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The Secret por Jack Neptune

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Notas del capitulo:

Hola, capitulo de la semana, espero disfruten.

Comencemos...

Ganimedes se encontraba en el jardín de aquel lujoso palacio, sentado en el borde de uno de los estanques. Metía sus manos jugando con el agua y con los peces dorados que allí había, estaba perdido en sus pensamientos,  aún recordaba su derrota contra el sacerdote, recuerdo que le sacaba un mal sabor de boca y una impotencia que le recorría por las venas.

― ¿Estás triste por algo?― una voz algo aguda e infantil saca a Ganimedes de su burbuja.

― ¿Eryx, que haces aquí?― el rubio mira sorprendido al niño que se encontraba a frente, ojos plateados y un cabello azul oscuro como el abismo oceánico, llevaba una túnica azul rey con cinturón dorado y bordes del mismo color y adornados por meandros*, la tela se veía muy costosa, como de diseñador.

― Pensé que estarías aquí, cuando estás triste, siempre vienes acá― el menor esboza una sonrisa tierna acercándose al rubio y sentándose al lado.

― Para ser pequeño eres muy observador― veía como el pequeño que curiosamente estaba descalzo, metía sus pies y chapoteaba lentamente.

― Es mi deber saber lo que sienten los demás. Tu melancolía es algo…preocupante― mira al mayor con inocencia, sus palabras eran muy grandes para su edad.

― No te equivocas, pero bueno. Son cosas que quizá no entiendas― volvía a mirar al estanque viendo a los peces nadar.

 ― Mi mami dice que el amor es la cura para todo…quizá te hace falta eso, alguien que te ame― lo dice de la manera más inocente posible, mientras seguía en su faena de jugar con el agua.

Ganimedes abre los ojos a más no poder, casi se le va la respiración al escuchar la respuesta del chico. Pero Eryx tenía razón, ese niño dio en el clavo, el rubio siempre ha sido algo melancólico y orgulloso. Jamás había sido tan abierto con sus colegas guardianes, prefería guardarse todo y aparentar que estaba en calma.

― ¿Sabes?, anoche tuve un sueño― sacaba sus pies del agua para luego tirarse en la grama― soñé sobre un león que tenía un costado herido, ¡Era mucha sangre!. Y entonces en una colina encontró un jarrón azul, era muy lindo. Ambos se hicieron amigos y el jarrón le preguntó por qué estaba herido y el león le dice que porqué un hombre musculoso lo había lastimado; entonces el jarrón le dice que podía ayudarlo, ya que estaba lleno de Ambrosía*, untó un poco en su herida. !Y puf!, se había sanado, el león le dijo gracias y por eso, lo iba a proteger de cualquiera que le hiciera daño…Pero un día, el mismo hombre musculoso llegó a la cueva donde ambos dormían. Se bebió la Ambrosía del jarrón y así ganó fuerzas, lanzó el jarrón al piso rompiéndolo totalmente, y mató al león poco después…es triste, ambos se amaban pero murieron al final.

Ganimedes estaba atónito, no sabía que decir al respecto, era un sueño muy extraño y el niño lo contaba con total tranquilidad. Ahora Eryx jugaba con un diente de león soplándolo lentamente. Pero el rubio decidió darle algo de importancia al sueño ya que Eryx y su madre tenían el don de los sueños premonitorios; cada vez que tenían uno, ocurrían tarde o temprano. Ambos eran de grandes poderes psíquicos, y el hecho de que Eryx fuese solo un niño no había que subestimarlo, por eso era uno de los doce guardianes del linaje dorado. El de fuertes ojos azules sonrió cansado, ese niño era un caso especial, algo extraño y polifacético por así decirlo, pero aún así era muy tierno.

― ¡Eryx!, con que aquí estabas― una voz ronca y conocida para ambos hizo aparición.

Cuando ambos voltearon, era Nemea, que se acercaba con su típica cautivadora ancha sonrisa y esta vez tenía su cabello suelto, teniendo algunos rizos naturales.

― ¡Nemea!― el niño se levanta con rapidez y de un gran salto para abrazar al mayor. Este lo recibe con fuerza.

― Te escabulles muy rápido, tu madre te estaba buscando― dice sonriente cargando al pequeño entre brazos.

― Quiere darme sopa, ¡odio la sopa! Y más si tiene pescado― Eryx infla sus mejillas y se cruza de brazos― es como darle una hamburguesa a una vaca, ¡Mamá es una caníbal!

― Bueno, si te comes tu sopa…te daré algo a cambio.

― ¿Qué cosa?― pregunta con suma curiosidad en su rostro.

