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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola, holas, acá estoy de nuevo con un episodio más de esta bella historia,  q espero disfruten mucho. Aún estoy un poco shockeada por un finc q leí hace poco, lo q casi ocasionó q no actualizara hoy. Al parecer yo no sirvo para historias trágicas, mi kokoro no lo soporta. Las que leyeron en su tiempo “Infiernos de Ángeles” y “El Décimo Círculo” sabrán a lo que me refiero. ¡Caray!!!!….esas dos historias realmente dejaron huella en mí….Hubiese sido HERMOSO!!!!, si la escritora hubiese dado un final alternativo a la secuela. Hubiese estado ESTUPENDO!!!, MAGNIFICO!!!…pero ya ni modo, a llorar al río. Perdón si moleste a alguien con mis lamentos, pero tuve q desahogarme de alguna forma. Gracias por su compresión.


Agradezco como siempre los comentarios, espero q más lectoras se animen a hacerlo.

CAPITULO SIETE

 

 

 

--Y ahora, ya lo sabes todo- dijo Rowen con expresión deprimida, después de relatar a Ágata la sórdida historia de la muerte de su esposo, y el encuentro con el sustituto- Y Alexander habló muy en serio, esta vez lo dijo claramente. O me quedo embarazado, o matará a mi madre.

 

--Sí, no dudo de que habló muy en serio. Es un verdadero engendro del demonio. Tienes suerte de que no haya pretendido permanecer allí para mirar lo que le hacías a ese pobre hombre. Tu esposo lo habría hecho, si te entregaba a su hombre, a ese tal John.- Ágata suspiró- Bien, imagino que tendrás que hacerlo.

 

Rowen se frotó las manos.

 

--Lo sé, pero….¿cómo?

 

Los ojos de Ágata brillaron, los cerró un instante, y después volvió a abrirlos. Era evidente que sentía repugnancia.

 

--Realmente, soy muy estúpida. Olvidé que tú no puedes saber. Tu esposo habría tomado lo que deseara, y tú te habrías limitado a permanecer acostado sin hacer absolutamente nada. Pero ahora tienes que hacerlo todo por ti mismo, y ese hombre acostado allí ni siquiera podrá dirigirte, pues está amordazado. ¿Y dices que está de espaldas?

 

--Sí, acostado de espaladas, y dudo de que pueda moverse siquiera, las cadenas están muy apretadas.

 

--Trato de imaginarlo- Ágata suspiró de nuevo- Mira, nunca cabalgué sobre un hombre. No es natural, si sabes a lo que me refiero.

 

--Alexander seguramente piensa que no es difícil, pues lo dejó maniatado de ese modo.

 

--Pero tampoco dije que sea imposible- observó Ágata con expresión de desagrado.

 

Aquella situación era un tema para criadas de cocina, y no así para un inexperto e indefenso doncel. Ahora la criada tenía las mejillas tan sonrojadas como pálidas estaban las de Rowen. Pero ese canalla de Alexander d´Ambray sin duda regresaría al alba para comprobar personalmente que se había ejecutado el acto, de modo que la situación no tenía remedio.

 

--Sí, está bien, ya lo tengo- continuó diciendo la regordeta sirvienta- Te hablaré claro para terminar enseguida. Debes ponerte a horcajadas sobre sus caderas, introducir el miembro en tu cuerpo, y después cabalgar sobre él. Sentirás dolor hasta que empieces a sangrar y con ello se rompa tu virginidad, pero después no sufrirás mucho. Imagínate que estás montando tu caballo y que el animal avanza al trote. Tú saltas, no, no te sonrojes pequeño, y luego te adaptas al movimiento apenas estés sentado en la montura. Recuerda que el miembro que él tiene necesita el movimiento para entregar la semilla, y que tú debes aportar ese movimiento si él no puede. Solamente sentarte una vez que lo has introducido totalmente no es suficiente. ¿Crees que podrás hacerlo ahora? ¿Necesitas que te explique algo más?

 

--No, yo…no.

 

--Precioso- Ágata lo abrazó- considera que esto es lo mismo que otra tarea cualquiera. Yo te daría otros consejos más fáciles, si él no fuese un extraño, y no estuviese destinado a ser un extraño. Pero recuerda que eso es todo lo que él es, y que nunca tendrás que volver a verlo una vez que empiece a formarse el niño en tu vientre, de modo que no merece que te sientas avergonzado.

 

Pero ésa era la situación, pensó Rowen mientras regresaba al cuartito, con las mejillas teñidas por el rubor. El prisionero lo miró apenas abrió la puerta, y lo observó mientras se acercaba a la cama. Esta vez lo único que demostró fue un interés superficial, y por su parte Rowen no reveló nada de sus propios y desordenados pensamientos.

