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El Suspiro de un Rey por yue-sama

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Capítulo 2

Mientras unos huían despavoridos por una batalla perdida, rodeados de la lastimosa pena y vergüenza, otros cantaban felices.

Mientras un rey bajaba la cabeza decepcionado y lleno de rabia, un viajero cantaba con un bajo susurro.

Los moretones y la sangre seca en la piel de uno, faltaba en la piel del otro, y la rabia en los ojos grises, se opacaba por los ojos negros llenos de sueños.

Y, aunque se encontraban en caminos diferentes y con un tiempo grande de distancia entre ellos, ambos viajaban al mismo lugar, sin saberlo y sin toparse en ningún momento.

El viajero se detuvo tan sólo un momento para poder agarrar su largo cabello en una trenza, mientras veía a niños pasar correteando felices y a las mujeres bailar al sonido de una pegajosa cancioncilla de laúd, sin embargo, él siguió fijó, y no volteo a ver hacia atrás en ningún momento.

Cuando al fin se vio lejos de todo el amable ruido, siguió murmurando su canción

Bajo el vendaval

De lluvia y sal

Tengo la corazonada

De una descarada

Su fina voz resonó en el eco del bosque con tranquilidad, mientras él posaba la capucha en su cabeza, protegiéndose así del sereno de la noche, tan vehemente e inocente con un susurro de amor.

Fuego en tu mirada

Bajo la esmeralda

De una pasión liberada.

Zapateó un poco, imaginando tocar su laúd, siguiendo los finos acordes de aquella suave canción.

Cantaba con melancolía

La melodía

De tus días

Vio una estrella pasar, corretear y dejar su alma, así que sonrió perezoso al saber que no dormiría una noche más, buscando algo que todavía no quería ser encontrado.

Se relamió los labios secos, rogantes por un poco de agua, pero nunca flaqueó, siguió adelante, yendo por el único camino que se abría a sus pies.

En la muerte

Baja el puente

De tu mente

Y sonriente...

Se le cortó la voz al escuchar el bullicio de una posada, entonces supo que un descanso a sus pies no le vendría mal, además, deleitarse con comida caliente y bonitos Omegas tampoco sería malo, y por supuesto, relatar una que otra historia sería genial.

Así, sus pasos sonaron sin fin hasta el inicio de la posada que le recibió alegremente, abriendo sus puertas ante un viajero que traía el mundo en sus manos, despreocupadamente.

..................

Despertó sintiéndose completamente tenso, según los días pasaban un sentimiento pesado se instalaba en él, pero siempre era así cuando Kakashi se marchaba de su lado.

Se levantó estirándose y tratando de pasar el nudo que se formaba en su garganta, luego miró directamente a las colinas, esperando ver algo que le calmara el corazón, después de todo, aunque era tan diplomático como sólo un rey podía ser, eso no evitaba que guardara un corazón completamente vivo, tierno y lleno de temores, más aún cuando se trataba de Kakashi, de hecho, podía recordar claramente su juventud, el momento en el que se habían conocido...

En ese entonces no era necesario que Naruto se esforzara para saber quién era el fuerte alfa que se encontraba en su territorio, sus leyendas habían viajado por muchos caminos, así que sabía perfectamente a quien estaba viendo parado en medio de sus tierras.

Él siempre fue de una familia humilde, granjeros y comerciantes de sus propias comidas, cazadores por excelencia, que vendían aquellas pocas cosas que lograban recaudar. Naruto había trabajado duro, dejando sudor y sangre en esas tierras, en ellas había lágrimas y esperanzas, y él no pensaba permitir que eso se arruinará sólo porque un joven alfa quisiera robar algunos de sus cultivos, así que agarró una larga barra de un árbol y rápidamente la quebró, dejando en un extremo una filosa punta lista para atravesar lo que se propusiera.

Caminó seguro hacia aquel que osaba meter mano en lo suyo, y, cuando lo tuvo en su rango, le dejó ir un fuerte golpe contra las costillas. Aún podía recordar perfectamente como Kakashi había soltado lo que tenía en sus manos mientras lo volteaba a ver con un gesto de dolor y asombro pintado en su rostro; eran recuerdos tan vividos como el presente.

Después de aquello, una pequeña y feroz batalla se dio entre ambos, Naruto no se permitió ceder en ningún momento, su bastón quiso herirlo a profundidad, pero Kakashi era rápido, así que lo único que aquel Omega había conseguido fue darle unos rasguños que, aunque sangraban, no representaban gravedad alguna para el Alfa.

«—¿Acaso sabes quién soy, Omega? —había rugido al ver que Naruto no se detenía.

—Kakashi, el Aseezina

—¿Entonces cómo te atreves a atacarme?

