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Excusas en tinta por Ilusion-Gris

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Apuntando en dirección al infinito espacio, su imponente trono flotaba en el borde de una estrella sin vida que él mismo había declarado como su santuario personal, desde donde podía observar los cuerpos celestes y la materia nebulosa con todo su esplendor.

Estaba seguro que algún día conquistaría cada planeta donde hubiera vida.

Ni una raza se salvaría de su poder, él tomaría sus vidas por el simple placer de saciar su sed. Sin embargo, para ello era necesario hacerse de las Gemas del Infinito.

Aquel insignificante ser, parecía que tenía el potencial suficiente para ofrecerle una.

Había ordenado que lo trasladaran a su nave; él no habitaba ningún planeta en concreto, vivía recorriendo la galaxia, de reino en reino, dejando terror y caos a su paso. Antes intentó poseer y conservar la compañía de doncellas, de sus hijos, pero apenas y se volvía a inundar de luz la tierra que visitaba, se marchaba para regresar, algún día, solo para tomar sus vidas.

Solo consideraba hijas a dos seres que había adoptado; a la Orden Negra, hubo una época en que los consideró igual, no obstante, ellos ya no necesitaban de su constante instrucción, y tampoco se le antojaba empezar de nuevo con el arduo trabajo de mentor por Loki.

Su misión sería buscar el Teseracto en Midgard, a cambio podría gobernarlos temporalmente. Le daría lo que tanto anhelaba, le daría por fin un trono en el cuál sentirse soberano.

Sabía lo que había ocurrido en Asgard, tenía la ventaja a su favor, lo consideraban muerto y el camino estaría despejado para el Jotun. Le causaba cierta gracia su tamaño peculiar para tratarse de un gigante de hielo, su lado científico deseaba investigar el motivo de su mutación. Al menos, Loki tenía algo en común con él, ambos sufrían una mutación genética.

Cuando lo tuvo en su laboratorio, lo recostó en una camilla especial para realizar las pruebas necesarias; extrajo un poco de su sangre y la analizó. Para saciar su curiosidad por completo tenía que matarlo, pero encontró más útil permitirle vivir.

Notó movimiento en sus brazos a mitad de las pruebas y al verlo abrir los ojos con lentitud, supo que había hecho lo correcto.

Thanos era consciente de lo que provocaba, su tamaño impresionante, su fuerza descomunal y su rostro un tanto desfigurado, no era agradable tenerlo de frente, y sonrió al hechicero que tembló ante su presencia.

Su cuerpo entero estaba atado con fuertes correas y ni siquiera podía protestar porque un bozal de metal ahogaba sus protestas.

Al debilitarse su cuerpo, su verdadera forma fue cediendo ante el hechizo y su piel pigmentada de color azul —con algunas líneas surcando en ella—, sus ojos escarlata penetrantes de odio, relucieron exponiendo su origen. Gracias a ello, Thanos le concedió el beneficio de la duda.

—Seres más fuertes que tú han estado en el lugar que ahora ocupas —le informó con el semblante imperturbable—. No intentes escapar, ambos sacaremos provecho de esto, ahora quizá no lo comprendas, pero eventualmente lo harás. —Dicho esto se alejó de su campo visual.

El hijo de Laufey apretó los párpados para mentalizarse de lo que vendría. Imaginaba que lo abriría como cualquier criatura corriente, que no tendría compasión para aplicarle alguna especie de anestesia y así evitar el dolor que le produciría. Con el aspecto del laboratorio, no tenía la esperanza de que algo bueno pasara.

—Quiero asegurarme de que tu apariencia solo es un engaño —escuchó su voz por encima de su cabeza.

Sintió como la presión cedía a su alrededor, pero se sentía tan débil que no logró erguirse.

—Ahora, te quitaré esto y tú tienes que prometer que no te contendrás al gritar.

Tal como prometió, se deshizo del bozal y Loki reuniendo todas sus fuerzas intentó apartarlo con un empujón, pero sus muñecas fueron presas por la mano del Titán.

—Para no ser más que un muchacho, tienes agallas —admitió suprimiendo una carcajada—. Yo me quedaré aquí estudiando tu sangre y el motivo de tu mutación, mientras tú vas a dar un paseo con mis sirvientes.