― Lo que tú quieras― sonríe.

― Eh…― el niño piensa detenidamente la propuesta, sus ojos tenían cierto brillo, como si se estuviera enfocado totalmente en la pregunta― ¡Quiero ir a la Atlántida!, ¿Puedes llevarme? Mi mami nunca ha podido― su mirada suplicaba aquel deseo, una de las características del pequeño es que sus ojos curiosamente podrían expresar todas sus emociones, casi que podían hablar. Nemea baja a Eryx al suelo.

― Es un poco lejos y complicado de ir, las tormentas electromagnéticas del Triángulo de las Bermudas son impredecibles y peligrosas, aunque tú puedes soportar muy bien el ambiente y la abismal presión de agua― se rascaba la nuca con inseguridad, el agua no era lo suyo y el pequeño eligió un lugar muy difícil de visitar― Además tengo que hablar con tu madre sobre eso…pero tenlo seguro que iremos.

― ¡Sí!, ¡conoceré a Tritón y a las sirenas!― el niño saltaba eufórico.

― Pero iremos si te comes tu sopa…sin sopa no hay viaje― dice en tono sugerente y alzando una ceja.

― ¡Esta bien, lo haré!

― Muy bien, sé un buen niño y hazle caso a tu madre― se agacha y le revuelve los cabellos.

― ¡Gracias Nemea!― abraza con fuerza al mayor y luego se va brincando― ¡iré a la Atlántida, iré a la Atlántida!― pero antes de alejarse se voltea― Adiós Ganimedes― sacudía su palma con frenesí.

El rubio regresa el gesto con una sonrisa, para ver como el niño entraba del nuevo al palacio. Él solo se había decidido a observar la escena de Nemea y Eryx, era algo muy tierno de ver, el de ojos marinos pensaba que aquel gran chico sería un buen padre, divertido y protector. Vuelve a la realidad cuando se da cuenta que Nemea se acercaba con una sonrisa y la mano en sus bolsillos.

― Has estado apagado y en tu mundo estas semanas― el de cabello largo se sienta al lado del contrario― ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

― No realmente, solo he estado algo decaído, desde la batalla  en París me he sentido mal. Tal vez sea esa maldición que aún tiene efectos secundarios en mí― el chico suelta un suspiro y por inercia mira al otro, que lo observaba con preocupación. El rubio apenado voltea la mirada.

― Hmmm, no creo que sea producto de la maldición. Mitera me dijo que tienes un problema personal que no has querido contarle a nadie.

Ganimedes se sorprende hasta la médula pero intenta guardarla compostura. Eryx no era el único que se había fijado en eso si no que su madre también y ahora ella se lo dijo a Nemea y quizá a todos los guardianes, incluso a Lady Asteria. No quería que nadie supiera su secreto, algo que lo carcomía por dentro, era su amor por Nemea, le costaba admitirlo pero era verdad. A pesar de que en su vida pasada fue un amante de Zeus, esto lo llevó a la desgracia y cuando reencarnó como Guardián Celestial quiso dejar el amor a un lado. Pero entonces conoció a Nemea y todo cambió, pero decidió guardarse sus sentimientos y no arruinar la amistad que ellos tenían, además Nemea no era un chico que le gustaran otros chicos…o eso pensaba el rubio.

― ¿acaso no somos amigos?, ¿no tenemos confianza?― la mirada del castaño reflejaba decepción.

― ¡No, no es eso!―exclama preocupado― Es que…me da pena decirlo, y más si estás tú― desvía la mirada avergonzado sintiendo sus mejillas arder.

― Vamos dime, ¿Qué tan malo es?― movía la cabeza intentando encontrarse con aquello hermosos ojos azules― ¿Se te murió alguien?

― No.

― ¿te perdiste el final de una serie?

― No.

― ¿Tienes una diarrea crónica que hasta se te sale la masa encefálica?

― ¿Qué?, No.

― ¿Te gusta alguien?

―…No…- desvía más la mirada.

―  ¡Ajá!, descubrí lo que te pasa. Te gusta alguien― sonríe victorioso.

― ¡Claro que no!― voltea la cabeza casi asesinando a Nemea con sus ojos.

― Te pusiste incómodo por la pregunta, sé sobre el lenguaje corporal, así que dime, ¿Quién te gusta?

―  Me da pena.

― Entonces si era verdad que te gusta alguien. No lo sabía, solo lo dije al azar― ríe eufórico.

― ¡Idiota!― se acerca y lo golpea fuertemente en el brazo.