—En tus dominios podrás ser quien tú quieras, pero en mis tierras, no eres nadie —escupió al suelo mirándolo fijamente con ferocidad plasmada en sus ojos azules, entonces Kakashi retrocedió fascinado con lo que veía, era un Omega, y no cualquier Omega, parecía no temerle a pesar de saber quién era, era simplemente cautivador, aun cuando tuviera toda esa tierra cubriendo su piel tostada y vistiera harapos tan simples que apenas cubrían sus torneadas piernas, era hermoso.

Cuando una estocada fue dada contra él, agarró el bastón y lo rompió de un rodillazo, tirando ambas partes lejos de ellos, quizás pensó que eso detendría a aquel rubio, pero no fue así.»

Naruto sonrió al saberse tan salvaje en su juventud.

«Al verse sin su arma, corrió con fuerza lanzándose contra él sin temor alguno, ambos cayeron en un charco de lodo y él no se permitió ser suave con aquel alfa, hundió la cabeza contraria, pero este reaccionó violentamente, lanzándolo fuera de su cuerpo. Naruto recibió unos buenos golpes que después se tornarían morados y rojos, pero la adrenalina que corría por sus venas no lo dejó terminar aquello. Por su parte, el Alfa lo miraba con fuego ardiente en sus ojos grises, volviéndolos casi plata líquida, letales, deseando algo en específico... su sumisión.

Sus pechos subían y bajaban tratando de meter aire en sus pulmones, pero eso no logró que Naruto se quedara quieto, por el contrario, se escabulló tratando de alejarse un poco, pero Kakashi no se lo permitió, en su lugar, lo acorraló contra el suelo y se subió sobre él tomando sus brazos para envolverlo en una jaula que no lo dejó escapar, en ese instante ambos se miraron fijamente.

—Basta, Omega —dijo ronco, con un tinte peligrosamente salvaje tras sus palabras.

—Vete de mis tierras...

—Tierras que pronto serán mías, incluyéndote a tí.

—¡Nunca! —bramó casi indignado.

—Enséñame tu cuello —dijo con su voz de mando, y eso fue todo para que Naruto sintiera su cuerpo aflojarse, volviéndose líquido contra el fuerte cuerpo que le apresaba.

Sintió el fuerte aroma sometiéndolo y dejándolo sumido en una especie de transe, odiaba sentirse aturdido por un Alfa, odiaba que estos tuvieran muchas más ventajas que ellos, los pobres Omegas.

Sintió la respiración de aquel hombre posarse en su cuello expuesto, embriagándose de él mientras relamía sus labios, entonces, sus manos apretaron el agarre en sus muñecas y recorrieron el largo de su piel, haciéndole estremecer. El calor que sintió entre sus piernas lo asustó, más aún cuando dejó salir un pequeño jadeo, pero esa fue su salida de aquella trampa, porque Kakashi se distrajo con ese sonido, así que el aprovechó para zafar una de sus manos, dándole un fuerte codazo a la cara del alfa y quitándoselo de encima, de inmediato, el Alfa se levantó indignado del suelo y lo miró furioso.

—Vete de aquí. No puedes robar lo que no es tuyo, maldito saqueador.

—Ya veo en que estima me tienes... —silbó desde el suelo tratando de recuperarse de ese fuerte golpe, ese pequeño Omega tenía la fuerza de un bárbaro.

—Mientras estas tierras no sean tuyas, no tendrás nada de ellas.

—Eso está por verse...»

Se despertó de su ensoñación al escuchar que la puerta era tocada, por lo que rápidamente agarró una bata y se la puso sobre su cuerpo, arreglando un poco sus cabellos.

—Pase —dijo fuerte.

Las puertas fueron abiertas y por ellas entró su comandante, quien rápidamente hizo una reverencia, haciéndolo sonreír mientras se acercaba un poco a aquel Alfa.

—Su majestad...

—¿A qué has venido, Kiba?

—Me temo que traigo malas noticias... Los jóvenes cachorros quieren comenzar sus entrenamientos, pero el rey no está. Quisiera que... —pero Naruto levantó una mano para hacerlo callar, luego negó sabiendo lo que iba a decir, era normal que la nueva generación quisiera aprender a combatir, la forma de pelea venía de familia, pero era comprensible que los padres no pudieran enseñarles, pues la mayoría de ellos estaban junto a Kakashi en la conquista de nuevos territorios.

—Reúneles.

—¿Majestad? —lo vio con duda, pero Naruto sólo negó sonriendo.

—Haz lo que se te he ordenado.

Kiba bajó la cabeza y salió de ahí, dejándolo solo, pensando en que al menos podría distraerse un momento, volver a ser el niño que alguna vez fue en su tiempo.

