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El Suspiro de un Rey por yue-sama

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Notas del capitulo:

Hola, se que me tarde mucho para esta actualización... y pido disculpas por ello, me corte un dedo y falleció mi periquita fueron cosas que me desanimaron mucho.

 

pero ya estoy aquí con nueva actu, espero les guste.

Ahí estaba al fin, acunando a su bebé contra su pecho, dándole de comer mientras acariciaba su pequeña cabeza, mirando fascinado al pequeño cachorro que comía ávidamente de él, sin embargo, la fuerte conexión que tenía con ese niño lo mantenía intranquilo. Dioses, amaba a todos sus hijos, pero nunca había sentido su corazón dividido entre la guerra y la calma al mismo tiempo.

 

 

Se encontraba envuelto en sus pieles mientras que por debajo de ellas estaba completamente desnudo con apenas algunas cubriendo sus partes nobles, su dermis brillaba por el sereno de la mañana y los tenues rayos de sol le otorgaban una imagen divina, aunado a ello todas aquellas flores, oro, gemas y pigmentos que se postraban a sus pies.

 

 

Después de una semana de haber dado a luz, las puertas al fin se abrieron dando paso a aquel Alfa que alguna vez había amado, y, aunque ese sentimiento ya se sentía lejano, el respeto hacia él siempre permanecería. Kakashi entró con paso firme, pero poco a poco este se volvió dudoso, al verlo, Naruto ocultó una sonrisa, un Alfa tan fuerte como Kakashi estaba dudando en su presencia.

 

 

—¿Qué pasa, mi rey? ¿Temeroso de una madre y su hijo?

 

 

Kakashi negó llegando hasta ellos, miró al cachorro detenidamente y poco después se arrodilló en el suelo inclinándose para dejar unos aretes de plata pura en forma de cruz y con incrustaciones de rubí, brillaban fuertemente, más aún cuando la luz del sol les daba directamente. Sabía bien que esas piezas habían sido saqueadas de diversas partes del mundo, y ahora, Kakashi se las ofrecía al hijo de su Dios.

 

 

—Vengo a presentar mis respetos al hijo de mi Dios —dijo firme sin levantar la cabeza—, tal como todos los demás han hecho. Después de todo, puedo ser un rey, pero sé cuál es mi lugar ante los dioses.

 

 

—Levanta la cara —dijo el rubio—. No hay necesidad de ocultar tu mirada.

 

 

—Temo que, si lo hago, mi Dios se enoje, porque mis ojos no pueden mentir, en ellos hay dolor y enojo, así que no quiero ofender a mi gran señor, ni mucho menos a ti.

 

 

—Ya veo.

 

 

—Mis recuerdos me llevan a aquellos días en los que tuviste a mis hijos, te veías tan hermoso como te ves hoy, radiante y fuerte, pero ahora, ese privilegio no me ha sido otorgado a mí. Ahora, le pido amablemente que me permita retirarme.

 

 

Naruto guardó silencio, claro que entendía, nada iba a volver a ser como antes y lo comprendía. Miró a su esposo levantarse, hacer una reverencia y salir de ahí, dejando tras de sí, la sombra de su calor mientras que él sólo se aferró más a su pequeño, no quería pensar en que se había equivocado. No ahora que tenía a su cría en brazos.

 

 

—Por favor, Sasuke… dime que lo hice bien —rogó en un susurro tratando de evitar el llanto, pero pronto su silencio fue roto, por su ventana pasaron dos pajaritos revoloteando felices y cantado fuertemente, y supo que esa había sido la respuesta de su Dios, por lo que sonrió levemente.

 

 

*

*

*

 

 

—Me sorprenden… —dijo con una sonrisa—. No pensé que los reyes requirieran mi presencia, no cuando ninguno de los dos ha dado la cara por más de dos meses.

 

 

—¿Es eso un reclamo, Zabuza? —dijo Naruto desde su trono mirándolo con fuego en los ojos, el Alfa negó de inmediato, pero aun así no quitó su sonrisa.

