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Excusas en tinta por Ilusion-Gris

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Doctor Erik Selving, astrofísico. Fue este el hombre al que S.H.I.E.L.D. recurrió para investigar y estudiar el Teseracto.

Lo había visto antes, junto aquella mortal llamada Jane Foster.

Un amigo para Thor, una herramienta útil para él.

Ahora estaba frente a Nick Fury, en alguna instalación remota de investigación y articulando alguna clase de chiste que no logró ningún efecto en el director —y desde su perspectiva— sería casi imposible conseguirlo. Aquel parecía un hombre con un sentido del humor más mordaz.

—Me contaron de la situación en Nuevo México —habló ignorando su anterior intento de broma, y acercándose hasta al doctor, expresó—: Su trabajo impresionó a gente más inteligente que yo.

—Tengo buenos colaboradores —respondió borrando con lentitud la sonrisa afable que surcaba su rostro—. La Teoría Foster, el portal a otra dimensión. No tiene precedentes —dijo adquiriendo seriedad—. ¿No es así?

El hombre se giró y comenzó a caminar, siendo seguido de cerca por el doctor.

—La leyenda nos dice una cosa, la historia otra. —Lo guió hasta un maletín de metal que descansaba sobre la mesa colocada a mitad de pasillo de forma estratégica—. Pero de vez en cuando encontramos algo que pertenece a ambas cosas. —Abriéndolo ante su atenta mirada, una extraña luz azul emanó de lo que parecía un cubo.

—¿Qué es? —preguntó con cierta desconfianza.

—Poder, doctor —contestó con orgullo—. Si averiguamos cómo explotarlo, quizá sea poder ilimitado.

Había duda en su rostro, aún más en su corazón y Loki convencido de que no encontraría mejor oportunidad, se convirtió en la voz de su razón:

«Supongo que vale la pena estudiarlo», susurró.

—Supongo que vale la pena estudiarlo —imitó el doctor Selving y sonrió.

• • •

Ese día al despertar, lo hizo de forma brusca y difusa; estaba bañado en sudor, con algunos cabellos pegados a la frente y la respiración errática.

Solía dormir con un pantalón holgado y con el pecho al descubierto. Dentro de su habitación el clima era agradable, le bastaban las sábanas para cubrirse en caso de sentir frío, pero últimamente, cuando abría los ojos se sentía afiebrado y lamentaba no tener una cobija más gruesa a la mano.

Había considerado visitar a los curanderos, pero en el transcurso del día el malestar se esfumaba, dejándolo como una pesadilla que experimentaba solo entre sueños. Y aunque lo intentaba, sabía que había algo más, pero no lograba descifrarlo y nadie podía culparlo. Había pasado por mucho en los últimos años, un evento caótico detrás de otro.

Estuvo a punto de convertirse en rey de Asgard, casi provocó una guerra con Jotunheim, fue desterrado a Midgard; Loki le mintió diciendo que por su culpa Odín había muerto, que su madre lo odiaba, que todos lo odiaban; luego encontró el amor en aquel frágil mundo, descubrió que su hermano quería matarlo, tuvo que abandonar a Foster; luchó contra Loki, el mismo hechicero le dijo que no eran hermanos, pero en eso momento no le creyó; destruyó el puente Bifrost, perdió a su hermano y Odín le confesó la verdad, Loki era un gigante de hielo. Ahora debía continuar, aparentando que nada de eso le afectaba, que al cerrar los ojos tan solo tenía inconvenientes para conseguir un buen descanso, que los días no le pesaban en la espalda y que sobre todo, se preocupa solo por el bien común y no por sí mismo.

Pasara lo que pasara con él, debía ser una respuesta a todo el estrés al que fue expuesto en tan poco tiempo, al dolor y la pérdida.

[...]

—Escucha —Sif lo observó con los puños cerrados frente a su cara, en guardia—. Quiero tu mejor golpe —lo desafió y en su mirada no hubo ni un atisbo de burla.

Obedeciendo lanzó la espada que blandía al suelo —ni siquiera estaba en sus planes utilizar Mjolnir en combate contra cualquiera de los suyos—, le concedería lo que pedía e imitó la posición de la guerrera.

