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Is it destiny por Reiga

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Notas del fanfic:

Bueno como sabrán las que me conocen, mis preferencias son Aokaga.  Lo menciono ya que me costó un poquito (Mucho) hacerlo KagaAo esta vez, mientras más escribía más me gustaba como me quedaba pero aun así lo encuentro extraño, supongo que es la costumbre.

Esta hecho con todo mi cariño  espero  les agrade

 

Advertencias

-Mención de violación (No principales)

-Mención de otras parejas  

-Lemon!

-Kagami Seme! Aomine Uke! (Lo aclaro por si acaso)

-OOC

-Es mi primera vez escribiendo KagaAo, lamento mucho si esta feito o muy fuera de personajes.

-Ignoren el nombre del fics!!

 

 

Kagami Quería llegar pronto a casa. Ese día tenia clases todo el día, pero por alguna razón quedarse a las últimas para luego rendir su examen no era tan importante como el llegar a casa.  Se sentía intranquilo desde la mañana.

Como siempre había pasado a la habitación de su hermana para levantarla, no iban en el mismo curso, pero se iban juntos compartían sus momentos libres y regresaban juntos a casa también. Sorpresa fue al enterarse que no se sentía bien y que por ese día faltaría. Toco su frente con la propia notando si tenía alta su temperatura pero nada.  Ella solo le había sonreído diciendo que realmente no tenía ganas.

Y a pesar de que le había creído no estaba completamente seguro. Era consciente de que a Momoi no le gustaba estar sola en su casa así que si  optaba por quedarse era porque quizás realmente se sentía mal.

Su corazón palpitaba en su pecho mientras  más cerca estaba de casa, la gran mansión ya podía divisarla a una cuadra. Y apresuro más sus pasos al reconocer dos autos negros pasar por su lado. Aquellos hombres con lo que su padrastro solía tratar podía reconocerlos muy bien. Uno osó sonreírle antes de que el vidrio del auto subiera completamente.

Al entrar se encontró con su padre. Su mirada de que  no lo esperaba a esa hora estaba clara. Aun así no dijo nada y solo salió de la casa bajo su atenta mirada. Su ama de llaves lo recibió con culpa de algo que desconocía. La mujer al verlo no evitó derramar en llanto balbuceando cosas que solo lo alteraron y preocuparon.

“Joven Kagami… la señorita Momoi” solo eso entendió. Solo eso le quedo en su cabeza al momento que la sangre se  le helaba.

Al escuchar el  nombre de su princesa temió y  corrió por su casa subiendo a zancadas  las escaleras para llegar al  segundo piso. Nunca la había encontrado tan grande y oscura. No golpeo. No habia tiempo para eso, solo entro y la busco con la mirada, el sonido del agua de la ducha corriendo le aviso donde se encontraba. Entró calmado pero inundado de miedo, podía sentir un dulce aroma  que quizás y a cualquiera volvería loco pero que a él solo le estaba causando un profundo temor.

Apretó sus puños hasta volverlos morados por la presión. Sus dientes hacían un sonido ante su furia al ver a su dulce hermana desnuda y acurrucada bajo el agua. El choque de ojos rojizos y rosados solo provocó un llanto adolorido de parte de ella. Desesperado.

Y en él… un profundo dolor al ver el cuerpo blanquecino. Su cuerpo que debería haber permanecido intacto y puro estaba  lleno de marcas y cosas horrendas que no dejaba de mirar con impotencia. Se acercó a abrazarla y  lloro con ella mientras el agua bañaba sus cuerpos en vano tratando de borrar el dolor.

 

~

 

Los ojos de Kagami se abrieron de golpe ante un doloroso recuerdo que había invadido sus sueños. Miro la hora y esta marcaba las cuatro de la mañana, Suspiro y pensó en su hermana. No podía seguir durmiendo si  no se aseguraba que estaba bien.

Se puso una polera que descansaba en el suelo y salió a la habitación contigua. Entró escuchando en seguida su tranquila respiración. Camino lento intentando no hacer ruido. Pero no lo consiguió

Ahora vivían en  una casita más pequeña que a la  que hace años habían estado acostumbrados. Su piso de madera crujía al pisar. De día no se notaba pero de noche era inevitable no sentir su sonido.

—Tai-chan… —Melodía para sus oidos.

—Lo lamento no quería despertarte —Kagami sonrió acercándose a su cama y sentándose a su lado. Momoi se acomodó y le dio espacio.

—No importa, ¿no puedes dormir? —Kagami negó con su cabeza y tomo la mano de su hermana. Redondeando su muñeca… aquella donde yacía una cicatriz imborrable, después de lo sucedido hace años atrás esa herida estuvo a punto de quitarle lo único importante que tenía.

Momoi sonrió al ver a su hermano de esa manera. Habían pasado años desde aquello y ella con la ayuda de Kagami y por el mismo también había salido adelante y lo había superado.  Además de que un año después de aquello  su padrastro como las otras dos personas que tanto daño le habían hecho habían tenido muertes horribles que hasta el día de hoy no se sabía que lo había gatillado.  Nunca había deseado sus muertes, pero al enterarse de ello sin duda le había traído paz a su alma. Y podía vivir tranquila.

—¿Quieres que te cante? — preguntó cómo broma la joven palmenado el lado de su cama para  que Kagami se recostara. En cuanto lo hizo Momoi se abrazó a su cuerpo. El aroma de su hermano era tranquilizante para sus sentidos — Creo que me quedaré dormida antes de que pueda tararear una canción.

Kagami sonrió  al escuchar el desgaste de su vos  y acaricio sus cabellos para que pronto lograra conciliar el sueño nuevamente.

Al día siguiente Kagami se levantó temprano, tenía el día libre y le había prometido un día de paseo a su pequeña hermana. Sin embargo una llamada temprano le arruinó por completo los planes. Prepararle un rico desayuno le parecía una buena idea para apaciguar el enfado del ángel.

 La chica peli rosa no tardó en sentir el llamado del delicioso aroma. Así que se apresuró en levantarse y llegar a la cocina.

—Muy buenos días mi princesa —dijo todo meloso el pelirrojo acercándose a su hermana para besar su mejilla. Momoi lo miro con ceño fruncido.

—Ya veía venir esto. Tus mentiras cada día son más recurrentes Taiga

La chica lo había llamado duramente por su nombre. Y se lo había esperado, era mejor que supiera luego que no cumpliría con su palabra antes de que se pusiera hacer planes para el día de hoy.

—Lo lamento Momo, pero es por trabajo — le dijo arrepentido sirviendo el desayuno y sentándose enfrente de ella.

—Claro, tu trabajo, ¿algún día dejaras eso? Sabes que no me gusta. Con lo ganó ahora podemos mantenernos. Ahora es mi turno de ayudarte Nii-chan. Puedes retomar la universidad. Eres un alfa, uno prometedor. ¿Qué harás el día en que encuentres una pareja?. ¿Qué vas ofrecerle? ¿Compañía un día mientras al otro día te vas con  otro?

Kagami sonrió orgulloso al escucharla hablar así. Su hermana ahora era una respetable doctora.  A pesar de ser una omega su pequeña se las había arreglado para destacar en medicina y durante su práctica se le abrieron las puertas al mundo laboral por su desempeño. No podía estar más orgulloso de eso. Y jamás arrepentido de dejar su carrera para darle todo lo que ella necesitaba cuando se habían ido de esa casa.

—Eres tan linda cuando te enojas

Momoi suspiro mordiendo con frustración su pan, no le sorprendía verse ignorada una vez más.

—No sé si esté mucho tiempo fuera así que Kise y Kuroko vendrán a quedarse contigo

—No necesito niñeras

—Entonces actúa como una adulta y compórtate  sobre todo con Kise

—¿Q-qué pasa con él?

—Mmm yo digo nomas —Kagami sonrió al ver sus mejillas sonrojadas. Era inevitable no darse cuenta de que ambos se gustaban.

Kuroko era un amigo de la universidad, un omega al igual que su hermana. Aunque él ya estaba casado con un alfa de una importante empresa. Kise era un beta que había conocido tiempo después y el que lo había ayudado cuando se habían quedado sin nada. Sin embargo Kise era menor teniendo la misma edad que Momoi.

Ya estaba listo para irse  y como siempre ahí estaba ella para despedirlo.

—Sé que no me cuentas todo lo que haces y … —Momoi miro a Kagami y suspiro. No entendía si su trabajo era de acompañante ¿porque  a veces se perdía semanas enteras?. —Te amo nii-chan vuelve pronto.

—Claro que sí —  tocó su cabeza y le sonrió — me hubiera gustado estar aquí ya que se aproxima tu celo, así que perdóname pero se lo dije a Kise para que esté el doble de pendiente de ti.

A Momoi le avergonzaba que Kise supiera algo tan personal pero también entendía por qué Kagami era de esa manera con ella, así que no dijo nada al respecto.  

 

~*~

 

Kagami vestía un traje pulcro gris, digno de un acompañante de alta clase. Sin embargo esa no era la ropa de debía vestir para la ocasión que seguramente se le avecinaba.

La llamada que habia recibido a horas tempranas  era un nuevo trabajo. Uno por que le pagarían bien y  una vez teniendo los  detalles sabría si aceptaba o no. Dichos labores no tenía ni una pisca que ver con lo que su hermana creía que hacía cuando a veces se perdía durante semanas enteras. Para él era una pena mentirle y preocuparla pero ya nada podía hacer. No podía de un día para otro dejar un mundo en donde solito se había metido.

En primera instancia por necesidad. Se había visto forzado encontrar algo que le diera más dinero del que ganaba de acompañante. Ni siquiera incluyendo el sexo podría haberle dado la vida de princesa que su hermana se merecía. Y que gracias a su trabajo extra se lo había dado y con creces.

Sin embargo  tenía  ambiciones. El dinero era mayor haciendo poco. Su casa era muy pequeña y quería más. Más grande, más hermosa y  en un lugar seguro. Si su hermana a su debido momento deseaba darle sobrinos ellos necesitarían todo.

