Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Entre cielo y tormenta por Joker96

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tú que estas leyendo esto, ten un buen año, ríe, llora, emborráchate, ama y piérdete de vez en cuando. Que este año nazca de todo lo bueno que hay en ti y en lo que te rodea, que está loca procrastinadora te desea lo mejor.  

Camila POV

 

Apenas había salido el sol cuando salí de mi casa rumbo a la universidad. Como Avery había dicho, no iba a ir a recogerme así que mi padre me llevaría. Estaba algo molesto porque lo obligue a levantarse más temprano de lo que acostumbra, pero tenía que hacerlo, si quería tener tiempo para hablar con Avery necesitaba llegar un poco más temprano.

 

— Llegamos. — anunció mi padre deteniendo el auto en la entrada de las instalaciones.

 

— Gracias Papi. — le agradecí dándole un beso en la mejilla y salí del auto, despidiéndome con la mano hasta que se fue.

 

Me acomode mejor mi mochila en el hombro y camine hacia mi aula, Avery no vendría hasta más tarde o al menos eso sabía yo. Faltaba menos de diez minutos para que empezara mi última clase, pero estaba dispuesta a faltar con tal de poder hablar con mi mejor amiga.

 

Ya habían pasado más de veinte minutos, y Avery no daba rastro ni señal de que vendría pronto. Tome mi celular y busque su número, presionando el botón verde después; sonó una, dos, tres…

 

¿Diga? — escuché su voz por el altavoz.

 

— Estoy en el estacionamiento esperando como una idiota, ¿dónde estás?

 

— Pues obviamente no en el estacionamiento, no recuerdo haberte dicho que estaría ahí.

 

— ¿Qué demonios Avery? — la cuestioné molesta.

 

No estoy en la escuela Camila, no estoy ni cerca. Quería un tiempo a solas primero. — fueron un par de segundos en los que me mantuve en silencio, pensando en que Avery solo quería huir de mí, y si bien si esa era su intención no lo iba a lograr. La conocía, sabía a donde iba cuando quería estar sola.

 

—Me tengo que ir, pero ni creas que hemos terminado. — dicho eso, colgué y me dirigí a la salida de la universidad, necesitaba un taxi.


--



No era muy fan de ir a los cementerios ya que había demasiado silencio, y la sola idea de que después de la vida uno termina aquí me daba escalofríos. Pero esta era una zona un poco menos impactante, ya que todo estaba muy bien acomodado. Había muchas flores y las lápidas eran de diseño, la mayoría muy bonitas.

 

Me acerque a la figura que estaba frente a mí, quedándome a un par de pasos detrás suyo.

 

— Traje lirios, recuerdo que una vez me dijiste que eran sus favoritos. — comenté, observando el ramo de flores que sostenía entre mis brazos.

 

— Es un gran detalle de tu parte. — dijo Avery, finalmente mirándome cara a cara. — Con todo lo que tenía en la cabeza había olvidado traer unas. — no parecía sorprendida al verme aquí.

 

A pesar de que su sonrisa siempre lograba distraerme, esta vez no pasó lo mismo. Tenía ambas mejillas rojas e hinchadas, incluso su ojo derecho se veía algo amoratado.

 

Tampoco reaccioné como esperaba, en realidad no me altere ni un poco. Pero sabía que era así porque no me sentía cómoda en el lugar donde estaba. Comencé a sospechar que Avery había venido a este lugar con esa misma intención. Que cuando yo llegara flaqueara y no le reclamara nada.

 

— Eres astuta— admití, pasando por su hombro e inclinándome​ para dejar las flores.

 

— No sé a qué te refieres con eso.

 

— A si… entonces no viniste aquí para que me sintiera incómoda e incapaz de reclamar cualquier cosa. Aquí frente a la lápida de tu madre. — la rete de manera hostigada.

 

Cuando me puse frente a ella pude ver la dureza de su mirada y entendí que había pisado una barrera.

 

— Estoy aquí porque es en el único lugar en donde puedes estar cien por ciento segura de que no te voy a mentir, de que no voy a evadirte y donde no haré promesas vacías. Este es el lugar donde está la mujer que en su momento fue la más importante para mí, no es lo que dices o lo que piensas. Para nada lo es. — Avery se había acercado más a mí, tanto que nuestros cuerpos casi se rozaban. Su mirada era gélida, logrando que me sintiera acogida. — Se supone que me conoces Camila, de otra manera no estarías aquí.

 

Y si no fuera por la notable diferencia de estatura, nuestras frentes podrían chocar entre sí. Ante su mirada casi acusatoria caí rendida y baje la mirada.

