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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola queridas lectoras

Una promesa es una promesa y acá estoy con un nuevo capítulo de la historia, espero lo disfruten mucho. Es uno más larguito que el anterior.

Muchísimas gracias a todas aquellas lectoras que le dan mucho cariño a la historia enviando sus lindos comentarios. Ya respondía los últimos RWs por si quieren pasar a leerlos.

CAPITULO VEINTITRES

 

 

 

William no sabía muy bien en qué argucias estaba enredándolo ese maldito doncel, pero ya había llegado a la conclusión de que no le importaba ya. Él no podía adivinar qué pretendía obtener Rowen con su extraño comportamiento. Tampoco le importaba. Lo que él había planeado para ese chiquillo no cambiaría en lo absoluto. Bien, quizás apenas un poco, pues él ya no deseaba provocarle sufrimiento. El ingenio atrevido de Rowen también era una agradable sorpresa. Como en Ginza el menor se había mostrado solemne y decidido, William no podía esperar la aparición de una faceta juguetona en su carácter.

 

Ginza no era la localidad de Rowen, y ahora tampoco lo sería. Pero por primera vez, William se preguntó quién era Rowen realmente, y de dónde había salido.

 

--¿Ya se hablado al joven acerca de Emma?

 

William había cesado de observar a sus hombres que ponían a prueba sus habilidades luchando con los caballeros de Sheldon en el patio de ejercicios. Durante un momento no entendió a qué se refería su amigo, hasta que advirtió que Sheldon miraba a Rowen, mientras éste cruzaba el patio para dirigirse al lavadero, y en los brazos una gran pila de ropa blanca. El joven se destacaba claramente, con su larga cabellera casi plateada que relucía iluminada por la luz del sol, la camisa roja apenas visible en el cuello, los brazos y los pies, conformando un gran contraste con la chaqueta gris que se había puesto. De ningún modo podía confundírselo con los criados que estaban alrededor. Era casi ridículo asignarle esa categoría, y sin embargo William estaba dispuesto a insistir en su postura, al margen del modo en que otros lo considerasen…o lo llamasen.

 

Pero lo irritaba haber olvidado por completo la nueva tarea que había aceptado asignarle. Sin duda, cuando el menor estaba cerca, los pensamientos de William se orientaban en una dirección.

 

--Con la idas y venidas de Isabella, no tuve ocasión de….

 

--No digas más- Sheldon interrumpió lo que en verdad era una excusa muy débil- Es realmente desagradable el trato que te ha dispensado esa familia, y el joven Rupert debe de estar loco si cree que podría robarte a tu prometida y no pagar el precio con su vida. Es una vergüenza, conozco a su padre y…

 

--Sheldon, por Dios, no me atribuyas hechos ni intenciones que no están en mi mente.

 

Sheldon lo miró con tanta incredulidad que William se sonrojó hasta las raíces de los cabellos.

 

--No querrás decir que piensas perdonar la vida al muchacho después del mal que te hizo, ¿verdad? William, ¿te sientes realmente bien?

 

William estaba frunciendo el entrecejo antes de que Sheldon hubiese terminado su frase, porque su amigo exhibía una preocupación absolutamente seria.

 

--No estoy atontado, maldita sea. Sucede sencillamente que no me importa haber perdido a esa dama. La alianza se mantiene, pues he prometido a Beatrix en mi lugar. Lord Reinard está tan satisfecho como yo con el resultado. Realmente, lo único que he perdido es a la dama, que ya había definido sus sentimientos por otro, de modo que sin duda habría acabado engañándome. En realidad, debo agradecer su audacia a Rupert Fergant.

 

De nuevo Sheldon se limitó a mirar, lo cual indujo a William a rezongar:

 

--Sheldon…Amigo mío, ¿cómo está tu brazo? ¿Se ha enmohecido tanto como el mío durante estas últimas semanas?

 

Sheldon finalmente se echó a reír.

 

--¿Puedes rehusar un ofrecimiento expresado de un modo tan amable?

 

--Yo no te lo recomendaría.

 

--Entonces, adelante- dijo Sheldon desenvainando la espada- Pero no olvides de pronto que estás perdonando lo que te hizo Fergant. La última vez que reemplazaste a uno de tus enemigos con mi persona, no pude levantarme de la cama durante una quincena.

 

William enarcó el entrecejo mientras desenfundaba su propia espada.

