Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FREEZE! 그대로 멈춰라! por Robinzetta

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tal y como Rowoon había avisado, en el momento en que Inseong cruzó la puerta de la comisaría, decenas de tubos con confetti explotaron en el aire a la vez, provocando que el muchacho retrocediera, por el susto que se llevó, a pesar de que se esperaba lo que iba a ocurrir. Aun así, se le vio sonreír, y seguir el ritmo cuando todos comenzaron a cantar el cumpleaños feliz. No era su primer cumpleaños con los chicos de la comisaría, pero por alguna razón lo sentía diferente a los anteriores. Detectó a Rowoon en una esquina de la sala, el cual, cuando ambas miradas se cruzaron a través de la estancia, levantó ambos pulgares en su dirección, haciendo sonreír al mayor. Aprovecharon los primeros minutos de la mañana para entregar regalos: algunos eran ropa, otros accesorios de todos los tipos (muchos regalos se notaba que eran comprados por las novias y esposas de los allí presentes), y otros iban más allá de la originalidad, cogiendo material de oficina de su propia mesa, envolviéndolos como si fueran regalos verdaderos. Esos detalles tontos a Inseong le hacían mucha gracia; eran como la esencia de sus compañeros.

 

Había recibido regalos de prácticamente todos los trabajadores, menos de uno. Inseong se regañó a sí mismo al descubrirse esperando, casi impaciente, por el regalo de Rowoon. "Tonto, te ha hecho el desayuño, ¿qué más quieres? Hay que prepararse para la ronda de hoy." Pensó, mientras agradecía a todos sus regalos y detalles con educadas reverencias y una amplia sonrisa que difícilmente iba a perder. Ni siquiera le dio tiempo a pasar por su mesa para dejar todo aquello, porque Rowoon se le adelantó, cogió la gran caja donde habían ido a meter todos los regalos, y la dejó sobre la mesa de la recepcionista, indicándola que la colocase ella después.

 

ㅡ ¿Nos vamos?

 

ㅡ Nos vamos.

 

Los dos habían sido asignados como pareja de patrulla tras el inesperado éxito de sus rondas anteriores, y también porque el cuartel general había decidido que, debido al aumento de los casos de violencia callejera extrema, ningún oficial debía caminar solo cuando se hacían las rondas, sino que debía ir acompañado por un compañero. Para ellos no había mucha diferencia entre hacer las rondas juntos de manera informal a hacerlas porque así lo indicaba un papel con membrete oficial.

 

No hubieron avanzado unos pasos cuando Rowoon se detuvo en seco, en medio de la calle. El mayor, que siguió caminando un trozo más, sin darse cuenta, en cuanto fue consciente de que no le seguía, se giró, mirándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación.

 

 

 

ㅡ Rowoon, ¿ocurre algo?

 

La pregunta no obtuvo respuesta verbal. En cuestión de segundos, sin que Inseong fuese capaz de resistirse (apenas lo vio venir), se encontró siendo arrastrado por el menor a una callejuela cercana donde, con fuerza, acabó de espaldas contra una de las húmedas paredes. El castaño jadeó por el golpe, sin comprender.

 

 

 

ㅡ ¿Se puede saber qué te pasa?

 

Su voz sonaba incómoda, incluso molesta, pero en cuanto alzó la mirada al rostro del chico, su expresión cambió completamente. Rowoon se encontraba a escasos centímetros de él, y sus oscuros ojos marrones actuaban como imanes, haciendo que al mayor de los dos le fuera imposible apartar la vista de ellos. Tragó saliva, sintiéndose de pronto en peligro. No acostumbraba a ver el amable rostro del pequeño con esa expresión grave tan seria. Tenía una mano en la pared, junto a su cabeza, mientras la otra sujetaba su hombro, quizás con demasiada fuerza. Se sentía indefenso, en parte por la altura y la envergadura del más alto, ambas superiores a las suyas. Era incapaz de decir nada, y su cuerpo tampoco reaccionaba. Solo pudo mantenerse quieto mientras Rowoon, lentamente, acortaba distancias entre ellos. Cuanto más cerca estaba, más contenía el aliento, sin saber lo que esperarse por su parte. Él trataba de recular, de alejarse, pero era más que complicado, tenía la pared a su espalda.

 

En algún momento cerró los ojos; se esperaba lo que iba a ocurrir, y no quería verlo. Nervioso, sólo que ocurriese, para poder apartar al chico y huir de allí, pero... No fue lo que estaba pensando lo que en la realidad pasó. Inseong escuchó la risa ajena, lo que le hizo abrir los ojos, descubriendo al menor bien lejos. En algún punto le había soltado, pero él estaba tan concentrado en no sentir nada de su alrededor, que ni se había dado cuenta de que su cuerpo había sido liberado. Tampoco fue consciente de que en su muñeca había algo distinto.

 

El menor había colocado en esta, mientras el otro no miraba, una pulsera de cuero trenzado, en el centro de la cual brillaba una fina placa de lo que parecía ser plata. Grabado en ella, el número de la comisaría. Inseong miró, sin comprender, a Rowoon.

 

ㅡ Feliz cumpleaños, hyung.

