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Pacto de almas. por mayu_lee

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Notas del fanfic:

Hace demasiado tiempo que no me animaba a escribir. Por el momento tengo espacio aunque el trabajo esta amargando mi corazón y alma. 


Necesito una fuerte distracción. 


 


Espero que encuentren peculiar la temática, de la cual, he investigado con esmero. 

Notas del capitulo:

Hace mucho que no escribía. Tenía demasiadas historias en mi cabeza, corriendo de un lado a otro. No es la única trama que tengo en mente: más parejas, temáticas y estilo.

Por favor dejen su opinión respecto a mi intento de estilos paranormales. Es lo primero que narro con este tópico. 

 

Sesión nocturna semanal, la tortura de aburrimiento fatal; ni siquiera se presentan nuevos casos dignos de reportar; las mismas historias narradas con las voces bien conocidas; las mismas pesadillas.

Nuevamente sedo mi momento para hablar, no me interesa compartir detalles de mis investigaciones. Me armo con la mirada más atenta que se pueda fingir, la fascinación ante cada situación absurda y simplona; me era casi imposible, pero necesaria. A mi consideración, los casos que se comentaban no eran dignos para exposición en sesiones de tres horas. Siempre tenían una solución sencilla, era vergonzoso que guardianes experimentados se sintieran orgullosos por demorar con casos patéticos.

Exponen situaciones tal pavos orgullosos de sus plumas cuando en realidad solo son miserias intelectuales.

Siempre ponen escusas para holgazanear fingiendo que sus soluciones nunca son efectivas. Me resulta ofensivo el robo de fondos a la cámara; semana tras semana se hace un presupuesto excesivo por cada investigador y estos siempre se aprueban por los sabios: vaya capitalización del mundo espiritual. Las nuevas autoridades se prestan para el financiamiento en pérdidas de tiempo, manteniendo a perezosos mientras que los proactivos como yo contamos solo con pago por misión, tratándose solo del salario mínimo por caso, nada más. Aunque bueno, eso me da la oportunidad de tener varios casos, al menos cuatro en una semana mientras que mis colegas apenas terminan con uno.

Es cierto que los demonios mejoran  sus habilidades con el pasar de los años, no son lo mismo que hace un siglo, pero alardear de incompetencia no es obligatorio, nunca me ha parecido un hecho de presunción. Nosotros, los vigilantes, bien sabíamos a que nos metíamos cuando nos enlistamos al ejercito.

Uno a uno, ondulan sus labios para generar palabras; tal vez solo era mi paciencia esfumándose, el sueño por igual me atosigaba; el abrir y cerrar de mis párpados era tan evidente que en varias ocasiones mi compañero Bacón sacudía mi cuerpo con un codazo gentil, el mejor despertador del mundo.

Cuando tuve mi último reaccionar, las palabras se alejaron, abandonaron la habitación. El silencio tan sofocante fue demasiado evidente, por lo que al alzar la mirada para encontrarme con el resto de personalidades enfrente mía, me tope con más de tres cuerpos sentados en círculo; con la cabeza gacha, forzando su cuello al crear una pose lo suficientemente incómoda para que el mentón alcanzara a tocar la parte media de su pecho. Era una visión irreal.

Mis sentidos despertaron lo suficiente como para que me fuera posible recorrer el círculo de un lado a otro. Al parecer el sueño desconsiderado se había escapado, sentía los parpados estables así como mi cuerpo dispuesto y en acceso para crear movimientos naturales. Me sacudí, solo un tanto para poder despabilarme del todo y darme cuenta de que no estaba en la misma habitación.

No era la reunión.

Era la habitación y a la vez no lo era.

No eran los vigilantes.

No era la  misma luz.

No era el mundo real.

Alcé mi cuerpo con cuidado, con apoyo de mis manos en los soportes de la silla pues no quería que un falso reflejo hiciera de las suyas y  me provocara un accidente.

Una repetición.

Me estaba pasando este efecto.

Un sueño.

Una visión.

Estirar las piernas me fue de ayuda, así fue como me di cuenta de que estaba vivo. La sangre fluyendo por toda mi extensión corporal, me hizo recobrar conciencia de que sigo teniendo una parte de humano.

