-¡María-san, Ed, Al! – Gritó un entusiasmado Ginji, quien entraba por la puerta del local con una sonrisa de niño pequeño, siendo seguido desde atrás por Ban, quien venía caminando despacio con ambas manos en sus bolsillos, y un cigarro en sus labios.
-Hola Ginji, Ban. – Respondió Alphonse mientras hacia un ademan con su cabeza, Ban contestó con el mismo gesto.
-¿Por qué tanta alegría Gin-chan?~ - Preguntó la morena mientras tomaba entre sus manos el dichoso condimento, y se disponía a agregárselo a la comida.
-¡Tenemos buenas noticias sobre el paradero del perro! ¿Nee, Ban-chan? – Expresó el rubio mientras ensanchaba aún más su sonrisa, girándose hacia Ban, quien asintió sonriendo.
-¿¡En serio!? ¿Dónde está? - Preguntó Edward con entusiasmo, por fin había una mísera pista desde que habían llegado allí.
Ban se acercó hasta la barra donde ambos hermanos se encontraban sentados, y depositó el diario sobre esta, acto seguido, con su dedo índice, les señaló la quimera que se encontraba detrás del hombre.
-¡Ah! – Dijo Al mientras se acercaba aún más al papel para poder apreciar mejor al señor que se encontraba en la foto. Luego de unos segundos, comenzó a leer el artículo. –“El famoso estanciero James Berthold, compró la propiedad del centro de Ura Shinjiku.”
“-la reconocida mansión de los Wallsen, es ahora totalmente de mi propiedad.- Expresó Berthold a la prensa con entusiasmo. –Estoy en busca del poder que se me ha otorgado recientemente. Siento que el rojo es el nuevo color de mi futuro.-“
“Para festejar la reciente adquisición, se celebrará una fiesta en la mansión el día xx a las xx:xx hs. Donde estancieros y personas muy importantes de todo el mundo se reunirán para disfrutar de la excelente compañía de James y charlas de futuros negocios.”
-¿En busca del poder…? – Preguntó Ginji con curiosidad, mientras Alphonse fruncía el ceño.
-El perro… - Respondió Edward con molestia en su voz.
-De seguro el imbécil debe pensar que dentro se encuentra alguna clave para crearla. – Acotó Ban también, dándole una calada a su cigarro.
-Pero… ¿Crear qué? – Preguntó el rubio nuevamente, Ban solo suspiró.
-La piedra filosofal… ¿En serio siguen con eso? – Expresó Alphonse mientras soltaba un gran suspiro. –Creo que jamás nos libraremos de esa porquería, nii-san. - Ban se giró dirigiéndose hacia la puerta, siendo seguido por Ginji un poco más atrás.
-Ah… ¿A dónde van? – Preguntó Edward al notar aquello.
-Necesitan entrar a aquella mierda de mansión si quieren al perro. Iré a buscar algo que nos sirva para camuflarnos allí. – Respondió Ban con total neutralidad.
-¿…Nos…? – Cuestionó esta vez Alphonse, mientras parpadeaba perplejo.
-¿Acaso creíste que nos quedaríamos aquí aburridos mirando como ustedes se divierten? Ja, ni lo pienses. – Respondió el ojiazul mientras volvía a girarse en dirección a la puerta. Ambos hermanos se miraron unos instantes para sonreír al instante.
-Muchas gracias, chicos. – Dijeron ambos al unísono, mientras Ban solo levantaba su mano derecha, quitándole importancia. Al cabo de unos pasos, el castaño se detuvo en seco. –María. – Llamó a la morena sin girar la vista hacia la nombrada. –Tú… Estas… - La bruja ladeó su cabeza hacia un costado en señal de no entender, mientras Ban rascaba su cabello con constante fuerza e insistencia. – ¡AHH! ¡¡Estas en los buenos recuerdos, maldita sea!! – Gritó mientras salía del local rápidamente. María soltó una dulce carcajada, mientras Alphonse logró notar una pequeña lágrima sobre sus pestañas, antes de que la bruja se la quitase con su dedo índice.
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-¿Y bien? – Preguntó Ban con mirada neutra, ahora, vestido de pies a cabeza con un saco, pantalones y zapatos de vestir negros, una camisa blanca y una corbata color purpura.
-Mmm… bien, creo. – Respondió Alphonse mientras abrochaba los botones del saco en sus muñecas.
-Woow, Al ¿Cuándo fue la última vez que nos pusimos un traje? – Acotó Edward mientras acomodaba su corbata frente al gran espejo. El menor soltó una pequeña risa al recordar aquel día.
-Si no me equivoco… creo que para el casamiento de la prima de Winry. – Respondió con una sonrisa graciosa, intentando que su hermano recordase lo que había sucedido en aquel casamiento.
-Ah sí. ¿Cómo se llamaba?... Eliara. También recuerdo que ese día… Winry nos encerró en el baño. – Expresó mientras su sonrisa alegre cambiaba a una sádica, deseando que la rubia se encontrara frente a ellos en ese momento para hacerle pagar por aquel día.
-Sí, y por ello anduviste enojado toda la fiesta, porque cuando logramos salir ya se había acabado todo el pastel de bodas. – Dijo Alphonse mientras reía animadamente.
-B-Ban-chan… - Interrumpió Ginji con solo un hilillo de voz. En cuanto Ban se giró para ver a su compañero, una mirada de gracia se creó en su rostro al ver al ojimiel con toda la corbata hecha un nudo.
