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Le Viol por Tina Black

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Notas del capitulo:

En lo que sale el capítulo del manga en español, aquí les dejo la siguiente parte.

Las manos le temblaban ya que los nervios y la debilidad estaban comenzando a entorpecer sus sentidos. Se encontraba mojando un pañuelo que traía en la bolsa de su pantalón con agua y un poco de jabón, al tener lista la tela, la exprimió para quitarle el exceso de agua y comenzó a limpiar el mango de la katana con suma atención y cuidado como si se tratase de una copa -De... Debo... Dejarla limpia... -Acabó de quitarle parte del vomito. Dejó el sable recargado en la pared para poder lavar el pañuelo que por cierto era la primera vez que lo utilizaba para algo, terminó de lavarlo y después volvió a echarle un poco de jabón y agua para continuar limpiando ahora la funda del sable -Soy un estúpido... -Se decía mientras terminaba de quitarle el resto de la suciedad a la espada -El había terminado de limpiar sus armas y yo lo eché a perder... Soy un tonto... Un inútil... -Su monólogo fue interrumpido al escuchar unos pequeños golpes en el marco de la puerta del baño.

-¿Puedo pasar? -Dijo el espadachín al hacer acto de presencia.

Sanji se asustó y  por poco tira la espada al suelo, pero sus reflejos aun respondían y abrazó con todas sus fuerzas el arma -Pe... -Miró con gran pavor a su nakama y retrocedió sin dejar de mirar con esa expresión que reflejaba a la de un pequeño siendo descubierto por un terrible error que acababa de cometer a su compañero. Sin darse cuenta, ya estaba en una esquina sin salida alguna -No... No fue... Yo... -Agachó la cara con los ojos muy cerrados esperando por su castigo.

Y...

Una cálida mano se posó en su frente haciendo que levantase la mirada con inseguridad y temor. Los dedos de aquella mano peinaron con calma los mechones que no tapaban el ojo del rubio.  Pronto comenzó a ver mejor las cosas al presenciar que su nakama no estaba molesto como lo imaginó hace unos minutos por el desastre que había provocado contra una de sus más valiosas posesiones.

-No tienes fiebre... -Dijo el dueño del sable al posar ahora su mano sobre la mejilla descubierta del cocinero. Este humilde gesto hizo que Sanji se  sintiera por un momento querido, pero recordó que esto solo era un simple contacto que no significaba un detalle de amor -Pero aun estás muy frio... -Dijo sin quitar su mano sobre la mejilla de Sanji. El por otra parte, se sentía un tonto al pensar que Zoro sentía algo por él, ni siquiera sabía si por lo menos lo apreciaba como nakama, pero no podía negar que el calor de esa tosca mano le hacía sentir un sosiego y le llenaba de paz y seguridad, algo que lo hizo perderse por un instante mas hasta que escuchó esa seductora y grave voz decir -Ven... Acompáñame... -Posó su mano ahora en la espalda de Sanji para encaminarlo a la salida.

El cocinero no pudo evitar ocultar ese pequeño rubor asomándose en sus rostro lleno de felicidad. Algo que por suerte Zoro no se dio cuenta. Llegaron al jardín en donde se encontraban las otras dos espadas en el pasto junto con una cajita en donde contenía un juego para limpiar el acero de las katanas -Siéntate... -Dijo el guerrero sentándose  sobre el pasto y desenfundó una de las espadas. Sanji se sentó a lado a unos treinta centímetros de distancia de su nakama. Vio a su alrededor y se percató de que ya no estaba el rastro de vomito -¿Qué pasa?

-... -Se puso cabizbajo por la vergüenza y las molestias que le provocó a su nakama -Soy un estúpido... -Dijo en un susurro sintiéndose mal por lo que acababa de hacer.

-Eso ya no importa... -Respondió el espadachín sacando los utensilios para limpiar el filo del sable -Quiero que tomes ese trapo... -Dijo mirando por un momento a su nakama - Quítale la funda... -Dijo señalando al sable que tenía Sanji en sus manos. Obedeció y al quitarle la funda, contempló el sonido que salía del filo del arma.

-...