A pesar de que yo ya había comenzado con movimientos, una caminata sencilla e insegura me movió por el centro del círculo de nuestra reunión, esa que se interrumpió por la ola violenta de sueño, o tal vez de inconsciencia. El único consciente en el lugar no lograba llamar la atención ni de superiores ni aprendices, mucho menos de los oyentes de nuevo ingreso. Todos estaban muertos, o al menos su conciencia lo estaba.

El tronar de mis dedos esperaba ser el llamado suficiente como para recobrar la atención del joven director de la orden, sin embargo, aunque el sonido lo produjera en su misma cara, en un costado, en su oreja, no había reacción alguna.

El subdirector se encontraba en la misma situación de inconsciencia. Nadie hacía nada aunque mi morena piel estuviera de un lado a otro.

Estaba solo.

En silencio.

Consciente  en mi inconsciente.

Todo se debía realizar con cautela, con suavidad y elegancia gire en sentido de las manecillas del reloj. La vieja habitación de escuela pública se iba haciendo más y más oscura, hasta que en fin la luz se concentro en el centro de nosotros. La reunión de los vigilantes dormidos se iluminó con fuerza y en mi miedosa sorpresa, alcé la mirada para poder encontrarme con el efecto cegador.  Fue un momento directo que por poco y quema mi vista; aún así, me negué a ocultar mi mirar de la luz intensa.

No, la soledad no me acompañaba.

Alguien estaba ahí.

"JUMJUMJUM"

Risas que se forzaban por ocultar su existencia fueron el gancho para agudizar mis sentidos, dejar de frotar mis violados ojos y fijarlos en la oscuridad.

De pie, recargado.

No, sentado en la mesilla de escuela.

No, hincado sobre ella.

Con su mirada perdida por la risa contenida.

No, me veía fijamente pero controlaba sus acciones.

¿Quién era?; ¿Cómo fue posible que entrara en la reunión de los vigilantes?; ¿A quién buscaba?; ¿Qué grado de poder tendría como para noquear a tantos ponderantes espirituales?

Escucho un salto.

El andar de suelas pesadas. 

No son zapatos deportivos.

Botas, se trata de unas botas.

El tintineo de una cadena, un adorno en sus caderas.

Un paso.

Segundo paso.

Tercer paso.

La distancia entre nosotros era bastante obvia, aún así él se animó a romperla con un par de pasos.

Las risas seguían escondiéndose entre sus labios que se sellaban con perfección refugiante. Avanzaba sin miedo, como si él si comprendiera todo ese efecto, dejando que mi ignorancia me intimidara totalmente.

¿Quién era?; ¿Qué deseaba de nosotros?; ¿Qué necesitaba?

Una silueta de aproximadamente 1.83 metros, tal vez más, comenzó a divisarse. Su negrura era tanta que no me permitió encontrarme con sus ojos, la mirada era fundamental para distinguir a que era lo que me enfrentaba.

-          Ellos no responderán.

¿Cuánto tiempo tenía viéndome ahí? ¿Cómo supo que los estaba llamando para que recobraran su conciencia?

-           Ya están vacios, no tienen nada que te pueda ser útil. -La luz pronto le llegó al cuerpo, aunque fue un tanto sombrío, su rostro pudo ser tocado por rastros de iluminación que le azotaban como si limpiaran cada pedazo de oscuridad.

Así fue como de pronto un joven de piel blanca se paro justo en frente mía; su apariencia de punk, con los pantalones ajustados, las botas desgastadas y un alocado cabello multicolor.

¿Cuántos años podía tener? A lo mucho unos 18, 17 como mínimo. Su cara juvenil le reclamaba como un adolescente loco que buscaba un buen sitio en la sociedad.

Los ojos pequeños, con una elegante forma que le hacía lucir con aires biraciales; incluso su nariz le favorecía para obtener aires de extranjero. La forma tan pequeña de sus labios le creaba un pico que orientaba a la tentación del pecado inmediato. Un menor bastante apuesto, que con la manera en que me miraba estaba seguro que no tenían ninguna intención positiva, además, con el acento invertido creado por sus labios, insinuando agresividad placentera.

