¿Por qué debo sentirme así? Siento mi corazón doler, me siento solo incluso estando rodeado de personas, la música se escucha por mi habitación, revota por las cuatro paredes hasta llegar a mis oídos, es como si cada palabra se encajara en mí. No tengo nada porque quejarme, mi vida siempre ha sido tan sencilla.
Los días son una rutina cansada, ver a la gente de siempre, en el mismo transporte, hablar de lo mismo con todos, ir a clases y luego regresar a casa. Podría vivir en mis sueños, pero tampoco es diferente, solo las imágenes negras y sonidos casi inaudibles que recuerdo al abrir los ojos.
Camino hacia la escuela, tal vez hoy consiga algo diferente. El día era tan aburrido, miraba las huellas de mis pasos, el suelo estaba mojado y los carros pasaban a toda velocidad tratando de mojar a alguien torpe que se le ocurriera pararse en la orilla de la acera mientras había charcos grandes. No faltaba nunca esa persona, sin embargo, esta vez esa torpe persona fui yo. Aquel chico pasó a mi lado a gran velocidad haciendo que me recorriera a la orilla; gran error, pues en ese momento un estúpido coche paso y me empapó totalmente.
— ¡Maldición! — Maldije mientras sacudía mis pertenencias, no me refería a esto cuando dije que quería algo diferente.
— ¿Estas bien? — Pregunto el chico cubriendo su risa con las manos.
—Tú tienes la culpa — Respondí malhumorado.
—De verdad lo lamento — Se disculpó. — Mira esta es mi casa, si gustas puedes pasar y te presto algo de ropa para el día de hoy o... ¿Vives muy lejos?
¿Vivir lejos? Llevaba 20 minutos caminando y faltaban 15 minutos para llegar al instituto.
—Está bien — Contesté siguiéndolo.
Cuando entramos, la casa era tan... él. Se sentía algún tipo de esencia, era un hogar muy cálido. Las paredes estaban llenas de retratos, supongo que era su familia, pues en todas aparecía él con una gran sonrisa y una mirada tan feliz.
—Ten, seguro te quedara esto — Dijo extendiendo unos pantalones ajustados y una playera blanca holgada. — Puedes cambiarte en el baño o donde tú quieras — Rio.
Cuando regrese de cambiarme habían pasado apenas 5 minutos. Aquel chico estaba sentado en el sofá viendo la TV mientras esperaba a que bajara.
— ¿Te llamas Hongbin, ¿verdad?
—Sí, y tú...
—Hakyeon — Respondió.
A decir verdad, si lo sabía, Hakyeon y yo habíamos compartido cinco clases desde que inicio el curso, solamente quería escuchar que lo dijera.
—Claro — Sonreí.
—Tienes una linda sonrisa Binnie
—Ya vámonos — Le ignoré.
A decir otra verdad, había querido entablar una amistad con este chico, sin embargo, no me había dado el ánimo ni el tiempo para poder hablar con él... ni con nadie.
Después de caminar los minutos restantes, fui a tomar mi habitual asiento al fondo del aula.
— ¿Me puedo sentar contigo? — Pregunto Hakyeon con la mochila en la mano. Asentí.
Eran lugares compartidos, en el asiento, donde normalmente estaba solo se había sentado él, era extraño, sentía mi pequeño mundo ser roto al paso de los minutos, tal vez exageraba, pero no podía dejar de mirarlo, era lindo, extremadamente lindo y sus acciones eran completamente torpes.
— ¿Podrías dejar de mirarme? Me estas poniendo nervioso — Dijo el moreno mientras parpadeaba lentamente.
Sentí mis mejillas arder, se había dado cuenta, estaba siendo muy obvio, pero era muy diferente a mirar siempre su espalda.
Desde ese día, Hakyeon no se separaba de mí. Nos habíamos hecho amigos, conocí a sus padres y él conocía los míos, me presentó a sus amigos y poco a poco abandoné mi solitario mundo para entrar al de él, era un mundo tan pequeño y acogedor, lleno de colores y diferente.
—Has cambiado mucho Binnie — Decía Hakyeon mientras veíamos la TV. — Aun recuerdo cuando te sentabas al último lugar del aula y examinabas a todos con extremada delicadeza
—Yo no hacia eso
—Claro que sí, no lo niegues
—Solo te observaba a ti — Lo interrumpí. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos brillaban fuertemente.
—Lo sé — Respondió en un susurro.
— ¿Entonces por qué mientes?
—Porque quería escucharlo — Sonrió recargando su cabeza en mi hombro.
— Yo también quiero escuchar algo
— ¿Qué?
— ¿Necesito decirlo? — Ladee la cabeza con una sonrisa. —Es vergonzoso — Se quejó escondiéndose en mi pecho.
—Solo dilo — Pedí con un puchero. Hakyeon me miro con los ojos entrecerrados y después abrió lentamente los labios, esperaba ansiosamente sus palabras.
—Te... — Suspiro — Te amo, Hongbin — Soltó con el rostro teñido de rojo y las manos en las mejillas.
—Yo también te amo, Hakyeon — Contesté besando sus labios.
—Pero ¿Sabes? — Se separó — Amaba más al otro Hongbin
— ¿En serio?
—Si — Respondió — Él era muy lindo, callado, muy adorable, muy carismático y muy dulce.... También
—Basta — Lo mire mal — Harás que me den celos
— ¿De ti mismo? — Preguntó riendo.
—Claro, estás diciendo que me amabas más antes
—No, yo no quise decir eso
— Pero ¿Sabes qué? — Pregunté con el ceño fruncido — Haré que me ames igual que antes
—Pero...
—No — Lo interrumpí — No es necesario que digas nada — Dije decidido.
—Pero yo te amo igual que antes, solo estaba jugando — Hizo un puchero mientras me abrazaba.
—Lo sé — Me burlé. — Solo quería escucharlo — Dijo al unísono mientras soltaba una carcajada.
—Amo a los dos — Susurró en mi oído después de darme un corto y dulce beso.
Mi corazón había dejado de doler, con una sola persona mi mundo se había llenado. "Sentirme solo" ya no formaba parte de mi vocabulario y todos era gracias a él y a ese estúpido charco, aunque estoy casi seguro que fue planeado.
— Planeaste lo del charco, ¿verdad?
— ¿Otra vez con eso Bin? Ya te dije que no — Contestó mientras ponía una cara de inocente. Sonreí ante el recuerdo.
Sabía que lo había planeado... Hakyeon no sabía mentir.