-Con este trapo... -Dijo tomando otro y posicionándolo sobre el mune -Con un poco de fuerza y cuidado, vas a limpiar la hoja. Esto será para quitarle el aceite. -Sanji obedeció y limpió con cuidado el metal justo como lo estaba haciendo Zoro. Después, vio como el espadachín tomó la pequeña bolita de polvo (uchiko) y comenzó a darle unos pequeños y suaves golpes a la hoja de la espada -Esta es mi parte favorita... -Comentó con sencillez.

Sanji tomó el otro uchiko y comenzó a dar esos golpecitos sobre el metal -...

-Descuida, esto no lleva prisa... Ten cuidado, les acabo de sacar filo... -Dijo sin quitar sus ojos de su labor -Esto es con paciencia... -Volvió a comentar con una suave y serena voz logrando que Sanji comenzara a tranquilizarse.

-Si... Es muy relajante... -Comentó con un suspiro de calma mientras le colocaba el talco a la espada -¿Es en los dos lados, verdad? -Preguntó comenzando por fin a relajarse.

-Si... -Respondió neutro apenas acabando con el primer lado del sable.

-Bien... -Dijo concentrándose en su labor.

-Esto siempre me ayuda a relajarme cuando estoy tenso o preocupado... -Dijo con tranquilidad.

-De hecho lo es. -Respondió ya calmado Sanji.

-... -Dejó por un momento su actividad dejando la espada a un lado en el pasto, al ver esto, Sanji dejó también de hacer lo que estaba terminando dejando igual el arma a un lado para recibir la lluvia de interrogatorios que estaba seguro de que serían incómodos -¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo del estómago...? -Preguntó serio sin voltear a ver  a un atónito Sanji.

-¡¿...?! –Se sorprendió ante las palabras de su nakama. No esperaba esa.

-Tal vez no soy doctor... Pero sé que un simple dolor de estómago no dura más de un día... Y eso que tienes, tal vez sea una infección... ¿Por qué no dijiste nada acerca de ello tan siquiera?

-... –Tragó saliva -No le vi... Importancia... -Mintió –No debí hacer esa tontería... No quise echar a perder tu trabajo... Sobre todo... –Dijo mirando el  sable. Zoro lo miró con una ceja arqueada.

-Sé que de esas tres espadas, esta es tu favorita... –Tomó la espada mirando su reflejo en la hoja -... –Se mostraba muy arrepentido. El espadachín tampoco esperaba esa respuesta de Sanji, se había dado cuenta que el cocinero si prestaba atención a los pequeños, pero importantes detalles.

-Sa... –El casi mencionado se fijó en su compañero mostrando esa misma carita de arrepentimiento –Ah... –Se perdió al ver esa dulce mirada, y al ver el sable volvió en sí y carraspeó para intentar corregir lo que iba a decir -¿Cómo sabes que es mi favorita? –Dijo simulando autoridad.

-Siempre que haces esto, esta es a la que más le das atención... Y cuando lo haces, sonríes, aunque en esa sonrisa... Se puede notar que también estas triste... La ves con mucho sentimentalismo... –Dijo al recordar esas ocasiones que miraba a lo lejos ya sea al filo de la media noche, en el día o en la tarde a un apuesto y aguerrido marimo dándole ese cuidado a sus espadas, pero lo mejor era ver ese semblante que lo hacía perderse con solo contemplar esa expresión que le parecía muy linda.

-Tú... –No tenía palabras, no sabía si sentirse acosado o halagado por ese pequeño comentario que hizo el cocinero. Solo lo miraba con asombro.

-Casi no nos hablas del como conseguiste esa espada... Las otras dos las has encontrado durante nuestro viaje, pero esta... –Volteó a ver a Zoro –Bueno, si tu quieres contármelo, si no, no hay problema... –Dijo esto para no molestar mas a su nakama.

-No cambies el tema, cejitas... –Dijo fingiendo disgusto. En seguida agarró la espada que estaba limpiando para terminar -¿Ya te sientes mejor?

-Creo que si...

-Bien... Ve a descansar o si tienes algo que hacer hazlo. –Dijo colocando un papel humectado con un poco de aceite.

