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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola queridos lectores, es jueves y les traigo el nuevo capítulo de hoy, que espero lo disfruten mucho. No es un capi ni muy corto ni muy largo, sé q les dije q los episodios serían más extensos, pero tuve muchísimo trabajo q me impidió q sea más larguito, pero para el siguiente, creanme q lo tendrán.

 

Agradezco todos los comentarios q me hicieron llegar, es un alisiente para continuar con la historia.

CAPITULO SEIS

 

 

 

Rowen continuaba mirando con odio la puerta que se había cerrado después de la salida de Alexander cuando oyó el ruido de las cadenas y miró de nuevo al hombre acostado en la cama. Tenía los ojos cerrados, estaba completamente inmóvil, pero Rowen percibió instintivamente que ahora estaba despierto. Antes no lo había observado de cerca, no había visto mucho más que un cuerpo masculino grande. Yacía de espaldas, sin almohada, y él mismo estaba a unos pocos metros más lejos, cerca de los pies de un colchón bastante alto. Rowen aún no podía decir mucho acerca de ese hombre desde el lugar en el cual se encontraba. Entonces el hombre levantó la cabeza, y su mirada clavó a Rowen en su lugar, donde permaneció perfectamente inmóvil, olvidando hasta siquiera respirar.

 

La sorpresa en el rostro del hombre determinaba que el gris de sus ojos tuviese aún más matices plateados, fuese más suave y a la vez fueran más luminosos. Incluso con la mordaza que le dividía la cara, Rowen se percató que era un rostro muy apuesto, con los rasgos bien definidos y…arrogantes. ¿Qué lo inducía a pensar así? ¿Los pómulos anchos? ¿La nariz griega? Quizás ese mentón duro más perfilado a causa de la mordaza. Pero tenía que estar equivocado. La arrogancia era un rasgo de los nobles. La arrogancia en un siervo sólo le acarreaba una buena dosis de temibles latigazos.

 

Pero este siervo no bajaba los ojos ni los apartaba ante su presencia. Era audaz, o quizá todavía estaba demasiado sorprendido para recordar su lugar. Pero ¿qué estaba pensando Rowen? Ese hombre no podía saber que él, a pesar de su condición como doncel, era hijo de un noble, porque aún llevaba puesto tan solo el camisón transparente juntamente con la bata de terciopelo.

 

Entonces, era un bastardo, como había dicho Alexander, y al parecer se sentía muy orgulloso de su condición. Y por otra parte, ¿qué le importaba a Rowen lo que ese hombre era? No podía importarle….Ese hombre estaba destinado a morir. Pero primero Rowen tenía que ofrecerle su virginidad…¡Oh, Dios mío! ¿Cómo podía ser? Que estúpido….¿cómo podía no ser, si su madre…?

 

Sintió deseos de dejarse caer al piso y llorar desconsoladamente. Se lo había criado bien, con amor, con consideración, evitando que lo rozaran la crueldad y la dureza de la vida. Para Rowen era difícil creer que su vida actual era real, porque se trataba de una experiencia tan ajena a todo lo que antes había vivido. Debía tomar realmente a ese hombre, de hecho violarlo. ¿Cómo? Movido por la cólera, había dicho a Alexander que no necesitaba ayuda, pero no era cierto, pues no tenía la más mínima idea acerca del modo de engendrar hijos.

 

En los ojos del prisionero ya no había sorpresa. Había ahora…¡admiración! ¿Eso era positivo? Sí, para ese hombre era mejor que no creyese repulsivo a Rowen. El doncel se alegraba por lo menos de eso. Y este hombre no tenía nada que ver con su difunto marido. Era joven, limpio, incluso apuesto, tenía la piel suave, el cuerpo firme…no, no se asemejaba en lo absoluto a su esposo. Incluso el gris de los ojos y el rubio de los cabellos tenían matices distintos que los que había caracterizado a Lyons; unos eran claros, otros más oscuros.

