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Envidia por reydelosPK2

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El dios oscuro y el envidioso Primera parte


En la soledad de su ex estudio de pintura se sentaba a meditar, seguía escuchando voces. Mirando a muertos y a veces siendo visto en otros mundos donde nada era bonito… hallo un extraño camino oscuro diferente a los otros, aunque ¿qué diferencia puede existir entre la oscuridad y más oscuridad?, simplemente no supo la respuesta pero algo lo llamaba a ese sitio.


Extendió sus manos creyendo oírse  así mismo llamar a por Yuuri y un tal Yuuram. Sus manos tocaron una especia de pared que le impedía el ingreso, pero esta se debilitaba según incrementaba sus fuerzas para atravesarla.


Se miró así mismo flotando en  la nada… se veía pero el otro no lograba verle.  Trato de tocarlo pero solo atrezo su cuerpo. No comprendía lo que pasaba, pero supuso que era un recuerdo suprimido, así que decidió avanzar en medio de la oscuridad… algo lo llamaba.


Después de caminar un poco llego a un extraño lugar, una lugar oscuro pero eliminado por siete esferas y frente de ellas un hombre dormido que parecía por momentos una estatua… se acercó curioso, no lo había visto antes, sin embargo si esto era un sueño… algo debía significar. Se le acerco más y miro su cara con detenimiento el hombre de cabellera rojiza, tenía tres, dos como el resto de los humanos y demonios y un tercero en medio de su frente. Se rasco la cabeza sin por der creer que existiera ser así. Giro y vio que todo seguía en oscuridad ¿Cómo podía alguien vivir o existir en ese sitio?


Giro mirando en todas las dirección y todo estaba en oscuridad a excepción de ese lugar por las esferas que lo iluminaban.


Quizás por curiosidad o dudar si era hombre o una estatua, una simple ilusión trato de tocarlo suponiendo que también lo travesaría como ocurrió con hacía momentos con el otro Wolfram, sin embargo cuando estuvo a punto de tocarlo, la mano del hombre de tres ojos le tomo de la muñeca mirándolo fijamente.


-¿Quién eres?- Pregunto el dios al rubio pero al verle con más detenimiento simplemente cerro dos de sus ojos comprendiendo que no era el insolente que tenía atrapado en su olimpo sin embargo no dejaba de serlo. De ser el insolente que rapto de ese mundo de demonios y humanos ya habría caído al enfrentar su mirada, era demasiado poder para un simple demonio. Este ser idéntico al insolente lo vio fijamente a sus tres ojos y no mostraba verse afectado.


Suspiro reconociéndole por completo, era una parte de esa alma, pertenecía a dimensión envidia, un alma ya contaminada por la oscuridad, portador de un gran poder que lo separaba de la media convirtiéndole en alguien poderosos capaz de atravesar los olimpos. Menos que un dios pero aun así un ser de cuidado por lo menos en ese plano. 


-Mi nombre es Wolfram- repuso el rubio calmado sus miedos, al ver que había alguien así de fuerte, quizás ese ser podría ayudarle a controlar al Soushu. Una breve esperanza comenzó a crecer y el miedo a esfumarse, pues si no lo ayudaba sabía que ese ser podría matarlo, cosa que Yuuri parecía decidido a no hacer.


-Soushu…- dijo el dios y los ojos de Wolfram se iluminaron, estaba más interesado en conocerle. No cabía duda que era una ser poderoso, supo del Soushu sin decirle nada… rio de forma maquiavélica. Pero aun así se calmó y mantuvo su expresión neutra. Tener a alguien así de poderoso frente suyo no era para bajar la guardia o mostrarse confiado. 


-¿Qué se supone que eres tú?… Este lugar…- giro y miro nuevamente señalando las esferas- ¿esas cosas?- interrogaba sin dejar su tranquilidad, es decir aun si se salía de control ese ser podría matarlo y punto final, no debía preocuparse de contener al Soushu con ese hombre presente. Rio descarado al sentirse aliviado, al fin una esperanza. Se estaba jugando el todo por el todo para sobrevivir, controlar al Soushu y proteger a sus hijos. No tenía derecho a mostrar miedo o dudas a estas alturas del camino. Vino por todo y se iría con todo


-Un dios y este- mostro las basta oscuridad- mi olimpo- repuso el dios mirando con detenimiento la esfera a la cual pertenecía ese fragmento del alma que era homólogo del insolente que tenía cautivo en su olimpo. Con su mano señalo las esferas – y estas las esferas de las siete dimensiones que reina el alma: las siete virtudes o pecados.


-Virtudes… pecados… siete…- repuso las palabras que creyó importantes- Lamento mi ignorancia- expresó en tono burlón y molesto- podrías explicarte, sabe solo soy un ser miserables e ignorante que caminaba por aquí y…


-Tu… eres un pecado- concluyo el dios y Wolfram sintió una daga clavada en su pecho, aun fuera de su mundo era llamado algo malo. Rio. Parecía que todos estaban de acuerdo en que todo él y lo que salía de él era malo.


