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"Esclavo de tu amor" por ShineeLuhan

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Notas del capitulo:

Hola a todo el mundo

 

Acá reportándome con una nueva entrega semanal de esta apasionada historia. Espero les guste lo que se viene.

 

Gracias por los comentarios que me hicieron llegar. Esta vez los contesté. Espero que más lectores se animen a hacerlo. Se los agradeceré un montón.

CAPITULO VEINTIOCHO

 

 

 

William apartó los ojos de su comida fría cuando se abrió la tienda. Sonrió lentamente al ver quién entraba.

 

--Condenación, Sheldon, ¿qué haces aquí? Y no me digas que sencillamente pasabas cerca.

 

--Vine con tus provisiones desde Fulkhurst. Tal vez desees dejar esos manjares poco agradables, y esperar la llegada de un poco de carne fresca. Conté una docena de cerdos, de los cuales ahora están sacrificando uno.

 

--No lo hemos pasado tan mal- replicó William- La aldea tuvo un verano próspero antes de nuestra llegada, y yo me aseguré de que ninguno de los animales fuese llevado al castillo, aunque permití que todos los aldeanos se refugiaran aquí.

 

Sheldon sonrió ante esa estrategia.

 

--Más bocas para alimentar, pero menos alimento para suministrarles. Generalmente, los sitiadores no tienen tanta suerte.

 

William se encogió de hombros.

 

--Tuve suerte de sorprenderlos con una guardia de avanzada. Pero ahora que ya recogieron la cosecha, era probable que el castillo estuviese bien provisto. Ha pasado un mes, pero dudo de que ni siquiera estén comenzando a racionar.

 

--Bien, te traje algunas catapultas que pueden serte útiles.

 

--¿Realmente?

 

--Así como una buena cantidad de piedras para disparar con las catapultas. Pero veo que trajiste de Tures la tuya. En realidad, debí haberte traído piedras grandes y no pedruscos.

 

William sonrió.

 

--Lo habría apreciado, pues la mayoría de mis proyectiles están en el fondo del maldito pozo. Y no me sirvieron de mucho. Bien, amigo mío, dime qué estás haciendo aquí. Ésta no es tu guerra.

 

A su vez Sheldon se encogió de hombros.

 

--Como ya recogí mi propia cosecha, siento un aburrimiento profundo. Has convertido a tus vecinos en personas tan respetuosas de la ley, gracias a tus prontas represalias ante la más mínima infracción, que en nuestro condado ya no sucede nada que sea sugestivo. Y después de la muerte de Eleonor, ya no tengo una esposa que me atienda en casa. Tuve que elegir entre realizar incursiones más allá de la frontera, ir a la Corte, cosa que detesto, o venir a ofrecerte mi excelente consejo durante una quincena o cosa así, o por lo menos mi compañía.

 

--Te doy la bienvenida, aunque es probable que te aburras aquí tanto como en tu casa.

 

--William, tu compañía nunca es aburrida, porque es muy fácil provocarte- Sheldon sonrió- Pero ¿eso significa que te propones permanecer quieto, aferrado a tus posiciones?

 

--No acostumbro ser un sitiador pasivo. Tenemos al enemigo siempre atareado y alerta.

 

--¿Cuántas torres usaste?

 

--Fueron quemadas tres, y ahora son restos que ocupan el foso. Estoy construyendo dos más.

 

--Seguramente los que miran dese las almenas se desmoralizan cuando ven llegar tus abastecimientos. Pero ¿has arrinconado esta vez a ese lobo esquivo, o consiguió escapar?

 

--La semana pasada todavía estaba diciendo a mis heraldos que se fuesen al infierno, aunque él mismo no aparece en las murallas, para complacer a mis arqueros. De todos modos, la primera semana que estuvimos aquí estalló un incendio. No sé si algún soldado valeroso descendió por las murallas del castillo para provocar dificultades, o si fue descuido en mi propio campo; pero en la conmoción que siguió un regimiento entero pudo haber escapado descendiendo por los muros o saliendo por la puerta del fondo, que está disimulada con tanto cuidado que aún tenemos que localizarla. También existe la posibilidad de que D´Ambray no esté allí y que su segundo conteste en su nombre. No me agradaría en lo absoluto que así fuese.