 

--Ese tiempo en que guardaste cama se alarga cada vez que lo mencionas. ¿Quieres mi simpatía o practicar un poco?

 

--El día que tú seas capaz de conceder a alguien una práctica liviana…

 

Sheldon no terminó la frase y enfrentó el primer ataque de William. El choque de los aceros acercó a los restantes hombre que estaban en el campo, pero sólo los dos amigos lucharon mientras los hombres cesaban en sus actividades para mirarlos. Rowen miró a través de la puerta abierta del lavadero, sin hacer caso de la ropa de cama que había llevado allí para lavar. En las proximidades de la puerta de acceso al patio de ejercicios, un mensajero que acababa de llegar ahora se resistía a entregar la carta de desafío que había traído consigo, pues tenía que acercarse a los dos veteranos caballeros que se descargaban golpes en lo que parecía una escena de combate mortal.

 

Desde una ventana del castillo, Beatrix también observaba a su padre, y abrigaba la esperanza de que tropezara o se equivocase al contestar los golpes, y de que hiciera el papel del tonto. Estaba furiosa con él, al extremo de que ya había abofeteado a dos criadas y provocado el llanto de su amada Melissa. La causa era la horrible desilusión de ver llegar a la prometida de William, cuando Beatrix había comenzado a creer que Isabella nunca aparecería; y después de esperar lo peor, recibió la noticia, unas pocas horas más tarde, de que su padre no se casaría, de que en cambio lo haría ella misma, y con un miembro de esa familia. Los Malduity podían parecer bastante buenos a su padre, pero ella podía haber aspirado a un título más elevado, a más poder y más riqueza, por lo menos a un conde. Pero no, tendría que aceptar a un mozalbete, que apenas había sido armado caballero poco tiempo antes, y que con seguridad no heredaría sino después de pasados muchos años; y para colmo, ella tendría que vivir con su suegro. Era intolerable, y todo porque “su padre” así lo había decretado.

 

Ella se encargaría de que su progenitor lo lamentase. Que se hubiera atrevido a hacerle eso…

 

William se incorporó lentamente, su orgullo más herido que su trasero. Sheldon estaba incorporado detrás de él, riendo, y por buenos motivos. En el curso de su vida William nunca había sido sorprendido de ese modo, como un escudero a quien sorprenden con su primera espada de madera en la mano. La culpa era de ese doncel de cabellos de lino y de su camisa roja que atraía la mirada, sin hablar del deleitoso cuerpo que esas prendas cubrían. Él apenas había alcanzado a ver la llamarada roja por el rabillo del ojo, y cuando intentó ver algo más…Sheldon lo derribó con un golpe de su espada; el impacto para el cual no estaba preparado envió al suelo a William, pues se había detenido en el patio para mirar fijamente la innoble posición de William en el suelo, y tal parecía que el chiquillo estaba preocupado, cuando lo más probable era que tuviese que esforzase para evitar la risa, como estaba haciendo Sheldon.

 

--¿Comprendes, verdad?- dijo Sheldon- que mi proeza al derribar al dragón será conocida por doquier?

 

--Vete al infierno- gruñó William, mientras se ponía de pie, pero agregó con una sonrisa tensa- O mejor todavía, ¿no quieres probar de nuevo?

 

Sheldon rehusó, pero sin dejar de sonreír.

 

--Amigo, prefiero negarme. Recogeré mis laureles y me retiraré mientras…

 

--Un mensajero, mi señor- interrumpió en ese momento un mayordomo de William.

 

William se volvió impaciente hacia el mensajero, y advirtió que estaba demasiado limpio para haber viajado desde muy lejos. Recibió el pergamino enrollado sin el más mínimo cambio de expresión que indicase que había identificado el sello.

 

El mensajero esperó para repetir las palabras que había fijado en la memoria, pero el señor de Fulkhurst no las necesitaba, pues estaba leyendo personalmente el mensaje o fingiendo que lo leía, pensó el recadero, sonriendo para sus adentros. Supuso eso pues el señor no reaccionaba como correspondía frente a las palabras de desafío del amo que lo había enviado allí con la misiva. El mensajero tampoco estaba nervioso, después de presenciar la torpeza del señor de Fulkhurst en el campo de ejercicio. El temido dragón del norte sin duda dependía de sus hombres, que se encargaban de ganarle las batallas.

