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Drabble. por Eliann

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Pensó que ese verano sería uno cualquiera ni tendría diferencias con los otros irían a acampar al bosque como todos los años junto a sus padres y hermanos luego Akaito le haría una mala broma, después Zeito intentaría perderlo en el bosque y por último Mokaito y Kamaito lo buscarían obligando a sus dos idiotas hermanos que lo buscasen por inconscientes y tarados.

Tal vez Taito intentaría matarlo con una motosierra eso sería lo distinto lo vio meterla en el maletero en la noche.

Suspiro para dejarse caer en su cama fuera preferido quedarse en casa a pasar el verano con sus amigos, salir a la playa con Miku, ir a la piscina con Meiko, esquiar con Luki, otra cosa, cualquier cosa menos ir a acampar al bosque como todos los años.

Esa misma mañana tendría que salir temprano, cerró su puerta y ventanas con pasador porque no sabía de esa manía que tenía Taito por querer matarlo aunque bueno también lo hacía con Nigaito y con Daito, así que no se sentía el único en amenaza de muerte constante por su hermano, un punto a favor.

Temprano en la mañana su padre los despertó y aun de mal humor se levantó sin ganas realmente de ir se preparó para estar durante cuatro horas en un auto junto a sus hermanos, preparo sus audífonos para ignorarlos de la manera épica en la que siempre lo hacía, los cantos de emoción de Nigaito, las cosas de Kizaito, los intentos de asesinato de Taito entre otras cosas locas de su demente familia.

Estuvo mirando por la ventana comiendo algunas golosinas y a veces volteaba a mirar hacia sus hermanos para encontrar con que Akaito estaba discutiendo con Kamaito y luego Kamaito le daba la paliza de su vida eso era divertido.

Lo único que le gustaba de esos paseos eran los paisajes eran completamente maravillosos y alusivos los adoraba, como el de la gran laguna en medio de toda la arboleda que se veía desde la carretera donde subían por la montaña, esa laguna reflejaba el cielo.

Cuando las horas al fin terminaron llegaron a lo claro del bosque donde solían acampar todos los años, rápidamente Nigaito se bajó emocionado mientras Mokaito junto a Kikaito preparaban la fogata todos se colocaron a preparar sus carpas para pasar las semanas.

Los primeros días fueron normales bañarse en un río cercano, jugar con uno de sus hermanos las típicas anécdotas de terror a la que estaba tan acostumbrado que ni ya miedo el daban aunque sus hermanos se esmeraron este año tanto que Nigaito había pegado un gran brinco, aunque quisiera negarlo él también se asustó solo un poquito.

Y llegaron a un punto en el que sus hermanos lo dejaron perderse en el bosque como todos los años, estaban recogiendo leña y los muy lo dejaron atado a un árbol, lucho un rato por lograr desamarrarse y lo logro al cabo de media hora las cuerdas cedieron y pudo salir ahora tenía que encontrar como regresar al campamento.

Estaba atardeciendo y cada día sentía perderse más en las confinidades del bosque, suspiro sentándose cerca de una laguna se sentía cansado tomó su cantimplora para beber agua y comer un poco al menos los cretinos de sus hermanos no lo dejaron sin comida ni agua y él lo había traído porque ya se conocía sus trucos.

-Idiotas –Murmuro pateando una inocente piedra, se estaba haciendo de noche, el frío comenzaba a calarle los huesos y no había logrado hacer ni una fogata –

Se abrazó así mismo por el frío tendría que pasar la noche allí o el tiempo en el que sus hermanos tardaran en conseguirlo, quien sabe tal vez escuchara la motosierra de Taito y el saldría corriendo primero, un sonido en la oscuridad lo alerto, abrió los ojos de inmediato mirando hacia todos lados, siguió el sonido y se tapó la boca maravillado por lo que veían sus ojos.

Era como ver un unicornio, pero no era igual su cuerno era distinto, además de que su melena brillaban y parecían una constelación, su pelaje era negro como la misma noche, el animal levanto la cabeza y pudo observar dos hermosos ojos azules cuales zafiros relucientes Kaito estaba maravillado con lo que veían sus ojos.

Se quedó inmóvil intentado no asustarlo no quería que se marchara quería seguir admirando la belleza del animal delante de él, lentamente se le fue acercando cuando estaba frente a él levantado su mano con la mayor lentitud que pudo logro acariciar el hocico del anima sentía una gran felicidad.

