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RENDICIÓN DORADA por Anmilepe

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Notas del capitulo:

Hola, Angie reportandose

Lamento mucho la demora y pero tenia mucho trabajo que hacer. Pero lo bueno es que el capitulo ya esta listo, asi que sin más que decir, les dejo leer

Atentamente

Angie

Nevaba. Escamas suaves y ligeras giraban maravillosamente en el aire, aterrizando sobre la capa de lana de Sasuke y sobre su pelo de ébano en formas exquisitas y delicadas.

Se encontraba cansado por la pesada cabalgada y por el frío, pero la nieve comenzó a caer justo cuando alcanzaron la última colina antes de las dunas y los valles de Tara, y su tacto apacible de algún modo combinaba con el entusiasmo de acercarse a casa y con sus animados espíritus.

 Él miró fijamente a través del terreno y sobre los trabajos que se realizaban en la tierra alrededor de Tara, vio la silueta de un hombre. Sus ojos se estrecharon mientras los ruidos de los cascos de su caballo continuaban con su pisada monótona. Acercándose cada vez más, miró al hombre, despertándose una conmovedora emoción en su sangre. Él cabalgaba alto y derecho, aunque su pelo eran muy gris. Su semblante era muy orgulloso, pero maduro y arrugado con los cuidados y la sabiduría de los años. Su cara está tan delgada, pensó, con un dolor agarrándose a su estómago.

De repente clavó los talones en los flancos de su yegua, dejando a los demás atrás con una explosión de velocidad. La nieve y la tierra se arrojaban tras su estela mientras él volaba a través del espacio que los separaba.

Fugaku observaba mientras su hijo se acercaba a él, y su viejo corazón parecía que se hubiera parado para luego darse a la fuga en reverberaciones nerviosas. Esto lo dejó de nuevo asombrado ya que era su doncel, con su gracia infinita y su exquisita belleza. Como un cuadro de sueños plateados mientras cabalgaba, como uno con su caballo, los delicados copos de nieve se mezclaban como gotas de diamantes con el ébano de medianoche de su pelo.

 Acercándose a él ... acercándose a él. Él miró su cara con inquietud mientras Sasuke se acercaba, temeroso por la incertidumbre. Él quiso abrazarlo entre sus brazos como el hijo que fue no mucho tiempo atrás, y el terror del rechazo le impidió estirar los brazos. Como si él fuera un ahogado, su vida pasada se materializó delante de él. Sasuke, dando sus primeros pasos hacia él con sus piernas tambaleantes, Sasuke volando sobre sus delicados pies para ser el primero en abrazarlo cuando volvía del campo.... Y siempre la emoción de la noche en sus ojos.

El caballo se frenó delante de él y el doncel saltó desde la grupa de la yegua. Con vacilación él encontró sus ojos. Apenas vio su esplendor antes de que lanzara su cuerpo delgado entre sus brazos, y aunque Fugaku había estado serio, de repente, comenzó a temblar.

—    Padre, — susurró Sasuke

Un par de lágrimas traicioneras se deslizaron de sus ojos a sus mejillas mezcladas con las delicadas escamas de nieve, sabía que había sido perdonado...

 

 

