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Entendiendo el amor por SakiSenjou

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Notas del capitulo:

¡Holi! Soy Saki.

Este es mi primer fanfic y la primera vez que publico algo que escribo ¡Espero les guste! Dejenme su opinión y si creen que debo seguir la historia o no.

Los personajes de "Boku no hero academia" no me pertenecen, los derechos le pertenecen a la Shonen Jump, a Kohei Horikoshi y a quien más corresponda.

 


Era un día normal en la vida del joven empresario Todoroki. Bueno, al menos eso pensaba. No tenía idea de lo que estaba apunto de suceder; de como su vida se pondría de cabeza de la manera más absurda. Hasta entonces, sólo era otro día atrapado en su agetreada y marginal rutina.


 


Shouto Todoroki, era el hijo del segundo empresario más exitoso del país y, por lo que conllevaba, era una persona muy ocupada. Desde los 5 años había recibido educación en todas las areas competentes de un empresario. Había tenido que oprimir los deseos de jugar que como niño tenía y se había quedado por horas en las oscuridad de su habitación leyendo, estudiando, aprendiendo. El pobre Todoroki no recordaba si alguna vez había salido a corretear con los niños vecinos, quienes entre susurros lo llamaban “niño mimado” y lo veían con desden. A la edad de 15, había recibido su primer titulo como Economista, y no se había detenido allí. Había realizado especializaciones en contaduría, derecho comercial y administración. Todo lo necesario para, un día, llevar en sus hombros la empresa de su padre.


 


Para ser francos, Shouto no sabía si mantener la empreza de su padre era lo que deseaba hacer de su vida, pero no había tenido otra opción. Así que, ahí estaba, con 23 años discutiendo con su abogado sobre una infracción en un contrato mientras ordenaba aún más los papeles en su perfectamente organizado escritorio.


 


Al terminar la conversación, colgó el telefono y miró el elegante reloj que colgaba de la pared de enfrente. Las 10:20, marcaba. Tocó el último botón del lado derecho del telefono con el cual acababa de acaluradamente discutir con su abogado, y llamó a la recepcionista.


 




  • Todoroki-Sama ¿Con qué puedo ayudarlo?




  • Saldré un rato, avisame si necesitas que regrese.




  • Por supuesto, señor.




 


Tomó su abrigo, salió de su oficina y bajó 12 pisos en su asensor privado hasta la planta baja. Salió por la puerta trasera y rápidamente se mezcló con la gente que caminaba de forma lijera por una de las calles más transitadas de Tokio. Paró en un bar, compró un café doble negro, sin azúcar, para llevar, y se alejó de la muchedumbre para terminar sentado en un banco en el medio de un parque.


 


A veces hacía eso, escapar por un rato de su perfecta vida establecida por alguien más desde el momento en el que el destino lo puso en su familia. Mentalmente, rebisó su agenda para el resto del día: 13:30, reunión con su padre, debía notificarle sobre todo lo nuevo en la empreza. No sería suficiente, como siempre. 14:25, reibiría una serie de bonos que emitiría la empreza, debía chequearlos por sí mismo. 16:10, reunión de comienzo de trimestre con los jefes de las distintas areas. Tenían que decidir el plan de acción que utilizarían o podrían sufrir alguna pérdida monetaria... En fin, un día de mierda.


 


Apoyó su espalda en la fría banca y contempló el paisaje. Los arboles ya habían empezado a sacar pimpollos aunque todavía el frío no había terminado de irse. Era realmente hermosa la habilidad de la naturaleza para crear y destruir de una forma tan simple; y era aún más increíble que sólo él estuviese allí para admirarlo...


 


Entonces lo vió, alborotado cabello ondulado de un tono verdoso, mejillas cubiertas de pecas y mirada absorta en el lapiz y las hojas que llevaba en sus manos. Escribía de forma enérgica, casi apurado. Era como si intentara atrapar una idea que se le escapaba, y sin importar lo veloz que su mano derecha se moviera no lograba atraparla completamente. El chico, de más o menos su edad, no se había percatado de su precencia.


“¿Está descalzo? Hacen sólo 11 grados.” Pensó Shouto. O dijo, la verdad no sabía. Se había quedado demasiado atrapado en aquella escena como para tener completo control de lo que hacía. Por un segundo temió que el chico lo hubiese escuchado, porque, no estaban tan alejados el uno del otro. Pero el chico siguó allí, en su propio mundo que eran sus arrugadas hojas, su lapiz y una desgastada cartuchera apoyada en el pasto junto a él. A veces movía los labios, como si murmurara algo para sí mismo. Era un completo misterio.