Como esperando esas palabras, unas criaturas abrieron la puerta y se acercaron hasta ellos. Sin soltar sus muñecas lo levantó de la camilla y lo aventó contra aquellos seres oscuros que lo atraparon antes de que su cabeza se estampara en el suelo.

Loki apretó los dientes con fuerza y se dejó arrastrar por dos pares de brazos. Se sentía mareado y desorientado, pero comenzó a pensar fríamente. Aquellos sirvientes eran mejor que Thanos y encontraría el momento de deshacerse de ellos. Poco a poco controló su respiración y aquellos zumbidos en sus oídos desaparecieron. Sus piernas no tenían la fuerza necesaria, pero su mente cobraba lucidez con rapidez. Lo estaban llevando a la parte trasera de la nave, quizá lo arrojarían de nuevo al vacío, o quizá lo dejarían caer en algún lugar en específico. Alguien lo sujetó por la capa que aún conservaba y al abrirse las puertas lo lanzó fuera de la nave. «Lucha», escuchó en un idioma que apenas logró entender antes de tocar el suelo.

La nave se alejó con lentitud, permitiéndole creer que lo dejarían a su suerte, pero el ambiente hostil no le auguró nada bueno. Seguía bocabajo, aspirando la tierra del planetoide donde fue a parar, ninguna estrella estaba lo suficientemente cerca para alumbrar y permitirle distinguir algo con claridad, más cuando la única fuente de luz retrocedía con sus captores abordo, aunque lograba identificar unos bultos a su alrededor, tal vez eran piedras o los cimientos de una civilización que fue destruida.

Con dificultad se puso en pie e intentó acostumbrar su vista a la oscuridad, agudizó sus sentidos tanto como le fue posible. Permaneció quieto unos segundos, hasta que por fin decidió avanzar, apenas llevaba unos pasos cuando escuchó un feroz gruñido. No tenía idea de a qué se enfrentaría, utilizar su magia sería la última opción, no podría sostener una ilusión por más de lo que dura un parpadeo. Su cuerpo se sacudió del miedo e intentó calmarse.

La nave de Thanos estaba lejos de su alcance, pero seguía ahí, como listos para observar la función en la que sería partícipe.

Cansado de mantenerse quieto dio un paso, pero antes de dar otro algo se subió a su espalda derribándolo. Identificó por el rabillo del ojo las fauces de lo que parecía un perro galáctico. Pronto el ruido de varias patas lo rodearon. Estaba perdido, no tenía forma de luchar contra aquellas bestias. Su instinto le ordenaba que saliera de allí, pero incluso, regresar con Thanos no era mejor opción. Una mordida en su hombro le recordó que quedarse tirado no evitaría que lo despedazaran. Gritó de dolor y eso alentó a las demás bestias a acercarse para devorarlo.

Antes de entrar en pánico decidió utilizar su única carta.

Logró crear una ilusión de un perro más grande y cuando las bestias salieron en su encuentro aprovechó para correr en dirección contraria. Tropezó y aprovechando el desliz, buscó con desesperación una piedra o una rama con la cual defenderse, pero no había más que polvo y pequeñas rocas a su alcance que no le serían de utilidad. Maldiciendo se levantó y siguió corriendo, cuando uno de los perros con furia se aventó contra su ilusión, esta desapareció.

En ese momento se agotó su ventaja.

Tenía que encontrar un lugar en el cuál esconderse, tenía que seguir pensando cómo salir con vida, pero antes de siquiera armar un plan, ya estaba de nuevo en el suelo con las bestias gruñendo encima de él. Por más que intentó protegerse lograron hincar los colmillos en su piel arrancando pedazos de carne. Los gritos desgarradores que emitió, estaba seguro, llegarían hasta los oídos del Titán; odiaba darle el gusto, pero odiaba más estar muriendo.

En seguida los perros estaban bañados en su sangre y tuvo una idea. De algún rincón de su atormentada mente surgió una luz y de sus labios escaparon unas palabras que junto con la energía que desprendía su líquido vital se combinaron ocasionando que las bestias comenzaran a incendiarse. El propio Loki también se quemaba vivo, pero al menos moriría intentando defenderse.

[...]

Cuando regresó en sí, estaba tumbado en el suelo.

No había nada que impidiera que escapara, excepto que su cuerpo estaba destruido y le sería imposible hacer más que permanecer así.

