Another love
Tessa miraba hacía la calle desde su balcón, esperando la llegada de Natalia. Nevaba y hacía tanto frío, que preparó chocolate caliente y unas mantas para ambas. Había comprado narcisos como cada primavera desde hacía cinco años. Eran los favoritos de Natalia. Conoció a Nat cuando ella recién cumplía 18 y para ese entonces Natalia tenía 24 años. Fue un choque de planetas, algo que jamás habían sentido con nadie más.
—¿Por qué no puedo ser sincera con ella? —preguntó a su teléfono móvil, este solo vibró e iluminó la pantalla con un nuevo mensaje. La sonrisa no se hizo esperar, quería abrazar a Natalia, decírle que la amaba y refugiarse en sus brazos, sin enbargo eso era mentira. Una estúpida mentira en la cual quería seguir hasta que su pareja se diese cuenta.
Natalia llegó con una enorme sonrisa sobre sus labios, ambas habían crecido y madurado bastante, tenían un trabajo estable, tenían metas y sueños… pero no juntas.
—Día duro— dijo la mayor al entrar a su hogar, porque ella aún lo consideraba su hogar. La menor asintió con la cabeza y le sirvió un poco del chocolate caliente para animarla. Quería abrazarla, quería defenderla de todos pero estaba agotada de hacerlo, estaba agotada de escuchar las quejas de la mayor, estaba agotada de ser su apoyo. Ya no lo quería, se había cansado de estar allí.
Tessa quería llevarla a cualquier parte, quería llevarla a conocer nuevos lugares… pero estaría enañándola, ya no quería un “por siempre”, al menos no con Natalia. Había alguien más. Ese chico que la volvía loca solo con un mensaje, solo con un hola. Aquella persona que aunque no pudiese tocar –aún- le robaba todo lo que era y curiosamente él no había sido un choque de planetas, él era como el mar en calma, él le daba paz interna y le daba todo lo que no buscaba, pero que necesitaba. Mientras que Natalia era una tormenta, una arremetedora tormenta que jamás encontraba la calma, que siempre estaba en movimiento y no podía darle la paz que necesitaba.
—Te amo, Tess… últimamente estás perdida en tu mundo— dijo Natalia abrazando a su pareja por la espalda. La menor intentó sonreír, de verás que lo intentó, pero solo pudo forjar una mueca. Agradeció que su compañera no la notase o… se daría cuenta— a veces siento que estoy muy enamorada de ti y otres veces siento que no dejaré de amarte nunca— Natalia suspiró en el cuello de la menor.
Y así era cada día, Tessa ocultando sus sentimientos y llorando a escondidas de su novia y Natalia engañándose en su cuento rosa.
Las lágrimas bajaban sin poder detenerlas, estaba segura que ya no podría seguir, estaba tan enamora de ese chico desde hace tiempo, lo quería, lo adoraba. Lo necesitaba y Natalia solo dormía profundamente a su lado luego de una noche de sexo.
—Perdón, Nat… Perdón —susurró Tess mirando como Natalia rompía a llorar nuevamente.
—¿Te gusta mucho? —pudo articular la contraria, Tessa se mordió el labio y asintió.
—Sí, me gusta…— confesó mordiéndose el labio inferior. —Juro que quería que lo nuestro funcionara, no sabes cuanto lo intenté, pero no pude, juro que quería cantar una canción para ti y para mí… pero— esa frase… Natalia sintió que la vida se le iba y Tessa trataba de romperla aún más.
—Pero se la estás cantando a otro amor— completó Natalia y sonrió estúpidamente. Por supuesto, Tessa debía ser libre. ¿Por qué no pudo notarlo antes? ¿Por qué no pudo notar esa boba sonrisa, ese sonrojo, ese nuevo brillo en los ojos? ¿Por qué, Tessa?
—Sí, lo hago, Natalia… Perdón— susurró antes de tomar las maletas que ya estaban en la puerta —hubo tantos momentos muy buenos, sí. Sin embargo no eres la persona y yo no lo soy para ti, cariño. Es hora de decir adiós, es hora de crecer, mi vida— Tessa estaría en deuda con Natalia toda su vida, fue la persona que la sostuvo cuando ni ella misma podía, pero debía ser feliz, debía vivir y con Natalia ya no estaba disfrutando la vida.
—No, no me digas así, solo vete… Solo vete y no te trevas a volver, Tess… Por favor, vete.
—Perdóname, cariño— Tessa dio media vuelta sobre sus talones y se fue, dejando el corazón de Natalia destrozado, sabía que iba a recuperarse. Aún cuando Tessa no lo demostrara, dolía, sí, ella había intentado todo por Nat, todo. Sin embargo nada había salvado esa caótica relación, nada había funcionado y ella se rindió.