 

 

—¿Se puede saber para qué me han llamado?

 

 

Naruto miró al Alfa parado frente a él sabiendo que sus palabras eran verdaderas, se había encerrado en sí mismo durante casi tres meses, pero nunca esperó que Kakashi también lo hiciera. Al final, se reservaron tanto para ellos mismos que las puertas del castillo fueron cerradas para muchos.

 

 

A pesar de eso, Naruto ya había reaccionado, sabiendo que era tiempo de enfrentar bien las cosas, ser valiente, aunque siempre hubiera un dedo apuntándole a sus espaldas. Desde ahora sería conocido como el rey traidor para las personas que no eran tan devotos a él, y, para sus fieles, sería la madre de un semidiós.

 

 

Le tomó algo de esfuerzo lograr que Kakashi también volviera en sí, ciertamente, ambos habían descuidado sus cargos y no había perdón para ello, no cuando tenían que llevar todo un reino, reino que era codiciado por muchos y por el que era tan fácil que sus cabezas rodaran, claro que Naruto no podía morir, no ahora que un cachorro esperaba por él.

 

—Naruto y yo llegamos a una conclusión e hicimos un acuerdo. Nuestro reino es basto y grande, por lo que no siempre podemos controlar lo que pasa en nuestras tierras —informó Kakashi.

 

 

—A veces hay caos y temor —dijo Naruto—, nosotros queremos impedir eso. Tú eres de la familia y te tenemos la suficiente confianza para entregarte una porción de ella.

 

 

—No comprendo —dijo el Alfa quitando su sonrisa—. ¿Me están dando un pedazo de sus tierras?

 

 

—Seguirán siendo nuestras tierras, lo único que cambiará es que tú regirás sobre ella bajo nuestros nombres, ¿entiendes? —habló el Alfa rey.

 

 

—Comprendo —hubo silencio—. ¿Podrían decirme a qué lugar voy?

 

 

—Irás a Tonu —contestó Naruto—. Es el lugar al que le devolví luz, y no quiero que vuelva a perderse entre las sombras, tal como su nombre indica. No quiero que pierdan el control de nuevo, es un lugar olvidado que es necesario regir, por eso estoy confiando en ti para llevar ese trabajo a cabo

 

 

—Y-yo estoy muy honrado —dijo humildemente el Alfa.

 

 

—Llevarás contigo a otra persona, lo que me lleva al segundo punto, como tu rey, demando que trates con respeto a esta persona pues será tu fortaleza y te es entregado con mucho dolor y también mucho amor. No quiero enterarme de que estoy equivocado al confiar en ti, Zabuza Hatake, ni quiero verme obligado a ocupar mis espadas para cortar un pedazo de tu cuerpo y bañarme en tu sangre. Será tu deber hacer feliz a este hombre pase lo que pase.

 

 

Zabuza tuvo muy claro por dónde iba la conversación, sus ojos brillaron y eso no pasó desapercibido para Naruto, en eso momento estuvo seguro de qué hacía lo correcto. Segundos después, de entre las sombras que daba el gran salón salió su bonito y adorado Haku, dioses, cuánto iba a extrañar a ese pequeño retoño.

 

 

—Prometo no sólo respetarlo —Zabuza extendió su mano para que el pequeño Omega la tomara—, sino también amarlo. Será el rezo que mis labios pronuncien cada día.

 

Haku se sonrojó y sonrió feliz, haciéndole recordar a Naruto su juventud —aunque no es que estuviera viejo—, supo que había amor entre ellos, que había una unión muy profunda, bendecida por la diosa Ederra.

 

 

—Bien, ahora que saben los planes, retírense.

 

 

Ambos asintieron y se alejaron de ahí, entonces Naruto se sintió muy bajo de ánimos y eso fue algo que Kakashi no pudo evitar notar.

 

—Puedes irte también. Ve a descansar o a pasar tiempo con los niños.

 

Naruto asintió y se levantó alisando los pliegues de su túnica, luego pasó su largo cabello hacia atrás y se fue de ahí no sin antes mostrar su respeto a Kakashi.