 

¿Una tarea como cualquiera otra? Muy bien, se dijo Rowen. Manos a la obra.

 

Volvió la mirada hacia la cama, pues no deseaba mirarlo a los ojos mientras le explicaba los hechos realmente horrorosos.

 

--Como de seguro pudiste deducirlo desde un inicio…soy un doncel. Así que debo concebir un hijo, y tengo que hacerlo inmediatamente. Te eligieron para ayudarme porque tus cabellos y tus ojos son iguales a los de mi esposo, y el niño debe tener el mismo aspecto que la de él. De manera que necesitamos unirnos esta noche, y la siguiente y la subsiguiente, hasta que tu semilla fructifique. Esto no me agrada más que a ti, pero no tengo alternativa…y tú tampoco la tienes.

 

Las cadenas del prisionero sonaron, pero el doncel no quiso mirar esos ojos expresivos. Con un gesto brusco, aferró la gruesa sábana que lo cubría y la arrojó al extremo de la cama donde cayó al piso. Rowen no la miró mientras caía. Como respondiendo a su propio impulso, sus ojos se vieron atraídos hacia la virilidad del hombre, miraron con asombro las proporciones tan dotadas….tan llenas. Sí, ésa era realmente el arma monstruosa de la cual él había oído hablar. Ahora yacía suave y quieta en un lecho de rizos dorados.

 

De la garganta del prisionero brotó un gruñido, que sobresaltó a Rowen; los ojos del doncel se volvieron hacia la cara del prisionero. Los ojos de éste a pesar de ser bastante expresivos, ahora prometían una dura venganza si Rowen no desistía de lo que intentaba hacer con él. De pronto, retrocedió un paso, temeroso ante aquella mirada. ¡En la expresión del hombre se manifestaba tanta furia!

 

Rowen no había contado con eso. A la mayoría de los siervos no les hubiera importado lo que él tenía que hacer. Distribuían a sus bastardos a diestra y siniestra, de modo que ¿qué les importaba uno más? Así que, no, ésa actitud no era la de los siervos, sino era la de los nobles. Pero los siervos obtenían su placer donde podían, sólo que rara vez sabían si un niño les pertenecían o no, pues la mayoría de las doncellas y donceles de baja cuna con los cuales se divertían no eran muy constantes; y además, los siervos tendían a casarse si los descubrían.

 

¿Acaso ése hombre creía que tendría que casarse con él? ¿O se oponía al modo en que debían unirse, con Rowen encima, de modo que el doncel controlara la situación? Ágata había dicho que era antinatural, y tal vez ese hombre pensaba lo mismo. Bien, Rowen no podía evitarlo. No podía evitar nada de lo que estaba sucediendo.

 

--Lamento que te opongas, pero eso no cambia nada- dijo ahora, con el tono saturado de amargura- Aún debo hacerlo. Pero lo haré de prisa, de modo que esto no te moleste demasiado tiempo.

 

Los ojos del prisionero lo miraron hostiles, como si Rowen hubiese dicho algo increíblemente estúpido. Rowen deseó que no le fuese tan fácil deducir lo que ese hombre pensara. Deseó que el prisionero le facilitara las cosas, pero ¿por qué tenía que ser así? Seguramente ese hombre sentía que abusaban de él, lo mismo que sentía el propio Rowen. Bien, el doncel se negaba a continuar mirándolo. Y terminaría de una vez con todo el asunto.

 

Una vez decidido esto, trepó sobre el borde de la cama, pero ésta de pronto se agitó con tanta energía que Rowen cayó hacia atrás y aterrizó en el suelo. Elevó los ojos al techo, tratando de recuperar el aliento que el golpe le había quitado, preguntándose qué sucedía. Pero entonces oyó un ruido de las cadenas que se entrechocaban y comprendió…y se enfureció.

 

Quiso gritarle: ¡Maldito seas! Pero lo único que hizo fue incorporarse y mirarlo hostil.

 

--Me uniré a ti. ¿Entiendes? ¡Es necesario!

 

Regresó a la cama, preparado esta vez para la reacción violenta del hombre, pero menos preparado para observarlo realmente. El prisionero era un individuo violento, y a Rowen le pareció terrible contemplar la energía que se manifestaba en los saltos y retorcimientos. El cuerpo masculino se tensaba más allá de lo concebible y parecía agrandarse. Toda la cama saltaba y se movía sobre el piso. Rowen perdió de nuevo el equilibrio y comenzó a caer, pero se inclinó hacia él a tiempo, de modo que cayó cruzado sobre el cuerpo masculino del hombre y no al suelo.