-Está bien... –Pensó que era la forma de decirle que lo dejara de molestar. Se levantó de su lugar dejando la espada ya impecable –Zoro...

-¿Qué? –Contestó sin dejar de hacer su labor.

-Perdóname... –Dijo con dolor.

-Descuida... Solo era saliva... Pero debes comer algo ya...

-No es por eso... –Escuchó esa respuesta con un gran pesar.

-¿De qué...? –Pero al girar su vista, Sanji ya le había dado la espalda y se fue en dirección al bar.

-En verdad es muy raro... –Dijo entre susurros –No pensé que fuera tan atento... –Dijo al comenzar a guardar las cosas –Aunque... Ahora que lo pienso... Si, es cierto que no hablamos mucho de nosotros, pero al menos sabemos un poco del uno al otro... Pero el... Está ocultando algo, solo sabemos que vivía en ese restaurante y ya. Nakama o no, lo estaré vigilando y... –Mostró una pícara sonrisa –Ahora que yo mando, lo podré molestar a mi antojo... Yo creo que no hará daño irlo a molestar un rato, eso si no se pone de digna. O... –Recordó el estado en el que se encontraba –Esperaré a ver si se siente ya mejor del estómago... –Miró el sable –Creo que no estaría de mas limpiarla de nuevo...

 

[...]

Habiendo pasado hace más de la mitad del día, Sanji se quedó en el acuario observando a los peces. Estaba muy desanimado como para hacer alguna cosa, no tenía ni las energías para salir a caminar –Un dolor de estómago... –Dijo indiferente –Ojalá eso fuera... No tengo el valor para decirle lo que pasó en realidad...

<<-¿Sabes lo que pasará si le dices...?>>

En eso, sobre abrió su ojo al escuchar esa voz, sintió de nuevo ese escalofrío recorrer su espalda. En seguida se abrazó así mismo e hizo como si no hubiera escuchado nada. Miró su reflejo en el cristal de la gran pecera; en sus adentros temía lo peor. En eso sintió algo recorrer sobre su pie el cual estaba tocando el piso, en un movimiento rápido lo subió al sillón. No quería mirar a su alrededor, solo quería enfocarse en seguir observando los peces.

<<-Sólo lo estás haciendo más difícil...>>

De nuevo habló –Si le digo... Puede que... –Fue interrumpido al sentir de nuevo eso que había tocado su pie esta vez sintiéndolo en su cintura. Se cohibió y cerró con fuerza sus ojos –Ya basta... –Dijo en un hilo.

<<-Deberías pensarlo mejor...>>

Justo al escuchar esto, sintió unas enormes manos tocando su cintura y en seguida fue aprisionado ahora por unos enormes y toscos brazos -¡Auxi..! –En eso una mano lo calló sosteniendo con brusquedad su cara.

<<-Ssssshhh...>>

Hizo ese molesto sonido en el oído del muchacho haciendo que este se estremeciera. Cuando sintió esa penetrante mirada posando sobre su hombro y en seguida sintió algo húmedo recorrer sobre su cuello. Intentó moverse, pero una sombra lo estaba absorbiendo desde las piernas y el resto de su cuerpo se sentía rígido y torpe <<-Será mejor que sigas callado... Sabes muy bien que te conviene, mi pequeño zorrito... >> -Habló de nuevo el intruso. Vio que al muchacho le comenzaba a faltar aire, así que decidió quitar su mano para dejarlo por fin respirar. Sanji tragó una buena bocanada de aire y después lo expulsó para poder recuperarse –Mi lindo zorrito... –Dijo estampándole un beso sobre la mejilla del joven.

-¿Cómo es que llegaste aquí...? –Dijo con debilidad.

<<-No puedo vivir sin ti...>> -Comenzó a atacarlo con otros asquerosos besos sobre su cara y cuello <<-Me haces mucha falta... Quiero que seas mio... no voy a dejarte ir esta vez...>>

-Detente... ¡Zo...! ¡Agh! –Fue mordido en el cuello.

<<-Sabes muy bien lo que podría pasar si le dices...>>

-El... El me...

<<-No querrás arriesgarte...>> -En eso, una de sus manos empezó a recorrer el pecho de su víctima -<<-Se un buen niño y deja que te consienta...>>

-No... Ya basta... Tu no tienes derecho a hacerme esto... –Decía intentando no desplomarse en el llanto.