 

El mensajero se sintió menos seguro de esa opinión cuando William lo miró directamente a los ojos con la expresión más fría que él había visto jamás. El famoso dragón tenía una mirada cruel en su cara, de eso el mensajero estaba muy seguro.

 

--Si tu señor está tan ansioso de morir, lo complaceré, pero en mi tiempo y lugar. En poco tiempo más tendrás mi respuesta completa.

 

Y con un gesto, William despidió al hombre.

 

Sheldon apenas esperó que el hombre se alejase para preguntar el entrecejo enarcado de su amigo:

 

--¿Piensas matar a alguien a quien conozco?

 

--No lo conoces, pero ciertamente habrás oído hablar de él. Se trata de D´Ambray, que adoptó una táctica diferente. Ahora reclama que nos encontremos en Gilly Field, dentro de dos días, para terminar la guerra entre nosotros con un combate individual.

 

Sheldon silbó entre dientes.

 

--El hombre debe tener tan escaso seso como su padre si cree que tú no sabes que Gilly Field es un lugar muy apropiado para los engaños. Oí decir que el mismo desafío fue formulado a Walter Belleme, el viejo señor de Tures, pero cuando Belleme cabalgó hasta allí para aceptar, lo emboscaron y mataron. De ese modo los D´Ambray se apoderaron de Tures y de todo lo que había allí. (NA: Por si lo olvidaron algunas, Belleme es el padre de Rowen),

 

--Todo eso lo sé- replicó William- y ya me he apoderado de esa joya de su colección. Incluso había alimentado el pensamiento de permitirle que tuviese la paz que él pedía, después que perdiera el castillo de Ambray.

 

--Entonces, ¿ésa es tu próxima campaña, el baluarte de Ambray?

 

--Sí, pero sin duda tardé mucho en actuar, y le he concedido tiempo sobrado para considerar la traición como alternativa.

 

--Quizá, aunque debo reconocer, William, que no eres un enemigo a quien pueda detenerse tan fácilmente cuando sales a destruir a tu antagonista. Es bien sabido que nadie provoca al dragón sin lastimarse. Y esa reputación ha determinado que más de un hombre contemple el asesinato en lugar de los medios limpios que permitirían derrotarte, sobre todo porque Stephen no levantará una mano en contra de ti.

 

--¿Por qué habría de hacerlo? La mitad de mis enemigos son sus enemigos, y le complace que los liquide sin que a él le cueste nada.

 

--Cierto- convino Sheldon, y después preguntó con curiosidad- ¿Hablaste en serio cuando dijiste que no deseabas destruir por completo a D´Ambray?

 

William se encogió de hombros, y miró de nuevo hacia el lugar donde había estado Rowen, el cual ya se había retirado.

 

--Quizás estoy cansándome de la guerra permanente. Muchas cosas se han visto descuidadas a causa de los conflictos. Mis hijas no tienen una guía apropiada, y yo apenas conozco mis propias posesiones. Por Dios, atravesé con mucha cautela Seaxdale para llegar a Tures, y ni siquiera sabía que era mi propio pueblo. Y he descuidado hacer lo necesario para tener un hijo….

 

--Oh, sí, y eres tan viejo que ya casi es demasiado tarde para….

 

--Vete al diablo, Sheldon.

 

El hombre mayor sonrió antes de que su expresión de nuevo cobrase seriedad.

 

--Lamento lo de Isabella. Sé que te complació elegirla.

 

William desechó el asunto.

 

--Realmente, debería sentirme furioso con la dama, y con el padre que la obligó a engañar cuando él sabía que su corazón se inclinaba decididamente por otro. En cambio, casi siento alivio de que eso haya terminado, sobre todo porque es seguro que ella no me habría convenido tanto como yo creía antes.

 

--¿Y quizá ya piensas en otra persona que la reemplace?

 

William necesitó un momento para comprender a quién se refería Sheldon, pero después frunció el entrecejo.

 

--No, estás equivocado. Jamás honraría a ese pequeño brujo con…

 

--Sí, lo harías…si te da el hijo que deseas.

 

La imagen de Rowen con un niño en sus brazos ocupó la mente de William, y él sintió un anhelo tan intenso que un estremecimiento le recorrió el cuerpo. Pero los preceptos que habían sido la norma durante la mitad de su vida le prohibían permitir que nadie escapase de la venganza después de perjudicarlo, y mucho menos que en definitiva se beneficiase con lo que había hecho.

