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The Secret por Jack Neptune

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Notas del capitulo:

¿Sorpresa?.Vuelvo a actualizar temprano, mi mente está muy activa...así que aprovecho la inspiración.

Disfruten el salseo...

En el jardín trasero de La Muerte Nómada, el “sacerdote” y el líder del círculo de brujas hablaban de las otras piezas sin mover de su plan. No solo consta de obtener el Orbe Hecático sino de otros factores que hay que ejecutar para que el plan salga perfecto. Altair le contó sobre su parte del plan, “el lavado de cerebro” y evitó la charla que tuvo con la misteriosa Samantha, ya que ella literalmente le cortaría la cabeza o lo quemaría en una hoguera.

― Perfecto, el mantener a la mayor cantidad de gente apartada del plan con tus misas es suficiente― Aquel rubio cuarentón con su smoking marrón de corbata negra caminaba junto al de ojos oscuros con su típica túnica negra.

― Gracias, es más fácil de lo que pensé, mis otros colegas ya se encargan de difundir la palabra por varias iglesias del mundo.

― Por otro lado, ¿Descubriste la fuente de energía de los observatorios?

― Sí, está debajo de cada uno, es un extraño artefacto…como una estrella dentro de un frasco de cristal, pero cuando intenté robarlo empezó el protocolo de defensa. No sabía que contaba con uno, y debido a eso se apagó automáticamente y unas láminas de hierro encantado rodearon aquel frasco.

Uno que otro cazador pasaba por los alrededores, saludando con respeto a su líder. Mariposas blancas rodeaban todo el místico jardín, ambos pasaron cerca por aquel laberinto que guiaba al Oráculo.

― Entiendo― responde pensativo― ¿Alguien intentó ayudarte?

― Por supuesto, Lorelei. Ella estaba en Londres en aquel momento, También investigó aquel  Mirador.

― Me extraña que ella salga de Alemania― muestra pura impresión― Bueno por lo menos ya sabes la ubicación de la fuente de energía. Necesito que consigas un tercero y este se encargué del Mirador de Londres y Lorelei el de Berlín. Es preferible que cada quien esté en su país nativo.

― Yoru podría encargarse,  está allá por sus vacaciones.

― Ni se te ocurra enviarlo, él es una pieza importante, si lo descubren estaremos en problemas. Ya te dije que busques a otro.

― Entendido, aunque Jefe…la razón por la cual está eligiendo esas tres ciudades es por la…― no terminó de hablar cuando el rubio ya estaba asintiendo con una sonrisa.

― Así es, esas tres ciudades con sus respectivos observatorios sin funcionar…será magnifico el resultado.

― Siempre tan inteligente Señor Morrow. ¿Hará lo mismo con el de Hong Kong, Seúl y Tokio?

― No por los momentos, ya tenemos que lidiar con un Zodiaco, no tendremos otro en nuestros planes, así que… ¿cuento contigo?

― Estaré encantado― sonríe como demente mientras su acento francés se afinaba más.

― Bien, si me disculpas, haré una llamada― se marcha hacia su despacho.

El Sacerdote ve a su jefe marcharse, luego se dirige a la entrada del círculo donde una limusina negra le esperaba, el chofer le abre la puerta y Altair entra tranquilamente para acomodarse en el sillón. En el pequeño bar que había, ahí le esperaba una botella de Cointreau el cual rápidamente vertió el licor en una copa; el auto empezó a moverse y el de cabello oscuro bebía con clase tomando el teléfono fijo de la mesita del frente y marcando un número. Repicó algunas veces hasta que cayó.

― Oui, Monsieur Altair?― responde la voz de una mujer de la otra línea.

― S'il vous plaît, informez Mademoiselle Lorelei de me rencontrer dans Le Berceau de la Sirène.

―  Avec plaisir, vous est-il proposé autre chose?

― Passez-moi immédiatement…― se pensó un poco a la persona― avec Monsieur Dumont― Estaba seguro que ese hombre le daría mas información sobre cazadores.

― Compris, Monsieur Altair― la chica ya estaba haciendo la transferencia de llamada. Pocos segundos después ya se escuchaba la voz de un hombre.

 

Los dioses habían hecho un trayecto algo largo, hasta encontrarse una cueva debajo de un hermoso árbol de abedul de gran altitud, el cual posaban hermosas flores y mariposas de múltiples colores. Sus raíces cubrían la mayor parte de aquella cueva de forma circular.

