Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues después de un mes pude regresar. Estoy que me lleva la fregada por no poder subir a tiempo, pero en una semana ya termina el ciclo escolar y bye niños jaja.

Agradezco muchísimo su paciencia y apoyo. En serio sin una cosa se perdería mucho el ánimo por aquí. 

Espero que sigan queriendo a estos personajes tan bellos :)

Aclaro que cuando pongo «en chinga» es para decir «rápido»; también que decir «se te fueron las cabras a pastar» es que ote volviste loco o que perdiste la cabeza.

Si tienen duda en alguna frase con gusto pregunten.

¡Disfruten!

CAPÍTULO XI: Me quieren sonsacar

 

 

Desde esa última vez que salimos me he sentido muy raro.

 

No sé cómo decirlo, pero creo que nuestras actitudes han cambiado… O quizá sólo la mía.

 

Lo importante aquí es que me siento muy extraño cuando estoy junto a él. Es como si me pusiera muy ansioso, como si tuviera miedo de decir algo estúpido. ¿Y saben cuántas veces me ha pasado? Sólo puedo recordar una, exacto, una.

 

Desde que pasó el accidente con el estúpido inflable creo que algo cambió pero no sabría decir qué, repito, quizás sólo soy yo.

 

Rafa de verdad me cae muy bien: es gracioso y nada creído. Pero ahora cada vez que se acerca a mí me siento de verdad extraño. Seguimos bromeando, seguimos hablando, pero a veces me gustaría sólo acompañarlo a su casa y pedirle que me consienta como en la fiesta.

 

Supongo que son celos de amigo.

 

 Hace un par de días lo invité a mi casa pero me dijo que ya tenía otra cosa que hacer. No mentiré, me sentí un poco abandonado y rechazado, pero creo que esa no es razón para estar así. «Pero pero, pero» puros «peros» conmigo.

 

Me tiene harto. No, mejor dicho, me tengo harto.

 

Harto porque no me he concentrado bien en el trabajo. Ayer me dijeron que estaba muy torpe, se me cayeron varias cosas.

 

Hasta mi papá me preguntó que qué me pasaba, si estaba enfermo o, en broma,  si estaba enamorado.

 

Cuando escuché esa pregunta de «¿o acaso estás enamorado?», como que me daba un infarto. Hasta me sudaron las manos.

 

—¡Hey! —llega Gabo y me da un golpe en la espalda—, en serio estás bien pinche sordo —lo veo feo y él me hace una seña para que me calme. Vuelve a sonreír— ¿Quieres o no quieres venir con Diego y conmigo por una cerveza? Yo ya le dije que nada de mamadas como la vez pasada, que ahora yo lo llevo a nuestro bar.

 

—No sé…

 

Veo cómo pone los ojos en blanco— Si quieres invita a tu cotorrita y ya.

 

—¿Qué cotorra? —digo confundido. Hasta que Gabo empieza a gesticular el nombre de Rafa— Por favor, no es mi cotorrita. Es mi amigo.

 

—Bueno, como se le llame ahora, invítalo y ya. Seguro no quieres hacer mal tercio.

 

—Nadie quiere eso —respondo medio molesto—, menos contigo que te pones tan castroso.

 

Abre la boca, ofendido— Podré ser cabrón y medio pendejo, pero jamás castroso, Fernandito.

 

—Todo te lo tomas a broma.

 

—Tú también.

 

—Pero no más que tú.

 

—Creo que a alguien le hace falta coger —me dice dando unas palmaditas en mi espalda—, por eso vente, puede que te ligues a alguien y te vaya bien, ¿no?

 

Quitando de la mesa que eso que me acaba de decir me llama mucho la atención, estoy seguro que Gabo tiene una razón— Ya dime la verdad, ¿te da miedo estar a solas con él y hacer una estupidez?

 

—Creí que eso era obvio, Fer —dice sin más y moviendo los labios de un lado a otro—. Después de ti, soy la persona que se puede poner más caliente con tan poco —al terminar de decir eso, siento cómo me pongo rojísimo mientras Gabo me sonríe con maldad.

 

—¡Hey, solo fue una vez!

 

—Una memorable vez —cierra los ojos, como si disfrutara cómo me avergüenzo al recordar esa maldita vez que se me fueron las cabras a pastar— Esa tipa solo te dio un piquito… ¡y madres! ¡Le diste un pinche besote bien dado! —comienzo a corretearlo para que se calle, pero él me esquiva y entre risas sigue contando lo de ese día—. Y cuando se desaparecieron por horas y horas, casi un día, obvio todos supimos que…

 

—¡Cállate! —logro taparle la boca— No necesitas decírmelo. Todo un estúpido mes fui la burla de ustedes, así que ya, supéralo.

