Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MÍO por Writter_In_White

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

II

 

¿Cómo fue? Sí, ya recordaba.

Debía de estar realmente privado de sus cinco sentidos cuando aceptó aquella estupidez. Se había condenado a sí mismo como un completo idiota, pero qué más daba, no podía evitar recordar que “enamorado” era como lo habían calificado en su momento. No supo cómo ni en qué instante, para cuando se dio cuenta ya había firmado los papeles y salía de la notaría con su mano atrapada por la contraria. Durante el trayecto no dijo palabra alguna, no sólo porque no se hubiera presentado la oportunidad para responder las preguntas más incoherentes y ridículas que podía escuchar, sino porque esas mismas preguntas eran respondidas por quien las formulaba además de aun continuar en shock, no creyendo que acababa de contraer matrimonio con alguien a quien no soportaba realmente. Sí. Es definitivo. Estar enamorado es una completa mierda. Te vuelve más idiota de lo que normalmente eres.

Y es que él también lo pensaba.

 

El tiempo pasa rápido, lento, de cualquier forma, no podía sentirse más enojado consigo mismo porque se dio cuenta tarde, y aunque sabía que ya nada podía hacer para cambiarlo no evitaba el sulfurarse y querer darse golpes contra la pared. ¿Cómo sucedió? No estaba muy seguro, tal vez habían sido los interminables monólogos que tenía consigo en lo que primero se había planteado como una conversación entre dos personas, tal vez las llamadas cada cuatro horas al día, o fueron tal vez los interminables mensajes en lo que decía y preguntaba cosas tontas que no necesitaban su respuesta; tal vez había sido ver el empeño que ponía por aprender a cocinar bien sólo para él, aprender a vestir –realmente– como las personas de su estatus social, el cómo se esforzaba por complacerlo. Cómo saberlo, cuando se dio cuenta ya era así.

 

No era fácil de tratar.

Sabía que era un hombre con temperamento fuerte y dominante, tanto así que hasta su familia tenía problemas para hacerle seguir las normas y cumplir los estándares que una familia como la suya se supone debe de llevar al pie de la letra. No había sido un rebelde sin causa, por lo menos en lo que respecta a “sin causa” porque rebelde sí que había sido y aún seguía siéndolo, pero sólo un poco y tal vez con aquello en lo que respecta a lo que los demás decidían que su vida tiene que ser. Todos insinuaban normas, protocolos, apariencias, exigencias a susurros que aprendió desde muy joven a leer entre líneas, esos que mandaba al carajo porque nadie iba a decidir por él qué hacer con su vida por muy familia suya –lejana o cercana– que fueran, aunque fueran dos de sus integrantes sus padres.

 

Y por un momento deseó en lo más profundo de su interior cumplir con lo que pedían constantemente de él, pero después aquel pequeño deseo, pequeñísimo cabe aclarar, desapareció porque ya nada podía hacer, había caído rendido ante los intentos de mejorar por su complacencia por parte de esa chica y terminó aprendiendo a quererla en el proceso. El sexo siempre había sido bueno. Ella no era una de esas cuantas novias que tuvo con curvas exuberantes en todo su cuerpo y además tenía muy poco de dónde agarrar, porque más parecía que era plana a rajatabla, pero sí que sabía cómo moverse en la cama y estaba casi seguro que aquello había contribuido bastante en el hecho de haber pensado después de un tiempo que tal vez no sería tan malo estar con ella.

 

Ahora ¿cómo había terminado así? Bien, no había sido realmente tan malo, había aprendido a aguantarla en ciertas ocasiones y a ignorarla la mayoría, cuando definitivamente no podía más con su en muchas ocasiones fastidiosa presencia. Pero ¡carajo, la quería!, lo hacía y por eso se había esforzado –aunque no mucho– en tratarla de mejor forma, pero simplemente no se daba, terminaba por desistir después de un par de días y volver a intentarlo un par de semanas después. Y así habían sido los últimos dos años de su vida, un constante sube y baja no sólo en la escala de su paciencia sino también en su querer, ella había empezado a comportarse extraño y aunque no lo admitiera –a renuencia aun para sí mismo– tenía miedo de lo que pudiera llegar a pasar.

 

Que le dejara, que le apartara de su lado ahora que había aprendido a vivir con todo lo que implicaba ser él frente a alguien que no aguantaba por más de una hora seguida, y que aun así quería –y tal vez necesitaba– en ese momento a su lado, no era algo por lo que desease pasar. Aceptaba ser un hombre orgulloso, ¡Arriba su orgullo!, es algo que no había dejado nunca por nadie y no lo haría, más no celoso, nunca más nadie ha logrado hacerle sentir celos (a excepción de esa persona) y no es algo que importe la verdad, pero no por eso dejaba de lado que sí era detallista con ella, tal vez no como lo sería un hombre normal –en su trato cariñoso– sin embargo, él tenía su forma de expresarse y al demonio si nadie entendía eso, o parecía darse cuenta siquiera.

 

Aunque cada vez más se daba cuenta que ya no era como antes, obviamente ambos con el transcurso de los años habían cambiado, crecido en su forma de pensar, ser y ver el mundo; pero aun así sabía que existía un algo por allá bien escondido que empezaba a cambiar el mundo que había creado a partir de una decisión, que no sabía cuándo había tomado, y con ella como uno de los pilares principales. ¿Pero qué podía hacer? Nada, absolutamente nada más que ver como todo se caía a pedazos de forma demasiado rápida para su gusto y después ya pensar en cómo volver a levantarse, aun presa del dolor que conlleva el saber que realmente nada de lo erguido ha sido real.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).