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RDragón por MiRoApril

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En la época medieval, así era como se sentía. Estaba en un lugar que sin duda parecía sacada de película, parecido a un set para grabación, claro que no existían pantallas verdes, ni cámaras y mucho menos efectos provocados por maquinarias, todo era real, desde los castillos hasta la vegetación del lugar. El jardín era hermoso, una vez que bajaron de la oficina de la directora salieron por una puerta trasera, así la llamaría el pero no era más que otra de las grandes puertas del castillo que daba a un jardín de diversos tipos de flores, como lo llamo el “guía” El jardín de la directora. ¿Por qué de ella? Bien, fue una de las tantas preguntas que le hicieron al tipo y de las que el guardo silencio por estar perdido en las rosas. Cualquiera se quedaría viendo un jardín como ese, todo florido, lleno de color, pero existía un lugar que era oscuro aun cuando le daba el sol, eran rosas negras.

 

Existía una extraña fascinación por el negro en ese lugar, podría sentirlo. Carta negra, rosas negras, la ropa del tipo guía era negra, no era experto en innovación pero si querían llamar la atención manteniendo una especie de ambiente misterioso en el lugar debido a su infraestructura debían empezar por dejar los estereotipos, quería decir que el negro no siempre sería señal de misterio, existían otros colores. A la mujer le gustaba plantar ese tipo de flores en su jardín, flores que sin duda no conocía ni siquiera los nombres, no entraría en comentario como “Son extrañas” porque en realidad no sabía de plantas, probablemente eran las mismas que plantaban en los parques de la ciudad pero el no lo notaba.

 

En medio del jardín se encontraba una pileta con una gran estatua, un ángel, grandes alas y muy diferentes a las que la religión mostraba, nada parecido a esculturas renacentistas, la imagen que daba Miguel Ángel era diferente a la que estaba viendo, muy diferente, comenzando porque la mujer de la estatua, porque se trataba de una mujer, no tenía túnica ni telas y mucho menos se encontraba desnuda, tampoco era que estuviera con una especie de armadura actual o algo parecido, aunque la figura estaba bien definida en cuanto a las curvas del cuerpo, la “ropa”, porque era ropa que traía la mujer era una especie de vestido moderno, corto. Sus alas tan grandes que tocaban el soporte de la base, era una escultura mucho más atrayente por el realismo de esta, incluso en los detalles de las alas, el plumaje. Debió costar una fortuna, sin contar que no existía el nombre del artista ni mucho menos el de la obra de arte.

 

—Así que ellos son los nuevos.

 

Una voz se escuchó tras la pileta cerca de unos arbustos. El silencio era tan grande, tan natural que sin problema alguno todos escucharon la fina voz de la mujer. 

 

—Señorita.

 

El guía se inclinó en saludo mientras la mujer se acercaba.

 

—Los recién llegados.

 

—¡Woah! Los becados son interesantes este año. — Pronunció la mujer.

 

—Todos. Ella es Hara, maestra de la academia.

 

¿Maestra? La mujer estaba cerca de tener su edad, bastante joven, probablemente unos cuantos años más, pero esta no podía superar los veinticinco años. Sus ojos se abrieron a la par de los demás, el por sorprendido otros claramente porque la mujer tenía un atractivo que muchos desearían llevarla a la cama, ¿Para que mentiría? Era cierto, la tipa estaba buenísima, más de solo pensar la posible edad que ocultaba ese joven cuerpo le quitaba la excitación.

 

—Es un gusto, espero disfruten su año escolar y descuiden, no será tan malo.

 

La mujer emanaba simpatía, su voz suave, la sonrisa en sus labios, esa amabilidad al hablar y reír, si esa era una de sus maestras no tenía por qué temer, pero donde existían maestros buenos también debía existir uno malo, así como no faltaba el brabucón de la clase o el nerd, era una especie de equilibrio en cada instituto, no ocurría por decisión de la dirección, era cosa de suerte.

 

—Desde aquí me haré cargo yo. —Pronunció la mujer al guía quien sin rezongó volvió a inclinarse.

 

—Con su permiso.

 

El hombre no tardo en alejarse, se retiró por el mismo camino en el que ellos llegaron. La tranquilidad había llegado gracias a la presencia de la mujer, sin duda era mejor una bienvenida como esa antes que el tipo de pocas expresiones y sombrío, sin contar la formalidad extraña que tenía, pero supuso que ya debía dejar de sorprenderle tanto misterio de la academia.