 

— Lo siento, es que estaba tan preocupada, no contestabas mis llamadas, no sabía dónde estabas, si estabas bien, si algo malo te había pasado yo...— había empezado a titubear y a temblar, Avery decidió tomarme entre sus brazos apretándome contra su cuerpo.

 

Y ante su tacto volví a caer rendida, todas mis barreras habían quedado deshechas y mis brazos se aferraron a su espalda, mientras escondía mi rostro en su cuello, inhalando su perfume.

 

— Estuve ausente porque tenía un par de pendientes que arreglar. — ante su suave tono de voz aleje mi rostro de su cuello y la mire a los ojos.

 

— ¿Pendientes?

 

Avery se separó de mí y giro para quedar de espaldas a mí, mirando la lápida. Me puse a su lado, mirando a la misma dirección, sabía lo difícil que era para ella ver esas letras grabadas en mármol. Tome su mano, entrelazando nuestros dedos, y apreté ligeramente, solo para que ella supiera que estaba ahí.

 

— Tuve un ataque de conciencia en cuanto salí de tu casa… pensé demasiadas cosas, mi mente no paraba y simplemente… sentí que, si por alguna razón llegué al extremo de que te afectará a ti, es porque ya había tocado fondo. — Avery hablaba sin mirarme, pero sabía que estaba siendo sincera. — 37 han sido las chicas con las que he estado, siendo el mismo número de veces en que me comporte como una total idiota. Todas y cada una de ellas merecían una disculpa de mi parte, y todas la recibieron. Me costó todo un fin de semana encontrarlas a todas, gaste una fortuna en gasolina, y estoy segura de que ahora conozco cada oscuro secreto de Jax, y puedo asegurar que ya jamás lo voy a volver a ver igual. — relato, riendo ligeramente. — También tuvo el costo de mi ojo derecho, pero era eso o mi riñón. Fue amable esa chica al darme elección, aunque de haber sabido que practicaba boxeo… hubiera preferido salir corriendo.

 

— No puedo creer que hayas hecho todo eso. — dije, poniéndome frente a ella, tomando su rostro de manera delicada.

 

Avery tomo mi mano que estaba en su rostro y le dio un ligero apretón.

 

— Tenías razón Mila, siempre la tienes.

 

— No, no siempre. — negué recibiendo una mirada intrigante de su parte. — No pensé ni por un segundo que llegarías a hacer algo como eso.

 

— Bueno, me alegra saber que al fin pude sorprenderte con algo. — dijo encogiéndose de hombros, inclinándose y pegando su frente a la mía. — Perdón por haberte preocupado, no fue esa mi intención.

 

Solté una ligera risa, tratando de evitar que las lágrimas brotarán de mis ojos, pero fue inútil. Avery las detuvo con sus pulgares.

 

— Te dejaron peor que un saco de boxeo. — me burlé, presionando mi dedo índice en una de sus mejillas.

 

La ojiazul frunció el ceño, soltando un quejido.

 

— Puede que tenga la cara hecha puré, pero al menos ahora tengo la conciencia limpia. — dijo con una sonrisa torcida.

 

— Cierto… dime ¿Que se siente estar del lado del bien?

 

— Bueno… es más aburrido de lo que pensé...— solté un jadeo, dándole un golpe en el hombro. — ¡Auch Mila!, Cuidado. Recuerda que soy una estrella del voleibol, mis brazos valen oro. — dijo sobando su brazo.

 

— Eres idiota. — dije empujando sus hombros ligeramente.

 

— Y tú eres la mejor amiga de una idiota.

 

Gire los ojos y trate de separarme de ella, pero Avery sujetó mi cintura manteniéndome pegada a ella. Después de eso no volví a poner resistencia, en lugar de eso me volví a aferrar a ella tomando refugio en sus brazos, aspirando su perfume. Estuvimos así por varios minutos, hasta que Avery se movió, separándose un poco.

 

— ¿Qué pasa? — le pregunté.

 

No respondió, simplemente metió una de sus manos en el bolsillo de sus jeans y saco una notita doblaba.

 

— Esto es para ti. — dijo dándome la nota.

 

Algo confundida la tome, y mire a la castaña frunciendo el ceño. Avery hizo un gesto para indicarme que mirara la nota. Me rendí, e hice lo que con la mirada me pedía, en ese pequeño pedazo de papel había un nombre que ya conocía y un número que no.

 

— ¿Como conseguiste el número de Brody?

 

Avery sonrió mirando al suelo.