 

De nuevo, la hermosa sonrisa del pequeño hizo sonrojar al mayor. A esto se unió la repentina vergüenza que sintió este al darse cuenta de lo nervioso que se había puesto solo de pensar que el moreno podría haberlo besado segundos atrás (al menos en su mente, así pasó). ¿Tanto lo deseaba? No era posible, sería a causa de la falta de sueño. Sí, sería eso.

 

ㅡ Idiota... ㅡmasculló, aún sin poder salir de su asombro, mirando la pulsera como si aún estuviera soñandoㅡ. Deberíamos seguir con la ruta, estamos trabajando aún.

 

ㅡ ¡A sus órdenes!

 

La facilidad de Rowoon de pasar de un comportamiento relajado y amistoso, a volver a cuadrarse como el policía que era, ponía nervioso a Inseong, pero en esos momentos, quizás al regalo que le había hecho, le resultaba incluso tierno y adorable.

 

 

 

 

 

 

 

Serían cerca de las ocho de la tarde, cuando la única luz que existía en las calles era la que proporcionaban las farolas públicas.

 

ㅡ Ánimo, ya solo queda una manzana, y podremos volver a la comisaría a descansar. ㅡcomentó Inseong, con una inusual alegría y energía, para la hora que era, y para lo que llevaban caminado; normalmente a esas alturas no daba un paso sin quejarse por cualquier cosa.

 

Rowoon caminaba con pies de plomo, y de vez en cuando se le escuchaba gimotear, cansado e incómodo, como un niño pequeño de casi dos metros de altura; esa era el constante día a día que tenía que soportar el mayor, pero lo hacía encantado. Mientras caminaban, el más alto descubrió una cafetería, a pocos pasos de ellos, que parecía recién abierta. En la entrada tenían colocado un gran cartel en el que avisaban que, por la inauguración, hacían una serie de ofertas con sus pedidos especiales, y aquello pareció convencer a este de que era una buena idea entrar.

 

ㅡ ¿Podemos entrar a mirar? Y pedimos un café. Con un poco de tarta... ㅡa medida que hablaba, su voz iba tomando un matiz más infantil, haciendo al mayor de ambos sonreír, cediendo finalmente a sus peticiones.

 

Aquella cafetería estaba dentro de su jurisdicción, por lo que nada más entrar, uno de los camareros que se encontraba limpiando las mesas usadas los saludó con una cálida sonrisa y una pequeña reverencia, por educación, cuando los reconoció. Ellos también se inclinaron, e incluso Rowoon se acercó a darle un par de palmadas amistosas, al ser el muchacho residente del barrio, y que acostumbraban ver a veces.

 

ㅡ Pedimos y nos vamos, ¿está bien? Si alguno de los jefes se entera de que estamos aquí en horas de trabajo, nos caerá una buena.

 

Rowoon asintió con efusividad, visiblemente emocionado. Ambos pidieron un café con hielo en vaso, y unas galletas con trozos de chocolate que medían prácticamente lo mismo que la mano del más alto, de lo grandes que eran. Se colocaron a un lado del mostrador, para dejar pasar y pedir al resto de clientes tras ellos en la cola, mientras esperaban a que los sirviesen a ellos. Fue en ese momento en que algo captó la atención de Inseong.

 

Al fondo de la sala, en una mesa situada en una esquina, pegada a los cristales que daban a la calle, había una pareja. Parecían hablar animadamente. A él tan solo lo veía de espaldas: vestía una ajustada cazadora de cuero, y la parte de atrás de su cabeza estaba rapada, dejando al descubierto un tatuaje, el cual a la distancia que estaba era difícil distinguir lo que era con exactitud. A ella, en cambio, se la veía sin problemas. En su caso, vestía una blusa azulada, escotada y dejando sus hombros al aire. Sus cabellos castaños, largos y lisos caían por delante de sus clavículas y parte de su pecho. En su cuello lucía un bonito colgante de brillantes. Pero no fue aquello lo que sorprendió a Inseong, sino más bien su rostro.

 

En rostro del muchacho se reflejaba una clara confusión. Sin decir nada, se apartó de la compañía de Rowoon, el cual en esos momentos estaba más pendiente de las decenas de modelos de tartas que había en el mostrador de cristal, y comenzó a caminar en dirección a esa mesa. Cuando estuvo a metros de ella, la chica reparó en su presencia y como accionada por un resorte, se puso en pie, pálida, como si hubiera visto un muerto. Estaba sosteniendo instantes antes las manos de su acompañante, pero al ver a Inseong, las soltó al instante. De los temblorosos y semiabiertos labios del castaño, escapó una simple palabra.

 

ㅡ Yeeun...

 

La chica, al escuchar su nombre, tragó saliva, y el hombre con el cual había estado hablando minutos atrás, se levantó. Inseong llevó unos segundos la vista hacia él, descubriendo su rostro: tenía aspecto joven, pero sin duda era mayor que él, sus ojos eran pequeños, rasgados y enjutos, pero desprendían una fuerza y una fiereza digna de un animal salvaje, que se acentuaba con el piercing doble que lucía en el final de su ceja derecha; sus finos labios estaban tensos, torcidos en una mueca de clara molestia. Parecía estar acostumbrado a tratar con policía, porque la forma en la que se encaró al castaño indicaba que no tenía ningún miedo (ni respeto) a la autoridad que representaba él.

