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Dramático. por AshleyFujoshi

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Un día cualquiera de un año cualquiera William camina por los pasillos del departamento de trabajo como cualquier otro día laboral, cumple con su trabajo como cualquier otro empleado, como siempre, anda con su uniforme impecable como cualquier otro segador, rechaza una que otra vez las insinuaciones de cualquier otra persona que no sea esa persona.

Porque su amor no es cualquier amor, no es un amor pasajero, lo ama.

Sin embargo, aunque no se fije en alguien más, el amor puede cegar, en este caso el pelirrojo, con un corazón herido por algo insignificante e ilógico, ha creado un conflicto entre ellos, el primer conflicto más grave desde que empezaron oficialmente su relación, y lo peor es que William aun no entiende por qué ha sucedido todo esto.

Camina hacia la oficina de su pelirrojo, trae una bella rosa de un brillante carmesí guardada discreta y cuidadosamente en su saco, quiere pedir disculpas por su comportamiento erróneo aunque no sepa en qué exactamente falló. Pero de igual forma quiere estar bien con ese jengibre que le tiene vuelto loco, por lo que con un poco de nervios se acerca a la puerta, está emocionado, quizá es porque no ha hablado con él en sólo dos días, ¿Pero qué se puede hacer? si lo ama con todo su ser y no resiste el rechazo por parte del contrario. No quiere que esté triste porque eso le entristece a él. Tierno. Muy tierno si viene de parte de un hombre tan estoico y serio como William... Aunque en realidad ha perdido esos rasgos con el paso del tiempo, Grell le cambió muchísimo, tanto que incluso Will podría no volver a ser aquel frío hombre.

O eso pensaba hoy al despertar.

Pensando en lo que va a decir, acerca su mano a la puerta y antes de que toque recibe un sonido que extrañamente conoce muy bien y que de hecho, no debería estar sonando sin que él mismo esté ahí. Si, es un muy placentero gemido de lujuria pura, de pasión y de adrenalina, así de descriptivo era que hasta William lo captó al instante.

Detuvo su mano antes de tocar la madera de la que la puerta estaba hecha, se quedó unos segundos escuchando para dar por hecho que era la voz de su amante... Y más que eso...; como en casi todos sus problemas, intentó ser sereno, Grell lo estaba engañando, con otro hombre que era lo más creíble al juzgar por esos gemidos, y justo después de haber tenido una discusión de que si William se viera con una de sus ex amantes más significativas era malo o era bueno, justo después de que el azabache, dolido por la desconfianza, le haya explicado una y otra vez que solo fue una coincidencia verla y que solo eran amigos, justo después de aguantar ser bofeteado por la persona que más pudo haber amado en su eternidad... justo después de que por primera vez se haya sentido tan débil y tan vulnerable ante el pelirrojo.

No se lo cree pero intenta asimilarlo, voltea para ambos lados y espera disimuladamente a que todos se vayan de ahí, que es cuestión de segundos, para dejar la rosa en la puerta del pelirrojo, antes, con duda y con un frío crónico en el pecho, había apretado aquella bella flor encajando sus espinas en su mano, llenándose de heridas, manchándola del carmesí que tanto amaba el otro. Se levanta y gira sobre sus tobillos para regresar a su oficina, él se siente raro porque por alguna razón aun no siente por completo el peso de tal acontecimiento, el frio en su corazón crece pero el dolor aún no toma presencia. Está bien, tiene mucho trabajo y mucho en qué pensar como para dejarse llevar por sentimientos como el dolor, siempre hay que mantener la calma por más trágico que te pueda resultar.

Su estómago emite un sonido, está hambriento. Se separa por un momento de su trabajo y se da cuenta de que ha estado trabajando sin parar desde que regresó a su oficina al haber oído al pelirrojo serle infiel. "Sabías que iba a pasar" Murmura al estirarse después de haberse levantado de su asiento. Sale y no pone atención a lo que sucede a su alrededor, incluso le importa poco no ver a Grell, no por su engaño él tiene que caer, tiene dignidad, orgullo y mucho trabajo como para sentirse mal. Lo ama, si, es muy cierto pero si Grell no pensó en el dolor que le podía causar entonces su amor no era tan cierto como lo profesaba, oh, la cabeza de William estaba llena de estos pensamientos.

Llega a la cafetería, no hay nadie perdiendo su tiempo ahí al ya haberse acabado la hora del descanso, por lo que se siente más tranquilo por no tener que amonestar a nadie. Le parecía molesto que después de tantos años las personas siguieran cometiendo las mismas faltas. Intenta ponerse de buen humor tras pensar esto para cambiar un poco el tema en su mente.

Pide solamente una ensalada que la acompaña con un vaso de agua, no está con una dieta pero es lo único que siente que no va a vomitar. El Frio crece.