 

— Bueno, encontré a su hermana y al parecer viven juntos. Cuando me disculpé con Amber aproveché para explicarle a Brody lo que habías hecho y, bueno lo entendió y me pidió que te diera esa nota. — explicó señalando lo que tenía en mi mano. — Supuse que te pondrías feliz de no haber perdido esa oportunidad. Se ve que es un buen chico.

 

Sin quitar mi sonrisa, guarde la pequeña nota en mi bolsillo.

 

— Es un bonito gesto de tu parte, pero durante estas semanas preferiría estar contigo. ¿Te parece si me llevas a comer?

 

— Me parece. — accedió, brindándome el paso pero me enganché a su brazo y caminamos juntas hacia su auto.

 

— Me gustaría oír los detalles de tu excursión en busca del perdón.

 

— Bueno… la primera chica que encontré fue una a la que había dejado en medio de una playa casi desierta hace más de un año, así que como sabrás, su rencor era de un tamaño descomunal…












Flashback

 

Avery POV

 

Llevaba casi dos semanas tratando de contactar a Camila, tratando de que me escuchara o tan siquiera que dejara de ignorarme. Pero fallaba a cada intento. Poco a poco y conforme los días pasaban mis esperanzas caían en picada, mis ánimos iban por la misma dirección y no había nada qué podía hacer al respecto, más que seguir intentando.

 

Mis compañeras del equipo de voleibol en la secundaria me habían convencido, casi obligado, a que fuera con ellas a una de las tantas fiestas que había ese fin de semana. Su excusa había sido que decían que parecía que quería suicidarme con el ánimo que me cargaba y de que tenían que levantarme los ánimos para que al menos aguantara hasta la próxima semana, que es cuando sería el partido que tendríamos contra las águilas; nuestras más grandes rivales.

 

Eran casi las diez cuando llegamos a la casa de un conocido de Mika, una de mis compañeras. Incluso antes de acercarnos a la cuadra ya se oía la música retumbar la casa. Una vez estando allí, cada quien decidió tomar su camino, algunas con conocidos, otras a bailar. Yo decidí buscar algo de beber, sin alcohol, ya que me tocaba manejar, pero no me quejaba en lo absoluto.

 

La casa estaba repleta de adolescentes, bailando, tomando y haciendo relajo. Yo lo observaba todo desde la mesa de aperitivos, sin ninguna intención de participar. Estaba a poco de mandar todo a la mierda e irme a mi casa, pero un tipo junto con muchos otros se amontonaron y gritaban con demasiada emoción. Tomé todo el contenido que tenía en mi vaso rojo, lo cual era soda de lima limón, y decidí ir a ver que causaba tanto alboroto, más por curiosidad que por otra cosa. Empuje a varios para poder avanzar y cuando pude ver lo que pasaba se me encogió el estómago.

 

Era Camila, bailando con sensualidad y cierta torpeza debido a la magia del alcohol, arriba de la mesa del comedor.

Tenía vuelto a todos locos y alborotados con esos movimientos y ese vestido rojo entallado, incluyéndome. Tarde varios segundos en poder reaccionar del todo, y una vez puesta en mis cinco sentidos me acerqué más hasta quedar junto a ella. Los gritos de los demás incrementaron, seguramente porque tenían la idea de que yo me le uniría, pero estaban equivocados.

 

Cuando la morena fijo su vista en mí se quedó quieta, momento que tomé de ventaja para tomarla del brazo y arrastrarla fuera de esa habitación​ estando en contra de las protestas de todos los que estaban disfrutando del “espectáculo”.

 

— ¿A dónde me llevas? — pregunto confundida, arrastrando las palabras.

 

No le respondí, pero ella seguía insistiendo, hasta que intentó zafarse de mi agarre.

 

— Te llevo a un lugar seguro.

 

— Suéltame. — ordenó, pero ignore su petición.

 

La llevé conmigo hasta el segundo piso, y entré con ella a la primera habitación vacía que encontré. Era una habitación matrimonial.

 

— ¡Qué hacemos aquí!, La fiesta es abajo.

 

— Siéntate Camila. — dije tomándola de los hombros hasta sentarla en la cama.

 

— ¡No, quiero ir abajo! — renegó, tratando de levantarse.

 

Camila bajo los efectos del alcohol era una terca.

 

Trate de retenerla de la manera más pacífica posible, pero la morena me lo ponía difícil.

 

— ¡QUE TE SIENTES! — grite, logrando que se quedará quieta.

 

Solté un bufido, y me puse de pie frente a ella, cruzándome de brazos.