-  ¿Quién eres? - No supe cuando es que mi cerebro se programo para realizar la pregunta, ni siquiera la pensé. Estaba tan cautivado por su rostro, no alcanzaba a advertirle como una posible amenaza, se creó un efecto casi hipnótico.

- ¿Para qué lo deseas saber? Igual te dejaré vacio, como a ellos. Espera poco. - De pronto la luz se convirtió en algo bastante agresivo, le recubrió con su manto y termino iluminando el lugar dos focos pequeños de luz azul, dos puntos que resultaban ser los ojos del joven que se marchaba.

Se deslizaba por el suelo, casi como si los efectos de levitación fueran un arte bien dominado por él.

La luz blanca se fue junto con él.

No más claridad.

Solo negro.

Oscuridad.

Me abrazó del mundo oscuro, completamente solo, o tal vez no; de repente unos brazos poderosos, más que los del punk que se me había aparecido pues eran escuálidos; a su vez, estos eran fuertes, no existía la gentileza en su acto a que se ajusto tan perfectamente a mí que parecía querer romperme las costillas, o alcanzar a hacer estallar mi corazón.

Me removí, de un lado a otro. Mi espíritu no alcanzaba a concentrar energía pues toda planeaba irse a mi resistencia corpórea.

"VIVIR, VIVIR, VIVIR".

No podía escapar de esa inminencia invisible, mi morena piel estaría visiblemente morada si la luz estuviera en el lugar, pero no era así. Estaba solo, en el centro, peleando por mi vida, de un lado a otro, sacudiéndome con fuerza pues deseaba que mi nivel tuviera la voluntad de ser activo, si no, moriré.

El dolor me hace gritar, chillar. Mis brazos ya no pueden, mis pies que se despegan del piso por la es fuerza tal que termino por cargarme  ¿pero quién? ¿Quién estaba provocando todo esto?

No puedo.

Mi espíritu se va, se prepara a salir para que mi ser no se destruya y pueda sobrevivir como un humano ordinario. No debe de ser, necesito de mi poder, toda esa energía que me ha costado mantener.

No, no puede ser.

Sigo peleando poco a poco, con discreción y cuidado porque mis fuerzas ya no están para una pelea real, la pelea que definiría el resto de mis días.

Con un último grito los parpados se cayeron, anunciaron mi rendición ante el poderío contrario pues mi debilidad era inminente.

"¡Hey JongIn, despierta ahora!"

El mayor Chen se encontraba sosteniendo mi hombro, sacudiendo con bastante fuerza mi cuerpo para traerme de vuelta al mundo real.

Despabilé en golpe, de un salto abandoné mi puesto ya que la sorpresa del sueño alcanzó la realidad. Todo el dolor, la angustia y desesperación había sido táctil, por poco real. Como si fuera una pesadilla.

Mi respiración agitada, mis piernas y brazos temblorosos; las yemas de mis dedos siendo aplastados entre sí con el poder de mi puño.

Todo estaba en orden, el único que parecía estar perdido era yo; no, los demás estaban aún más pues no comprendían el porqué de mi reacción tan poco natural. Entre nosotros, no siempre se trata de una simple siesta; de pie de golpe, listo 0.para atacar a cualquier individuo que se me acercara.

Nadie mencionó nada pues las miradas aterradas expresaban todo lo que las palabras no serían capaces de demostrar. Algo comprensible, un momento así en el círculo vigilante nunca cargaba un puñado de buenas noticias; cada riesgo llegaba a ser un factor de caos, por más mínimo del que se tratara.

- Por favor JongIn, tienes que contarme de que iba esa visión, sabes bien que no se trato solo de un sueño de tu sector humano.

No me iba bien el ir a beber un poco con mis "coleguitas" del trabajo. Lo único que quería era ir a casa, meditar lo ocurrido y reponer mi fuerza. Descansar en mi cama, en mi mullido y cómodo colchón que siempre rogaba por mi atención. Pero no, ellos prácticamente me obligaron a presentarme. La rendición con el sueño era la mejor opción, ahora me estaba forzando a estar sentado en este puesto callejero fingiendo que tomo trago a trago una cerveza, bastante deliciosa, pero que no representaba un placer en sí para mí.

