Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

[Reviews - 321]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todas


Les traje el nuevo capítulo de hoy. Espero les guste mucho. Al fin sabremos el destino que le espera a Rowen a manos de su apuesto y cruel carcelero.


Gracias por sus comentarios que me hicieron llegar. Espero que con este capítulo se animen más de ustedes a comentar

CAPITULO TRECE

 

 

   

Cuando Rowen pensaba en que William de Chaville volvería otra vez a él, comenzaba a temblar, de modo que no pensaba en eso. Pero él volvía de igual forma.

 

Rowen ni siquiera estaba despierto cuando él llegó por la mañana, poco después del amanecer. Pero cuando al fin cobró conciencia de su aproximación, también advirtió que el corpulento hombre ya había inducido a su entumecido cuerpo a recibirlo de nueva cuenta. Y lo hizo rápidamente, con tal prisa que Rowen se sintió casi más irritado porque había perturbado su sueño que porque había invadido su intimidad, pues aquel nuevo ultrajo quedó terminado antes de que él sintiera gran cosa; pero a pesar de que se sentía agotado, aún no podía volver al sueño perdido una vez que Fulkhurst se apartó de él.

 

Edith llegó poco después, pero esta vez William no llegó con la criada. Y Rowen no estaba de humor para aceptar las miradas de simpatía que recibía de la mujer mayor; sin embargo de nuevo se sintió agradecido hacia ella. Ni siquiera había advertido que los hombros le dolían a causa de la postura forzada, hasta que Edith comenzó a masajear la zona, y aunque no era necesario que hiciera tal cosa, la criada lavó con cuidado el cuerpo y eliminó el olor de ese monstruoso hombre de la piel de Rowen.

 

Pero el hombre volvió al mediodía. Y de nuevo por la noche. La única compensación de Rowen era que ese monstruo insaciable tuvo que forzarse mucho la tercera vez para acariciar esa vergonzosa humedad que lo aturdía. Y así sucedió también el día siguiente, excepto que la tercera ocasión, la última vez que Rowen tuvo que soportar la penetración del cuerpo del hombre en su interior, fue la peor de todas.

 

El hombre no tenía interés en prepararlo bien para que lo recibiese. Estaba buscando otra cosa, y Rowen no se habría sentido sorprendido si el propósito real de su aprehensor era enloquécelo. Continuó tocándolo mucho después de que comprendió que el menor estaba preparado para recibirlo, lo acarició más de lo que el prisionero podía soportar. El hombre avivó la sensualidad en el joven doncel hasta que éste sintió deseos de rogarle que lo poseyera cuanto antes; pero todo lo que Rowen pudo hacer fue recibir lo que su captor le daba, es decir una nueva conciencia de su propio cuerpo, el conocimiento de la debilidad de su espíritu tanto como de la flaqueza de su carne. El canalla conseguía que Rowen lo deseara. Y lo sabía. Era su triunfo definitivo.

 

Lo único que mantenía a Rowen esperanzado era su certidumbre de que en la tercera mañana sería liberado, para satisfacer el ansia de Fulkhurst de cobrarse ojo por ojo. Pero aún así el menor temía que William hubiese planificado otra venganza en contra suya, pues no creía ni por un minuto que ese hombre se satisfacía sólo con lo que ya había hecho. El hombre había dicho que la vida de Rowen le pertenecía como pago de la intención de matarlo por culpa de la mente maquiavélica y ambiciosa de Alexander, y que a William eso lo tenía sin cuidado, y que no le atribuía ningún escaso valor. Él había dicho que Rowen le pertenecía y que debía hacer lo que a él se le antojara.

 

No, ese hombre no le permitiría marcharse, como Rowen se lo había permitido- por lo menos no se lo permitiría antes de que naciese el niño- Si quería retenerlo, y separar a Rowen de su hijo, tendría que autorizar que se marchase o simplemente enviarlo a otra de sus propiedades. Rowen aún no podía permitir que sucediera tal cosa, aunque no sabía qué podía hacer al respecto, porque ignoraba incluso lo que el día siguiente le traería.