 

Meneó la cabeza con obstinación.

 

--Es inconcebible que….

 

Pero Sheldon alzó la mano, y logró interrumpirlo.

 

--No digas palabras que después te sentirás obligado a mantener- y antes de que William de todos modos insistiera, Sheldon agregó- Te veré muy pronto amigo mío.

 

William miró a Sheldon manteniendo la expresión más sombría en su cara. En ocasiones había lamentado que su actitud general determinase que fuera un hombre casi sin amigos, con la única excepción de Sheldon, que lo conocía desde antes de sus tragedias y comprendía qué era lo que lo impulsaba. Pero había ocasiones en que tenía la absoluta certeza de que era mejor carecer de amigos…y ése era uno de tales momentos.

 

 

****

 

 

William no estaba del mejor humor cuando bien entrada la tarde llegó al salón. Y allí vio a Emma, y eso le recordó que aún no se había ocupado del asunto de su educación. Ahora le ordenó que se acercara, mientras él caminaba hacia el fuego. Había solamente dos sillas entre muchos taburetes, reservadas únicamente para él y sus invitados, o para sus hijas. Ordenó a Emma que ocupase una de ellas mientras él utilizaba la otra; pero eso determinó que ella lo mirase con a expresión de extrañeza, lo cual recordó a William que ella misma no se consideraba un miembro de su familia, del mismo modo que William jamás le había atribuido ese carácter.

 

Lo que ahora se proponía hacer, no le molestaba demasiado. Los bastardos eran una realidad de la vida, y muy pocos se elevaban demasiado por encima del estigma de su nacimiento, o de la servidumbre de sus respectivas madres, a menos que tuviesen un padre que fuese miembro de la familia real o que no hubiese hermanos legítimos.

 

Por lo que él sabía, Emma era su única descendiente bastarda, si no contaba al que estaba creciendo en el vientre de Rowen. Aunque la joven ahora debía tener cerca de dieciséis años, él había conocido su existencia sólo durante los últimos años. Quizás hubiera hecho más en su favor de haber pensado más en ella, pero William rara vez había estado en su casa desde que ella había llamado su atención, y también rara vez había pensado en cosas diferentes de la guerra…hasta ahora.

 

Él la miró fijo, y advirtió lo que Sheldon había percibido tan fácilmente que en efecto ella se le parecía más que cualquiera de las otras dos hijas. Había fuerza en la cara y la apostura, y eso faltaba en las dos hermanas. Incluso los ojos y los cabellos tenían exactamente el mismo color que los de William, excepto que, mientras los ojos del señor del castillo exhibían una fría hostilidad, los de Emma tenían una calidez que confería cierta belleza a su cara.

 

Él observó también que su mirada directa no inquietaba a la joven. Si él hubiese mirado de ese modo a Melissa sin hablarle, la niña al fin se habría echado a llorar. Beatrix habría comenzado a formular excusas por lo que recientemente hubiese hecho mal, sin esperar a que su padre formulase una acusación. Emma permanecía sentada tranquila y a su vez miraba a William, aunque ciertamente no se la veía cómoda. En definitiva, William no había previsto que ella demostraría ese valor. Tal vez, después de todo, ella sería una buena esposa para el joven Richard.

 

William no tenía la más mínima intención de abordar suavemente el tema. Así que sus primeras palabras fueron:

 

--Sheldon de Vere tiene un hijo que pide tu mano.

 

--¿Te refieres a Richard?

 

William asintió.

 

--¿Estabas enterada de su intención?

 

--No.

 

--Pero entiendo que celebraste algunas conversaciones con él, pues de lo contrario no habría pedido específicamente tu mano.

 

--Me ha buscado siempre que vino aquí con su padre.

 

--Sin duda, para robarte besos- William rezongó- Muchacha, ¿todavía eres virgen?

 

A ella se le enrojecieron las mejillas, aunque su mirada permaneció unida a la de William, y los labios se le curvaron en las comisuras.

 

--Aquí ningún hombre ni siquiera me mira, porque me temen.

 

William sonrió al advertir la contrariedad que ella sentía.

 

--Me complace saberlo. Y Richard sin duda se sentirá todavía más complacido. Pero antes de entregarte a él, tendrás que aprender muchas cosas para no avergonzar a su familia.