El curioso de Baek Hyun seguía realizando cuestiones absurdas respecto a la constelación que acababa de pasar en nuestra reunión. 

Nuevamente rodé los ojos, el ponerlos en blanco me ayudaba bastante para controlar mis impulsos y no insultar la inocente curiosidad del mayor que alcanzaba a tener el comportamiento de un infante.

-          Bacon, de verdad no puedo confesarlo. Es sumamente cansado el solo hecho de pensarlo… Mi cabeza explotará.

-          ¡¿Tiene tanto poder energético el solo recordar?! ¡Woah! Eso quiere decir que es algo verdaderamente único, JongIn.

¿Cómo era posible que esas actitudes curiosas no me desagradaran? Al contrario, era bastante relajante cada cuestión que el menor revelaba con su usual naturalidad y entusiasmo. No podía irritarme seriamente con él, nunca lo había hecho, espero que nunca pase.

En muestra de enternecimiento le regalo una delicada sonrisa de lado, apenas un gesto empático respecto a su comportamiento. Deseaba su comprensión, necesitaba de esta para omitir los hechos de aquella visión traumatizante. Me venía a bajo solo con el acto de recordar aunque fuera el mínimo detalle, con el hecho tan simple como cerrar mis ojos.

Ante su mirada atenta, boca semiabierta y rostro confundido, estiré uno de mis brazos para que mi extremidad fuera capaz de revolver su bastante alargado cabello; su melena me odiaba, se notaba por como alejaba la cabeza en cuanto mis dedos le acosaban sin frenesí. Cuanto menos, le escuchaba renegar para después reír, risas sinceras que me brindaban energía vital.

-          Tocino, deja que el mayor se despeje. No debes ser desconsiderado, por favor. –con voz segura y firme se presento el más alto de nosotros. ChanYeol aseveró la situación y ajusto su brazo con segura posesión sobre las caderas sentadas del menor.

Halló conveniente el dirigir primero su mirada a la pareja, mientras que en consecución la fue para mí. Su elegante sonrisa pausada y tranquila ayudo a eliminar el interrogatorio infatil. Él en ocasiones me daba miedo, en otras, verdadera relajación; euforia pura con un parpadeo, mientras que con el otro, generaba angustia sin pudor. Sí lo que necesitabas en tu vida era un abanico extenso de emociones, ChanYeol era lo ideal.

Le conocí antes que a BaekHyun, me pareció atractivo debido a su joven alma. Un espíritu libre y vivaz; su energía señalaba que no necesitaba absolutamente a nadie, era de esos seres que vinieron al mundo para existir sin una mitad, sin pareja que le acompañara en sus días sobre el universo. Toda una envidia, porque a pesar de que no lo necesitaba se tomó el tiempo de enamorarse de modo entregado al más joven. No era indispensable que se encontrara con esa alma y aún así él se abrió para tener una relación en regla, bastante irreal para los del ejército.

Yo, en cambio, necesito otra mitad pero no tengo deseos de buscarle, de compartir  mis momentos de paz. El poco tiempo libre que me queda es solo para mí, no debe de ser compartido con nadie. Me encanta la soledad, no tengo porque negarlo; el reposo es un premio delicioso con nuestro ritmo de vida, así que al estar con algún compañero toda el aura de relajación se entorpece y al final nunca alcanzó a rellenar mi ser energético.

De verdad, he intentado buscar a la persona que me pudiera complementar, intentos que siempre son fallidos, por obvias razones.

Sin embargo, aún con mi resistencia, mi alma indica que necesito de la compañía de algún ser que la complemente. Los humanos comunes le llaman “tu otra mitrad”; “alma gemela”; “media naranja”; etc. Le ponen nombres demasiado ridículos como para recordar cada uno de ellos.

Quiero  estar solo pero que lamentablemente no puedo, no debo.

Es sencillo, en el universo se tienen tres tipos: los que necesitan estar con alguien pero no lo logran, los que necesitan su complemento y son correspondidos por la otra mitad, después quedan los que son como yo, los más “amargados” del mundo.  