...............

Miró a su alrededor y acomodó su cabello lleno de sudor, estaba entrenando a la nueva generación de gerlaris, chicos valientes que querían ir con sus padres a nuevas tierras, trayendo riquezas a Ilargia y formando un nombre importante que les hiciera ganar fama.

—Más fuerte —gritó Naruto y arremetió sin compasión contra el Alfa que estaba al frente tirándolo de lleno al suelo—. ¡Tus defensas arriba Lee!

—Lo siento, mi señor —dijo el Alfa.

—Arriba, si no hay una herida en tu cuerpo, no hay forma de que te des por vencido. Si la muerte te busca no te detengas hasta el fin, ¡hasta que sientas que tu último aliento se escapa! ¡Se valiente!

El Alfa tomó fuerzas de las palabras de su rey y volvió a intentarlo, nadie dijo que era fácil ser un guerrero, terminabas con la piel hinchada y rota, las heridas sangrantes y los moretones te acompañaban en cada paso. Podías presumir orgulloso las enormes cicatrices que lograste en batalla y de las cuales sobreviviste, demostrando imponente todas esas profundas heridas que escocerían hasta sanar.

De un movimiento rápido y engañoso Lee logró golpear a Naruto, deteniéndose sin aire y sumamente asustado, había golpeado a un rey, cosa que le podía costar la vida, sin embargo, el rubio sólo sofocó un gemido de dolor para luego sonreír radiante, entonces, se acercó al alto hombre y le dio unas fuertes palmadas en la espalda, alentándolo.

—Lo hiciste bien, cachorro, no tienes nada de qué preocuparte.

—Gracias, mi rey —respondió humilde.

—Ahora ve —dijo señalando a otra persona para que comenzaran un combate entre ellos.

Cuando el Alfa se fue, al fin pudo tomar aire, pues ese golpe se lo había sacado por completo de los pulmones, luego estiró sus músculos calientes por el ejercicio y sintió en su piel lo frío del ambiente.

—¡Mamá! —escuchó los gritos de sus hijos y volteó a verlos, estaban con Ino, quien cargaba a Badén.

Se acercó lleno de tierra y sudor y acarició a cada uno de sus hijos para luego tomar en sus brazos a la bebé.

—Te lo encargo, Kiba—dijo Naruto a su comandante, uno de los pocos que le servían fielmente a él en lugar de a Kakashi.

—Sí, mi señor.

Era un hombre alto y fuerte, de ojos fieros y relucientes, con labios carnosos y un par de cicatrices en el rostro, que era rodeado por su cabello castaño atado en un moño. Él era y siempre seria parte de su guardia, nunca podría tenerles desconfianza.

Vio como el Alfa se iba a ayudar en el entrenamiento y Naruto pudo quedarse más tranquilo, así que decidió caminar con sus hijos alrededor de Ilargia para distraerse un poco y ver que todo estuviera en orden.

Pensó que sería buena idea ir a comprar comida y bebidas que les dieran confort, y, mientras caminaban, hubo un momento en el que Ino puso una suave tela de seda en sus hombros, por lo que Naruto agradeció.

Los habitantes sonreían al verlo, lo saludaban y aclamaban su nombre, Naruto se sentía bien, sabía que tenía el favor de su pueblo, pues, tanto Kakashi como él, buscaban siempre lo mejor para el reino y ellos parecían apreciarlo de verdad.

De pronto, entre la multitud vio una cabellera bermeja asomándose y fue hacia ella de inmediato.

—¡Sasori! —Bramó feliz al ver a su amigo, el cual cargaba a un pequeño recién nacido—. ¡Qué bueno saber que tu hijo nació con bien!

Lo último que recordaba de su buen amigo era su gran vientre listo para el parto.

—Muchas gracias, aunque aún no puedo creer que Deidara me haya dejado así después de que su hijo naciera. Maldito Alfa... —masculló entre dientes.

—Son bárbaros y la lucha los llama, no hay nada que podamos hacer.

—Claro que sí —murmuró el Omega bermejo—. Seducirlos y dejarlos tendidos en la cama, para cabalgarlos con fuerza. No hay ningún alfa que se resista a eso.

—Veo que tienes satisfecho a tu Alfa —dijo con gracia Naruto.

—Así no busca a otros Omegas —sentenció con una mirada firme.

Naruto tuvo que guardarse una mueca de incomodidad que no pasó desapercibida para Sasori.

—Supongo que dije algo que te incomodó.