-¡Maldita sea Ginji! ¿Qué diablos le hiciste a tu corbata? – Preguntó entre risas el ojiazul, mientras se acercaba hacia el rubio y le acomodaba la corbata.
-Vaya~ se ven súper lindos~ - Interrumpió María mientras salía de la sala con un pequeño termo entre sus manos.
-¿Para qué es eso, María-san? – Preguntó Alphonse mientras ladeaba su cabeza hacia un lado. La mujer sonrió mientras se acercaba hacia donde se encontraba Edward.
-Es para tu hermano~ - Respondió ella mientras le pasaba el termo al rubio. – Una pequeña ayudita de mi parte~ Café voodoo. – Dijo luego, Guiñando un ojo.
-Ah, pero yo… no sé cómo… - Comenzó a decir el mayor, pero fue interrumpido por la bruja.
-Solo has lo que yo he hecho antes, usa tu imaginación para crear la ilusión, lo demás déjaselo a la víctima~
-¿Acaso crees que mi jagan no funcionará? – Preguntó Ban molesto a la vez que luchaba por desatar el manojo de nudos en la corbata de su compañero.
-Claro que funcionará~ pero el café dura más tiempo, es solo en caso de que lo necesiten~ - Respondió la mujer mientras acariciaba los cabellos del mayor con cariño.
-¡Ah! Por fin… - Acotó Ban al notar que había terminado de acomodar la corbata y ya no había nudos extraños, ni algo así tan propio del idiota de su compañero. – Bien ¡Nos vamos!
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El pequeño auto color crema estacionó alunas cuadras más lejos de la ex mansión de los Wallsen, cuando todos habían bajado, Ban le pidió a Alphonse que transmutase una manta de hojas y la pusiese sobre el auto para cubrirlo, el chico no entendió bien para qué, pero aun así lo hizo. Unos minutos más adelante, todos ya se encontraban escondidos en arbustos muy cerca de la entrada a la gran casa.
-Bien… ¿Y ahora qué? – Preguntó el ojimiel mientras observaba con un poco de miedo a aquel guardia grandote que conocía bastante bien.
-Bueno… tenemos varias opciones: Los cagamos a piñas, les meto el jagan, o agarramos a los primeros cuatro que encontremos desprevenidos, los atamos, los dejamos aquí, y nos hacemos pasar por ellos. – Expresó Ban totalmente divertido mientras sujetaba algunas sogas entre sus manos.
-Emm… no sé cuál de todas me convence menos… - Articuló Alphonse con una media sonrisa de miedo.
-Si… todas son… un poco… em, raras. – Dijo también Edward de la misma forma que su hermano.
-Emm, no quiero interrumpir Ban-chan, pero… ese de ahí… - Acotó Ginji tocando el hombro de su compañero, al mismo tiempo, señalaba al guardia grandote de lentes oscuros, con una cicatriz en la parte izquierda de su cara.
-… Parece que tendremos que usar la primera obligatoriamente. – Expresó Ban mientras fruncía el ceño con molestia.
-¿Q-Quien es ese? – Preguntó Alphonse con preocupación.
-Ryudo Hishiki. Por las calles se lo conoce como “El muerto viviente”. – Contestó el ojiazul, aun frunciendo el ceño.
-¿”El muerto viviente”? – Repitió con duda el mayor de los Elric.
-Es de la agencia de protección. Tiene ocho asesinatos confirmados a sus espaldas. Debido a puros tratos con quien sabe qué, no tiene antecedentes penales.
-¡Sí, sí! Es un monstruo, mi electricidad no le hace absolutamente nada. – Acotó Ginji en modo chibi mientras temblaba sobre la cabeza de Ban.
-¿Electricidad? Así que también tienes un poder como el de Ban. – Dijo Alphonse entusiasmado.
-Síp, mi cuerpo la genera fácilmente… pero no es momento de hablar de eso.
-Eh rubio. ¿Crees que tu alquimia lo puede pegar por unos momentos al piso? – Preguntó el ojiazul mientras se acomodaba los lentes.
-Tal vez, depende de que tan fuerte sea. – Respondió Ed mientras miraba de reojo a Hishiki.
-Pero primero necesitamos atraerlo hasta aquí. Si lo hacemos en plena entrada nos van a descubrir. – Interrumpió Alphonse. Los demás quedaron pensativos.
-Ah, ya sé. – Dijo Ban mientras arrancaba una rama y se la partía en la cabeza a su compañero, generando un fuerte estruendo.
-Ayy~ Ban-chan ¿Por qué me golpeas? – Preguntó un mini Ginji con lagrimillas en sus ojos.
-Era para atraer a Hishiki… pero parece que no funcionó. – Expresó Ban al tiempo que miraba al grandulón, quien no hacía nada más que estar allí parado. Miró entonces a Edward, quien miraba totalmente concentrado al guardia, sonrió entonces. – ¡Eh, enano!
-¡¿¡¿A QUIEN LE ESTAS LLAMANDO HORMIGA DIMINUTA QUE NO NECESITA ESCONDERSE EN UN ARBUSTO PORQUE CON UNA HOJA LE ALCANZA Y LE SOBRA EEHH!?!? – Ban sonrió con satisfacción al notar que Hishiki por fin se había movido de su puesto y se dirigía hacia ellos.
-¡Perfecto! Bien… ¡Ginji! ¡¡Comienza a cargar!!