 

Rowen tuvo la extraña sensación de que podía intuir lo que ese hombre pensaba tan solo mirándolo a los ojos, pues ahora dedujo que había en ellos un interrogante. ¿Le habían dicho por qué estaba allí? No, era probable que no, pues había perdido el sentido hasta pocos minutos atrás. ¿Y por qué Alexander se habría molestado en revelarle nada, cuando ese hombre sólo necesitaba permanecer acostado y aceptar lo que le hacían? Rowen era quien había recibido las instrucciones de Alexander. Pues era la persona que haría lo que era necesario hacer. Pero tenía esa interrogante en los ojos….

 

Al joven doncel le correspondía explicar la situación, y ni siquiera podría decirle que quedaría en libertad cuando todo hubiese terminado. La cólera de Rowen se manifestó otra vez, y ahora sólo en consideración con el prisionero. Ese hombre no había hecho nada para merecer eso. Era un inocente que se había enredado en los planes maquiavélicos de un monstruo como lo era su belicoso hermanastro. Rowen se apoderaría de la semilla del hombre en cuestión; pero Alexander le arrebataría la vida. No, Rowen no podía permitir eso. Lo haría, lo haría por su madre, pero de un modo o de otro debía impedir el resto del plan. Se las arreglaría para ayudarlo a escapar cuando llegase el momento, antes de que él informase a Alexander que la simiente había echado raíces, y que por lo tanto estaba embarazado al fin, y que el hombre ya no sería de utilidad.

 

Pero no podía decírselo al prisionero. No podía alentarle falsas esperanzas, en caso de que él  no tuviese éxito en el intento de ayudarlo. Lo único que podía hacer era intentarlo. Y el hombre no necesitaba saber que estaba destinado a morir. No había motivos para decírselo. Que pensara lo que se le antojase. Pero por otra parte, ¿por qué el prisionero no podía concebir la idea de que quedaría en libertad una vez que Rowen lo hubiese tomado al fin?

 

De nuevo el prisionero se comunicaba con él mediante los ojos y otra vez el doncel comprendió. Estaba señalando la mordaza con la mirada, y después miraba de nuevo a Rowen. Deseaba que él se la retirase, para poder hablarle. Pero Rowen no acató la insinuación, pues no creía que pudiera soportar los ruegos del prisionero, que le pidiese que se lo liberase, y de ese modo agravaría todavía más la culpa que él mismo de por sí ya sentía. Rowen sabía que lo que debía hacer estaba mal, muy mal. Pero ¿qué alternativa le quedaba? Pero escuchar que el prisionero le rogaba…no, eso era imposible.

 

Meneó lentamente la cabeza, y el hombre recostó su cabeza sobre el colchón, de modo que no mirase a su captor. Si Rowen no hubiese sabido a qué atenerse, habría pensado que ese gesto había sido demasiado arrogante para un simple siervo, o bastardo….o lo que fuese que era, porque se había rehusado a hacer lo que él pedía. Pero lo más probable era que el prisionero tuviese el cuello fatigado por haberlo levantado tanto tiempo. Rowen se acercó por el costado de la cama de modo que el hombre pudiese verlo sin esforzarse; pero los ojos del prisionero ahora estaban cerrados. No le importaba que Rowen estuviese allí. O quizá no lo había escuchado acercarse con los pies descalzos.

 

El doncel se detuvo ahora que podía verlo más de cerca. El cuerpo grande ocupaba totalmente la cama. Le pareció que podía ser incluso más alto que Alexander, aunque no podía estar seguro de eso; pero sin duda, tenía el pecho mucho más ancho. Los brazos eran gruesos y largos, y bien provistos de músculos desde el hombro hasta la muñeca. Los hombros, el cuello y el pecho también tenían gruesos músculos, y la piel bronceada estaba tensa, sin puntos blandos ni flojos. Lo que quiera que hacia ese hombre para ganarse la vida, según desde la perspectiva de Rowen, era evidente que lo obligaba a esforzarse mucho. Quizás era un leñador. Uno de tantos otros que había vivido, tal vez, en las tierras de su padre.

