía reconocer la amenaza de peligro. 

 

— No te va a matar, cielo. — dijo la morena, mientras se aguantaba la risa. 

 

— Claro que no. Porque no voy a hablar con él. — espeté. 

 

Camine hacia donde estaba la cafetera y saque una taza del estante de arriba. Sentí los brazos de Camila rodearme el estómago. 

 

— Por favor. Nada malo te va a pasar, lo prometo. — dijo, dándome un beso en el hombro. 

 

Suspiré, aún indecisa. 

 

— No lo sé…

 

— ¿Qué pasó con eso de “no le tengo miedo a tu padre”? — cuestionó dejándome contra la espada y la pared.

 

Gruñí. 

 

— Bien. — dije entre dientes, cediendo. — Tú ganas...y yo pierdo como siempre. 

 

— Todo va a salir bien confía en mí. 

 

— Lo hago. — le aseguré. 

 

El problema era que no confiaba en él.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hasta la próxima.


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