La mirada azulina lo atravesó como una navaja y él quiso apartar sus ojos, no podía dejarse ver débil, aun cuando fuera su gran amigo de la infancia, aquel con el que recogía los campos de verduras, lamentablemente ahora era diferente, así que sólo movió un poco los hombros

—Supongo —comenzó a caminar y Sasori siguió sus pasos—. Kakashi ha perdido el fuego que sentía por mí.

—No es así —dijo rápidamente un poco sorprendido.

—Sé que ha dejado pequeños bastardos por otros lados, no soy tonto, pero no importa. Kakashi ama a sus hijos, así que mientras no pierda eso no tengo razón para anular nuestro matrimonio.

Ambos callaron, ese no era un tema que al rubio le gustara tocar, después de todo, Kakashi era un hombre libre, no era ningún esclavo, era el rey, y por ello, Naruto no podía imponerle nada.

Él podía hacer todo lo que se le viniera en gana y nunca nadie podría cuestionarlo, y, aunque Naruto también era un rey, siempre sería inferior al ser un Omega.

Le cedió su hija a Ino, para así adelantarse un poco, evitando que la conversación llegara a oídos impacientes o indebidos.

Siguieron con su camino, dejando que Naruto disfrutara de la vista de aquel regordete cachorro que estaba en los brazos de Sasori, recordando perfectamente cuando sus hijos habían nacido.

—No creo que sea el caso, tienen un lazo...

—El lazo no es sagrado para él... No fue más que una simple mordida de posesión.

Pudo escuchar claramente el pequeñito sonido de indignación de Sasori, para la mayoría, el lazo era algo sumamente especial que los dioses concedían, no era algo con lo que se pudiera jugar.

Si amor jurabas, eternamente amarías.

—Pero...

Naruto sólo negó, acabando la conversación.

Cuando llegaron a la plaza central, buscó con la mirada en un punto exacto y vio con deleite como sus órdenes habían sido cumplidas al pie de la letra, aquel Alfa violador de la noche pasada yacía colgado ahí mismo, mostrando su piel desnuda llena de azotes y con la carne desgarrada, marcas de sangre seca corrían a lo largo su cuerpo, y, en la parte del frente, su adorado pene había sido removido.

El pobre diablo había muerto desangrado.

—Los dioses no lo recibirán —dijo Sasori y Naruto le dio la razón—. Débil de alma.

Al pasar por el lugar varios escupían al suelo cerca del cuerpo del hombre, así que Naruto rápidamente se dio la vuelta y le hizo una señal a Ino para que no dejara que los niños vieran la escena, la esclava rápidamente obedeció, girándose mientras jaloneaba a los niños con ella.

—Tengo que irme —informó Sasori—, las cosas sin mí por allá se complican

—Fue un gusto verte, y ya sé que todos te quieren como a mí.

—¡Nunca podría ganarte! Eres tan sublime como un dios

El rubio sonrió encantado, claro que le gustaban las adulaciones, más ahora que las recibía diariamente.

—Te acompaño hasta tu carreta.

El Omega asintió feliz y todos los miraron pasar, apartándose de sus caminos, pues si bien, Sasori no era de la realeza, tenía fama y reconocimiento.

Una vez que ambos Omegas llegaron a la carreta que tenía rumbo a las montañas, Naruto dio un suave beso en la frente del cachorro recién nacido y después un fuerte abrazo a su amigo, luego lo vio subirse en la carreta con las compras que había hecho y esta finalmente comenzó a moverse, entonces Naruto suspiró y alzó la mano en modo de despedida viendo como Sasori también se despedía con un alegre grito, alejándose por el camino hasta hacerse cada vez más pequeña para finalmente desaparecer por completo.

Se quedó fijo en ello hasta que la seda que llevaba en los hombros salió volando, entonces corrió hacia la delicada pieza casi atrapándola, pero algo más llamó su atención y la tela se fue volando en al aire.

El ocaso manchaba el cielo de tonos rojos y anaranjados, mientras el sol comenzaba a ocultarse aun brillando fuertemente, pero a pesar de eso no pudo evitar ver con asombro hacia el horizonte.

A lo lejos, por el mismo camino en el que Sasori se había ido, una silueta negra se acercaba lentamente, tal como la de su sueño, sin embargo, no había nieve, ni mucho menos el día se había convertido en noche de inmediato, y por supuesto, sus huellas, no dejaban rastros de sangre tras él. Sus manos iban vacías y ningún animal lo acompañaba, pero Naruto, muy en el fondo, sabía que era el mismo hombre, con el cual soñó.

No movió su cuerpo ni un solo milímetro, viendo cómo, paso a paso, llegaba hasta él, entonces el extraño se detuvo a unos cuantos pasos de distancia y se quitó suavemente la capucha, dejando ver a un hermoso hombre de piel blanca, ojos negros tan oscuros que ninguna estrella podría reflejarse en ellos, cabello largo atado en trenzas que caían suavemente sobre su espalda, y unos tentadores labios rojos que pedían a gritos por un beso prohibido.