Por esa misma razón ahora se encontraba en  un lugar privado cambiando su aspecto. Su cabello  corto, alborotado y rojizo ahora era  negro y una tanto más largo, y sus ojos habían sido reemplazados por unos grises que mezclado con su rubí original se veían fuera de lo normal pero hermosos en su totalidad.

Su traje gris había sido reemplazado por ropa casual unos  pantalones de tela holgados negros, una polera blanca con una camisa gris perla y  un poleron azul marino.  El piercing en su oreja izquierda y la cadena en su cuello lo hacían ver un chico medianamente malo si no fuera por ese aire interesante que le quitaba un poco de rudeza pero que lo hacía lucir bastante atractivo.

Lo único que faltaba era su arma pequeña pero letal que siempre llevaba en su costado derecho  y ya estaba listo lo demás todo era un equipaje innecesario.

Fuera de ese lugar como siempre le esperaba su único cómplice. En su auto.

—Gracias por traerlo — dijo una vez subiendo y sentándose al volante. —¿qué? —pregunto ante la mirada inquisidora sobre suyo.

—La vez pasada dijiste que sería lo último Raven — Taiga sonrió ante su nombre ficticio y  el reclamo. Que bien era una mentira como la siguiente que saldría de su boca.

—Esta sí que sí, solo iré y escucharé el pedido, si es algo fácil voy aceptarlo sabes que me cuido. —Realmente esperaba que fuera el último. A pesar de pecar de ambicioso siempre se cuidaba y esperaba también que nada le sucediera. No volver a ver a su hermana le aterraba más aun imaginarla sufriendo por eso.

—No te creo nada, pero esta será la última vez que te ayudo. Encontré a alguien Taiga quiero hacer algo con mi vida, también dejare la vida de acompañante.

Taiga lo miro sorprendido, hasta que una sonrisa sincera apareció por sus labios.

—¿Cuándo paso esto? hace una semana tuvimos un revolcón y de los buenos.—ambos sonrieron al recordar esa noche.

—Tan directo... — Himuro sonrió aunque un poco sonrojado — hace cuatro días. No sé si es amor pero mi cuerpo clama por él. Supongo que a eso le llaman destinado. Por primera vez deseo que sea él quien me marque y se convierta en mi compañero, o al menos me siento bien pensándolo así —Taiga miraba a su amigo que hasta hace poco era uno  con todos los derechos.

Himuro Tatsuya era un buen amigo que le había dado una mano cuando más lo necesitaba. Un omega hermoso que había capturado su corazón por un tiempo. Era imposible negarse a su belleza y Kagami se había rendido ante él.  No era amor pero sí mucho deseo y cariño, por ello mismo nunca pudo darle una relación estable  y tampoco tuvo esa presión pues el chico nunca lo pidió.

—Bueno no me queda nada más que desearte suerte. Aunque no la tendrás tan fácil. Quiero conocerlo y si no me gusta no le voy a entregar a mi Tatsuya.

—También quiero que lo conozcas —kagami vio su rostro sonrojarse, simplemente parecía que el chico era el indicado. Se sentía feliz por el joven y primer chico al que pudo llamar amigo. Aunque con el tiempo se hayan confundido las cosas sentía que podía seguir llamándolo así.

—Entonces cuando vuelva planea un encuentro ahora será mejor que bajes. Y quédate tranquilo no voy a meterme en problemas.

—Mentiroso, si no fueras a meterte en problemas no me tendrías a mí para saber tu ubicación en caso de cualquier cosa.—Taiga sonrió no podía negarle eso.

 

~

 

Tres de la tarde era la hora pactada y quince minutos antes ya estaba en el edificio que fue citado era un tanto alejado de la ciudad. Pero le extrañó que saliera y entrara gente como si nada pasara.

Generalmente para esos trabajos siempre le citaban en lugares privados. No quería pensar de más así que solo entro siendo interceptado por un guardia que al escuchar su nombre lo guio hasta el piso más alto sin decir ni preguntar nada.

Su llegada fue anunciada y enseguida le hicieron pasar. Como al más respetable caballero.

—Toma asiento Raven

—¿Puedo saber porque sabe de mí? —una pregunta determinada a tener una respuesta si  el hombre quería que siguiera habiendo una conversación entre ellos.

El hombre canoso y regordete detrás de su escritorio se puso serio y con un solo dedo le ordenó a sus hombres que salieran de la oficina. Quedando solo uno a su lado.

—Muy directo ¿deseas tomar algo? — la mirada del kagami le indico al hombre que él no estaba ahí para vida social. —Bien. Se de ti gracias a Kintaro Mitsubishi soy de confianza.

Kagami no mostró expresión algún pero si resintió la mención del hombre que lo había metido en eso y el único que sabía quién era él realmente.

—¿Qué es lo que quieres? — el nombre Kintaro era como una garantía para Kagami.  Si daban ese nombre el podía escuchar una propuesta. Sabía que era de confianza.

—Extorsión — contestó el hombre lanzando una carpeta beige al lado de kagami — tengo unos problemitas con el padre de esos chicos que tienes ahí  y ya que no aceptó mi oferta pacífica lo haremos de otra manera. Quiero al mayor  Aomine Daiki, es el  heredero también  un alfa. Se lo custodiado que debe estar por lo tanto si te es difícil  te doy la opción de traerme al omega que  está  en secundaria el otro no me interesa.

Kagami miraba la información y en total eran tres hermanos dos alfas mayores y el menor un omega de facciones muy delicadas. Le recordaba Himuro. Tenía una sonrisa bastante alegre una que el que no encargaría de borrar.

Si hay algo que odiaba en este mundo eran los alfas  a pesar de también ser uno. Y si había algo que sería incapaz de lastimar sería un omega. Veía a su hermana en la sola mención. y los protegía como si de ella se tratara.

—¿Solo traerlo no?

—Así es ¿qué me dices?

—Bien

Se levantó del asiento y dejo la carpeta en la mesa. No la necesitaba. El apellido Aomine era conocido en el país. No tenía idea de los hijos que pudiera tener ese señor pero ahora sí. Y el mayor era su objetivo.

Una semana se demoró en encontrar un espacio donde poder interceptarlo. Dar con él fue sencillo. Que estuviera solo era el problema. Sin embargo en ese corto tiempo pudo darse cuenta de un  patrón cada dos días  para encontrarlo solo.

Y ahí estaba, esperando en su auto  que el chico que hace unas horas hubiera entrado a un prostíbulo, saliera para completar su trabajo.

 

~*~

 

Aomine Daiki sentía que a sus veintiocho años ya estaba alcanzando tope. No importaba cuantas veces clavara su miembro en la joven hasta hacerla llorar. No importaba si se corría una y mil veces dentro de ella. No importaba que simulara una mordida que ni cosquillas le provocaba. Nunca estaba satisfecho porque no era lo que quería mucho menos lo que necesitaba. Y lo sabía. Estaba condenado.

Salió de ella ante un gemido de completo placer. Y la dejó ahí en la cama como si de un estropajo se tratara. Tomó el dinero de su pantalón mientras se vestía y lo dejó en el velador ignorando las palabras de la prostituta que ahora se sentía ofendida por su poco interés.

No tenía tiempo para sus berrinches. Debía llegar a su casa antes de que su padre.

Estaba oscuro por lo que se puso su chaqueta y el gorro para pasar desapercibido. En cuanto divisó su auto buscó sus llaves. Pero antes de que estas ingresaran en el cerrojo todo se puso negro, un dolor fuerte azotó su cabeza producto de un fuerte olor que inhalaba su nariz.

 

~

 

Su cabeza pesaba por sobre sus hombros e intentaba levantarla pero esta caía por su peso. Abrir sus ojos le estaba resultando difícil, más no imposible. Su vista era otra que aún seguía bajo el efecto de lo que fuera que le estaba sucediendo. Quería refregárselos, con sus manos agarrar su cabeza y presionar para que dejara de doler pero no podía.

De apoco el entendimiento iba llegando a él. No podía mover nada de su cuerpo. Estaba amarrado pero ¿porque?. Se preguntaba mentalmente.

 

—¿Ya despiertas? —Aomine abrió sus ojos y levantó su cabeza. Frente a él un hombre joven de cabello negro y piel clara. Quiso contestar preguntar cosas pero nada salió. Fue ahí donde se dio cuenta donde estaba y como se encontraba.

En una silla amarrado con las manos en su espalda y sus pies a cada pata de la silla más la imposibilidad de hablar gracias a la cinta adhesiva que cubría su boca

—Te quitaré la cinta, no te comportes como una nena y te pongas a gritar. Tampoco me preguntes nada porque  solo fui por el mandado ¿ok? —hablo con sarcasmo. Aunque cierto  de alguna manera.

Kagami  miro atento al chico moreno que lo miraba furioso. Vio sus ojos directamente hasta que su mirada azulina  se apartó  y asintió levemente. Kagami con nula delicadeza  quitó la cinta de su boca. Riéndose del quejido que salió de sus morenos y ahora lastimados labios.

—¿De qué trata todo esto?  —preguntó el moreno una vez relamió sus labios.

—¿Acaso eres tonto? ¿En qué quedamos?

Kagami al ver que  el hombre no abriría la boca de nuevo, dejó de observar con amenaza y caminó por la casa que le habían asignado para llevar al chico.

Era una especie de parcela. El lugar perfecto para mantener un rehén ya que no había habitantes cercas por los alrededores. El terreno era grande pero la casita bastante pequeña constaba con una habitación  amoblada y otra donde no había nada más que una silla y un  joven ahora amarrado en ella de cemento, bastante fría y sin ventana, muy diferente a como lucía el resto de la casa.

El pelirrojo miro su reloj de mano y se sentó en el sofá que daba directo donde el joven que no dejaba forcejear contra sus amarres mientras soltaba uno que otro improperio. Esperaba que su jefe provisorio enviará a uno de sus matones para poder irse.