 

Rowen se percató que estaba mirándolo de más, pero no podía evitarlo. Era fuerte, muy fuerte, y Rowen comprendió de pronto que se sentía agradecido con Alexander, porque después de todo el hombre estuviese maniatado. Pero un momento después se sintió avergonzado de lo que pensaba. Y sin embargo, ese hombre podía partirlo fácilmente en dos con las manos desnudas, y era mejor para él que esas manos no lo alcanzaran.

 

--Lo siento- comenzó, preguntándose por qué murmuraba cuando ambos estaban solos- Es mejor que no escuche lo que usted tiene que decirme, pero puedo explicarle por qué está aquí.

 

El prisionero abrió de nuevo los ojos, y volvió lentamente la cabeza para mirar a su interlocutor. Ahora éste no expresaba curiosidad, no formulaba preguntas. El doncel comprendió que lo que manifestaba en ese momento era solo paciencia. El hombre consideraba que obtendría respuesta por todas sus preguntas recurriendo a la tolerancia; pero Rowen no era tan valeroso como para llegar a eso. Le diría únicamente lo que tenía que decirle, y nada más.

 

Pero ahora era el momento de hacerlo. Sintió una la ola de calor que le subía por el cuello y le teñía las mejillas.

 

--Yo…usted y yo…nosotros…debemos…

 

“¡¿Debemos qué?!”….La pregunta se repetía en los ojos del prisionero, y si no hubiese estado amordazado lo habría formulado a gritos. Rowen no podía culparlo por perder la paciencia, pero tampoco se decidía a decir la palabra correcta. El joven estaba demasiado avergonzado. Trató de recordar que el prisionero era nada más que un siervo, y que él siempre se había mostrado bondadoso pero firme con sus criados, como le había enseñado su madre. Pero ese hombre no se parecía a ninguno de los criados que él había visto en el curso de su vida. Y esa arrogancia….él no podía quitarse de la cabeza que el prisionero era algo más que un simple siervo; y aunque eso no podía agravar la situación, en realidad la empeoraba.

 

Y entonces oyó el crujido de la puerta y casi se desmayó de alivio cuando vio que al fin había llegado Ágata. No volvió a ocuparse del hombre acostado en la cama, que había tensado casi todos los músculos de su cuerpo en espera de que el joven llegase a concluir con su explicación. Una explicación que ya no pudo ser, pues ahora él veía cómo Rowen huía de la habitación.

 

William volvió a caer sobre la cama y rezongó frustrado. ¡Maldita sea!!! ¿Debemos qué???? ¿Por qué no pudo decirlo? Pero después decidió aflojar los músculos. No podía culpar al chiquillo. Él era un ser delicado, de belleza etérea, y que de seguro no era la persona que lo había puesto allí.

 

Pero no podía imaginar por qué motivo ese hermoso doncel estaba allí, a menos que hubiese ido para llevarle alimento. Pero no veía comida en la habitación; sin embargo, tal vez la había depositado en el suelo. Pero ese joven no había querido quitarle la mordaza. Por lo tanto, ¿cómo podría comer?

 

Preguntas sin respuestas. Paciencia. Lo que querían de él, pronto lo sabría, y en ese caso él podría pensar en la venganza, pues quien había ordenado que lo capturasen, quién fuese el responsable, moriría muy lentamente. Era su promesa infringida, formulada ante Dios muchos años atrás, cuando su alma corrompida y dañada a causa de la destrucción provocada por todas sus pérdidas, le decía que jamás permitiría que alguien volviese a hacerle mal sin pagarlo de un modo muy real, o quizá con algo mucho peor. Era una promesa que había mantenido durante dieciséis largos años, la mitad de su vida. Era una promesa que mantendría hasta el día de su muerte.

