Memories bring no joy or peace
We are alone
And all we need
Los recuerdos no traen alegría o paz
Estamos solos
Y somos todo lo que necesitamos
Bernadette- IAMX
-¡Suéltenme, malditos rebeldes!
El hombre se retorcía violentamente tratando de deshacerse de las molestas amarras que mantenían sus brazos dolorosamente inmóviles detrás de su espalda. Los dos muchachos castaños frente a él lo miraban con algo que parecía ¿preocupación?... ¿tristeza? Como sea, no era algo que pudiera distinguir y no le importaba en realidad, lo único que quería era liberarse y que lo dejaran en paz.
Al ver que sus esfuerzos no daban fruto solo le quedaba gruñir y maldecir exigiendo nuevamente que lo soltaran.
Sin embargo los chicos no se movieron de su lugar más que para mirarse el uno a otro sin saber muy bien lo que debían hacer.
***~~~***
-¡Esto es totalmente inaudito!
La voz grave y autoritaria resonó por la estancia, por encima de todo el ruido provocado por las discusiones acaloradas que se llevaban a cabo en el lugar. Varias voces le hicieron eco, aprobando su opinión.
-¡Esto no estaba en nuestros planes!-
-No podemos tenerlo aquí. Es demasiado peligroso.-
Voces tanto masculinas como femeninas se escuchaban, pero todas igual de furiosas.
-Nosotros nunca les hemos mentido- Finalmente hablaba Ford con su usual voz firme y grave- Sabían perfectamente de nuestra conexión con él y que estaba en nuestros planes recuperarlo.
Les espetó, estaba comenzando a enfadarse en serio.
-Sí, pero fue demasiado repentino. No estábamos preparados para esto ni para el latente peligro que significa.
-La oportunidad se dio. No íbamos a desaprovecharla.
-¿Tienes idea de lo que él nos va a hacer en cuanto descubra que nosotros lo tenemos?
-Tal vez… tal vez esto sea bueno… -Una voz más baja y hasta un poco tímida se escuchó, añadiendo una vez que tuvo la atención de los demás.- Quizás podríamos utilizarlo para tratar de negociar con… con él… y así…-
-¿Negociar?... ¿negociar? ¿Crees que ese demonio va a querer negociar con nosotros? Lo que hará será vaporizarnos y después llevárselo.
Ford se estaba hartando, comprendía la preocupación de los otros pero no podía ni siquiera pensar en permitir que Stan regresara a las manos de ese demonio. No ahora que por fin lo habían recuperado luego de tanto tiempo. Tiempo en el que la preocupación y la culpa no lo habían dejado dormir.
-Entiendo que no estén de acuerdo y más aún sus preocupaciones. En mi opinión las medidas que hemos implementado hasta ahora serán suficientes para seguir manteniéndonos protegidos (solo será cuestión se reforzarlas), después de todo nunca hemos estado ni estaremos completamente a salvo mientras Bill siga gobernando al mundo.
Sus palabras lograron que el ambiente se fuera relajando un poco, aún así la atmosfera seguía demasiado tensa.
-Sin embargo, si de verdad les preocupa tanto, tal vez lo mejor será que nos separemos y lo llevemos a otro lugar. De esta manera el peligro caería solo en nosotros. Porque una cosa sí les aseguro: ninguno de los tres lo volveremos a dejar atrás.
Lo último lo dijo con determinación, provocando que una nueva oleada de murmullos estallara a su alrededor. Muchas caras voltearon a verse entre ellas con temor. Es verdad que consideraban un peligro latente que hubieran traído al “compañero” de Bill a su refugio, pero tampoco querían prescindir de los Pines, después de todo muchos de los presentes ni siquiera estarían vivos de no ser por éstos.
-Eso no es necesario. – Volvió a hablar la voz grave del principio, tratando de sonar conciliadora. –Sin embargo si va a quedarse la responsabilidad de su cuidado les pertenecerá solo a ustedes, si en algún momento ponen en peligro al grupo…
-No tiene que decirlo, es algo de lo que estamos plenamente consientes.
-¿Cuál es tu plan, de cualquier manera? Él no luce muy contento de que lo hayan traído aquí.
-Está asustado… y confundido. Pero confiamos en que una vez que se calme podamos razonar con él.
-¿Crees que pueda recuperar sus memorias?
-… no lo sé…. No lo creo.-
Tuvo que aceptar, por más que eso le doliera. No sabía exactamente la dimensión del daño que le pudo haber causado el borra-memoria, especialmente si se tomaba en cuenta la presencia de Bill dentro de su mente en ese momento. Además de que Stan llevaba años bajo el “cuidado” de Bill, quien seguramente se había encargado de lavar su mente e incluso ponerlo en su contra.
-Pero, como dije, tengo la confianza de poder razonar con él y convencerlo de unirse a nosotros. Él ahora debe poseer una gran cantidad de información sobre Bill y sus secuaces que podría sernos útil.
Por mucho que odiaba la idea de utilizar a su hermano, era verdad que podría serles útil a ellos con su rebelión, además de que seguramente los otros podrían ver de otra forma su estadía con ellos si sabían que con eso podrían lograr alguna ventaja.
-Muy bien. Pero deben vigilarlo muy de cerca. Si intenta escapar debilitará las protecciones sobre este lugar y nos pondrá en un gran peligro a todos. No deben olvidar que su protección es totalmente su responsabilidad.
Ford simplemente asintió, con el semblante serio, sin decir una palabra más.