Uno dos y tres suspiros más y se escuchó el sonido de autos cruzar por la calle de tierra.

Se sorprendió al ver  que por la puerta entraba el hombre que había pedido sus servicios.

—No tengo nada que ocultar ya que este un problema  de negocios. Al primero que contactaran cuando sepan de esto será a mí — le dijo el hombre respondiendo a su sorpresa.

—Me da igual, mi trabajo está hecho así que me...

—Aguarda necesito que te quedes y lo vigiles por un tiempo.

—Lo siento, pero no soy  niñera — contestó cortante, caminando hacia la salida.

—Oh vamos Raven será poco tiempo y te pagaré el doble  solo por quedarte aquí y me hagas unos pedidos si las cosas no va como quiero.

—No le haré nada al chico — dijo tajante —se lo que viene y lo que pasará con él si  no llegan a un acuerdo.

—¿Así que eres selectivo a la hora de asesinar? —kagami se tensó y le miro de mala gana, al parecer Kintaro había hablado de más.

—Tranquilo dije que era de confianza. Está bien solo quédate aquí lo demás lo harán mis hombres.

Kagami asintió era un buen dinero, siendo sincero con el mismo no quería negarse. Pero tampoco quería involucrarse más de lo debido. Volvió a sentarse en el sofá. Viendo como ahora los hombres irían y se encargaran del asunto.

Aomine ya había reconocido esa desagradable voz como también le había sorprendido lo que decía su captor. Con ironía había pensado que su secuestrador era decente. Que irónico.

—Así que usted está detrás de todo esto  — rió desafiante — esto no le servirá de nada, mi padre jamás llegara a un trato con usted.

—Eso lo veremos Tora solo necesita incentivo.

El hombre chico, gordo y vestido de ropa formal se afirmó a la pared mientras dos de sus hombres entraban a la habitación también.   Se quitaban sus chaquetas y se arremangaban sus mangas. Aomine sentía un poco de susto al tener a semejante hombre frente suyo. Su cuerpo tembló ante el temor de ser duramente golpeado.

Kagami se levantó del sofá que daba directamente donde el joven moreno. Una punzada recorrió su espina dorsal al ver el cambio de esa mirada arrogante. Su mirada azulina reflejo por segundos verdadero miedo y sintió un impulso de detener la paliza que el chico estaba sufriendo.

Pero lejos de eso solo sacó sus cigarrillos y encendió uno. Cuando ya terminó el segundo, al chico habían dejado de golpearlo.

—Veremos si después de esto tu padre no  quiere llegar a un acuerdo. —uno de los hombres limpio sus manos con sangre y tomó su celular para tomar unas fotos de Aomine.

—Bien Raven pronto sabrás de mí.

—Una semana. Solo una semana estaré aquí si no llegas antes simplemente me iré.

Kagami estaba furioso por dentro. Ciertamente no era la primera vez que secuestraba a alguien. Pero cuando lo hacía luego de recibir la paga simplemente se iba desligándose del asunto y olvidándose de todo.

Su doble moralidad ahora le estaba haciendo que  se odiase a sí mismo.

Una vez quedó solo se dirigió a la habitación, Aomine se encontraba en el suelo aun amarrado a la silla. Por la posición se estaba aplastando el brazo izquierdo, era doloroso de solo imaginarlo por lo que se apresuró a levantarlo. El moreno tosió sangre intercambiaron miradas extrañas  hasta que el herido se desmayó.  

—¡Demonios!

 

~*~

 

Un quejido involuntario salió de su boca y despertó abruptamente recordando donde estaba y como se encontraba. Aomine abrió sus ojos y se dio cuenta de que ahora no estaba en la silla ni en  la fría habitación. El sofá era su lugar de descanso. Tampoco tardó en darse cuenta de que sus pies y manos seguían amarrados. Pero en definitiva era mucho más cómodo.

Respirar le era dificultoso y su cara la sentía hinchada. Lo menos que quería ahora era mirarse a un espejo, lo más seguro es que estuviera irreconocible. Pensaba en eso pero al mismo tiempo  bien poco le importaba. Termino de despertar y con dificultad sentarse  ante un aroma exquisito a comida.

—Anda come — Aomine quedo con la boca abierta ante el chico de cabello negro que con cero delicadezas le dejo un plato en la mesa de centro que estaba enfrente suyo —voy a soltar tus manos no hagas nada estúpido. No me gustaría dejarte peor de lo que estas.

—Dudo mucho que pueda hacerte algo así quisiera.

—No esta demás la advertencia —Respondió Kagami de mal humor

—No soy tan idiota.

—Típico de Alfa no puedes mantener la boca cerrada — le dijo kagami irritado

—¿Que eres tú?, ¿un beta?

—En serio… come —Le ordenó.

—La paciencia no es lo tuyo, es bueno saberlo… quizás si te aburro me dejes ir

Kagami suspiro y molesto retiró el plato de la mesa. Eso le pasaba por dejarse llevar por debilidades como alimentar a un hombre débil. Pero desde ya le demostraría que no jugara con su paciencia.

Pasaban las horas y Aomine comenzaba a arrepentirse. Su estómago tronaba en su interior pidiendo ser alimentado. Dolía y era molesto. Pero su orgullo seguía en pie cada que el chico pelinegro pasaba y le miraba con supremacía. Si esperaba que le pidiera comida estaba equivocado prefería morir de hambre que rogar por alimento.

Dos  o quizás tres días habían pasado para Aomine. El lugar era tan silencioso que kagami podía escuchar el sonajero de tripas del moreno.

—Aquí vamos de nuevo, voy a soltar tus manos. ¿Harás algo estúpido?

Aomine vio ese plato humeante frente suyo y se le hizo agua la boca mientras su estómago hacía un festín dentro de sí. Era su favorito, una absoluta crueldad.

— Te hice una pregunta —Aomine no pensaba contestarle —bien no confió en ti así que abre la boca —dijo el pelinegro. Acercando una cuchara con comida a la boca del moreno.

Aomine sintiéndose humillado. Con enojo escupió la cara del joven cayendo  sus residuos en sus ojos y  mejilla.

Kagami apretó sus labios mientras se limpiaba con la manga de la camisa que traía. Debía mantener la calma.

—Cómela entonces como una perra  —le dijo mientras se levantaba, detuvo sus pasos enseguida cuando escuchó el tronar de la losa con el piso.

Aomine se levantó como pudo  y le plantó cara el joven que quedó impresionado de tener esa mirada llena de odio sobre sí. Se había pasado no quería tratarlo mal. ¿Pero es que acaso no entendía su situación?. No se le caería el apellido si se comía tranquilamente un jodido plato con comida.

Cuarto día y Kagami curaba las heridas del rostro de Aomine. Estaban mejores la hinchazón ya había pasado aunque el corte en su pómulo y ceja aún seguía ahí. Y el dolor de su costilla seguramente no pasaría pronto.

Taiga lo notaba débil en cualquier momento caería. Apenas y se mantenía sentado pero  aun así cuando sus miradas se cruzaban la de Aomine no se doblegaba y eso de alguna manera le gustaba o le causaba un grata curisidad. Termino de curar sus heridas y escucho el sonido de autos acercándose.

Se alejó y solo espero con su mirada impasible.

—¿Te ha dado problemas? — preguntó el hombre en cuanto ingreso en la casa.

—Con la paliza que le dieron lo dudo — contestó cruzándose de brazos mientras se afirmaba en la ventana —¿y?

—Nada al parecer tu padre — el hombre camino hacia donde estaba el moreno — solo se está yendo con rodeos mientras intenta buscarte, creo que necesita algo más contundente — decía el hombre jalando el cabello azulino mientras le miraba directamente.  

Kagami observó con detalle cómo lo llevaban a la habitación vacía nuevamente. Aomine forcejeaba  sacando fuerza de lo más recóndito de su cuerpo. Taiga quedo impresionado al ver que se había soltado y luchaba contra uno. Se preguntó si mientras parecía desfallecer aun seguía intentando soltarse y escapar. Le agradaba la idea.

Aomine  Agarró  una maleta y le dio con ella en la cabeza a un hombre cayendo las cosas que estaban en su interior. Kagami recordaba que esa maleta era la que Aomine traía ese día. Seguía sorprendido de  que a pesar de lo débil que se encontraba aún pudiera luchar y defenderse. Aunque le haya costado más caro que la vez anterior. Kagami ya no quería seguir ahí.

—Esta será la segunda advertencia, ruega porque tu padre acepte si  no para la próxima le enviare un video de su heredero con dos penes metidos en su culo y uno en la boca. —El hombre se acacho y tiro de los cabellos de Aomine mientras escupía sus crudas palabras.

La mirada de Aomine aunque parecía perdida mostro algo más que solo temor y no pasó desapercibida para Kagami. La sola amenaza hizo que su propio cuerpo también temblará.

En cuanto se habían ido los demás fuer por el moreno de nuevo. Algo se removió dentro de su cuerpo al ver vestigios de lágrimas caer por sus ojos y recorrer su piel marcada. Libero sus pies y manos. Dudaba ciertamente el joven hiciera algo por más que quisiera.

 

Fuel al baño y dejó caer el agua en la pequeña bañera, se sorprendió al notar que el agua salía tibia por lo que la regulo un  poco más. Una vez llena dejo caer el cuerpo moreno cubriéndolo por  completo en  el agua. El cuerpo de Aomine se removió por el ardor que le provocó al agua a sus heridas.

—Eres extraño. Por tu culpa estoy aquí y aun así me cuidas. ¿Qué es lo que pretendes?

Kagami no contesto solo se quedó mirándolo mientras le retiraba la ropa con cuidado. Aomine tampoco quería mirarlo. No quería que viera en sus ojos la debilidad que ahora estaba sintiendo.