El viento azotó y Naruto sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo, pero, antes de caer sin remedio en la sutil trampa y quedarse admirando la belleza sin fin, reaccionó.

—¿Quién eres tú, forastero? —demandó con voz cruda.

—Estoy delante de un rey —su voz lo hizo temblar, parecía amable, pero tenía tal fuerza y poder que demandaba sumisión, su Omega se removió inquieto—. Tu voz al pedir mi nombre me lo dice.

El hombre se acercó más a él y Naruto tuvo la necesidad de huir, pero aun así no lo hizo, no podía verse inferior ante nadie, mucho menos con un extraño, y, aunque nunca se había sentido tan indefenso antes, tuvo que reconocer que ese extraño con divina cara y pulcra armadura lo dejaba buscando aire cada vez que sus ojos negros, de apariencia cruel, iban en busca de su alma.

—Umm... —murmuró sin saber muy bien qué decir.

Entonces, el azabache hizo una fina reverencia y agarró su mano para besar su dorso, segundos suficientes para permitirle a Naruto notar el pequeño tatuaje de una rosa en su mano izquierda.

—Soy conocido como Sasuke, mi señor.

Sus labios rojos ardieron contra su piel y el aliento caliente erizó su cuerpo haciéndolo jadear, y luego, lo último que pudo ver antes de que todo se volviera negro, fue la sonrisa maliciosa en los labios del extraño.

Cuando abrió los ojos, notó que estaba en su nido de pieles, trató de enfocar bien la mirada, y, al lograrlo, pudo ver que, pegado a la pared y sentado en el suelo, estaba ese extraño y hermoso hombre, quien cargaba entre sus fuertes brazos a Badén, y, aunque debió sentir miedo, no pudo.

Sasuke, en cambio, no había quitado sus ojos negros de encima de su cuerpo mientras la cachorra jaloneaba su ropa y su cabello.

—Se desmayó, su majestad —formuló despacio, dejando que Naruto saboreara las notas de sus cuerdas vocales—. Lo cargué en mis brazos para traerlo al palacio, espero que no se moleste por haberlo tocado con este cuerpo pecador.

El misterio que envolvía al azabache lo dejaba indefenso, podía ver la nota de peligro en sus ojos, pero no sentía la necesidad de salir corriendo, aun cuando la perversidad y amabilidad se fusionaban en su mirada.

¿Cómo era eso posible?

—Gracias por no dejar al rey tirado en el sucio suelo, aun cuando por ello tuvo que desviar su camino.

—Aunque parece que a usted no le disgusta el sucio suelo, estaba embarrado de él cuando nos encontramos, así que creo que no le hubiera importado quedarse en él durante un rato —le restó importancia.

—Correcto —se sentó poco a poco, despejándose y notando que llevaba una ropa diferente y que ya no tenía nada de tierra en su cuerpo—. ¿Usted me limpió?

—Como me hubiera gustado, majestad. Ver su tierno cuerpo lleno de sutiles curvas... —Naruto intentó no flaquear y dejar ver su nerviosismo, tratando de evitar que un sonrojo se formara en sus mejillas—. Pero no, su esclava lo hizo, y mientras eso pasaba, yo cuidaba a esta pequeña niña de tiernos ojos azules.

Eso explicaba porque Badén estaba en sus brazos.

—¿Y por qué no se la ha devuelto a mi esclava? —hizo referencia a la cachorra.

—Porque ella se siente cómoda en mis brazos, ¡no hay necesidad! —Hizo un grácil movimiento de brazos—. Además, soy un inofensivo bardo, relator de las leyendas más grandes, ¿qué podría hacer yo? Tan sólo cuento las historias de los mismos dioses. De hecho, su majestad —se quedó callado por un momento—, ¿podría usted ser servicial con este humilde bardo?

Naruto no estuvo muy seguro de responder afirmativamente, pero sus labios habían murmurado una afirmativa casi sin haberlo pensado.

—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó resignado consigo mismo.

—¿Me permitiría quedarme aquí? Sólo mientras recupero fuerzas...

El rubio lo pensó por un momento en total silencio.

—Cualquiera que se tomé la molestia de tráeme en sus brazos a mi hogar, es aceptado por mí.

—Muchas gracias, mi señor. Estaré bien con poder dormir en una cama de paja junto a los esclavos. No tendré ningún problema.

—Claro que no —dijo de inmediato—. Dormirás aquí en el palacio, en un suave nido de pieles, comerás nuestra comida y te saciarás, y, mientras eso pasa, cantarás y contarás todas esas leyendas de las que tanto alardeas.