 

ㅡ ¿Se puede saber quién eres para dirigirte por su nombre a mi chica?

 

Inseong, que había vuelto a mirar a la que siempre había considerado como la mujer de su vida, al escuchar esas palabras, giró la cabeza en dirección al hombre, enfrentándolo con la mirada.

 

 

 

ㅡ ¿Tu chica, dices...? Deberías tener cuidado con lo que dices, porque a quien consideras tú que es "tu chica" es en realidad mi prometida. ㅡhabía comenzado a hablar en un tono tranquilo, pues no dejaban de estar en un sitio público, y de servicio, no podía dar mala imagen como policía, pero a medida que hablaba, comenzó a elevar la voz hasta casi gritar esa última palabra, la cual remarcó con idea. Para que sus palabras tuvieran mayor validez, giró la cabeza en busca de la muchacha, buscando su apoyo con una mirada suplicante, pero fue todo lo contrario lo que se encontróㅡ. ¿No dices nada? ¿Tan poca vergüenza tienes? Vamos fuera.

 

Decidido, agarró con fuerza a Yeeun por la muñeca, y jaló de ella para que caminase con él hasta la salida de la cafetería, pero fue un tirón en vano, ella se resistió a moverse de dónde estaba. La miró, bastante sorprendido, pero no tuvo tiempo de decir nada, porque al instante siguiente se encontraba tirado en el suelo. Sintió un agudo dolor en la mejilla, y un sabor a sangre en la boca; se palpó la zona, descubriendo que esa sangre procedía de su labio. La cabeza le daba vueltas, y escuchaba un molesto pitido en el interior de sus oídos. Aún tardó unos segundos en volver a ponerse en pie, sacudiéndose el uniforme.

 

ㅡ ¿No sabes la que te puede caer por golpear a un policía? ㅡinseong trató de fingir que no había pasado nada, que estaba bien. Debía mantener la calma, él solo no podría reducir a aquel chico.

 

ㅡ ¿Y acaso a ti ese uniforme te da derecho a tocar a las novias de los demás? Perro del Estado...

 

Al pronunciar aquellas palabras, el hombre escupió, impactando la saliva en el rostro de Inseong, que arrugó el entrecejo en una mueca de desagrado. Al principio, mientras se limpiaba, se lo tomó a broma, con calma, se le veía reírse incluso, pero en cuanto sus afilados ojos almendrados recayeron de nuevo sobre aquel desconocido de aspecto y actitud peligrosa, se inyectaron en sangre. Cerró con fuerza el puño, e hizo el amago de lanzarlo en dirección a este para asestarle un buen golpe, pero algo le bloqueó el brazo, a la altura del codo; segundos después, era el otro brazo el que quedaba inmovilizado, cuando en un acto reflejo trató de moverlo con el mismo fin. En su oído escuchó la grave voz de Rowoon, que lo sujetaba con más fuerza cada vez que intentaba zafarse.

 

ㅡ Inseong, estás de servicio. Dejarse llevar por los sentimientos y las emociones ahora mismo es muy mala idea, estamos en un lugar público. La gente nos está mirando, mantén la compostura.

 

Al escuchar aquellas palabras, miró a su alrededor, como si acabase de despertar de un sueño, con la respiración agitada y casi asustado. Carraspeó y relajó la postura, dejando los brazos muertos a ambos lados de su cuerpo en cuanto Rowoon los liberó, tomando aire. Era cierto, él era policía, un agente al servicio de la ley que debía proteger, no agredir. Como un cachorro acorralado, miró a Yeeun, en busca de una respuesta, de apoyo, de alguna señal que le hiciera pensar que todo era un sueño, o una broma de mal gusto que le estaba gastando, pero ella tan solo fue capaz de apartar la mirada, apretando los labios, incómoda. Se acercó al hombro y lo agarró del brazo con ambas manos, apretando este con suavidad.

 

ㅡ Cariño, ¿me puedes esperar fuera? No tardaré.

 

Él la miró, con cara de pocos amigos, sin llegar a confiar en sus palabras, o más bien sin confiar en Inseong; no sabía si la mejor idea era dejarla allí sola con él, pero al final tuvo que ceder ante la silenciosa insistencia de la chica. Clavó sus ojos en el rostro magullado de Inseong, amenazante, antes de dirigirse a la puerta del local. Poco a poco, los murmullos se fueron sucediendo alrededor de la escena.

 

 

 

ㅡ ¿Cariño? ¿Se puede saber qué está pasando, Yeeun? Necesito una explicación.

 

ㅡ Lo siento mucho, Inseong. Fue bonito mientras duró. Pero no te sientas mal, ¿mh? Encontrarás a alguien pronto.