 

Ella lo miró, incrédula.

 

--¿Dices que ordenarás que me enseñen lo que sabe una prostituta?

 

Él frunció el entrecejo.

 

--¿He dicho algo que te induzca a pensar eso?

 

--Dices que él me reclama y que piensas entregarme. Si no soy su amante, ¿qué seré?

 

Los labios de William esbozaron una mueca de disgusto, pero era contrariedad consigo mismo.

 

--Imagino que no puedo culparte si piensas así. Pero en realidad serás su esposa, si es posible enseñarte los modales de una dama.

 

--¿Esposa?- Ella se limitó a modular la palabra pero sin sonido, tan grande era su sorpresa. Pero cuando al fin comprendió con claridad las consecuencias de esa palabra, la cara se iluminó de la alegría, y sus labios dibujaron una sonrisa deslumbrante- ¿De sir Richard?

 

--Sí…- comenzó a repetir William, pero ella lo interrumpió.

 

--Mi señor, nada de “si”. Aprenderé lo que sea necesario. No lo dudes.

 

Por primera vez en su vida William se sintió orgulloso de una de sus hijas, algo que creía no le sucedería hasta que tuviese un varón. No dudó de la decisión de Emma. Pero faltaba ver hasta dónde llegaba su capacidad.

 

Pero por el bien de la muchacha, deseaba que ella tuviese éxito. En relación con ese propósito, ahora se resistía a impartir a Rowen la orden de asumir la tarea. Tal vez el comportamiento de Rowen en ese momento no sugería rencor, pero William le había hecho muchas cosas y era posible que el joven se mostrase hostil. No le había hecho nada que el menor no mereciese, pero el modo en que funcionaba la mente de un doncel no merecía confianza. Existía la posibilidad de que Rowen enseñase mal a Emma, sólo para vengarse de él.

 

--Lady Roberta podría ser una candidata apropiada- comentó pensativo, pero antes de que pudiese agregar por qué quizá no era aceptable, lo hizo Emma.

 

--No lo hará- dijo Emma, y parte de la alegría desapareció de su cara- Me desprecia, y…y no estoy segura de que sepa algo más que la costura. Es lo único que le parece importante.

 

La risa de William la interrumpió.

 

--Pueden decirse muchas cosas buenas a favor de una costurera hábil, pero menciono a Lady Roberta como la candidata probable sólo porque ya actúa en esa función, y por lo tanto sería ideal, pero también concuerdo en que no querrá enseñarte. Como alternativa, creo que Rowen puede ayudarte en todo esto si se lo pides.

 

--¿Rowen? Pero él es…

 

--Ya sé que es un doncel- replicó William- Pero créeme cuando te digo, que él  será tu mejor opción. ¿Me crees?

 

Emma lo miró primeramente con desconfianza, pero luego de percibir la apremiante y sincera mirada de su señor, no tuvo lugar a dudas. Después de todo se sabía de sobra por todo el castillo, que Rowen no era un siervo cualquiera, sino que provenía de una noble cuna.

 

--Sí…Pero él ya tiene tantas obligaciones…

 

Emma no completó la frase porque ahora él fruncía el entrecejo precisamente porque no había advertido que había sobrecargado tanto a ese doncel. Rowen nada había dicho, no se había quejado del exceso de trabajo…pero ¿y si le había mentido? ¿Qué sabía William de los criados y de lo que se consideraba una cuota normal de trabajo? Él jamás había tenido que dirigir a otras personas, fuera de sus soldados, pero ahora que lo pensaba, incluso la señora Blanz lo había mirado con extrañeza cuando él mencionó todo lo que debía exigírsele a Rowen. En ese momento él había pensado únicamente en asignarle tareas que según preveía debían provocar resistencia en el joven, porque eran lo que se parecía a las obligaciones que realiza una esposa. Enviarlo a la sala de costura habría sido nada más que una idea de último momento, para evitar que creyese que su prisionero estaba dedicado con exclusividad al servicio del señor.

 

--Aliviaremos sus restantes obligaciones, de modo que él tenga tiempo sobrado para consagrarlo a tu persona….si acepta la tarea.

 

--Yo le agradeceré muchísimo la ayuda, pero ¿no deberías ser tú quien le hable de esta cuestión, y no yo?

 

William gruñó.