― Lo siento, no era mi intención― reía aún mas fuerte sobándose la zona golpeada.

Ganimedes a pesar de sentirse algo humillado y apenado no pudo evitar pensar que Nemea se veía muy guapo cuando se reía. Su sonrisa y su sentido de humor era la parte que más atraía al príncipe troyano, y ahora estaba obligado a decir todo eso en frente de ese hombre que lo volvía loco.

― Uff, que bueno― Nemea recobra la respiración mientras se limpiaba una lagrimita que bajaba por su ojo― Ahora bien, ¿puedes decirme quien te llama la atención?

― Es algo complicado de decir…bueno, pues…― se quedaba atragantado con sus propias palabras.

― ¿Es una chica linda?... ¿o un chico?― pregunta pícaro y alzando una ceja.

― Chico, ya sabes…la mujeres no son mi delirio― se encoge de hombros aún sintiéndose ofuscado por tanta pregunta.

― ¿Es de por aquí?, ¿lo conozco?... ¿o es un mortal?

― Lo conoces― responde con una voz delicada y casi inaudible.

― ¡¿En serio?!― Sus ojos casi se salen de su cuencas por la sorpresa, pero poco después piensa en el posible candidato― ¡Ya sé quién te gusta!

― ¿C-Como dices?― el rubio temblaba del miedo.

― ¡Te gusta Quirón!― dice decidido, dejando descolocado al contrario.

― Nemea…espera― a pesar de que se había equivocado de chico, una parte de él se alegraba de que aún no lo supiera.

― No digas más, ya lo sé todo. ¿Cómo es que no pude verlo antes?, ambos comparten mucho en común, son rubios, ojos claros, hablan de casi la misma forma, son educados a morir, valientes e inteligentes…tienes buen gusto― Nemea golpeaba el brazo del otro con su codo.

― Gracias…

 Ahora no sabía qué hacer, prácticamente le estaba mintiendo y no hallaba la manera de explicarle todo si  que se le trabara la lengua y el miedo lo engullera.

― Bueno Quirón es como mi hermano, así como tú, tal vez pueda ayudarte a declarar tu amor por él― guiña un ojo.

― Nemea, creo que no lo entiendes, verás…― antes que terminara de hablar, sintió como alguien llegaba donde estaban ellos, ambos voltearon encontrándose a unos de los guardianes.

― ¿Chicos, interrumpo algo?― la suave y penosa voz de la morena de cabellos rojos cereza rompe el ambiente, por otra parte la chica usaba un kimono negro con diseños de peces Koi dorados.

― Para nada Marina, ¿ocurrió algo?― Nemea dirige su mirada a la chica.

― Verán, Lady Asteria necesita que nos reunamos en el Salón de las Pléyades…es urgente― su rostro reflejaba vergüenza y con sus mejillas algo coloradas, su intuición le decía que ambos estaban hablando algo importante y ella lo había arruinado.

― Muy bien, vamos para allá― Ganimedes esboza una pequeña sonrisa, Marina había sido como un milagro para él, de sacarlo de ese incomodo momento, ya tenía ganas de abrazarla fuerte y agradecerle.

― Esto no se queda así―dice en voz baja para que solo Ganimedes escuchara, suelta una sonrisa ladina y se levanta.

Al rubio le da un escalofrío pero entra en razón y también se levanta para entrar al palacio siendo guiado por la chica.

 

Volviendo a la academia, los profesores se hallaban en su salón de reuniones, cuyo lugar fue remodelado, era algo más largo y el blanco perla abrazaba las paredes, con columnas de estilo dórico y grandes ventanales;  el piso era de mármol gris con líneas fracturadas en dorado y blanco, el escenario tenía un arco con esculturas de querubines y hojas de olivo, mas el telón rojo y el podio de mármol, y varias sillones al frente de este; una enorme araña alumbraba el salón. Había un bullicio en todos los rincones, como siempre se reunían en pequeños grupos para chismosear o hablar mal uno del otro.

― Su atención por favor― Zeus se encontraba en el pequeño escenario y el podio de mármol, los dioses se acercaban al director, algunos se iban a los asientos de terciopelo rojo, otros más bien escuchaban todo de pie― Bien, no quiero hablar mucho o extenderme de más. Pero ya se dará inicio a las clases extracurriculares del plantel, por lo cual algunos de ustedes tendrán más trabajo que otros― varias quejas y sonidos disgustosos emergieron de los dioses― Y entrarán en labor algunos dioses que todos conocen o bien son hijos de ustedes. Sin más que decir, me iré a mi despacho― se acomodó su corbata y se volteó para entrar en el telón que tenía detrás.