 

— No-o entiendo… paara que-e me… me trajiste aquí. — ya sin el calor del momento Camila volvió a arrastrar las palabras.

 

— Porque estabas haciendo una estupidez ahí abajo.

 

Camila río ante mis palabras, mientras negaba con la cabeza.

 

— Me estaba di-divirtiendo. — dijo soltando risitas torpes.

 

— Estabas llamando la atención de todos, y créeme, no de una buena manera. — proteste, sentándome a su lado en la cama. — Estabas yendo demasiado lejos.

 

— No debería importarte.

 

— Me importa porque eres mi amiga.

 

Fueron varios minutos de silencio después de decir eso.

 

— Creí que ya no lo era después de lo que pasó. — murmuró.

 

La voz de Camila se había tornado suave, como si hubiera retomado sus cinco sentidos.

 

— Puesto a que no contestabas mis llamadas, no sé en qué situación realmente estamos, pero quiero pensar que aún somos amigas. — dije, jugando con mis manos, temerosa de su respuesta. — Lo que hice tiene explicación, es solo que… no sé cómo decirlo.

 

Camila soltó un suspiro, como si algo le pesará, tanto como a mí.

 

— ¿Me amas? — ante su pregunta, mi mirada fue esquiva.

 

Si quería mentirle no podía verla a los ojos de ninguna manera.

 

— Dime qué es lo que tú quieres oír. — le pedí, en cierta forma, evadiendo su pregunta.

 

— La verdad. — dijo.

 

— La verdad es relativa. — replique. — Cada quién tiene la suya.

 

— ¿Tú no tienes miedo?

 

La miré con desconcierto, sorprendida y confusa. Su postura parecía sincera y su estado parecía distinto, sus palabras ya no parecían ser arrastradas por su boca; hablaba de una manera lenta y suave, casi a murmullos. Parecía que, en lugar de estar ebria, se estuviera abriendo. Diciendo esa verdad, oculta bajo el recoveco de su mente.

 

— ¿Me tienes miedo a mí? — negó con lentitud. —¿A qué le temes entonces?

 

Camila agacho la mirada, mordiendo su labio inferior.

 

— Somos muy jóvenes, no tienes una idea de a cuanta gente he escuchado decir lo complicado que es el amor, lo mucho que puede doler… lo fácil que puede destruir. — habló cerrando los ojos. — Si hay alguien de quién me puedo enamorar sé que eres tú. — dijo, soltando una risa forzada.— Pero hay tantas cosas que pueden salir mal, tantas cosas en las que nos vamos a equivocar. Tantas veces en las que vamos a terminar heridas y con resentimiento. no me imagino en esa situación contigo, no podría… no podría perderte, no así.  

 

La miré, sin saber que decirle, pero entendiendo a donde quería llegar, mi mirada se enfocó en la suya y fue cuando realmente pude ver lo asustada que realmente estaba. Ella tenía razón ¿Que podíamos hacer? Teníamos diecisiete años, éramos dos corazones sin experiencia, asustados y confundidos. No sabíamos qué hacer con este sentimiento intruso y volátil, que como bien he escuchado, servía como arma de doble filo, un arma que podría dañarnos a ambas.

 

Fue cuando caí en cuenta de que su temor, era justificado. ¿Y si nos hacíamos daño sin reparo? ¿Si al final todo terminaba mal y quedará resentimiento entre nosotras? Había muchas cosas que podían salir mal, y en ese momento era en lo único en que me concentré. En nada más.

 

No había otra solución más que retroceder. Porque era eso, o perdernos.

 

— No sería buena idea; me refiero, a estar juntas de esa manera, ¿cierto? — esa era la razón.

 

Ante mi pregunta ella sonrió, era una sonrisa compasiva, una sonrisa empática. Sus ojos, rojos, inyectados de sinceridad, se iluminaban sin brillo.

 

— No.— se limitó a decir.

 

Asentí, sabiendo que esa era la verdad. Pero negando el hecho de que esto se iba a quedar así, no podía terminar de esa manera, y se lo haría saber.