 

El prisionero se aquietó instantáneamente. A Rowen le preocupó la posibilidad de haberlo lastimado, y elevó su propio cuerpo para mirar debajo. Pero la virilidad del hombre continuaba siendo la misma, de modo que Rowen no podía decir si su vientre estaba lastimado o no. Pero desde esa posición vio la sangre que manchaba los tobillos del hombre. Volvió los ojos hacia las manos, y allí también vio sangre sobre las muñecas.

 

Susurró entre dientes, ante esta prueba de la violencia del prisionero.

 

--Eres un estúpido. ¿Por qué te infringes daño y sufres por algo que no puedes impedir?

 

El hombre contestó con otro gruñido. Pero mientras él continuaba inmóvil, Rowen pasó rápidamente una pierna sobre las caderas del otro para montarlo, y le dirigió una mirada de triunfo. Ahora, si el hombre se movía como lo hiciera desde un inicio, entonces, eso le serviría a Rowen para facilitar su inevitable unión. Pero él no lo hizo. Se limitó a mirar al doncel con una expresión asesina en los ojos luminosos.

 

William nunca se había sentido tan furioso en toda su vida. Ese insolente doncel se proponía robarle un hijo, ¡su hijo! Si lo lograba, él lo mataría. No, eso sería demasiado rápido. Lo obligaría a sufrir todas las torturas del infierno mismo. Pero ese chiquillo no podía tener éxito. Lo que él quería hacer lo irritaba, pero también lo dejaba frío, y aquel insensato ni siquiera lo entendía. Por lo menos, eso era lo que sugería la mirada de triunfo que aquel insolente le había dirigido.

 

Lo vio levantarse el camisón que traía puesto, solo lo indispensable para desnudar su piel tibia y aplicarla contra el cuerpo de William. Por alguna perversa razón, él se irritó todavía más al comprobar que ese maldito doncel no pensaba desnudarse. Sino que pretendía robarle el hijo, pero no estaba dispuesto a mostrarle su desnudez para lograrlo. ¡Por todos los infiernos!!! Eso era todo lo que le faltaba…Ese insensato chiquillo comprobaría que estaba condenado a fracasar en su nefasto intento. Con ese propósito, William cerró los ojos para evitar verlo, para evitar la visión de ese cuerpo demasiado perfecto….demasiado hermoso.

 

William se alimentaba de su propia cólera. Hervía de rabia, y solamente deseaba poner la mano sobre el cuerpo de aquel doncel para golpearlo hasta que perdiese la conciencia. ¡Que él se atreviese a hacerle esto!...Recordó las palabras que él mismo había creído eran una broma de mal gusto, al saber que ese maldito chiquillo no necesitaba ayuda para violarlo. Solamente por eso lo despreciaba todavía más. Solamente por eso podía matarlo, pero de todos modos ese doncel se proponía robarle, robarle la carne de su carne. Nada más que esa intención sellaba su cruel destino.

 

Pero era un estúpido si creía posible siquiera violar a un hombre. Si el mocoso hubiese cerrado la boca y se hubiera limitado a ofrecerle su cuerpo, podía haber tenido lo que buscaba. El cuerpo de William habría respondido instantáneamente a la invitación, a pesar de que habría sido su primera vez con un doncel, y ceder como casi había hecho nada más que al contemplarlo. Pero ahora él ni siquiera necesitaba esforzarse para permanecer imperturbable bajo el cuerpo de Rowen, pues la cólera asesina que sentía continuaba impidiendo que manifestara el más mínimo interés en la carne tibia del muchacho.

 

El doncel no se limitaba a sentarse sobre él y esperar que suceda un milagro. Él podía sentir los dedos de Rowen que lo manipulaban, pero de un modo tal que nunca había observado en las caricias de las mujeres con las que había estado. Pero cuando él comprendió que Rowen estaba tratando de introducir en su propio cuerpo la carne flácida de su enorme miembro, abrió incrédulo los ojos. Advirtió que los ojos de Rowen ahora estaban cerrados. El jovencito se mordía el labio inferior, y concentraba tan intensamente la atención en lo que hacía que sus rasgos parecían contraídos. Él se estremeció cuando una de las uñas de Rowen lo arañó, pero comprendió que el chiquillo ni siquiera sabía que lo había hecho.

 

Se preguntó cuánto tiempo el muchachito continuaría intentando lo imposible. No demasiado, por supuesto. El doncel finalmente emitió un sollozo de frustración, y sin volver a mirarlo, abandonó sus caderas y casi huyó de la habitación, derrotado.