 

<<Podrían dedicarse a festividades de noche de brujas>> Pensó.

 

—¡Muy bien! Para empezar, bienvenidos a la academia. Como ya notaron nos gusta la imagen antigua, la estructura, los castillos. Black Rose fue construido en un antiguo castillo, las remodelaciones se hicieron con el tiempo. Pero eso luego lo aprenderán. —Hara llevo sus manos a su falda sacudiendo está un poco, entrelazo sus dedos en su regazó y examino a todos los presentes. — A mi derecha pueden notar un castillo y a mi izquierda otro. Estos castillos son como hermanos, el castillo del sol se encuentra a mi derecha, ahí están todas sus pertenencias en cada una de sus habitaciones. Veo que ya tienen asignada su habitación, ¿No? Minah hizo su trabajo.

 

La mayoría llevo su mirada hasta las llaves que tenían en sus manos, pese a tener todo una armonía medieval las llaves eran bastante modernas, la diferencia se encontraba en el llavero, un sol más el numero asignado de habitación, en su caso dieciocho.

 

—Antes de guiarlos hasta el Castillo del Sol les recordaré las reglas. —Realizo una pausa. — El toque de queda es a las diez de la noche. Las rejas del castillo se cerraran a esa hora, si quedan afueran deberán ir con el inspector para aceptar su ingreso y claro recibir la correspondiente sanción. También recordarles que estamos en medio de un bosque, como ven tienen la libertad de pasear por muchos sectores, pero no pueden ingresar las profundidades del bosque. Como no somos animales, no los encerraremos en una jaula, no hay rejillas que nos separen de la naturaleza, pero están advertidos, si se pierden en el interior del bosque… Es su problema.

 

Si bien su rostro no mostraba mucha expresión, en su interior sentía cierto temor, ¿Cómo era posible tan poca seguridad? El bosque era conocido por tener todo tipo de animales, agregando más de una historia de cuentos de terror que podría decir algunos no eran para creerlo todo, estaba bastante asustado de que otros fueran reales. ¿Podrían existir lobos ahí? Ahora que lo pensaba, ¿Dónde estaba cuando hablaron de eso en clase?

—Disculpe…—Pronunció una de sus compañeras, tímida. —¿No existen muchos peligros con la cercanía del bosque? ¿No ingresan animales salvajes?

 

—Tranquila. —Hara sonrió de tal forma que calmo las dudas. — Mientras obedezcan las reglas no corren peligro, por algo están, ¿No? Para protegerlos.

 

En una señal la mujer alzo su brazo y los invito a continuar el camino. Cuando tuvo la visibilidad vio sus pies, sus tacos eran bastante pronunciados, eran unos zapatos abiertos, lograba ver el color de esmalte de sus uñas acorde al tono que traía como falda, al igual que el tono de las uñas de sus manos y aun así la mujer caminaba sin problema por el suelo rocoso de los jardines.

 

—Hara… Digo, maestra.

 

—¿Si?

 

Todos se detuvieron.

 

—¿Y el otro castillo?

 

Era cierto, todos se perdieron en las palabras de la mujer cuando hablo del bosque que olvidaron por completo el otro castillo, ¿No explicaría nada sobre él? ¿Qué importancia tenía? En su vida se había considerado un curioso pero por cómo se daba la situación tenía muchas preguntas que hacer, más de su boca no salía ni una sola pregunta puesto que podría incomodar aún más el ambiente, era suficiente el misterio que estaba sintiendo.

 

—¿El castillo de la luna?

 

—¿Castillo de la luna? —Esta vez dejo salir su voz en un susurro repitiendo las palabras.

 

Era lógico, eran castillos hermanos, uno era del sol y otro debía ser la luna.

 

—Es igual que el castillo del sol, cambia su nombre y sus estudiantes. Eso me recuerda. — La mujer llevo su índice hasta su barbilla pensativa. — Tienen prohibido acercarse a él. Así como los estudiantes de la luna no pueden acercarse al sol.

 

Tal y como la ciencia astrológica.

 

—¿Por qué? ¿Qué diferencia hay?