El pelinegro lo desconcertaba. Le daba comida, a su manera era amable. Lo había sentido a mitad de la noche cubrir su cuerpo con una frazada, curaba sus heridas y ahora tallaba cuidadosamente su cuerpo con la esponja. Abrió sus ojos un poco  y miro sus facciones. Se golpeó mentalmente al pensar que tenía un bonito perfil y  se notaba joven. Al menos menor que él. Miro sus ojos y deseo ver su color original. Se notaba los lentes de contactos sobre ellos.

—¿Qué edad tienes?

—Veinticuatro

—¿Tu nombre no es Raven verdad? — kagami negó mientras lo ayudaba a levantarse mientras tapaba su cuerpo con una toalla. —¿Me dirás cómo te llamas? — Ambos se miraron y kagami no pudo evitar reírse — ¿de qué te ríes?

—Porque eres un idiota ¿en serio crees que te diría a ti mi nombre?.

—¿Porque no? lo más probable es que no salga vivo de aquí

Kagami no le respondió a eso, su mente hiso pausa, no quería si quiera pensar en esa posibilidad. Cuando Aomine salió de la ducha, kagami lo tomo como si de una princesa se tratara y lo  llevó a la cama. Aomine estaba un poco cohibido, sus atenciones de verdad estaban siendo muchas y algo extrañas con cada actuar solo terminaba por desconcertarlo más.

—Vístete iré a preparar algo, por favor no hagas nada idiota, no quiero golpearte.

Kagami salió de la habitación  directo a la cocina, sonriendo al sentir los pasos apresurado del chico directamente a la ventana. Pero él estaba tranquilo, todas las ventanas estaban aseguradas y la única parte por donde era salir por la puerta.

—Come mejor, recupera fuerzas y luego tratas de huir qué te parece  —le gritó kagami desde la cocina. Volvió a sonreír al escuchar un imbécil con rabia y muy bien entonado —También será mejor que te vistas o ¿quieres andar desnudo por ahí?

Eso le pareció algo razonable, quería huir pero  no encuerado. Quiso  golpearse la cabeza al pensar que la situación era graciosa

~

Quinto día y Aomine estaba más recuperado y por extraño que le pareciera a pesar de todo el dolor físico que sentía se sentía bien. Raven para él era una persona agradable contradictoria pero no se le hacía una mala persona. Sus manos seguían atadas y sus pies también.

Pero podía sentir que cuando Raven las ataba lo hacía con cuidado de dejar la cuerdas seguras pero sin lastimar sus muñecas. Hablaban en ocasiones. A veces resultaba agradable en otras  los dos terminaban irritados por lo filudas que ambos tenían la lengua. Y es que a ambos les gustaba quedar con la última palabra. Aunque si hacían un conteo el trofeo estaba para el moreno.

 

Kagami por otro lado estaba cada vez más confundido y asustado y aunque sabía el porqué. Se negaba siquiera a dejar  que su mente asimilara las colusiones que cierta parte funcional de su cuerpo ya había sacado.

Aomine dormía plácidamente en el sofá. Y a Kagami le sorprendía darse cuenta lo delicado que podía verse o era su mente que con el pasar de los segundos le jugaba más sucio. En su intento de distraerse entró a la habitación vacía chocando con las cosas que aún permanecían regadas de la maleta, una por una fue recogiéndolas hasta llegar con algo que hizo que su corazón se detuviera. Soltó todo lo que llevaba y se levantó abruptamente.

Llegó hasta el sofá y moviendo a Aomine  de los hombros lo despertó.

—¿Qué pasa?

—¿Esto es tuyo?

Aomine despertó completamente al ver el artefacto. Vio la mirada enojada y no comprendía del todo.

—Sí,¿ qué tiene? lo alfas también usamos supresores  — dijo con tranquilidad.

—No juegues conmigo sé perfectamente que esto es para omegas, mi hermana lo utilizaba, elimina tu olor y controla tu celo — eran inyecciones demasiado caras para un simple mortal. Pero si tenías el dinero era mejor que los supresores en pastillas. Aunque a largo plazo te dañaban el cuerpo.

—Y si eso fuera cierto a ti que te importa ¿en que cambia las cosas?

“¿Que en que cambiaba las cosas?” Kagami quiso gritarle que cambiaba todo, había roto los pocos ideales a los que se aferraba.  Ahora se explicaba la falta de aroma. Que aunque le habia extrañado al notarlo no le habia prestado mayor atención.

 Sin embargo no pudo decir nada ya que único sonido que rompía la calma de esa casa se hacía notar cada vez más cerca.

En cosa de nada y sin tiempo para reaccionar ya tenía a los tres matones dentro de la casa, kagami se desesperó al recordar la última advertencia del viejo que por esta vez se había ausentado.

Aomine estaba asustado intercambio mirada con Kagami pero se sintió completamente solo cuando el pelinegro desvió la mirada.

—Bien, jamás me  he jodido un alfa pero a que lo debe tener más apretado que un omega — se mofó uno de los hombres.

—Ni idea, un culo es un culo — dijo el otro agarrando de la polera  a Aomine para levantarlo del sofá. El tercero se sentó y Aomine fue obligado a sentarse sobre él.

Sus quejidos y amenazas eran innecesarias los hombres las ignoraban pero kagami no dejaba de sentir su miedo  y rabia en cada sílaba.

—Raven encárgate de grabar bien esto  —le dijo el hombre al lanzar un celular.

Kagami lo recibió por inercia pero enseguida se lo lanzó de vuelta 

—Vaya, así que ahora de niñera he pasado a camarógrafo, me pregunto si me subirán el sueldo por esto. —sarcasmo en toda la regla.

—Eres un idiota Raven, con gusto te partiría esa bonita cara que tienes.

—Con gusto te espero cariño eres todo mi tipo  —kagami se había apoyado en la pared y miro con toda burla al hombre que lo miro casi ofendido. Las venas de su rostro parecían reventar, más al ver que los otros chicos sonreían por su burla.

Aomine por otro lado no sabía qué hacer. Si fuera uno o quizás si su cuerpo  no estuviera tan maltratado podría defenderse no era un debilucho. Pero sus costillas dolían. Los moretones en sus brazos no ayudaban a hacer fuerza para soltarse.

El chico de nombre Raven lo miraba con algo que no podía descifrar en su mirada pero aun así no hacía nada por ayudarlo. Cerró los ojos ante lo que se avecinaba y quiso llorar cuando su polera fue rasgada y otro hombre atentaba contra sus pantalones. Estaba perdido.

O eso creía hasta sintió algo romperse al momento que cesaba todo ataque a su persona. Aomine abrió los ojos solo para ver al hombre que antes había tenido una pequeña disputa con Raven, tendido en suelo con la cabeza rota producto del golpe que le había propinado su captor.

Aomine vio una mirada fría en sus ojos, despreciable, la misma con la que lo habia mirado en el primer momento que se habían conocido.

—Suéltenlo  —gritó con voz firme apuntando con un  arma a los dos hombres que seguían conscientes y confusos.

—Estas muerto Raven  — amenazó uno soltando a Aomine, mientras miraba a su compañero en el suelo.

—Ven aquí Aomine  —Lo llamó Kagami al moreno al ver que no salía de su asombro —¡Para hoy imbécil!  —Aomine,  que ya  habían soltado sus pies fue rápidamente al lado de kagami.

—En serio crees que saldrás vivo de... — Kagami dio un disparo certero en su estómago justo al momento que el hombre iba por su arma.

—Voy a intentarlo, !tú!  —le dijo al tercer hombre que estaba inmóvil, estaba seguro que si hacía un movimiento kagami dispararía —dile a tu jefe que me vendí al mejor postor, así es esto.

Kagami fue retrocediendo hasta llegar a la puerta sin dejar de mirar al hombre que le seguía la mirada atento. Cualquier mal movimiento les costaría demasiado caro. Pero no era un asesino, realmente esperaba no  haber matado al que golpeó con un jarrón. Su cuerpo reacciono solo y después solo se estaba haciendo cargo de sus acciones.

Sabía que no saldría de ahí sin al menos salir herido, pero quería hacerlo. Por alguna razón quería sacar al moreno de ese lugar. Y si tenía suerte volver a ver a su hermana, para prometerle que no la haría preocupar más.

Agarró al moreno fuertemente del brazo y disparó al tercer hombre en su pierna derecha. En lo que caía al suelo abrió la  puerta y con bruteza sacó al moreno de la casa. Apresuro sus pasos al escuchar las pisadas detrás de él. Aomine corría con el dolor su cuerpo. Estaba asustado y por demás confundido.

Los disparos se hicieron mayores, solo garabatos y un grito que lo desconcertó escuchó de la  boca de Kagami antes de que  lo arrojara a un auto. Que suponía debía ser de él.

—¡Agáchate!  —le gritó el pelinegro, Aomine se cubrió la cabeza y se agacho lo más que pudo..

Kagami aceleraba y siseaba el auto evitando los obstáculos. No habían salido detrás de él. Pero no estaría seguro aun.

Después de un rato Aomine salió de su escondite, recuperando el aliento y los sentidos. Miro hacia atrás pero nada venía detrás de ellos. No sabía qué hora serian pero suponía que debía ser muy tarde.

Estaba pensando a mil por segundo, estaba fuera en un auto y con sus manos y pies libres, bien podría tomar el volante pelear por su libertad pero por varias razones que no entendía completamente no quería hacerlo.

—¿Porque hiciste algo así? —preguntó sin obtener respuesta, Aomine miro sus rostro y lo notaba inquieto aunque no  era para menos sabía que había algo más y lo comprobó cuando su vista bajo por sus cuerpo llegando a su costado, la sangre brotaba de su cuerpo manchando su ropa —estas herido  — dijo  alarmado queriendo presionar la herida.

—No me toques. Necesitamos llegar a un lugar... seguro —Kagami se mareo un poco, busco su celular  y espero que le contestaran— Tatsuya... las cosas no salieron bien... voy para allá.   — y sin más corto.