 

Alargó la mano para agarrar la de Inseong, dejando sobre esta un objeto. La sonrisa condescendiente y "amable" que ella le dedicó, antes de enfilar hacia la salida, fue más dolorosa que esas palabras carentes de sentimiento que soltó, sin la más mínima preocupación sobre cómo se sentiría él. El chico la siguió con la mirada hasta que desapareció tras los cristales, y solo fue en ese momento en que se atrevió a bajar la vista para ver lo que le había entregado, antes de irse: era su anillo de compromiso, el que tanto trabajo le había costado a Inseong comprar, ahorrando durante meses, pensando en regalarle el mejor anillo de toda la tienda. La mano le temblaba, así como las dos piernas. De no haber sido por Rowoon, que estuvo rápido a la hora de reaccionar para cogerlo, lo más seguro es que se hubiera derrumbado al instante.

 

 

 

 

 

 

 

ㅡ ¡Disculpe! Otra botella por aquí.

 

Rowoon resopló, apartando de las manos de Inseong esa nueva botella de alcohol que les trajeron. Este lo miró de mala manera, gruñendo.

 

ㅡ ¿No crees que has bebido demasiado?

 

ㅡ ¿Qué más dará? Mañana no pensaba ir a trabajar. Bueno, ni mañana, ni pasado... Qué sentido tiene ya...

 

ㅡ ¿Trabajabas como policía por ella, o por el pueblo? No me hagas ser borde, sabes que no se me da bien.

 

Inseong tuvo que guardar silencio ante la respuesta del menor, aunque eso no evitó que siguiera refunfuñando como un perro viejo. El alcohol hacía rato que le había hecho efecto, y de vez en cuando tenía que ser Rowoon el que lo sujetase para que no cayese de golpe contra el suelo, pues su sentido del equilibrio había sido seriamente dañado.

 

Ya había caído la noche, y seguía lloviendo, pero por suerte, estaban refugiados bajo una lona de plástico de color naranja butano, la que aquel puesto ambulante de comida había facilitado para que los clientes estuvieran bien refugiados del frío y del agua. El sonido de las gotas cayendo sobre la cubierta era ciertamente relajante, y había una pequeña zona rectangular, en la que el plástico era transparente, y se podía ver perfectamente el agua caer y resbalar por la pendiente. A su alrededor, el ambiente era igual de tranquilo; a esas horas solo se podían ver a hombres en sus cuarenta, o cincuenta, que salían de la empresa, de hacer horas extra que nadie les había pedido.

 

Rowoon sonrió con tristeza cuando su mirada bajó desde esa imagen bella y tranquila, a la de su compañero luchando contra su propio cuerpo, queriendo beber más. En un movimiento rápido, volvió a arrebatarle la botella. Lo miraba con resignación, sin saber muy bien cómo animarlo, la situación de por sí era incomprensible. Él mismo se había encargado de llamar a comisaría para avisar de que no serían capaces de terminar la ronda, y no sabía cómo endulzar la situación, pues tampoco iba a mentir sobre lo que había pasado. Se tragaría la charla de los superiores si era necesario, por interrumpir su trabajo por un acontecimiento tan banal.

 

ㅡ Éramos tan felices... ¿Qué ha podido pasar? ㅡse preguntaba el joven; en su voz se notaba claramente el efecto del alcohol. Miraba de forma triste y melancólica el anillo que descansaba sobre la palma de su mano.

 

ㅡ Lo mejor es que no le des más vueltas.

 

Rowoon alzó una mano para llamar la atención de la señora que llevaba el puesto, que les trajese la cuenta. No sabía qué más decir, la situación le sobrepasaba, no les habían enseñado a lidiar con cosas así en la academia. En su cabeza, se repetían las mismas palabras, unas palabras que le habría gustado decirle al mayor, pero que no sabía cómo decirlas sin que sonasen mal, ni en qué contexto meterlas:

 

"Ella siempre ha sido así."

 

FLASHBACK ROWOON

 

El sonido estridente de la campana anunció la hora del almuerzo. Lenta y ordenadamente, los estudiantes abandonaron las aulas, monedero en mano, y se encaminaron al comedor del instituto.

 

Como cada día, Rowoon era el último en salir. Le gustaba asegurarse de que todo estaba en orden: Silla con mesa, mochila cerrada, material de la clase en su sitio, nada desaparecido, ningún alumno rezagado... Era una de las principales tareas del delegado de clase. Se encontraba echando la llave de la puerta del aula cuando sintió que alguien lo tocaba en el hombro. Tras él, una chica de cabellos castaños y lisos lo observaba con una amplia sonrisa, la cual él, por educación, correspondió con una similar.

 

ㅡ Eres... Yeeun, ¿verdad? ㅡdijo, tomándose una pausa para fingir que leía la chapa que llevaba la chica en la solapa de la chaqueta del uniforme, como todos los alumnos del instituto. La realidad era que la conocía de sobra.

 

ㅡ Así es. ¿Puedes venir conmigo? Inseong quiere hablar contigo.

 

"¿Inseong?" Rowoon tragó saliva. Siempre había hecho todo lo posible desde que entró en el centro docente para no cruzarse por los pasillos con el chico más popular del instituto, con quien era su modelo a seguir; pero, a juzgar por las palabras de la chica, el mayor ya había reparado en su presencia, y ahora lo buscaba.

 

ㅡ ¿Y para qué me necesita? ㅡsu voz se tornó suave, tímida. Ella sonrió de forma amplia.