Complejo, demasiado, pero el mundo de las almas lo es. Ya sean humanas o sobre humanas, son en extremo complicado, al grado de la locura; incluso tenemos una orden de más de 150 estudiosos  dedicados a la protección del campo de las almas. Tan solo 150, a lo largo de 500 años. Son de los más respetados de nuestra naturaleza, los más poderosos,  lo más inteligentes… ah, por igual son malditamente arrogantes. Una verdadera lástima, tanta fascinación se arruina fácilmente.

-          Deberías compartirlo, sino te comenzará a comer tu energía, lo que es mucho peor. – MinSeok de modo constante sacaba su lado autoritario. Termino de hablar y le dio un largo trago a su cerveza para conseguir guardar prudente silencio.

Decirlo resultaba sencillo, nada del otro mundo; sin embargo, me era imposible hacerlo. Sé que debo de explicarlo, recordar todo y sacarlo para que así la energía no cuelgue nada, así no tendré pena alguna. Sé que debo hacerlo, lamentablemente no puedo, es complejo, duele.

Con un elegante movimiento de cabeza le entregué una negativa, el movimiento de mi cuello le dio a entender que me encontraba bien, lo estaría sin duda alguna.

Además, aunque ellos no lo supieran, no era la primera vez que me topaba con un hecho como este. Estaba completamente seguro que ese rostro, ese cuerpo, esos cabellos multicolores ya los habían topado en otro lugar, quizás en otro momento de mi vida, quizás en una reencarnación, no lo sé; de todos modos, estaba absolutamente seguro que conocía esa presencia.

Agité mi cabeza, apretando mis parpados como si así alcanzara a tener un pensar más claro. Meneé mi cabello en ese intento y terminé por agitar mi ya alargado cabello; mi fleco rebelde se me echo en la frente, desacomodando su arreglo casi perfecto. En una intención de arreglarlo, acomodé mis dedos como si fueran un cepillo y le eche para atrás de una sola onda.

-          Estoy demasiado cansado, quiero ir a casa. – esa fue la respuesta que le otorgue a mi audiencia fraternal permaneciendo con mis ojos bien cerrados.

-          Te puedes ir, para que repongas un poco de energía. – se notó que MinSeok por igual estaba un tanto fastidiado, él no contaba con la misma paciencia con BaekHyun como la que teníamos el resto. Con el último trago a su bebida y sin voltearnos a ver si quiera, se levantó del puesto con su porte arrogante.

Una de sus manos se dedicó a escudriñar dentro de su bolsillo para sacar el dinero que sería la parte de su pago para la noche. Le vimos atentos cada uno pues sus movimientos siempre llamaban a los ojos; a pesar de que nos tratara como su sirviente, como sus inferiores (aunque lo así sea en realidad) seguíamos con él. Lanzó el billete, se despidió solo con un saludo de imitación a los altos cargos de la milicia y se marcho. No palabras, no espera, no pausas, así es MinSeok.

Le seguimos su caminar hasta el final de la cuadra, viendo esa silueta media con chamarra de cuero que ahora presumía escapadas de humo, humo del cigarrillo que siempre consumía al estar alejado de terceros.

-          Él esconde algo, últimamente se va muy temprano de todos lados, e incluso pasa mucho tiempo solo diciendo que quiere estar en casa. Algo tiene entre manos, estoy seguro.

El joven tocino afirmaba siempre las cosas que para nosotros eran obvias, lo hacía como si fuera el único en percatarse de las situaciones. Todos ya sabíamos de la relación del superior Chen con Seok, la pareja del año; el dúo que intentaba disimular su amor pero que descartaban la obviedad que nos brinda la sobre naturalidad de nuestras almas.

Con un alzar de cejas en modo de desdén, respondo a la afirmación con tanta convicción. Él mostraba demasiado interés y yo, el más mínimo. No es como sí me fuera de relevancia que mis compañeros tuvieran relaciones, simplemente no es tema de mi atención.

La botella de cristal estaba medio llena, así le deje en la mesa; no se trataba de un desprecio, solo que el ánimo no estaba en su estado ideal para culminar con el líquido, menos con un segundo contenedor.