Aomine tampoco quiso preguntar más. Se preguntaba si lo había ayudado o si de verdad alguien había pagado más por él. Pronto lo sabría.

Ninguno sabía cuánto tiempo había transcurrido pero Aomine ahora podía ver que llegaban a un lugar que se notaba  de baja clase. O de carácter humilde… quizás solo simple comparado al sitio por donde él habitaba.

Se había imaginado llegando a un lugar más fraudulento pero no, las casitas se notaban bastante hogareñas. Se detuvieron en una en específico en donde un chico de piel blanca y cabello negro les esperaba con el portón abierto.

Ingresaron y enseguida el joven cerró el portón y el segundo que fue donde resguardaron el auto.

—Bájate    —le ordenó Kagami y así lo hizo

—¿Que... que paso Taiga?  —se apresuró el joven al cuerpo de su amigo al verlo lastimado

“Taiga, ¿ese era su nombre?” pensaba el moreno.

—¿A esto le llamas salir mal?  —le regañaba himuro mientras lo ayudaba llegar a la casa y  lo recostaba en el sofá. —Pasa — invitó al moreno a entrar también.

Himuro fue por agua y paños para limpiar la herida, pero cuando volvió Kagami ya se había desmayado. Fue quitando su ropa hasta darse cuenta de que no era una simple herida.

—Maldición yo no puedo tratar esto

—Debemos llevarlo al hospital  —dijo Aomine igual un poco preocupado

—No puedo hacer eso, harán preguntas —Himuro se sentó en el sofá a su lado y acaricio su mejilla quitando esos mechones negros de su rostro.

Aomine sentía un malestar y una inquietud al mismo tiempo que la confusión no lo dejaba pensar con claridad del porque se sentía asi.

—¿En qué líos se metieron?¿Fuiste tú quien lo metió en esto? — Aomine no podía creer lo que ese chico le estaba preguntando. Era un muy mal chiste  —da igual, si taiga te trajo es porque eres de confianza. Lo llevaremos con Momoi es la única que puede hacer algo. Aunque va a matarme luego de eso, pero ya  que, tú también estas bastante mal.

Himuro se levantó casi corriendo y trajo algo de ropa para el moreno que estaba impresentable.

—Creo que te quedara, es de Taiga, tienen más o menos la misma complexión, apúrate

Aomine tomó la polera y pantalón, cuando fue por la polera al ponerla sintió el fuerte aroma de Taiga ya lo había podido sentir pero no así de cerca... le gustaba y le avergonzaba reconocerlo pero era tan cierto como que se llamaba Aomine Daiki.

Lo reconoció apenas había sentido su aroma. Se sentía tranquilo. El aroma de Taiga era tranquilizador para él. Lo supo la tercera noche que no podía dormir por los dolores hasta que se concentró en un dulce olor que calmó su cuerpo y le trajo consigo un sueño tranquilo.

—¿Puedes ayudarme? — preguntó  Himuro siendo consciente de que por su estado físico quizás podría ser complicado para él moreno. —Espera se me olvidaba Momoi no puede verlo así

Aomine iba a acercarse para ayudar al levantar a Taiga pero se detuvo cuando Himuro con mucho cuidado comenzó a sacarle lo que ahora sabía que era una peluca. Himuro retiraba con cuidado cada uno de los amarres a su propio cabello. Pudo notar su color rojizo y corto. Era diferente, pero le gusto esa diferencia. Tenía aún más cara de niño y  su piel parecía verse aún más clara de lo era. No pudo ver el color de sus ojos cuando el chico pelinegro retiro los de contactos pero eso solo incremento su curiosidad.

Aomine se dio cuenta de que no habia utilizado el mismo auto. Al parecer eran bastante cuidadosos.

—Escucha  — le hablo Himuro cuando se habia estacionado en una villa bastante tranquila — no sé qué tanto sabes, pero debes saber que Momoi no sabe a lo que Taiga se dedica a sus espaldas. Aun así es la única que nos puede ayudar. No digas nada si ella pregunta, eso se lo dejaremos a Taiga ¿Esta bien?

Aomine asintió y luego con cuidado y tratando de pasar desapercibidos bajaron al herido.

 

~*~

 

Momoi estaba tranquila en su habitación, era tarde pero como todas las noches esperaba el mensaje de su hermano, diciéndole que pronto estaría con ella levándole un gran regalo. Poco le importaba el regalo ella solo quería que volviera. O como en casos como ahora le llegara el  bendito mensaje.

—¿Estas preocupada? Porque no descansas, Taiga estará pronto con nosotros — Kise se acercó a su lado y acaricio su largo cabello con extrema delicadeza. Un toque tierno que esperaba no pareciera imprudente.

Momoi sonrió ante su gesto se estaba rindiendo con que Kise algún día tomara la iniciativa, era demasiado consiente de ella pero al mismo tiempo el solo se ponía límites y eso Momoi lo sabía. Y a la vez que le gustaba también le molestaba.

—¿Dormirías conmigo hoy? — le preguntó. Estaba siendo atrevida y consentida. Pero estaba preocupada y quería a Kise a su lado esta noche. Kise sonrió mientras ahora su mano reposaba en su cabeza de manera afectuosa. Jamás podría negarse a una petición como esa.

 

~

 

Tanto Kise como Momoi  despertaron  por él  sonido del timbre. Era muy tarde y ninguno esperaba visita así que levantaron extrañados. Momoi espero un poco más alejada de la puerta.

La chica fue la primera en reaccionar al ver como traían a su hermano, un verdadero costal. Corrió a su encuentro sus mano temblorosas tocaron su cara buscando sus ojos pero nada.

—¿Qué… que fue lo que paso? — pregunto mientras Himuro y Aomine ingresaban a la casa y dejaban con cuidado a Kagami en  el sofá.

—Momoi necesita urgente que lo veas le dispararon — dijo  Himuro, Momoi fue enseguida por implementos, dejando tirado todo lo que no ocuparía. Cuando volvió se ganó a su lado. Kagami traía una camisa y una polera por lo que fue levantando con cuidado la polera.

—¿Cómo fue que le paso esto?, Tatsuya por favor dime en que líos se metieron

Aomine miraba a la chica era delicada y muy hermosa. Eso no se podía negar, su voz también era bastante fina y dulce, se preguntaba intensamente si era su pareja. Muy a pesar de que el no podía emitir su aroma  Aomine si podía sentir claramente el aroma de los demás y también a través de ellos si eran alfa u/o omega.

Y el olor de Taiga estaba en esa casa y en la casa del hombre pelinegro. Ambas personas que no miraba con buenos ojos sin darse cuenta.

—Es mejor si lo llevamos al hospital…

—No Momo — dijo tajante el pelinegro, luego de un rato Kagami estaba mejor su desmayo se habia debido al dolor y la pérdida de sangre pero la herida no era grave. Gracias al cielo todo habia tocado su costado. Sin temor a que tocara un órgano vital y se complicaran las cosas.

—No me mires así Momoi, por Taiga no puedo responder tus preguntas además que ni yo lo tengo claro, espera a que despierte y se lo preguntas a él —Momoi se tragó sus preguntas le creía, quería respuestas pero ya tendría una severa conversación con su hermano —¿Podrías revisarlo a él también? —apunto Himuro al moreno

Momoi le dio una cálida sonrisa y le pidió que la siguiera.

Aomine se quedó de piedra cuando fue dirigido a la habitación de kagami, lo sabía porque ahí se concentraba todo su olor, era tan fuerte que se mareo. Su celo no estaba ni próximo pero era la primera vez que reaccionaba al alguien instintivamente.

—Acuéstate — le ordenó la chica mientras iba por unas cosas

Aomine se recostó en la cama y sintió algo de temor al mismo tiempo que su nariz inhalaba profundamente, poco a poco su cuerpo fue relajándose.

—Tu cara está muy hinchada. ¿Eres amigo de mi hermano?

—Algo así…  — contesto extrañamente tranquilo al escuchar aquello y ahora que recordaba Kagami también le habia mencionado que tenía una hermana.

—Quítate la polera— ordeno la peli rosa, le dio una pastillas para la inflamación y reviso con cautela su cuerpo —Tendrás que ir al hospital, costillas rotas es algo que no puedo revisar aquí. ¿Puedo saber en qué líos se metieron? Como es que te las arreglaste para recibir semejante paliza. Por una caída no fue de eso estoy segura — dijo sentándose en la cama.

Aomine no contesto y es que no sabía que responderle.

—Está bien. Una última cosa. Deja de consumir supresores. — Aomine abrió sus ojos y la miro seriamente —Soy doctora, se de estos casos. Yo soy uno pero deje ese tipo supresores son adictivos y a la larga te provocan un daño. No puedo sentir tu aroma y eso me indica que eres como yo. Difícilmente un alfa  consumiría supresores a ese nivel.

—Ya es tarde para mí — Momoi vio en su mirada un vacío que le dolió. Aun no era tarde. Nunca lo era para intentarlo.

—Puedo ayudarte… —Momoi miraba al joven y sentía algo de lastima, preguntándose interiormente si habia pasado por cosas duras también —ahora será mejor que descanses, mañana aunque no quieras te llevare al hospital en cuento a kagami  espero que mañana me diga todo si no yo misma voy a dispararle en la cabeza. — Aomine rio por ello, esa palabras en la boca de ella eran graciosas. Aun así notaba su preocupación y desconfianza por las andanzas de su hermano.

—No te enojes con él. El solo me ayudo y por eso termino así. —ni el sabia porque salieron semejantes palabras de su boca. “¿En qué rayos estaba pensando?”

—¿En serio? — Momoi lo vio con ojos esperanzadores. Así que asintió un poco menos convenido — Yo sabía que no podía ser nada malo — suspiraba tranquila — ¿alguien se quiso propasar contigo?, nii-chan siempre ha sido débil con los omegas que tienen problemas.