***~~~**
Una vez que la reunión había concluido y todos los miembros se habían dispersado entre los confines que componían ese viejo edificio abandonado que habían acondicionado para convertirse en su refugio, Ford se dirigió enseguida hacia el lugar donde sabía que los niños habían llevado a Stan en cuanto habían llegado.
Llamarlos “niños” era una falacia. Los años habían pasado y habían dejado su huella en ellos. Especialmente tratándose de tiempos tan difíciles como los que vivían, con Bill que se había hecho con el control total del mundo. Ahora eran un par de muchachos que habían tenido que madurar a base de los duros golpes que la vida les había dado desde ese fatídico día en que no habían sido capaces de derrotar al demonio triangular.
Stanford cargaba el remordimiento y el peso de las consecuencias que le habían traído sus errores. No fue capaz de proteger Gravity Falls, ni sus habitantes, de la destrucción. No había tenido más remedio que entregarle a Bill la información que quería en un último intento de aplacar su ira y conseguir salvar al menos a su familia. Pero ni siquiera eso había hecho bien.
Cuando quedó claro que el borra-memoria no había sido suficiente para derrotar a Bill (¿Cómo pudo siquiera pensar que un invento del hombre pudiera borrar a un demonio omnipotente?) no le había quedado de otra que rendirse, logrando ganar algo de tiempo, apenas el suficiente para tomar a sus sobrinos y escapar de ahí. No había logrado llevar a Stan consigo. Su hermano había quedado inconsciente, aturdido por el ataque del arma que había borrado todos sus recuerdos y junto con ellos su esencia entera. Había sido algo necesario, aunque le doliera en el alma. El mismo Stan le había pedido… No, exigido, que si algo salía mal debía asegurarse de salvar a los niños sin importar nada más, incluyéndolo. Sabía que Stan jamás se lo perdonaría si algo les pasaba a sus sobrinos. Por lo que con todo el dolor de su corazón había dejado a su gemelo atrás. A merced de Bill.
En ese momento creyó que lo había perdido para siempre. Pues seguramente el demonio se encargaría de deshacerse de él en cuanto tuviera oportunidad. Silenciosamente se había resignado y despedido de Stanley, jurándole y jurándose a sí mismo que protegería a esos niños con su vida.
Sin embargo, grande había sido su sorpresa cuando después de varios días de caos, miedo e incertidumbre, en una de las ya acostumbradas apariciones en público que Bill gustaba de realizar frente a sus nuevos y aterrorizados súbditos, habían visto de nuevo a Stanley.
Ford y los chicos se habían dispuesto a seguir a Bill en su recorrido para conquistar al mundo, teniendo como misión autoimpuesta el no descansar hasta conseguir derrotar a ese demonio desquiciado y recuperar la cordura ultrajada de su dimensión. Iniciando así una pequeña rebelión junto con los sobrevivientes que se había mostrado dispuestos a seguirlos.
Entre la multitud de aquella ciudad, a la que no habían logrado prevenir a tiempo de la llegada de Bill y sus amigos, pudieron ver que entre el séquito del demonio se encontraba nada menos que Stan. Aún con la ropa de Stanford puesta. Lucía serio y un poco desubicado, como si no estuviera seguro de dónde estaba o qué es lo que hacía. Miraba atentamente el caos que Bill desataba con algo parecido a la curiosidad, como si no alcanzara a ver o comprender lo horrible de lo que acontecía frente a sus ojos.
Pero su simple visión había sido más que suficiente para que los tres supieran de inmediato que su causa tenía un nuevo propósito: Rescatar a Stanley de las garras de Bill.
Y ahora finalmente lo habían conseguido. Bueno, habían sido Dipper y Mabel los que habían logrado traerlo. Aún no conocía los detalles de su rescate, solo sabía de la tremenda gama de emociones que lo habían asaltado cuando los vio llegar trayéndolo con ellos.
Ni siquiera había podido verlo bien o enterarse de lo que había pasado, pues un gran revuelo se había formado entre las personas que conformaban su pequeño ejército y que residían con ellos en aquel refugio. Pues habían reconocido quién era Stanley y por supuesto se había llenado de pánico al comprender el peligro latente que representaba el que hubieran traído una de las “posesiones” (el termino le hacía hervir la sangre) más preciadas de Bill precisamente a su refugio.
No había tenido más remedio que acudir con ellos, a la reunión exprés que se había convocado, para tratar de aplacar sus miedos y que el pánico no fuera a provocar un desastre entre los rebeldes.
Se detuvo ante la puerta que lo separaba del lugar donde sabía que aguardaba su familia. Un flashazo de lo acontecido aquel día lo asaltó. El miedo, la esperanza desvanecida, el suave peso y calor de su sobrinos contra su pecho al tomarlos y saltar por el agujero en una de las paredes de la temoramide, la fuerte explosión que significó la ruptura de la barrera que contenía a Bill y toda su locura dentro de los confines del pueblo. Y sobre todo, la visión de Stanley siendo alcanzado por el rayo del borra-memoria, la visión de su cuerpo inerte a los pies de Bill mientras lo dejaba atrás.
Dudó por un momento, con la mano temblorosa sobre el picaporte. Había pensado que jamás volvería a verlo y ahora lo tenía a solo unos pasos de él, pero no creía que tuviera la fuerza suficiente para mirarlo a la cara.
Tomando una respiración profunda, se decidió y finalmente abrió la puerta.
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