 

ㅡ Lo sabrás si me acompañas. Es un tema secreto.

 

No conseguía entender por qué aquel chico de último curso quería verlo a él, a un niño de primero. Terminó por ceder a sus insistencias, y siguió a la chica cuando esta echó a andar por pasillos de las aulas, ahora vacías. Tan solo se detuvieron cuando llegaron a la parte trasera del gimnasio, un edificio con forma de almacén a las afueras del edificio central. Yeeun abrió la verja que daba acceso a una zona de tierra, donde estaban los aparatos de refrigeración. Rowoon miró a su alrededor, pero no vio a nadie.

 

ㅡ No veo a Inseong por ninguna parte... ¿No dijiste que quería verme?

 

Cuando giró sobre sus pies para mirar a la chica, esta se movió tan rápido y tan de sorpresa, que él apenas tuvo tiempo de reaccionar, acabando sentado sobre la tierra. La vio acercarse con una sonrisa ladina que no le inspiró nada de confianza. Por ello, a cada paso que ella daba, Rowoon retrocedía, aún en el suelo, hasta que su espalda se topó con una de las paredes del edificio. Tragó saliva, acorralado. Le sacaba con facilidad unos veinticinco centímetros de altura a la chica, y aun así no se sentía capaz de escapar de ella, su aura era más poderosa que la propia. Yeeun se agachó y tomó asiento en el regazo del chico, haciendo de su huída algo ya prácticamente imposible. Pasó cada pierna por ambos lados de las suyas, y le agarró por la corbata del uniforme, tirando de esta para acercarlo, o más bien para que no se pudiese apartar mientras recortaba distancias.

 

ㅡ ¿Te crees que no me he dado cuenta? ㅡpreguntó. Su voz sonaba melosa, atractiva, como la miel de las trampas para insectosㅡ. ¿Piensas que soy tan tonta como Inseong, y que no lo vería? Eres demasiado obvio...

 

Rowoon abrió los ojos, atemorizado. ¿Realmente ella se había dado cuenta de lo que pasaba? ¿Habría notado la forma en que miraba siempre a Inseong, cuando pasaba a su lado? Ellos dos nunca caminaban separados, eran la pareja de moda del instituto y casi como el presidente del gobierno y su mujer, a todos los actos importantes iban juntos, e incluso a las mismas clases. Eran uña y carne. Los hombres deseaban ser Inseong, y las mujeres, Yeeun. Todos los envidiaban y los odiaban al mismo tiempo; no podías no desear ser como ellos. Rowoon había llevado su admiración a otro nivel, hasta el punto de quererlo a nivel sentimental, pero eso nadie lo sabía, lo había mantenido en secreto, por miedo a las represalias que pudiese tener el que la gente se enterase de que estaba enamorado de una persona de su mismo sexo; pero eso no evitaba que sus ojos hablasen por sí solos cuando él pasaba cerca suya.

 

En cuanto a ella... Existían rumores de que no perdía la oportunidad de encontrarse en los baños de manera furtiva con otros alumnos, o de que esas notas tan altas que ella siempre conseguía y de las que estaba tan orgullosa no las había conseguido precisamente hincando codos, sino otra parte de su cuerpo. Además, era más que conocida por su doble personalidad; de cara al público, amable, educada y la adolescente modelo, pero de puertas hacia dentro, era clasista, arrogante y malcriada. Todos eran conscientes de la otra cara de la moneda, pero esa parte suya, irónicamente, la hacía ser más atractiva a ojos de todos. De todos, menos de Rowoon.

 

Precisamente el detalle de que ella fuese una de las más queridas del instituto, y que se hubiese enterado de sus inclinaciones, era lo que mantenía en tensión al chico.

 

ㅡ Puede que tus labios lo nieguen, pero tus ojos no mienten... ㅡla pausa que se tomó justo tras esas palabras, antes de seguir hablando, hizo a Rowoon comenzar a sudar, nerviosoㅡ. Sé que me deseas. ¿Qué puedo hacerle? No es algo que tú puedas evitar, el sentirte atraído por mí... Te compadezco, en realidad.

 

El chico la miró sorprendido. "Así que era eso...", el muchacho pensó, aliviado. Se había salvado de una buena. Resopló, relajando su cuerpo; estaba fuera de peligro si la idea que corría por la mente de Yeeun era que en quien se había fijado Rowoon era en ella y no en su novio.

 

ㅡ Por favor, Yeeun... Alguien puede vernos aquí. ㅡtrató de erguirse en el sitio y escapar de ella, pero en cuanto se despegó un poco de la pared, ella se aseguro de cortarle la huída al empujarlo por los hombros, entre risitas.

 

ㅡ ¿De qué tienes miedo? Estás conmigo, ahora eres prácticamente intocable. Solo debes pensar en mí... Dejarte llevar...

 

A medida que hablaba, sus manos desabrochaban la camisa de su uniforme, botón a botón, con una maestría poco usual en una chica de su edad, cuando ni siquiera llegaba a tener la mayoría legal. Una vez consideró que tenía lo suficientemente abierta la prenda, por el hueco que había dejado de esta coló ambas manos, comenzando a acariciar la zona de su pecho de forma lenta, insinuante. Rowoon se tensó, incómodo. Ella alzó una ceja, divertida.