<<-Por supuesto que si...>> -Respondió con descaro y autoridad <<-Tu eres mío... Sólo mío... –De pronto, Sanji sintió algo que estaba aprisionándolo sobre su cuello. Se trataba de... <<-¿Ves esto...?>> -Decía al tirar de el <<-Este collar dice que yo soy tu dueño, muchachito... Tanto ese collar como estas cadenas expresan la autoridad que puedo ejercer sobre ti... Y no se romperán... ¡Kajajajajajajaja...!>> -Comenzó a absorber a Sanji gracias al poder de su fruta. Poco a poco la sombra iba invadiendo el cuerpo del muchacho.

-No, por favor... ¡No! ¡Auxilio...! ¡¡¡¡AUXILIO!!!! –Gritó logrando salir de la pesadilla que lo estaba atormentando. Reaccionó por fin, y miró a su alrededor con ese pálido semblante, estaba muy agitado así que se levantó y se sentó en el sillón en el cual estaba recostado  –Solo fue una pesadilla... –Posó su mano sobre su frente –Debo calmarme, si sigo así me volveré loco... Tengo que olvidarlo todo... El ya no me molestará... –Dijo con un gesto de odio. En eso, escuchó unos pasos venir hasta la puerta del bar, vio al espadachín abrir la puerta.

-¡¿Qué sucede?! –Dijo un tanto alterado –Escuché un grito... –Dijo al ver la habitación.

-No, no pasa nada, es solo que...

-¿Qué?

-Me quedé dormido y tuve un mal sueño, eso es todo.

-¿Tan malo fue?

-Bueno, no lo recuerdo muy bien...

-¿Acabas de despertar y ya no te acuerdas de lo que soñaste? Tonto... –Dijo con sarna.

-¡Oye, a cualquiera le pasa! Te apuesto a que tu tampoco recuerdas nada de lo que soñaste, ni siquiera lo que hiciste ayer...! –Contestó molesto el cocinero.

-Tal vez, pero no me pongo  gritar haciendo que se escuche desde el timón.

-Sabes que, mejor iré a fuera a despejarme un poco... ¿Qué hora es?

-Ya pasan de las cinco... Estuviste todo el día sin aparecerte. –Respondió siguiendo al cocinero quien iba de salida de la habitación.

-Bien... Creo que mejor iré a preparar algo de comer...

-Si te soy sincero no tengo mucha hambre...

-Aun así haré algo de comer...

-Haz algo para ti... Yo estoy lleno.

-Pero si solo comiste el omelet que te preparé...

-Corrección, me comí los dos platos... –Sanji se sorprendió al escuchar la respuesta del marimo.

-Pe... Pero...

-Si tu preocupación era si ensuciaste el plato, no, no lo hiciste. Por eso me lo comí. Siempre dices que es un desperdicio dejar la comida...

-...

-Y tu... –Se acercó para hundirle su dedo en la cara de cocinero, para ser exactos sobre su ceja –Deberías prepararte algo... Tal vez una sopa o comer algo de fruta...

-Supongo que tienes razón... –Dijo resignado –Ahora... ¡Quita tu gordo y grasoso dedo de mi cara! –Respondió apartando el dedo de su nakama de un manotazo.

-Por cierto... ¿Cómo te sientes?

Acaso... ¿Escuchó bien? Si, Zoro había preguntado por su salud, algo que por una parte Sanji no se sentía del todo feliz ya que no era un dolor estomacal, pero en sus adentros se alegró de ver que su nakama se preocupaba por el –Ya... No me siento mal... –De nuevo mintió dejándose llevar por las conclusiones del marimo –No te preocupes, ya estoy...

-No estoy preocupado... Solo pregunté por curiosidad –Dijo con simpleza logrando quebrar una pequeña parte del corazón de su nakama.