Regresa a su trabajo y se separa una vez más del mundo llenando papeles y formularios que nunca acaban.

¿Lo hizo por venganza? ¿Por vengar qué? Se pregunta al escuchar el toque de diana que indicaba que su jornada había acabado. De último momento entra Ronald casi corriendo y al momento de recargarse en el escritorio de su superior se da cuenta de que ha entrado sin tocar.

—Senpai, perdón por... Entrar de ésta forma y... Entregar mis reportes tarde y... —Entre jadeos habló como pudo— Por favor no me de horas extraordinarias, tengo una cita para esta noche.

—Tranquilo Knox, está bien. —Mantiene su vista en el rubio por unos segundos— ¿Tiene planes para mañana? —Pregunta y el rubio da un saltito por la sorpresa.

—Tengo otra cita, pero si lo necesita entonces cancelo.

...

—Bienvenido a casa Will. —Habla Grell en voz alta desde la cocina, denota felicidad.

—Por fin me hablas. —Y aunque debería ser un logro, y así lo hubiera sentido William, le da igual si le habla o no.

— ¿Has tenido mucho trabajo hoy? Suenas raro.

—Así sonaría si me encuentro a la persona a quien amo engañándome, ¿o no? —Piensa y se resiste a decirlo— Si, trabajé mucho hoy. —Contesta con el mismo tono de voz frío que antes.

— ¿Pasa algo? —Se acerca a él para abrazarle por el cuello, William lo ve con intensidad, no de la bonita.

— ¿Tienes la más mínima idea de cuánto te amo? —Grell ladea la cabeza por la pregunta.

—Tanto como yo a ti Will.

—Es más que eso. —Afirma dejando a Grell con la palabra en la boca al separarse e irse a su habitación al par que se desvestía, necesitaba ducharse, eso le haría sentir mejor.

Necesita algo de calor pronto, el frio en su corazón se ha apoderado de todo su pecho y ahora de todo su cuerpo. Cuando entra al baño vomita lo poco que había comido antes de ir a casa y luego de enjuagarse la boca prosigue a ducharse.

Se tira en la cama, la camiseta y la pantalonera que usa como pijama no le es suficiente, necesita algo más, la ducha no le quitó aquel fastidioso frio. Justo antes de levantarse para ir por algo que le cubra, Grell se sube sobre él y lo besa a modo cariñoso. William siente las nauseas volver, el pelirrojo no le da asco, es el hecho de que pueda seguir comportándose de esa manera tan normal después de serle infiel.

—Hoy has estado extraño querido. Creo que te debo una disculpa por lo de antes, creí en lo que me contaron, creí que te acostabas con ella y cuando los vi juntos... —Hace una pausa. ¿Entonces de eso se vengaba antes? Lo había olvidado William, quizá aquello había sido la causa del engaño de Grell, siendo así, con un poco de dolor podía perdonarlo.

...

—Siempre tan grande para mi, Will. —Apremia el pelirrojo y engulle sin ningún pudor el falo del contrario, él gime extasiado. Cree sorprendente que haya sucumbido ante el menor luego de sentirse devastado por su culpa. El calor vuelve a él y, aunque no es el que busca, le parece reconfortante.

—Grell...

...

...

—Senpai, vamos, tranquilícese, quizá solo son amigos.

— ¿Los has visto? ¡Se han besado!

Siente que el frio aumenta, le da igual, ya se acostumbró a él pero un sutil escalofrío recorre su espina dorsal y eriza su piel, pronto aquello pasa.

William ha visto a su 'amante' pasear de la mano con otro hombre, comportándose muy cariñosos entre ellos. Ronald, como siempre intenta tranquilizar a su jefe, lo convence de que no vaya a hacer una tontería y logra que vaya con él a su casa, para tomar unos tragos y pasar el rato. En otras palabras, para que William se olvide por un momento de lo sucedido.

Él sabe exactamente lo que su subordinado intenta, es interesante porque a pesar de que se comporte como un bastardo con Ronald en la jornada laboral, él sigue ahí, apoyándolo en un momento crítico y siendo tan amigable como siempre, por lo menos esta última semana han pasado más tiempo junto, William es más abierto.

Ambos ya han bebido bastante, aunque se mantienen aún conscientes de lo que hacen, o bueno, con un alto porcentaje de cordura, que es lo suficiente para saber lo que está bien y lo que está mal.

William espera sentado en el piso de la sala del rubio, a que éste vuelva con más cerveza. Aunque Ronald se ha ocupado de entretenerlo, él sigue pensando en Grell, pero el dolor es menos.

Llega, deja la cerveza a un lado y se sienta enseguida de su jefe. William ve atentamente todos sus movimientos, mantiene un rostro serio, no, es algo parecido a... Sin sentimiento alguno. Cuando lo tiene a lado se pone bruscamente sobre él y lo toma de las manos aprisionándolo contra el piso; simplemente fue un extraño impulso.