 


Shotou se quedó analizándolo por lo que para él fue una eternidad. Casi podía sentir la fuerza con la que apretaba el lapiz y la lijgreza de su mano sobere el papel. Encontró fascinante esa mueca que hacía cuando alguna parte de su escrito no le gustaba y cómo borraba mordiendo su labio inferior, casi reprochandose el error que había provocado una distancia mayor entre él su preciada idea.


 


Su mente debía ir una velocidad increíble; y así iba la mente de Todoroki Shouto, guardando cada detalle, cada segundo de esa escena, como si su vida dependiera de ello.


 


Entonces, su celular sonó. Cruel relidad sacándolo de su sueño. Era un mensaje de su padre, quería adelantar su reunión para dentro de 15 minutos. Suspiró y alzó la mirada. El chico lo estaba mirando un tanto sorprendido, como si el sonido del celular le hubiese recordado que no estaba sólo en el universo, que en realidad, ni siquiera estaba sólo en ese pequeño parque. Al notar que Shouto le devolvía la mirada, apartó la vista de forma nerviosa y siguió escribiendo. O al menos eso intentó, porque el lapiz, el cual apretaba de sobre manera, salió volando varios metros. Se paró de un salto y corrió hasta él. Shouto no pudo evitar sonreir. “No es bueno con la personas, eh?” pensó mientras tiraba su vaso de café y tristemente volvía a su vida diaria, pero no sin una ultima vez, dar vuelta la cabeza para ver como el ahora ruborizado chico le sacaba punta a su ya recuperado lapiz.


 


Todoroki no sabía que esa no sería la última vez que vería a ese peculiar chico. Su historia solo estaba apunto de empezar.


 


-o-


 


 


Tres días habían pasado desde su encuentro con el curioso chico en el parque, bueno si se podía considerar un “encuentro” el mirar de forma obsesiva a alguien que no te había dirijido ni una sola palabra...


 


A veces se encontraba pensando en él, o buscándolo en aquel parque, incluso imaginando que clase de conversación hubieran tenido si tan sólo se le hubiese acercado a saludar. Pero interrumpir a una persona en tal punto de concentración debía ser un pecado capital. No podría haberlo hecho aunque así lo hubiese querido. Era un idiota por pensar tanto en una persona que jamás vería otra vez. Sólo disminuía su rendimiento en su trabajo; acto del que no podía darse el lujo, o tendría una muy fea charla con su padre sobre como debía dedicarse al bien de la empreza y darle orgullo a su familia. Debía concentrarse y dar lo mejor de sí.


 


Ese día su padre no tuvo ninguna queja sobre sus deciciones en la empreza, lo que le extrañó de sobremanera. La reunión casi le resultó agradable, hasta que... Todo cobró sentido.




  • ¿Qué?- Dijo con el entrecejo fruncido.




  • Esta noche tendrás una cena con una chica que es buena candidata como tu esposa. - Contestó con simpleza Endevour, su padre.


    Ahí iba de vuelta. Decidiendo sobre su vida como si fuese una rata de laboratorio.- Te oí la primera vez. No sé cuando acepté algo cómo eso.- Contestó Shouto en voz queda. - No estoy interesado en una esposa.




  • Ya tienes edad para empezar a considerar esto, es importante para la empreza que cries un buen heredero.-




  • Pensé que lo había aclarado con anterioridad, Padre. No pienso cometer los mismos errores que tú. - Alegó mientras se levantaba y comenzaba a juntar sus papeles.




  • ¿A qué te refieres? Yo sólo hice lo que era mejor par-




  • Para tí, y me cansé de hacer lo mismo. Nunca te has conformado con nada, nunca has aceptado la realidad. - Las palabras le dejaban un sabor amargo en la parte tracera de la garganta.




  • La realidad es que tu destino es volver a esta empreza la número uno del país y no estará en tus manos hasta que te crea lo suficientemente calificado. Para eso es necesario que sientes cabeza. Esta noche tienes una cena con esta chica- Su padre le entregó una carpeta con la información de la cita-y mas te vale no faltar- finalizó al mismo momento que Shouto salía por la puerta.