-Soy un Pecado… Tú un dios…-rio incrédulo y miro al hombre frente suyo. El miedo a la muerte no le parecía algo aterrador y ese hombre solo el infundía miedo a morir. Ahora mismo vivir era más terrorífico que morir y se aferraba a vivir aun siendo una tortura todo para proteger a sus hijos- ¿Puedes enseñarme a manejar el poder del Soushu?- interrogo Wolfram mirándole fijamente al tercer ojo que tenía en medio de la frente, pues los otros dos los había cerrado.


El Dios guardo silencio contemplándole por fragmentos de segundo. Se parecía al insolente y no le extrañaba, pero sus motivos de vivir era diferentes y eso marcaba la diferencia entre ambos fragmentos de alma. Su insolente vivía por el amor ciego que sentía a ese rey denominado Maou. Y este otro solo vivía para proteger a sus hijos más que nada a su hija, le resto no le interesaba. Un gran diferencia. Amor infinito por un hombre, el otro amor infinito por hijos que no pidió traer al mundo.


-Tanto amas a esos niños que cometerás suicidio para mantenerles salvo. ¿No sería mejor matarlos y ahorrarles penas?-Repuso el dios curiosos, ese era el camino correcto, pero al igual que su insolente no lo tomaría. No comprendía el proceder estos fragmentos de alma… siempre terminaban complicándose la existencia por terceros.


-Instinto de supervivencia- repuso Wolfram con normalidad- quiero conservar la especie o mejor dicho mi clan: Bielefeld. Esos dos niños en especial ella mantendrán mi apellido en alto y lo hará resurgir cual ave fénix. Somos demonios de fuego reviviremos de nuestras cenizas- este tipo no le agradaba  pero era fuerte, más fuerte de todos los que conoció, más que el mismo Soushu o el Maou. Ahora mismo mostraba todo su valor y sí. Si sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de controlar al Soushu y dejar de verse tan lamentable.  Incluso haría un pacto con cualquier entidad o quien sea que le garantizará la supervivencia de sus hijos y su libertad.


El dios le miró fijamente con su tercer ojo. Wolfram no aparto la mirada simplemente no temía la muerte y no se iría hasta recibir algo de ayuda con su problema. No tenía nada que perder y sí mucho que ganar.


-tu voluntad es la llave que controla ese poder… - Miro la molestia en la cara del rubio, eso ya lo sabía- ¿Cómo pretendes aprender a controlar un poder que ni siquiera deseas usar?- concluyo el dios.


-Pero si me salgo de control, si no logro mantenerlo a raya… además…- miro las esferas- ¿Existe alguna persona en alguna de esas dimensiones capaz de controlarlo ahora mismo?- pregunto, quizás si existía alguien anterior que hubiera controlado ese poder. Si el dios se negaba sería una buena salida.


-No. todos los que fueron elegidos como llaves tenían esa característica: miedo a la oscuridad- último el dios sentándose sobre la nada apoyando su cara sobre su mano derecha. Mirando al rubio de la dimensión envida tratando de entender por qué esas criaturas se complicaban tanto la vida. Sin duda que al unir esos fragmentos de alma tendría frente suyo un alma interesante. ¿Cómo sería tener esa alma? Ya de por si el fragmento de la dimensión amor le parecía alguien interesante, ahora que conocía al de la dimensión envidia… se veían abrumado con esa pregunta, naciendo en el un deseo: Tenerlo. Sin embargo a este ser no podía encerrarlo en su olimpo, aun siendo un ignorante de sus habilidades, se veía que era escurridizo, además deseaba conocer que tan fuerte podía volverse. Se conformó con tener al insolente de la dimensión amor, pensando ¿cómo hacerlo crecer a grado de igualar a de la dimensión envidia?… un interesante experimento sin duda, algo que lo distraería de su aburrimiento.


-Eres el primero…- el dios fue sincero recordando al historia del Soushu y el Maou. Ambos poderes que nacieron de la vida misma, en otros mundos comprendidos como el jin y el jan- quien sabe quizás tú o alguna de tú descendencia logre controlarlos… la luz y la oscuridad- repuso ameno. Por lo menos este Wolfram conversaba tranquilo, no le miraba con terror, solo con desesperación de solucionar su problema.


-¿Por lo menos sabes en que consiste su poder?- interrogo algo decepcionado, esperaba más de un dios- Según Murata es el fuego del invierno eterno- repuso tocado las esferas con algo de miedo al verse a sí mismo en diversas situaciones y de la nada mirar la dimensión del amor a Yuuri de rodillas llamándolo, el pobre estaba borracho y se veía patético.


-el fuego del invierno eterno…- repuso el dios mirando al rubio mirar la esfera de su insolente. Miro como pese a verlo envidia no se animó a preguntar paralelamente a sus necesidades lo que ocurría con ese Yuuri, con esa dimensión. No era asunto suyo giro y miro fijamente al dios esperado más información


- ¿Qué sabes de eso?