-Claro... –Dijo pensando en cual tonto fue al creer que por un instante su camarada en verdad estaba preocupado por el. Era lo mas estúpido que se le ocurrió imaginarse. Estaba consciente de que Zoro jamás se fijaría en un hombre y mucho menos en su rival al cual consideraba un pedante, debilucho, quejumbroso y afeminado; todo esto lo hizo regresar en si con sus ilusiones rotas las cuales probablemente revivirían con otro momento entre ellos –Bien... Haré algo para mi... Y para ti, creo que es una buena oportunidad para poner en marcha mi nueva receta.

-Ah... Que interesante –Dijo con indiferencia.

-Haré filete en salsa agridulce...

-Sabes que odio las cosas dulces.

-Y de postre comerás un gran pudin de chocolate... –Dijo fingiendo seriedad ya que era evidente que estaba bromeando –Tu favorito... –Dijo intentando no reír, por supuesto era obvio que Sanji le estaba vacilando para molestar un rato al marimo y así poder distraerse un poco, pero Zoro... Vamos era Zoro. Se lo tomó muy en serio y se enfureció mas al venir por parte de su rival, vio la oportunidad perfecta para igual molestarlo ¿y por qué no? “entrenar un rato” no le haría daño, desde ayer no habían tenido un duelo y esto lo aprovechaba para no perder la habilidad para los combates ya que Sanji estaba a su nivel, pero para Zoro el cocinero tenía por lo mucho tal vez uno o dos puntos menos de fuerza contra el.

-Veo que ya te sientes mejor... –Dijo con desafío.

-No es cierto, solo fue una broma... –Dijo al soltar una pequeña risa –Sabes que no sería capaz de darte algo que no te guste... ¿Zoro?

-¿Eso es todo?

-¿De qué?

-¿Sólo eso me dirás y ya? –Zoro estaba en verdad sorprendido por la conducta de su compañero, en otras situaciones ellos de inmediato se iban a los insultos y a las peleas de todos los días cuando se rozaban. Pero esta vez, todo fue diferente. Pensó que era algo que se le pasaría en algún momento, inclusive lo que le acababa de decir no eran las amenazas que siempre le decía y tampoco le rezongó o le dijo algún insulto. Era otro, como si alguien hubiera venido a reemplazar al muchacho que siempre lo molestaba con apodos relacionados con esa ceja –Será mejor que dejes de hacer eso...

-¿De qué hablas?

-¿Qué planeas hacer? –Dijo retador.

-No entiendo de que me estás hablando?

-Deja de jugar conmigo, Ero-Cook...

-No me llames así... –Dijo cambiando su expresión de confusión por una de incomodidad.

-Siempre te he llamado así y ahora te molesta...

-Siempre me ha molestado...

-Pero no de esa forma... –Dijo serio.

-Lamento haberte molestado con mi broma, reconozco que fue de mal gusto... –Dijo retirándose para la cocina, pero en eso fue retenido bruscamente de la muñeca.

-¡Ah, no!

-¡¡Suéltame!! –Grito muy alterado, como si por un momento desconociera a su nakama al deshacer el agarre. Se dio cuenta de su reacción y rápidamente se retracto diciendo –Ah, no quise hacer eso... Dis... Discúlpame... –Dijo posando con un poco de miedo su mano sobre el fornido brazo de su camarada en señal de perdón –Yo... –Agachó un poco su cabeza mostrándose apenado.

-Eres muy extraño... –Dijo con intención de volver a molestar a Sanji –Eres un completo ridículo. Ya me es molesto que a cada rato pidas perdón... ¿No sabes decir otra cosa?

-...

-Y además eres un llorón...

-El hecho de que hayas ganado esa apuesta, no quiere decir que me tengas que faltar al respeto...

-Solo digo la verdad... ¿Me vas a decir que fue lo que pasó? Él quien te haya derrotado debería agradecérselo sea lo que sea que te haya hecho... Hizo un buen trabajo contigo... Y por eso, me gustaría que me platicaras con detalle que fue lo que te pasó, a lo mejor si vuelves a comportarte como antes deba aplicarlo también... –En eso recibió una firme y dura patada en la cara logrando sacarlo de su conducta de niño engreído. Cayó de lado al suelo algo desorbitado. El impacto de su cuerpo contra el suelo fue estruendoso.