― Llegamos― señala Dionisio la entrada de piedra.

― Es un lugar algo llamativo― Artemisa inspeccionaba con la mirada aquel lugar de arriba a abajo.

― Buen lugar para un Oráculo― agrega Hermes irónico.

Un cuervo se encontraba en la rama de un alto árbol, vigilando a nuestros dioses.

― No escucho lo que dicen― se quejaba Nix, la cual usaba su esfera de invisibilidad acompañada de las otras dos diosas.

― Tal vez podemos acercarnos un poco más― opinó Asteria tratando de ocultar su adrenalina y curiosidad, ella se encontraba detrás.

― Sería una mala idea, podrían captar nuestra esencia.

― Nike, ya te dije que mi esfera bloquea la esencia del portador, o sea nosotras― la diosa de la noche se acercaba poco a poco seguida de las otras dos.

 

El grupo de dioses se encontraban en toda la boca de la cueva, observando el misterioso silencio y la terrorífica oscuridad que de esta emergía.

― Bueno, allá vamos― Indecisa, Afrodita fue la segunda en entrar, Dionisio iba adelante guiando el camino.

Un viento sopla de repente el gran árbol moviendo las hojas a su merced, curiosamente la corriente de aire iba en zigzag y en dirección a una rama cuyo cuervo se encontraba, poco después la querida Eris aparece y se sienta en la rama con las piernas cruzadas.

― Supongo que es hora de entrar en acción de nuevo― observa a su cuervo y él hace lo mismo― Y al parecer tenemos compañía― observa debajo de ella una curiosa esfera transparente la cual se movía muy despacio.

El cuervo soltó un graznido y voló libremente hacia detrás del hermoso árbol, Eris solamente sonríe para luego desaparecer.

 

Todo el grupo entró a la cueva de uno en uno, al hacerlo, varias bolas de fuego azules se encendían por las estrechas paredes iluminando tenuemente el largo camino. Caminaron aproximado diez minutos y un aroma a incienso se impregnó en ellos. Llegaron a una cámara circular totalmente oscura, pero se podía divisar una figura en el medio de esta.

― Bienvenidos― dice la voz de una mujer.

Actos seguido, partículas de luz empiezan a manifestarse, alumbrando tenuemente la habitación, podían percatarse que las paredes estaban llenas de enredaderas y una mujer en el centro, con un largo vestido negro de encaje con un velo del mismo color y diseño, solo se podían observar esos ojos rojos como la sangre detrás del velo. Al parecer, la chica estaba montada en algo grande, pero el vestido cubría todo el espacio.

― Seremos directos, necesitamos información― habla rápidamente Ares.

― Lo sé, por eso están aquí― la chica responde con ironía pero teniendo un tono neutral a la vez― pero antes, necesito algo a cambio.

― ¿Qué quieres?― opina Artemisa.

― Una bendición por supuesto, con una sola será suficiente―su tono pasa a uno similar al ronroneo de un gato.

― Yo lo haré, ¿Qué deseas?― Afrodita se ofrece, dando un paso adelante. Ella tanto los demás querían irse rápido, no iban a levantar sospechas en la academia. Y también, porque haría lo que fuera por su amiga.

― Bueno…― se pensó la pregunta mientras se movía lentamente― Quiero ser…protegida, obtener la protección de la Madre Luna.― La petición sorprende a todos, en especial a la rubia.

― ¿Por qué quieres energía lunar?― cuestiona anonadada la de ojos verdes, también acercándose.

― La energía lunar incrementa los poderes psíquicos― se excusa rápidamente― y además necesito protegerme de cualquier persona que quiera atentar con mi vida, ¿no han oído casos de personas que raptan o asesinan Oráculos por sus poderes?

― Muy bien― la pelirroja acepta a punto de dar la bendición.

― Espera Afrodita― Hermes la interrumpe― ¿No es mejor que Artemisa le de la bendición?

― No, las bendiciones de Afrodita son más poderosas― habla el Oráculo.

― ¿Es enserio? ¿Le vamos a dar un precio tan alto a ella solo por una lectura?― Apolo lucía molesto e irritado― les dije que podemos usar el Oráculo de Delfos.

― Hermes, Apolo, basta por favor― dice Artemisa con tono serio sin mirarles la cara― No tengo problemas que elija a Afrodita, y tengo fe en este Oráculo, hay mucho poder en ella― suelta con tono dulce― Afrodita, prosigue.