 

El día siguiente trajo a Edith, que venía con la llave de las cadenas. Rowen había supuesto que William lo haría en persona, pero explicarle qué nuevas humillaciones le esperaban, se abstuvo de hacerlo. Por supuesto, Edith no profirió palabra alguna, por obvias razones. Pero trajo alimentos que Rowen pudo consumir usando sus propias manos, y también ropas.

 

Las ropas originaron en Rowen sus primeras sospechas de su suerte futura. Sus propias prendas de vestir habían desaparecido hacía mucho tiempo atrás, pero las que ahora recibía no se le parecían en nada. La camisola y la chaqueta eran de lana común y corriente, no del todo tosca, pero nada que pudiese considerarse de buena calidad. Eran las prendas que se asignaban a los criados del castillo, la chaqueta más corta que la que un noble debía usar, nueva y limpia y ahora propiedad de Rowen. Como cinturón usaba una tira de cuero trenzado. Se incluía también unos pantalones delgados de lana, así como zapatos simples, pero no pantuflas blandas ni nada que sirviese bajo la chaqueta. Bajo esas prendas él debía permanecer completamente desnudo, probablemente una humillación más que le recordaba el cambio de las circunstancias.

 

¡Y debía salir de la recámara del señor, vestido así!

 

Apenas Rowen consiguió restablecer la circulación de la sangre en los brazos, y peinándose y trenzando sus cabellos, Edith le ordenó que la siguiese. La mujer no podía decirle lo que le sucedería ahora, pero sin duda sabía adónde iba Rowen. Y apenas hubieron entrado en el Gran Salón, el doncel sintió la mirada que lo indujo a volver los ojos hacia la mesa del señor.

 

William de Chaville estaba sentado allí, y un rayo de sol que venía de los altos ventanales teñía de oro los cabellos castaños de su cabellera. Aunque había pasado hacía largo rato la hora del desayuno, todavía tenía frente a él un plato de comida y un jarro de cerveza. Fulkhurst lo miró con ojos inexpresivos, una mirada fija que recordó a Rowen la última vez que ese hombre lo había visto, completamente desnudo en su cama.

 

Pero Rowen se dijo que eso había terminado. Él podía soportar todo lo que ahora ese hombre quisiera hacerle- mientras eso hubiese terminado- Pero William no le ordenó que se acercase. No tenía la más mínima intención de advertirle acerca de lo que sucedería a continuación. Y que así fuese. No podía ser tan grave si él no demostraba demasiado interés en presenciar el horror que Rowen sintiera al enterarse de lo que le esperaba.

 

Un movimiento detrás atrajo la atención del menor antes de continuar avanzando. Miró hacia el fuego, y vio sentado allí a un grupo de mujeres. Todas interrumpieron lo que habían estado haciendo y lo miraron con desagrado. Rowen no las había visto antes a causa de la atención que había prestado a la mesa del señor y que no incluía al grupo reunido ante el fuego. De hecho, el rayo del sol era tan intenso, que todo lo que estaba alrededor parecía envuelto en sombras. Pero ahora los ojos de Rowen se habían adaptado y vio que la mayoría de las mujeres eran damas, y varias muy jóvenes. Y las dos más jóvenes lo miraban con el entrecejo fruncido, y en ambas el gesto determinaba que se pareciesen mucho a…

 

¡Dios santo, William tenía hijas completamente adultas! No se le parecían en mucho, excepto en el modo de fruncir el entrecejo que las señalaba claramente como miembros de la misma familia. En ese caso, también debía tener una esposa, ¿no es así? Pero no…¿qué dama hubiese estado dispuesta a ceder su dormitorio de modo que el marido pudiese violar allí a otra mujer, o en su caso, a otro que era casi similar al de su mismo género? Por otra parte, la esposa de William de Chaville seguramente no podría influir en los deseos de ese hombre, y poco importaba para el caso si él tenía amante o violaba a otras mujeres, o a otros donceles en su cama. Y Rowen sólo podía compadecer a la mujer que tuviese la desdicha de tener a un marido como ése.