 

—Son estudiantes nocturnos. Ustedes estudian de día, ellos de noche.

 

—¿Existen clases nocturnas? ¡Woah! —La mayoría estaba fascinada con la idea.

 

¿A quien no le gustaría poder dormir hasta tarde e ir a clases por las noches?

 

Con un “Prosigamos” Fue la mujer se adelantó en la caminata, mientras el no podía quitar la mirada del otro castillo con la forma de una luna en el techo de este. <<Estudiantes nocturnos…>> Pensó. Una vez más recordaba el hecho de no sorprenderse con los misterios de la academia, no serían los últimos que vería.

 

El castillo del sol era tan grande como la academia, quizás no existían diferencias de tamaño, al igual que las distancias entre el suelo y el techo parecía ser la misma. Las rejas se encontraban abiertas, el símbolo que formaban al unirse seguramente era un sol, podía ver la mitad de cada uno en las diferentes rejillas al ingresar. Pero el símbolo no parecía dejar de hacer presencia, ya que igualmente se encontraba en el techo como en el otro castillo.

 

Las enormes puertas fueron abiertas por la mujer, un empujón donde no realizo mucho esfuerzo, aunque si veía la madera el mismo no consideraría abrir algo como eso, podría recargarse contra la puerta y esta no se movería ni un solo centímetro, más la mujer abrió una segunda para tener mayor acceso para la cantidad de estudiantes, de lo contrario parecía ser que una se mantenía abierta durante el día. 

 

—Este es el salón común. Como pueden ver, es amplio, sofás, sillas y más allá pueden encontrar un comedor, no tan grande como nuestro gran comedor de Black Rose, pero les servirá a aquellos que disfruten de comer por las noches, también hay una cocina que pueden utilizar a su gusto. Ahora…— Cambio a una expresión seria. — Las habitaciones se encuentran divididas en torres. La torre del este es para mujeres, la torre oeste para los hombres. Hay una sola puerta de ingreso, dentro de la torre existe otra sala común y todas sus habitaciones. Cuatro pisos por torre, así que notaran que existen escaleras para llegar a las habitaciones más altas.

 

Un castillo, dos sexos, ¿No consideraban que eso era un peligro? Sin contar que a esa edad las hormonas jugaban en su cuerpo.

 

—Pregunta común…—Dijo Hara interrumpiendo gran parte de sus pensamientos. — Existen vigilantes, así que no se pasen de listos. Sabemos que para muchos y muchas esta es una oportunidad perfecta para la diversión, por no utilizar otro tipo de lenguaje, pero les recuerdo que está prohibido ese tipo de actividad en el castillo. ¿Entendido?

 

<<Seguramente ni lo notan.>> Pensó.

 

—Nada se nos pasa por alto. —Agrego Hara.

 

 

Tomo las palabras de la mujer como una simple coincidencia, era obvio que muchos más lo pensarían, estaban en un castillo con una gran cantidad de hombres y mujeres, era prácticamente imposible que no existiera sexo en ese lugar, no se quejaba en realidad, si existían o no parejas, le daba igual, puesto que sería uno de tantos en rompes las reglas, quizás no, todo dependía de sus salidas con sus amigos y la cacería del mes, era un hombre, no viviría masturbándose, pero si necesitaba hacerlo, recurriría al antiguo método.

 

 

La despedida fue en general. Los brazos de la mujer se abrieron invitándolos a proseguir con su camino, entonces, el grupo se dividió en dos, las mujeres por un lado y los hombres por el otro. La masa de personas, no más de veinte, se distribuyó de forma equitativa frente a los ojos de la mujer, el por su parte siguió a la masa de su sexo directamente a la puerta de su torre, no era como si de la entrada principal tuvieran más en donde moverse, claro que más allá de la sala de estar debía encontrarse todo lo que Hara menciono.

 

No se alarmo por no ser el primero en ingresar, de hecho se hizo a un lado para ser el último en serlo, no quería que le molestaban por no moverse si se quedaba en un sitio como idiota a admirar la estructura, es que la academia no dejaba de sorprenderle, aunque no era el único sentía que era quien más lo disfrutaba. Estaba en un cuento infantil, sus amigos no lo creerían. Una vez dentro se sorprendió una vez más fingiendo estar preparado, mentalmente ya no debía sorprenderse por nada, era su mirada la que disfrutaba del lugar. Otra sala común, así recordaba que les llamaban a las habitaciones en los libros de Harry Potter, gracioso era que sentía que estaba en más de un libro de magia, y no precisamente de brujos.