 

ㅡ ¿No me digas que es tu primera vez haciendo algo así? Parece que me ha tocado el premio gordo... Un chico guapo, alto, inteligente y encima virgen. Aunque me cuesta creerme que un chico como tú, con estas aptitudes, no haya tenido contacto con una chica, seguro que en tu clase se rifan por llamar tu atención. ㅡya no eran solo sus manos las que lo estaban tocando, si no también sus labios, que hicieron contacto directo con la piel de su cuello, perfilando este a base de leves rocesㅡ. Aunque eso es mucho mejor para mí, haré que no pienses en ninguna chica más.

 

"Para ti los hombres no son más que un mero trofeo, un objeto, un ser inerte que puedes utilizar a tu antojo, para tus deseos, sin que se quejen ni digan una sola palabras. Harás daño a Inseong, y eso no te lo pienso perdonar." Cientos de palabras se agolpaban en la mente de Rowoon, que aguantaba como podía los diferentes ataques físicos de la chica, pero ninguna salió de sus labios, pues decir algo así sería descubrirse. Llegó un punto en que sus besos en el cuello, sus intentos de avanzar más allá de su pantalón, colmaron su más que gran paciencia. Por primera vez en su vida, hizo uso de su natural fuerza física contra una chica (o más bien contra una persona, pues nunca antes había tenido la necesidad de enfrentarse a nadie), y la derribó de un empujón.

 

La chica gimoteaba, entre toses por el polvo levantado tras su repentina caída. Rowoon la miró tras ponerse en pie, jadeando alterado y nervioso, pero no dijo nada. Tan solo se abrochó la ropa, se arregló el uniforme como pudo, sacudiéndose los restos de tierra de los pantalones, y marchó en dirección al edificio central del instituto, escuchando a su espalda los estridentes chillidos agudos de Yeeun, la cual había sufrido el primer rechazo de un hombre en su vida.

 

FIN FLASHBACK

 

Rowoon se había perdido tanto en sus pensamientos que, cuando volvió en sí, se encontró a Inseong boca abajo en la mesa, respirando con fuerza. Estaba agotado, y borracho. Murmuraba entre dientes el nombre de la que ahora era su ex-pareja, y la imagen de por sí era muy patética. Al final, había conseguido hacerle daño de verdad, como predijo aquella mañana de clases. Rowoon apretó la mandíbula, pero enseguida relajó el gesto, resoplando en silencio; lo mejor era no pensar en ello, tal y como le había aconsejado a él. Abonó la cuenta, para poder marcharse de allí.

 

ㅡ Hyung, venga... Despierta.

 

En vano, el muchacho de cabellos oscuros palmeó en el hombro al mayor de los dos, obteniendo de este como única respuesta un gruñido. Al menos sabía que estaba consciente y que no tendría que ir corriendo al hospital por una intoxicación etílica; ya era un problema menos esa noche, lo cual era de agradecer. Con un gran esfuerzo físico, consiguió pasar uno de los brazos del castaño por detrás de su cuello, rodeando él su cintura con el brazo que tenía más disponible, y así cargarlo, al menos, hasta la calle.

 

Seguía lloviendo, y por la zona en la que habían acabado, estaban más cerca del apartamento de Rowoon que del dl contrario, pero con la que estaba cayendo, iba a ser muy complicado llegar hasta este último, sobre todo conociendo lo peligrosa que se ponía su calle en una noche así; lo sabía en sus propias carnes. Por suerte, la amable señora que regentaba aquel puesto ambulante que los había acogido durante unas horas, le indicó que, a unos pocos metros, en la acera de enfrente, tenían una boca de metro, donde al menos podrían transportarse y estar secos, lejos de la incesante y molesta lluvia otoñal.

 

 

 

 

 

 

 

Rowoon emitió un ronco gemido de satisfacción cuando pisó la entrada de su apartamento. Este, al contrario de en el que vivía Inseong, era muy amplio, y gozaba de varias habitaciones y estancias separadas. Lo único malo era que no vivía solo. Para ahorrarse un dinero, había decidido, junto con otros compañeros, alquilar una casa entre todos; y como se conocían perfectamente desde que eran pequeños, la convivencia en sí no era ningún problema. Esos chicos con los que vivía no parecían tener la intención de estar en casa esa noche, algo que le ahorraba al más alto dar explicaciones.

 

Inseong colgaba de su espalda, dormido, o al menos intentando dormirse, algo que Rowoon no le iba a permitir. En cuanto notaba que su cuerpo pesaba algo más de lo habitual, cuando notaba que se estaba relajando hasta el punto de dormirse, lo sacudía con suavidad hasta que lo escuchaba gruñirle, molesto. En el fondo le gustaba molestarlo así, pero era ya más por cuestión de salud. Tras descalzarse, se dirigió sin pensarlo al cuarto de baño, donde con cuidado, bajó al mayor y lo dejó junto a la taza del wáter. En cuestión de segundos, Inseong ya estaba agarrado a esta, vomitando todo lo que había bebido minutos atrás. Las arcadas parecían tener su propio ritmo, eran constantes y continuas, y ese desagradable sonido era lo único que se escuchaba en el apartamento en esos momentos. Rowoon lo observaba compungido, sentado en el borde de la bañera, acariciando la espalda ajena.