 

--No será la primera vez que crees tenerlo y él consigue escapar.

 

--Sí, pero si hace lo mismo esta vez juro que destruiré el castillo piedra por piedra y dispersaré los restos.

 

--Bien, eso sería realmente un despilfarro. Si tú no lo quieres, ¿por qué no lo entregas a los Malduit como dote de Beatrix? Que ellos se preocupen tratando de evitar que D´Ambray lo recupere, si no deseas hacer tú mismo el esfuerzo.

 

William sonrió ante la idea. Era una especie de vengarse sutil, y al mismo tiempo tenía ramificaciones divertidas, sobre todo después de que lord Reinard había tratado de engañarlo con una hija como prometida mal dispuesta, e incluso había aprovechado su propio intento. En realidad, él y D´Ambray se merecían mutuamente.

 

--¿Estás seguro de que no desearías que Emma lleve como dote el castillo…para aliviar el hastío del cual te quejas?- se burló William.

 

Sheldon pareció horrorizado.

 

--¡Por Dios, no te muestres tan generoso con nosotros! Algunas tierras o un molino estarán muy bien para Richard. Después de todo, es el estudioso de nuestra familia. Apenas se ganó las espuelas, pues realmente creo que lord John lo complació cuando lo hizo caballero este año.

 

William sonrió ante estas verdades a medias. Sí, Richard era un verdadero estudioso, pero los tres hijos de Sheldon, pese a que ninguno había cumplido todavía los veinte años, se parecían al padre por sus cualidades guerreras.

 

--Será mejor que capture a D´Ambray, antes de darle un destino- reconoció William.

 

--Poca duda cabe de que lo conseguirás, en vista de la magnitud del ejército que tienes aquí- acotó Sheldon sus palabras.

 

--Los cien hombres que traje conmigo…

 

--Pero no son necesarios- dijo Sheldon con tono alto- ¿Dónde conseguiste tantos hombres?

 

--Los caballeros sin tierras abundan en los tiempos que corren. Los que se acercan a mí no desean dedicarse al pillaje ni a las maniobras políticas en la corte. Mis guerras son sencillas y francas, mi ejército no tiene que lidiar con la indecisión o con el exceso de señores que se traicionan mutuamente para alcanzar la supremacía. Es el caso de los hombres que prefieren la lucha a la paz…

 

--Pero ésta será tu última guerra, ¿verdad? ¿Qué harás con un ejército tan numeroso cuando estés en paz?

 

William se encogió de hombros.

 

--Conservaré por lo menos la mitad. Tengo propiedades suficientes para sostener a estos hombres. Quizá sugiera al resto que entre en el servicio del joven Henry. Hay rumores de que intentará ocupar el trono otra vez.

 

Sheldon sonrió.

 

--Entonces, ¿ya no te mantendrás neutral en política?

 

--Combatí por Stephen sólo cuando me convino, pagué tributo cuando no fue así, e incluso me opuse a él cuando uno de sus fieles partidarios mereció mi enemistad. Pero vería con agrado el ascenso de un rey que de nuevo nos traiga la paz, de modo que en mi ancianidad no tenga que preocuparme de mantenerla yo mismo. Creo que quizá podamos llegar a eso.

 

Sheldon estuvo de acuerdo con esta opinión, y los dos hablaron de algunos de los grandes personajes que ya pertenecían al campo de Henry. Chester había visitado a Sheldon para tantearlo acerca del tema. Hereford había hablado en privado con William en Londres. Volvería a encenderse la guerra civil, y los vasallos de Henry deseaban saber de antemano quiénes los acompañaban o al menos se mantendrían neutrales.

 

Pero eso quedaba librado a la discusión futura. Sheldon abordó un tema de interés más inmediato para él.