 

William experimentó una satisfacción tan intensa que casi deseó gritar. Lo había frustrado tan fácilmente, casi sin esforzarse. Había vencido. Ese insolente doncel había fracasado.

 

Pero el muchacho regresó a la habitación.

 

William no había creído que haría tal cosa. Y la cara de Rowen ahora estaba enrojecida, pero también exhibía una expresión tan decidida que él sintió los primeros espasmos del desconcierto. Lentamente se quitó la bata y la dejó caer al piso. Cuando se inclinó para recoger el borde de su camisón, William cerró con fuerza los ojos.

 

La voz del doncel le llegó suavemente.

 

--Señor, puedes resistirte, pero una persona que sabe me ha dicho que de nada servirá tu reticencia.

 

William no habría respondido a eso, incluso de haber podido, pero sintió deseos de degollar a la persona quien le había infundido el coraje necesario para intentarlo otra vez. Aguzó el oído para comprobar si el chiquillo se acercaba. La mano pequeña que le rozó el pecho le dijo que él estaba allí…¡Demonios!!!

 

--Seguramente has comprendido que soy virgen.

 

Él no lo sabía, pero la palabra produjo el efecto deseado, a pesar de que él no le creyó. Pero también lo conmovió la mano del doncel, que siguió un camino lento descendiendo por el pecho hasta el vientre. Él esperaba que su propia cólera lo distraería, pero en cambio fue la voz de Rowen la que lo distrajo.

 

--Soy tan ignorante que ni siquiera supe que no estabas preparado para mí, que necesitabas que te diese cierto aliento. Ni siquiera sabía que esa carne blanda que tienes allí cambiaría y se convertiría en una cosa dura como el resto de tu cuerpo.- Lo tocó en el lugar justo, mientras decía estas palabras- Me pareció difícil creerlo, porque ya es bastante grande, pero Ágata me aseguró que así son las cosas. Tengo mucho interés en ver yo mismo ese acontecimiento tan extraño, que ni siquiera el mío propio es capaz de conseguirlo, puesto que nunca me había tocado a mí mismo con anterioridad.

                                                                                                                    

¿Sabía que sus palabras eran tan excitantes como su propio contacto? ¡Maldito chiquillo, y maldijo quien lo había aconsejado! La frente se le cubrió de sudor. Él no sucumbiría a esa seducción.

 

--Voy a besarte y…a lamerte por todas partes, incluso como último recurso…allí- tocó de nueva cuenta su miembro- Ágata dijo que tendrías que estar muerto si no reaccionas cuando te bese allí.

 

Pero él ya estaba reaccionando. Su mente expresó a gritos la cólera que sentía, pero su carne lo traicionaba vilmente, como si tuviera su propia maldita voluntad, y se sintiera seducida por la promesa de Rowen. Tensó el cuerpo para destruir las ataduras. Se retorció, tratando de apartar la mano de Rowen. Pero el doncel permaneció al lado de la cama, imperturbable ante la agitación de William; los dedos de la mano delicada cerrados alrededor de su envergadura, sosteniéndolo con firmeza lo estaban volviendo cada vez más loco. Él se inmovilizó cuando comprendió que todo lo que hacía ayudaba al chiquillo.

 

--No lo habría creído posible si no lo estuviera viendo- exclamó Rowen, atónito.

 

Su voz expresaba cierto temor. Y ahora el joven lo miraba; y ofrecía su cuerpo a ese indigno pedazo de carne porque obedecía a sus caricias y no a la voluntad de su dueño. Rowen ni siquiera sabía que el hombre no había alcanzado, todavía, el tamaño completo, porque William se movía con todas las fuerzas de su ser.

 

--Creo que ahora no necesito besarte.

 

¿Acaso había decepción en la voz del chiquillo? Oh, Dios mío, William no podía soportar mucho más. Lo que había creído imposible no era tal. El doncel podía conseguir lo que deseaba si continuaba, y él no abrigaba la esperanza de que el jovencito no continuase.

 

Cuando Rowen subió a la cama por tercera vez, William se agitó de nuevo, pero Rowen le aferró las caderas y se sostuvo. Y ahora él podía sentir la desnudez del muchacho que lo abrazaba, y su delgado pecho que presionaba contra su propia piel, casi a la altura del vientre. También esto simplemente ayudó a Rowen, determinando que un caudal mayor de sangre afluyese a ese traidor cuerpo suyo; por lo tanto, William se aquietó de nuevo, con la esperanza de que su miembro no alcanzase la dureza necesaria para penetrarlo, rogando que el chiquillo en efecto fuese virgen, de modo que no conociera la diferencia entre su miembro y la de él, y fracasara de nueva cuenta.