— ¡¿S-Senpai?! —Ronald grita, entre asustado y sorprendido.

William lo ve una vez más, con lentitud lo recorre solo con su vista; se acerca y le da un sutil beso en los labios y su rostro sin sentimiento aparente cambia a uno de curiosidad, Ronald, por su parte, está más confuso. Da un beso más, pero éste se prolonga, Ronald no sabe qué hacer y aunque no se resiste, no hace nada por corresponder, ve atento al hombre sobre él, que, con los ojos cerrados, disfruta de sus labios.

—William. —Llama el rubio, y solo consigue que el mayor abra los ojos y le dedique una mirada extraña, su rostro no está sonrojado, no muestra felicidad o frustración, solo la curiosidad de antes, pero su mirar brilla en ternura. Su labio inferior es mordido y tiene que abrir la boca, siente a la lengua del contrario invadirle, explorar su cavidad bucal. Y comienza a corresponder. No sabe si el estar ebrio interfiere en su comportamiento pero le agrada la sensación provocada.

El mayor comienza a desvestir al rubio, sus manos ávidas recorren su cuerpo y siente que ese calor que buscaba vuelve a su cuerpo, el calor reconfortante y no el calor de la pasión.

...

—Senpai... Senpai~ Ya vinieron por usted. —Le da piquetitos en la mejilla esperando a que despierte, William abre primero un ojo, luego el otro, se sienta, talla los mismos y parpadea un par de veces antes de bostezar, se ve confundido.—Ya entiendo Senpai. —Dice el rubio muy animado y cuidadosamente le coloca las gafas.

Ya con la claridad en su vista, observa por la ventana, son alrededor de las 10 am, pasea su vista por la habitación y termina en los ojos de Ronald. Lo tira en la cama y se le pone encima, besa su cuello y toma sus manos para apresarlo.

—Will... Will espera, Grell está en la sala esperando. —El azabache abre ambos ojos impresionado totalmente. — Así que no lo hagas... Y vístete, por favor. —Pide, acariciando la mejilla del contrario.

— ¿Tienes algún dolor o incomodidad? —Pregunta mientras busca su ropa y empieza a vestirse.

—No te preocupes por eso Senpai. —Le sonríe y se levanta. — voy a la sala, a esperar con Grell.

.

.

.

Sale al fin de la habitación, con la camisa blanca desacomodada y el saco colgando en su brazo, tan simple pero arrebatador que los dos dioses menores lo observan atentos, cautivos, Will entrecierra los ojos, curioso por las expresiones.

—Entonces vamos, Grell. —Pronuncia, un tanto indiferente, por lo que el pelirrojo frunce el ceño.

—Primero te vienes a tomar con Ron sin avisarme y luego indiferente...ah, qué bien. —Dice con un tono de voz alto, casi llegando a grito. William se detiene a mitad de la sala, ve a Grell de reojo, suspira y masajea sus sienes.

—Tienes razón, yo soy el malo aquí. —Contesta un par de segundos después— quiero regresar a casa y dormir, ¿se puede? —Le voltea a ver, irritado.

Grell, enojado se levanta, Ronald ya está en la puerta y la abre cuando el pelirrojo se acerca peligrosamente a él, por fortuna sólo sale de la casa, William va detrás de él pero más lento, más tranquilo, y cuando pasa enseguida del rubio crea un pequeño roce de manos. Sonríe y susurra un "Gracias" gentil y cariñoso.

Grell está enojado, furioso, ha pasado una de las peores noches de su vida. En primer lugar, su pareja no llega a la casa y le hace permanecer ocupado por más de una hora. Y en segundo lugar, al enterarse por medio de una llamada que este bebía con su subordinado, y después de enojarse, llamó como segunda opción a ese "él", siendo rechazado al instante y todo por "cosas más importantes" que el mismo Grell. Entonces, abandonado por su pareja y por su amante, esa noche durmió solo.

No se hablan en todo el camino, lo que en realidad se reduce a algunas cuantas manzanas, y a William no le afecta ni un poco aquella situación. Imágenes vienen y van de un rubio dulce y sumiso que hacen sonreír al azabache. Gesto que no es notado porque Grell va enfrente.

Ya en casa, el pelirrojo como buena casi-esposa enojada, arrastra a William a la sala y lo obliga a sentarse frente a él para "hablar" de lo que ha sucedido.

—Y...entonces... —Will intenta ahorrarse el silencio incómodo, pero Grell lo golpea con una mirada de enojo terrible.

—Entonces, ¿Qué? —Contesta sin ocultar su molestia— Estuve preocupado por ti toda la noche y la única forma en que me doy cuenta que estás con Ron fue porque él tuvo la amabilidad de llamarme y decirme, ¿Cómo le llamas a eso?