De un maldito bastardo a buen samaritano Aomine sentía que ya le dolía la cabeza así que se recostó y cerró los ojos. La chica lo entendió como que era lo mejor así que se fue más tranquila

 

~

 

Aomine se habia quedado solo, escucho conversaciones cerca pero no le presto atención, solo espero hasta que todo quedo en silencio. Debía  de irse, no podía seguir ahí. Bajo las escaleras en silencio odiando cada pequeño sonido  crujiente que ocasionaba su pisar.

—¿Ya te vas? — Aomine quedo de piedra ante el susto y sorpresa —Lo lamento pero sabes mi nombre, donde vivo y conociste a mi hermana no puedo permitirte salir de aquí. — Himuro ya le habia informado de todo, lo habia regañado pero también habia comprendido que el chico no habia  tenido otra opción —Tranquilo es una broma. Ven aquí —Sonrió al ver el espanto en el moreno.

Aomine camino hasta el sofá y se sentó a su lado. Por un momento de verdad se habia asustado.

—¿Qué es lo que quieres?… que tomemos tecito — el sarcasmo brotaba de la boca de Aomine muchos antes de siquiera poder pensar que decir.

—Tú y yo jamás podremos llevarnos bien si no puedes mantener la jodida boca cerrada.

—Solo quiero irme estoy cansado de todo esto, gracias por ayudarme. Le dije a tu hermana que estabas herido por mi culpa, ¿estamos a mano no crees? — Aomine se paró del sofá.

Pero Kagami abruptamente lo tomo de la mano no midiendo su fuerza. Ambos se quejaron del golpe ninguno estaba en las mejores condiciones pero luego de mirarse en los ojos del otro eso no les importo. Kagami llevo una mano a su cintura y la otra a su mejilla.

—Yo lamento todo esto…

Aomine habría deseado que no le hablara de esa forma   como si de verdad lo lamentara, mucho menos que lo mirara con esos ojos por los cuales se  prendaba con cada milisegundo.

—No importa. Quédate tranquilo no voy a denunciarte, y espero no volver a verte — Aomine quiso levantarse pero esa mano se ciñó a su cintura y se sintió completamente debilitado.

Veintiocho años  y jamás un acompañante de cama lo habia tratado como lo que era, el siempre habia llevado el rol dominante, le daba placer a omegas deseando ser el que el que recibiera todas esas atenciones. Sacrificado por cuidar el orgulloso de un apellido que le pesaba más ahora que nunca.

Le gustaba kagami no podía negarlo. Se preguntaba si el siquiera podía reaccionar a  él aunque sabía que era imposible.

 Por otro lado Kagami estaba en una especia de trance. El moreno tenía una piel suave que deseaba lamer y una mirada perdida que lo confundía. Lo deseaba o lo odiaba no podía descifrar esa eléctrica mirada, se acercó a su rostro hasta que ese aliento choco con sus labios. Era cálido.

Corto la distancia. Feliz de que no lo rechazara de inmediato. Aomine se sorprendió cuando Kagami lo tomo de las caderas y lo sentó en su regazo. Estaba avergonzado. Sabía que su cuerpo no era frágil y delgado como los omegas corrientes, que lo tomara con tanta ligereza causo estragos en sus interior.

Sus bocas se movieron prestas sobre la otra, las lengua comenzaron a perder la vergüenza y timidez  y al igual que sus dueños querían conocer todo de la contraria. Aomine presiono mas sus caderas sobre kagami y sus manos fueron a su cuello paseándolas por él y sus cabellos. Gimió en su boca cuando el pelirrojo apretó su trasero no fuerte pero si de manera exquisita.

Sin embargo el ambiente se rompió completamente cuando Kagami guio sus manos por su espalda y lo abrazo como no queriéndolo dejar escapar. Lo que provoco un quejido de dolor que Aomine habría deseado reprimir.

—Lo siento —El calor del momento le hiso olvidarse lo lastimado que el chico sobre sus piernas estaba —Mejor  ve a mi cuarto, descansa mañana le pediré a Kise que valla a dejarte.

Aomine se levantó de la comodidad de su cuerpo y asintió, con calma volvió a subir las escaleras deseando correr por ellas para encerrarse en la habitación y pedir que se lo tragara la tierra. Cuando llego cerró la puerta  y cayo por ella tocándose sus labios los mismo aún aun ardían. La sensación de los labios de Taiga sobre los suyos no se iba y dudaba si lo haría algún día.

Su pene estaba erecto. Sus ojos derraban tranquilas lágrimas de frustración pues no habia sentido esa excitación en Kagami. Antes  lo habría tomado con calma  era algo inevitable pero que no lamentaba del todo, podía vivir así pensaba. Ahora… le pesaba. Un omega sin un olor caracterictico estaba perdido.

 

~*~

 

Al día siguiente Aomine se fue silenciosamente con el chico rubio. Ni una palabra ni mirada de despedida hubo entre ambos.

Cuando Momoi y kagami quedaron solos fue la hora de conversar. Kagami le conto todo lo que habia pasado esta última semana. Y los trabajos extras a los que se habia dedicado. Solo omitiendo los tres asesinados en los que se habia involucrado su hermana jamás se enteraría de eso. Por qué eso era lo único de lo que no se arrepentía.

El llanto de su preciada hermanita era inevitable al sentirse culpable al pensar que ella habia forzado a su hermano a entrar en ese camino.

“No me importa lo que hayas hecho, pero déjalo. Ahora déjame ayudarte niichan”

Prometió, dejarlo y verdaderamente lo cumpliría, pero no dejaría su trabajo de acompañante. Le pagaban bien y le gustaba. Podía reconocer que no era algo que presumiría con orgullo, pero estaba bien con eso.

 

~*~

 

Un mes habia pasado y no habia vuelto  saber de Aomine, solo esperaba que se encontrara bien.

Por Kintaro se habia enterado que el hombre que habia mandado secuestrar a Aomine estaba buscándolo y de encontrarlo no la contaría. Sin embargo Kintaro siempre fue de fiar y le aseguro no darle información personal suya.

Ahora seguía con su vida normal. Según el todo seguía igual que antes, pero no era así.

—Taiga estas distraído —Kagami volvió en sí y miro al joven a su lado. Un dulce omega de piel morena y cabello gris. Le recordaba al cierto moreno. Aunque si comparaba solo tenía su tono de piel. Su piel no era tan suave, sus ojos no eran tan fieros,  su cuerpo tampoco era tan firme y sus besos jamás tan dulces.

—Lo lamento Rihito — contestó con voz seductora besando su mejilla.

—Está bien. Mañana me gustaría verte también. ¿Crees que sea posible vernos fuera del trabajo?

Quizás sería lo mejor. Comenzar una nueva relación. El chico era tierno. Tenía una mirada inocente que le agradaba aunque no fuera de la manera que el joven quisiera. Pero creía que podía intentarlo y por qué no, lograr quererlo.

Acaricio sus cabellos y sonrió ante la alegría del joven  al ver aceptada su propuesta.

 

~

 

—¿Y tú para dónde vas tan arreglado? — Momoi pocas veces veía a Kagami salir tan buen mozo y vestido de ropa casual.

—Saldré con Rihito

—Ya veo… tu novio… No me gusta el

—A ti no te tiene que gustar si no a mi — dijo riéndose mientras se ponía un abrigo ya que estaba haciendo frio.

—Ahí está el problema, a ti tampoco te gusta te conozco Tai-chan no es el, él que ocupa tus pensamientos

—Ya doctorcita corazón y según tu  ¿quién  ocupa mi mente?

—Cierto joven también moreno al que secuestraste como hace dos meses…

Momoi se quedó en silencio observando cada una sus reacciones.

—Te volviste loca,  nos vemos más tarde.

—Ok, llega temprano tendremos visita

Kagami no le prestó atención y salió de la casa con el nombre del moreno en su cabeza. Habia pensado en buscarlo pero de hacerlo ¿qué le diría?. Nunca ha sido bueno tratando con las personas que solían gustarle, le daba miedo reaccionar más por instinto que por sentimiento. 

Su cita anduvo a la perfección, llevo al joven a cuanto lugar quiso ir, de la mano como dos enamorados. Respondió cada una de sus caricias y besos aunque ninguno iniciado por el pelirrojo. Y todo iba de maravilla hasta que el chico comenzó a decir cosas que le molestaron.

Él no pensaba dejar su trabajo y ni siquiera podía darle razones convincentes de porque no pensaba dejarlo. Simplemente no quería. El joven no era una razón de peso para hacerlo.

Ahí fue donde se dio cuenta de que no podía corresponder a  las cosas que chico pedía y que estaba en todo su derecho.

Luego de una gran discusión lo habían resuelto con  buen sexo en el hotel más cercano que habían encontrado.  Rihito habia quedado contento pero el… no lo estaba.

Mientras su pene entraba y salía de la entrada del joven, se habia imaginado un cuerpo más grande debajo de él. Una voz más sexy y madura gimiendo su nombre, una espalda más ancha un cuerpo más firme. Sus deseos de morderlo habían sido grandes y desenfrenadas pero se habia controlado, el chico que habia hecho suyo no era Aomine.

Salió de ahí casi corriendo, estaba condenado por pensar así.

Llego a su casa y cuando entro se quedó de piedra.

El chico de su tormento estaba sentado en su living tomando tranquilamente una taza de café. Aomine lo miro retante y su hermana con una sonrisa que quería borrar de un puro regaño.

—Nii-chan te dije que tendría visita, trátalo muy bien porque es mi paciente, yo saldré esta noche con Kise nos vemos.

Después de Mi paciente no escucho lo otro. Porque de haberlo entendido del brazo habría agarrado a la atrevida chica.

—Podrías ducharte primero apestas — Aomine podía sentir el aroma de otro chico sobre kagami. Pero no estaba ahí para reclamarle sus rondas de sexo. Aunque dolía no era el momento.