― En serio, dice eso cada maldito año. ¿Es necesario que lo siga haciendo?― Ares se quejaba mientras se dirigía a la esquina que frecuentaba.

― Amor, es el protocolo― responde Afrodita levantándose del sillón con elegancia.

― ¿Amor?, que valiente eres al decir eso en público.

― ¡Apolo!, eso es grosero― se quejaba su hermana.

― No te preocupes querida, Hefesto jamás viene a estas reuniones así que no hay problema― le responde amablemente a la rubia, pero le dirige una mira de odio al castaño.

― Supongo que les gusta la adrenalina que les brinda el adulterio― añade Hermes siendo el primero en llegar a la esquina.

― Por supuesto― dicen ambos pelirrojos con una sonrisa.

Todos los dioses se habían dispersado para volver a su faena de charlar de cualquier trivialidad o criticar a alguien, unos se quedaban en los sillones rojos o se iban a una equina o se sentaban en sillas individuales. Hasta que el portón se abre, mostrando a un  grupo de jóvenes que entraban en conjunto, todos conocidos por los que estaban en salón, algunos los recibían con gusto mientras que otros solo ignoraban su presencia. Y cierto grupo de jóvenes se dirigió hacia nuestros dioses espías.

― ¡Madre!― un chico cabello negro y fuerte atractivo con alas negras corría hacia Afrodita para abrazarla.

― Eros mi amor, ¿Cómo has estado?― la pelirroja lo abraza gentilmente.

― Muy bien madre― sonríe para luego dirigir su mirada a Ares― hola padre.

― Hola pequeño― saluda serenamente.

― Ya estas de nuevo siendo molesto, Eros― dos mellizos de ojos rojos y cabello castaño claro se acercaron, ambos daban algo de miedo.

― Fobos, Deimos. Déjenlo en paz― regañaba otro chico, este siendo de larga cabellera negra y de ojos miel con alas marrones.

― Anteros, tú tampoco empieces― un chico más alto que él le coloca su mano en el hombro, era rubio y ojos celestes.

― Esto pasa todo el tiempo. Hímero, tú más que nadie debe saber que estos cuatros están en constante pleito― añade esta vez una chica de cabellos chocolate con una voz dulce.

― Ares, todos nuestros hijos están aquí, ¡No puedo estar más feliz!― abrazaba a su amante por el brazo, este solo niega con la cabeza con mueca de fastidio― Aunque faltan algunas más…

― ¡Señorita Afrodita!― dijeron al unísono tres hermosas chicas, una rubia, una castaña y una pelinegra usando un vestido negro, rosado y morado respectivamente, las tres tenían ojos azules y llevaban tacones altos.

― ¡Las Cárites*!― La pelirroja se separa bruscamente de su novio y empuja a todo el mundo para acercarse a las chicas.

― Señorita Afrodita, se ve muy despampanante como siempre― dice la rubia haciendo alusión al vestido negro de la diosa, que lucía su figura.

―  Aglaya, Eufrósine, Talía. ¿Cómo han estado?

― Muy bien, Pasamos nuestras vacaciones en Japón con algunas ninfas. Pero supongo que hay que volver a trabajar― añade la de cabello castaño.

― Tenemos muchos chismes que contarle. Y a nosotras no llegó uno, de que usted se peleó con la zorra de Atenea― acota en voz pícara la pelinegra.

― Oh sí, es un tema algo largo, pero con gusto se los contaré, sin embargo, me alegra verlas aquí de nuevo chicas. ¡El grupo se vuelve a unir!― dice eufórica para luego reírse con las chicas y poco después empiezan cuchichear de todo.

Estas chicas hablaban descaradamente mal de todo el mundo, el grupo de dioses que estaba atrás se sentía algo fuera de lugar, casi una gota de sudor bajaba por la sien de cada uno.

― El grupo de las zorras se vuelve a unir― opina Dionisio que se había quedado callado desde un principio, recibiendo la aprobación de todos los presentes.

― Harmonía, para ser hija de Afrodita, no eres igual a ella― comenta Artemisa a la chica de cabellos chocolates.

― Supongo que a veces la genética hace sus excepciones― responde de manera educada y dulce.

― Por otra parte, padre oímos que Atenea casi te asesina― comenta Deimos gracioso.

― Tal vez le pegó la edad y no es tan fuerte como antes― añade Fobos.

― Cuiden sus palabras si no quieren que les rompa las piernas― sentencia el pelirrojo con aura atemorizante.

― Somos dioses del miedo, así que no tenemos dicha emoción en neutro sistema― responde Fobos.