—Ir a la casa de un amigo a beber, ¿tiene algún otro nombre? Porque no sabía. —Sonríe de lado con burla mientras se acomoda en el sillón de un modo desafiante y cruza los brazos.

Grell le observa detenidamente, notando el molesto comportamiento del azabache, hace una cuenta hasta 10 en su mente y suelta un largo, cansado suspiro— ¿Qué te pasa, William? ¿Por qué te comportas como un tonto? —Pregunta en un intento de voz serena, y sus ojos se oscurecen con preocupación— ¿Cómo puedo ayudarte? —Su voz se quiebra en desesperación y se levanta para ir hacia el mayor.

—De muchas formas Grell... Empezando por dejar de hacer tanto ruido y dejarme ir para hacerme el desayuno. –Él ignora todo lo demás y se levanta, no le importa cuando Grell llora, y mucho menos cuando inició una escena de drama.

Entonces al no ser atendido ni recibir alguna explicación o disculpa, limpió sus lágrimas, frunció el ceño, y con enojo se retiró a su habitación.

"No puedo creer que ese imbécil me trate así" murmura mientras presiona una y otra vez el botón del control remoto e irritándose al no encontrar algo divertido.

Decidió salir de casa. Ir con él. Con su amante.

...

—No, cariño. —El pelirrojo detiene las manos de su compañero y sonríe con vergüenza— Con ropa esta vez. —Se coloca su camiseta de nueva cuenta, pone las manos del contrario sobre su cadera y sigue moviéndose con cadencia, de arriba hacia abajo, sobre él.

No se tocan.

...

William lo ama.

William es su todo.

William y él son uno.

Es un gran lugar, parece perteneciente a un hermoso palacio lleno de divinidades. De ángeles. Y camina sin saber a dónde, su cuerpo se mueve solo. Todo es tan brillante, blanco y reluciente que su fantasía le hace pensar que verdaderamente está en el cielo. No, ya ha estado en ese lugar y no es mejor que lo que presencia. Entonces camina por el lugar como si lo conociera de toda la vida, y llega a una habitación que le da una sensación de comodidad y relajación que nunca ha sentido. Y ve a un hombre sentado sobre la orilla de una gran cama con edredón rojo sangre que se ve exquisito entre todo ese blanco predominante, y él, tan guapo combinando esos dos colores, la pureza y la lujuria misma en su vestir. Y es él.

— ¿William? —Tiene la necesidad de preguntar. Su voz no es su voz. Su cuerpo no es su cuerpo. Pero es Grell.

Así que Grell camina para acercarse a ese hombre, que indiscutiblemente es William, y cuando llega a él y lo ve a los ojos siente como si alguien alcanzara su corazón solamente para estrujarlo con brutalidad. En su mirar hay agonía, tristeza, un dolor indescriptible. Grell se sienta a su lado, toma su mano. Está helado.

—William. —Lo llama otra vez en un susurro.

—No soy William. Soy alguien que tú creaste para suplir a William.

— ¿Entonces esto es un sueño?—Pregunta con sorpresa.

—Una ilusión que debe darte una lección.

— ¿Lección?

"William" se levanta de su asiento y camina hacia la puerta. Entre el silencio sepulcral, sus pasos son tan ruidosos como truenos en tormenta. Lento, con suspenso.

— ¿Por qué lo engañas? —Hace un gesto con sus manos que indica una curiosidad e indignación total— Ni yo, que sé todo sobre ti porque formo parte de tu ser, entiendo la lógica de engañarlo. —Hace una pausa. Grell no contesta— Apuesto a que después de tanto tiempo te gustaría recibir el amor de aquellos a los que les rogaste. El sepulturero y el mayordomo, principalmente.

Grell levantó la vista, era imposible replicar pues quien estaba frente a él en aquella forma, era su alma entera, era él mismo.

El de cabellos azabache chasquea los dedos y como por arte de magia Grell ya está tirado en la cama siendo tocado por dos pares de manos. Abre los ojos entre asustado y sorprendido, para encontrarse con su casi olvidado "Romeo" infernal y con un platinado inmensamente guapo, ninguno menos deseado. Lo tocaban de tal forma que en menos de lo que pensó, ya gemía anhelante y su cuerpo ya había sido desnudado. Entonces, en lo que le pareció una maravillosa eternidad, ambos le poseyeron. Jadeante, voltea hacia un lado para ser besado en el cuello, abre los ojos, y está él.