 Menma inspeccionó la mesa y el suelo con sardónica diversión. Hoy Hinata le había dado a kiba una sana y berreante hija, y los Vikingos, preparados para divertirse con cualquier excusa, habían pasado la tarde entre juergas y canciones, con una buena sesión de mujeres, donceles y bebida. Un número importante de sus hombres se habían ido tambalenado hacia los establos o hacia las habitaciones, pero otro número importante se encontraban en el mismo sitio en el que habían caído al suelo. Un brazo estaba tirado sobre la mesa cerca de él. Él lo recogió y lo dejó caer una vez más, como si fuera un peso muerto, pero el hombre simplemente se escoró con un gemido para descansar más seguro. Menma rió suavemente y agotó el último sorbo de su cerveza, pensando en su hermano. El Zorro había bebido con sus hombres, pero ninguna cantidad de cerveza pareció aliviar su tensión meditabunda. Menma sonrió abiertamente otra vez. El Zorro había encontrado la horma de su zapato en un irlandes y parecía que no había entendido este hecho aún. Cuanto más hacía que se había marchado, peor se volvió su carácter. Estamos todos tontos, reflexionó. No vemos cuando somos conquistados. Pero su hermano Naruto lo había hecho bastante bien. Dubhlain prosperaba en paz y armonía entre su Virrey y sus habitantes irlandeses. Los sótanos de Naruto estaban llenos de carne, grano, hidromiel y cerveza; sus campos fueron plantados por manos dispuestas, sus ovejas y el ganado estaban bien atendidos. Él era un hombre poderoso, y más. Era astuto. Sabía cuando hacer la guerra y cuando buscar la paz. Se ganó el respeto y la lealtad de la realeza y reinaba.

Menma echó un vistazo bruscamente a las pesadas puertas del salón cuando se abrieron de golpe. Su hermano entró, bastante sobrio, con el humor de una multitud de nubarrones soltados por los dioses.

Naruto echó un vistazo buscando a Menma con amargura, mientras llegaba al hogar y se colocaba de pie ante el fuego, calentando sus manos.

—    ¿Qué, hermano? ¿Todavía estás derecho? ¿Y solo? Observo que algunas criadas pueden llegar a dejar Dubhlain cuando te marches.

Menma rió en silencio, tranquilo.

—    Hermano, hay noches en las que decido ser solo un observador. Sólo hubo uno con valor para capturar mi corazón dentro de este salón, y ¡ay!, fui condenado a llamarlo hermano.

Naruto gimió con impaciencia, frotando sus sienes con los dedos.

—    Parece que él ha tomado tu corazón, hermano.

Menma se encogió.

—    ¿Y el tuyo?

—    No entrego mi corazón. Lo hice así una vez, y el dolor del resultado fue peor que un hacha danesa.

—    Sakura está muerta, Naruto. Tú vives, y también lo hace tu bello irlandes.

—    Si—,  Naruto refunfuñó amargamente—. Un bello irlandes. Los acantilados son hermosos, hermano, como lo es el mar, y ambos son traidores.

 Menma firme y estirado, empujó a un hombre que estaba a su lado con el pie.

—    Naruto, has demostrado ser un gran príncipe, el más poderoso de los guerreros, y el más competente de los reyes. Eres poderoso, y conoces tu fuerza, y aún asi siempre has sido misericordioso con dicha fuerza. Tienes una capacidad con visión de futuro para perdonar a los que se han equivocado, y la capacidad de devolver lo que has tomado. Eres cuidadoso y legal. Y aún asi parece, hermano, que has condenado al mayor corazón de todos los que has conquistado, sin pensar con justicia. Para construir, para soñar, tienes que verte desde fuera. No tienes ningún miedo en la batalla cuando te juegas la vida, pero en la vida misma, hermano, creo que tienes miedo. Apuesta de nuevo, hermano. Juzga otra vez como lo haría el rey de los zorros, no como marido. Echas de menos a tu esposo. Ve a él. Tráelo de vuelta.

Naruto miró fijamente a su hermano con una furia contenida mientras le inspeccionaba, y aún así, Menma no temió su ira. Como él había hablado, Naruto era un hombre de justicia; no buscaría venganza contra la verdad.

—    Hermano — habló finalmente Naruto con frialdad—. ¿El mar no te llama aún? ¿No es tiempo de ser un Vikingo otra vez?

Menma puso una mueca triste de arrepentimiento.

—    Asi es, Zorro. Pero yo había pensado que quizás requerirías mi presencia aquí mientras emprendías un viaje. Kiba podría ayudar si Dubhlain fuera atacado en tu ausencia...

