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Con el sol en sus ojos por shiki1221

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Capítulo 2:

Los días pasaban y Naruto llevaba a cabo su promesa de ayudar a Sasuke a buscar aquella información acerca de los extraños soles en sus ojos. En un principio Uchiha era bastante renuente ante la compañía del blondo, pues se repetía a sí mismo que pronto el de ojos azules se aburriría de él y lo dejaría botado olvidándose por completo del asunto. Empero, la realidad fue muy diferente, ya que el otro niño se mantuvo a su lado sin importar las ocasiones en las que actuó algo engreído o fue un tanto cortante respecto a los abrazos que en ocasiones Naruto intentaba darle. Para el rubio era muy común abrazar a sus amigos con confianza y cariño, mas Sasuke detestaba que invadieran su espacio personal, aunque por ser el rubio, en ocasiones lo dejó pasar.

Considerando que los adultos eran incapaces de ver los soles de los ojos de Sasuke, la opción de continuar preguntándoles a ellos quedó descartada por completo. Quizás en algún libro podrían encontrar algo como lo que necesitaban, aunque tendrían que esforzarse mucho en buscar. Ambos fueron a la biblioteca del colegio en la hora del receso, Naruto entró mirando todo con una curiosidad que sólo se podía tener la primera vez que se observaba algo.

―Muévete, Dobe ―incitó el moreno al tiempo que se acercaba a la bibliotecaria. La saludó con cortesía y fue a su lugar de siempre.

Para Uchiha era tan frecuente estar en aquel lugar cada receso que la bibliotecaria le acomodó un pequeño colchón que servía como asiento para él. Agradeció bastante el gesto, debido a que luego de pasar tanto tiempo sentado en el duro y frío suelo su parte trasera se resentía bastante, pero con ese pequeño colchón no tenía que lidiar con eso.

―Hay muchos libros ttebayo ―comentó con fascinación el blondo mientras miraba con atención a su alrededor las altas repisas llenas de libros de diferentes colores, tamaños y portadas.

―Pareciera que nunca viniste a una biblioteca ―se burló el de ojos oscuros mientras seleccionaba un libro.

―En realidad… ―comenzó a hablar Naruto mientras se rascaba la mejilla con algo de vergüenza―. Sí es mi primera vez en una.

―¿Es en serio? ―preguntó incrédulo el otro niño―. ¿Cómo has estado haciendo la tarea hasta ahora sin venir a pedir los cuentos que nos dejan de tarea?

―Pues… verás… yo me copio ―admitió con algo de culpa al ser acribillado por aquella oscura mirada llena de reproche en esa infantil cara.

―Eso se acabó, ¿me oíste? ―preguntó en tono de mando―. Te pondrás a estudiar, porque si no haces las cosas por ti mismo tampoco podrás prometer hacer algo por alguien más.

―¡Hey! ―se quejó retador mientras lo miraba con los labios fruncidos, pero con un brillo de determinación resplandeciendo en sus azules ojos―. Yo cumpliré mi promesa de ayudarte a descubrir qué son esos soles.

―Esfuérzate mucho ―comentó con simpleza el azabache mientras agarraba un libro para él y otro se lo daba al rubio―. La necesitarás porque yo llevó mucho tiempo leyendo y nada aún.

Allí Uzumaki entendió un poco de la manía de Sasuke de encerrarse cada recreo en la biblioteca: buscaba respuestas. Tomó entre sus manos el libro que le estaban tendiendo y se sentó al lado del otro. El libro que el moreno le había dado parecía estar escrito en algún idioma extraño, ya que era más que nada números y símbolos que no alcanzaba a entender. Normal que un niño no pudiera entender física avanzada, pero Uchiha estaba tan desesperado por respuestas que buscaba en lugares impensables y en libros con contenido que nunca alcanzaba a comprender del todo. Un largo rato estuvieron cada uno enfrascado en su propio libro, hasta que algo interrumpió su lectura y eso eran los ronquidos del blondo.

Uzumaki había hecho un gran esfuerzo por mantenerse concentrado en lo que estaba leyendo, pero simplemente no entendía y lo aburría por no tener dibujos o algo que lo hiciera ver “divertido”. Por esa razón el sueño pronto lo venció y cerró los ojos quedando dormido con la cabeza apoyada en el hombro de Sasuke. Éste al oír el ruido que hacía al dormir estuvo a punto de mandarlo a volar por ser un idiota al tomar una siesta en medio de algo tan importante para él. Mas al ver que se veía algo “lindo” cuando estaba sin gritar a todo lo que sus pulmones dieran, desistió de empujarlo lejos. En cambio, cerró los ojos diciéndose a sí mismo que había estado leyendo mucho y que merecía unos momentos de relajar la vista.

