Era un tremendo cabezota por pensar tanto las cosas que le causan malestar, irritación y un golpe bajo a su dignidad como persona y duelista, más que obvio hablamos de Joseph Wheller quien ya no logra maquinar si ha quedado loco o sólo es la emoción de la primavera.
El pobre chico se atreve a pensar en una persona de mirada profunda, con el carácter más pedante de todos cuando se trata de socializar “amigablemente”, multimillonario y dueño de la corporación más exitosa nivel internacional, piensa en él como se hacía proclamar en su momento; su dueño, hablando en términos de amo – mascota.
Por un largo tiempo que ni él mismo, ni el otro, pueden recordar así había sido la costumbre de llamarlo “perro” para recalcarle lo “mediocre” que le parecía hasta que de poco en poco el apodo del pobre animal resultaba ser en sentido sexoso, entonces se descubrió levemente excitado por la mera idea de esa voz ronca al lado de su oído mientras lo sometía. Y se vuelve a preguntar si está en sus cuatro sentidos, está en cuatro pero no precisamente en sus sentidos.
No sabe que sentir precisamente por la situación en la que se ve, por un lado extraña que cierta persona innombrable para él lo denigre con amenazas de ponerle correa, una placa y tal vez un bozal. Peor es el hecho de que desde lo de Atem, el hombre no se ha dignado a buscar a nadie más que a Yugi, ocasionalmente claro está y por meras relaciones con duelo de monstruos, así que en algún aspecto siente que jamás volverá a ser el “cachorro” de Seto Kaiba.
Se siente sucio, se siente apenado y sobre todo como un enfermo mental por estar ante una sex shop. Ni siquiera sabe cómo llegó al local.
Si se declaraba loco, ahora siente que está necesitado de atención, desesperado por unos instantes de calentura y se pregunta si fue bueno que esos apodos jamás hubieran pasado a la cama y merced sexual de su autor.
¿Por qué demonios está frente a la fachada del hogar de Devlin?
Cuando se vio ofendido por el americano con el mismo apodo de Kaiba en verdad se irritó a niveles insospechables pero si estaba seguro de algo era que no quería que nadie más que el dueño de KC lo humillara y llamara así. Pero con el chico de ojos esmeralda eso fue más de lo que inclusive el mismísimo CEO había llegado…
Para fortuna del rubio quien fue en su auxilio resulto nadie más que Yugi y Atem, después de ese día se guardó para sí esa experiencia como un mal rato que le hubiera gustado experimentar con Kaiba… mira que vestirlo con una botarga y hacerlo andar en cuatro no le basto porque ahora regresaba por eso y por más, por su propia voluntad, con toda la intención de buscar que Duke recordara ese día, con ansias de repetirlo y llevarlo a un nivel sexual. Por su lado el ya mencionado autor de Duel Dice Monsters no tenía pensado negarse ante tal oferta.