 

Y entonces, Rowen lanzó una exclamación cuando una de las mujeres abandonó su taburete, de modo que éste pudiese verla, y reconocerla bien. ¡Ágata!....¿Cómo era eso posible?

 

Rowen sintió que la alegría inundaba su pecho, le iluminaba la cara, y dio un paso adelante. Ágata se apartó de él para mirar hacia William, y después volvió a sentarse, de nuevo oculta por las mujeres sentadas ante el doncel. ¿Sin decir palabra alguna? ¿Sin siquiera una expresión de bienvenida? Rowen no comprendía nada. Pero entonces su mirada se volvió hacia William y vio la sonrisa del hombre, y en efecto comprendió perfectamente aquella actitud por parte de su amada criada. En cierto sentido ésa era otra venganza de su parte. ¿Era posible que hubiese puesto totalmente a Ágata en su contra? No, Rowen no lo creía posible, pero sin duda alguna Ágata no debía hablar con él.

 

La cólera se manifestó en el joven doncel con la misma rapidez con que había sentido alegría un momento atrás. A Rowen ya lo había inquietado que se le permitiese únicamente usar una vestimenta tan pobre y escasa y abrigaba sospechas con respecto al próximo paso del plan de William para terminarlo de quebrar; pero esto, negarle la relación con la mujer que era como una segunda madre para él….Olvidó la debilidad de su posición, olvidó que ese hombre vengativo podía arrojarlo de nuevo a la mazmorra, golpearlo y matarlo si con eso lo complacía….pero nada de eso le importó ya….¡Nada!!!

 

Rowen no hizo caso de la mano de Edith que intentaba sujetarlo, y caminó hacia el estrado y se acercó al frente de la mesa de William, hasta que quedó ante él. El hombre se limitó a enarcar el entrecejo en un gesto de interrogación, como si no advirtiese que el chiquillo estaba enfurecido.

 

Rowen se inclinó hacia adelante y murmuró de modo que sólo él lo oyese:

 

--Puedes negarme hasta la última de las cosas que me son caras, pero yo puedo y rogaré hasta el fin de mis días que tú, William de Chaville, te pudras en el mismísimo infierno.

 

William le dirigió esa cruel sonrisa que Rowen estaba llegando a conocer tan bien.

 

--Doncel, ¿debo temer por un alma que ya está condenada? Y no te autoricé a mostrarte tan familiar al dirigirte a mí.

 

Rowen enderezó el cuerpo, incrédulo. Acababa de maldecirlo y de condenarlo al infierno eterno, ¿y a él le preocupaba únicamente que hubiese usado su nombre de pila? El joven hervía de furia, ¿y ese hombre se limitaba tan solo a sonreírle? ¡Maldito, y mil veces maldito!!!!

 

--Discúlpame- se burló Rowen- Lo que debí llamarte es….canalla.

 

Fulkhurst se puso de pie con tal rapidez que lo sobresaltó. Y antes de que el doncel hubiese pensado siquiera en huir, se inclinó completamente sobre la mesa para aferrarle la muñeca.

 

Rowen contuvo una exclamación, con tal fuerza Fulkhurst apretaba su extremidad, que lo único que le oyó decir a ese hombre fue:

 

--Mi señor.

 

--¿Qué?

 

--No terminaste tus palabras con el tratamiento que me corresponde. Debes decir “mi señor”.

 

¿Fulkhurst no estaba dispuesto a matarlo por haberlo calificado de canalla?

 

--Pero tú no eres mi señor.

 

--Lo soy ahora, doncel, y en adelante oiré que lo dices….a menudo. Y lo dirás ahora.

 

Rowen prefería que le cortaran la lengua. Seguramente William vio la expresión obstinada de Rowen, porque lo sacudió y le dijo con voz suave pero amenazadora:

 

--Lo dirás, o haré que te castiguen con un látigo, el castigo usual que corresponde a esa insolencia.

 

No era una amenaza vacía. La había pronunciado de modo que cumpliría con lo que decía. Un hombre como él no amenazaba en vano. Y Rowen prefería desconocer las consecuencias de aquella amenaza. Pero esperó varios segundos antes de murmurar con odio:

 

-Mi señor.