Estaban tan profundamente dormidos que ni siquiera notaron cuando la campana que daba fin al receso sonó estruendosamente. Tanto el azabache como el otro tenían sus cabezas apoyadas entre sí, mientras sus respectivos dueños divagaban en el mundo de Morfeo, ajenos al castigo que pronto les caería por faltar a clases. Al no llegar a tiempo a la clase, la maestra se preocupó por el paradero de ambos; dejó a sus alumnos a cargo de Iruka temporalmente mientras ella buscaba a los faltantes. Según le dijeron, la última vez que los vieron se dirigían hacia la biblioteca, por lo que fue inmediatamente a preguntar a dónde fueron luego de eso. Según dijo la bibliotecaria ambos menores no habían salido del lugar aun, por lo que le sugirió ir a ver el lugar donde Sasuke frecuentaba pasar sus recreos, la maestra se dedicó a buscarlos donde le indicaron.

Al caminar, iba lista para darles un gran regaño por haber descuidado el horario para regresar a la clase, mas al verlos dormidos tan tranquilamente con libros de física y química abiertos, se enterneció un poco. No comprendía la razón para que estuvieran revisando libros que correspondía que estudiaran dentro de unos años más, pero se alegraba de ver que estuvieran llevándose mejor. Al menos esta vez el retraso de ambos no se debía a que estaban castigados en alguna otra aula por estar peleando en un pasillo. Recogió algunos de los libros abiertos y los puso en su lugar antes de despertar a ambos y decirles que ya deberían volver al aula. Algo desorientados por estar despabilando de la reciente siesta, asintieron a lo que dijo su maestra y ordenaron los libros que aun faltaban antes de ir donde debían.

―Deberían tener cuidado de no dormirse en la biblioteca ―dijo Shizune sonriendo comprensiva llevándolos con el resto―. En esa parte no se oye bien la campana, deberían pedirle a la bibliotecaria que les avisé la hora para volver ―sugirió no queriendo matar la buena voluntad de ellos de leer.

―Lo siento, sensei ―respondió Uchiha sintiendo vergüenza por estar llegando tarde, cuando nunca lo había hecho antes―. No volverá a suceder.

―No tengo ninguna oposición en que vayan a leer, sólo no se olviden que el horario es limitado ―afirmó ella mientras entraban al salón.

Pasaron con calma sin prestar atención a las miradas curiosas de los demás niños, quienes también creían que habían peleado de nuevo y sido castigados por ello. Trataron de preguntar a Naruto, pues Uchiha era muy reservado como para decirles algo, y no obtendrían respuestas de él. Pese a que insistieron para averiguar los por menores de la supuesta pelea, el rubio sólo fue a su asiento. Incluso llegaron a pensar que el azabache le estaba contagiando lo antipático. No queriendo que los niños se distrajeran, la maestra ordenó a la clase hacer silencio y retomó la clase como debía ser.

―Qué buena siesta ttebayo ―susurró Uzumaki bostezando con pereza en su asiento.

―Dobe ―susurró el moreno mirando disimuladamente al rubio en su lugar.

La clase pasó tranquilamente con ellos atentos a la maestra, aunque realmente sólo estaban mirando de frente pues sus mentes seguían pensando en como ese día no consiguieron ninguna respuesta. Los libros los habían decepcionado, ya que ninguno tenía nada de lo que ellos estaban deseando. Naruto no entendía porque revisar libros de física y química, pero Sasuke aseguraba que podría ser muy útil todo lo que pudiera encontrar relacionado al fuego y al Sol. Aquel astro estaba reducido a un tamaño tan diminuto que cabía en los ojos de Sasuke, por lo que el blondo tenía esa vaga idea gracias a la explicación del otro, aunque no consiguió entenderle del todo.

A la salida algunos de los amigos de Uzumaki se le acercaron para invitarlo a jugar un rato, pero el de ojos azules al ver como Sasuke iba caminando completamente solo, sin nadie que se le acercara siquiera a despedirse, (a excepción de algunas niñas que lo miraban algo sonrojadas) se sintió mal por él. El ver como lo evitaban los demás varones, hizo que el rubio frunciera el ceño y rechazó amablemente la oferta de sus amigos para ir donde el de ojos negros antes de que se alejara demasiado de él. No dejó que saliera por completo del patio del colegio al darle un abrazo repentinamente por el cuello y cuando lo tuvo sujeto, comenzó a caminar junto a él.

―¿Qué estás haciendo, Dobe? ―cuestionó Sasuke mirándolo mal por no soltarlo, haciendo que fuera difícil caminar.

―¿Quieres venir a mi casa a jugar, Teme? ―preguntó el rubio con una gran sonrisa.

―¿Por qué iría contigo? ―inquirió Uchiha arqueando una ceja caminando con esfuerzo por tener el peso del otro encima suyo.

―Porque nos perdimos el recreo por estar en la biblioteca ―contestó con una sonrisa triunfante llevándole por un camino diferente.