 

--Emma, él no querrá hacerme favores, y si yo insisto…basta decir que es más probable que tú consigas más si se lo pides que lo que yo lograré impartiéndole una orden directa- Pero ahora pensó que su hija una vez había cuestionado la elección de la instructora, de modo que preguntó- ¿Sabías que era hijo de un noble señor?

 

Ahora tocó a Emma el turno de fruncir el entrecejo ante la observación.

 

--Pero todavía lo es. Esto es algo que no puedes arrebatarle sólo porque tú…- Se sonrojó y ella misma se corrigió- Lo siento, mi señor. ¿Nadie debía saberlo? Nos hemos preguntado por qué lo tratabas así, pero eso es asunto tuyo.

 

La censura que se manifestaba en el tono de Emma irritó a William.

 

--Exactamente, es asunto mío, y de nadie más, de modo que no continúes haciéndote preguntas al respecto.

 

Pero William comprendió antes de haber terminado de hablar que el sentimiento de culpa lo había inducido a responder con tanta acritud. Por Dios, ahora Rowen incluso conseguía que él se sintiese culpable, cuando a decir verdad se había mostrado más benigno con el doncel de lo que merecía. Cuando pensaba en lo que podría haberle exigido…¡La vida misma! No, no debía sentirse culpable por el trato que le dispensaba.

 

Y precisamente en ese momento Rowen apareció, viniendo de la cocina, y atrayendo instantáneamente la atención de William con esa camisa roja, la misma que él se prometió que quemaría a la primera oportunidad que se le presentase. El menor también lo vio casi de inmediato, pero se volvió de prisa para regresar por donde había venido, de modo que ahora huía de él, ¿verdad? Sí, quizá creía que era lo más conveniente después de la tontería que había cometido esa mañana con Isabella. Pero ahora que William lo había visto, comprendió que ya no podía concentrar la atención en Emma, de modo que la despidió ordenándole que esperase hasta que él tuviese oportunidad de formular el pedido a Rowen. De ese modo, no necesitaría ordenar que disminuyesen las obligaciones del menor. Se aliviarían durante su propia ausencia. Y cabía suponer que cuando regresara, después de matar a D´Ambray, el doncel habría creado una rutina de cooperación con Emma, y él se limitaría a permitir que eso continuase.

 

Apenas Emma se retiró, Rowen reapareció y caminó hacia William con una jarra de cerveza en una mano y un jarro en la otra. Rowen conseguía sorprenderlo de nuevo con su disposición a servir al señor del castillo sin que nadie se lo ordenase. ¿O tal vez el menor sentía la necesidad de demostrar su arrepentimiento? Sí, probablemente era eso, y tenía mucha razón al adoptar esa actitud. Por Dios, el chiquillo lo había mordido sin tener en cuenta el modo en que William podía reaccionar. Y no había sido un mordisco sin importancia. El músculo en que el joven había hundido los dientes aún le dolía. William admiraba tanta audacia, vaya si la admiraba. Pero Rowen no debía saberlo.

 

El menor se detuvo bruscamente en mitad del camino hacia el fuego, su atención concentrada en otra cosa. Pero se trataba simplemente de Beatrix que ingresaba en el salón seguida por una criada. Pero cuando él miró de nuevo a Rowen, pareció que el joven se sentía agobiado durante un momento, y después resignado. Y más tarde, incluso esto último se disipó. El fornido hombre miró de nuevo a Beatrix, frunciendo el entrecejo, sin poder descubrir qué había llevado a Rowen a reaccionar de ese modo. Y entonces vio la chaqueta azul que su hija usaba, una prenda demasiado audaz para una muchacha de tan escasos años; y además, una prenda que él no estaba acostumbrado a ver en ella. Tenía un gran escote delante, destinado quizás a exhibir una camisa especial debajo, aunque la prenda que Beatrix usaba no llamaba la atención. Sin duda, no hacía juego con la prenda que la cubría.

 

William estableció la relación, pero deseaba no haberlo hecho. La chaqueta era de Rowen, y se la había modificado para adaptarla al cuerpo más menudo de la hija del señor. Pero, ¿dónde estaba el placer que él había creído que sentiría cuando por primera vez decidió regalar las prendas de Rowen, para pisotear su orgullo y su sentido de dignidad? En cambio, ahora se sentía incómodo por lo que en efecto sentía. El gesto había sido eficaz. Sí, el doncel se sentía lastimado de ver sus ropas en el cuerpo de su hija. Y ahora, él mismo sentía ansia de arrancar la prenda del cuerpo de Beatrix y devolverla a Rowen, lo cual, por supuesto, no podía hacer.