 

William lo soltó de inmediato. Rowen se frotó la muñeca mientras él volvía a acomodarse en su silla, con una expresión que no era distinta de la que había mostrado cuando Rowen lo desafió. Pero esta vez su expresión era engañosa, porque en realidad lo irritaba el hecho de que el primer acto de Rowen al abandonar su cautiverio hubiera sido ofenderlo, cuando después de los últimos tres día el doncel hubiera debido sentirse tan intimidado como para no sentir deseos de mostrase ofendido.

 

--Quizá no estás tan desprovisto de sensatez como de inteligencia- dijo William respondiendo a la capitulación de Rowen, pero después agregó en un gruñido- Sal de mi presencia, no sea que recuerde lo que me dijiste, doncel insolente.

 

Rowen no necesitó que se lo ordenasen otra vez, ni siquiera dirigió una mirada a William. Fue hasta donde estaba Edith, que esperaba ansiosa al pie del estrado, y con ella salió del salón, y descendió un piso, hasta la cocina.

 

La cocina por lo general estaba en un edificio separado, en el patio del castillo, pero durante los últimos años se había difundido la costumbre de incluirla en el recinto de la fortaleza, sobre todo en las regiones en que llovía mucho y hacía mal tiempo. La cocina de Fulkhurst tenía esas características, y ocupaba el amplio espacio que solía albergar a la guarnición del castillo.

 

Había por lo menos veinte personas atareadas en diferentes trabajos de amplio espacio. Ya estaba en marcha la preparación de la cena. Un enorme fuego ardía bajo un gran pedazo de carne que estaba siendo asado. Los cocineros rodeaban una larga mesa donde se procedía a pelar verduras, preparar pastas y cortar la carne. De la despensa llegaban especias. Dos escuderos tomaban de prisa una comida de pie en un rincón, mientras una bonita criada coqueteaba con ellos. Otra criada del tambo estaba siendo reprendida por derramar un poco de leche de su cubo, al tropezar con uno de los varios perros que se enredaban en las piernas de los allí presentes. A su vez, la muchacha asestó un puntapié al perro, que se limitó a aullar, pero no abandonó su lugar cerca del tajo del carnicero. Una tercera estaba lavando jarros que habían quedado del almuerzo. El panadero metía hogazas nuevas de pan en su horno caliente. Dos robustos ciervos venían del subsuelo con pesados sacos de granos.

 

A causa de la amplitud del lugar, no hacía demasiado calor, pero había bastante humo a causa de los muchos fuegos encendidos y las velas que ardían en diferentes rincones. Rowen miró todo con cierto temor. El mayordomo estaba allí, pues acababa de abandonar la oficina situada en un nivel más alto, un piso más arriba. Pero Edith no llevó a Rowen con ese hombre. Lo acercó a una corpulenta mujer, la que estaba reprendiendo a la lechera. La mujer era rubia, con el rostro encendido, y bastante alta por tratarse de una mujer, tenía un poco más de un metro setenta centímetros. No era una sierva, sino una mujer libre, y la esposa del cocinero principal.

 

--De modo que esta vez no es la “otra”, sino el “otro” de Rubert Lyons de Ginza- dijo mordaz Mary Blanz, mientras miraba a Rowen de arriba abajo, lo mismo que estaban haciendo todos los demás que se encontraban en la cocina, aunque no tan francamente como Mary- Se rumoreaba que había un doncel de alcurnia en la mazmorra, pero ahora que te han enviado a mí, veo cómo son realmente las cosas. Me llamarás señora Blanz, y no te darás aires ni me contestarás. Ya he tenido bastante de eso en el trato con la altanera Ágata, y como cuenta con la protección del señor, no puedo hacerle sentir el dorso de mi mano. Pero tú no gozas de ese favor, ¿verdad, chiquillo?

 

--Ciertamente- replicó Rowen, incapaz de disimular el desprecio en su tono- Gozo de tan escaso favor que tal vez mi destino sea verme castigado para siempre.

