Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues rozando el jueves jaja agradezco a Pepi, bluelightofmoon, Alcachofa y karii27 por sus reviews :D

 

Pues prepárense porque el título ya dice lo que pasa xD.

CAPÍTULO XV: Intensos

 

 

Ya pasó… un mes, más o menos, desde que el arquitecto Santiago me llevó al parque y desde ese día, de verdad, de verdad que no hay un pinche día que no me sonría.

 

¡¿Qué carajos es eso?!

 

Me pongo súper pendejo cuando lo hace y no me gusta. No me gusta porque Diego ya está medio sospechando que ando en las babas por él. Al principio pensó que era porque me daba miedo, pero ya cuando una sospecha es continua, se vuelve evidencia; y más cuando yo le sonrío como tarado.

 

Pero Diego no me ha preguntado ni reclamado nada. No sé si sea bueno o malo. Aunque usando un poquito el cerebro, es malo porque significa que mi novio tiene miedo de que en verdad me guste este Santiago, un tipo que me lleva como diez años, creo.

 

Se supone que las chicas son las que se enamoran de señores, no los tipos así como yo. Me desquicia enterito porque hasta el distraído de Fernando ya me comentó una que otra cosa, pero ya no bromeando como antes, sino en serio y con algo de preocupación.

 

¿Y yo qué puta madre puedo decir? Si ni entiendo este jodido asunto de telenovela.

 

Tal vez solo sea atracción y punto. Así que no desecharé una relación que va de maravilla solo por algo así tan estúpido.

 

Y pasando a temas más importantes: ¿qué pasó con los menores de edad que trabajan aquí?

 

Pues lo aceptaron. El arquitecto Santiago tiene una habilidad para hablar que ni por asomo tengo yo. Les puso todo muy claro y hasta bonito. El único que se veía muy triste era Martín, de verdad hasta estuve a punto de llorar con él. No sé qué problema familiar tenga, nadie lo sabe, pero parece grave ya que rechazó la oferta de los estudios.

 

Igual por eso me estuve sintiendo como mierda por tres semanas, piense y piense en cómo poder ayudarlo. Se me hace grosero decirle que le voy a dar de mi sueldo, no me molestaría, pero seguro sería muy ofensivo y lo que menos quiero es meter todavía más la pata.

 

—¡Hey, Gabo! —Fer empieza a chasquear los dedos para que le preste atención, seguimos en el trabajo y este tipo quiere hablar.

 

—Me estás distrayendo de mi trabajo, ¿qué quieres, pinche insistente? —pregunto de mal humor porque ya sé de qué quiere hablar el tesorito.

 

—Ya, no seas tan chillón. Si no te dije por qué me enojé con Rafa es porque de verdad es muy personal y no quiero que también te enojes —su carita de niño bueno me está poniendo de malas.

 

—Justo por eso quiero saber, ¿qué cosa es tan mala como para que yo también me vaya a enojar? Sabes que soy un santo, paciente y piadoso —Fer aguanta una risa y al escuchar la mamada que acabo de decir como que también me causa gracia. Vamos, no soy nada de eso.

 

—Bueno, pasemos a lo que importa, Gabo: ¿qué significan esas sonrisitas con el arquitecto Santiago? —se cruza de brazos y agradezco a Dios que nadie esté por aquí porque este pendejo no sabe lo que significa hablar en voz baja.

 

—Cállate la bocota —respondo ofendido—, ya te dije que nada —¿pero creen que Fer se va a rendir? Obvio no.

 

—Gabo, no te estoy juzgando, solo te digo que si quieres que tu noviazgo siga así de bien, pues… deja de hacer esas estupideces porque tú no eres así. Si piensas que Diego no se ha dado cuenta, estás mal —su voz dura me pone la piel chinita. Esto fue como una cachetada limpia.

 

Agh, me lleva la chingada. Tengo que hablar con Diego. 

 

---------

 

Después de enviarle un mensaje y pedirle que nos viéramos, me propuse a trabajar con muchas ganas. Ayudé a hacer un soporte, a separar la grava para ya tener todo listo.

 

La verdad, vamos muy bien de tiempo.

 

Cuando dan las 6:00 pm, me empiezo a poner nervioso. En media hora me voy a encontrar con Diego.

 

Antes de salir, Fer se me queda viendo raro y yo le hago una seña. Tomo mi mochila y me largo de ahí para ver a Diego en su casa. Me pareció que era una mejor idea en lugar de la mía porque están mis hermanos y blah, blah.

 

Y no sé cómo, pero mis pies van por su cuenta, creo que estoy arrasando con la banqueta.

 

Llego a esa puerta gris del departamento de mi novio y me pongo a temblar como gelatina.

 

—Ok, tranquilo —me digo antes de tocar el timbre.

 

Se escuchan unos pasos y se abre la puerta— Hola, Gabo —sonríe Diego—, pásate —vamos a su sala y yo me siento en el sillón para dos y él en el de tres. Así, bien pinche separados y muy tensos— ¿Quieres agua o fruta o…?

 

—Diego —lo interrumpo—, vine aquí a hablarte claro porque odio no decir las cosas así —noto cómo se remueve en el sillón, incómodo—. Sé que sabes que me pongo bien nervioso cuando el arquitecto Santiago me sonríe y…

 

—No me importa —contesta, acercándose y pegándose mucho a mí—, siempre y cuando no me seas infiel —acaricia mis labios con su pulgar y empieza a besarme.

 

Esto está mal.

