Ya había pasado un mes desde que la familia Uchiha planeó todo con más dedicación. Aquel mes había pasado inesperadamente rápido, y algo tedioso para el menor de todos. Sasuke trataba de prepararse física y mentalmente para el largo viaje, pero lamentablemente, no pudo hacerlo del todo. Apenas habían abordado el avión, y ya quería irse. Después de todo, aún seguía odiando viajar.
— Sasuke — le llamó Itachi, quien se había sentado a su lado.
—. ¿Le tienes miedo a las alturas? no dejas de moverte y gruñir.
— No — Sasuke pausó un poco, pensando sobre el tiempo que les llevaría llegar a Míchigan. —. ¿Por qué nos vamos de Japón? ¿cuánto tiempo nos llevará llegar?
Itachi rió y llevó su dedo corazón e índice a la frente de su hermano menor, cuando logró tocarle, aumentó ligeramente la fuerza. En respuesta, consiguió que Sasuke le pegara en la mano.
— No tengo idea, pero sé que llevaremos aquí más de cinco horas — Itachi hizo una mueca levemente. —. Pensé que habías escuchado las razones que nos dieron madre y padre, nos las dijeron juntos. Aunque, al parecer, no prestaste atención, otouto. En fin, nuestros padres creen que llevaremos mejor vida en Estados Unidos y mamá siempre ha querido viajar, eso es el porqué, resumiendo toda la conversación.
Sasuke suspiró pesadamente. Había dejado de prestar atención cuando le escuchó al mayor decir que era un vuelo de más de cinco horas. Sin querer, dejó salir un quejido.
— Veo que siguen sin gustarte los viajes.
— Así es, Nii-san — Sasuke miró a las personas que le rodeaban, la mayoría no parecían ser asiáticos. Turistas regresando a sus hogares, tal vez. —. ¿Y madre y padre?
— Les han asignado unos asientos casi al fondo. Para nosotros, se podría decir que estamos casi en medio, pero un poco más adelante — Itachi sonrió. —. Aprovechando que no están cerca de nosotros, ¿hay algún sucio secreto que le quieras contar a tu hermano favorito?
Sasuke rió.
— Eres mi único hermano, pero eso no quiere decir que te has ganado mi favoritismo. Ahora, cállate y despiértame cuando lleguemos.
— Es la una de la tarde. No podrás dormir, a ésta hora deberías tener muchas energías.
— No me subestimes.
…
Era una noche agradable: oscura y silenciosa, calmada. Naruto se encontraba felizmente jugando online. El chico de cabellos rubios se encontraba cubierto de una cobija cómoda y cálida, al lado del mouse se encontraba una taza humeante de chocolate caliente.
— Ah~ – suspiró felizmente. Movió un poco el mouse para abrir un cofre del juego. Sacó las recompensas que tanto había esperado para aumentar el poder de su personaje. —. Esto es a lo que yo llamo la buena vida. Amo mi vida.
Su sentimiento de amar la vida terminó muy pronto para ser verdad. Mientras que Naruto había seguido jugando, golpearon la puerta de su habitación con violencia. El rubio se sobresaltó exageradamente y sintió su cuerpo enfriarse. Dejó escapar un grito un poco agudo.
— ¡Naruto! — gritó su madre, Kushina. —. ¡Ya vete a dormir, son las dos de la mañana!
Naruto entró un poco en pánico y cerró su laptop rápidamente. Se fue corriendo y saltó a su cama lo más silencioso posible, cuando trató de cubrirse con las cobijas, Kushina entró. El chico hizo lo más inteligente que se le ocurrió; se dejó caer y fingió estar dormido. Kushina quiso reír ante tal acto, pero se concentró en lo más importante: regañar a su hijo.
— No me engañarás tan fácil, Naruto — la pelirroja tomó a su hijo de los hombros. —. Sé todos tus trucos-dattebane.
Naruto no aguantó mucho y comenzó a reír, su mamá lo conocía tan bien. Ya lo había atrapado muchas veces así, era normal que Kushina supiera cuando su hijo estaba realmente dormido y cuando no. Minato no tardó en llegar a la habitación cuando escuchó el grito espeluznante de su hijo. Sólo su esposa lograba sacarle tales gritos a su hijo cuando le encontraba rompiendo las reglas.
— ¿Naruto, estás bien? — Minato preguntó con preocupación. Cuando vio a Kushina zarandear a Naruto, se preocupó más. Su esposa tenía una increíble fuerza cuando estaba enojada.
— Ayuda — Naruto intentó decir con el último oxígeno que le quedaba en sus pulmones. Sí... tal vez estaba exagerando, pero realmente Kushina le impedía respirar con normalidad. Cuando ella lo notó, dejó de zarandearlo. Pero lo siguió mirando con desaprobación.
— ¿Por qué estabas despierto a esta hora? tu hora de dormir es a las diez.
—Amor, los chicos de hoy viven en la noche — Minato trató de ayudar a su hijo. —. Tal vez deberíamos dejarle dormir más tarde y...
Paró en seco. Kushina le miró desafiante. Minato se sonrojó un poco y decidió no seguir. Sí, quería ayudar a su hijo, pero su esposa estaba decidida. Nadie le hacia cambiar de opinión a aquella mujer.
— Lo mimas mucho, Minato.
