Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The Secret por Jack Neptune

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola chicos!. Sorry, la escuela me consume a un grado totalmente grave. Iba a acatualizar el sábado pero bueno, primero las tareas.

Sin más disfruten...

Jade y su ángel se encontraban en la habitación del primero. El castaño buscaba información sobre Selene, ya era bastante su curiosidad e intriga por aquella mujer. Usaba todas las fuentes que podía encontrar, tanto en internet como en textos descargados en su libro de sombras. Y Daniel por su lado, pues solo se dedicaba a holgazanear.

― No sale mucha información sobre ella― bufaba cansado el de ojos verdes.

― Vamos relájate un poco― bostezaba el rubio tirado en la cama, este le pone un pie en la cara al otro― estás de vacaciones y no has soltado el libro de sombras.

― La curiosidad no me deja tranquilo, siento que debo saber más sobre Selene― se quita el pie de la mejilla con delicadeza.

― Como quieras― se coloca boca abajo.

― A todas estas, ¿cómo es que sigues aquí?

― Sencillo, estamos en tu propiedad, hay esencia tuya por toda la casa…me alimento de ella, sobretodo hay demasiada en tu habitación como es obvio― su voz era absorbida por la almohada donde reposaba la cara.

― ¿Y no se llega a acabar?

― No, una vez que la esencia toca un objeto, se impregna de este y se queda allí, es como esas manchas de sangre en la alfombra― Jade pensaba que esa era un mal ejemplo― al menos que venga alguien más y coloque su esencia, y ahí sí que se va. Nosotros las invocaciones podemos manifestarnos en las casas de nuestros amos, ya que al ser de su posesión se nos hace fácil proyectarnos y no malgastamos energía.

El brujo no le dio más importancia a su ángel y siguió buscando pistas sobre la misteriosa mujer. A pesar de tener más de una hora indagando por fuentes distintas. Incluso en Wikipedia no encontró nada relevante, solo una pintura titulada “Selene y Endimión” de un artista desconocido. En la izquierda de la imagen había un hombre joven de túnica que yacía dormido, a la derecha de este, una mujer con un vestido blanco casi traslúcido el cual tenía los pechos desnudos, y la luna creciente reposaba en su cabeza.

El chico decidió tomarse un descanso antes de sufrir un dolor de cabeza, sin más se acostó en su cama al lado de su ángel, cerró los ojos y se dejó llevar por los sueños, sintió como aquel rubio lo abrazaba y lo atraía hacia él, dándole calidez. La cual no molestaba a nada al castaño.

 

La confrontación entre Atenea y Afrodita había comenzado, esta última azotaba sin descanso, Atenea con suerte pudo esquivar todos los ataques, pero en un descuido. La pelirroja le había agarrado por el tobillo para luego hacerla caer.

― ¡Eres una maldita entrometida!― la soltó del amarre haciendo que el látigo acortara tamaño― nadie se mete en tu vida pero tu invades la de los demás― los ojos de la diosa del amor reflejaban todo el odio hacia la morena.

― Ya te lo dije, debo de estar al tanto de toda la información sobre la academia, sus docentes y alumnos― su mirada era serena.

― Eso no implica el tener que husmear las veinticuatro horas del día a todo el mundo. Búscate una vida― se estaba tranquilizando, dejando de hacer la pose de defensa.

― Sea lo que estén haciendo, sus miradas dicen que es un tema delicado…hagamos un trato― el brillo de sus ojos se intensificaban aunque su rostro era serio, se notaba la curiosidad a leguas― vamos a luchar tú y yo, si tú ganas dejaré de meterme en sus asuntos. Pero si yo gano…debes de decirme con total verdad lo que tienen entre manos, y es preferible que no use mi magia para saberlo.

― Afrodita, ¿No tendrás pensado?…

― Hecho― antes que Hermes hablara, ya la pelirroja estaba lista.

― Bien― ambas manos de la morena empezaron a brillar. De su mano derecha apareció una espada con varios ornamentos en la hoja, y en la izquierda, un escudo dorado con la cabeza de una mujer con varias serpientes…medusa― que sea una pelea limpia.