La susodicha asiente y luego observa a la extraña mujer del velo negro…

― Pero hay una condición, el poder de la bendición depende de la fase lunar, en luna nueva serás débil y tu protección aumentará seguido los días hasta su punto máximo en la luna llena…pero solo hasta medianoche obtendrás la invencibilidad.

― Me parece perfecto― podía notarse desilusión en su voz.

― Hecho― la diosa del amor chasquea los dedos y después abre su mano, de la palma, una rosa emerge y crece hasta que sus pétalos florecen al cien por cien. Su color rojo era místico y tenía cierto brillo, una tenue luz rojiza-violeta. La arranca de su mano y se la otorga a la otra― Y por supuesto, cuídala muy bien, es frágil… si se rompe o se marchita, pierdes la protección.

― Será un placer― la mujer muestra su mano, blanca como la nieve y con las uñas rojas carmín, toma la rosa y la esconde en su vestido.

― Es nuestro turno, supongo― esta vez habla Dionisio― Queremos saber que trama la antigua diosa lunar, Selene y ¿por qué invade nuestra escuela?

―Bien― El extremo del vestido negro se mueve y su pie tan blanco como porcelana sale de este, lo sube y el vestido destapaba un extraño objeto circular y plano. Las partículas de luz que pasaban por ahí iluminaban el objeto…un espejo, el cual mostraba la sombra de los dioses.

El espejo brillaba con intensidad, siendo algo molesto para la visión y poco después una imagen proyectaba… la mujer de la corona lunar, corriendo por los pasillos de la institución rumbo al jardín este, donde se encontraba un lago, al acercarse toma una exótica flor blanca que iluminaba todo a su paso. Al arrancarla, solo se va de allí.

― La Luna busca una flor, que le devuelva el honor. De aquella era pasada, donde su luz era inmaculada― añade la misteriosa mujer.

― ¿Eso es todo?― Apolo fue golpeado por su hermana.

― Gracias por su ayuda, chicos nos vamos― ordena Artemisa para luego salir de aquel lugar, seguido de los chicos. Esa lectura, estaba afirmando la teoría que andaba por su cabeza.

 

Las tres espías claramente escucharon gracias a la magia de Nix…

― ¿Qué significará esa lectura?― pregunta Nix curiosa.

― Supongo que hay que interpretar― responde Nike sin más.

― ¿Por qué siempre hacen las lecturas en poesía tan extraña?― se quejaba la diosa de la noche.

Mientras que, Asteria tenía un lapsus mental. Esa predicción tenía algo extraño… “eso no fue lo que vi yo”, pensó ella.

No muy lejos de ahí, una lechuza blanca se posa en la rama de un árbol, mirando aquella cueva mística. Pronto emprendió vuelo a esa dirección.

 

― Espero que esa información nos sirva de algo― Hermes parecía intrigado por aquella lectura, ya tenía algunas teorías en su mente.

― Claro que sí― Dionisio le pasa el brazo por el hombro― ¿acaso no confías en mi palabra?― sonríe.

― Realmente no, a veces el alcohol afecta tu cerebro y tus palabras tienden a carecer de base.

― Oye, eso me ofende. ¿Siempre eres así de cortante?―  el de ojos morados coloca una mano en su pecho, finge sentirse ofendido mientras se acerca más al chico.

― Solo cuando me buscan― rodea los ojos y aparta la cara cuando siente las  tibias exhalaciones del otro.

Detrás de todo, la pareja de pelirrojos veían la conducta de ambos chicos intrigados.

― ¿Acaso esos dos son?...

― No lo sé, pero ¿Estás pensando lo mismo que yo Ares?― sonríe pícara.

― Por supuesto, aunque sean una rara mezcla…veamos que pasa después.

Y delante de los demás dioses, se encontraban los mellizos.

― Solo quiero regresar y dormir un rato, además prepararme para la fiesta del domingo― dijo la rubia antes que su hermano dijera algo.

― Entiendo― dice sin más, pero en el fondo pensaba en consultar a su Oráculo personal. Pero era un viaje largo, aún así lo haría por su hermana.

 

Grande fue la sorpresa de nuestros dioses, que al salir, los esperaba una presencia no muy buena para ellos…

― Pero mira lo que tenemos aquí― Atenea sonríe con malicia.