 

 

Caminó por los pasillos silenciosos y cuando llegó a la sala donde sus hijos estaban, sonrió, Zerura siempre estaba metido en sus libros y escrituras, aprendiendo más de las cosas ocultas de su cultura, por su parte, Haize seguía esforzándose en el combate y practicaba graciosamente contra un gran tronco que el mismo había buscado.

 

 

No hizo mucho ruido y sólo entró para acariciar los cabellos de ambos chicos, mientras que estos suspiraron ante las caricias de su madre. Siguió adelante y fue hacia la habitación donde su cachorro más joven descansaba, no se sorprendió mucho al notar a Mahats y Badén cuidando al pequeño bebé, ella era sostenida por Mahats mientras la otra cría dormía plácidamente envuelto entre las pieles.

 

 

—¿Cuidando a Argia por mí?            

 

 

—Sí, mami —dijo Mahats feliz—. ¡Es muy bello! Se parece mucho a ti.

 

 

—Gracias, cariño —dijo Naruto.

 

 

Naruto se arrodilló y besó la frente de su Omega mientras que a Badén la cargó entre sus brazos, por lo que la cachorra sonrió gustosa pegándose a su cuello, buscando, instintivamente, el aroma de su madre y murmurando palabras entrecortadas que hicieron sonreír al rubio.

 

 

—¡A que eres una cachorra muy fuerte! —felicitó Naruto—. ¡Creces tan bien!

 

 

—Yo también lo hago —murmuró Mahats.

 

 

—Aquí tenemos a un bebé grande celoso —se burló el rubio—. Sabes que amo a todos mis hijos por igual, cielo.

 

 

—Sí, mami.

 

 

Naruto recostó a Badén contra él y Mahats se recostó al otro lado de Argia, entonces, acarició a sus hijos mientras cerraba los ojos, no quería estar triste por la partida de Haku, pero ese pequeño muchacho había sido su compañero, casi como un hermanito. Sin embargo, sabía que hacia lo correcto.

 

 

—¿Mami?

 

 

Naruto abrió un ojo para mirar a su hijo y luego asintió haciéndole ver que lo escuchaba.

 

 

—¿Por qué Argia a veces tiene un aura dorada sobre él?

 

—Porque es un bebé especial… Algo que entenderás cuando estés más grande. Ahora duerme.

 

 

Naruto volvió a cerrar los ojos, pero el movimiento de las pieles lo alertó, y, cuando sintió el suave suspiro de su hijo cerca de su oreja, sonrió.

 

 

—¿Yo también soy especial? —susurró.            

 

 

—Claro que sí —dijo de la misma manera—. Eres muy especial.

 

 

Luego Naruto besó su rostro y entonces Mahats volvió a su posición para dormir, pero ahora, con una dulce sonrisa en sus labios.

 

*

*

*

 

 

Aterrizó de un golpe, irguiéndose con un porte poderoso en las altas y espesas tierras llenas de niebla, entre el final de los tiempos y un nuevo plano, en donde se convivía con las sonrisas de los fallecidos, y el silencio, era un mantra.

 

 

Sus largos cuernos se vieron impotentes y sus manos brillosas, su túnica divina estaba hecha jirones y su bastón se encontraba roto. Estaba de mal humor y un fuerte golpe fue dado con un movimiento sordo.

 

 

—¿No pudiste hacer nada contra Mafiaren?

 

 

—Creo que eres lo suficientemente sabio para saberlo, es un dios escurridizo y muy astuto. Maldigo el momento en el que le ofrecí la paz para un bien mutuo. Maldigo el momento en el que solamente nosotros dos fuimos puestos en esta tierra como eternos enemigos…

 

 

—Cálmate, padre…

 

 

—Y maldices el tiempo en el que te acostaste con ese demonio —gruñó una voz masculina.

 

 

Bizitza había estado en el inframundo, peleando ferozmente contra los dioses semiformes de Mafiaren. Era un terrible lugar para un dios como él, había tenido que salir de ahí antes de ser corrompido hasta un punto sin retorno.