―Espera, Usuratonkachi ―pidió el azabache frenando de golpe evitando que el otro siguiera el camino―. Mis padres se van a preocupar si no llego a tiempo a mi casa.

―Pero yo quiero que vengas conmigo ―comentó con un puchero y algo de tristeza al no poder pasar el resto de la tarde a su lado―. ¿No hay manera de qué te quedes?

―Quizás… ―respondió pensativo el de ojos oscuros mirándolo con fingido desinterés―. Si tu mamá llama a mi casa para avisar que me quedo un rato contigo quizás no haya problema. Me sé el número de mi casa, así no se preocuparán por mí.

―¡Sí! ―exclamó muy animado jalándolo para que comenzará a caminar nuevamente―. Yo le pediré a mi mamá que llame a la tuya ttebayo.

Los niños caminaron entonces hacia la casa Uzumaki, aunque no quisiera reconocerlo, a Sasuke le alegraba ir por primera vez a la casa de un compañero. Siempre guardó distancia prudencial del resto debido a su secreto, tenía miedo de sus propios ojos y eso lo hacía querer mantenerse alejado de todos para no lastimar a nadie. Aun si lo consideraban un antipático y un presumido por “sentirse superior” a los demás al rechazarlos cuando lo invitaban a jugar. Las ansías del rubio por llegar a jugar con su amigo lo hicieron correr jalando la mano de Uchiha para, prácticamente, arrastrarlo a su destino.

Uchiha miró curioso la casa en la que vivía el rubio, era bastante linda y común, pues no destacaba del resto de las casas de clase media que había en esa zona. Los colores chillones en la puerta y las paredes le dieron cierta pista al moreno sobre el gusto por lo extravagante, para no llamarlo de otra forma, que tenía Naruto al momento de elegir algo.

―Bienvenido, Naru ―dijo cariñosamente Kushina acercándose al momento de oír la puerta de la entrada abriéndose, luego su mirada se fijó en “la” acompañante de su hijo―. ¿Quién es tu amiguita?

―¿Qué amiga? ―preguntó Naruto sin entender a quién se refería su madre, miró a Sasuke esperando que él le explicara, mas éste estaba igualmente confundido.

―Esta ―contestó la pelirroja abrazando confianzudamente al Uchiha―. Eres muy linda pequeña ―comentó restregando su mejilla contra la pálida del niño.

―Mi nombre es Sasuke y soy niño, señora ―dijo el azabache como pudo tratando de sonar grosero y ocultar la molestia y vergüenza que le causaba el hecho de haber sido confundido con una niña.

―¿Eres Sasuke? ―interrogó nuevamente la mujer Uzumaki aún más emocionada al saber que al fin veía el niño que le interesaba a su hijo―. Qué lindo eres tebanne ―repitió acariciando sus cabellos desordenándolos.

―Mamá estas aplastándolo ―protestó el rubio al ver a su madre “manoseando” a su amigo. Lo estaba abrazando y acariciando la cabeza, mucho en su opinión y eso no le gustaba, aunque fuera su mamá no podía tocar tanto a su invitado.

―No seas celoso, Naru-chan ―respondió divertida bajando a Sasuke y soltándolo de sus brazos viendo como su hijo tenía los ojos fijos en ellos.

El moreno guardó silencio mirando a ambos hablando en tonos de voz más altos de lo que él habría deseado, pues estaba acostumbrado a hablar de manera baja y respetuosa mientras que ellos gritaban (o eso parecía). Entre tanto notó a un hombre rubio mayor similar a Naruto, pero en una versión adulta, quien sonreía tranquilamente mientras secaba un plato usando un delantal rosa. Le llamó un poco la atención que estuviera usando ese tipo de ropa, puesto que su papá jamás había usado algo así, lo vio ayudar a su mamá en algunas tareas de la casa, pero jamás vistiendo de esa manera de… niña.

―Hola, Sasuke-kun ―saludó el adulto dejando el traste a un lado acercándose al pequeño invitado de su hijo―. Soy el padre de Naruto, mi nombre es Minato ―se presentó acuclillándose a su altura para poder verlo cara a cara.

―Mucho gusto, señor ―dijo educadamente el azabache mientras inclinaba un poco la cabeza ante el mayor y le tendía la mano.

―Ya veo porque le gustas tanto a mi hijo ―comentó mientras posaba su mano en la cabeza del infante despeinando sus cabellos con cariño―. Eres un niño muy adorable.

―No soy nada adorable ―destacó el menor frunciendo el ceño ante el mote mientras desviaba la mirada algo ofendido.