 

Rowen se arrastró sobre él, siempre sosteniéndose con firmeza, no fuera que el prisionero lo desmontase otra vez. William gimió ante ese nuevo estímulo. Y entonces el joven doncel se sentó, y el prisionero estaba bastante duro, de modo que Rowen sólo necesitaba presionarlo un poco en la dirección correcta.

 

Calor….Un calor ardiente y la humedad. ¿Por qué ese maldito niño no podía estar seco? ¿Por qué él no podía…? Claro, porque lubricaba igual que una mujer. Después de todo, era un doncel…¡Un maldito doncel!!!

 

De pronto, el gemido de Rowen atravesó como un cuchillo el cuerpo de William, incluso aunque él adivinó cuál era la causa. El doncel continuaba tratando de empalmarse bien, pero su virginidad no cedía, y el muchacho avanzaba con demasiada lentitud, y por lo tanto provocaba en su propio cuerpo un dolor cada vez más intenso. William sintió un salvaje placer al comprobar eso. De modo que era virgen realmente, y su propio sufrimiento lo frustraría, aunque él no pudiera hacerlo.

 

Moverse ahora implicaría ayudar al doncel, de modo que William permaneció completamente inmóvil. Pero Rowen era tan pequeño y exquisitamente estrecho, que él sintió el impulso casi abrumador de hundir su virilidad en el vientre del doncel. Lo reprimió de prisa. No podía controlar a ese traidor, pero aún controlaba el resto de su cuerpo.

 

Oyó otro gemido, más intenso, y abrió los ojos para gozar con el sufrimiento del muchacho. Las lágrimas corrían por las mejillas de Rowen. Los ojos zafiros, vidriosos a causa de la humedad, reflejaban ese dolor. Pero él había olvidado la desnudez del chiquillo.

 

Era un doncel pequeño, pero formado generosamente, con un torso esbelto, de cintura menuda. Las caderas angostas pero firmes descansaban sobre él; unos pezones sonrosados y esplendorosos que se iban agitando con el suave jadeo de Rowen, la sensación de la cálida humedad de aquellas paredes que envolvían sólo la mitad de su miembro, la visión de la parte de su cuerpo en el interior del precioso doncel; el pequeño pero significativo miembro carente totalmente de vello púbico, agitándose lentamente sobre el suyo propio….Todo eso lo descalabró. No empujó hacia adentro. No era necesario. La sangre que empezó a acumularse fue la detonante para terminar de inflamar totalmente su miembro, y poder darle toda su longitud, para que después atravesara completamente la virginidad del doncel sin que ninguno de ellos se moviera para ayudar.

 

Rowen gritó cuando sucedió esto, y el peso de su cuerpo determinó que recibiese completamente el miembro masculino para encerrarlo en lo más profundo de su ser. William rechinó los dientes contra la mordaza que le cubría la boca. Tensó los músculos, pero en todo lo demás continuó inmóvil. Ahora luchaba tratando de provocar su propia impotencia. Luchaba para desentenderse de las intensas ansias de su propio cuerpo. Era una tortura. Nunca había resistido algo con tanta fuerza, nunca había deseado algo que se oponía tan profundamente a su voluntad.

 

El joven doncel se movía sobre él, al principio vacilante, con torpeza. Aún le dolía, aún gritaba, pero estaba decidido a terminar con lo que empezó. La respiración de Rowen, tan agitada, acariciaba el vientre de William al mismo tiempo que sus cabellos, originaban otra caricia y otra tortura. Y él supo exactamente cuándo perdió la batalla ante ese maldito chiquillo. Trató por última vez de apartarlo, agradecido por su dolor en sus tobillos y en las muñecas; pero el doncel lo supo y se aferró firmemente al cuerpo de su prisionero. Y después, a William ya no le importó, quedó sometido a los impulsos del instinto animal, que se impuso por completo y le arrancó su semilla en un gesto de alivio explosivo e increíble….¡Maldito doncel…mil veces maldito!!!

 

 

CONTINUARÁ….

Notas finales:

Ejem….Espero q les haya gustado este nuevo capítulo.


Al fin!!!! Nuestro bello Rowen perdió su preciada virginidad. Le dolió, y mucho, pero al menos lo hizo con un hombre de verdad. Qué pasará ahora????? Será q William conseguirá vengarse de su profanador???? Rowen seguirá profanando el cuerpo de su prisionero??? Alexander será que al fin pagará por todas sus fechorías??? Eso y muchas cosas más se sabrán el siguiente jueves. Tengan una bonita semana. Les envió muchos besos y abrazos.


 


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