 

—Cómo quieres que supere tal cosa si una vez en la vida te he visto de esa manera —dice carcajeando.

 

—Desde ese día juré que ya no tomaría más de dos y lo he cumplido.

 

—Pues no, idiota. Si no ya te hubieras cogido medio país.

 

—¡No mames, cállate ya! —me tapo la cara de verdadera pena. Estoy seguro que los que no sabían ahora lo saben con semejante griterío.

 

—¿Fer? —volteo asustado hacia mi cotorrita… digo, hacia mi Rafa. ¡No! Hacia Rafa, Rafa. No es MI Rafa. Solo Rafa— ¿Te ibas a coger a medio país? —dice con burla, negando con la cabeza— Tan tranquilo que te ves.

 

—Soy tranquilo, soy muy tranquilo —intento explicarme, pero me pongo aún más nervioso.

 

En eso, Gabo se acerca a Rafa— Solo cuando está dormido, Rafita. Hubieras visto cuando se fue con una tipa, súper contentillos los dos. Obvio ya sabemos a qué —termina diciendo moviendo la cadera hacia adelante y atrás.

 

Rafa se empieza a reír— ¿Y es por eso que ya te mides más con el alcohol? No tiene nada de malo que lo hagas con alguien si ambos quieren y se protegen. Además —se va acercando  a mí—, una vez que te pasa algo así y no te gusta, seguramente no volverá a ocurrir.

 

—¡¿Quieres que me emborrache?! —le pregunto medio asustado.

 

Rafa abre los ojos y empieza a negar con sus manos—No, no, para nada, dije que…

 

—¡Que sí, putito! —grita Gabo abrazándome— Rafa, acompáñanos a reinaugurar a mi amigo Fer. Ya ves que el que no coge es más fácil que se enoje.

 

—Eso no  rima, Gabo.

 

—Para mí se escuchó igualito. ¿Entonces sí vienen, cotorritas?

 

—¿Cotorritas? —pregunta Rafa extrañado.

 

—Es su apodo —le contesta Gabo quitado de la pena—. Ya sabes, porque siempre que están juntos no dejan de hablar y hablar.

 

—Ah, no me había dado cuenta —veo cómo se le queda mirando al cielo, como si intentara recordar—. Supongo que sí. ¿Y cuándo quieren ir?

 

—Hoy, al rato —le respondo.

 

—¿En serio? Pero faltan dos horas para que se termine el turno. Deja veo con mis papás, creo que querían hacer algo.

 

—Vale —decimos al mismo tiempo Gabo y yo.

 

—Me largo, Fer  —dice Gabo palmeando mi espalda—. Aún tengo que terminar de hacer unas cosillas. Te juro hacer el soporte de este edificio es una chinga.

 

—Ya sé, pero lo demás es lo divertido —digo animado.

 

—Eso sí. Bueno, ahí nos avisas si vas, Rafa —se acerca más a mí y me susurra—. Porque tú vas sí o sí. No me puedes dejar solo en esto.

 

—Ya me convenciste —le digo sarcástico usando un volumen medio alto porque está a punto de pasar alguien que le gusta a Gabo.

 

—Soy bueno en eso —responde igual con voz medio alta, sonriendo muy inocente.

 

—¡¿Bueno en qué?! —grito aguantando la risa—. Señor Santiago, ¿escuchó lo que dijo Gabo? —mi amigo da media vuelta con cara de muerto. El arquitecto Santiago estaba a sus espaldas y oh, venganza— Ay, Gabo, esas cosas no  se presumen —lo “regaño” sintiéndome casi con gloria por este bello momento. 

 

—Di… —Gabo tartamudea— Dije que soy bueno para los forjados de la estructura, sordito —usa un tono casi suave y bonito, pero sé que por dentro está que se lo lleva la chingada.

 

—Por eso. Esas cosas no se presumen, se hacen y ya, ¿no cree, arquitecto? —el señor Santiago se me queda mirando extraño y luego a Gabo. Seguro ya sabe que no estamos hablando precisamente de construcción.

 

—Pues… —por un momento veo algo  de duda en él, pero después sonríe— Si eres bueno está bien presumir si cumples las expectativas del… cliente —como si nada estoy seguro que acaba de hablar en otro sentido—, y luego hay unos muy exigentes —termina de decir mirando muy fijamente a Gabo. Y mi amigo, está hecho un mal-di-to ji-to-ma-te.