 

Por todos los demonios, no le agradaba que Rowen provocase en él esos sentimientos. Ahora se sentía más culpable, y era cada vez más irritante que un sentimiento poco usual en él impidiese consumar lo que había sido una venganza perfectamente organizada. Por eso habló con actitud a Rowen cuando éste estuvo cerca.

 

--Doncel, estoy completamente desagradado contigo.

 

Los ojos de Rowen llamearon un momento antes de que él contestase con brusquedad.

 

--Ya veo, mi señor. Expresas del modo más elocuente tus sentimientos, como de costumbre.

 

William frunció todavía más el entrecejo al decir:

 

--Sin embargo, no tiemblas ante mí.

 

Rowen se encogió de hombros, depositó la cerveza sobre la mesa cerca de William en lugar de ofrecerla, como había sido su intención inicial.

 

--Tú señalas a menudo que soy muy estúpido.

 

--O muy astuto.

 

El menor rió al oír esto.

 

--Como quieras, mi señor. Soy adaptable.

 

--Ya veremos cuán adaptable eres cuando comentemos tus transgresiones más recientes durante la mañana. Quizá creíste que olvidaría tu conducta en presencia de lady Isabella. Me mordiste, maldita sea.

 

Rowen realizó un esfuerzo valeroso para disimular su regocijo, pero fracasó.

 

--¿De veras?

 

--Sabes muy bien que lo hiciste. También me desobedeciste.

 

Este comentario tenía un acento más grave, de modo que Rowen replicó también con más seriedad.

 

--Y fue bueno que lo hiciera. ¿Deseabas que la dama me encontrase en tu cama? Pero yo me hubiera sentido muy avergonzado.

 

--Eso no importa…

 

--Comprendo- le interrumpió el joven con un gesto duro, ahora de ningún modo regocijado- Por lo tanto, supongo que la humillación ya no se utilizará como un medio para castigarme, y tendré que soportarla como una experiencia personal a cada momento.

 

--No me pongas palabras en…

 

El doncel lo interrumpió de nuevo.

 

--No. Comprendo perfectamente.

 

Rowen se volvió para alejarse, pero él se apoderó de un largo mechón de cabello que pasó frente a su cara. Bajó la mano hasta que el menor se vio obligado a inclinarse, y las cabezas de los dos casi se tocaron.

 

--La indignación está fuera de lugar en un siervo- dijo William, en una suerte de blanda advertencia- ¿Olvidaste que eres mi siervo?

 

Rowen hizo una pausa antes de contestar en voz baja:

 

--Mi señor, jamás olvidaría que soy tuyo.

 

Los ojos de zafiro de Rowen encerraban una promesa tan sensual que eso, unido a sus palabras, determinó que la virilidad de William se inflamase en cabal aprecio de tales palabras. William se preguntó si Rowen lo hacía a propósito, o si sabía siquiera qué efecto originaba en él. Si hubieran estado solos, Rowen lo habría descubierto muy rápidamente.

 

William le soltó el mechón, pues necesitaba poner distancia entre ellos, no fuera que hiciese el papel del tonto llevándolo directamente a su lecho. Pero Rowen no retrocedió, como lo esperaba, y sus dedos tocaron suavemente el dorso de la mano de William, en lo que era sin duda una caricia suave.

 

--Mi señor, ¿puedo pedir una merced?

 

William endureció el cuerpo, al recordar que Celia siempre había esperado hasta que él ardía en deseos de poseerla, de modo que entonces no podía negarle nada a su prisionero. Pero incluso así, dijo ahora:

 

--Pide.

 

Rowen se inclinó todavía más para murmurar al oído del señor.

 

--Tú lo has convertido en mi obligación, pero lo que deseo es explorar a voluntad tu cuerpo. Te acostarás conmigo sin cadenas que te aten, y ¿me permitirás tocarte como a mí me agradaría?

 

Las palabras le fallaron. De todas las cosas que Rowen podía haberle pedido, incluso su propia libertad, William jamás habría pensado en la posibilidad de que la merced consistiera en complacer precisamente a su carcelero. En definitiva, él iba a hacer el papel del tonto, porque deseaba tanto a Rowen que estaba a un paso de estallar.