 

No sabía la cantidad de estudiantes que debían existir en el lugar, las clases comenzaban oficialmente dentro de unos días, por ende los demás seguro aun no llegaban dando la ventaja a los nuevos para acomodarse, lo siguiente que llamo demasiado su atención fue el hecho de no tener asignado un compañero de cuarto, si bien el castillo era enorme no creía que fuera posible que por cada nivel, que tampoco sabía la cantidad de alumnos por nivel, existiera un cuarto privado.

 

Exageraba al decir que estaba cansado, entre las emociones y sus tantos pensamientos de la mañana, ¿Cómo no estarlo? Sin agregar que aún no encontraba el sentido de muchas cosas y aun tras acostarse en su cama a descansar estaría pensando en todo lo que sería ese último año en una nueva academia.

 

Subió las escaleras con tranquilidad, supuso que en el segundo piso se encontraría su habitación, el número no era tan alto para continuar subiendo por ende apenas llego al siguiente piso comenzó su camino por unos largos pasillos, este se dividía en unos cuatros, más allá el pasillo continuaba a su izquierda, seguro existían más habitaciones de ese lugar, pero solo tres de ellos tenían su nueva habitación asignaba en ese piso. El segundo pasillo de la división era su correspondiente.

 

Al abrir confirmo sus palabras, su habitación era personal y pesé a la imaginación que tenía con respecto al tamaño, era bastante amplia y cómoda, no se quejaba, podría acostumbrarse. En cuanto al diseño, como todo lo que había visto, su habitación no podía ser la excepción, esta igual tenía el ambiente medieval sobretodo la cama. Cuando cerró la puerta lo primero que busco con la mirada fueron sus valijas, y si, ahí estaban cerca de un escritorio. ¿Cómo llegaron ahí? No se pondría a pensarlo, se distrajo con los números existentes en su escritorio, era una nota con todo lo que necesitaba saber y esa nota era exactamente igual que la carta negra enviada.

 

Papel negro pero a diferencia de la carta esta tenía letras doradas. Un cambio no haría mal. Clave de wifi, horario de desayuno, almuerzo y cena en la cafetería de Black Rose y la indicación de… ¿Su uniforme?

 

 

Por más que se viera al espejo no lograba encontrar el estilo de estudiante en ese uniforme. Verlo colgado en el armario le recordó el estilo misterioso de la academia, era oscuro, solo la camisa se salvaba y la corbata que era igual de negra con detalles en dorado al igual que el saco. Para su sorpresa los pantalones tenían un estilo moderno, ajustados completamente, los zapatos eran elegantes y al terminar de probarlo completo ya sentía que podía salir a lucir como se veía. Paso  su mano por su cabellos y realizo gestos al espejo, le agradaba el uniforme, si ese era el de los hombres… ¿Cómo sería el de mujeres? ¿Faldas cortas y ajustadas? Un simple pensamiento ya le tentaba el romper las reglas y aparecerse en alguna ventana. ¿Era posible?

 

La vibración de su móvil le quito la atención del espejo, no esperaba recibir una llamada a esas horas, de hecho era el quien interrumpiría la mañana de Taeyang para contar todo lo que estaba viendo y claro, presumir de su nueva academia, en cierta parte, omitiría comentarios como el hecho de que se sentía una parte tenebrosa en el lugar, ya imaginaba que por las noches en los pasillos escucharía voces, gritos y vería fantasmas.

 

Mierda.

 

—¿Cómo va todo? ¿Eh? —Dijo su amigo sin siquiera esperar a su respuesta.

 

—No vas a creer donde estoy metido Tae.

 

—Ehh… Eso suena  bien. ¿Muchos lujos? Ya dilo

 

—Es un castillo, antiguo. Me siento en la edad media y es… Woh enorme.

 

Termino tirado en la cama tras su expresión de sorpresa, una de tantas que tuvo durante todo el camino a su habitación.

 

—Voy a perderme el primer día, te lo aseguro. —Agregó.

 

Las carcajadas contra el móvil no demoraron en llegar, unas tan contagiosas que evitar reír fue un intento en vano.