Kagami asintió  se sentía un cochino traidor, hace nada se habia acostado con su novio pensando que era el joven que ahora tenía en su living. ¿en qué momento habia caído tan bajo?

Al salir de la ducha se vistió y salió al living  pensado que el moreno quizás ya no estaría pero no, ahí estaba muy recto y en tenida formal.

—¿Cómo estás? — pregunta idiota pero no sabía que decir.

—¿Bien y tú? — contestó Aomine

El silencio nuevamente inundo la habitación. Aomine se sintió intranquilo por esa filuda mirada encima de su persona.

—Ok no entiendo que estás haciendo aquí ¿qué quieres?

—Como siempre la paciencia no es lo tuyo — contestó Aomine

—No, definitivamente no lo es menos contigo así que habla ¿qué haces aquí?.

Aomine se sintió estúpido al haber ido a verlo. Se mordió los labios y se levantó tomando su maletín. No sacaba nada con estar ahí menos sabiendo que kagami tenía pareja.

Debía irse, tomar lo que quedaba de su orgullo y abandonar.

Kagami al ver su mirada desviada y esos labios apresados entre dos dientes se retractó de ser tan brusco. En cuanto Aomine paso por su lado sus ojos se agrandaron y tomo rápidamente su mano levantándolo y caminado con el hasta estamparlo en el puerta de la entrada.

Un aroma leve pero ahí estaba, algo que no habia sentido antes que distinguía de cualquier otro estaba ahí. Sonrió. Así que era eso lo que su hermana estaba tratando.

—No te dejare ir hasta que me digas que estás haciendo aquí

Aomine soltó su maletín y miro directamente a kagami al demonio su orgullo eso lo habia dejado bien guardado en el momento mismo en que Momoi lo habia invitado a su casa. La chica aparte de ayudarlo a dejar  los supresores de manera gradual se habia vuelto su amiga y confidente.  Apenas se enteró de las decisiones de kagami quiso intervenir antes de que se hiciera mas tarde y ya no hubiera posibilidad para él.

El moreno agarro son sus manos el rostro de kagami y lo beso sin delicadezas ni miramientos, su boca se abrió paso y abuso de ella a su antojo.

Kagami por otro lado sonrió de medio lado, algo no le gustaba y lo demostró tomando ambas manos que apresaban su cabeza para dejarlas pegadas en la puerta al momento que reclamaba esos morenos labios. El beso duro largos minutos entre caricias y roces descarados. Hasta ambos quedar sin aliento.

—Así que estas aquí para besarme ¿tanto te gusto el último?

—Te han dicho que eres más tractivo con la boca cerrada

—En mi trabajo me lo dicen a diario y varias veces al día

Aomine se molestó por eso y lo demostró dándole un golpe certero en el estómago a kagami. Iba a salir pero Kagami nuevamente se lo impidió. Estampándolo nuevamente pero de cara a la puerta.

—Ya te lo dije… no te dejare salir de aquí

Kagami presiono su cuerpo sobre el del moreno  y afirmo su cabeza en sus hombros inhalando su aroma. El olor de su  cuerpo, de su shampoo, lamio su cuello y se deleitó con la rendición del moreno. Mordió su oreja y lo escucho quejarse.

—Muy bien ya lo decidí — tomo  a Daiki estilo nupcial y lo llevo escaleras arriba

—Que… ¡¿qué estás haciendo pedazo de animal?! — le gritó en cuando fue arrojado al a pequeña cama de kagami. —¡no vine aquí para esto! — “con un demonio” pensaba el moreno de verdad no habia venido para que pasara algo tan íntimo como lo que creía iba a pasar.

—Pues yo no te veo tan en desacuerdo — dijo Kagami abriendo las piernas del moreno y chocando su miembro con el del Aomine — aquí estas bastante duro

Aomine se sonrojo completamente, era cierto estaba duro al igual que Kagami. Pudo sentir su pene duro chocado contra sí. y eso le éxito, asusto y confundio.

Kagami se olvidó de las formalidades. Y quito sus ropa una por una hasta tenerlo completamente desnudo y a merced, y definitivamente  podía comprobar que su cuerpo no tenía comparación, se puso sobre y beso sus labios mientras su pene hacia fricción bruscamente con el de Aomine.

Aomine podía sentir lo caliente que estaba la piel de Kagami, quito la polera que le estorbaba y bajo un poco sus pantalones para liberar su miembro y el contacto fuera puro. No podía saber que tan grande era pero en cuanto sintió su dureza y tamaño  pensó que quizás le dolería. Su boca no dejaba de liberar sonidos del más puro placer.

Kagami fue descendiendo dejando un mar de besos y mordidas por la piel achocolatada. Hasta llegar a su dura erección. La cual lamio de la base hasta la punta. Estaba muy decidido no le dio tiempo de asimilarlo cuando se habia metido su miembro entero en la boca.

Aomine se asustó esto estaba siendo algo nuevo para el por lo que estaba un poco asustado. Aunque muy poco le duro cuando sintió el cosquilleo viajar por todo su cuerpo.

—Ta… Taiga quítate — le pidió agarrándolo de los cabellos para alejarlo, sin embargo parecía que más dentro de su boca se lo metía. su lengua era juguetona y complaciente con la punta de su miembro —¡Espera!

Grito con vergüenza al correrse, soltó esos cabellos y se tapó el rostro, su pene estaba sensible y sus piernas seguían temblando.

Kagami trago lo que habia caído en su boca y se limpió lo que salió de ella. No era fanático de tragarse el semen pero esta vez  habia querido hacerlo y de ser posible no perder ni una gota. Una sonrisa volvía a florecer de su rostro al ver la vergüenza del hombre cuatro años mayor que él. Quito sus manos y lo beso lentamente hasta arrebatarle y hacerle olvidar la vergüenza.

Su cuello era largo y sexy completamente apetecible. Kagami guio sus manos a su pene y los masturbo mientras lo besaba hasta ponerlo duro nuevamente. Luego fue por su entrada seca y apretada. Realmente se preguntó si habia utilizado aquella parte alguna vez. Fuera positiva o negativa su respuesta  decidió no preguntar, no quería romper el ambiente o incomodarlo. Solo lo haría de manera dulce esperando no lastimarlo de ninguna manera.

Tanteo una y otra vez hasta dilatarlo con solo su toque. Cuando sintió un líquido brotar de ahí fue cuando ingreso el primer dedo. Sintiendo la presión al instante.

Para aomine el malestar era grande pero él quería más que eso. Agarro a kagami del cuello y lo beso a medida que el pelirrojo lo preparaba. Se besaban con frenesí. Hasta que kagami se levantó sobre su cuerpo mientras no quitaba los dedos de su entraba, su otra mano reposo  en su estómago, quería verlo. Quería verlo en todo su esplendor mientras lo preparaba para conectarse más íntimamente.

Tenerlo ahí desnudo con sus piernas abiertas y brazos entregados en la cama fue la gloria.

—Di…dime si te hago daño — dijo con vergüenza ante su estúpido tartamudeo, pero como no hacerlo al verlo así para él.

Aomine se mordió el labio para no gemir cuando un tercer dedo les hacía compañía a los otros dos. Sus dedos penetraban su cuerpo causando solo placer. El dolor era parte de ello y era feliz. Su espalda se curvo ante un punto que lo hizo delirar.

Estaba en problemas  si kagami no se detenía iba a correrse de nuevo.

—Ya… date prisa — pidió  Aomine mirándolo seguro de lo que decía. El vacío que sus dedos dejaron fueron rápidamente suplantado por un pene que ya no aguantaba más en la soledad —¡ahg!

—Lo siento — dijo acomodándose y metiendo más su pene de lo que podía, alzo las caderas de Aomine y agarro ambas piernas. Volver a ver como Aomine se apoyaba en las sabanas con una mueca un tanto incomoda fue su perdición, pedir permiso estaba demás, quería moverse y quería hacerlo ya!

Sus caderas comenzaron a moverse de adentro hacia afuera sacando y metiendo su pene de la prisión desquiciante que era el interior de Aomine. Apretó sus piernas con fuerza mientras se daba impulso, se perdió en los  jadeos de Aomine. Mientras más lo miraba más quería hundirse en su interior y con su lengua reconocer su boca.

Kagami soltó las  piernas del moreno y de la cintura lo levantó avanzando unos pasos para afirmarlo en el respaldo de la cama. Su miembro seguía en el abrigo caliente de su interior y ahora su pecho estaba pegado al suyo. Podía tocar su espalda, lamer, morder sus tetillas y violar su boca a gusto.

Aomine estaba embriagado de placer a cada embestida.  Una revolución se organizaba en su interior. Podía sentir también el placer de kagami, sus embestidas fueron más rápidas y fuertes. Desesperadas en busca de una liberación que no tardo en inundar sus entrañas. Era cálido, sentirse lleno de esa forma era algo nuevo.

Había palabras que decir pero ninguno sabia como aportarlas. Sus cuerpos lo hacían mejor. Y aun no era suficiente para entender, pero estaban tranquilos porque la noche recién comenzaba.

 

~*~

 

Aomine abría los ojos con pesadez, su cuerpo dolía. La paliza de meses atrás no se comparaba  con  el dolor que estaba martillando su trasero ahora. Se extrañó al verse solo y casi se sentía dolido y utilizado, hasta cuando  intento levantarse  y vio una nota a su lado.

“Fui a resolver un problema urgente,
por favor no te levantes y espérame

Attr. Taiga.”

 

La puerta era tocada y lanzo la cabecera en cuando vio un mechón rosado asomarse.

—Dai-chan no te enojes conmigo — volvió a ingresar  la peli rosaba haciendo el signo de la paz con sus manos.

—Esto es tú culpa.

—Oh vamos no veo que te haya ido tan mal. Toma vas a necesitar esto — Aomine muto a tomate al tener una loción adormecedora para su zona dañada.