Era magnifico.

-¿Estás perdido? –le habló, se sorprendió por ello pero asintió –


-mis hermanos me buscaran al menos eso creo –murmuro –

 

-No puedes pasar la noche aquí es peligroso –expreso –Hay muchos depredadores rodeando la zona.


-Yo no he visto ninguno –murmuro –

 

-mi presencia los mantiene lejos –pronunció –Sígueme te llevaré a un lugar seguro para que pases la noche y en la mañana te llevaré con tu familia.

-Gracias –Comenzó a seguirlo por el bosque pero era más rápido de lo que pensaba el animal se le quedo mirando un momento como reclamándole en silencio que fuera tan lento –

 

-Sube –expresó luego de regalarle esa mirada de reclamo silenciosa –


No dijo nada con cuidado se subió en su lomo, se echó a correr y de repente estaban volando se asustó tanto que se aferró al cuello del animal, llegaron a una gran cueva dentro de una cascada que era iluminada por cristales de distintas tonalidades.

El animal de repente tomó una forma humana con un cabello largo de color morado y piel tan blanca como la nieve, estaba completamente desnudo lo cual hizo que las mejillas del joven se coloraran de rojo.

-¿Qué eres? –pregunto desviando la mirada –


-Soy un Kirin –Habló Kaito quedo sorprendido por sus palabras un Kirin era un buen augurio, eran seres tan puros como poderosos –

-Muchas gracias por su ayuda –Sonrió su acompañante solo asintió – ¿tienes nombre?

-Gakupo –contestó para que el joven asintiera, quería seguir hablando pero la expresión seria del Kirin le hizo mantener callado –

La noche paso tranquila sentía tanta paz alrededor del ser mítico, nunca había dormido tan bien como esa noche, al amanecer le llevo junto a su familia y una gran tristeza albergo su ser.

-Me encantaría volverte a ver –La tristeza en su voz era papable acaricio por última vez el hocico del animal sonriendo –Adiós Gakupo.

-Adiós –Fueron sus últimas palabras antes de verlo marcharse hasta ver el último destello de su crin en morado –

 

-Adiós –Susurro para suspirar alejándose sus hermanos jamás le creerían lo que había pasado –


Al regresar al campamento obviamente sus padres estaban felices porque estuviera devuelta y sus hermanos sorprendidos porque haya regresado por su cuenta.


Mantuvo en completo silencio el hecho de que conoció un hermoso Kirin, ese verano había sido el más maravilloso de su vida y jamás olvidaría esos recuerdos.

Todos los veranos, lo buscaba pero jamás lo encontraba, pero luego de haberlo visto Kaito se había convertido en alguien al que podían llamar suertudo, todo lo que él quería hacer lo lograba sin fallar ni una sola vez.

Kaito sabía que la razón era por el Kirin negro que todas las noches aparecía en sus sueños majestuosos era él.

Cuando cumplió la edad de los dieciocho años ya no le era obligatorio ir al campamento y el dolor que persistía en su pecho, ese verano falto, no deseo ir no importa cuando su corazón le dictara por ir e intentarlo una vez más.


Paseando por la ciudad comiéndose un helado mientras la tristeza aumentaba en su pecho, su amigo le decía algo pero no sabía de qué exactamente le estaba hablando solo asentía al azar como si estuviera de acuerdo con sus palabras.

Hasta que sus ojos se abrieron de par en par, hacia él caminaba la figura elegante de un hombre de largos cabellos morados, ojos zafiros y tez blanca como la nieve tiro el helado que se estaba comiendo dejando sorprendido a su acompañante y por un impulso salió corriendo quería sentir que estaba allí que no era una alucinación.

-¡Gakupo! –Sintió como el nombrado le devolvía el abrazo –

 

-Kaito –Susurro acariciando su cabello, se quedaron en aquel abrazo por un largo tiempo –

 

Gakupo en silencio lo había cuidado, Kaito lo presentía pero jamás lo sintió tan cerca como ahora que estaba envuelto en sus brazos, jamás se sintió tan feliz ahora que tenía su presencia.

Lo que Kaito no sabía era que el Kirin lo había elegido, porque en todos los humanos que había conocido a través de los años él era especial.


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