― ¿Qué se supone que haces aquí?― pregunta seria Artemisa, siendo la que estaba más cerca.

― Dando un lindo paseo, ¿Y que se supone que hacen ustedes aquí?

― Eso no te incumbe, ya te lo dije― Afrodita se acerca como gata apunto de atacar― Metete en tus asuntos.

― Relájate un poco, ¿quieres?, solo quería preguntar, me imagino hicieron algo curioso… ¿no es así, Dionisio?― se fija en el chico.

― ¿A qué te refieres?― pregunta sorprendido este.

―Vamos, dime qué fue lo que hacían aquí― los ojos de Atenea destellaban una luz verde oscura haciendo juego con sus iris.

Los ojos de Dionisio perdieron su color y entró en un extraño trance, su cuerpo no respondía a sus llamados. Y como si nada, su boca se movió sola.

― Fuimos a un Oráculo para preguntar sobre Se…

Antes que el chico dijese algo más,  un golpe agudo y rápido había llegado a la mejilla de Atenea, generándole ardor y algo de enrojecimiento con sangrado, el látigo de espinas volvía a su dueña, Afrodita…

 

 

El jefe de la Muerte Nómada entraba en su despacho acomodándose la corbata, del bar tomo una botella de Coñac y se sirvió en un vaso con hielo que había cerca. Tomó de la bebida y la quemazón bajaba por su garganta mientras se dirigía a su escritorio.

 Marcó un número aleatorio en su teléfono fijo y la llamada empezaba a repicar. El hombre  estaba cien por ciento seguro que la persona atendería el teléfono, y quería ver la cara del receptor cuando supiera quien lo estaba llamando. El pensar en esto, una sonrisa se forma en su rostro.

 

La chica bebía de la taza de café, la cantidad de cafeína y lo caliente que estaba la reconfortaba. Solo había pedido eso, un café común. No le gustaba ese café el cuál le agregaban Vodka, “¿A quién se le ocurre tal barbaridad?” pensaba ella. Leía el periódico del día, las letras las entendía a la perfección aunque no fuese nativa. El encabezado era típico del día a día: “El Vaticano rechaza rotundamente que se instale una escuela de magia cerca de la ciudad”. Entró en la primera sección, “Mutantes vuelven a hacer estragos en varias ciudades del mundo”. El artículo le pareció interesante, lo leyó y quedó fascinada…al igual que los brujos, los mutantes también sufrían rechazo. Una confrontación en Auckland, Nueva Zelanda. Dejó a varios heridos y posibles muertos.

Fijo su mirada en una de las mesas más apartadas del bar, dos chicos rubios de ropajes negros, la observaban disimuladamente. Ella se fijó en esto, la espiaban desde hace rato, ella no sabía por qué…no llevaba ninguna prenda llamativa. Solo su abrigo largo gris y sus botas de tacón grueso negras aterciopeladas hasta las rodillas, con una simple blusa blanca y pantalón marrón que el abrigo escondía.

 Leyó el periódico con total naturalidad, cuando terminó, sacó del bolsillo izquierdo del abrigo el efectivo y lo dejó en la mesa junto al periódico. Se acomodó sus guantes negros, se  dispuso a salir y sacando del  otro bolsillo los lentes de sol para ponérselos e irse de una vez de aquel bar.

La chica caminaba con las manos en los bolsillos, se encontraba en una calle totalmente gris con sus altos edificios y el cielo lleno de nubes, el frío era algo abismal pero la chica no le incomodaba. Sin duda un paisaje algo deprimente. Llegó a una esquina y la siguió girando a la izquierda, después de cruzar a la otra acera. Pasó por una estación de teléfonos públicos y curiosamente uno empezó a sonar, se detuvo observando la cabina y miraba a todos lados, pero nadie parecía importarle el teléfono. Sin más lo agarró…y la voz que salía le incomodó.

― Samantha querida, ¿cómo estás?― era el jefazo Leónidas, con un tono alegre.

― ¿Cómo sabes mi ubicación?― fue lo que dijo con total serenidad.

― ¿Tomándote unas vacaciones en Rusia?― evade la pregunta, con otra pregunta.

― Eso no te importa― observa a todos lados, investigando si era perseguida.

― Oye, no seas grosera, solo quería saber cómo estabas.

― Déjate de de mentiras, ¿Qué quieres de mi?― su tono empezaba a decir que estaba molesta.

