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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

Holu~ ¡Ya vamos diez capítulos! ¡Y todavía falta un montón! Estoy tan ansiosa por llegar a la parte central de la historia XD pero falta mucho :”v (me cagoh en toh)

Bien~ Que lo disfruten. 

Le dolía absolutamente todo, el cuerpo le pesaba de tal manera que no le permitía moverse ni un centímetro, y el dolor de cabeza era tan agudo, que no podía levantar ni un párpado siquiera. Su respiración se encontraba agitada, y tenía un frio que le calaba hasta los huesos. Maldijo a ese maldito perro con lo poco que le quedaba de conciencia. Pudo escuchar vagamente, el típico ruido de la puerta rechinando al abrirse, seguido de aquella voz responsable de sus constantes sonrisas.

   -Nii-san, buenos días, como no bajaste a tomar el desayuno vine a traértelo aquí a la cama.

 Y ahí estaba su querido Alphonse, con su delantal verde pastel, ajeno a cualquier situación, sonriente y bien dispuesto con un 200% de energía como siempre. Entre sus manos sostenía la dichosa bandeja de madera con el desayuno, debido a que estas estaban ocupadas, había hecho uso de su espalda para abrir la puerta. Al momento de girarse, su semblante de alegría cambio a uno de real preocupación y miedo, al ver a su hermano con sus ojos firmemente cerrados, respiración agitada y mejillas sonrojadas, en un vivo y obvio ejemplo de fiebre. Dejo la bandeja en la mesita del lado de la cama, y se apresuró a asistir al rubio.

Edward dio un pequeñísimo respingo al sentir una cálida mano sobre su frente, acto seguido, abrió sus dorados ojos con extrema pesadez, para encontrarse con los pardos de su hermanito, mirándolo totalmente preocupado, sonrió ante el gesto, llevando su mano muy lentamente hacia la mejilla del menor, gesto que sonrojo terriblemente a este.

   -Buenos días… Al. – Su mano se mantenía difícilmente en la mejilla del castaño, por lo que este la sujetaba suavemente para que no desistiera.

   -Nada de buenos días nii-san, solo mírate como estas, ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal? Te hubiese preparado un desayuno más potente.

   -Lo siento Al, no quería… preocuparte… je je.

   -¿Cómo que “je je”? – El mayor rio con un poco más de fuerza ante el intento totalmente fallido de una cara “enojada” por parte de Al, este solo dio un gran suspiro y con su mano libre volvió a tomarle la temperatura a su hermano.

   -Solo mira tú temperatura, debe ser de 40° o incluso aún más.

   -No creo… que sea para… tanto. – El rubio se intimido un poco ante la mirada totalmente reprochadora de su hermanito.

   -Iré a buscar algo para bajar esa fiebre, enseguida vuelvo. – Se dispuso a levantarse y soltó la mano de su hermano que aun tenia sujeta, misma mano que al soltarse sujeto la ropa de Al suavemente para que este gire a verle.

   -Lo siento… Al. – El mayor había dejado de sonreír para expresar una mirada que parecía de culpa, debido a sus mejillas sonrojadas por la fiebre, era realmente difícil para el castaño adivinar que intentaba expresar su hermano. Se acercó de nuevo a la cama, y deposito un suave beso en la frente de Ed, logrando satisfactoriamente que la sonrisa volviese a adornar su rostro.

   -Está bien nii-san, no te preocupes, solo pido que la próxima vez me avises si te sientes mal ¿De acuerdo? – Acarició con suavidad los cabellos del rubio, sonriéndole cálidamente.

   -De acuerdo. – Le dijo, mientras le devolvía torpemente una sonrisa.

Dicho esto, Alphonse se retiró de la habitación. Bajando por las escaleras y dirigiéndose hacia la cocina, preparó algunos paños y un cubo de agua fría, se sintió un poco culpable de haberse reído ayer por la caída de Ed sobre la nieve cuando resbaló, sacudió la cabeza intentando no sentirse peor, eso solo preocuparía más a Ed. Buscó en la alacena una nota de papel que encontró cerca de las especias, sonrió al ver el trozo de papel que contenía escrita una receta con la letra de su madre.

   -“Bien, entonces dejas reposar un rato esto de aquí y terminas ¿De acuerdo?” – Expreso una mujer adulta de cabello castaño y una hermosa sonrisa, mientras dirigía su vista hacia el pequeño niño que se encontraba a su lado.

   -“Sí” – Respondió el niño con entusiasmo, mientras sonreía al sentir la mano de su madre revolver sus cabellos.

   -“Bueno, ya está listo. Anda, llévaselo a tu hermano.” – El pequeño asintió mientras tomaba la bandeja y subía las escaleras lentamente para evitar derramar alguna cosa.

Ese día Edward se había puesto malo, fue aquel día que había nevado en Resembool, Trisha había pensado que quizás la baja de temperatura había afectado a su hijo mayor, pero Al se sentía culpable puesto que pensaba que aquella bola de nieve que le había lanzado a la cara y las infinidades de veces que Ed había evitado que su hermanito cayese en la nieve ocasionando que su propio cuerpo se estampase sobre esta, tuvieron como resultado aquella fiebre. Ese día se había esforzado al máximo para cuidar a su hermano y su madre al verlo tan preocupado le enseñó cómo preparar un té para bajar la fiebre.