 


Mientras regresaba a su oficina, Shouto podía sentir como la furia recorría su cuerpo. Escenas de su niñez se reproducían en su mente como una terrible película. Su padre pegándole a su madre. Su madre sonríendo con el labio hinchado para evitar que él llorara. Su madre llorando cuando pensaba que él no podía verlo. Su madre agarrando una pava de agua hirviendo... Tocó la quemadura que tenía en su ojo. Hacía mucho que no pensaba en ese día. Él último día que vivio con sus padres como una familia. O algo así.


No. Él no cometería el mismo error. Él se casaría con alguien que amara, no por conveniencia. Iría a todas las estúpidas cenas que su padre quisiera, pero no aceptaría casarce con nadie, a menos que fuese por amor. Su padre había arruinado su pasado, pero no lo haría con su futuro.


 


-o-


 


Llegó una hora aproximada a la susodicha “cita”. Se puso un buen traje -que no quisiera ir no significaba que no debía cuidar sus apariencias o ser educado- y salió de su casa esperando que con un poco de suerte, aquella velada no fuese tan aburrida como amenazaba ser.


 


Manejo hasta un antiguo y reconocido restaurant en la zona más adinerada de la ciudad e ingresó en el vestíbulo.Se dirigió hacia un elegante mostrador en el centro del local donde le informaron sobre qué mesa él y la desconocida chica ocuparían esa noche.


 


Había llegado temprano, así que se sentó tranquilamente mirando su celular mientras esperaba que la chica llegara. Tener una cita en un día de semana... Su padre debía saber que cosas como esas complicaban su trabajo y le restaban horas de sueño. Shouto no creía que a Endevour le importara su salud, ni mucho menos su opinión. Cuando quería algo, no había quien lo detuviera.


 


Mientras miraba su celular abstraído en sus propios pensamientos un mozo le dejó una pequeña entrada susurrando que era “cortesía de la casa” para todos los que pacientemente estuvieran esperando a un o una acompañante. Por un segundo Todoroki pensó que tenía una voz bastante dulce, pero no pudo pensar mucho al respecto porque una aguda voz interrumpió sus pensamientos.


 




  • ¿ Eres Todoroki Shouto-san, no es cierto?


    Levantó la mirada para ver a la persona que acababa de dirigirse a él. Era la chica cuya foto aparecía en la carpeta que su padre le había entregado ese mismo día. Era su cita. Su cita forzada.


    Se incorporó de su asiento y le estrechó la mano.




  • Sí, soy el.- Dijo con una momentanea sonrisa.- Es un placer conocerte Minami Souka -san




  • Por favor tome asiento, yo soy la que llega tarde, Shouto-san. Lamento mucho la demora.




Luego de aclarar que no estaba molesto por la tardanza de la chica, ambos se sentaron.


Comenzaron a tener una charla trivial. Hablaron de sus trabajos, sus edades, las cosas que les gustaban. Shouto quería irse y ni siquiera había comenzado la velada. Minami era una linda chica, pero no parecía compartir ninguno de sus intereses. De hecho, su único interés parecía ser que color o que prenda de ropa estaba de moda esa temporada.


Era la mujer perfecta para él, según Endevour. Una chica que no piense. Que no cuestione. Un accesorio. Para su padre una esposa era eso, un objeto que mostrar a los demás y aparentar seguridad y poder. No una persona que te grite cuando te equivoques o que te comforte cuando te sientas mal. Eso era innecesario.


Por suerte un mozo cortó lo que para él ya era una conversación sin sentido.




  • Buenas noches, mi nombre es Midoriya Izuku y seré su mozo esta velada.


    Al girar la cabeza no pudo creer lo que veía. Cabello alborotado verdoso, pecas que parecían salpicadas en sus mejillas con un pinsel, contextura delgada y bastante baja. Era el chico del parque. El chico al que no le importaba estar descalzo aunque hiciera frío. El chico cuyo mundo podían ser un lapiz y una hoja. El chico que nerviosamente lanzó un lapiz cuando notó que no estaba solo.


    Al verlo, el mozo pareció reconocerlo, lo que provocó una exploción de color rojo en sus cachetes. Todoroki no pudo evitar sonreir y pensar: “Te encontré.”


    - o -



Notas finales:

¡Eso es todo por ahora! Espero les haya gustado.

¡Gracias por leer!


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