 

--¿Castigado? No, a menos que sea necesario. Bien, vamos. Tengo que inspeccionar a la gente, porque de lo contrario jamás se hace nada…estas criadas son muy perezosas. Mientras caminamos te explicaré tus obligaciones.

 

Rowen pareció sorprendido.

 

--Entonces, ¿no trabajaré en la cocina?

 

--¿Aquí?- Mary se echó a reír con verdadero regocijo- Ya tienen aquí suficiente ayuda y no necesitan más. Además, a mi marido no le agradan personas como tú. No soporta la pereza en sus trabajadores, y en cambio yo tengo que aguantarla todo el día, y no puedo curarla, sobre todo cuando esa perra de Celia disminuye mi autoridad apenas le doy la espalda. Y se las arregla sin ser castigada porque es la hembra favorita de lord William, y todos lo saben. Cómo desearía….

 

El pensamiento quedó inconcluso mientras Mary ascendía la escalera que llevaba nuevamente al Gran Salón. Rowen trataba de demorarse, pues temía otro encuentro con William, pero él ya no estaba allí. Y pocas damas continuaban junto al fuego. No halló signos de Ágata tampoco.

 

--No tengo autoridad sobre las criadas de las damas- dijo Mary cuando vio hacia dónde miraba Rowen- Pero no tengo tanta suerte como esa Ágata, que consiguió una tarea muy fácil.

 

--¿Hace mucho que Ágata está aquí?

 

--No, vino con el señor. ¿Por qué? ¿La conoces?

 

--Sí,

 

--Bien, apártate de ella. Hay jerarquía en la gente del castillo, como en cualquier lugar de esta clase, y el hecho de que ella esté a cargo de las hijas del señor la coloca a más altura incluso que las criadas de las otras damas, y todas están más altas que tú. Pero tú estás más alto que los ayudantes de la cocina, de modo que apártate también de ellos. Podrás elegir a tus amigas entre las mujeres que están a mi cargo ya que trabajaras con ellas, pero recuerda mi consejo….no seas amigo de Celia.

 

Rowen no estaba interesado en esa tal “Celia”, aunque fuese la favorita de William. Lo preocupaba más su propia situación. Sabía que sería una de las “criadas” de Mary a pesar de su condición como doncel, pero aún no sabía lo que eso significaba.

 

La impresión que le provocaba su nueva condición de criado era relativa, pues ya había sospechado que su suerte sería algo por ese estilo, en vista de las ropas que le habían entregado. Una de las primeras cosas que William le había dicho al regresar de Ginza era que ya no era el esposo de un noble. La ironía del caso era que Rowen podía recordar haber deseado precisamente eso, ser nada más que un siervo inferior, despojado de todo lo que podía ser un motivo de codicia y lucha. Realmente, en el futuro tendría que poner más cuidado en lo que deseaba.

 

Pero William no podía convertirlo en un auténtico criado, pues Rowen había nacido en una cuna noble y se había educado de acuerdo con su nivel de estatus; eso no podían arrebatárselo, por mucho que lo desearan. Pero William debía conseguir que lo tratasen como a un simple criado, y ya había ordenado que lo tratasen de ese modo, y en ese sentido Rowen nada podía hacer, pues en realidad estaba a merced de su carcelero. Sin embargo, cuando pensaba en que William hubiera podido enviarlo de regreso a la mazmorra, y arrebatarle la protección del bondadoso John Giffard, debía considerarse afortunado, más que afortunado. Un criado tenía libertad de movimientos, iba de un lado para el otro casi inadvertidamente. Un criado hasta podía escapar.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

Espero que el capítulo les haya gustado mucho. Pues ahí lo tienen, nuestro hermoso doncel pasó de ser el hijo de un noble a ser un simple criado del montón. Será que consiga escapar???


Ágata apareció, será que pueda ayudarlo??? Las hijas de William salieron a escena, le harán la vida de cuadritos a Rowen???  Y esa tal Celia, que papel tendrá en la historia???? Estas y muchas incógnitas más se sabrán en los siguientes capítulos. Espero que la historia les siga pareciendo interesante. Y si es así, háganmelo saber en un RW. Tengan un bonito fin de semana.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).