 

William comenzó a ponerse de pie, pero la mano de Rowen se acercó al hombreo de éste y él agregó:

 

--Mira, no me refería a este momento, sino más tarde, cuando decidas que de nuevo quieres tenerme.

 

--Doncel, crees que puedes decirme tanto y yo después pueda esperar para…

 

--No estaba intentado llevarte a tu cama- se apresuró a asegurarle el menor.

 

--¿De veras?

 

Un suave sonrojo tiñó las mejillas de Rowen.

 

--Había pensado…este atardecer, cuando oscurezca y….

 

No concluyó la frase.

 

William, tan dispuesto a zambullirse en su hermoso criado que apenas podía esperar, comprendió el dilema de Rowen, aunque deseaba no haber entendido.

 

--A veces olvido que eras virgen. Ahora mismo yo preferiría que las cosas tuviesen otro cariz, pero….Vete, doncel, y no quiero que aparezcas ante mí antes de la puesta del sol…pero cuando llegue ese momento será mejor que me esperes en mi dormitorio, sólo que no esperes tu gracia hasta que yo haya gozado por lo menos una vez, y más probablemente dos. Realmente, no podré darte descanso hasta la mañana.

 

El leve sonrojo de Rowen se había convertido en escarlata intenso antes de que su señor concluyera. Asintió brevemente con la cabeza y se alejó de prisa. Pero la ausencia de Rowen no calmó el ardor de William, y su propia inquietud comenzó a irritarlo.

 

¡Maldito chiquillo de los mil demonios!, ¿qué había en éste que lo llevaba a reaccionar y llegar a tales extremos de emoción y regocijo?

 

De la primera furia devoradora que exigía venganza a esta sensualidad irritada que ahora lo dominaba. Y después, estaba ese súbito suavizamiento de su necesidad de venganza total, con el joven Rupert Fergant, incluso con el señor D´Ambray, que merecía su venganza desde hacía casi dos años. ¿Había sido algo gradual, o se trataba también de un resultado del efecto profundo que Rowen producía en él?

 

Realmente, parecía que ahora su prisionero ocupaba sus pensamientos excluyendo a todo el resto. Y William ni siquiera podía decir que todo sucedía porque también éste merecía su cólera total, pues William ya no pensaba en la venganza cuando recordaba a Rowen. Incluso el desafío D´Ambray ahora le interesaba poco, mientras que un mes antes habría aprovechado sin vacilar la oportunidad de enfrenar cara a cara a su enemigo jurado. Por la mañana saldría para responder al desafío, pero lo veía ahora sobre todo como una molestia.

 

Y de pronto pensó en efecto se disponía a salir por la mañana, y que no regresaría durante un buen número de días…y que no lo vería durante ese período.

 

William salió del salón siguiendo la dirección que había tomado Rowen. Éste tendría más tarde su merced; por ahora, él insistiría en eso. Pero no veía ningún motivo que lo obligase a esperar hasta que se pusiera el sol para obtener lo que deseaba. Tal vez Rowen necesitaba la oscuridad para mostrarse audaz con William, pero él prefería la luz cuando se hundía en el cuerpo del doncel, porque entonces podía observar todos los matices de la expresión de Rowen en el momento en que éste alcanzaba su propio goce bajo el cuerpo del señor del castillo.

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Sólo diré que la historia está llegando a un punto muy pero muy culminante, y con ella, el desenlace. Así es, nos acercamos al final de la historia.


Al fin el bastardo de Alexander salió de la madriguera en donde estaba escondido muy cobardemente. Retó a William!!!!! Será que nuestro dragón del norte lo mate al fin???? Por otra parte, William ya no puede evitar la atracción que siente por su atrevido y retador criadito. Hasta perdió una batalla contra su mejor y anciano amigo, jajajajajajajaja. Beatrix….Qué hará esta chicuela en contra de su padre??? Se desquitará con Rowen en la ausencia de su progenitor????? Emma es una linda muchacha, valiente y osada.


Bueno nos vemos el siguiente jueves, y recuerden seguirle dando mucho pero mucho amor a la historia. Nos acercamos a los 200 RWs. Espero que sobrepasemos la suma. Apreciaré mucho me den sus sinceras opiniones. Cuídense mucho y tengan unos bonitos días.


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