Naruto abrió su boca para hablar, pero calló, y miró fijamente hacia las llamas del hogar una vez más.

—    Si, hermano, tengo la intención de viajar y traerlo a casa. Mi hijo nacerá en la fortaleza Vikinga de Dubhlain.

Menma no dijo nada más, pero sonrió cuando dejó el salón para abandonar a su hermano a sus pensamientos e imágenes dentro de las llamas.

 

Hacía frío, pero Sasuke estaba calurosamente vestido contra la frialdad del aire. La capilla estaba agobiante, y esta mañana sus rezos habían divagado continuamente. Sobre sus rodillas con su espalda recta mientras el sacerdote hablaba monotonamente sin cesar, él estaba desconcertado, y lo aguantó sólo por su madre. Si existía realmente un cielo, su hermano y Neji estarían allí; sus pecados habían sido sólo pecados de juventud. Si Dios existía, él daría la bienvenida a tales hombres sin importar que hubieran dicho o hecho otros en sus nombres.

 

Inhaló bruscamente el aire de la mañana sonriendo tristemente mientras miraba fijamente hacia las casas del valle delante de él. Realmente amaba Tara. Bajo la manta ligera de pura nieve blanca, parecía incluso más real y brillante este lugar de reyes. Nunca en su vida podría olvidar Tara, o dejaría de pensar en ella como su querida casa de la niñez. El rio donde había jugado, las cuestas esmeralda donde había luchado y había enredado con sus hermanos, el Grianan donde se había sentado tantas veces con Mikoto, tratando de aprender a hacer pequeñas puntadas limpias, mientras los dedos del pie golpeaban el suelo con impaciencia pensando en el vasto mundo de allí fuera.

 Se alegraba de haber vuelto. Había ansiado ver a su madre, y Mikoto parecía muy vieja y ojerosa por su pena. Sasuke sabía que su presencia había sido como una poción curativa para ella. Fue capaz de refrenar su dolor y su pasado cuando se preocupó por el embarazo de su hijo. Sasuke sonrió ligeramente. Era un tiempo maravilloso. Mikoto necesitaba desesperadamente gastar su amor y su energía en sus instintos maternales, y Sasuke no podía por menos que disfrutar de las caricias y mimos, tan gentiles y tiernos para su alma magullada.

 Pero de todos modos, lo más importante de haber vuelto a casa había sido ver de nuevo a su padre. La ruptura entre ellos había sido insoportable para ambos. Ver su cara iluminada con una sonrisa fue un premio por el que habría caminado trabajosamente por montañas y valles hasta alcanzarlo; el saber que él había aliviado su corazón fue un puro bálsamo para si mismo. Había pasado incontables horas con él desde su llegada, tiempo de un amor tan grande y conmovedor que podría almacenarlo dentro de su memoria para todos los años venideros.

Sí, estaba contento, muy contento, de haber vuelto.

Y aunque había vuelto a casa, había vuelto a experimentar otra vez una pérdida dolorosa, una añoranza nueva. Aunque éste era el lugar de su niñez, Dubhlain se había convertido en el hogar del Sasuke doncel. Los grandes edificios de piedra, las cuidadas aceras de madera, el enorme gran salón donde las comidas comenzaban con la presencia de los reyes, la habitación en lo alto de la escalera, con el calor rugiente del hogar ... y su marido. ¿Cuántas noches había estado él allí solo? ¿Y cuántas con él a su lado, un gran consuelo en las horas de la noche, tanto si el doncel lo hubiera recriminado a él como si no? E incluso solo él sabía que reposaba en su cama, y esto en sí mismo le proporcionaba comodidad. ¿Estaría Naruto alguna vez estirando sus brazos a través de la sábana dónde él debería estar y soñaría que lo agarraba, o imaginaba al despertar que él podría estar allí, a su lado, a lo largo de todo su cuerpo con su pelo enredado? – se preguntaba.