 

El hermoso doncel se introdujo de nuevo en sus pensamientos, y él lo dejó allí, pues era de lejos una imagen mucho más agradable que sus sombrías cavilaciones. La primera vez que él lo había visto, realmente lo había creído un ángel con su aureola de cabellos dorados relucientes a la luz de las velas.  Estaba vestido totalmente de blanco, y esos rizos de lino descendían sobre los hombros y los sobrepasaban para llegar casi hasta las caderas.

 

Los ojos color zafiro dominaban la carita pequeña, y eran grandes, redondos y seductores, y ocultaban secretos y pensamientos, hasta que William vio esa chispa de cólera en esos ojos de cielo. Ese gesto había despertado su curiosidad casi más que la razón de que él se encontrase allí. Él había albergado el ridículo deseo de representar el papel de guardián de ese ángel, de aplastar y destruir totalmente todo lo que intentase tan siquiera molestarlo.

 

Él había deseado preguntarle qué era lo que lo irritaba tanto. Había tratado de inducirlo a remover la mordaza. La negativa del joven lo había sorprendido, y después lo molestó. Tanto que se había comportado como un niño malcriado, negándose a mirarlo de nuevo, negándose a reconocer siquiera que estaba allí. Pensaba ahora en lo que había sentido en ese momento, y se sorprendió de su propia reacción. Sí, ese delicioso jovencito producía en él un efecto extraño.

 

Pero no había podido ignorarlo demasiado tiempo. En verdad, le agradaba contemplarlo; era tan grato a los ojos, y que ese cautivante doncel debía decirle lo que él tenía que saber había sido la excusa para mirarlo de nuevo. Pero se había vuelto a sentir impresionado por su belleza al verlo a menos distancia cuando el chiquillo se detuvo junto a la cama. La piel de alabastro era perfecta, los labios llenos…sugestivos y carnosos, y que con gran fastidio del propio William había comenzado a sentir cierto calor en las entrañas. Nunca se imaginó que un doncel con tan extremada belleza fuera capaz de despertar en él ese tipo de sensaciones. Y más siendo éste un fiel y proclamado amante de las féminas.

 

Él se hubiese ahogado de risa por tan perturbables sentimientos. Y no le hubiese importado ya ir en contra de todos sus principios para con el sexo femenino, porque deseaba seducir en ese momento a ese hermoso doncel e invitarlo a que se acostase con él cuando aún estaban solos, pero la mordaza que traía puesta, irremediablemente, se lo impedía. Pero entonces la amargura lo invadió como para preguntarle: ¿por qué ese ángel resplandeciente debía aceptar, cuando él no era más que un prisionero, y ni siquiera tenía el bolso con su dinero, y por lo tanto no podía ofrecerle ni una sola moneda? Cuando recuperase la libertad, se ocuparía de ese exquisito doncel, cuando recuperase la libertad quemaría la fortaleza hasta los cimientos, de modo que esa belleza necesitaría otro hogar. William le ofrecería la suya. Pensó durante un momento en su prometida, que ahora estaba esperándolo, pero eso no lo indujo a cambiar de idea. De todos modos, deseaba llevarse a ese bello doncel a su residencia costara lo que costara.

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

Espero q hayan disfrutado con el capítulo de hoy. Pobre de Rowen, no pudo decirle a su prisionero del porqué lo apresaron, le dio vergüencita. Pero William no puede dejar de pensar en él, de su belleza y de su inocenica, será q seguirá pensando igual???? No pueden perderse el siguiente capítulo q estará de infarto.

Espero q les haya gustado la descripción física de Rowen, un poco femenina pero tiene un carácter fuerte a pesar de ser sometido a las injusticias de Alexander. Mmmmm ese primer encuentro tuvo un poco de tensión sexual, no lo creen????

 

Agradecería sus comentarios. Nos vemos el siguiente jueves y tengan un bonito fin de semana. Besos y abrazos a todos.


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