Se le aceleró el corazón al ver al hombre por fin moverse de su lugar, dejando a su cachorra por un momento en el suelo para luego acercarse con pasos seguros al rubio, quien instintivamente cubrió su regazo.

Cuando las rodillas de Sasuke tocaron el suelo y sus caras quedaron a pocos centímetros, Naruto quiso alejarlo alzando una mano, pero el Alfa la agarró y besó la punta de uno de sus dedos, lamiéndolo ligeramente. El fuerte aroma a cedro y vainilla se dejó sentir en su esplendor y Naruto gimió quedo, era un Alfa poderoso y su presencia y dominio se sentían fácilmente.

—Será todo un placer.

Y así, tan decidido cómo se acercó, se apartó, abriendo las puertas de su cuarto y alejándose. Segundos después Ino entró a la habitación y verificó al rubio, hallándolo despierto, cosas que la alivio, así que hizo una reverencia ante el Omega, haciéndolo sonreír suavemente.

—La comida ya casi esta lista, mi rey. ¿Quiere que lo ayude a vestirse?

—No, déjalo así, mejor cámbiale la ropa a Badén. Yo bajaré de inmediato.

La esclava asintió, acercándose a la cachorra y llevándosela de ahí.

Cuando Naruto se vio solo, salió de su nido con las piernas temblándole, ¡oh, dioses! ¿Por qué le pasaba eso a él? Sentía cosas que se suponía no debía sentir.

Se preocupó tan sólo un poco al ver que su cuerpo reaccionaba de esa manera, por lo que tuvo que respirar varias veces para calmarse y salir del cuarto con la cabeza en alto.

Justo como el rey que era

..............

Naruto comía en la gran mesa acompañado de varias personas, un poco lejos de él estaban los jóvenes que soñaban con ser gerlaris se encontraban sucios, pero felices por la buena comida, además, la bebida nunca hacía falta y varios bailaban alegres por el alcohol.

La fogata estaba encendida y parecía haber quemado a más de un incauto, sus hijos mayores peleaban con espadas de maderas y su dulce Mahats repartía coronas de flores, mientras tanto, él mecía a Badén entre sus brazos dándole de comer y miraba feliz como todos disfrutaban, quizás lo único que le molestaba era sentir muy frío el asiento de al lado, donde se suponía que Kakashi debería estar, pero antes de molestarse de nueva cuenta, prefirió mirar al frente y pedir más cerveza, tomándola de un sólo trago.

Todos hacían escándalo y cantaban toscas canciones que hacía que moviera el pie al son de la música, pero todo eso se detuvo al ver a entrar a Sasuke, Naruto se puso inquieto de inmediato y tuvo que rozar sus muslos para bajar, siquiera un poco, el calor que le provocaba verlo.

—¡Tranquilos mis amigos! ¡Sigan festejando!

Y, como era de esperarse, todos continuaron, permitiendo que Sasuke se escabullera fácilmente entre la gente y llegara hasta él, quedando al otro lado de la mesa, aquella que lo obligaba a mantener la distancia de ese adorado cuerpo.

—Mi buen rey —dijo Sasuke, quien parecía feliz—. ¿Quisiera acompañarme escuchando mi primera historia?

Naruto asintió, era culpable al amar las leyendas, se sabía cada una de ellas, y si no era así, pues al menos conocía la mayoría, sólo con la mención estuvo listo para imaginar las narraciones, comenzando a divagar en su mente por la historia que aquel Alfa iba a contar.

Sonrió cuando Sasuke le pidió a Badén, así que se la dio y la niña pareció muy feliz tocando la trenza del Alfa, luego se levantó de su asiento y rodeó la mesa para poder estar al lado del pelinegro, quien le tendió su mano libre para que la agarrara, y, al hacerlo, sintió un fuerte estremecimiento recorriendo todo su cuerpo, sabiendo que no había sido el único en sentirlo, había sido como tocar fuego, pero aun así lo dejó pasar.

Caminaron juntos hasta que llegaron cerca de la fogata y se detuvieron ahí, mientras Sasuke empezaba su relato.

—Si alguna vez han escuchado magníficas historias, déjenme decirles, mis señores, que agregaran una nueva a la lista. Sean bienvenidos a disfrutar de una muy triste historia...

Finalmente, Naruto tomó asiento y sus hijos llegaron corriendo, sentándose cerca al fuego, entonces, Sasuke le devolvió cariñosamente a Badén y la música fue detenida para dar paso al bardo.

Todos comenzaron a reunirse en torno a la fogata, interesados por la fuerte voz del azabache.