 

 

Miró a su hijo alzarse y poner sus cuatros brazos en guardia frente a él, reteniendo al invitado no deseado.

 

 

—¿Cómo osas traicionar a nuestro padre? Eres una vergüenza, Gezur.

 

 

—Y tú, tan fuerte como siempre Indarrean, pero no te preocupes, no soy un iluso, sé que nunca ganaría una batalla contra el Dios de la fuerza y el combate. Sólo vengo a advertirle algo a nuestro padre, un acto de buena voluntad —se burló.

 

 

—Habla —dijo Bizitza.                   

 

 

—A ese Omega… ese que preñaste, más te vale no abrirle las puertas, porque Mafiaren lo quiere para él. Quiere su alma justo en el inframundo, desea destrozarlo por completo, y esta es mi advertencia, ese semidiós que tienes como hijo… estoy seguro de que será muy divertido verlo sufrir.

 

—¡Basta, Gezur! —gritó una vocecita más suave.

 

 

—Vaya, vaya, si es mi gemelo Egia, ¡hermano mío! —abrió sus brazos ensangrentados, y, aunque sus plumas negras y su gran cuerpo hacían que el Dios Egia tuviera miedo, no dudo en ir a su encuentro, pero al estar cerca, Gezur lo empujó haciendo que cayera—. Tonto, nunca dejaría que volvieras a tocarme.

 

Y así como si nada se fue del lugar, dejando tras de sí esas huellas negras que quemaban todo lo que tocaban.

 

 

Egia e Indarrean vieron a su padre que tenía la cabeza gacha, el ambiente se sentía pesado, por lo que supieron que el humor de su padre estaba muy mal.

 

 

—Así que tuviste un hijo con ese mortal… —murmuró Indarrean—. ¿Por qué?

 

 

—No voy a contestar eso. Soy tu padre, Dios de dioses, y no tengo porque ser cuestionado. Cada cosa a su tiempo —finalizó para luego irse de ahí, después de todo, su enorme cuerpo necesitaba descanso, respirar tranquilo y hundirse en el pasto, consumirse en la tierra y nunca más despertar.

 

 

Indarrean miró a Egia, su aura estaba decaída y opaca, se acercó a él y con cuidado lo envolvió con sus cuatro brazos. El pequeño Dios —porque era pequeño en comparación con él—, correspondió el simple gesto de su hermano mayor.

 

 

—Ese pequeño semidiós… ¿será especial?

 

 

—Es más especial de lo que piensas, Indarrean. Tú lo visitarás, yo lo haré… Todos lo haremos, sólo que todo a su tiempo.

 

 

—¡Pero es un mortal!           

 

 

—El tiempo de ellos es diferente al nuestro. Padre acaba de regresar, pero en la tierra mortal ya ha pasado mucho tiempo. Cuando nosotros contemplemos dos oscuridades para ellos ya habrá pasado muchos años.

 

 

—Es complicado.

 

 

—Siempre lo ha sido. Ese niño vivirá más que un mortal, pero menos que un dios, también sufrirá, pero… hará grandes cosas en la vida.

 

 

—¿Qué secreto me ocultas?

 

 

Y así, sin más, el silencio volvió a caer entre ellos, sin que el Dios revelará ninguna otra cosa.

 

 

*

*

                                                                           *        

 

 

—¿Por qué está aquí, mi rey? —dijo el pelirrojo.        

 

 

—Dime el futuro.

 

 

—No creo que pueda darle su futuro, mi rey.

 

 

—¿Qué pasará con Argia? —preguntó intranquilo.

 

 

—Será un cachorro sano. La fuerza de un semidiós será otorgada a su pequeño cuerpo,  Ese niño vivirá más que un mortal, pero menos que un dios, también sufrirá, pero… hará grandes cosas en la vida.