Los demás dioses se apartaron del lugar a una distancia prudencial, solo esperaban que la diosa del amor ganará, su contrincante no era algo fácil de derrotar. Afrodita aprieta el mango del látigo con fuerza, no se iba a dejar vencer. Atenea solo sonreía como si la victoria ya fuese suya. Sin más, ambas dieron su primer golpe.

 

― Nike, será mejor que Afrodita gane esta pelea, sino nosotras estaremos en problemas― Nix veía a su amiga con seriedad.

― Haré lo que pueda― asiente y luego se fija en como ambas compartían golpes, alzó su manos y estas fueron envueltas por un halo blanco como la nieve, poco después sus ojos también fueron tapados por la misma luz en forma de franja que se movía con el aire cual tela de seda.

― Estaremos bien en esta distancia, traten de no esforzarse de más― añade Asteria preocupada por el bienestar de su amigas, ambas ya usaban sus magias y podían ser descubiertas.

 

En las calles de Berlín, una chica de vestimentas oscuras y de encaje, transitaba por esas vías. Su falda y blusa de mangas acampanadas con botas altas, la hacían lucir como princesa victoriana. Excepto su cabello de violeta fantasía, que le agregaba un toque llamativo.

Después de caminar un rato, se detuvo al frente de una cafetería, se dispuso a entrar y el sutil olor del pan y el aroma característico del café invadía el establecimiento. Este mismo estaba decorado con madera y muebles de este material dándole un toque rústico al lugar. Se dirigió al baño de chicas con total calma. Se encontró con una chica pintándose los labios, se metió a uno de los cubículos esperando a que la chica se fuera. Al hacerlo, salió del cubículo y cerró con seguro la puerta del baño. Al sentirse totalmente sola, la de cabellos curiosos miró al espejo y se quitó el collar que tenía, observando la amatista que tenía como dije rodeado de hilos dorados.

Con la punta de la amatista, tocó el espejo y trazó un círculo invisible y dentro de este dibujó un triángulo, aparte dijo una frase al mismo tiempo que trazaba los garabatos:

Caminos separados y puentes caídos,

Detrás del espejo encontraré mi destino.

Dicho esto, las figuras que trazó en el espejo se iluminaron de un rojo neón. Visualizó lo que parecía una habitación con estilo vintage, llena de objetos antiguos, en especial relojes tallados de madera. El espejo del baño empezó a ondear como si fuese agua estancada. La chica veía su reflejo distorsionarse. El movimiento ondulante se extendió ahora en la gema y después a la chica, realizando el mismo movimiento. De cierta forma era gracioso, parecía un espagueti. Luego el cuerpo fue absorbido por el espejo, y este se volvió a solidificar borrando los garabatos de rojo neón.

Un espejo de cuerpo completo irradiaba una fuerte luz blanquecina, la chica de vestimenta victoriana salía de este con total normalidad, poco después el espejo deja de emitir brillos. Inspeccionaba ya el conocido lugar con su mirada, una enorme habitación gris casi llena de viejos muebles y decoraciones de todo tipo, cubierta de densas capas de polvo, a su derecha podía ver la entrada a un pasillo el cual no dudo en adentrarse, veía más iluminación al final de este. Pudo ver la sala principal de aquella tienda de antigüedades. A la izquierda los enormes ventanales de un color azul y la puerta principal de madera. Caminó en dirección al mostrador de cristal donde yacían guardados varios artefactos y adornos antiguos; el anciano que atendía el negocio se dedicaba a arreglar un reloj del bolsillo dorado. La chica entró sin más al mostrador y tomó la puerta de salida trasera, el anciano ni se inmutó en verla.

Al salir,  divisó el callejón de ladrillos en el que se encontraba. Fijó su mirada al frente, un establecimiento al final del callejón rodeado de naturaleza abundante. Al acercarse notó su estilo gótico de color vino tinto con las ventanas de borde negro. En el centro se encontraba un letrero de neón azul que tenía una sirena y de bajo de esta, estaba inscrito “Le Berceau de la Sirené”. Notó por las ventanas la iluminación que tenía y al parecer un bar en una esquina del establecimiento; además de notar una sutil melodía de un saxofón. “La Cuna de la Sirena” pensó la chica y sin más entra por la gran puerta, caminando por el iluminado pasillo el cual pinturas colgaban de la pared y una que otra maceta con alguna planta.