Ve el espejismo de un William herido, gotas de sangre caen al quedar en la punta de sus dedos y una gran mancha rojo carmesí mancha su ropa por el costado izquierdo. Está sufriendo. Su rostro dice frialdad mientras que su mirada muestra la más profunda agonía. ¿Así es como se siente por dentro? ¿Grell lo está hiriendo de tal forma? Si es así, entonces con qué moral dice e insiste tanto que lo ama, si se ha olvidado de él mientras por lo menos en un sueño puede disfrutar de aquellos dos sementales. Ese sueño no es más que una pesadilla disfrazada de fantasía.

El pelirrojo se queda un segundo en shock y su cabeza empieza a doler en cantidades increíbles. Lo merece, y en una aceptación, él lo piensa.

La escena cambia, ahora es un indefenso William quien está recibiendo esa atención y ese pecaminoso placer, sin ningún corte o rasguño, incluso se ve mejor que siempre. Ahora que siente ese terrible dolor en su cuerpo, Grell percibe que está tan herido como antes lo estaba el azabache, su cuerpo lleno de heridas y cortes causa molestias sordas, pero este es su dolor, esto es lo que siente, esto es lo que lo mata. Y así, es como empieza la misma escena con los roles cambiados, hubiera sido interesante para Grell ver el lado sumiso y pasivo de su William, a no ser que es sorprendentemente posesivo con el mismo, y por más novedoso que fue ver esa escena, donde William era poseído uno y otra vez por el enterrador y el mayordomo, Grell estaba sintiendo unos terribles y hasta asesinos celos.

"¿Ya no es tan gracioso?" Pregunta una voz dentro de su cabeza, y es la de William. ¿Cómo puede ser, si lo está viendo justo enfrente, mientras él está dentro de un maldito cuerpo inmóvil? Oh... cierto, están dentro de su retorcida mente. Entonces, al pensar en un "No, no es gracioso" para contestar, toda aquella pesadilla que veía se acabó así tal como vino, de la nada. Grell ya podía moverse, y, aunque ya no estaba herido como en su visión anterior, seguía sintiendo un atroz dolor en el pecho.

—Es el dolor de la verdad. —Dijo el William falso al aparecer frente a él con una amable y victoriosa sonrisa— ¿Ahora lo entiendes? —Hizo una pausa tras acercarse al pelirrojo y tomarle la mano— Creemos que William no lo sabe, pero tal vez estamos equivocados, y de todos modos llegará el momento en que se entere, y lo perderás.

—Eso no es posible. —Chilló Grell, aferrado a su tonto pensamiento de que el azabache verdadero nunca le dejaría.

—Sí, si es posible, y lo sabes. —Él sonríe. Su subconsciente ha hecho todo por dejarle en claro a Grell que está cometiendo un error, pero este no lo entenderá. El William falso pone un rostro de derrota, de resignación, y se desvanece.

Inspira más oxigeno del que puede resistir y provoca que su pecho duela, en una forma de despertar muy peculiar. Nota que suda en frío, ha sido toda una pesadilla para él, no hay nada peor que un sueño que te diga en qué estás mal y cuál es el secreto de la felicidad (Que en el caso de Grell era William su felicidad) o esa era la lógica del pelirrojo.

Se apresura a buscar su pantalón y a medio arreglarse para regresar a casa aprovechando que ese hombre aún duerme, nunca había salido de casa sin dar alguna excusa, por lo que probablemente su pareja estaría preocupada. Sin embargo, cuando llega, William lo único que hace es hablar con lo que cree, es Ronald, por celular. Por lo menos se ha duchado, su oscuro cabello parece aún húmedo. Grell también debería tomar una ducha.

Los días siguientes no mejoran mucho las cosas, apenas se hablan pero William se vuelve más amable, tal y como si fueran desconocidos. Las visitas de William hacia Ronald aumentan, por lo tanto, las de Grell hacia su amante también; solo una diferencia los separa, el pelirrojo recurre a aquel hombre para desquitar su molestia y saciar sus egoístas necesidades, por otro lado, William acude al rubio solamente porque se ha vuelto su confidente. Después de una disculpa por la vergonzosa situación por la que pasaron, se hicieron más amigos.

Grell no ha hecho caso a ese sueño porque al parecer, su orgullo puede más.

Por ello, vuelve a suceder.

—Sigues siendo infiel. —Dice una conocida y extrañamente cantarina voz. De nuevo el William falso se disponía a darle un mal sueño al pelirrojo.

— ¡¿Otra vez tú?! —Grell habla con tanta irritación que el William falso finge ofenderse.

—Sí, otra vez yo, ¿Algún problema? —Pregunta como si estuviera buscando pelea y luego se echa a reír de una forma burlona— Resulta que sigues engañando a tu querido Will, eso me molesta a sobremanera, no sabes todo el esfuerzo que tuve que hacer, todas las reglas que rompí y todo el papeleo que hice para hacerte soñar que se jodían a William entre dos y para los efectos especiales de las heridas y eso, es cansado, ¿Sabes? Para colmo tuve que traer al mocoso de cabello azul porque no se quería despegar de su mayordomo, fue difícil hacer la escena con un menor viendo, ¡Y los maquillistas cobraron mucho!