Primero la madre del Dobe lo confundía con una niña y lo abrazaba mucho y ahora tenía a aquel adulto diciéndole “adorable”, ante eso se estaba poniendo de malas y su paciencia era muy limitada. La discusión o “charla a gritos” entre Naruto y su madre pareció cesar, algo que el azabache notó de inmediato al sentir como el Dobe lo abrazaba por el cuello. Era una especie de “marca territorial”, al menos así lo percibieron sus padres al verlo la fiera mirada azul que intentaba poner distancia entre Sasuke y ellos. Ambos adultos sonrieron con ternura al ver a su pequeño tan celoso, hasta de ellos, por lo que guardaron silencio siendo conscientes de que su hijo probablemente siquiera notó lo que estaba haciendo.

―El Teme y yo nos vamos a mi cuarto ttebayo ―avisó el menor de ojos azules llevándose de la mano a su amigo guiándolo a su habitación.

―¿Crees que deberíamos…? ―preguntó la pelirroja con una expresión traviesa dejando ver sus intenciones de “curiosear” un poco acerca de cómo jugaban juntos.

―Kushina ―llamó su marido en tono calmado y a la vez de advertencia―. Son niños, no creo que vayan a hacer nada.

―Y eso es lo que me preocupa ―respondió ella mirándolo ofendida cruzándose de brazos―. Quiero ver si tienen confianza entre ellos, ya sabes, darse de manos, algunos besos y cositas más divertidas.

―¡Kushina! ―exclamó su esposo al ver la cara que ponía su pareja ante la idea de ir a darles una visita sorpresa―. Dales su espacio a los niños, sólo van a jugar con sus muñecos y con lo que quieran.

―Es broma, es broma ttebanne ―respondió ella levantando las manos en señal de rendición. Cuando crecieran seguramente sería más divertido molestarlos.

Los adultos seguían conversando entre ellos sobre el amigo de su hijo, a su vez de que la pelirroja llamaba por teléfono para poder hablar la madre del Uchiha. Naruto le había explicado mientras el morenito se presentaba a Minato acerca de que había que avisar a la madre de Sasuke. Su hijo había insistido mucho en que convenciera a la otra madre de que le diera permiso y no castigara a Sasuke por hacerlo desviarse en su regreso a casa. Tuvo una corta conversación sobre la petición de los niños y le dio la dirección de su casa para dejar tranquila a Mikoto. Una vez informados los Uchiha, podían ir a buscarlo en el momento que quisieran, a su vez que Kushina prometió acompañarlo hasta su casa, puesto que ya había atardecido.

Sasuke miró de forma desaprobatoria el desorden en el cuarto de Naruto, lo inspeccionó minuciosamente de mala manera mientras señalaba los juguetes tirados por todos lados, los libros esparcidos y la cama no sólo desecha, sino con las sábanas caídas en el suelo junto a ropa sucia dispersa en todas partes, menos en la cesta de ropa sucia como correspondía. Ante eso Uchiha obligó al de ojos azules a limpiar cada parte de la habitación, por obviedad Uzumaki se negó a hacer tal cosa o perdería toda la tarde en ello. Sin embargo, Sasuke siguió insistiendo y en vista de que en la tarde se pasaron todo el recreo en la biblioteca fue más permisivo, se conformó con que arreglara la cama para que tuvieran donde sentarse.

Pasaron toda la tarde jugando juntos y discutiendo varias veces por pequeñas cosas. Esa fue la primera tarde que marcó una pequeña rutina para ellos. Hubo días en los que Uchiha iba a la casa del rubio a hacer la tarea o jugar con él y otros en los que era el propio Uzumaki el que iba a su casa. Luego de las clases se turnaban para ir a casa del otro y compensar el tiempo de recreo que no habían podido aprovechar al estar buscando respuestas a los ojos de Sasuke. Y los fines de semana, dado que no podían seguir revisando en el colegio iban al parque juntos o a la orilla del río a buscar animales pequeños como peces o caracoles. Aun sí después los liberaban como si nada, les era divertido atraparlos y competir en quién conseguía más. La costumbre se convirtió en algo agradable y les daba confianza mutua.

Nuevamente, ambos infantes tenían un día normal, como siempre, apartados en el receso. Naruto y Sasuke estuvieron juntos en la biblioteca, lo que significaba una nueva oportunidad de que el rubio se durmiera con un libro en la cara. Esa era la parte que Uzumaki detestaba de su relación con Uchiha. Molestarse, jugar y competir entre ellos era sumamente divertido, pero estar en medio de su receso leyendo día tras día varios textos que no entendía para nada, era un punto en contra que hacía que quisiera irse. Si no se iba era únicamente porque prometió ayudarlo a descubrir sobre lo de sus ojos y porque consideraba valiosa la promesa que le hizo anteriormente. Sin embargo, un buen día sus antiguos amigos se le acercaron mientras Sasuke no estaba. El azabache había pedido al rubio que se adelantara a la biblioteca porque tenía algo que hacer y que lo alcanzaría luego.