-          Creo que por igual yo les dejo. – el cuerpo pesado con el que tenía que lidiar, me puse en pie para imitar la acción de sacar mi parte de la paga; en este caso, de mi cartera pues me agradaba que todo estuviera organizado.

-          ¡Pero JongIn, debes contarnos! – la insistencia del joven no tendría paro, acentuó su desagrado al alzar la voz y golpear la mesa, cual infante llorón. Era un verdadero chiquillo inquieto que necesitaba tener la atención de todos.

El más alto le acariciaba su lomo para que la comprensión volviera al cuerpo del menor y dejara de llamar la atención del resto de la clientela callejera.

Le regalo una media sonrisa, una nueva revoltura de cabello y sin más, salgo de las lonas colgantes que nos separan del exterior. Estar rodeado de las personas, mientras lo único que necesito es descansar y fumar, me estaba matando; lo peor es que mis cuerpo lo demostraba, al reflejarme en la ventana de un auto noté mi apariencia enfermiza: pálido, labios resecos y las ojeras vivas.

Calle tras calle, frescas pues el otoño está entrado con fuerza, era tanta que parecía que el invierno sería mucho más rudo.

Un escalofrío climático me hizo sacudir, encoger mis hombros y terminar por acurrucarme mejor en mi abrigo de cuello alto. Debería de comer un poco de azúcar, la debo tener baja. La solución era…

 Comprar un café,

un pan,

tal vez un chocolate caliente.

Sí, uno instantáneo del autoservicio cerca del edificio de mi hogar.

Sí, eso necesitaba.

Cada paso era como si estuviera haciendo ejercicio, como si cargara unas pesas en mis tobillos; era como si me encontrara en un arduo entrenamiento de artes marciales especial digno de alguna caricatura japonesa; esas animaciones que de pequeño, cuando estaba completo, me llenaban de dicha al ver como el mal siempre cae ante las acciones poderosas del bien. Esa ilusión nunca debió morir, nunca debí dejar de creer, menos dejar de sentir la felicidad de ese entonces. Tuve hermosos momentos, mi familia me adoraba, mi madre y padre me apreciaban pues después de tener a una niña, añoraban un varón. Me recibieron con brazos abiertos y tuvieron que dejarme ir, alejarme del lecho materno para tomar la posición que el destino me dio desde hace siglos. Me hubiera quedado como niño, con otra alma para así tener otra vida, más sencilla.

El arrepentimiento no tiene sentido ahora, el coraje mucho menos. Ahora tenía que concentrarme en mi energía.

El recorrido de cuadra a cuadra no fue tan pesado al distraerme con las diversas auras de las personas que caminaban en la populosa calle. Una mujer multicolor, un pequeño resplandeciente de un color azul ligero, cual cielo de primavera. El verle con esa energía me provocó sonreír; en efecto, mi debilidad son los pequeños.

Algún día seré un padre orgulloso de muchos pequeños, muchos para mí es la significativa cantidad de dos. De preferencia gemelos porque lo mejor siempre viene en más de una versión o sentido. Es por ello que necesito pareja, solo para complacer a mi lado humano y complementar mi existencia como debe de ser.

En cada respirar, se llegaban a escapar al menos tres suspiros, breves y un tanto alargados. Se escapan minutos de mi vida, dicen por ahí.

La iluminación exagerada del local me fue de ayuda para despertar un poco y ubicarme. Tomó con confianza el asá, abro la puerta y entro al lugar que estaba totalmente solo, muy tranquilo con apenas una melodía de ascensor de fondo para amenizar el lugar sin afán de incomodar. La cajera del turno de noche no se encontraba demasiado interesada con mi llegar, ni despegó la vista de su celular; su concentración era tristemente épica.

Recorro el lugar hasta la máquina de chocolate, tomó un vaso y apretó el botón para que este salga. En respuesta del acto, solo sale vapor, ni una sola gota de color café claro se rindió dentro del contenedor. No salió nada.

Justo cuando me di la media vuelta para preguntar si estaba en funcionamiento adecuado la máquina, la empleada ya estaba con su mirada vigilante en mí.

-          Lo siento, señor, le acabo de recargar. Espere unos cuantos minutos, por favor. - su voz chillona e infantil fue tan rápida, ansiosa por volver su atención al hipnótico móvil.

