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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

Holu~ me vengo pasando por aquí y dejando el capítulo número veintiuno de esta… emm… historia rara porque ya no tiene nada de normal (Sí ya ahora no es normal no me imagino más adelante XDD) xd, en fin~

Que lo disfruten~  

El pequeño auto color crema aparcó a un lado de la antigua taberna tranquilamente, ambos pasajeros bajaron del auto mientras se estiraban intentando aflojar sus músculos y articulaciones entumecidas por el viaje, no solían pasar mucho tiempo quietos en algún lugar a menos que se tratase de dormir.

   Ginji miró con total curiosidad el pequeño cartel de madera en forma ovalada, que colgaba de una varilla de metal negra, a un costado de la puerta, la cual anunciaba el nombre del local, “Unglaublich zuflucht”. Al no comprender el nombre, miró a Ban con suma atención, buscando una respuesta a su duda.

   -Ban-chan… ¿No crees que es un nombre extraño para una taberna? – Preguntó el rubio ante la mirada un tanto cansada del ojiazul.

   -Es porque el nombre está en alemán. – Respondió Ban mientras estiraba su cuello de un lado a otro tratando de desentumecerlo.

   -Ah… Y… ¿Qué significa? – Preguntó entonces nuevamente, adoptando su característica forma chibi. Recordando la facilidad que tenía Ban para comprender aquel idioma, puesto que poseía una cuarta parte alemana gracias a su abuela.

   -Significa “Increíble refugio” – Contestó nuevamente, fijándose entonces en el cartel frente a la puerta que decía con rusticas letras la palabra “Cerrado”. El castaño frunció el ceño ante aquello, cada vez que María cerraba era porque algo sucedía, con cautela le hizo una seña a su compañero y ambos entraron al local con sumo cuidado.

   Al no encontrar a nadie en la barra del local, decidieron entrar por la puerta detrás del mostrador que conducía hacia la casa de la mujer. Todos sus músculos que se encontraban tensos por la adrenalina, se relajaron al encontrar a la morena revolviendo una cacerola frente a una antigua cocina de carbón. Al notar su presencia, la mujer giró su cabeza en dirección a ambos y sonrió con alegría.

   -Willkommen~ - Expresó la morena con una gran sonrisa en su rostro. Ante la mirada confundida de Ginji, la mujer soltó una pequeña risa y volvió a hablar. –Quise decir “Bienvenidos”~

   -Ah… ya veo~ ¡Buenas tardes María-san! – Respondió con alegría el ojimiel.

   -Encontrarte de espaldas y revolviendo una cacerola, es una perfecta escena de bruja, vieja. – Acotó Ban con una graciosa sonrisa, ante el comentario, María como siempre resultó furiosa, ocasionando que le diese forma a sus cabellos y con ellos estrangulase fuertemente al castaño.

   -Ni se te ocurra volver a decirme “Vieja” nuevamente, Ban~ - Expresó con falsa felicidad la mujer, mientras seguía estrangulando al ojiazul.

   -ahg… zhuelthameh… - Expresó Ban con su cabeza ya morada por la falta de aire.

   -Ahh Ma-María-san~ ¿Qué estas cocinando eh? – Acotó entonces Ginji, tratando de cambiar el tema para salvar a su compañero. María lo soltó al instante y con una gran sonrisa volvió en dirección a la cacerola.

   -Es un guisado muy nutritivo~ ¡Y también mi favorito!~ - Dijo mientras revolvía con una cuchara la cacerola.

   -¡Qué bien! – Expresó Ginji con alegría, por fin en mucho tiempo comerían algo que no estuviese vencido, fiado o en la basura. -¿Y qué lo hace nutritivo? – Preguntó entonces por pura casualidad.

   -Oh~ pues… ¡tiene patas de rana y rostro de calamar! <3 – Expresó entusiasmada María mientras de la cuchara sacaba una pata de rana y se la mostraba graciosamente al rubio, quien intentó contener una cara de asco, Ban solo soltó una risotada, ya estaba acostumbrado a que María preparase aquellas cosas tan raras.

   -Emm… Qué rico…

   -¡Tranquilo Ginji! Puede parecer asqueroso pero sabe realmente bien, ya verás.

   -Exacto pequeño Ban~ haces muy feliz a una madre como yo al alagar mi comida~ - Expresó feliz mientras abrazaba al castaño.

   -¡Tú no eres mi madre, roba-cunas! – Articulo furioso Ban mientras intentaba sacarse de encima a María.

   -Que malo eres pequeño Ban~ - Respondió la morena con una falsa lagrimilla en sus ojos  -Bueno… Es cierto que me haces feliz al decir aquello~ <3 – Articuló nuevamente sonriendo feliz, Ban solo desvió la mirada, ocultando una sonrisa.