—Oye, oye, Will no habla así. —El pelirrojo hace una seña de "Stop" hacia el William falso solo para tranquilizarlo— Además, eres mi subconsciente, no haces papeleo, solo te encargas de hacer a las vacas volar y a los unicornios hablar en mi imaginación.

—Niño, ese es el problema, Morfeo no me paga lo suficiente como para tener que aguantar a alguien como tú, eres odioso... —Levantaba cada uno de sus dedos como si se tratara de una lista— no haces caso a los sueños, no crees algo que es indiscutiblemente cierto, eres infiel... creo que tú serías la primer persona que se queda sin subconsciente porque éste renunció.

— ¿Pero por qué? ¡No me quiero quedar sin ti! —Grell grita, aunque, a decir verdad, piensa que esto ya se salió del tema.

—Tranquilo, niño.

—Niña. —Corrige.

—Tranquila niña, no me iré, no sin antes haberte hecho recapacitar sobre tu vida para que dejes de engañar a William.

Y, su sueño terminó, pero algo le dejó en claro, hasta su propia mente comenzaba a odiarlo.

Ninguno de los dos lo notó, pero pasó casi un mes desde que esto pasó.

Parece que esto nunca acabará.

Y entonces, Grell se aburre de ese muchacho, a fin de cuentas es solo un niño para él, muy inexperto, aunque la verdadera razón porque lo dejó fueron las continuas amenazas nocturnas que le daban esos sueños bastantes raros.

Esa mañana, caminaba por el despacho directo a la oficina de William, mucho más feliz de lo habitual, con un peso menos. No lo encontró, pero la felicidad se negaba a irse, por lo que lo dejó pasar, quizá solo estaba haciendo su trabajo, típico de él.

Al no tener nada de trabajo pendiente, (Tal era su motivación hoy en día que terminó su trabajo a tiempo como no lo hacía desde su pequeña aventura), salió del trabajo para tomarse un descanso. Ese día hacía un delicioso calor que ponía a su cuerpo más contento, anunciando que la primavera se acercaba. Optó por ir al parque, el cual estaba solo la mayoría del tiempo, no había muchos pequeños segadores ni gente con tiempo libre como para ir, por eso, siempre una visita al parque era relajante.

Caminó por entre los árboles, ahora, curiosamente, todo era más brillante y colorido que siempre. 
Deslumbrado por la belleza de la naturaleza, y perdido en sus pensamientos, nunca se dio cuenta de cuándo llegó a la orilla del río.
Miró su reflejo, uno, dos, tres minutos hundido en sus pensamientos. 

Dicen que es muy difícil encontrar el río, en el pasado lo habían encantado para no ser descubierto, pues quien veía su reflejo, también percibía su propia desgracia. Sin embargo, había ciertas ocasiones donde alguien especial veía claramente lo que le falta para su éxito personal.

"¿Qué veo?" Murmuró el de cabellos rojizos, vislumbrando simplemente sombras. Extendió su dedo índice para tocar la superficie y en aquel instante fue como si el agua lo succionara de una forma aterradora y surrealista.

Es como si estuviera en un más que turbulento remolino, pero él solo siente como si en realidad debiera estar ahí, una sensación no de comodidad, pero confortable.

Cuando menos se lo espera, todo el movimiento errático se detiene y es empujado a una habitación semi oscura, que nunca ha visto. Se para lo más bien posible, su vista sigue borrosa, está mareado.
Inspecciona sus alrededores, parece todo un poco viejo; en una mesa que se sitúa en la esquina hay muchos libros regados y papeles sueltos, y hay una cama suficientemente grande para dormir a gusto, pero parece como si no la hubieran recogido en semanas. ¿Qué era todo eso? ¿Dónde era aquel lugar? Y nada pareció escuchar sus preguntas hasta que algo lo asustó de forma tremenda: Por una puerta que estaba a unos pasos del pelirrojo, en el amontonado lugar, pasaron William T. Spears y Ronald Knox, éste último en primer lugar. Los dos parecían un poco alterados, Ron más que el contrario. Grell apenas tuvo tiempo para pensar en una contestación, pero cuando abrió la boca para hablar estos dos simplemente le atravesaron como si se tratara de un fantasma. Grell dio unos pasos atrás, sin duda alguna ese río tenía algo extraño, y hasta posiblemente esto solo lo estuviera alucinando.

— ¡No puedo creer que hayas hecho eso! —Grita con susto el rubio, y por un momento Grell tiene la impresión de que le hablan a él.