 

En algún momento, Inseong se detuvo, dejando caer los brazos sin fuerza, entre resoplidos. A duras penas consiguió limpiarse (de mala manera) de la boca los restos del vómito, mientras sorbía por la nariz, incapaz de contener las lágrimas. El moreno supo que estaba más consciente cuando alzó la vista en su dirección y por un segundo sus ojos se encontraron. En cuanto esa mirada herida, maltratada, se clavó en su rostro, Rowoon sintió cómo se le formaba un nudo en el estómago; se moría de ganas por enjugarle esas lágrimas que resbalaban por sus mejillas hasta su barbilla, pero sentía que si le tocaba, se rompería en mil pedazos, de lo débil que parecía en esos momentos.

 

De pronto, Inseong se rió; al principio fue una pequeña risa, disimulada, pero no tardó en soltar otra más larga, más intensa, hasta terminar riendo a carcajada limpia. Rowoon lo miró sorprendido, sin comprender.

 

ㅡ Soy patético, lo sé. ㅡhabló, limpiándose con el dorso de la mano las lágrimas, volviendo a sorberㅡ. Doy pena, ¿a que sí, Rowoon? No tienes que fingir, ni negarlo, porque lo sé, lo noto en tu mirada.

 

El apelado observó a su superior sin poder salir de su asombro. Mientras, Inseong seguía hablando.

 

ㅡ No te preocupes, que te entiendo. ¿Sabes? Nos íbamos a casar en seis meses. Mi madre incluso había comprado ya el regalo de bodas. Y era algo realmente caro. ㅡsu entonación al hablar y la forma en la que le dio énfasis a esas dos últimas palabras dejó claro que aún estaba bajo los efectos del alcoholㅡ. Y mis padres tienen problemas de dinero, pero habían pedido un préstamo al banco, se habían vuelto a hipotecar, con tal de costear los gastos de la boda, porque adoraban con toda su alma a Yeeun. ¿Cómo te crees que van a reaccionar cuando les diga que esa boda que tanto esperan y que tanta ilusión les hace ya nunca va a llegar? ¿Se sentirán avergonzados de su patético hijo? No les culparía, ahora mismo soy lo más lamentable del mund--...

 

No tuvo tiempo de terminar la frase, pues en el momento en que iba a hacerlo, Rowoon le cortó. La bofetada resonó durante varios segundos en la pequeña estancia del baño, acompañada después de los jadeos del más alto. Por su expresión, quedaba claro que estaba furioso, sólo le faltaba echar fuego por la boca y humo por las orejas. Inseong lo miraba perplejo, casi asustado, parpadeando varias veces, mientras se llevaba una de sus temblorosas manos a la mejilla. No había sido aquella torta lo que había sorprendido al más mayor de los dos, sino el ver llorar a Rowoon cuando giró la cabeza, en busca de una respuesta.

 

La imagen que tenía del pequeño, en cada recuerdo de su ahora borrosa mente, aparecía aquel chico con una amplia sonrisa que le alegraba el día. No comprendía qué podía haber pasado para que se derrumbase de esa manera; estaba conmocionado.

 

ㅡ G-giant... ㅡtartamudeó en inglés, sin poder evitarlo. Siempre que se bloqueaba o no entendía qué ocurría a su alrededor, su cerebro, en un mecanismo involuntario, cambiaba el idioma, devolviéndolo inconscientemente a esos momentos de su infancia en los que había vivido en el extranjero; buenos y agradables momentos.

 

Observó con cierto temor cómo el puño de Rowoon se alzaba en el aire, tenso, y en un acto reflejo, se encogió, en busca de protección, pero no ocurrió nada. De hecho, parecía que este iba a decir algo, pero de sus temblorosos labios tan solo salió un sollozo que hizo a Inseong estremecerse. No era producto de su imaginación: estaba llorando de verdad. De pronto, el moreno cayó de rodillas frente a él, calmando su silencioso llanto segundos después.

 

ㅡ ¿Por qué eres así, Inseong? ¿Siempre has sido tan cobarde? ㅡno lo estaba mirando cuando comenzó a hablar, pero con esa última pregunta, clavó sus enrojecidos ojos en los ajenosㅡ. ¿Por qué te desprecias así, cuando no has hecho nada malo? Despierta de una vez.

 

Quizás fuese la seriedad poco común en el menor en aquellas palabras, o el tono suave y triste con el que las lanzaba, como cuchillos afilados bajo plumas, pero en el interior de Inseong algo se removió cuando lo escuchó.