―Hey, Naruto ―llamó Kiba acercándose a su amigo al verlo caminando solo en el pasillo―. ¿Cuándo tendremos nuestra carrera? ―preguntó puesto que había pasado ya mucho tiempo y aun no resolvían sus diferencias respecto a quien era el más veloz de los dos.

―Lo siento, Kiba es que he estado algo ocupado ―comentó el rubio rascándose la nuca con pena por haber dejado de lado a sus otros amigos.

―Hace mucho que te la pasas en esa biblioteca ―agregó Gaara en tono acusador por ser dejados de lado por el niño antipático del salón del rubio―. Te pierdes los recesos.

―Sí, Naruto-kun te estás perdiendo la flor de tu juventud allí encerrado ―expresó Lee apoyando su mano en el hombro del rubio.

―Es que le prometí al Teme… ―comenzó a decir Naruto.

―Pero nada ―exclamó Kiba rodeando su cuello con un brazo mientras lo obligaba a caminar hacia el patio―. Ustedes son amigos, ¿no? Entonces te perdonara que por una vez no pases el recreo con él.

―Bueno, quizás si luego le explicó ―susurró Uzumaki. Después de todo si por un único día no iba no sería un gran problema, eso sin contar que Uchiha estaba ocupado, por lo que quizás ni siquiera notaría su ausencia.

Más conforme con su consciencia respecto a que el moreno no podría ir a leer y él no quería quedarse solo leyendo si no tendría su compañía, se puso a jugar con la pelota junto al resto de sus amigos. Quería pasar un rato con todos ellos, así que comenzaron a patear el balón y a perseguirlo armando dos equipos improvisados para la ocasión. Naruto tenía una brillante sonrisa mientras miraba al hermoso cielo azul y el incandescente sol que los alumbraba por completo el patio. Su sonrisa cambió repentinamente ante el grito de las maestras llamando a todos los alumnos.

―¡Niños, júntense con sus respectivas maestras! ―gritó una que se veía agitada.

Muchos niños preguntaron qué era lo que sucedía, pero aunque las maestras se negaran a explicarles para no asustarlos las columnas de humo saliendo de las ventanas de los salones les dieron la respuesta: un incendio. Su colegio estaba incendiándose. Los alumnos que vieron el humo gritaron asustados ¡Fuego! Provocando que otros comenzaran a llorar de miedo. Uzumaki al oír acerca del peligro dentro del colegio buscó por el patio a Sasuke. ¿Habría salido junto a los demás? ¿Estaba bien? Buscó y buscó entre todos los gritos y llantos de otros pequeños no hallando al que buscaba. Una repentina ola de culpa se instaló en su cuerpo, y si estaba… en la biblioteca. En ese lugar no se oía lo que sucedía en el exterior, lo comprobó las veces que no oyeron la campana de fin de recreo.

Ignorando los gritos de sus demás amigos quienes le tachaban de loco por querer entrar donde había fuego, Naruto se adentró de nuevo en el edificio. Las maestras estaban muy saturadas intentando poner a salvo al alumnado y de calmar sus llantos de miedo, por lo que no vieron al rubio escabullirse lejos de la seguridad que ellas intentaban brindar. Dentro del edificio, Uzumaki observó un extrañó rastro negro. Eran marcas negras de quemaduras hechas en la pared en forma de una línea que simulaba ser una especie de guía. Todo lo que veía a su pasó estaba quemado, pero extrañamente el fuego no parecía expandirse y absorber todo el lugar sino permanecer en su sitio, tal y como si se tratara de velas o candelabros decorativos.

Al llegar a la biblioteca notó que esta no estaba quemada, así que entró con la esperanza de ver a su amigo a salvo dentro de la misma. Sus rezos internos parecían haber sido oídos por alguna divinidad ,dado que al entrar vio a Sasuke sentado en su colchón de siempre cerca de la ventana dándole la espalda. Con un suspiró de alivio y una gran sonrisa se acercó tocando su hombro para que volteara a verlo.

―¡Teme! ―llamó en tono de regaño cuando el alivio y preocupación pasaron a molestia por su imprudencia de quedarse ahí sentado como si nada sucediera―. Hay fuego tenemos que salir o podría pasarte algo.

―Vete ―fue la seca respuesta del moreno que no volteó ni sabiendo de la presencia del rubio ahí―. Yo me quedo aquí.

―¡¿Qué tonterías estás diciendo?! ―preguntó más alarmado que antes―. ¿No escuchaste que hay fuego? Es peligroso quedarse aquí, podría expandirse el fuego y…

―¡Lárgate! ―ordenó dándose vuelta a mirarlo, posando su vista en la mano que el otro niño tenía en su hombro mostrando sus ojos con aquellos soles rojos girando de forma peligrosa.

