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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

¡¡He resucitado!!

Para los que no sepan por qué esta última semana no estuve actualizando, pues les diré que su autora estaba trabajando hasta el 14 de febrero, y no tenía tiempo para escribir (También se empachó de hacer tantos bombones y cajas para gente que a veces no iba al lugar de la entrega y te dejaba en medio del sol con cara de “¿¡Qué carajo?!”) pero todo está bien ahora, ya que hasta el año que viene ¡¡no hay más día de los enamorados!! (Ahora sigue pascuas… :”v)

Y como lo prometido es deuda ¡¡les traigo el capítulo número veintisiete de esta… em… No-se-qué-historia!!

Que lo disfruten~

Ban se lanzó estruendosamente sobre el guardia gigantón, extendiendo su mano derecha directamente hacia la cara de Hishiki. Apretó fuerte intentando lastimarlo, pero, como fue de esperarse para el castaño de ojos azules, aquel agarre no era nada para el muerto viviente, quien con una mano lo tomó del torso y lo lanzó nuevamente hacia el arbusto, ocasionando que su cabeza se estrellase contra el tronco del árbol.

   -¡Ban-chan! – Gritó Ginji preocupado, mientras giraba su vista hacia el guardia y se lanzaba sobre él, tomando uno de sus brazos y liberando una gran descarga eléctrica que, desafortunadamente, entre poco y nada le hizo al señor grandote.

   En cuanto Hishiki había tomado el cuello del rubio que se encontraba aferrado a su brazo, se lo quitaba de encima y con su mano libre se disponía a golpearlo, Alphonse, con un ágil movimiento chocó sus manos rápidamente y las dirigió hacia el arbusto, haciendo cambiar de forma a las plantas, aprisionando entre enredaderas el cuerpo del muerto viviente. Ban aprovechó la situación y volvió a lanzarse sobre él, golpeando nuevamente con su gancho derecho. Fue entonces que Hishiki puso su atención sobre el ojiazul, soltando a Ginji del agarre en su cuello y dejándolo caer al suelo. Cuando se disponía a golpear a Ban, Edward transmutó el suelo y lo dirigió en forma de pincho hacia el rostro del guardia. Hishiki logró esquivarlo apenas por un roce, perdiendo en el movimiento los lentes oscuros que traía sobre sus ojos. Ban aprovechó el descuido para mirar directamente al gran guardia, quien en cuestión de segundos, al no llevar puestos los lentes y mirar los obres del ojiazul, fue al instante, víctima del famoso jagan de Ban Mido.

   -¡¡Ahora, vámonos ya!! – Gritó el portador de la serpiente mientras los demás asentían, dirigiéndose rápidamente hacia la gran puerta principal de la mansión. Al llegar al pasillo principal y cruzar la puerta que los llevaba al jardín delantero dentro de la casa, todos dieron un gran suspiro.

   -Ah… que buen susto. – Dijo Ginji mientras acariciaba su cuello con suavidad. –Gracias chicos, sin ustedes no sé qué había pasado.

   -No te preocupes, no fue nada. – Contestó Alphonse mientras agitaba sus manos en señal de quitarle importancia al asunto.

   -Antes mie agarre de doscientos kilos servía de algo, ahora no le hace absolutamente nada. – Acotó Ban mientras cerraba y abría su mano derecha, tratando que quitarse el entumecimiento. Más tarde chistó, molesto. -¿Qué le pasa a ese cacho gigante de mierda? Tiene que dejar de drogarse con tantas porquerías.

   -Ban-chan, estamos en un lugar sofisticado, no digas insultos. – Interrumpió Ginji antes de que a su compañero se le ocurriese otra palabrota. Ban volvió a chistar mientras tomaba un cigarro y lo depositaba sobre sus labios, encendiéndolo.  

   -Bien, ¿Y qué hacemos ahora? – Preguntó Edward mientras tronaba sus puños con insistencia.

   -Creo que lo mejor será estudiar el lugar sin crear demasiado escándalo, ni parecer tan obvios. – Respondió Alphonse mientras con su mano tomaba los puños de su hermano. –Te harás daño, no hagas eso. – Expresó con una sonrisa, ruborizando al mayor.

   -¿Por dónde empezamos? – Preguntó esta vez Ban.

   -Bueno, yo tengo hambre, así que… - Comenzó a opinar Ginji mientras miraba a Ban con una sonrisa.

   -El buffet está adentro, ¡Vamos Ginji! – Expresó Ban mientras corría directo a la sala de la casa, siendo seguido por su compañero.

   -Ah ¡espérenme! – Acotó Edward, siguiéndoles de la misma manera.

   -¡Espera, nii-san! - Dijo Alphonse mientras veía correr a los tres chicos. -Moo… ¡¡Nii-san!! – No le quedó otra opción que seguirlos, pues sería una mala idea si se perdían después.