Con sus pensamientos, Sasuke se dio la vuelta hacia el noreste, como si pudiera ver hacia atrás en el tiempo y en el espacio a Dubhlain. Sonrió pensando en el mensajero que había traido noticias de la hija de Hinata. ¡Cómo lamentaba no haber visto a la hija recién nacida! El mensajero había estado dubitativo al principio de divulgar más información sobre el nacimiento, pero para el júbilo de Sasuke, había ido profundizando en más detalles, atrayendo una risa alegre cuando se enteró como el gigante kiba había llorado con lágrimas de felicidad y se había emborrachado completamente aquella primera noche.

La risa de Sasuke se apagó cuando recordó que el vikingo que llevaba las noticias se había ruborizado lamentablemente cuando le preguntó si traía alguna palabra de Naruto. No, no traía ninguna palabra.

Sasuke se giró sobre si mismo cuando oyó pasos detrás de él de repente. Rápidamente volvió a sonreir de nuevo, ya que su padre venía hacia él. Le había mentido con risas de placer en su cara y dolor dentro de su corazón cuando le aseguró que todo estaba bien, recordándole.

—    Soy el hijo de Fugaku Uchiha. Siempre haré mi camino y encontraré mi propia fuerza.

Su padre rió a cambio antes de comenzar a regañarlo.

—    El día se vuelve más frío, hijo. Déjame llevarte a casa para que te puedas calentar cerca del fuego. No queremos que sufráis ningún daño ni tú ni el bebé.

Sasuke aceptó el brazo de su padre con obediencia en el exterior y una mueca en su interior. Naruto no lo podría haber enviado con unos guardianes mas cuidadosos que sus padres. Ellos lo cuidaban con un fervor más leal que un par de halcones de invierno.

—    Tus manos están heladas — lo regañó Fugaku.

Sasuke se rió.

—    Padre, estoy bien. En absoluto helado.

A pesar de sus palabras, Fugaku deslizó un brazo alrededor de él y lo abrazó muy cerca

—    Si, Sasuke, te ves bien. Te pareces a tu madre en esto. Con cada niño que ella llevaba, se veía más encantadora, y no hubo un día en el que se sintiera enferma.

—    Entonces me alegro sinceramente de parecerme a mi madre — contestó Sasuke—. Me encuentro torpe, y a menudo somnoliento, pero nunca mal.

Ellos anduvieron en un silencio amigable por un rato, pero cuando se acercaron a la casa dentro del valle, Fugaku se paró. Miró a Sasuke pensativamente, y se preguntó de repente cuantos aseveramientos de su estado de bienestar él creyó.

—    Mirabas hacia Dubhlain, hijo, — él le dijo melancólicamente—. ¿Qué pensabas?

Sasuke forzó un encogimiento alegre.

—    Nada importante, Padre. Pensaba en Hinata, supongo. Estoy ansioso de ver a su bebé.

—    ¿No deseas ver a tu marido?

 Otra vez Sasuke se encogió.

—    Él no permanecía mucho en casa cuando me marché, Padre. Tenía mucho trabajo que hacer, y a la familia dentro de casa. Si puede asistir al Fais, él vendrá dentro de las próximas semanas. Pero quizás no pueda ser capaz de hacerlo. La guerra lo ha mantenido dentro del edificio que es su sueño y su objetivo—. No podía decirle a su padre que creía que Naruto no vendría debido a él. Estaba pesado con el niño ahora; era de poco uso para las pasiones que exigían un cuerpo ágil y cómodo. Aunque sus palabras hubieran devuelto esperanza a su corazón, estaba convencido de que Naruto todavía creía que él era el peor de los traidores.

Fugaku bajó sus ojos. Él hizo una pausa durante varios momentos antes de hablar

—    Él vendrá a ti, Sasuke. Es un hombre que querrá que su hijo nazca en su casa—. De nuevo hizo una pausa, y de pronto sus brazos, tan fuertes en la batalla, tan cariñosos ahora, estaban alrededor de él mientras lo abrazaba contra su pecho, su hijo otra vez—. Tengo miedo por ti, Sasuke. Hiruzen susurra sobre peligros que no puede identificar. Él no puede ver ....