   -“Nii-san ¿Puedo pasar?” – Preguntó el menor detrás de la puerta.

   -“Claro Al, adelante.” – Respondió Ed, su voz se escuchaba algo tomada.

   -“Nii-san, mama me enseñó a hacerlo, tómalo, te hará bien.” – Expresó el castaño mientras dejaba la bandeja en la mesita de luz, tomaba la taza con el té y se la extendía a su hermano.

   -“Ah no, yo no me tomo esto.” – Dijo el mayor mientras desviaba su cabeza de la taza luego de olfatear su contenido, tenía un aroma realmente extraño que no terminaba de convencerle.

   -“Debes tomarlo, o sino tu fiebre bajará más lento y no podrás recuperarte nunca.” – Dijo Al, mientras intentaba acercar la taza hacia su hermano.

   -“Pero no quiero, huele horrible.” – Acotó el mayor mientras tomaba la taza entre sus manos con desconfianza. El castaño dio un suspiro mientras pensaba en algo para convencer a su hermano.

   -“Mmm ¡Ya sé! ¡Si te lo tomas haré lo que tú quieras! – Dijo Al, logrando que la expresión de Ed cambiase sorpresivamente, para luego expresar una pequeña sonrisa. Se dispuso entonces a tomar el té de una buena vez.

Al terminar de preparar el té subió por las escaleras junto con el cubo de agua procurando que ninguna de las dos cosas se derramasen en el camino. Grande fue su sorpresa al abrir la puerta y encontrarse a su hermano tirado en el piso, totalmente rojo y balbuceando quien sabe qué cosa.

-Donde esta… ese pedazo de general retrasado…le voy a arrancar…la lengua. –Decía el rubio difícilmente entre jadeos. Alphonse dio un gran suspiro, este iba a ser un largo día. Dejó todo sobre el piso puesto que la mesa de luz estaba ocupada con el desayuno y se acercó hacia su hermano.

Se arrodillo hasta su altura e intentó levantarlo, dejándolo medio parado de forma que quedaba sentado en el piso, no era mucho, pero era mejor que estar tirado en el suelo. Se acercó un poco más para depositar sus labios en la frente del mayor, y se separó de él después de un rato.

   -Ay, nii-san, tu fiebre empeoró ¿Qué se supone que estabas haciendo? –Exclamó el castaño, en un semblante de enojo y preocupación.

   -Es su culpa… el empezó, tenía que…defenderme. –dijo Ed, para después dejar caer su cabeza en el pecho del menor, gesto que sonrojó un poco a este.

   -Sea lo que sea que haya pasado, ya pasó, así que ven, ayúdame que debes volver a la cama. – Exclamó el castaño, intentando levantar a su hermano del piso, se le hacía difícil puesto que no tenía tanta fuerza como para hacerlo.

Al cabo de unos minutos, logro depositarlo en la dichosa cama, lo cubrió con las mantas y le dedico una tierna sonrisa al mayor.

   -Lo logramos, jeje.- Dijo Al con una sonrisa.

   -Si…gracias, Al – Expresó Ed, devolviéndole la sonrisa a su hermano.

El castaño tomo el cubo de agua con los paños y volvió a arrodillarse en el lado de la cama, depositando el cubo a su lado. Acto seguido, mojó el paño y lo estrujó solo un poco para después depositarlo en la frente del mayor.

   -Waah…que…fresquito. – Opinó el mayor, mientras expresaba una cara bastante graciosa para Al, el cual soltó una pequeña risita que hizo reír también a Ed.

Al cabo de unos minutos, el castaño retiro el paño que descansaba en la frente del mayor, y deposito en sus manos una taza que contenía para Edward, una extraña sustancia que parecía té, pero que olía como los mil demonios.

   -Ah no, yo no me tomo esto – Dijo el rubio, mientras que desviaba su cabeza hacia un lado a cada vez que intentaba convencerse de que tal vez, no sabía tan mal. Al sonrió ante el recuerdo, su hermano no había cambiado para nada.

   -Debes tomarlo, o sino tu fiebre bajará más lento y no podrás recuperarte nunca – Exclamó el castaño, mientras en su rostro empezaba a formarse una expresión que parecía de molestia, pero nunca dejaba de tener ese semblante de preocupación y amor que le dedicaba siempre a su hermano, Edward sonrió ante el gesto.

   -Supongo que si no lo huelo no sabrá tan mal. – Dijo entonces tomando la taza entre sus manos, comenzando con un poco de desagrado a beber el contenido. Logrando que el menor sonriese satisfecho.

El castaño, que se encontraba arrodillado en el piso del lado de la cama, se dispuso a levantarse y tomo la bandeja con el desayuno que, obviamente, su hermano no había tomado, puesto que ya se había enfriado demasiado.

   -Voy a llevar esto a la cocina y prepararte algo para almorzar. Ni se te ocurra moverte, ¿de acuerdo? –exclamó Al, al principio con una calmada voz, que después tomó firmeza al emitir las últimas palabras.

   -De acuerdo. – Dijo el rubio, sonriendo torpemente. El castaño sonrió también, para luego retirarse de la habitación. 

Notas finales:

Uyy ya me hubiese gustado a mí que Al me cuidase cuando me puse enferma xd que suerte tiene este rubio~

Muchas gracias por leer~ nos vemos en el próximo.

Bye~


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