   -María-san, Divisamos un ave de papel en el cielo que bajó hacia nosotros e incluso golpeó a Ban-chan en la cara, Ban-chan dijo que tú la enviaste, ¿Es cierto?

   -Oh~ ¿Encontraron a mi ave? Vaya… no he perdido mis habilidades <3 – Expresó la morena mientras soltaba una pequeña risa. –Bueno… si golpeó al pequeño Ban será porque habrá hecho algo malo, como tal vez… llamarme “Señora mayor”.

   -Corrección: “Vieja”. – Interrumpió Ban con gracia, para luego ser golpeado fuertemente con una sartén por parte de María.

   -Bien~ Ban tenía razón, yo los llamé porque les tengo un trabajo~ - Dijo María guiñando un ojo. Ginji sonrió para luego recordar y expresar una cara de gran temor.

   -Ma-María-san… ¿No será alguno de esos trabajos como aquella vez en el que aquel pepino se escapó de tu frasco, se hizo grande e intentó cocinarnos, verdad? – Preguntó aterrado mientras recordaba la escena. María soltó una pequeña risa.

   -No, no, no~ este trabajo no tiene que ver conmigo~ Tomen asiento, les explicaré. 

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   Edward abrió sus ojos con extrema pereza y lentitud, intentando acostumbrarse a la luz de la habitación.

   -¿Dónde estoy? – Dijo perezosamente mientras miraba de un lado a otro, no recordaba que en la caverna hubiesen luces y mucho menos un techo pintado de un color crema.

   De repente recordó la pelea con las quimeras y buscó desesperadamente a su hermano. Asustado, lo encontró durmiendo en la cama de al lado. Al ver su expresión de sueño tranquilo, todos sus músculos se destensaron, sonrió aliviado e intentó incorporarse para ir mas cerca de Al, pero un fuerte dolor en su espalda lo hizo volver a la cama rápidamente. Totalmente adolorido, hizo un gesto de dolor que le pareció insoportable. Recordó entonces las garras que la criatura le había incrustado allí y el dolor se hizo aún más fuerte.

   -Ahhg… - Intentó concentrarse, sea quien haya sido la persona que los había ayudado a salir de allí, debía agradecérselo de sobremanera.

   Cuando el dolor se hizo menos insoportable se incorporó de la cama y se levantó de ella, dirigiéndose a la de su hermano y arrodillándose en el piso al lado de esta.

   -Al… - Sonrió ante la tranquilidad de su hermano, y su dolor de hizo menos insoportable al notar que ningún daño se había hecho, excepto algunos rasguños y un corte en su brazo derecho. Aliviado, extendió su mano y acarició sus cabellos suavemente. –Me alegra tanto que te encuentres bien… - Se acercó un poco más, articulando una pequeña mueca de dolor debido a la herida en su espalda, ignorando aquello, depositó un pequeño beso en la frente del menor y luego dejó que su cabeza descansara en un costado de la cama, tratando de no pensar en la herida.

   -Mmm~ Yo que tú no me movería tanto~ - Edward subió rápidamente la cabeza en dirección a la voz, que venia del umbral de la puerta, allí encontró la María, quien lo miraba con una tierna sonrisa. –Tu herida fue bastante difícil de sanar, ni siquiera pude terminar de sellarla, podría abrirse en cualquier momento, así que te recomiendo que no te muevas demasiado.

   -¿Usted fue quien nos ayudó a Al y a mí? – Preguntó entonces un poco avergonzado por la escena que supuso él, había presenciado la mujer, María asintió con una sonrisa. –Muchísimas gracias… - Dijo entonces agachando la cabeza en señal de agradecimiento, luego la subió un poco, tratando de ver la edad aproximada de la mujer para evitar un problema. –Señorita… - Expresó al final, ocasionando que la morena articulase una sonrisa más amplia y soltase una pequeña risa avergonzada.

   -Oh~ jiji~ El pequeño Ban debería aprender un poco más de tus modales, amorcito. – El mayor soltó una risa sin saber exactamente a quien se refería la mujer, luego se sintió un poco presionado, extrañamente percibía una gran cantidad de poder en aquella señorita, al igual que un gran conocimiento y sabiduría.

   No sabía cómo describirlo, era como si de un momento a otro una gran cantidad de respeto le agobiase dentro, si algo era seguro, era que no estaba tratando con una persona común y corriente. La mujer notó la insistente mirada del rubio sobre ella, entonces decidió hablar.

   -Tu hermanito está bien, no le ha sucedido nada grave, solo… un poco de fiebre… Me llamo María Noches, es un placer Edward~

   -Gracias… María. – Inclinó nuevamente su cabeza en señal de agradecimiento, hasta que algo extraño azotó su cabeza. – Disculpe… ¿Cómo es que sabe mi nombre? – Preguntó entonces, extrañado, María sonrió ampliamente mientras dejaba salir una pequeña risa.