Una frialdad azotó a Sasuke, pero se forzó a soltar una risita.

—    ¿Padre, qué peligros? ¡No puedo meterme en ningún problema, ya que no puedo correr, y debo andar como un pato cuándo ando! ¡Esté aquí o allí, seré un nuevo padre pronto, ocupado con un hijo!

Sus palabras parecieron revelar algo a Fugaku.

—    Ten cuidado, Sasuke, ten mucho cuidado, mi querido hijo. Las palabras de Hiruzen muy a menudo están llenas de sabiduría.... — Fugaku lo liberó de repente, encogiéndose un poco con vergüenza—. El viejo Druida estaba aquí, ya sabes, esperando para verte.

Sasuke frunció el ceño.

—    ¿Estaba aquí? ¿Por qué se marchó sin hacerlo?

Fugaku se quedó mirando hacia la tierra, y por su edad, Sasuke pensó que se parecía un poco a un colegial errante.

—    Estuvimos como dos viejas ardillas, discutiendo constantemente. Él continuó su camino, ya que nosotros dos preocupados, parecíamos ancianos malhumorados de verdad.

Sasuke inclinó su cabeza atrás y se rió, pensando en su padre y en Hiruzen, viejos amigos, combatiéndo con ingenio y sabiduría.

—    Supongo — dijo a su padre alegremente—,  que veré a Hiruzen bastante pronto. Lo conozco bien, y sé que él vendrá para ver al niño — Se interrumpió de repente, reteniendo el aliento y sin moverse, mientras el bebé le daba una feroz patada.

—    Sasuke, ¿Qué te pasa? — exigió su padre con inquietud. Otra vez él se rió, agarrando la mano de su padre.

—    ¡Siéntelo, Padre! ¡Tu nieto se mueve! Fuerte, campechano y decidido. Era con mucho una patada irlandesa, ¿No lo crees, Padre?

Fugaku se rió con él.

—    No olvides la fuerza de su padre —, él lo advirtió suavemente.

Fugaku condujo a Sasuke delante de él por el salón, mirando hacia el cielo y rezando silenciosamente: haz que su hijo sea varón, Dios, ya que soy demasiado viejo para preocuparme por la fuerza de otro doncel como mi hijo.

Sasuke diligentemente se comió el caldo que su madre le había preparado y se escapó al aislamiento de su habitación. Era segura y caliente, y se cambió con un fino vestido holgado para sentarse delante del hogar. Abrazó sus rodillas, intentando calmar el persistente temor de que Naruto nunca vendría. ¿No estaría él mejor? ¿Criando a su hijo como un irlandés dentro de las tierras más regias de la isla? ¿Rodeado por los que lo aman, y que ya amaban a su hijo?

Esto nunca pasaría, pensó, palideciendo ligeramente a pesar del calor del fuego. Naruto quería ese niño... si, el niño era todo lo que él realmente quiso. No, él vendría. Eventualmente.

Colocó la barbilla sobre sus rodillas. ¿Cómo se entretendría? se preguntó. Sin duda habría veces que se alegraría de estar libre de él. Él podría buscar algo más animado, un juego de oportunidades, y él lo había dejado solo, libre de hacerlo sin reproches.

Ya no lloró como había hecho tantas veces. Lo amaba tanto que el amor era una parte de él, de su mente, de su alma, de su corazón, de cada poro. Pero no podía darle aquel amor. Todo lo que podía ofrecerle era una rígida dignidad, por su orgullo y por él mismo no podía negociar, para no perder y, en la pérdida, no tener nada, incluso la determinación que era lo que lo mantenía. No, a no ser que su sueño se volviera realidad

Como un niño, él cerraba sus ojos e imaginaba a Naruto, abierto y vulnerable, con la única debilidad de su amor por él. Suspiró y parpadeó. Las fantasías eran para niños. Él no podía permitirse añorar lo que nunca sería. Todo lo que podría hacer era rezar para tener la fuerza necesaria para vivir su vida sin importar lo que encontrara en el camino.