Naruto se sorprendió al ver la cara de enfado y hasta se atrevería a decir odio que Sasuke tenía, pero nada se comparaba al impacto de notar algo de calor en la mano que antes tocó el hombro del Uchiha. Era como si le quemara. Retiró la mano en un grito de dolor y llevó sus ojos azules a la mano que tenía una fea herida. Los ojos de Sasuke también se posaron en la herida y su expresión pasó a ser de culpa y tristeza a medida que aquellos soles desaparecían momentáneamente de sus ojos dejándolos negros como siempre, para luego retornar aquellos soles con un brillo más apagado. Uchiha de inmediato volteó el rostro no queriendo ver la mano de Naruto, pero al oír como gimoteaba de dolor se apuró en tomar su mano sana y llevarlo al baño.

El rubio no dijo nada, estaba muy ocupado reteniendo las ganas de llorar y pedir por su mamá para que lo cure. Sin embargo, no lo hacía para no mostrarse como un niño llorón frente a Sasuke, quería conservar algo de orgullo frente al otro. En el trayecto hacia el baño notó como las llamas y el fuego que aun no moría se apartaba a medida que Sasuke daba un paso, puesto que el moreno iba delante de él jalando su mano para guiarlo podía ver con claridad como es que el fuego parecía abrirse ante su sola presencia. Una vez dentro del baño Uchiha lavó con abundante agua fría la mano de su amigo haciendo que el escozor de la piel quemada cesara un poco.

―Tendrás que decirle a alguna maestra que cure tu mano ―murmuró Sasuke sin mirarlo a la cara―. Lo siento ―dijo con voz baja sonando dolido.

―¿Por qué lo sientes? ―preguntó el rubio algo lento para captar lo que quería decirle el otro. O quizás se quería negar a sí mismo que el causante del fuego fue Sasuke.

―Yo quemé tu mano ―confesó apenado el azabache llevando la mano a su pecho apretando su ropa en la zona del corazón preso de la culpa y el miedo de que Naruto lo odiara―. No quería hacerlo, pero…

―Entonces no te disculpes ttebayo ―interrumpió el blondo abrazándolo repentinamente―. No quisiste hacerlo y eso es todo lo que necesito saber.

―Idiota ―regañó Sasuke sin corresponder a su abrazo―. ¿Me oíste? ―cuestionó con molestia por la falta de sentido común en su amigo―. Yo te quemé, soy peligroso. Te dije que no te acercaras a mí, pero tú nunca escuchas razones, eres un Dobe.

―Woow, ¿puedes hacer fuego? ―exclamó maravillado Naruto mirando a Sasuke con una sonrisa―. Eres como esos superhéroes de los mangas ttebayo ―halagó mientras mantenía una mirada curiosa sobre él―. ¿Puedes hacer más cosas? ¿Cómo haces para manejar tus poderes?

―Dobe ―masculló el azabache mirando frustrado al otro.

¿Acaso ese idiota no entendía? ¡Podía hacer fuego de la nada! Era un serio problema para él aquella extraña habilidad que, para colmo de males, ni siquiera era capaz de manejar a su antojo. No sabía cuando podría activarse su poder y terminar lastimando a Naruto, era mejor hacerle entender de una vez que tenían que separarse. De lo contrario podría terminar haciéndole algo que nunca se llegaría a perdonar y no deseaba dañar a la única persona que estuvo dispuesto a estar con él perdiéndose de todos los recreos. Aunque recordando el asunto de los recreos, la ira volvió a él, por lo que lo apartó de un empujón.

―Vete ―ordenó Uchiha mirándolo con seriedad―. Ya no quiero que seamos amigos ni que vengas a la biblioteca.

―¿Por qué? ―interrogó con tristeza Uzumaki.

―Es mejor que volvamos a estar como antes; yo en mi biblioteca y tú con tus “amiguitos” ―dictaminó sin poder ocultar un ligero sentimiento de celos en la última palabra.

―Teme, ¿estás celoso? ―preguntó con una enorme sonrisa el rubio.

―No lo estoy ―negó de inmediato el otro―. Es sólo que no me dijiste que no ibas a estar en el recreo. Yo te busqué donde acordamos ―susurró triste recordando la desilusión que se llevó.

No le molestaba que Naruto fuera a jugar con otros niños, le molestaba esa sensación de soledad que tuvo al no encontrarlo cuando fue a la biblioteca. Había llegado feliz con una sorpresa para él y no lo vio por ningún lugar, se asustó pensando en que lo había abandonado y luego de buscarlo vio lo que temía: que Naruto se aburrió de él. Se veía tan contento con sus amigos mientras jugaban en el patio que no quería quitarle eso, él era quien más ansiaba descubrir que sucedía con sus ojos. En todo caso se planteó la posibilidad de contarle al rubio lo que averiguara, en caso de encontrar algo, claro está. Empero, sus celos al ver que otros niños hacían más feliz a Uzumaki que él lo hicieron perder el control de sus emociones y aquel aterrador poder se desató comenzando a quemar todo por donde él pasaba.