—Muchacho —su voz resonó en las paredes de metal—, no fue la estrategia que yo habría elegido, pero al menos utilizas lo que hay dentro de tu cráneo.

—Deja... déjame... —pronunció con dificultad provocando una tos que le hizo expulsar más sangre por la boca.

Thanos lo observó esperando que continuara, aunque sabía que en su actual estado no lograría más.

—Se me ocurren un par de mejoras cibernéticas para aumentar tu resistencia física, podrías ser una excelente arma —se detuvo frente a Loki—. Debes sentirte patético después de casi morir por unas simples criaturas. No eres más que una sombra a comparación del ser que te adoptó y del hermano que tanto desprecias.

Loki asestó un golpe con el puño cerrado en el piso.

—Tienes que pararte en el límite, tienes que avanzar y entender que tus pies ni siquiera están tocando tierra, que estás cayendo... —tomó al jotun por los cabellos para alzar su cabeza—, algo me dice que conoces esa sensación, pero hace falta más de un intento para que despiertes y veas la realidad.

[...]

Hizo falta tres días para que sus heridas sanaran de forma natural. Al cuarto día, lo llevaron a otro lugar.

Ya no tenía ganas de resistirse, su espíritu había menguado.

Lo acomodaron en una silla y ataron sus extremidades. Las criaturas oscuras se marcharon y después de unas horas pareció Thanos frente a él.

—Todavía estás parado en el borde, es hora de que comiences a caminar aunque no haya camino que seguir —su tono de voz carecía de ironía, en cambio, denotaba indiferencia a su situación lamentable—. Arriba de tu cabeza se encuentra una magnífica especie descendiente de la serpiente de Midgard, una pequeña cantidad de su veneno es mortal incluso para ti, pero sé de buena fuente que puedes hacer algo al respecto... Intenta sobrevivir hasta mi próxima visita.

Una trampa se abrió en el techo y la serpiente descendió por una de las puertas dobles, quedó colgando con su cabeza justo por encima de la de Loki.

El réptil silbó y de sus colmillos chorreantes de veneno cayó una gota que fue a parar al rostro del Jotun.

Se retorció del dolor y el Titán lo observó con desinterés. Loki se contorsionó con desesperación al recibir una nueva gota de veneno en su mejilla izquierda.

—Utiliza tu fuerza para sanar, ya te dije que escapar será en vano, las cadenas que te sujetan le darían problema hasta al Padre de Todos —le aconsejó antes de dar media vuelta y marcharse.

«Espera, regresa, ayúdame», estuvo tentado a suplicarle, pero su orgullo no se lo permitió, y su lógica le advirtió que de Thanos sería el último ser de quien recibiría clemencia.

Escuchó otro silbido y el ardor en su frente que provocó la pequeña gota que descendió por su nariz hasta impregnarse en su barbilla le hizo ahogar un grito.

Deseaba maldecir, pero cada que el veneno hacía contacto con su piel, ya estaba mandando energía a la zona para curarse.

—¡Ahh! —exclamó cuando la criatura dejó caer de sus colmillos más líquido del esperado—. ¡Basta! —pidió con la garganta seca.

«Ya basta, basta», pensó sintiendo que en cualquier momento se desvanecería, sin embargo, el terrible dolor le impedía perder la consciencia.

Los minutos pasaron, tal vez fueron horas, quizá días, no lo sabría. Él lo sentía como milenios, ya no podía más, ya no quería continuar ahí; en toda su existencia, nunca había sufrido tanto.

Sentía que su piel se derretía y sus intentos por aliviarse, solo evitaban que tiras se desprendieran de su rostro.

—¡Thor, Thor! —gritó al borde de la locura.

Cuando todos sus pensamientos se nublaron y su cordura desapareció, fue lo único que permaneció.

Él no te salvará, nadie te salvará.

Escuchó una voz susurrar en su oído, pero no le importó.

—¡Estoy aquí, Thor! —ignorando el hecho de que la distancia hacía imposible que sus gritos llegaran hasta el æsir, siguió aferrado a la única luz que conocía—. ¡Thor, Thor! —expulsó su nombre con una fuerza asombrosa.

No lo necesitas.

—Thor... —dijo con su último aliento y llorando por su tormento.


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