-¡¡NO VUELVAS A DECIR ESO!! ¡¡NO LO VUELVAS A DECIR!! –Gritó con gran cólera mostrando una cara que denotaba rencor, pero sobre todo culpa. Zoro levantó la mitad de su ser para mirar al cocinero quien aun no quitaba esa mirada. Una mirada que el espadachín nunca o por lo menos la estancia que llevaban hasta ahora viviendo juntos en el barco vio antes. Se palpó la cara y en seguida sintió un gran dolor en su mejilla, el moretón apenas estaba tornándose rojo y tomando forma. Se cercioró de que el cocinero no le hubiera roto la quijada o tirado los dientes. En verdad era bueno, apenas y por suerte pudo soportar el dichoso golpe. Zoro sacudió un poco su ropa ya que había quedado un poco sucia por el pasto. Sanji miró a su camarada en el suelo y con ello lo hizo reaccionar y volver en si -¡Zoro! ¡No quise...! De verdad no... –Se acercó a auxiliar a su nakama, pero Zoro le dio la señal de alto con su mano al aire –Yo... –Se sentó de rodillas al pasto con mucha vergüenza.

-Bien... No esperaba más de ti... –Dijo sacudiéndose el pasto de sus pantalones sin mirar a Sanji –Me das la oportunidad para comenzar... –Dejó de limpiarse y en seguida se levantó y desenfundó dos de sus espadas –Será mejor que te vayas preparando... No voy a tener piedad sobre ti... –Esas últimas palabras retumbaron en los oídos de Sanji haciendo que se quedara congelado por un segundo, logrando que se entristeciera.

-No, por favor... –Respondió inconscientemente en una súplica. Esto le cayó de raro al espadachín. Quedó extrañado al ver de esa forma al cocinero quien lo miraba con ahora con esa carita la cual le imploraba piedad. Sanji había vuelto a revivir el ataque. -¿Qué? ¿Ahora te vas a acobardar? No lo esperaba de ti...

-No me hagas daño, te lo pido... -Volvió a implorar al levantarse con inseguridad -De... De verdad no fue mi intensión...

-No me salgas con eso... Vamos a pelear... -Hizo el primer movimiento lanzando uno de sus ataques contra el cocinero quien apenas logró esquivarlo.

-¡Zoro, no! -Retrocedió casi cayendo al suelo.

-¡Ven acá! -Volvió a atacar lanzando  la fuerza de las hojas de sus espadas. Sanji las esquivó y corrió hacia las escaleras intentando no dejarse vencer por el miedo.

-¡Zoro, no sigas! ¡Dañarás el barco! –Justo en eso, sus pies entorpecieron y cayó sobre un escalón.

-Yo que tú me preocuparía en pelear por mi vida.

-No quiero pelear...

-¿Te das por vencido así como así? Que patético... Ya comienzo a imaginar cómo estuvo tu pelea contra esos sujetos...

-Ya detente...

-Hagamos esto... Si yo te gano, me dirás de una vez por todas lo que ocurrió...

-¡Te dije que no quiero pelear...! -Reclamó con mucho coraje -¡Por favor escúchame!

-Pero yo si quiero pelear...

-¡Zoro detente!

-Tú fuiste quien me atacó primero...

-¡De verdad no quise hacerlo! Yo... Sé que lo que te hice estuvo mal y no te lo merecías. Me hiciste enojar, pero... No era la forma de responder de esa forma...

-"Y en verdad lo lamento" -Dijo arremedando a su nakama -¿No te sabes otra cosa mas que decir? Te ves muy estúpido pidiendo disculpas a cada rato... -Dijo ya fastidiado acercándose hasta donde se encontraba un temeroso Sanji al que sus piernas no le respondieron para correr

-Zoro... Detente... No quiero pelear... No quiero... Perdó...

-Vuelve a molestar con eso... Ni siquiera lo dices de verdad... Con un lo siento crees que se solucionará pronto...

-No estoy siendo falso contigo... Yo... -Pero antes de poder decir mas, Zoro plantó una de las espadas sobre el escalón. El filo del arma estaba a unos milímetros de tocar la mejilla herida de Sanji. Una herida de la cual se podía ocultar gracias al fleco que cubría la mitad de su rostro.

-"Lamento haber hecho eso..." -Dijo esto con burla.