― Bueno, como se supone que ayudarías a los cazadores con información. Me pensaba a preguntar el por qué no cumplías tu palabra― toma una voz seria.

― Jamás dije cuando, si quieres mi información. Lo haremos a mi modo― retaba.

― No te conviene jugar conmigo, sabes muy bien que no te tengo miedo, Samantha― El rubio mostraba sus verdaderas intenciones, si amenazaba a la chica. Tal vez, obtendría lo que quiere.

― Ni yo mucho menos a ti, Leónidas. Te recuerdo que no soy una de esos cazadores ciegos que están a tu merced.

― Eso está claro, pero cuando alguien promete algo; quiero que se cumpla. Y soy un hombre que le gusta que las cosas se hagan rápido…y no esperar a que una niña insolente quiera hacer lo que se le dé la gana sin importarle los problemas en que se están metiendo― elevaba su tono de voz marcando aquel acento que haría a cualquier temblar de miedo.

― Escúchame muy bien. No eres nadie comparado a mí, tengo mucho más poder del que crees― empezaba a irritarse― ¿Quieres información?, la obtendrás pero bajo mis criterios. Y como vuelvas a espiarme o a meterte en mi vida…tenlo por seguro que no me quedaré tranquila hasta que alguien muera― sin más cuelga el teléfono con rabia.

Al otro lado de la línea, el hombre quedó sorprendido. Ahora sabía que su supuesta fuente de información y aliada ocultaba algo, y de seguro su presencia podía afectar el plan. Más vale trabajar a su manera, y cuando le dé lo quiere…se deshará de ella de la forma más cruel posible.

 

Samantha marcaba el sonido de sus tacones con mucha fuerza, ya sabía quién le dio la dirección a Leónidas, retrocedió y se fue por el camino que había tomado. En dirección al bar, veía como los anteriores rubios salían del establecimiento. Estos al ver la presencia de la chica y como venía rápidamente hacía ellos. Obviamente asustados, empezaron a correr como almas que  se lleva el diablo. La chica sacó su mano derecha e hizo un ademán circular manifestando una luz azul oscura que formaba un círculo y se movía como fuego, poco después desaparece.

El mismo círculo apareció debajo de los pies de la bruja y este se extendió por toda la aérea cercana, no quemó a nadie pero extrañamente todo parecía ralentizarse, los pájaros que volaban cerca dejaron de volar quedando suspendidos en cielo, las personas tomaban una postura totalmente quieta, algunos dejando un pie al aire, a punto de dar el siguiente paso. Y un auto que pasaba por ahí solo se detuvo, y su conductor estaba estático con los ojos entrecerrados, incluso en el bar donde había estado aquel trío. Uno de los meseros se detiene casi tocando el piso con una postura de haberse resbalado, estirando la taza con el café y vodka esparcido en el aire.

En cambio los espías eran los únicos que están moviéndose, corriendo para alejarse de la Tarotista.  Esta por su  lado, mete de nuevo la mano en el bolsillo derecho sacando una de sus fieles cartas. La lanzó con delicadez y tan rápido como una bala roza la pierna de los espías cortándole la pantorrilla como si fuese una hojilla, brotándole algo de sangre. El chico cojeaba intentando escapar de su actual enemigo, hasta que Samantha arroja otra carta para darle en la otra pierna. El sujeto se cae incapaz de mover sus piernas, el espía que iba más adelante se detiene y ayuda a su amigo a levantarse, pero cuando lo hace. Una carta le corta la espalda, rompiendo la tela y manchándola de sangre. Ambos se levantan con dificultad, no les quedó de otra que irse al callejón sin salida que tenía delante, entraron y se dirigieron hasta el final, el de las piernas heridas reposa en la pared con ayuda de su amigo. Lamentablemente para su pesadilla, Samantha se encontraba en la entrada del callejón.

 ― Ustedes los cazadores siempre subestimando a las brujas― detrás de las gafas oscuras, podía notarse un curioso brillo azul. La chica daba pasos lentos, el tacón generaba su particular ruido.

El espía de la espalda cortada, se armó de valor para proteger a su amigo herido. Y se acercaba a la bruja, aunque su vida dependía de que ella se compadeciera. Sacó una daga de su bolsillo, dicha arma tenía rubíes incrustados y algunas runas nórdicas inscritas.