Su estilo era más agresivo, utilizaba brazos y piernas al máximo, se impulsaba con toda la fuerza que poseía para que un solo golpe destruyera lo suficiente para no tener que dar otro. Por ello, con Sif controlaba más sus movimientos para no mandarla a volar en los primeros segundos, en cambio se volvía más analítico, prediciendo y anticipándose a su ataque, canalizando la energía —no por ello sencillo—, cuando estaba más acostumbrado a lo contrario.

—Diría lo mismo, pero tú nunca te has contenido por mí —no pudo evitar sonreír cuando la vio lanzarse de lleno para golpear su rostro, impaciente por comenzar.

Thor fue más rápido y la tomó de la muñeca justo antes de que su puño impactara en su quijada, pero la æsir tenía otra intención y aprovechando que la mantenía sujeta, se balanceó y golpeó su costado con una patada certera.

El príncipe la soltó y girando consiguió ganar distancia, ella volvió a repetir el ataque, pero en esta ocasión él logró agacharse, y antes de darle tiempo de recuperar el equilibrio, le asestó un puñetazo en el estómago que provocó que se doblara, pero enseguida con su brazo izquierdo, y tomándolo desprevenido —pensó que tomaría un poco de tiempo para reponerse—, volvió a lanzar un tercer ataque, por acto reflejo consiguió que sus rodillas se doblaran y cayó al suelo, Sif había empleado tanta fuerza que el rápido movimiento ocasionó que diera media vuelta quedando a espaldas de su oponente, Thor estuvo a punto de aprovechar y darle un puñetazo, pero en el último instante cambió de opinión y apoyando sus brazos en el suelo estiró su pierna para golpear las de la guerrera.

Se escuchó cuando cayó al suelo y una nube de polvo se levantó a su alrededor.

Había caído con todo el peso en su hombro y pierna derecha, todavía le costaba respirar por el puñetazo que recibió en el estómago, pero no se rendiría hasta conseguir derribar a Thor, giró para levantarse, sin embargo no fue capaz de realizar ningún otro movimiento.

El hijo de Odín se encontraba sobre ella, colocó una mano en su hombro y la empujó para que su cara quedara contra el suelo.

La æsir estuvo a punto de quejarse, pero sintió la respiración del contrario en su cuello, muy cerca de su oído.

Thor comenzó a sentirse extraño; el cabello negro, suelto sobre su espalda —se había liberado en algún punto del combate— y la piel blanca haciendo el perfecto contraste.

No, definitivamente ya no tenía a Sif debajo de él, era alguien más, un ser más grande y con la espalda más ancha.

Estaba tan confundido que su agarre cedió y el otro dio media vuelta.

—Yo... —«necesito un segundo», quiso decir, pero sus palabras murieron en sus labios cuando unas manos alcanzaron sus mejillas.

Sintió el roce de unos dedos largos y finos, que lo tocaban con tanta familiaridad que no fue capaz de detener su toque.

Había algo, algo en la situación en sí, combate cuerpo a cuerpo, terminar uno encima del otro, con la adrenalina el tope, con unas ganas terribles de hacer el contacto más íntimo, que ya había experimentado antes.

Apartó una de las manos de su rostro, la alejó para observarla; uñas negras y brillantes, las venas que contrastaban en aquella piel tan pálida, sintió la necesidad de entrelazar sus dedos con esa mano y al enfocar su vista al ser que todavía estaba debajo de él, se encontró la sonrisa de unos finos labios acercándose a los suyos. Por un instante le pareció ver el destello de unos ojos verdes, pero se perdió totalmente cuando su boca fue sellada con los labios ajenos, en un beso feroz que estaba ansioso de llegar más lejos, con un hambre que no recordaba que tenía, y tomando del cuello a aquel ser que podía sentir sonreír contra su boca, profundizó el beso metiendo la lengua e invadiendo la boca que correspondía con desesperación su acción.

«Loki, Loki», gritaron sus sentidos, su tacto, su olfato, definitivamente, tenía que ser Loki, nadie más que él podía estar tan necesitado de aquel contacto.