—Oh, mis señores —hizo un gesto humilde—, me halaga que quieran escuchar a este pobre hombre... Cuentan, que el dios Bizitza, como cualquier hombre normal, cayó enamorado ante la belleza de un Omega y sufrió mucho por ello, dicen que la belleza de ese Omega era tal, que parecía la luz de sol filtrándose por las nubes, ¡radiante y alegre! Tan hermoso como las flores, quizás tan hermoso como su rey.

—¡¡Sí!! —aclamaron todos y Naruto se sonrojó levemente, no se había esperado eso.

—Sin embargo, con todo el caos que la guerra desató entre los dioses, Bizitza descuidó a su único tesoro, a su único amor. Entonces, el terrible dios Mafiaren, envidioso y colérico por la belleza ajena, no pudo evitar mandar a uno de sus secuaces para que empujara al bello Omega desde el cielo, haciéndolo caer a la tierra. Un fuerte golpe que el dios Bizitza no pudo detener...

«Cuando el dios Bizitza tocó el suelo en el que todos sus dioses yacían sin vida, buscó entre los escombros a su amor, a quien encontró, irremediablemente, encima de un gran charco de sangre, con su inmaculado rostro apenas tocado por el dolor y con una sutil mueca de su adorado amor, pero su bella rosa, su hermosa flor, nunca se marchitó. Con decisión, manchó su propio rostro haciendo dos líneas en sus ojos y prometió siempre amarlo, un amor tan eterno y ligero que nunca sería olvidado, sería añorado por siempre.

Fue uno de los sentimientos más puros que el dios tuvo.

Desde ese día, los vientos cantan que ellos se reencontrarán una vez más, y que juntos, verán el fin del mundo. Así, cuando al fin llegue ese momento, ni siquiera Mafiaren podrá volver a usar el mismo juego, y, en su lugar, viviría envidioso por toda la eternidad.

A pesar de esto, hasta hoy, el dios de dioses vive en la triste espera de poder ver nuevamente aquellos ojos que una vez lo cautivaron...»

Naruto miró de reojo a su pequeño Mahats limpiándose una lagrimilla mientras Haize le abrazaba suavemente, el rubio tenía que admitir que nunca había escuchado esa historia. Vio cómo otros se lamentaban, pero lo cierto era que estaban muy borrachos para comprender totalmente el relato. Finalmente, pudo ver a Gaara a lo lejos, tenía un semblante frío y escuchaba atento todo.

La fuerte voz de Sasuke se fue apagando poco a poco, dejando una nube de ensoñación tras de sí. Naruto se levantó y notó a su bebé dormida, supuso que era momento de acostarla, así que se fue tranquilamente al cuarto de la cachorra, la metió en su nido de pieles y la arrullo un poco más, asegurándose de que nada la perturbara. Cuando terminó, salió al pasillo sin cerrar la puerta completamente y se asustó al chocar con el azabache, que parecía una sombra delante suyo.

—¿Le gustó la historia, su majestad? —preguntó el azabache.

—No sé si sea verdadera.

—Oh, claro que lo es —dijo tranquilo mirándolo a los ojos—. Yo estuve ahí —sonrió de lado.

—¿Qué? ¿Acaso eres un dios, Sasuke? El único ser que pudo haber visto eso y recordarlo, es la diosa Ederra, aquella que sufrió más que otros y vivió en carne propia la tristeza de la guerra, y, hasta donde veo, tú eres hombre.

—Conoce las leyendas muy bien —dijo sonriente—. Tiene razón.

Le gustaba el hecho de que aceptara darle la razón, pues siendo Omega no siempre sucedía, así que lo miró por largos minutos, analizándolo, pero el escalofrío que le recorrió cuando vio a Sasuke mirándole fijamente fue demasiado fuerte, lentamente la mirada bajó por su cuerpo, viendo esa pasión incriminatoria que el Alfa tenía plasmada en su estoico rostro.

Naruto arregló su vestimenta suavemente, sintiéndose un tanto incómodo, acomodó el escote de su túnica que le llegaba hasta su ombligo y apenas tapaba su pecho, notando, además, que su rebelde cabello se mantenía en orden gracias a las flores que Mahats había puesto en su cabeza. Al terminar, avanzó decidido por los pasillos dispuesto a regresar al comedor, pero Sasuke lo tomó de la cintura sobresaltándolo.

Sintió el fuerte pecho del Alfa muy cerca de su espalda, y el calor de ambos cuerpos al tocarse se combinó en una calidez que los invitaba a lo indebido.

—Es usted un poco atrevido.

—Su cuerpo me llama irremediablemente y su aroma es mi favorito —suspiró contra el cuello del Omega haciéndolo temblar.