Llegó a la otra puerta, pero al lado de esta se encontraba el guardia, un hombre alto y robusto y de una particular piel grisácea, y solo contaba con un solo ojo.

― Les mineurs ne sont pas acceptés― El hombre mostraba una mirada intimidante impidiendo el paso a la chica.

Esta por su lado solo mostraba una mirada tranquila, y de sus ojos marrones claros y curioso brillo se hizo presente. Sonríe tímidamente.

― Lili― susurra la chica, y de la nada una esfera azul aparece a su lado.

La esfera hace contacto con el guardia y desaparece, el hombre robusto pierde color en el ojo y luego se aparta de la puerta dándole paso a la menor.

La chica entra con una mirada altanera, sintió la calidez del lugar, el rojo dominaba en todos lados, las paredes y adornos casi iguales a la sangre y las lámparas trasmitían colores cálidos como el amarillo y el naranja. Como había visto anteriormente, el bar se encontraba en la esquina a la derecha, el barman solo limpiaba las copas mientras un adulto bebía de su copa en uno de los taburetes. El local estaba medio vació a excepción de una que otra persona de rasgos curiosos sentados en las mesas oscuras de manteles rojos. Una mesera pasa por el frente de la niña con su uniforme, llevando en la bandeja un trago de un morado algo brillante con una flor de adorno. La mesera era rubia y sus ojos idénticos a los de un gato de color verde, tenía una cola que salía por debajo de la falda, parecida a la de una serpiente.

Para la de cabellos violetas, esto parecía más un prostíbulo que un bar, menos mal era de día y el local estaba vacío. Sin pensar mucho vio las escaleras del frente y decidió ir a ellas. Justo al lado de estas, había un escenario con un hombre de smoking realizando su solo con el saxofón, aquella música ya le daba el ambiente perfecto al lugar.

En el segundo piso, ya prácticamente no había ni un alma, y el lugar era igual al primero, con excepción de la enorme pecera de animales exóticos en el centro de todo el piso. En una de las mesas, se encontraba al hombre que solicitaba su presencia…Altair Feraud.

― El mejor lugar para un sacerdote― habla la chica sacando al mayor de sus pensamientos.

― Lorelei, me alegra que llegaras― el hombre con una sonrisa hizo un ademán para que la chica se sentara.

― Supongo que debe de ser por lo de la última vez.

― Eres una niña muy inteligente― dice sarcástico haciendo rodar los ojos a la menor.

― Voici votre boisson, Monsieur― una camarera de cabello blanco, ojos rojos, y piel morena traía una copa de líquido turquesa burbujeante y una mariposa blanca posaba en el centro como adorno.

― Merci― le guiña un ojo mientras acepta la bebida.

― ¿Qué diría la iglesia si te viera en estos lares tomando alcohol?― observa marcharse a la llamativa camarera.

― Me vale mierda― toma un sorbo de su bebida sintiendo el amargo sabor― Lamia Poison, una excelente bebida afrodisiaca, la especialidad de la casa― gira lentamente su copa observando con amor al objeto.

― Tengo entendido que en este bar sirven bebidas con ingredientes mágicos ilegales, como drogas, hierbas alucinógenas y sustancias peligrosas.

― Eso hace a este lugar especial, mi favorito en realidad― inclina un poco la copa en dirección a Lorelei― ¿Quieres un trago?, yo invito.

―No tomo alcohol, prefiero que vayas al grano―apoya sus codos en la mesa y reposa el mentón sobre las manos.

― Antes de eso, nos hace falta otro invitado― se come la mariposa de azúcar combinando a la perfección con el sabor amargo de la copa.

― ¿Quién es?― la chica mostraba curiosidad.

― Detrás de ti― se escucha la voz de un chico detrás de la única mujer.

― ¡Eliott!― la chica se voltea, y se encuentra con aquel rubio de ojos celestes que conocía de tanto tiempo.

― Cuanto tiempo, Lorelei. Has crecido mucho la última vez que te vi― el último integrante se siente en la silla faltante, mirando con calidez a la menor.