—Lo vi en los pasillos, desde que todo esto empezó no ha parado de reírse en mi cara con aire de superioridad. —Gruñe el azabache, y Grell, ahora, se da cuenta de que su mejilla y labio sangran, incluyendo sus puños cubiertos por ese líquido carmesí, probablemente no suyo.

— ¡Pero golpear a Fletcher no era la solución! —Vuelve a gritar. El corazón de Grell se detiene.
Aquel era el apellido de su amante.

—Oh... claro que no lo era, pero no niego que se siente muy bien. —Dice William con un tono que le hace parecer un desquiciado— De igual forma, Ronald, necesito saber si ya tienes todo listo para esta noche. —Cambia a la seriedad, mirando de forma reprobadora el poco orden en la habitación.

—Claro, claro William. —Contesta rápidamente el rubio asintiendo nerviosamente— Me pregunto si se lo dirás o simplemente vas a escapar.

—Si se lo digo... si se entera... si sabe que me iré, probablemente vaya a buscarme, y siento que a como estoy ahora, soy capaz de cometer la estupidez de perdonarlo y volver.

—Lo entiendo...

En aquel momento sintió un extraño vacío en el estomago, unas increíbles ganas de vomitar, entonces, de nuevo todo se comenzó poner borroso y a moverse de forma errante. 
Uno o dos minutos más tarde estaba de nuevo frente al río, y su reflejo era incluso más triste y deprimente de lo que en realidad era.
Se tiró en el pasto, jadeando, como si hubiera corrido todo un maratón de muchos kilómetros.

—No puede ser, no es real. —Se repetía a sí mismo en voz muy baja, para solo él escucharse. Abrazó sus piernas, las atrajo hasta su pecho. Era tan doloroso tener la necesidad de llorar y que las lágrimas no le salieran, contenerlas era peor que todo.

Se estuvo en el mismo lugar durante minutos, él creía que incluso horas habían pasado. Quizá solo era una tonta ilusión, o tal vez mera coincidencia, intentaba convencerse de aquello pero no le entraba en la cabeza. ¿Se iría? ¿Con Ronald? ¿Por cuánto tiempo? Eran las preguntas que se hacía, Sí, se iría con Ronald, eso explicaba por qué estaban todo el tiempo juntos, ¿Eran ahora pareja? Grell pensó, pues así como él fue infiel, William pudo haber recurrido alguien más, pero sabe que William se lo habría dicho, habría dejado las cosas en claro, ¿O tanto daño le ha hecho para que hasta en eso haya cambiado?

Escuchó el crujir de las hojas de los árboles siendo pisadas, y se exaltó, pero no hizo el intento por esconderse. Pronto, ya veía los conocidos cabellos rubios combinados con azabache, tal vez él podría ayudarle, si tan solo tuviera la fuerza de hablar... pero su voz se había ido poco a poco mientras más pensaba en el tema.

—R... —Intentó llamarlo, pero descubrió que su voz era como si estuviera enfermo, con una garganta seca.

—Shh... lo entiendo. —Dijo antes, en su habitual tono amable, no, ahora era diferente— Pensé que no te encontraría, veo que has encontrado el río; dime, ¿Qué has visto? —Preguntó al mismo tiempo en que se sentaba a su lado.

—William... se iban, los dos. —Contestó, a duras penas, luego se aclaró la garganta.

—Oh... —Formó una pequeña "O" con sus labios y levantó sutilmente las cejas— Bueno, tienes que saber que este río muestra el más probable futuro de las personas, aunque puedes evitarlo si haces algo grande.

—Entonces de verdad se irán. —Murmuró, desanimado, enojado, triste, todo.

—Quería avisar... William se siente incapaz de hacerlo.

— ¿Es porque lo engañé?

—En parte. Él cree que no fue suficiente como para que permanecieras a su lado, se siente mal, e intenta hacerse el malo, y dice que todo es culpa tuya, pero él realmente se echa la culpa.

— ¡Fue más que suficiente! —Gritó, tan rojo como su cabello, estaba enojado a niveles industriales.

— ¿Entonces por qué lo engañaste? —Preguntó, esperando un poco de lógica.

No contestó.

—Amo a William. —Soltó el rubio, con una dolorosa sinceridad— Y estoy dispuesto a hacer todo porque sea feliz, si él me amara me sentiría el hombre más afortunado en este planeta, y nunca, nunca, lo hubiera engañado. Él parece ser duro, estricto, serio, pero una vez te abre su corazón, te puedes dar cuenta de que es un buen hombre, es tierno, gracioso...

—Dulce, cariñoso... —Interrumpe Grell. Ronald se detiene por un segundo.

—Si, lo es. Lo que quiero decir, es que no entiendo por qué te metiste con otro hombre cuando lo tenías todo con William.

—Tampoco yo lo entiendo, ahora mismo me parece como si no hubiera estado presente este último mes.