 

— Algún día, quizás. — dije llamando su atención. — Quizás llegue el día, en que tanto tú como yo no encontraremos excusas, no tendremos miedos e inseguridades. No nos importará si llega a doler, si el miedo nos encuentra, si estamos contra todo pronóstico. No importará, porque te quedarás, y yo me quedaré, no iremos a ningún lado si no vamos juntas. Quiero que algún día estemos seguras de a dónde nos llevará esto, y sé que no todo será siempre bonito y con color de rosa, que habrá altibajos, que habrá un momento en que nuestras mentes se sientas envenenadas y sin camino, que estaremos bajo presión tratando de encajar, pero debes saber que a pesar de que el mundo sea cruel tomaré todas mis opciones, todas mis oportunidades para no perdernos. Porque mientras me ames…— susurré juntando mi frente con la suya, sonriendo ligeramente. — … sabré que no habrá nada tan malo, nada; que me detenga para estar contigo. Tómalo como una promesa Camila, quizás llegue el día en que no tengamos miedo al fracaso, el día en que seamos lo suficientemente fuertes como para no rendirnos.

 

— ¿Algún día? — preguntó sonriendo.

 

Aún con los ojos algo rojos por el llanto, sus mejillas sonrojadas y su pelo ligeramente desordenado, esa sonrisa me mató. Era hermosa, dolorosamente hermosa.

 

— Si, tal vez algún día. No voy a perder la fe.



--



Camila POV

 

Ante los primeros indicios de mi cuerpo despierto apreté los ojos, me dolía la cabeza y sentía como mi corazón palpitaba en mis oídos. Sentía la garganta agarrotada, y sabía que, si intentaba hablar, mi voz sonaría seca y rasposa. Intenté levantarme, pero como dije, lo intenté, ya que cada fibra de mi cuerpo se negó a lograrlo. Solté un quejido y volví a caer con pesadez sobre la cama.

 

Ahora que estaba más despierta, me di cuenta de que no estaba en mi habitación, si no en la de Avery, lo que me confundió totalmente, pero solo por unos segundos ya que vagamente recordaba haberla visto en la fiesta de anoche. Lo que si no recordaba era él porque estaba en su habitación, según yo, seguíamos en términos indefinidos.

 

— Pero miren quien decidió despertar finalmente. — Avery apareció con una sonrisa, tenía entre sus manos un vaso de jugo de naranja y algo más, que no pude ver bien. — Ten, si no quieres sentirte peor esto puede ayudarte. — dijo, tendiéndome el vaso y un par de aspirinas que tome sin dudarlo.

 

— Gracias. — dije una vez que pude acabar con el contenido del vaso.

 

— No hay problema, desde anoche supe que esto pasaría.

 

— Si… hablando de anoche…

 

— ¿Qué pasa?

 

— No recuerdo exactamente qué pasó, ni siquiera sé porque estoy aquí. — Avery pareció no creerlo al principio, pero conforme pasaban los segundos su mirada decayó, por algún motivo desconocido para mí.

 

— ¿Estás segura? — preguntó con cierta expectativa.

 

— Lo siento, pero lo único que recuerdo es que me tomaste del brazo, y aun así eso quedó algo borroso. — dije encogiéndome de hombros. — Era la primera vez que bebía tanto, debe ser por eso.

 

— Si, eso debe ser. — la ojiazul me sonrió, ahora con más ánimo.

 

— ¿Entonces qué pasó?, ¿por qué estoy aquí?

 

Avery suspiro pasando su mano por su cabello, y se acomodó mejor quedando a mi lado en la cama.

 

— Pues hablamos… quedamos en que olvidaremos lo que pasó y que seguiremos adelante… ya sabes, todo a la normalidad. — sentí que me quité un peso de encima al escucharla decir eso.

 

Significaba que ella no sabía nada y que aun así pudimos arreglar las cosas.

 

— Vaya, me alegra oírlo. — dije riendo ligeramente.

 

Avery asintió, con una sonrisa muy leve.

 

— Puedes darte una ducha si quieres, yo estaré abajo haciendo un par de cosas. — dijo poniéndose de pie, en camino a la puerta.

 

— Avery. — la llamé, ella se detuvo y volvió a verme, expectante. — Hay que ir juntas a la fiesta de Cara, será esta tarde. — ante mi propuesta Avery parecía dudar. — No beberé esta vez, lo prometo.— dije levantando mi mano derecha, sacándole una sonrisa.

 

— Está bien. — accedió girando los ojos.

 

Todo volvía a la normalidad.







Fin del flashback

 

 

 

 

 

Notas finales:

Y si, como siempre estoy consciente de mi tardanza y de mi larga ausencia. Pero los que fueron los últimos meses del año pasado fueron exhaustivos, iba a actualizar antes de que acabara el año, pero pensé que seria mejor publicar por primera vez en este año que por última vez el año pasado. Deje mi Tumblr en mi perfil por si alguien quiere preguntarme algo, es mucho más probable que pueda contestar ahí. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).