Para Lorelei, Eliott fue o es un hermano mayor para ella, desde  pequeña él se ha encargado de mostrarle el misterioso y extenso arte de ser un cazador.

― ¿Qué haces aquí?, pensé que te tomabas unas vacaciones― la chica obvió la presencia del sacerdote mirando alegre al rubio.

 ― Fui citado por la misma razón que tú.

 ― Así es, así que no perdamos más tiempo y empecemos la reunión― Altair le dio otro sorbo a la bebida y contó con detalles exactos el plan que debían ejecutar.

― Salgo de mis vacaciones y ya debemos de robar cosas, jamás cambian― Eliott coloca sus manos detrás del cuello y reposa su cuerpo hacia atrás.

― ¿Cuál es la razón para robar la fuente de energía de los observatorios?― pregunta Lorelei con su característico acento alemán.

― Sencillo, los observatorios literalmente usan la energía nuclear de las estrellas, y en cada uno de esos edificios hay una estrella, si lo logramos obtener…tendremos energía para realizar el plan principal del señor Morrow― el francés muestra una sonrisa victoriosa.

― Lo dices como si fuese fácil, ¿se te olvida que Asteria y sus esclavos refinados protegen los miradores?― recalca de nuevo la chica.

― No te preocupes, los dioses tendrán una fiesta mañana en la noche, eso dejará al Zodíaco sin una jefa. Y será tarde cuando se den cuenta de que le robamos algo preciado.

― Pero al hacer eso causaríamos un caos en esas ciudades y parte de Europa― agrega el rubio en tono sugerente.

― ¿Qué les pasa a ambos?, se preocupan demasiado― Altair le incomodaba el comportamiento benevolente de los menores.

― pues es obvio, se supone que debemos de ser cautelosos. ¿Cómo robaremos la energía nuclear?

― Eso mi querida niña, tiene solución― del bolsillo de su sotana saca tres curiosos cilindros plateados con incrustaciones de cuarzo― Estos artefactos hechos por la mismísima Pyria, nos ayudará a guardar la energía necesaria. En el panel de control solo quiten uno de los tubos conectados y coloquen el cilindro. No se preocupen, es del mismo diámetro y no tienen que hacer nada más. Cuando los cuarzos brillen ya estará listo y acto seguido escapen lo más rápido posible― le entrega el objeto cada uno y guarda el suyo.

― Ahora suena mejor, bueno cuenta conmigo― Acota el de ojos celestes detallando el largo y delgado cilindro.

― También conmigo, solo espero recibir una buena paga después de todo― Lorelei observa con seriedad al sacerdote.

― Perfecto, cuento con ustedes para mañana en la noche…nosotros también nos vamos a divertir― termina de un sorbo con euforia lo que quedaba de licor.

 

Artemisa y Atenea luchaban a muerte, no había indicios de que una retrocediera o ganara ventaja. Aparte que no habían usado sus magias, simplemente sus habilidades físicas. En un momento dado, la pelirroja amarró el escudo dorado y lo soltó de la mano de la morena para luego lanzarlo lejos. Atenea agarró el látigo con ira a pesar que las espinas le causaran dolor y también se lo arrebató de su dueña. Corrió con rapidez e hizo un movimiento tajante con su espada, la diosa del amor pudo esquivar el ataque agachándose y de una patada en la mano, la espada se clava en la fría tierra.

Con la misma pierna enreda y jala el tobillo de la contraria haciéndola caer. Atenea realizó una voltereta antes de caer al suelo, salvándose del golpe. Afrodita se levanta y corre hacia la chica para atinarle un golpe, Atenea lo bloquea y previene el otro golpe, teniendo ambas manos de la chica sujetadas, le da un rodillazo en el estomago haciéndola caer de dolor. La de ojos verdes se monta encima de la otra impidiéndole movimiento para luego golpearla en la cara varias veces; Afrodita a pesar de los golpes, logró zafarse las piernas y colocarlas en la pelvis de su contrincante para empujarla con todas sus fuerzas.

― Será mejor que te rindas, no eres mejor que yo― Atenea a pesar de estar algo exhausta, sentía el sabor de la victoria.