―Es que Kiba me invitó a jugar con ellos y creí que no irías a la biblioteca porque dijiste que tenías algo que hacer ―explicó el de ojos claros rascándose la cabeza―. Pero no creas que no seguiré a tu lado.

―No necesitas estar a mi lado cada día, puedo buscar lo que necesito yo solo ―afirmó con seriedad Sasuke mirándolo fijamente antes de mirar al espejo―. Si para cuando lo encuentre aun te intereso puedes preguntarme ―ofreció sintiendo pocas esperanzas de encontrar alguna respuesta solo.

―No ―negó con terquedad Naruto mientras lo abrazaba por la espalda y lo hacía mirar el espejo del baño―. Nosotros juntos descubriremos qué son esos soles, lo prometí y lo cumpliré ttebayo ―aseguró el rubio con una enorme sonrisa mientras apoyaba su mentón en el hombro de Uchiha y miraba el reflejo de ambos.

―Te aburres mucho en la biblioteca, mejor déjalo así ―dictaminó el moreno alejando su mirada del espejo―. Tú vuelve a pasar tiempo con tus amigos que casi no los ves por mi culpa.

Ya estaba, lo dijo. Había expresado palabras que seguramente alejarían al tonto rubio de él, posiblemente para siempre. No quería, él era un niño un tanto consentido al ser el menor y cuando quería algo, se encaprichaba en que no se lo quiten. Sin embargo, Naruto era especial, no sólo por ser capaz de ver aquellos soles sino también por poder hacerlo sonreír como nadie (fuera de su familia) podía hacerlo. Quería que siguiera siendo ese niño alegre que vio en el patio y no el que fruncía el ceño aburrido y enojado por estar estudiando en vez de jugar. Mas Uzumaki no quería dejar ninguna de las dos cosas; quería ayudar a Sasuke, pero también quería jugar como cualquiera de sus amigos.

―Haré las dos cosas ttebayo ―afirmó con una sonrisa mientras tomaba las manos de Sasuke.

Sólo con aquella promesa junto a ese rostro sincero el moreno suspiró con cierto alivio y se propuso ceder un poco en su obsesión por respuestas para que Naruto también pudiera jugar con sus otros amigos y no dejara todos sus recesos en la biblioteca junto con él. Ambos salieron del baño con Sasuke guiando a su amigo donde una maestra para pedir que lo curen, puesto que su pequeña ayuda sólo alivio brevemente el ardor. Al momento de preguntar como sucedió el moreno mintió hábilmente y siendo un estudiante modelo no fue difícil de que le creyeran, además de que estaban tan ocupados curando a Naruto que lo de menos era cómo se lastimó.

En los días sucesivos, Uzumaki iba con mucho mejor ánimo a leer junto a Sasuke y hasta descubrió que la razón de que el otro se retrasara el día del incidente. Uchiha había ido a comprarle el ramen especial que él tanto quería, ante eso sonrió enormemente esperando degustarlo, mas se desilusionó al enterarse que el moreno lo prendió fuego cuando lo vio jugando con los demás niños. Casi llora al pensar en ese pobre ramen quemado, pero aun así logró sacarle provecho. Al rubio le costó bastante trabajo convencer a Uchiha de que saliera a jugar con los amigos que él tenía. Debía admitir que usó un poco la culpa de Sasuke al quemarlo para hacerlo salir al recreo, empero valía la pena.

―Dobe ―llamó el azabache cuando el otro lo llevaba de la mano junto a los demás―. ¿Y si los lastimo? Podría volver a pasar ―expresó atemorizado de su propio poder.

―No pasara nada lo sé ttebayo ―afirmó con seguridad el blondo mientras alzaba el pulgar.

―No podemos asegurar que no me enoje por alguna tontería y me descontrole ―suspiró Uchiha con preocupación―. No puedo manejar esta “cosa” y creo que sería mejor evitar esto.

―Si todo el tiempo te apartas y le tienes miedo a que eso suceda, tampoco podrás controlarlo ―explicó Uzumaki deteniéndose para sujetar sus dos manos―. Yo estoy aquí contigo y no lastimaras a nadie, yo voy a detenerte si algo sucede.

―Promete entonces que si hace falta me sacaras de aquí ―pidió.

―Lo prometo, pero debes vencer ese miedo tuyo a lastimar a otros o no podrás tener amigos ttebayo.