Sin embargo, el silencio fue demasiado efímero pues cuando ambos nos volteamos, una pandilla de adolescentes entró de golpe por la puerta principal. No fue con actitud ruda o brabucona, su intención era de mofa, se reían entre ellos y saltaban por el lugar con seguridad sorprendente. Se abrazaban al andar, se empujaban y codeaban; las risas a carcajadas no hacían falta, así como las desinteresadas caminatas libertinas. Eran unos parranderos, chicos fiesteros con pinta de estrellas de algún espectáculo de rock; jeans ajustados, botas de obrero, aunque alguno llevaba tenis para más comodidad. En total pude contar más de 5, en exactitud, eran 7. Todos hablando chino, con fluidez ya que decidieron que el resto del mundo no era digno para entenderles.

Trotaban por los pasillos, asustaron a la joven pues guardo su teléfono en uno de las bolsas de su bata de trabajo. Yo, por otra parte solo me dedicaba a observarles por el rabillo del ojo para notar cada de su movimientos, de este modo no perdería la caída de mi bebida.

Pasos rápidos, un trote esbelto que apenas y tocaba el suelo a pesar de las suelas pesadas de sus botas.

Cadenas, cadenas de adorno en el pantalón.

No, no puede ser.

De pronto el elegante pisar se hizo uno pesado, con el ruido de las suelas por completo en la superficie. 

Sí, conozco ese sonido.

Es él.

Es el mismo.

Con poca elegancia, en total defensa, me doy media vuelta para encontrarme con ese demonio hecho humano. El cuerpo delgado de un adolescente que ahora está sin su bandada por igual me observo, fijamente, con asombro ya que mi sorpresivo girar era digno de un atacante.

El cinismo se hizo sonoro; un par de carcajadas, idénticas a las de mi sueño. Es él, ahí, parado frente a mí con inusual confianza.

-          Hey, tranquilo anciano. No eres el único que quiere lo caliente por aquí. – era su voz, una con tintes nasales que no se podría confundir con nada en el mundo dado a su peculiaridad. Pasó delante de mí en cuanto termino de hablar para pasar rumbo al aparato expendedor.

No pierdo la oportunidad de hablar para defenderme, además de que este joven insolente me hablaba de modo informal y robo mi puesto en la fila, que solo se componía de dos personas. Me hizo a un lado, le importaba poco que yo me encontrara en la habitación, que nuestra edad fuera obviamente diferente. Es más, en cuanto él se puso firme frente a la máquina el líquido cayó como por arte de magia en el vaso. El chico no era normal, a las pruebas me remito.

Tapó el recipiente térmico para evitar accidentes, con elegancia, como si eso fuera suyo; iba a dar media vuelta, me iba a anunciar que lo lamentaba pero por las prisas tomó mi bebida… No lo hizo, simplemente se giro, dio media vuelta y se fue a seguir la fiesta con el resto de su pandilla brabucona haciendo su alboroto incomodo para la sociedad. No me miro, no se disculpo, es más, ni siquiera pagaron por lo que se llevaron.

No me puedo esperar, no puedo rendirme pues es él el que atormenta mi existencia.

A cual galope desesperado, inicio un trote ágil hasta la salida, empujando la puerta que me separaba con la calle; no eran pasos normales los que daba, se trataban de verdaderas zancadas deportistas con desespero.

Todo esto fue para que cuando llegara a la calle, no encontrara nada, casi como si aquellos muchachos fueran no más que una nueva ilusión, un juego de mi mente ansiosa.

Olvidé por completo mi fatiga, ahora solo movía mi cabeza de un lado a otro con frenesí; era él, en el mundo real, estuvo frente a mis ojos de manera física.

 

 

¿Qué demonios estaba pasando en el mundo?

 

¿Acaso ya no es solo MI mundo? 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Es pesado y aburrido? 
POR EL MOMENTO DEJARÉ DUDAS PARA QUE SE ACLAREN CONFORME SE DESARROLLA LA TRAMA. 

Espero que este por fin lo pueda terminar, no como los que he dejado de SHINee en mi otra cuenta. 


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