 

--Deseaba traer conmigo a Richard, pero en camino hacia aquí nos detuvimos en Fulkhurst, y no pude apartarlo de su prometida. William, no podrías creer cómo esa joven se ha transformado. Casi quise decir a mi hijo que tú habías cambiado de idea y habías decidido ofrecerme a mí la mano de tu hija. Pero estoy seguro de que si yo sugiero tal cosa, él me retará a duelo. Está más enamorado que nunca.

 

--Pero ¿y los modales de la muchacha?- preguntó William- ¿Viste algún progreso?

 

--Tu pequeño doncel convertido en siervo ha hecho maravillas en tan poco tiempo. Confeccionó un nuevo guardarropa para Emma, y le enseño todos los aspectos de la administración del castillo y las obligaciones conyugales. Realmente, jamás dirías que Emma se crió en la aldea. Es graciosa, habla con dulzura, y…

 

--¡Suficiente, Sheldon! Richard puede tenerla.

 

--En ese caso, de buena gana la aceptaré como nuera y no como esposa.

 

William rezongó:

 

--Jamás dudé de eso- después, preguntó como al descuido- ¿Y qué dices del tutor de Emma? ¿Cómo se las arregla?

 

--Ah, ahora recuerdo que durante este último mes no lo has visto, ¿verdad?

 

William no necesitaba que se lo recordasen. Deseaba volver a su casa. Por primera vez desde su adolescencia, tenía un motivo para volver a su hogar, y se sintió frustrado por la imposibilidad de satisfacer ese deseo.

 

--¿Qué tal las prostitutas del campamento?- le preguntó Sheldon- ¿Vale la pena probarlas?

 

--No lo sé- gruñó William- Y no contestaste a mi pregunta. ¿Rowen está bien? ¿Come lo suficiente? Emma no lo fatiga demasiado, ¿verdad?

 

Sheldon sonrió.

 

--No, prospera ahora que tú no estás allí para intimidarlo. Acentúa la elegancia y la belleza de tu salón. Emma lo adora. Tus criados lo respetan. Melissa prefiere la compañía de Rowen a la de su propia tutora. Sí, incluso tu hija menor ha mejorado desde que enviaron a Beatrix a residir con sus futuros parientes políticos. Creo que también por eso tienes que agradecer a tu pequeño doncel.

 

--Quizá lo traiga aquí- dijo secamente William- Podrá ocupar él solo Ambray, sin mi ayuda.

 

--¿Lo he elogiado demasiado?

 

--Un poco…y por nada…Ya he decidido quién será mi nuevo consorte- la expresión de Sheldon palideció varios segundos antes de que el caballero explotara.

 

--¡No es posible! ¡No digas tal cosa! Maldito seas, William, yo hubiera jurado que sentías cierto aprecio por lord Rowen. Ese joven no tiene posesiones, ni familia. ¿Tú no tienes tanto que ahora las cosas del corazón pueden ocupar el primer lugar en tu consideración? ¿Quién es la dama? ¿Por qué estamos hablando de una dama, verdad? ¿Qué te atrae y que es tan importante que estás dispuesto a arriesgar la unión con otra Isabella?

 

William se encogió de hombros. Su amigo en verdad que podía llegar a ser un completo idiota a veces.

 

--Él afirma tener algunas propiedades, pero por obstinación se niega a decir dónde están.

 

--Él no quiere hablar. ¿No te dice…?- Sheldon enarcó el entrecejo- ¿Te estás burlando de mí?

 

William sonrió.

 

--Sí, ese doncelito me ha seducido, tal como tú lo pensaste. Y puesto que ya se adueñó de mi castillo, bien puedo convertirlo en el otro verdadero señor del lugar.

 

 

 

****

 

 

Rowen se echó a reír cuando Emma arrugó la nariz, porque olió la grasa rancia que estaba hirviendo.

 

--¿Es necesario que yo sepa todos los detalles de cada cosa? ¿Incluso de la fabricación de velas?

 

--Podrás considerarte afortunada si tienes quien fabrique las velas. Si no es así, contratarás a uno por un precio que pagará tu marido, o quizá consigas enseñar la tarea a uno de tus criados. Si tu fabricante de jabón sólo sabe el modo de preparar jabón de lejía, nunca volverás a gozar de la dulce fragancia del jabón que prefieres, porque los comerciantes lo cobran demasiado caro. ¿O podrás fabricar tu propio jabón?