—¿Está tratando de seducirme? —pudo sentir el momento preciso en el que Sasuke se colocó más cerca de su espalda, topando ambos cuerpos y rozando su pelvis contra su trasero, por lo que trató de evitar un gemido.

—No he parado de hacerlo desde que lo cargué entre mis brazos, mi rey —dijo en su oído, dejándolo caliente, luego apresó sus caderas con sus grandes manos y ejerció presión en ellas, logrando que ambos jadearan.

Y ahí estaban, entre las sombras que la noche les otorgaba para protegerlos de miradas indiscretas, con sus cuerpos unidos. Una realidad que no podía permitirse.

Con dificultad, Naruto quitó las manos del Alfa de su cuerpo y trató de alejarse, pero la voz de Sasuke, se dejó oír llena de deseo, rompiendo el delicado silencio de los pasillos.

—¿Por qué se aleja si la humedad entre sus piernas clama por mí?

El rubio tuvo que contener un fuerte jadeo mientras aceleraba sus pasos, e inquieto, decidió no regresar al comedor, en su lugar fue directo a su cuarto y ahí pudo dejar salir todos sus sentimientos.

Sasuke le llamaba fuertemente, su Omega quería enseñar el cuello y dejarse hacer, incluso sólo con el aroma a cedro del Alfa se sentía deseoso, y ni hablar de esa ronca y profunda voz, o de sus ojos sensuales que lo tenían al filo.

Trató de tranquilizarse e ir a dormir, mañana sería otro día. Un día más para pensar en lo indecente que resultaba su comportamiento.

............

—Su majestad, últimamente ha venido mucho por aquí...

—Es de suma importancia, Gaara —dijo un poco apurado.

No es como si fuera fácil salir del castillo cuando su esposo no estaba, la verdad era que, manejar un reino él solo era una carga muy pesada que había decidido tomar, después de todo, Kakashi y Naruto eran el esqueleto de Ilargia.

—Usted dirá mi rey.

Miró al pelirrojo, no había aroma en él, por eso sabía que era un Beta, era un hombrecillo con pecas y grandes pómulos, así como manos vendadas que ocultaban las cicatrices por su torpeza. Tenía una serenidad en el tono de su voz que siempre calmaba, aun cuando las peores noticias se estuvieran dando.

Se habían conocido aun cuando ambos eran niños, Naruto siendo mayor que el sabio, entonces, una profecía había sido dicha, siendo tan clara como el agua.

"Tú serás la corona de este reino"

Estaba claro que las palabras se habían vuelto realidad, y después de eso, Gaara continuó siendo fiel a su cargo, mientras él se convertía en rey, Gaara se convertía en el sabio, poseedor del don de hablar con los dioses, envidiado por muchos, alabados por otros.

Naruto jadeó ahogado, estaba inquieto y sabía que el único que podría tener respuestas para él, sería Gaara, así que se sentó en el pequeño banco frente a él, viéndolo fijamente.

—Ese bardo... ¿es alguien importante? El guarda un secreto, ¿verdad?

—No podría saberlo nunca...

—Los dioses hablan contigo, ¡tal vez puedan decirte algo sobre el!

—Los dioses no me avisaron de su venida... puede que no sea de importancia.

Naruto no pudo creerlo, sus ojos mostraron lo turbado que estaba, así que se mordió el labio apretando ligeramente las pieles que llevaba en los hombros, y luego miró fijamente a Gaara.

—Él tiene poder, lo puedo sentir desde el centro de mi pecho...

—Y tal vez tenga razón...

—¿Es peligroso? Mis hijos... Yo...

—Puedo escuchar su preocupación, mi rey, y no hay que avergonzarse por ello.

Naruto asintió tranquilizando sus tensos músculos, pero la tensión vino nuevamente a él cuándo escuchó como Gaara comenzaba a susurrar rápidamente.

—Renacerá bajo la luz del dolor...

—¿Qué? —dijo acercándose, pero Gaara estaba ido.

—Se romperá la tierra y el fuego brotará...

—Gaara...

—Y el final de los tiempos será visto con suspiros entrelazados.

Lo tocó sacudiéndolo suavemente, entonces, el pelirrojo arrugó el ceño y rápidamente dirigió su cabeza hacia Naruto, olfateándolo.

—Los pájaros volarán, su majestad, y regresarán, lágrimas traerán y amor olvidarán...

Dijo en un susurro casi sin aire... dejando un corazón desbocado en la habitació

Notas finales:

Espero les guste, como a mi, gracias por volver a leer la historia.

quisiera ver que tal les esta pareciendo para ver si continuar o simplemente ya no hacerlo.

si hay dudas por favor hacerlas, nos vemos


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