― No lo creo, el amor vence al odio― Afrodita sentía sus fuerza aumentar y su aura rosa se manifiesta, se levanta sin ninguna inquietud y se limpia las pequeñas manchas de sangre del labio.

Se abalanza contra su enemiga mortal y logra darle una patada giratoria haciéndola alejar, Atenea se sorprende la extraña rapidez que alcanzó. Sin pensarlo dos veces, quiso golpearla pero la pelirroja ya se le había adelantado dándole un gancho derecho.

― ¿Cómo ganó fuerzas tan rápido?― pensaba la diosa de la justicia, sintiendo su barbilla arder.

 Para mala suerte de la morena, sintió perder sus fuerzas y se tiró al suelo por el cansancio.

― Supongo que te cortaste con una de las espinas del látigo al arrebatármelo― Afrodita se limpiaba la tierra de su ropa y se acomoda el cabello― en ese momento, las espinas segregaron su partícular  sustancia psicotrópica. Es normal que te sientas cansada en incluso mareada y hasta te de ganas de dormir.

― Eres una maldita…― la visión de Atenea se nublaba y su cabeza ya daba vueltas. Divisó con dificultad la espada enterrada no muy lejos de ella e intentó llamarla con la mente.

Pero siente un pequeño temblor debajo de ella y de repente unas raíces espinosas la envuelven con sutileza brotando hermosas rosas rojas.

― Vamos a acelerar las cosas, en menos de un minuto mis hermosas rosas ya ayudarán a dejarte en un trance sumamente potente, sumando a la droga que ya circula por tu cuerpo, no te quedará más que caer inconsciente― su sonrisa ya declaraba las cosas.

 

― Ella es un monstruo― dijeron Hermes, Apolo y Dionisio al unísono.

― Esa es mi chica― La sonrisa de Ares era incontrolable, muy pocas veces se le veía sonreír.

― Se nota que estás orgulloso― añade Artemisa con una sonrisa graciosa.

―  Pues claro, ¿Tú no estás igual?

― Por supuesto, ella siempre se sale con la suya.

 

El trío de espías miraron la escena final, al parecer Nike pudo encargarse de la situación.

― Buen trabajo, Nike― felicitaba Asteria.

―Gracias, fue un poco difícil…pero creo haberlo solucionado― la mujer alada aún seguía manifestando la extraña luz que le tapaba sus ojos y manos.

 

Atenea estaba extasiada, ya no podía ni pensar bien, la imagen de Afrodita la veía por tres y su voz era como un eco que aturdía su mente ya destrozada, pero sacó su mano de las enredaderas apuntándola hacia su espada, esta empezó a vibrar levantándose poco a poco; al parecer nadie se daba cuenta, todos tenían las miradas puestas en la pelirroja y esta solo miraba a su contrincante caer sin mirar a los alrededores. El olor de rosas ya le molestaba, de seguro eso era que aumentaba la droga en su cuerpo.

― Esperen, hay algo raro, los datos están cambiando… Atenea va a hacer un nuevo ataque― La banda lumínica le permitía ver cosas que los demás no podían ver, unía sus manos como si sostuviera una pelota, y las movía en forma curva de arriba a abajo.

― ¿Puedes cambiarlo?― Nix intentaba ocultar su preocupación.

―No lo sé, Atenea está usando sus habilidades, sabiendo que eso aumentaría las probabilidades de perder de una vez― Nike ya no podía creer lo que iba a pasar a continuación.

 

― Bueno querida, es hora de ir a dormir, Yo ya gané esta batalla― Afrodita se da la vuelta haciendo un ademán con su cabello dirigiéndose hacia sus amigos los cuales estaban en la entrada de la cueva.

― No me rendiré tan fácil, idiota― con las pocas fuerzas que le quedaban, su espada voló hasta ella, la agarro del mango como cuchilla dirigiendo su mano hacia atrás y la lanzó con todas sus fuerzas hacia su objetivo.

― ¡Afrodita cuidado!― El grito abrumador de Artemisa la hizo reaccionar.