   -Soy una bruja, adivina también~ - Expresó María contenta, riendo ante la perpleja mirada de Edward, el rubio entendía todo ahora, con razón había notado tanta cantidad desmesurada de poder y sabiduría.

   -Ah… disculpe mi atrevimiento, pero… ¿No se supone que todas las brujas habían sido exterminadas en el siglo IXX? – Preguntó con algo de temor en sus palabras, tratando de no hacer enojar a la morena.

   -Bueno… parece que no todas, pequeño Edward~ - Respondió María posicionando un dedo sobre su mejilla y guiñando un ojo.

   Edward se estremeció ante la confesión e incluso no quiso gritarle por haberlo llamado “renacuajo mal formado que nunca crecerá porque carece de calcio” tragó saliva pensando en lo que podría pasar si hacia algo que molestase a la señorita, que al recalcularlo mejor pensó que tal vez no era tan joven como aparentaba, bueno… nadie pensaría aquello si te hablaran del siglo IXX. María rio aún más animada ante la mirada del rubio sobre ella.

   -Tranquilo~ ¿no muerdo sabes?~ - Dijo María con una sonrisa tranquila, mientras el nerviosismo de Edward bajaba de a poco, la mujer tenía un aire de madre y protectora que parecía impresionante. Aquello le dejaba algo tranquilo, le daba una cierta brisa de calidez a su presencia. –Mmm ustedes también tienen un gran conocimiento en sus cabezas ¿Verdad? – Preguntó entonces mientras Edward bajaba la mirada, al rubio le pareció justo si le comentaba un poco sobre su historia, después de todo, ella los había salvado e incluso les confió el secreto de que supieran que ella era una bruja.

   -Nosotros…

   -Lo sé. Me lo han dicho mis cartas~ No necesitas comentarlo, sé que te resulta doloroso. – Expresó entonces María con otra sonrisa, Edward sonrió también, agradeciendo la amabilidad de la mujer. –La comida pronto estará lista, bajen ambos en cuanto despiertes a tu hermano, necesitan comer algo nutritivo para recuperar fuerzas y sanar rápido sus heridas~ - La mujer se dispuso a salir del cuarto y bajar las escaleras, pero la voz de Ed la detuvo.

   -María… muchas gracias, de verdad. – Articulo el rubio con una gran sonrisa de agradecimiento, María asintió también, sonriendo.

   -No necesitas agradecérmelo, no podía dejar a dos chicos tan pequeños y bonitos allí en la oscuridad~ - Dijo la mujer, bajando luego las escaleras.

   Alphonse abrió sus ojos de igual forma en la que Edward los había abierto hace unos pocos minutos, al ver a su hermano lo primero que se le ocurrió hacer fue derramar lágrimas.

   -Nii-san… - Edward, al escuchar a su hermano, quitó la vista de la puerta y la dirigió hacia él, notando como las lágrimas caían de sus ojos.

   -¡Al! ¡¿Estás bien, te duele algo, que pasa?! – El mayor abrazó con fuerza a su hermanito si saber exactamente qué hacer, mientras este apoyaba su cabeza en el hombro de Ed, al recordar su herida, cuidadosamente correspondió el abrazo pasando sus brazos por la cintura del rubio. Edward agradeció mentalmente aquel gesto.

   -Estas bien… estas vivo… - Articulo difícilmente entre sollozos el menor, mientras Ed sonreía con alivio y abrazaba con más fuerza a Alphonse, consolándole.

   -Estoy bien, una bruja nos salvó Al… - El menor se separó un momento de su hermano sin creer exactamente lo que estaba diciendo.

   -Pero… las brujas fueron exterminadas en el sigl-

   -No esta bruja… Al, créeme, tiene un gran poder en su interior, incluso sabe nuestra historia y nombres por medio de sus cartas.

   -Increíble… - Al articuló una pequeña sonrisa, jamás en su vida imaginó que viviría lo suficiente como para poder ver a una bruja, y ahora, a tan corta edad, era capaz de verla, e incluso los había salvado.

   -También nos ha hecho la cena, dijo que bajemos en cuanto despiertes… pero Al, ¿De verdad te encuentras bien, no te duele nada? – Preguntó Ed mientras miraba a su hermano totalmente preocupado.

   -Estoy bien, no te preocupes. – Respondió Al con una sonrisa, aliviando a Ed.

   -Bien, entonces bajemos. No quiero imaginarme lo que podría hacerme si tardamos demasiado. – Expresó el mayor con algo de temor, logrando que Al riese divertido.

   -De acuerdo. – Respondió el menor, aun riendo. 

Notas finales:

Uyyy~

¿Podrán los hermanitos Elric  y Ginji comer el “nutritivo” guisado de María-san?

¿Se llevará Ban con su humor de m”#rda bien con Ed y Al?

¿Entrarán los cuatro en el pequeño subaru 360?

¡Todo y más en el próximo capítulo!

Gracias por leer~


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