Te estoy diciendo la verdad... -Dijo con un tono lastimero mientras veía a su nakama a los ojos -Haré lo que quieras, pero por favor detén esto ya... No quiero pelear...

-Ya fue suficiente... -Preparó su otro sable para atacar.

Era de esperarse que Zoro no se iba calmar y Sanji en verdad no quería pelear. Estaba seguro de que esta actitud suya era muy cobarde y lo que le había hecho a Zoro estuvo muy mal, pero no quería resolver esto con mas discusiones de este tipo. Así que empujó al terco del espadachín  y se fue corriendo para ir a encerrarse en algún cuarto más cercano y no salir hasta que esto hubiese terminado.

-¡Estás muerto! -Se escuchó la voz de un Zoro que estaba muy enojado pisándole los talones al cocinero. Este por su parte estaba ya desesperado y las fuerzas se le estaban yendo por los nervios y el pánico que tenía.

Volteó a ver  a su nakama para intentar por una última vez dialogar con aquel mino tauro verde -Zoro ya basta... No quiero -Esquivaba los ataques de su contrincante.

-Vamos pelea, cocinero idiota...

-¡Escúchame!

-¡Déjate de comportar como un...! -Por fin atinó contra el cocinero quien ya no esquivó el ataque y apenas se cubrió con sus brazos.

Sanji chocó a sus espaldas contra un poste. Esto era el fin del camino, ya no tenía de otra ya que sus piernas no le respondían mas. Estaba temblando mientras tenía los ojos cerrados. Zoro se sorprendió al ver que ese ataque no lo esquivo y mucho menos lo retuvo con una patada. Nunca había pasado esto -¿Por qué no...? -Dijo atónito ya que si logró tocar a Sanji.

El cocinero abrió los ojos con mucho miedo y vio que no estaba herido, pero el ataque si logró espantarlo y sintió algo extraño. Su suéter y su playera tenían un gran corte, por suerte solo fue eso, pero Sanji en verdad estaba muy atemorizado y pensando en que hubiera pasado si el filo de la espada lo habría herido a muerte.

-Co... Cocinero... -No sabía que decir y menos al ver a un Sanji quien en cualquier momento iba a soltar a llorar tanto por el gran susto como al sentirse muy vulnerable y desnudo, ya que ese violento corte le hizo recordar la forma en cómo Kurohige lo había despojado de sus prendas con inmensa crueldad.

-¿Por qué eres malo conmigo? -Decía al intentar no llorar -Te dije que... Lo sentía mucho...

-Cocinero... Yo...

-Mi ropa... -Miró y tocó el corte -Mi ropa... -Las lágrimas amenazaron con salir de nuevo -Yo no quería...

-No era mi intención... -Ahora era el quien pedía disculpas. No podía creer en la actitud que ahora tenía su nakama; era la gran oportunidad para desquitarse contra el de una vez por todas, pero algo no se lo permitió. Sentía que no era justo –Cocinero... –Por primera vez estaba arrepentido con Sanji.

-Mi... Ropa... –Se cubrió para no dejar que el espadachín le viera las marcas. Zoro se intentó acercar a el para hablar, pero... Fue empujado por el cocinero quien se fue corriendo a la cocina. Zoro lo retuvo, pero Sanji lo evitó y volvió a empujarlo -¡¡Déjame en paz!! –Entró a la cocina y se encerró en la bodega con seguro.

-¡Oye! ¡Abre la puerta! –Gritó el espadachín dando algunos portazos. Esto solo hizo que Sanji se alterara.

-¡¡¡Vete!!!

-Pero...

-¡¡¡Dije que te vayas!!! –Escuchó una quebrada voz y después el llanto que el cocinero intentó controlar. Zoro ya no siguió y prefirió dejar solo a Sanji. El cocinero estaba en un rincón desahogándose en su dolor y sintiéndose de lo peor y ahora, después de esto era evidente que no se lo diría a Zoro y a nadie mas de la tripulación. Estaba devastado -Soy un idiota... –Se abrazó para ocultar su descubierto pecho y se quedó el resto de la tarde ahogándose en su dolor. 

Notas finales:

Nos vemos pronto ;)


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