 

Emma se sonrojó, como solía hacer cuando había formulado una pregunta tonta.

 

--Ojalá Richard aprecie lo que hago por él.

 

--Apreciará que dirijan sin complicaciones su propia casa. No necesita saber acerca del fuego de la cocina, la vaca que se soltó en el patio, y el comerciante que trató de cobrarte demasiado por la pimienta, y a quién arrojaste de tu casa. Richard verá el té servido y los huevos preparados de prisa y puestos sobre su mesa, te sonreirá y te hablará de su propia jornada, que es nada comparada con la tuya. Así, fanfarroneará frente a sus amigos y dirá que tiene la esposa más extraordinaria de la tierra. Una mujer que nunca se queja, nunca le trae problemas acerca de los cuales él nada sabe, y que rara vez le obliga a gastar.

 

Emma emitió una risita.

 

--¿La esposa realmente necesita ser una auténtica santa?

 

--Por cierto que no- replicó Rowen mientras se apartaba con Emma del desagradable olor de la grasa hirviente- Si yo aún afrontase la desgracia de ser el esposo de ese viejo repugnante que era Lyons, quizás hubiera comprado la pimienta demasiado cara, y le habría rellenado con ella el pescado. Querida, te ofrezco a lo sumo un consejo general, los mismos que me dio mi madre. Ahora, ve a buscar a Edith. Nada me obliga a enseñarte en detalles todo el proceso de la fabricación de velas, y que ya conozco, cuando Edith se puede encargar de eso. Y no vuelvas a preguntarme por qué no es posible limitarse a enseñar el asunto. Se olvida rápidamente lo que uno oye; no pasa lo mismo con lo que uno hace.

 

Rowen regresó al salón y a la costura que había dejado junto al fuego. Estaba preparando una túnica roja para William, y el asunto era una tarea larga, pues la fina seda exigía puntadas pequeñas y muy cuidadosas. Hubiera sido mejor trabajar con la luz del dormitorio, pero Rowen no podía acostumbrarse a tratar como propio ese cuarto, aunque William le había dicho que lo aprovechara, poco antes de partir, pese a que Rowen dormía allí todas las noches.

 

Ese día también habían llevado a la cámara de William el arcón con todas sus ropas. El caballero no había dicho una palabra al respecto, fuera de comentar la belleza de la casaca real púrpura con ribetes dorados, que el doncel usaba esa noche. Sólo después que él se marchó Rowen comprobó que sus obligaciones debían cambiar totalmente al irse el propio William.

 

Primero, Emma le habló de su propia boda, la que se celebraría sólo si ella alcanzaba a asimilar las obligaciones de una buena esposa de elevada cuna requería; pero ahora Emma contaba con la autorización de su padre para pedir a Rowen que fuera su maestro en esas tareas. Fue inevitable que Rowen cometiese una grosera falta de tacto al preguntar quién era el padre de Emma. Durante la primera semana nada más que recordar a William lo enfureció, pues no le había advertido nada. Pero ese mismo día, Mary Blanz le había informado que si él aceptaba enseñar a Emma, lo que en efecto había hecho, se lo excusaría de todas las restantes obligaciones.

 

Ayudar a Emma era un placer. Rowen había llegado a simpatizar con la muchacha, y por eso la extrañaría mucho cuando ella se casara con el joven Richard. Eso sería sólo después del retorno de William, y nadie podía imaginar cuándo llegaría ese momento.

 

Después, hubo otros cambios. Beatrix había sido enviada a vivir con su nueva familia un día después de recibir su castigo, y fue como si todo el castillo respirase un poco más aliviado cuando ella se marchó. Después que William se alejó, la hija menor realizó tímidos avances, alentados por Rowen, después que comprobó que Melissa no era tan mezquina como había creído Ágata. Lo que sucedía era que ella había sufrido la intensa influencia de su hermana mayor.