Se incorporó un poco para darle paso a las piernas que no perdieron tiempo y se enredaron en su cintura. Acarició con deseo la espalda de Loki, colando sus manos debajo de su traje. Sintió su espina dorsal en la punta de sus dedos y la cintura delgada, podría estar más concentrado en los movimientos de sus manos, pero su atención se enfocaba en no perder el ritmo que se habían impuesto en los labios. Loki estaba mordiendo su labio inferior, estirándolo y sonriendo en el proceso, Thor quería que fuese más serio e intentaba detenerlo, pero le encantaba su juego, le fascinaba como mantenía el control al tomarlo con firmeza por la nuca, balanceando la cadera, adelante y atrás con una naturalidad que solo indicaba que así debían estar, cerca, lejos, dentro, fuera, y su cabeza daba mil vueltas.

«Oh, Loki», rogó por fin su mente, sus dedos apretaron con fuerza la piel de su cintura y después... Nada.

—Thor, Thor —escuchó que lo llamaban, pero era un murmullo que apenas lograba entender.

Sif intentó levantarlo, pero pesaba mucho más de lo que jamás imaginó y pensó que sería mejor ir a pedir ayuda que arrastrarlo hasta encontrar a alguien.

Estaba hecha un desastre, no sabía cómo, pero había terminado sobre Thor en medio de un beso desenfrenado y de la nada el hijo de Odín se desplomó en el suelo, como si de pronto toda la fuerza le hubiera sido drenada.

Arregló su cabello con prisa y corrió en busca de alguien que le ayudara a llevar a Thor con los curanderos.

[...]

—¿Qué sucedió? —cuestionó Fandral en tono demandante en cuanto llegó.

A unos metros, Volstagg y Hogun se apresuraron para escuchar.

—No sé, estábamos luchando cuando de pronto se cayó, no sé qué pudo pasar, yo... —farfulló.

—¿Se golpeó la cabeza? ¿Golpeaste tú su cabeza? —interrumpió para que la guerrera dejara de divagar.

—Te digo que no sé, no recuerdo siquiera un golpe especialmente peligroso que le haya dado, más bien fue al revés, yo estaba recibiendo una paliza —explicó bastante preocupada, no se atrevía a confesar lo que había ocurrido, porque ni ella lo entendía y casi podría apostar que Thor no estaba en sus cinco sentidos cuando correspondió su beso.

Ella estaba boca abajo cuando lo sintió muy cerca, al girar descubrió que la contemplaba con cierto anhelo, como si un deseo poderoso se hubiera apoderado de él, ella probó su suerte y acarició su rostro, en un segundo sintió que su actitud había cambiado, parecía ajeno a todo lo que lo rodeaba, a todo menos a ella, y ya se estaba acercando a sus labios cuando razonó lo que estaba por hacer.

Sabía que no era a ella a quien quería, Thor había dejado muy claro que parte de su corazón se había quedado en Midgard, con aquella mortal que había conseguido lo que ella en mucho tiempo solo había soñado.

—Lo lamento —se disculpó el espadachín al notar que la expresión en su amiga se contraía—. Estará bien, seguramente, se exigió más de lo que pudo soportar. En algún momento su cuerpo le cobraría factura.

Sif asintió y bajó la mirada.

Los cuatro continuaron esperando fuera de la sala de curación por nuevas noticias, hasta el momento solo Odín y una æsir que se encargaba de examinarlo sabían lo que ocurría con Thor.

Nadie tenía idea de lo que había pasado en realidad.

• • •

A la distancia, escondido, observaba los movimientos del humano que se encargaría de facilitar su entrada a Midgard.

Poco a poco las heridas en su cuerpo se reponían, su piel sanaba, y su energía incrementaba, necesitaría de mucha para lograr cruzar el portal que se abriría gracias al Teseracto. Él lo lograría con el cetro que le dio Thanos, pero para controlarlo requería más tiempo, seguía débil. 

Aparecer junto al doctor Selving ya le suponía ciertas dificultades, debía ser paciente para conseguir lo que deseaba.

Solo debía esperar a que las piezas fuesen colocadas para comenzar a moverse.

Notas finales:

¡Mil gracias por leer!


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