 

ㅡ Ella nunca te quiso, solo estaba contigo por tu fama, por tu éxito. Es una víbora que se alimenta de la envidia de la gente. Ella es feliz con toda la atención sobre su persona, manipulaba a la gente a placer, y ha estado jugando contigo todo este tiempo. Te hizo creer que estaba enamorada de ti para tenerte bien cerca y asegurarse de que no te irías con cualquier otra que realmente si te quisiera y te fuera a cuidar como te mereces, para asegurarse su posición superior. Se ha aprovechado de ti, y hoy se ha descubierto ella sola. ¿Crees que alguien con un mínimo de vergüenza y arrepentimiento se habría comportado como lo ha hecho hoy? Temía que la gente a su alrededor comentase, que la juzgase, por ello ha optado por deshacerse del problema de la manera más rápida e insensible posible. En cima con ese tono condescendiente que... ㅡde la rabia, el puño de Rowoon volvió a cerrarse, con intención de chocarse contra lo más cercano, pero se lo pensó dos veces, antes de hacerse daño. No hizo nada, no dio ningún golpe, pero el simple gesto, el amago de ir a golpear algo puso en tensión a Inseong, que había comenzado a llorar de nuevo, de manera suave y silenciosaㅡ. Había cientos de ocasiones en los que podrías haberte dado cuenta de lo mala que era en la realidad, pero no así...

 

Durante unos instantes, guardó silencio, hasta suspirar segundos después, poniéndose en pie.

 

ㅡ Al menos hazme el favor de no culparte de nada, te lo pido. Si hay algo de lo que puedes tener la culpa es de ser una de las personas más dulces, amables e increíbles que he podido conocer. ㅡladeó la cabeza, señalando el retreteㅡ. Puedes vomitar lo que necesites, mañana lo limpiaré todo.

 

Sobrepasó el tembloroso y confuso cuerpo de Inseong con un par de zancadas, avanzando en dirección a la puerta del baño, pero sintió que algo lo detenía. Al bajar la mirada, se encontró una de las manos ajenas agarrando su pantalón. Inseong lloriqueaba, mirándolo con auténtica desesperación. Rowoon tragó saliva.

 

ㅡ N-no te vayas... No me dejes solo... Por favor, Rowoon...

 

El moreno volvió a suspirar.

 

ㅡ ¿Dónde me iría? Esta es mi casa.

 

Inseong realmente no era consciente de dónde estaba, pero tenía claro que no conocía el lugar, que no era su propio apartamento. Todo allí olía diferente, no notaba el aroma de Yeeun en el ambiente, ni su habitual orden, ni sus detalles naranjas por la casa, algo que en parte le hizo sentir bien. Que no hubiera nada a su alrededor que le recordase a ella facilitaba que su estado no empeorase. Miró a su alrededor en un par de ocasiones, antes de alzar la cabeza de nuevo en dirección al más alto.

 

ㅡ En ese caso... ¿Puedo quedarme a dormir aquí contigo?

 

La timidez y la tristeza con la que le preguntó le hizo verse tan inocente, que por nada del mundo se lo habría negado. Si le hubiera pedido la luna, Rowoon se la habría bajado allí mismo. No respondió, simplemente le agarró de la mano, con cuidado, y lo ayudó a ponerse en pie, rodeando su cintura con un brazo para que aguantase el equilibrio mientras lo llevaba hasta su habitación.

 

 

 

 

 

 

 

 El reloj digital, situado en la esquina inferior derecha de la pantalla, marcaba las 4 de la mañana. Rowoon se frotó el puente de la nariz, cansado, cerrando unos segundos los ojos. Estaba agotado, odiaba pasar a limpio esos informes absurdos, uno tras otro, pero por alguna razón no le venía el sueño, y para estar mirando el techo, mejor aprovechar el tiempo y ponerse al día con todo el trabajo que tenía atrasado.

 

De pronto, algo reclamó su atención. Agachó la vista, y se encontró la cabeza de Inseong chocando contra su costado. Lo escuchó gruñir, en sueños, segundos antes de pasarle un brazo por encima de todos los informes, abrazándolo totalmente dormido. Rowoon sonrió con ternura, y enseguida cerró el portátil, dejándolo a un lado de la cama, con todos los archivos ya cerrados, sobre la tapa de este. Segundos después, con mucho cuidado, se deslizó entre las sábanas, para acabar tumbado completamente, a su lado. No tardó el mayor en buscar refugio, de manera inconsciente, en su pecho, abrazado a su cuerpo como si se tratase de un cojín anti-estrés.

 

A Rowoon le costaba creerse que estuviera compartiendo cama con él. Desde que había sido un niño, había seguido sus pasos, en silencio, desde las sombras; se había convertido así en el hombre de provecho que era ahora, y todo gracias a aquel muchacho de finos labios y ojos rasgados que le agarraba en sueños, con miedo a que en cualquier momento fuera a desaparecer. El moreno colocó una mano en sus cabellos, acariciando estos en movimientos lentos, tranquilos y cariñosos. Los pequeños murmullos que soltaba le hicieron sonreír a Rowoon. Se veía tan adorable, tan desprotegido... Pero allí estaba él, para protegerlo de todo lo malo que pudiera acontecer, por ello, lo rodeó con ambos brazos, creando a su alrededor la sensación de estar en un sitio tranquilo, donde pudiera descansar al sentirse a salvo. Quería que descansara y se olvidara de todo.

 

En algún momento de la noche, Rowoon cayó rendido por el sueño.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).