 

—Supongo —voltea a otra parte—, pero yo no presumo nada si no es cierto —vuelve a ver al arquitecto con… ¿decisión? Siento que el ambiente aquí se puso tenso—. Fer es el pendejo que dice cosas que no son ciertas.

 

El arquitecto Santiago me voltea a ver y me sonríe apenas— Bien, bien. Ya vuelvan al trabajo —nos da una palmada primero a mí y luego a Gabo. Pero algo pasa ahí que no sé qué sea.

 

Solo hasta que se va el arquitecto es que decido hablar— ¿Qué fue eso?  —pregunto serio, pero Gabo solo se pone a la defensiva.

 

—Y yo qué vergas voy a saber, pendejo. Eres un cabrón, ahora sí te pasaste de la puta línea.

 

—Dijiste la palabra  que más odio.

 

—¿Cuál? ¿«Verga»? Pues te aguantas mi rey. En serio estoy emputadísimo contigo. Así que ahora vienes con Santiago y conmigo al bar.

 

Su cara está toda deforme y fea por su enojo, pero cambia a una de sorpresa cuando se da cuenta de lo que yo noté enseguida: dijo Santiago, no Diego.

 

—Ah, sí, al rato te digo —decido que por hoy es suficiente. No quiero molestar a mi amigo por algo que es muy obvio lo pone idiota y enojado. Es capaz de echarme la culpa por lo que acaba de pasar con tal de no sentirse tan apenado.

 

Me voy en silencio, Gabriel también. Está claro que no mencionaremos nada de esto.

 

 

------------

 

 

Pasadas las dos horas, Rafa llega sonriendo.

 

—Pues empaca tus cosas y vámonos.

 

—¿Empacar? —pregunto confundido.

 

Rafa pone los ojos en blanco— Era broma, Fer. Tú siempre tan literal —comienza a reírse y a jalarme, no, mejor dicho, a empujarme con todo y mi mochila una vez que la tomo.

 

—Hey, con cuidado que me rompo.

 

—Pues qué delicado me saliste. Aunque seguro al rato ni te vas a acordar de eso —volteo a verlo entre asustado e indignado—. Venga, solo esta vez, Fer. Total, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que vomites? —se acerca más a mí— ¿O que termines haciéndolo con alguien?

 

La piel se me pone chinita, siento mis vellos ponerse todos nerviosos.

 

—No haré eso —respondo más que decidido. Es obvio que no me puedo dar ese lujo con Gabo y Rafa a mi lado.

 

No, solo tomaré cuatro máximo y listo.

 

—Fer, eres muy santo. Casi todos le siguen la broma a esto, pero tú no —ya no está usando su voz burlona, sino la de siempre—. Oh, y créeme que eso de santo lo digo como halago, no de burla —me sonríe… tan bonito, pero tan bonito, que creo que ahorita se me hace tierno. Si fuera gay diría algo como: «es que su cabello café chocolate claro, sus ojos tan brillantes. Y su sonrisa matadora, ufff».

 

Pero no soy gay, así que me limitaré a pensar en que su sonrisa es bonita.

 

—Gracias, Gabo ya se hubiera burlado.

 

—Lo sé. Pero bueno, cada quien su personalidad. Vámonos.

 

Caminamos a la salida, y en ese momento comenzamos a hablar del costo de las vigas, si va a usar tierra, en cuánto saldrá el soporte, si ya tienen pensado todo el acabado para el edificio.

 

Y creo que hablamos muy rápido o caminamos muy lento. Porque eso es bastante conversación para tan poca distancia.

 

—¡Fernando, en chinga! —grita Gabriel desde la calle con su cara de payaso, pero en cuanto ve a Rafa, sonríe y estoy seguro que casi quiere aplaudir—. ¡Rafa, sí vas, qué bueno! Alguien que le hará compañía a mi Fernandito adorado.

 

—No podría dejar solo a nuestro Fernandito adorado —le contesta Rafa, usando el mismo tono que Gabo—. Alguien debe de supervisar… que se tome más de cuatro, mínimo.

 

Gabo empieza a reírse— ¡Esa es la actitud, caray!

 

No me gusta que quieran emborracharme. Me quieren sonsacar, quieren que diga o haga cosas estúpidas.

 

De esa vez que me puse súper ebrio y caliente han pasado… casi dos años.

 

Y no, no pienso romper mi récord por estos dos diablos.

Notas finales:

Nos seguimos leyendo.

Les mando muchos abrazos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).