—Ya veo... Te respeto Grell, y por ese respeto que te tengo, no me meteré con él, yo solo quiero que sea feliz, y si la forma de que lo sea es ayudándote a recuperarlo, lo haré. En caso de que nos vayamos, juro que lo cuidaré.

—Ron... no sé qué me pasó... —Dice y se abraza al rubio, llorando. Ronald solo acaricia su espalda torpemente, y lo deja llorar.

Se había imaginado lo peor cuando le dijo que amaban al mismo hombre, y se sintió afortunado, sorprendido y aliviado cuando este lo único que hizo fue hablar con él. Si todo eso era cierto, todos terminarían felices.

Grell lloró, y lloró, y lloró, durante minutos, diciendo lo mismo, "No sé qué me pasó" "Me perdí durante un mes" "Nunca me va a perdonar" y Ronald contestaba lo mismo siempre, "Todo va a estar bien" Sin embargo no sabía cómo rayos iba todo a estar bien.

—Nos iremos ésta noche, no tienes mucho tiempo para arreglar las cosas, pero si escoges las palabras indicadas y las pronuncias en el momento indicado, quizá lo recuperes. Tengo que irme, intentaré ayudar. —Promete el rubio, y Grell sabe que lo hará aunque él mismo haya sido tan idiota.

¿Qué va a decir? ¿Cómo sabrá cuándo decirlo?
Apenas se acaba de dar cuenta de que no solo William sabe que lo engañó, sino que se va a ir, y es muy corto tiempo para asimilar que va a perder al amor de su vida.

...

—Ronald, apúrate. —Pide el azabache fingiendo estar molesto, pero no lo está. Simplemente ya se acostumbró a estar triste, mas no deprimido, a sentir cómo la llama de su corazón se apaga lentamente.

—Sí, sí, ya voy. —Contesta el otro en tono de reproche, nunca le ha gustado que le apuren, y también desea ganar tiempo.

Ya está todo listo, solo deben subir al avión y fin. "¿Por qué en un avión y no en un portal?" Había preguntado el rubio, pero nunca le respondió William. ¿Era por si se arrepentía? Tal vez así podría dar media vuelta en el aeropuerto e irse.

Estaba intentando lidiar con el rubio y su inexplicable lentitud, cuando escuchó que alguien le llamaba. Frunció el ceño inmediatamente y se dio media vuelta cuando se encontró con la persona que menos deseaba ver. Grell Sutcliff.
¿Qué hacía él ahí? ¿Cómo supo que William estaba ahí si en la nota que dejó había puesto una historia muy creíble sobre ir a beber con Ron? Ronald... Entonces se volteó a enfrentar al pelirrojo con una mirada de intenso enojo, haciéndole saber que se había enterado de todo.

—Por eso la lentitud... —Murmuró para sus adentros— Ronald, sube al avión. —Pidió con una voz casi dominante. Grell supo desde ese instante que Ronald había hecho todo lo que para él fue posible.

—No lo hagas, Ron. —Dijo Grell, acercándose a ellos.

—Ronald, sube. —Repitió exasperado.

—No. —Volvió a decir Grell.

Y ahora Ronald estaba indeciso sobre si quedarse o no. Los dejaría a solas, mas no subiría.
Se fue.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó el azabache en tono hosco.

—No te vayas. —Fue directo Grell— Cometí muchos errores, te fallé, fui un bastardo contigo, y puedes dejarme. Puedes golpearme. Puedes matarme. Pero no te vayas. —Se acercó lo suficiente para tomar la mano del mayor. Inmediatamente éste la retiró.

—No haré eso. Es mucho más fácil irme y sentir siempre el dolor de haberte dejado llorando en este lugar, a quedarme aquí y quedarme con el recuerdo de tu sangre sobre mis manos y tu cuerpo frío entre mis brazos.

—William, por favor... —Pidió Grell, destrozándose poco a poco por dentro.

—Silencio. —Dijo con voz amarga el azabache— Si sigues hablando terminaré volviendo.

—Entonces hablaré tanto como me sea posible, hasta que mi voz se apague, hasta que mis cuerdas vocales se destrocen, hasta que este ser quede sin vida. No te vayas, William.

—Lo siento Grell. —Murmuró.

Dio unos pasos hacia atrás. Se iría. Lo iba a dejar.
La gente comenzaba a lanzar miradas chismosas hacia donde ellos, detenían su camino por ver un poco lo que sucedía, pero esto no le impidió a Grell llorar.

—Al menos di que me perdonas. —Musitó Grell entre sollozos— No te vayas sin perdonarme.

—Te perdono. —Dijo, fuerte y claro, sonriendo con tristeza.

Entonces se dio media vuelta y emprendió su camino.

— ¡William!

—Grell...


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