La sonrisa confiada del rubio le daba calma al moreno. Él siempre creyó que era mejor reprimir su habilidad y alejarse de cualquier potencial víctima, pero le daría una oportunidad a la petición de Uzumaki. Los viejos amigos de Naruto miraron curiosos al chico moreno. Les parecía extraño que estuviera fuera de la biblioteca y más acercándose a ellos. El blondo por su parte caminó lleno de una seguridad que pretendía contagiar a su amigo y saludó animado al resto de sus amigos. Ellos respondieron el saludo desconfiando de las intenciones. Uchiha por su parte pretendía indiferencia, pese al creciente temor de que algo sucediera con sus ojos. Estar en medio del patio lo hacía sentir expuesto a causar mal a los demás.

―Hola, chicos ―exclamó a todo pulmón Naruto mientras sujetaba la mano de su amigo―. Sasuke viene hoy a jugar con nosotros ttebayo ―anunció lleno de orgullo alzando la mano pálida exhibiéndolo.

―¿Es en serio? ―cuestionó Inuzuka acercándose a mirar directo a los ojos negros―. Tú nunca juegas, ¿por qué quieres hacerlo ahora? ―preguntó con inocente curiosidad por su presencia.

―El Dobe me invitó ―contestó sin ninguna expresión facial en particular.

―¿El Dobe? ―interrogó el pelirrojo mirándolo curioso.

―Yo soy el Dobe ttebayo ―afirmó Uzumaki para sacarlos de dudas mientras se señalaba así mismo.

―Te dijiste tonto a ti mismo ―señalo Kiba riendo escandalosamente haciendo que el de ojos claros cayera en cuenta de su propio error.

―¡No se burlen! ―ordenó sonrojado al notar a sus amigos riendo y a Sasuke ocultando su risita con la mano.

Uchiha se permitió sonreír un poco más notoriamente al ver que no estaba cayendo mal a los amigos del rubio. Él además de su inseguridad nacida a causa de sus peligrosos ojos tenía el mal hábito de mirar de menos a los demás. Podía admitir, para sí mismo únicamente, que en ocasiones era bastante engreído y eso hacía que le cayera mal a los demás. A Naruto no parecía importarle su forma de ser altivo, orgulloso y algo mandón, pero de los demás no podía estar del todo seguro. Después de todo ellos eran amigos del blondo y siendo de personalidades tan opuestas, no le sorprendería que lo hubieran odiado como el propio ojos azules al conocerse.

―Woow sí puedes sonreír ―exclamó Kiba sujetando el rostro de Uchiha moviéndole las mejillas con sus deditos haciendo que la cara de Sasuke hiciera muecas raras.

―Suel… ―iba a ordenar el azabache, ya que le estaba apretando un poco fuerte dejándole la piel enrojecida.

―¡Kiba no toques al Teme! ―ordenó Naruto apartando sus manos de su amigo―. No lo manosees tanto ttebayo ―comentó con un puchero.

―No te lo tomes así, amigo ―pidió Inuzuka levantando sus manos en señal de rendición para no alterarlo más―. Sólo me pareció curioso que pudiera tener otra cara que la de am… siempre ―se corrigió antes de decir algo que pudiera sentar mal.

―Dobe no hace falta que te metas ―susurró Uchiha―. No me enojo por tan poco ―agradeció con una sonrisa el gesto de prever que usara sus ojos como le prometió.

―Ah sí eso ttebayo ―dijo algo sorprendido el rubio mientras se separaba de él y miraba a sus demás amigos―. ¡Vamos a jugar las traes! ―propuso tocando a Gaara antes de salir corriendo.

Su verdadero motivo para correr en realidad era la vergüenza. Se sintió tonto por haber intervenido cuando Kiba sólo le estaba tocando las mejillas a Sasuke. Además de que el muy bastardo no se lo quitó de inmediato y él no tenía la paciencia para esperar a que Uchiha se aburriera de que el otro jugara con sus blancas mejillas. A eso le tenía que agregar que aunque se veían lindas sonrosadas las mejillas del azabache, debió apretarlas bastante para dejarlas de aquel color. Aun así se sorprendió así mismo de actuar de semejante manera. ¡Debió alegrarse de que estuvieran conviviendo por su cuenta! Sin embargo, intentaba buscarle una explicación lógica.

“Seguramente es porqué hemos estado últimamente sólo nosotros dos. Debo haberme olvidado como compartir con varios amigos a la vez”. Pensó Naruto un poco más calmado.

El pequeño rubio corrió huyendo de Kiba al tiempo que veía de reojo como Gaara corría cerca de Sasuke. No parecían llevarse tan mal y hasta estaban aliándose para despistar al castaño. Eso era, ¿bueno? No debía dudar de su lugar en la vida de Uchiha, pero en cierto modo comenzaba a extrañar un poquito su exclusividad. Aun con eso se sintió orgulloso de que estuviera fuera jugando. Ver la sonrisa de Uchiha mientras corría bajo los rayos del sol durante el recreo le daban una sensación que se sentía muy bien en su pecho. Haría todo lo que estuviera a su alcance por seguir viendo esa bonita expresión más a menudo.

 

CONTINUARÁ…

 

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