El mencionado rió incómodamente. Naruto pensó en cuales serían sus últimas palabras al considerar que castigo le daría su mamá.
…
» Una semana después.
Sasuke miró a su entorno con desprecio. Odió absolutamente a todas las personas que le miraban y a todas aquellas letras que veía al pasar por los pasillos. Se encontraba haciendo las compras con Itachi, en una tienda americana. Habían llegado a su nueva ciudad desde hace una semana y nunca había detestado más la diferencia de idioma. No lo decía por no poder relacionarse con otras personas, sino por las compras o pedir indicaciones. Sus padres les habían pedido aprender el idioma, pero a Sasuke le pareció aburrido y no lo hizo. Ahora tenía que aguantar a Itachi hablar con un pésimo acento y confundir palabras. Pero no iba a negar que a su hermano mayor se le daban mejor los idiomas que a él. Eso era el porqué odiaba las palabras y anuncios, estaban en un idioma diferente y por consecuencia, no entendía mucho. Aunque sabía lo básico, habían frases que no comprendía y palabras que no conocía. ¿Qué había sobre las personas que comenzó a odiar? ciertamente no las conocía, pero odiaba que se les quedaran viendo. Él sabía perfectamente que no eran los únicos japoneses en esa ciudad, pero aún así les miraban con curiosidad. Incluso, se le habían acercado a Itachi a preguntarle sobre los próximos estrenos de la animación muy famosa de su país. ¡Incluso algunas chicas les habían coqueteado pensando que eran ídolos del kpop!
— Nii-san, odio esta ciudad — Sasuke gruñó mientras llenaba una bolsa con tomates.
— No llevamos mucho tiempo aquí, ¿y ya te quieres ir, otouto? — Itachi rió.
— Odio que las personas nos miren extraño como lo están haciendo los mocosos que están atrás de nosotros.
—¿Hn? — Itachi miró a donde Sasuke le había señalado. Después sonrió. —. No te preocupes, seguramente están curiosos por como estamos hablando. Seguramente no hablan japonés, y sabes como son las personas cuando escuchaba a alguien más hablar un idioma que no entienden.
—Si lo pienso así, tal vez tengas razón, Nii-san.
— Siempre la tengo, otouto. Ahora, ven — llevó su mano derecha al cabello de Sasuke y lo revolvió. Obtuvo una queja y un golpe en su mano a cambio. —. Tenemos que pagar por esto e irnos a casa, quiero dormir. Creo que el jetlag aún me afecta.
— Ah, yo también dormiré cuando lleguemos, pero antes debo avisar a Juugō, Suigetsu y Karin que ya estoy aquí.
— Llevamos una semana aquí, ¿y aún no les avisas? seguramente pensaron que el avión se estrelló y moriste.
— No importa. De todos modos, ellos están en Japón y no me pueden hacer nada estando a kilómetros de distancia.
— ¿Los extrañas? — le preguntó Itachi al mismo tiempo que dejaba las compras en la caja donde le cobrarían y embolsarían las compras.
— No los extraño. Debo admitir que me siento un poco aliviado de tenerlos lejos — Sasuke sonrió con malicia.
— Por eso no tienes muchos amigos, otouto.
Antes de que Sasuke pudiera contestar, la cajera les interrumpió.
— Serían cincuenta dólares — le informó amablemente. —. Disculpe si estoy siendo entrometida, pero, ¿son ustedes unos turistas? tienen pintas de ser chinos y hablan un idioma raro.
Itachi rió incómodamente.
— Japoneses. Acabamos de mudarnos — respuesta corta pero entendible, así le gustaba hablar a Itachi aquel idioma. No dominaba muy bien las palabras, pero ése era su estilo.
— Lamento si los ofendí — la chica rió coquetamente. —. Me gustan los extranjeros, ¿podría tener el número de ambos? — preguntó al mismo tiempo que los hermanos Uchiha recogían sus compras.
Sasuke entendió un poco la conversación, así que respondió en lugar de su hermano.
—No.
…
Mikoto y Fugaku recibieron a sus hijos con una sonrisa al verlos llegar con las compras. Mikoto se sentía mucho más que aliviada al ver que sus hijos no se habían perdido.
— Quisiera avisarles algo a ambos — Fugaku comenzó a hablar. —. Sasuke, te hemos inscrito ya en tu respectiva escuela. Itachi, necesitamos saber qué quieres estudiar para inscribirte en la universidad.
Ambos hermanos suspiraron y se dirigieron a la cocina para hablar más detalladamente. Las compras ya estaban siendo organizadas por su madre. Sin esperar mucho más, Itachi contestó.
— Estudiaré abogacía.
— Perfecto, en esta semana iremos a inscribirte en la universidad que tu madre y yo consideramos que sería la mejor de la zona — Fugaku suspiró. —. Sasuke, tus clases comienzan en una semana. Necesitamos que salgas mañana con tu madre a comprar lo que te haga falta, también te mostrará como llegar a tu escuela. Eso es todo, pueden retirarse.
Ambos hermanos asintieron y se fueron a sus respectivas habitaciones. Itachi como había dicho, se durmió inmediatamente. Mientras que Sasuke se acercó a su computadora sin ganas, iba a estudiar el idioma un poco más. No quería tener problemas con sus promedios aquí cuando en Japón había sido de los más altos.
Será un reto aprender un idioma a la perfección en una semana.