—Esto es un claro caso del Síndrome de Estocolmo — dijo enfurruñado el moreno. Momoi estallo en risas. Siempre se lo decía en sus pláticas. También que esperaba recuperarse y ella debía ayudarlo. Y Claro que la chica tuvo las intenciones. Pero en cuanto se dio cuenta de que habia un interés mutuo salió su celestina. No podía ignóralo.

—Yo no lo veo así, solo estaban destinados a conocerse. ¿No lo crees? De una forma u otra

—No lo sé… y ¿sabes dónde está ahora?

—mmm creo que fue a terminar con ese chico que se parecía mucho a ti —Aomine se sintió un poco mal por dejarse llevar, se habia olvidado de ese importante detalle. — será mejor que descanses creo que se fueron directo al plato fuerte y se olvidaron de hablar de muchas cosas primero.

Aomine rio y cuando se quedó solo pensó en todo. Después de que volvió a su casa solo habia dicho que logró escapar por sus propios medios. Su padre no se quedó tranquilo hasta vengarse políticamente donde más le dolía del hombre que le habia hecho daño a su hijo. También habían ordenado más vigilancia para Takao su hermano menor.

Sin embargo con el pasar de los días no podía estar tranquilo. Rendirse cuando algo le interesaba no estaba en sus planes. Quería al menos intentarlo.  Quería curarse, su padre también lo habia entendido. No estaba contento pero ahora podía valérselas por el mismo. Su padre al ocultar su género no era solo el apellido lo que  quería cuidar sino también la seguridad de su hijo debido al mal trato que tenían los omegas en la sociedad.

Podía haber buscado ayuda a cualquiera. Pero la chica Peli rosa le habia mostrado confianza cuando  le habia propuesto ayudarlo. Así que la habia buscado. Habia llegado a su propias conclusiones también cuando Momoi le conto que Kagami le habia contado todo. Ahora entendía por que el cambio radical del pelirrojo al enterarse de su género. Y el porqué de su odio a los alfas. No era para menos después de que su propio padrastro  le pusiera precio al primer celo de su hermana.

Ahora solo esperaba que Kagami volviera pronto. Estar en limbo de una relación  no le gustaba para nada. Ese mocoso iba a escucharlo cuando volviera.

 

 

~Cinco meses después~

 

 

Kagami corría con su bolso   a cuestas. Se habia demorado en sus clases y su celular habia muerto. Esperaba que Aomine lo esperara, si no, ya estaba pensando en cómo pedir perdón. Respiro tranquilo cuando lo diviso tan serio como siempre, pero al menos ahí estaba.

—Hola —  dijo alegre. Como si nada  beso sus labios recibiendo una mordida para nada delicada. —auch ¿y eso porque?

—¿Media hora te parece poco?

—Lo lamento bebe pero mi celu se  descargo

—Dime bebe otra vez y vas a lamentarlo

—Daiki ¿Te has dado a cuenta de que nuestra relación se basa en amenazas? — preguntó Taiga fingiendo estar preocupado por ello

Aomine sonrió y de la chaqueta tiro de el para besarlo. Siendo correspondido inmediatamente. Eso a Taiga le mataba. Aomine si quería un beso lo tomaba, si quería sexo lo pedía o lo incitaba, si se enojaba le iba mal, en este tiempo ya sabía que era mejor pedir perdón.

—¿Taiga?

Su beso apasionado y en pleno parque fue interrumpido por una tercera voz, ambos se separaron y miraron al que oso interrumpirlos. Kagami fue el primero en reaccionar y Aomine al ver  la expresión de ambos comprendió un poco.

El joven frente suyo realmente se parecía a él un poco,

—Hola Rihito — esto era incomodo, la última vez que Kagami lo  habia visto fue cuando habia ido a terminar con él.

—¿Dejaste tu trabajo? —Claro que lo habia hecho el ultimátum de Aomine luego de llevar una relación casi formal habia sido decisivo, el trabajo o el moreno así de simple. Muy diferente a cuando otras personas se lo habían pedido inclusive su hermana. No encontró escusas para oponerse.

—Si…

El joven noto que se encontraba incómodo. Así que sonrió y se despidió de ambos.

—Espero podamos juntarnos más delante Taiga.

—No creo que eso suceda — contestó Aomine antes de Kagami abriera la boca, tomo su mano y camino despacio lejos del moreno menor.

—Daiki~ — dijo kagami con voz melosa mientras lo abrazaba por la espalda — no te enfades ya me habías perdonado por llegar tarde.

Aomine se dio vuelta y lo miro de manera extraña según Kagami

—¿Crees que ese chico se parece a mí?

—En nada, me recordaba a ti pero solo lograba encontrar cosas en las que no se parecían

—¿Quién es mejor?

—Mil veces tu— contesto sobre sus labios. De pronto sintió los labios de Aomine muchos más calientes que de costumbre —¿Aomine? —Kagami lo abrazo y beso con más intensidad algo indecente e impropio para mostrar en un parque. Su pene se puso duro con el solo besar sus labios y sentir su cuerpo cerca —creo que la salida al cine será otro día ahora vamos a tu departamento

—¿Por qué? —kagami tomo una de sus manos y la guio a su miembro duro como una roca. Aomine abrió sus ojos ante la sorpresa y el fuerte olor que azoto su cuerpo causando vibraciones en todo su ser.

 

~

 

Aomine estaba exhausto sus piernas no podían seguir sosteniendo su peso. Su cuerpo sudaba mientras seguía siendo arremetido una y otra vez contra la cama. Sus piernas cedían y kagami volvía a levantarlo flexionando sus piernas y levando su trasero para seguir envistiéndolo y seguir llenándolo con su semen.  Aomine no supo más de sí, perdió el conocimiento ante el cansancio.

Al despertar a la mañana siguiente su cuerpo dolía a horrores. Durante su primer celo con kagami y donde se habían hecho pareja recordaba haber quedado bueno para nada, no habia esperado que un celo de kagami sería aún más desbastador.

Pero estaba contento. Intento ladearse un poco y vio a kagami durmiendo boca abajo. Dibujo garabatos en su espalda y se detuvo cuando lo vio reírse.

—Yo también más de lo que puedo demostrarte, perdona… ¿cómo te sientes?

—De maravilla aunque difícilmente pueda ir a trabajar hoy.

—Me encantaría quedarme contigo pero tengo examen

Aomine frunció el ceño él no iba a permitir  que Kagami saliera con semejante aroma varonil y fuerte.

—Tu que sales de esa puerta y créeme que no vuelves a entrar

—¿Ya vamos a empezar? —Sonrió amaba sus amenazas — Si me quedo atente a las consecuencias

—Alguna vez me has escuchado quejarme —Como siempre tan seductor, su voz le prendía. Kagami sin duda se habia sacado la lotería con él. Sabia que no lo merecía pero por lo mismo se estaba esforzando, aplastaría esos cuatro años de diferencia y se convertiría en alguien digno para estar a su lado.

Kagami se giró y  llevo una mano al miembro de Aomine y la otra pasó por su costado  masajeado su suave trasero para tantear con sus dedos esa entrada llena de sus líquidos.

—Espe… ra —Aomine cerró los ojos y gimió cuando dos dedos jugueteaban en su interior adolorido pero bien participativo.  

—No pienso esperar, quiero estar dentro de ti   ahora mismo

Ahí iban de nuevo, Aomine sonrió  La felicidad que sentía en esos momento le daba para soportar todo el malestar que sentía ahora y que probablemente sentiría los días venideros. Aun así no se quejaba. No cuando podía tener a kagami de la manera que quisiera.

 

Fin ~

 

 

Omake

 

Kagami preparaba un pastel en la cocina. Esperaba que su pareja llegara con esa pequeña que les traía alegría últimamente.

En cuanto escucho la puerta salió de la concina para ver  Aomine con la menor en sus brazos.

—¡Tio Tai-chan! — La pequeña rubia y de ojitos dorados corrió al encuentro de kagami quien la tomo y la hizo volar en el aire.

—Mi pequeña Rina cada día estás más grande y hermosa — le dijo besando su mejilla

—Ya estoy por cumplir cuatro años — dijo ella pronunciando mal y equivocándose al mostrar sus deditos.

Ambos rieron junto a ella. La pequeña se quedaría con ellos unos días ya que Momoi habia entrado por labor de parto. Claro, ninguno de los dos habia estado en contra de quedarse con la pequeña que era una ternura con patitas.

Después de comer el pastel que habia preparado para la llegada de la pequeña  fue la hora de dormir. A gusto se habia quedado dormida en los brazos de Aomine.

Kagami miraba con amor indescriptible a su morena pareja que se estaba cabeceando también. Despertó solo cuando sintió que le quitaban a esa pequeña.

—Vamos acostarla — le dijo Kagami tomándola en brazos.

Una vez que la habían acostado en la pieza que habia sido remodelada exclusivamente para ella. Se fueron a la propia.

—Daiki… ¿crees que ya estás listo? — preguntó Kagami al ver al moreno retirarse su ropa para ponerse el pijama.

—¿Listo para qué? — se dio vuelta y kagami estaba a su lado mirándolo embobado.

—Para tener un bebe, Momoi ya va por el segundo, sinceramente quiero el nuestro.

Aomine rio. Mientras rodeaba su cuello con sus brazos.

—Ya estoy en mis treinta y tantos, estoy listo para tener tres de una sola partida.

—oh — rio kagami abrasándolo de la cintura —trabajare arduamente para eso.

Ambos compartieron sonrisas antes de caer de golpe en la cama.

 

 

Fin.

 

 

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí espero les haya gustado.

Lamento de todo corazón si les Ukee demasiado al moreno, o me quedo muy raro,  pero fue como me salió, si quedo muy nefasto háganmelo saber.

Aun así muchas gracias!! Por darse el tiempo de leer!!

Lamento muchos los errores!!

Nos vemos!!

Que tengan bonita Noche/dia *3*

 

 

Reiga

 


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