Al menos tendría a su hijo. Los instintos que crecían dentro de él lo sorprendieron, y por cada patada diminuta soltada contra él, más amaba la vida que llevaba en su interior. Su hijo... su hijo.

Tembló de repente cuando recordó como se habían separado. Los destellos de aquella pasión habían vuelto a él a menudo, dejando sus sentidos débiles y tambaleantes en medio de cualquier acto, ya fuera cosiendo al lado de su madre o, de manera absurda, arrodillándose sobre el duro piso de la capilla.

No importa, convenciéndose a si mismo sacudiendo su cabeza. Lo saludaría noblemente, con serenidad, con gran dignidad, con su mejor traje oculto con su capa de lana con bordes de piel de zorro, su pelo cuidado con esmero y suntuosamente engalanado con joyas. Podría ocultar su bulto torpe detrás de la pared de galas reales.

Cerrando sus ojos distraídamente con aquella visión, trató de planear las palabras que diría. — Bienvenido a Tara, mi señor de Dubhlain. Ten por seguro que tus necesidades serán satisfechas en todo dentro del reino esforzándonos por la excelencia del servicio y el arte...

Sus sueños fueron rudamente interrumpidos y sus ojos se abrieron cuando escuchó una conmoción leve en el vestíbulo detrás de su puerta. Sasuke frunció el ceño, a punto de levantarse, pero para su asombro, la puerta, de repente, se abrió de golpe.

Parpadeó una vez, porque seguramente era imposible que él estuviera allí. Sasuke lo había imaginado, y su fantasma había aparecido. Pero cuando sus ojos se ensancharon una vez más con incredulidad, se dio cuenta de que en verdad Naruto se encontraba delante de él.

 

Él llenó su pequeña entrada, con las manos sobre sus caderas, sus piernas separadas, su capa real azul luchando contra el nórdico feroz azul de sus ojos por la supremacía. Su pelo estaban muy bien recortado y sus rasgos como el rugoso granito mientras lo localizaba rápidamente. La insinuación desnuda de una sonrisa tocó la plenitud de sus labios cuando sus ojos lo vieron ante el hogar.

Sasuke tembló con el repentino regocijo cálido de su presencia y por la consternación. Vestía con un esplendor real que no necesitaba ningún escudo de dignidad, y él, que debía parecer como un niño desamparado...

 Y lo estaba. Parecía como un duendecillo de madera, pensó Naruto. Sus pies estaban desnudos y metidos debajo de él, su pelo negro como una  espléndida capa, y sus grandes ojos, sorprendidos, eran como la fresca belleza de una noche de verano. El delgado vestido blanco que llevaba le reveló más de lo que ocultó, y una oleada de emoción como no había experimentado nunca le llegó al corazón. Quiso correr y abrazarlo con cuidado, tocar su vientre con ternura debido al niño que crecía dentro de él. Pero de repente no pudo. Se quedó congelado en la entrada, pensando que seguramente lo rechazaría con una fría cólera helada y soportaría su toque con rigidez y desdén.

Su lengua parecía que había sido atada dentro de su boca. Él había venido de lejos, y de repente, con una debilidad inoportuna, el Zorro no podía moverse más alla.

Sasuke a toda prisa se puso de pie, ruborizándose por su desaliño. El discurso que había planeado con cuidado se marchó como el viento y las palabras que vinieron a sus labios fueron ácidas.

—    Mi señor, has entrado en una casa real irlandesa. Aquí es costumbre llamar a las puertas en vez de entrar sin permiso.

 El tono de su voz le dio poder para moverse y él dio un paso dentro de la habitación, cerrándo la puerte trás él mientras levantaba su dorada frente burlona.