 

—Entonces, ¿Qué? ¿Vuelves la próxima semana?

 

—Aun no lo sé. — Suspiro. — No sé qué tal será el primer día, no conozco a los maestros. Por cierto, una de ellas te encantaría. Y.. No tienes idea de lo que traigo puesto, tienen un uniforme que te hace dudar si estas en un instituto o vas de fiesta. —Soltó una carcajada. — Quiero ver el uniforme femenino. — Dijo sin más mirando el techo. — Deberías venir aquí…

 

—Ya suena a que me extrañas. Toma fotos ¿Eh? Envíalas. Y eh… Nadie puede entrar a ese instituto sin beca.

 

—¿Eh?

 

—Ri me dejo con las ganas de saber cómo era, ya sabes, todo el misterio que le dio y bueno, buscábamos la posibilidad de ir al menos a visitarte, pero nadie sabe dónde queda exactamente.

 

—Es fácil llegar, está saliendo de la ciudad.

 

—Eso es lo que todos dicen, pero nadie lo ha encontrado además de los estudiantes.

 

—Hey.. —Interrumpió.

 

—¿Qué?

 

—¿Qué sale de la directora?

 

 

 

—Adelante.

 

La voz sonó suave en comparación a la que acostumbraban tener las viejas arrugadas. La imagen que venía a su cabeza cuando escuchaba precisamente las palabras director o directora era nada más que un anciano, en este caso anciana, ya que llegar a un puesto como ese no se lo daban a cualquiera, el profesional debía tener experiencia en el área, por ende ya tenia mentalizada la imagen de la vieja que tendría que soportar. Lo siguiente era… ¿Por qué visitar a la directora el primer día? ¿No hacían una especie de reunión con los nuevos alumnos o algo parecido antes de iniciar las clases?

 

—Acomódense uno al lado del otro de tal manera que pueda verles a todos las caras.

Otra vez la formalidad, en ese lugar sin duda no se cansaban de llevar todo al teatro. ¿Qué conseguían con eso?

 

Elevo su mirada tras acomodarse hombro a hombro con sus compañeros, no le importo quien estuviera a su lado, si una mujer o un hombre, con lo que deseaba ir a su habitación y recostarse quería que todo terminará pronto. La mujer, la anciana que debía estar frente a ese escritorio,  a un gran escritorio de madera sin contar que la oficina era enorme, parecía una sala, tenía incluso unos sofás en el lugar y unos libros cual biblioteca. Más allá de unas cortinas que adornaban un arco se encontraba el escritorio del otro lado con un gran ventanal a lo que supuso debía ser un balcón. ¿Dónde estaba? La mujer… La mujer era… ¡Demasiado joven! Esta no pasaba los treinta años y creía que era demasiado decir que tenía treinta años, de seguro unos veintisiete, quizás menos, mucho menos.

 

—Bienvenidos a la academia. Soy su directora, Shin Min Ah. —La mujer tomo una pausa para estudiarlos a todos. — Están aquí porque muestran las habilidades que Black Rose necesita. Siéntanse cómodos, no somos diferentes a ningún instituto, no tienen por qué alarmarse. Les asignare a cada uno su correspondiente habitación.

 

Min Ah era… Hermosa. Una belleza echa mujer.

 

—En esta academia existen varias reglas. Una de ellas es que no se acerquen al bosque, el jardín es libre para cualquiera, es grande por lo que no se sentirán enjaulados. Cuiden de nuestras flores, no las arranquen, tómenlo tan simple como si tuviera contada cada una de ellas, si falta una, lo sabré. —Min Ah con la frente bien en alto, su rostro inexpresivo, pero aun así irradiaba belleza. —La regla más importante. El cuarto piso de este edificio está prohibido para todo estudiante. Dejen la curiosidad a un lado, no se dejen llevar por rumores. Ahora. —Volvió a pausar. — Al decir su nombre se acercan…

 

 

 

 

—No hay nada de ella. — Hablo Taeyang luego de escuchar por el mismo aparato el teclear de su amigo que seguramente era en la computadora. — Solo hay una fotografía de su hija Min Ah con el ministro de educación y la aprobación de la academia de hace… Eh..

 

—Tae…—Interrumpió.

 

—¿Hm?

 

—Ella es la directora. 


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