Cuando la diosa del amor se voltea extrañada, vio el mundo pasar lentamente, cuando la espada iba en dirección a ella. No le dio oportunidad de hacer algo, solo cerró sus ojos esperando lo peor, sintiendo una sombra ponerse al frente de ella… ¿la muerte?... Esperó, pero no sintió nada, al abrir sus ojos, se impactó al ver a su amante al frente de la dándole la espalda con los brazos abiertos.

― ¿Ares?― el pelirrojo no respondió, la chica intentó acercarse, pero una punzada en su abdomen la detuvo.

Al mirar abajo, la punta de la espada tocaba levemente aquella parte, pero veía horrorizada el como la parte faltante del arma blanca, salía de la espalda de Ares, manchaba toralmente de sangre, mientras pequeñas gotas caían al suelo.

No tenía palabras, solo escuchaba el silencio eterno. El hombre, tomó el mango y de un solo golpe se sacó la espada estacada, al hacerlo, el abdomen junto la espalda eran mojadas por varias hileras de sangre, sin más se arrodilla apoyándose de la espada.

― Maldición…― Atenea vio una vez más su plan fallar, cayendo en la inconsciencia.

― ¡Ares!, ¡Por favor resiste!― la pelirroja abraza a su amante por detrás, cayendo juntos en el suelo― ¿Por qué lo hiciste? , ¡Idiota!― sin más las lagrimas bajaban por sus mejillas.

― No permitiré que alguien toque ni uno de tus cabellos― sonríe débilmente tomando profundas inhalaciones.

― Idiota, puedes morir intentándolo― apega mas su cuerpo al del dios de la guerra, sintiendo su temperatura bajar.

― Al menos lo hago por amor―cierra sus ojos tomando las manos cálidas de su mujer con fuerza.

― Ares…no― El corazón de Afrodita se rompía en pedazos, no quería perder al amor de su vida.

― ¡Yo lo sanaré!―Artemisa llegaba con rapidez a la escena después de quedar petrificada del como su amiga casi moría por Atenea; detrás de ella la seguían los demás.

― Por favor Artemisa― suplicaba la diosa de la belleza en lágrimas.

― Esto dolerá un poco, Ares― Rompió la camisa que tapaba la herida, viendo la profunda cortada, mientras ríos de sangre salían de este. Colocó sus manos en la herida aplicando algo de fuerza.

― Duele― se quejaba el pelirrojo, mientras se estremecía por la sensación.

― Aquí voy― Las manos de la rubia destellaban un color plata con algunas partículas en blanco flotando alrededor.

 

― Esa maldita de Atenea― A  Nix le hervía la sangre de ira.

― No se preocupen, él estará bien― Nike desactiva su magia, despareciendo el blanco de sus ojos y manos― Será mejor irnos y dejarlos a solos.

― Pero…

― Nike tiene razón. Nix es mejor ya no arriesgarse y regresar como si nada ha pasado.  Solo confía en la poderosa magia de Artemisa― interrumpe Asteria con un tono más serio marcando su feminidad.

― Tsk― solo atina a decir la de cabello negro, yéndose con las otras.

 

A lo más alejado de aquella batalla de diosas, Eris miraba con fascinación el inesperado final.

― Eso les pasa por meter su nariz en lo que no les incumbe― suelta una risita.

Un graznido le advierte que su fiel sirviente ya estaba cerca, poco después se deja ver, llevando en su pico una misteriosa rosa.

― Buen trabajo, mi querido Sylvester― alza su mano para que el cuervo se posa en el. Con su otra mano toma la rosa que desprendía un color carmín― Bien, otra misión cumplida con éxito…debo decir que te ves muy bonito como mujer― dice burlona haciendo molestar al cuervo.

Y así se marcha del lugar admirando la rosa con una sonrisa…

 

 

 

Notas finales:

Ya llegamos a las 2081 visitas, casi 3000...¡Gracias de verdad!

Selene y Endimión.(La pintura que vio Jade)

¿Que opinan de los nuevos villanos?

¿Para que quieren esa energía nuclear?

¿Se esperaban ese final de la batalla?

¿Que más cosas pasarán en la fiesta de los dioses?

¿Cuál creen que sean las magia de Nike y Atenea?

Bueno, me despido

Bye <3.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).