― ¿A sí?― Ares alza una ceja y muestra una sonrisa macabra. Rápidamente toma a su hijos del cuello pasando sus brazos alrededor y los empieza a ahorcar con fuerza― ¿Qué tal ahora?― los chicos pataleaban con fuerza intentando salirse del amarre, colocaron sus manos en el brazo de su padre pero no hubo efecto.

― Y ellos son el ejemplo de una relación de padre e hijo perfecta― dijo Hermes sarcásticamente.

― Chicos, ya venimos…tenemos cosas que hacer― Afrodita llama la atención de los dioses.

Se despide y camina con elegancia hacia la salida, siendo seguida por el trío de chicas, caminaban exageradamente femeninas, afincaban el tacón como si trataran de hacer abolladuras en el piso, moviendo su trasero y cabello constantemente, parecía una escena graciosa para el grupo de la esquina.

Po otra parte, Nike y Nix hablaban tranquilamente en los sillones, la segunda estaba algo incomoda.

― Hoy has estado algo decaída, ¿pasa algo?― pregunta la alada con preocupación.

― Por supuesto que sí, vienen mis hijos, ellos también son parte de las clases extracurriculares.

― ¿Y qué hay de malo con eso?

― Que llegan a ser un fastidio y todos están bajo mi mando, así que tengo que vigilar a cada uno de ellos…y son muchos― suspira cansada.

― Bueno, ya sabes, tampoco nadie te obligo a dar a luz a tantos niños― lo decía de la manera mas amable posible.

― Lo sé querida, lo sé. Y las que más causan problemas son Keres y Némesis― se lleva la palma a la frente.

― Escuché eso, madre― detrás de las diosas, habían dos mujeres, una de cabello negro, ojos oscuros y alas negras con una cara de pocos amigos. La otra rubia como el sol, ojos avellana y con una enorme sonrisa; curiosamente, ambas eran algo mayores que Nix.

― ¡Némesis!, me has dado un susto― regaña su madre colocándose la mano en el pecho.

― ¡Hola mami!― saluda la rubia alegremente― ¡Hola Nike!

― Vaya, Hémera también está aquí― añade Nike saludando a la rubia.

― Con que hablando mal de mí a mis espaldas, Madre. Y en mi defensa Keres es una histérica que busca sus problemas, en mi caso la gente me odia por que quiere― la chica ponía su peor cara.

― Eso es porque eres muy vengativa, Némesis― responde su madre.

― Soy la Diosa de la Venganza y debo de actuar como tal― la de alas negras se cruza de brazos.

― Tal vez si fueses más amable, tendrías mas amigos― acota la rubia jugando con un mechón de su cabello.

― Para ti es fácil decirlo, eres muy alegre y radiante― Némesis rueda los ojos.

― Soy la Diosa del Día y debo de actuar como tal― Hémera usó la misma frase que su hermana, haciéndola enojar.

― ¡Tu pequeña…!

Ambas se pusieron a discutir, bueno…solo Némesis lo hacía, la rubia solo responde con bromas o de manera alegre.

― ¿Esto es todo el tiempo?― pregunta la diosa de la victoria burlona.

―Todo el tiempo― Nix coloca su cara en sus palmas y negaba con la cabeza repetidamente, escuchando el alboroto de sus hijas.

Notas finales:

Meandros: motivos en espiral que se usaban en la pintura griega antigua como adorno, por ejemplo en las ánforas. aquí les dejo una foto de algunos diseños, el de Eryx es el primero...Meandros

Ambrosía: el manjar de los dioses de la mitología griega, mayormente es un licor de color rojizo, tambien llamdo Néctar. Puede beberse, comerse, bañarse con él o untarse, se asociaba al Hidromiel por sus capacidades curativas. La Ambrosía aparte der el licor que le daba la inmortalidad a los dioses, tambien se usaba como medicina.

Las Cárites: tambien conocidas como Las Gracias, diosas de la belleza, el encanto, la creatividad y fertilidad. Hijas de Zeus y Eurínome, estas tres pertencen al séquito de Afrodita y son asociadas tambien al inframundo.

Haré esta sección de para aclarar posibles palabras que no entiendan, espero les guste sentirse informados de todo. La Ambrosía ya se había visto y mencionado (la vez que Atenea bebía una copa y luego se la lanza a Poseidón), pero no expliqué que era. Pueden sentirse libres de preguntar cualquier cosa que tengan dudas o bucar por ustedes mismo, como por ejemplo los hijos de Afrodita con Ares.

Sin más, nos vemos.

Bye <3.


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