—    Seguramente, hasta dentro de las casas reales irlandesas, la puerta del esposo es del marido. Pero si este no es el caso, perdóname, pero el hábito nórdico es, por lo general, entrar directamente. Probablemente es porque estamos más acostumbrados a la invasión, y carecemos de los manierismos más distinguidos. Pero en este caso, el mismo rey irlandés me trajo hasta aquí y me ofreció todas las entradas de su casa.

Sasuke vaciló silenciosamente sin palabras, incapaz de hablar mientras Naruto se acercaba despacio hacia él, sin ocultar su evaluación.

—    Estoy muy sorprendido de verte — se burló, refrenando sus palabras cuando Naruto lo rodeó y él procuró mantener sus ojos cerrados—. El Fais no comienza todavía y las responsabilidades en Dubhlain deberían ser más entretenidas.

Él hizo una pausa, y Sasuke rezó porque él no viera como sus ojos se daban un festín sobre él, como su espíritu se levantaba ante su olor y su proximidad. Él tocó su cara, y el roce de su mano callosa era apacible, y apacible aún cuando él rozó su voluminoso vientre. Él frunció el ceño ligeramente, y Sasuke retuvo su aliento con nerviosismo, demasiado obligado a separarse del toque que él había tenido muchas ganas de sentir.

—    Me temo que viajaremos a casa antes del Fais —, dijo él con un pesar que el doncel reconoció asombrado que era verdadero.

—    ¿Por qué? —susurró inquietamente.

—    El bebé

—    No lo espero hasta dentro de dos meses —, protestó demasiado rápidamente.

—    Fue un error por mi parte permitirte venir —, dijo él tranquilamente, dejando caer sus ojos a la mano que descansaba sobre su vientre —.  No deberías de viajar ahora, y por lo tanto debemos darnos prisa —.  Levantó los ojos hacia los de Sasuke y su voz de repente sonó áspera —. No aceptaré ningún argumento, Sasuke. Hablaré a parte con tu padre esta noche, y en la mañana nos dirigiremos a casa.

El doncel posó los ojos en su mano. No tenía ningún deseo de discutir. Muy a su pesar, se encontraba demasiado contento de que él hubiera venido, y allí donde el eligiera estar, se alegraría de poder decirle que le seguiría.

El bebé pareció compartir su corazón, ya que eligió ese momento para, firmemente, dar patadas contra la mano de su padre. La mirada de Naruto al instante volvió a su mano, y Sasuke tembló con el placer de la mirada asustada que vió en sus agudos ojos azules. Otra vez el bebé dio patadas, y el gran Zorro del Norte no pudo ocultar su fascinación.

—    Es fuerte nuestro hijo —, murmuró Naruto, mostrando su propio placer en su tono ligeramente intimidado.

—    Quizás sea un doncel, o talvez una niña — corrigió Sasuke.

—    No, esposo, será un niño — dijo Naruto sin duda, haciendo que Sasuke frunciera sus labios. Él se rió cuando vio su cara de nuevo, y el doncel se asustó cuando él alborotó su pelo ligeramente, entrelazando sus dedos momentáneamente dentro de éste para luego liberarlos —. Irlandes —, dijo suavemente —, creo que llegarías a contradecirme aunque yo dijera que es de día y el sol estuviera brillando delante de nosotros.

¡Estas equivocado! Sasuke tuvo muchas ganas de gritar. Pero no podía, no más de lo que él no podía obedecer al impulso de su corazón de lanzarse alegremente en sus brazos. Ellos se miraron fijamente, mientras crecía una distancia rígida entre ellos. He llegado a conocerlo tan bien, pensó Sasuke. Podía recordar las ondulaciones de cada uno de sus músculos, el tacto de su piel, el ángulo sus huesos, aunque cada vez que se encontraban se trataban como extraños, precavidos.

Naruto se retiró alejándose de él.