 

—¡Ahh! —gimo asombrado cuando Diego empieza a tocarme sobre la ropa— D-Diego —él sonríe y su mano se adentra a mi ropa interior, tocando sobre ella—. Carajo —jadeo, aferrándome a su hombro y procurando no morder su lengua en el proceso porque… mierda, hace mucho que no me tocaban así.

 

Pasan unos minutos o segundos, no sé, cuando Diego vuelve a hablar— Gabriel —jadea mientras que una de sus manos me guía a su erección y yo dejo que lo haga. Creo que desde hace mucho quería hacerle esto, aunque no es como quería.

 

Aun así yo me dedico a tocarlo sobre el pantalón, pero él se desespera y baja su zíper y bóxers para después tumbarme en el sillón. Por instinto le abro mis piernas y…

 

—¡Ahh, carajo! —no tengo remedio, si junta nuestros miembros así, es obvio que me voy a correr rápido— Diego, te quiero. Jamás te sería infiel —admito casi a dos de llorar— porque en serio te quiero muchísimo, muchísimo…

 

Siento cómo va haciendo la masturbación más suave y apasionada por ratos. Creo que decirle eso ayudó a que se calmara porque lo estaba haciendo algo rudo. Pero ya justo como ahorita se siente tan bien que quiero gritarle que siga.

 

—Y yo a ti, Gabo —oculta su cara en mi cuello—. Te quiero muchísimo —escucho cómo da una risita y empieza a besar mi cuello.

 

—Mnh, ahh, lo haces tan bien —admito sin vergüenza. Digo, es obvio que da un chingo de pena, pero siempre… bueno, desde que tengo ese deseo sexual, tampoco es como desde que era bebé, tengo esa idea de que si tu pareja hace algo que te gusta, pues se lo digas para que aprenda cómo disfruta tu cuerpo y luego uno no se ande quejando que jamás te hizo disfrutar. Pues idiota uno por no hablar.

 

—Pero a ti te falta seguir haciendo algo —dice picarón, le sonrío y me uno a él en la masturbación. Se siente tan malditamente delicioso—. Cuando te vayas a correr me dices, no quiero dejarte solo —pide con voz suave, pero medio ronca por su excitación.

 

—¿Y si te digo que desde hace diez minutos me quiero correr? —nos empezamos a reír con nervios.

 

—No sé por qué me haces esperar tanto —pone más fuerza en su mano y en sus besos.

 

Y apenas unos segundos después, en los que me aferro a su brazo y aprieto como nunca los dedos de mis pies. Sí, de mis pies por el pinche esfuerzo de contenerme, al fin terminamos.

 

Fue casi bello, quitando el hecho de que terminamos cubiertos de semen, pero al parecer Diego es cero asqueroso porque, de la nada, me besó antes de ir bajando y… y…

 

—No hagas eso —intento levantar su cara, pero él sigue de necio—, no tienes qué.

 

—Quiero averiguar a qué sabes, mi amor —responde acariciando mi cabello y con algo de pena lo dejo. Y cual gato, empieza a lamerme como bañándome—. Sí, sabes bien —lo abrazo fuerte por la puta vergüenza de tener que verlo hacer eso.

 

—Eres bien pinche raro —los dos reímos, dando mimos al otro. Hoy fue un día muy intenso y nos gustó.

 

En serio quiero muchísimo a Diego.

 

 

***

 

Después de la pelea que tuve con Rafa, se dedicó casi dos semanas a acosarme. No que me siguiera a casa o cosas así, sino que a cada rato iba a donde yo estaba trabajando para hacerme la plática y darme comida.

 

No mentiré, me sentí bien con eso. Incluso ya fue otras cuatro veces a mi casa y nos dedicamos a ver series o películas. Nos vamos turnando: ya sabemos que a él le gustan de zombies y de terror; a mí me gustan de acción y comedia.

 

Le he tomado mucho cariño a ese bebé universitario. Luego va conmigo a preguntarme cosas de la construcción o de cómo hablarle a algún trabajador con una cara peor que la mía, como que le da miedo ofenderlos. Es cómico.

 

Pero ayer pasó algo rarísimo… casi de miedo.

 

—Fer, ¿quieres venir hoy a mi casa? —me pregunta Rafa una vez que termino de hablar con Gabo sobre el asuntito ese con el tal Santiago.

 

—No sé si pueda hoy, te aviso qué otro día, ¿va? Es que mi papá me pidió que le ayudara con unas cosas —contesto muy nervioso porque le estoy mintiendo a mi cotorrita… ¡carajo! A Rafa ¡RAFA!, nada de cotorrita. Mugre Gabo, ya me pegó esa maldita palabra.

 

—Ah, va. Me mandas mensaje entonces. Mis papás y mi hermano me han preguntado que cuándo vas a la casa de nuevo, les caíste súper bien, eh —hace una cara graciosa y yo le doy un golpecito en la espalda—. ¿Qué? Es en serio. Ya ni con mis novias, aunque bueno… es porque ya sabían lo que hacía con ellas —sigue riéndose y juro que siento que mi cuerpo está sudando sin soltar sudor.

 

Me río bien nervioso— Sí, sí, todo menos ver películas —bromeamos un rato más hasta que siento que, si no me largo, me voy a desmayar.

 

Maldita culpa. Malditos sueños. Maldita intensidad.

 

Solo quiero olvidar que soñé que Rafa me hacía una… una… ¡una película porno!

Notas finales:

JAJAJA ay, me dio risa escribir este cap. Espero les haya gustado.

 

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).