 

 

—Dioses —murmuró Naruto, sintiendo su corazón bombear fuertemente, su cuerpo se había estremecido por completo al pensar en el futuro de su último hijo, pero se sorprendió cuando Gaara comenzó a hablar entre murmullos, así que se acercó para oír.

 

 

—¿Qué dices?

 

 

—Esto que te diré, guardado en la oscuridad quedará, mis labios sellados no volverán a cantar, y, lo que una vez dije, no volverá a ser escuchado. Cuando la oscuridad llegue alguien tocará tierras, tierras venenosas donde nada florecerá, y esos pasos marcarán el destino. Un destino carmín y frío...

 

 

—¿Para quién?

 

 

Entonces Gaara cerró los ojos y cayó al suelo, el rubio se asustó y lo recogió acunándolo en sus brazos.

 

 

—A veces no soy yo quien habla… Los dioses propagan sus voces en mí y no puedo decir más si no me es revelado.

 

 

—Está bien, descansa.

 

 

El rubio acarició los cabellos del adivino, sintiendo como su Omega se inquietaba.

 

 

*

*

*

 

 

Así, el tiempo pasó como una estrella fugaz, Naruto miró a sus hijos crecer, los mayores se formaron como hombres fuertes y decididos, ahora Haize iba a heredar el trono, era lo suficiente mayor y sabio para ello, quizás incluso tenía un cachorro en camino y un lazo formado, Naruto no estaba seguro, pero lo presentía. Por su parte, Zerura era un erudito, era el hombre más sabio de Ilargia, y viajaba con Kakashi aprendiendo cosas nuevas.

 

 

Mahats era un hermoso joven, que hasta la fecha no había sido tocado por ningún hombre, Naruto esperaba a que el chico sintiera algo especial pues era tan delicado como una flor, sus cuidados mantenían todos los jardines del palacio hermosos, y, aunque nadie lo había tocado, eso no evitaba que todos lo desearan.

 

 

 En cuanto a Badén, ahora era una adolescente y había encontrado a un Omega a quien atormentar, era rebelde e indomable, Naruto no podía hacer mucho con ella, tan sólo era una Alfa experta cazando; vivaz y juguetona.

 

 

 Su último retoño, Argia ahora era un chico de 16 años, y, aunque su complexión no debería ser mayor a la de un chiquillo con pocos músculos, él estaba desarrollado, su estatura era muy alta, brillaba con el sol luciendo sus cabellos rubios platinados y sus ojos eran azules hielos, siempre portaba con orgullo los pendientes que Kakashi le había regalado en el pasado, era un fuerte guerrero, temido por muchos y alabados por otros, pues todos sabían la historia de Argia el purua, un dios que caminaba entre los mortales.

 

La vejez que Naruto portaba se opacaba por su hermosa y natural belleza, no había cambiado mucho, físicamente sus huesos dolían, pero la imagen que se mostraba en el exterior era tan buena como lo fue en su juventud. Seguía siendo un fuerte gerlari y nunca se había detenido por nada.

 

 

Escuchó los cuernos ser tocados y se puso en alerta, esa no era una buena señal, sólo había una de dos opciones, eran visitados por alguien de afuera o eran atacados. Más les valía que fuera la primera porque no tenía ánimos de pelear.

 

 

Se levantó de su trono y fue a ver lo que pasaba, cuando llegó al centro de la ciudad, miró como llegaban hacia él muchos guerreros portando sus mejores armaduras, mientras que a la cabeza iba un Omega, era altivo y tenía una cicatriz sobre su rostro, llevaba, además, a un niño que iba montando con él y a Naruto se le hizo un nudo en el corazón.

 

 

—¿Quién eres y cómo te atreves a entrar en mis tierras? —preguntó Naruto, frenando cualquier avance de los desconocidos.

 

 

—Soy Iruka, conde de Eguzkia y quiero ver a Kakashi.

 

Notas finales:

Si tienen dudas por favor hacerlas, espero poder contestarlas.

Gracias por sus comentarios y por su apoyo. siempre me da alegría poder leer lo que piensan.

Les quiero mucho, nos vemos pronto.


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