 

El cambio de las circunstancias de Rowen influyó en otros, aunque él tendía a pensar que el factor más importante era el lugar en que dormía. Ahora, Mary vino para hablarle de sus problemas, y el esposo de Mary reservaba los bocados más tiernos para el joven doncel. Incluso el mayordomo de William lo consultaba antes de enviar a John Giffard al poblado más próximo en busca de provisiones. Cuando no estaba realizando diligencias, John comía con él y con Ágata. Aunque Melissa había invitado a Rowen a cenar a la mesa del señor con ella y lady Roberta- que era la única que aún despreciaba a Rowen- el joven no estaba dispuesto a aceptar. Tal vez William había decidido facilitarle las cosas antes de partir, pero no había dicho que ya no debía considerárselo su siervo. Y un siervo, aunque vistiese las lujosas prendas de un señor, no cenaba a la mesa del señor.

 

Aunque estaba muy atareado con Emma, él aún disponía de mucho tiempo para pensar en William. Y comprendía que sus propios sentimientos se descontrolaban cuando la añoranza le provocaba auténtico sufrimiento. Pero ahora que William no lo miraba con el deseo ardiente en los ojos, Rowen perdía la confianza que había adquirido en esos últimos días que había pasado con él. William lo había deseado cuando estaba en el castillo. Había realizado concesiones que el menor jamás hubiese esperado. Pero después de todo, Rowen no era nada más que lo que William había decidido que fuera: su servidor, su prisionero…su amante. No podía esperar nada más que eso. Ni siquiera podía esperar que cuando él regresara ratificaría sus privilegios, pues el tiempo desdibujaba todos los recuerdos, y quizás el corpulento caballero ya había encontrado otra persona que le interesara.

 

--Señor, tendrás que venir conmigo.

 

Rowen miró a sir Thomas (NA: Por si lo olvidaron, sir Thomas fue el caballero que ayudó a Rowen en la mazmorra cuando éste fue encarcelado la primera vez), cubierto de polvo a causa del viaje, de pie frente a él. Había salido del castillo con William, más de un mes antes. Rowen miró esperanzado más allá del caballero.

 

--¿William ha regresado?

 

--No, señor, continúa frente al castillo de Ambray.

 

--¿Me llevarás allí?

 

--A toda prisa.

 

El doncel palideció.

 

--¿Está herido?

 

--Ciertamente, no.

 

--Bien, no necesitas decirlo como si fuese una pregunta estúpida- exclamó Rowen- ¿Qué otra cosa puedo pensar cuando dices que debemos darnos prisa?

 

--Fue la orden de mi señor- exclamó sir Thomas- Pero no viajaremos con tanta prisa que termines tan sucio y fatigado como yo ahora. Cabalgué la noche entera, pero puedo tardar un día y medio en llevarte sano y salvo a Ambray. Si ahora te das prisa para recoger unas pocas ropas y lo que necesites, podemos retornar con paso más pausado.

 

Rowen frunció el entrecejo, en un gesto de curiosidad.

 

--¿Sabes por qué me llama?

 

--No, señor.

 

El doncel contuvo de pronto una exclamación, y preguntó:

 

--¿Ha ocupado la fortaleza de Ambray?

 

--Todavía está sitiada, aunque es un lugar bastante seguro y podrás estar allí un tiempo.

 

De modo que la llamada carecía de sentido…¿Qué pretendía William?

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Y bueno hasta ahí llegó este nuevo capítulo. Espero les haya gustado mucho.

 

Al parecer, nuestro pequeño doncelito se las está apañando bastante bien en el castillo de su señor. Y por su parte, William se propone convertirlo en su nuevo consorte. Hay que emoción!!!! Pero…¿Qué pretende William en mandar llamar tan repentinamente a Rowen a la fortaleza de Ambray??? ¿Será que éste averiguó la verdad??? Sheldon por otra parte, es un amor de hombre. No se pierdan el siguiente capítulo que estará de infarto. Gracias por seguir con la historia y espero me envíen sus comentarios. Nos vemos el jueves. Cuídense mucho.


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