-Es el poder de reinar sobre la muerte misma… revivir sus cuerpos más no el alma, por lo menos no como era originalmente. El poder de segar los corazones y dejar la oscuridad reinarlos. El poder de apagar la vida sobre la tierra. El invierno terno… no. la muerte eterna.


Wolfram suspiro. Así que si tenían razón… era una amenaza para la vida misma.


-Y dices que use ese poder para poder controlarlo- rio- nada bueno sale de usar ese poder- repuso Wolfram imaginando una legión de muerto viviente, recordando las películas que alguna vez vio en la tierra con Yuuri- nada bueno sale de une ejercito de zombis que comen cerebros…


-Sale un ejército invencible… ¿Por qué hacerse la victima cuando puedes doblegar a todos los reinos de tu mundo y obligarlos a aceptarte a ti y tus hijos en vez de discriminarlos por lo que son?


Wolfram abrió los ojos a más no poder, la idea no era mala… ya había pensado en ello… hacerse con el poder para que los dejaran en paz, pero… Yuuri no le dejaría cometer tales actos… si, Yuuri. El eterno chico bonachón que valoraba la vida y el libre albedrío de su pueblo (Albedrio que siempre los ponía en jaque, y pronto en Mate).


Wolfram suspiro… era claro que algo dentro suyo iba cambiando y dejaba de respetar la vida y lentamente se tronaba egoísta y envidiosos, sin embargo… allí estala el amor de Yuuri como una cadena que limitaba e impedía perder su juicio y respeto a la vida ajena.


-No puedo hacerlo- dijo Wolfram comenzando a  caminar… regresaría a casa y buscaría por si solo un modo controlar ese poder sin usarlo, la idea del dios era aterradora y tentadora, pero no podía hacerlo.


-hallaras la forma… te complicaras la vida y al final tu esfuerzo será inútil… morirás, esa niña también morirá…


Wolfram escucho esas palabras y las supo cual profecía de su destino… una que todos sabían y sin embargo el dios fue el primero en anunciarlas con tal firmeza e indiferencia.  Miro por última vez a ese ser poderoso. Quiso decir algo, negar tales palabras sin embargo no pudo y al cerrar los ojos pudo ver algo sobre es ser… su destino. No supo por qué pero estaba claro que pudo verlo.


El dios vio como esos ojos verdes se teñían de rojo escarlata y le miraban fijamente con esa expresión de indiferencia y divinidad de alguien que se halla fuera de su alcance.


-Tendrás lo que quieres, pero no como lo quieres… y al final tu vida se extinguirá a manos de lo que quieres…- el dios miro al rubio y recordó que el también toco las esferas… sin duda ese ser homólogo del insolente que atrajo su atención tocaba terreno divino, cosas se le eran rebeladas y lentamente su alma misma cambiaba abandonando la simple mortalidad. Quizás por eso ese insolente termino llamando su atención, por ser parte de esa alma central.


Solo en su olimpo miro las esfera y reviso la historia… miro sus antepasados y comprendió tantas cosas: Shinou era uno de sus antecesores, pero también había otro ser más poderosos que Shinou, el primero que intento controlar la oscuridad: el hermano mayor de Shinou. Un ser peculiar como el mismo Shinou… hijo de la mujer que trajo al mundo a tres de los portadores de las llave del Soushu… descendiente de Rufus… otra mujer extraordinaria de voluntad inquebrantable… sin duda un buen linaje precedente de grandes voluntades, sin mencionar su padre… ese hombre de grandes misterios que renuncio a su reino, su familia y al amor de su vida por buscar unos pergaminos el  hombre que estaba convencido de la existencia de más mundos y dioses… quizás su misma existencia no era una simple coincidencia. Tal vez que fuera la llave del invierno eterno tampoco pues al igual que la lagrima del alma eran los dos poderes más peligrosos del Soushu. Una reinando sobre la materia y contaminando levemente el alma. El otro poder (la lágrima del alama) simplemente cambiaba la naturaleza del alma de los seres vivos a su antojo convirtiendo lo bueno en malo o lo bueno y lo bueno en malo. Y dominado sus voluntades.


Wolfram tenía el poder del  fuego del invierno eterno. El Maou en la lágrima del alma. Los hermanos del rubio la voluntad del viento y el otro la arena del tiempo. El poder del Soushu era peligroso y poderoso, pero solo era el poder destructivo de la vida, la oscuridad. En cambio el maou era el poder de la luz, de la vida misma. Ambos unificados podrían hacer frente a un dios, pues cada dios estaba creado de estas energías que regían la vida misma.


Algo debió ver Shinou al dar ese designio y unificar a ambos (Su descendiente y su elegido)… sin embargo… el destino estaba tirado para ese chico. Y de alguna forma sintió que también el suyo estada decidido… rio, comenzaba a notar que su cuerpo comenzaba a contaminarse, algo extraño sentía por el insolente y aun sabiendo que debía erradicarlo no se le venía en gana… trato ver al rubio pero este simplemente había desaparecido.


Wolfram en un abrir y cerrar de ojos había aprendido a abrir las puertas del olimpo y regresar a su cuerpo, a su mundo.


 


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