—    Tengo mucho que hablar con tu padre — dijo resueltamente—. Prepara tus cosas y luego revisa el resto, ya que nos marcharemos al salir el alba.

Él anduvo a zancadas hacia a la puerta, dejándolo tan bruscamente como había llegado, pero hizo una pausa y se volvió con frialdad.

—    Aunque no te guste mi forma de entrar, irlandes, procura no poner ninguna traba en la puerta contra mí, aunque esté en Tara, la casa de tu padre. En cualquier parte donde nosotros estemos, eres mi esposo. Y no sería contrario de demostrarte este punto estropeándo una puerta irlandesa.

Sasuke se encontró con su afilada mirada silenciosamente y continuó mirándole fijamente mucho después de que él hubiera cerrado la puerta. Se dio cuenta de repente de la rápida palpitación de su corazón contra su pecho, y del fuego que parecia acribillarlo en ondas líquidas.

Como siempre, él lo dejó deseando estrangularlo, o al menos, empaparlo en aceite hirviendo y temblando con placer porque él estaría a su lado, lo tocaría.

Se dio la vuelta aturdido de su escrutinio de la puerta cerrada para apresurarse hacia su habitación, juntando las cosas que se llevaría, y disponiendo su ropa para el viaje a casa — su traje más caliente, la capa de piel más fuerte, medias gruesas y botas de cuero.

Cuando todo estaba listo, se quedó mirando fijamente la cama. ¿Cuántas veces había estado allí riéndose con sus hermanas, charlando sobre las vidas que llevarían, los sueños que realizarían?

Esta noche Naruto dormiría en aquella cama, y la realidad abrumaría sus sueños de fuerza dorada.

 

 

Esta vez Sasuke lo oyó en el pasillo antes de que entrara, y se metió rápidamente bajo las cubiertas, con su corazón palpitando una vez más. Le dio la espalda, pero escuchó los suaves sonidos mientras se quitaba su ropa, lamentando haber decidido fingir que dormía. Tuvo muchas ganas de darse la vuelta y mirar la magnificencia del cuerpo del guerrero que había echado de menos.

Sasuke sintió su peso cuando se puso a su lado. Esperó a que sus manos lo encontraran por casualidad. Los segundos pasaron como si fueran horas, los minutos como días, y siguió esperando. Sólo sintió el cambio de su cuerpo cuando se dio vuelta alejándose de él acoplándose a la almohada.

Pensó que Naruto dormía, y no pudo impedir que se le escapara un quejido sofocado. Sólo entonces lo sintió, instantaneamente alerta, posando la mano sobre su hombro.

—    ¿Qué pasa irlandes? — él murmuró con inquietud en la oscuridad.

Sasuke no podía susurrar la verdad por lo que suavemente mintió.

—    El bebé, mi señor, a veces aprieta con fuerza contra mí.

Lo rodeó con su brazo, empujando su espalda contra su pecho desnudo. Su mano abierta empezó a moverse en círculos sobre su vientre con la ternura más apacible y calmante.

—    ¿Mejor, irlandes? — él preguntó, con su voz como una caricia contra su pelo y su oreja.

Sasuke se permitió reír en la oscuridad.

—    Mucho mejor, mi señor.

Sasuke se durmió pronto y bien, contento de dejarse acariciar por la confortable fuerza y seguridad que Naruto le ofrecía.

Notas finales:

Ya falta poco para que acabe esta historia, espero no demorarme tanto para el proximo capitulo.

Muchas gracias por su comentarios, en serio, me alegra saber que opinan ustedes sobre esta historia. Me he dado cuenta en que muchos critican las acciones de Naruto y Sasuke, y lamento si me sali mucho de los personajes, pero queria dejar entender que son diferentes situaciones y cultura, por lo que en si, los personajes pueden cambiar un poco, pero mantener su escencia.

Sin mas que decir Angie se retira.

Atentamente

Angie


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