― Ty zaplatish' za eto, Ublyudok!― tomó impulso y decidido a clavarle la daga en el corazón, eso mataría a una bruja de seguro. Pero su plan falló.

Samantha solo levanta una mano y muestra la palma, en eso, el chico siente que no puede mover su mano izquierda la cual estaba como estancada, cuando gira su cabeza hacia atrás. Tanto la daga como toda su mano estaban iluminadas de color azul y manifestaban un movimiento parecido a la estática del televisor.  El chico por más que forcejeaba no podía mover su mano. La chica hizo un ademán circular con su mano de nuevo, pero esta vez de derecha a izquierda.  Y como si nada la daga se convirtió en polvo, y la mano del chico se retorció mientras los huesos se rompían, fue perdiendo tamaño hasta encogerse. Ahora su brazo carecía de mano, solo tenía una punta redonda de piel.

― Chto ty sdelal so mnoy?― el espía estaba anonadado y asustado por la mujer, su magia era anormal.

La chica saca otra carta, siendo el Arcano Mayor “El Sol”, sin previo aviso lo lanza contra el estomago del chico que era más alto que ella, la baraja se incrusta generándole un dolor punzante y enseguida se enciende. El fuego se movía de manera serpenteante hasta cubrirle todo el cuerpo, el cazador gritaba de manera abrumadora y agonizante mientras se retorcía en el piso. Samantha solo pasa de largo dejando al rubio llorando por la muerte tan lenta que recibía. Se dirigía al final del callejón hacia su otra víctima; el otro espía lloraba de temor, sintiendo un liquido tibio en su entrepierna…se había orinado.

― Pozhaluysta, pomiluy― miraba con temor a su posible muerte.

La Tarotista se quita los lentes oscuros, mostrando que sus ojos habían pasado de ser oscuros a un azul tan fuerte como el zafiro.

― Con esto a Leónidas le quedará claro de lo que soy capaz…jamás subestimen a una bruja― dicho esto le toma del cuello y los ojos de la mujer toman un azul aún más fuerte.

El chico empieza a sentir una fatiga abismal y un dolor en sus huesos, el cabello se le torna grisáceo  y algunos mechones se le caían, la piel se volvía flácida y arrugada. Las facciones de la cara eran más pronunciadas, sus ojos perdieron el color hasta volverse totalmente blancos. Samantha suelta el cuerpo y este solo cae inerte al piso.

Una onda de fuego azul se manifiesta de nuevo en el área, volviendo al lugar inicial de donde emergió. Y las cosas siguieron su rumbo, el auto aceleró, las aves siguieron su curso. Las personas caminaban con total normalidad y el mesero caía de lleno al piso rompiendo la taza; mojando el alrededor. Los ojos de la chica volvieron a su color natural, se voltea y observa como el anterior cuerpo yacía totalmente calcinado y brotando humo, simplemente ignoró a ambos cadáveres y se disponía a salir.

―  Siempre tan justa, Samantha― una rubia apreció en la entrada del callejón, con su acento ruso marcado.

―  ¡Illyana!, cuánto tiempo― saluda sorprendida― lamento que me veas así.

― No te preocupes, he visto peores asesinatos― sonríe.

― ¿Cómo me encontraste?― se acerca a la chica y la abraza gentilmente.

― Percibí tu magia, ¿se te olvida mi especialidad?― acepta el abrazo y luego se separan.

― Es verdad, lo siento…mi cabeza anda en otro lado― se disculpa.

― Algo me dice que tiene que ver con el pendejo de Leónidas. Te invito a comer y me cuentas― invita con una sonrisa.

―Será un placer― Se coloca sus gafas de sol y se va a otra ruta con la rubia llamada Illyana, dejando a los cadáveres en ese callejón.

Notas finales:

MUAJAJAJA, esto sucede cuando molestan a Sam.

Estoy shippenado cosas que no debería...tengo fe en el DionisioxHermes T-T.

¿Afrodita le ganará a Atenea?

¿Que planea los cazadores con los observatorios?

¿Que tendrán en común Londres, París y Berlín?

¿ Que trata de decir Asteria?

Pd: si hay un francés o un ruso, o alguién que hable esos idiomas. Mis sinceras dsiculpas si lo escribo mal. Con el ruso solo puse la pronunciación, ya que la página no puede escribir las letras rusas. Verán mas dialogos así en otros idiomas.

Bye <3


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