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   Alphonse se encontraba a un costado de la mesa con comida, justo al lado de su hermano y los dos recuperadores que, quienes no les conocían, de seguro deberían de estar pensando que aquello que hacían los tres jóvenes era una competencia de comida, pues se atiborraban sin remordimientos todo lo que se encontraba en la mesa del buffet.

   -Al ¿Nfo vhasf a cohmfer? – Preguntó Edward mientras seguía atiborrando toda la comida, Alphonse dio un pequeño suspiro mientras tomaba un pequeño sándwich de la mesa. -¿Sfolo ezof? – Preguntó nuevamente, y el menor frunció el ceño.

   -Con esto me basta. Y por favor ¿Podrías dejar de hablar con la boca llena? – Expresó enojado el castaño, mientras le daba una pequeña mordida al sándwich. El mayor se disponía a contestar, pero al pensarlo mejor, solo asintió y continuó comiendo.

   Alphonse giró su vista hacia toda la sala, pensando que de seguro esos tres deberían de estar llamando la atención de todas las personas allí dentro. Para su sorpresa, nadie parecía dirigirles la mirada, “o de verdad no les importa, o saben guardar la compostura” pensó Alphonse mientras le daba otra mordida a su sándwich. Concentró la mirada entonces, en un grupo de señores mayores con cara de buen pasar económico, bueno, todos allí parecían tenerlo, pero aquel grupo le interesaba más que el de las mujeres, quienes no hacían más que hablar a espaldas de las atrocidades que cometían sus esposos, criticándoles y burlándose de las tonterías que solían hacer fuera del ámbito laboral. “Es una masa de dar y recibir envidia” pensó nuevamente el menor, mientras miraba las caras orgullosas y envidiosas de algunas mujeres en el grupo.

   -¿Cuál crees que será la próxima movida de Berthold? – Preguntó uno de los señores dentro del círculo, tanto Alphonse como Ban pusieron su atención en el grupo de los mayores, guardando sus composturas por ambas partes.

   -Seguro debe de ser la casa que se encuentra en el monte de Quelbach. – Contestó otro de los señores, mientras otro de ellos fruncía el ceño molesto.

   -¡Maldito viejo! ¡Yo había puesto mis ojos en esa mansión primero! – Acotó entre susurro el señor que fruncía antes el ceño, mientras los demás reían ampliamente.

   -Si… nos está quitando la popularidad con tantas inversiones. Ojala se quede en quiebra por ambicioso. – Interrumpió otro de los señores mayores mientras apretaba fuertemente su puño.

   -¿Dónde está ahora? – Preguntó otro, con curiosidad.

   -En el subterráneo, preparando al chucho. – Contestó otro mientras le daba una calada a su cigarro.

   -Ah, cierto. Dijo que cualquiera que lograra abrirlo se quedaría con él, ¿No? – Preguntó el primero, los demás asintieron. Alphonse dio un respingo ante el comentario reciente “¿Lo van a vender?” pensó mientras le daba la última mordida a su sándwich. Al mismo tiempo, Ban también terminaba de comer, mientras los dos rubios miraban sin entender muy bien.

   -Nos vamos, expresó Ban mientras los demás asentían y dejaban de atiborrarse toda la mesa.

   Los cuatro caminaron con normalidad hacia los baños, en cuanto entraron en él, esperaron pacientemente a que alguna persona apareciese. Como una gran fortuna un chico con “cara de idiota” según Ban, entró al baño. El ojiazul lo tomó por sorpresa y le tapó la boca con una mano, el chico, asustado, sacó un pequeño cuchillo que guardaba en el bolsillo de su saco, rápidamente Ban se lo quitó y lo apoyó sobre el cuello del joven.

   -¿Serias tan amable de decirnos en donde se encuentra el “subterráneo”? – Preguntó Ban en un susurro, mientras el joven asentía. Luego de un pequeñísimo momento apuntó con su dedo a uno de los baños en la esquina derecha el cuarto. Ginji tomó dos mantas blancas y ató al joven con ellas, dejándolo dentro de uno de los baños que no podía usarse por estar dañado. Ban le dio un golpe seco en su nuca, dejando inconsciente al chico, guardó el cuchillo en el bolsillo de su pantalón.

   Tanto Alphonse como Edward se habían quedado allí observando con algo de temor en sus caras. Ban se acercó al baño señalado y quitó el cesto que se encontraba junto al retrete, golpeó hasta encontrar un sonido hueco y levanto la taquilla que funcionaba de suelo, dejando ver unas grandes escaleras.

   -Bien, nos vamos. – Dijo entonces mientras los demás asentían. Luego, se dispusieron todos a bajar por las grandes escaleras y cerrar nuevamente la taquilla.

   -Em señor Ban, ¿Era necesaria tanta violencia? – Preguntó Alphonse mientras tomaba una de las antorchas en las paredes.

   -Pues claro, con esos idiotas hay que ser rudos, si no ya empiezan a gritar como tías quinceañeras y vienen los demás a golpearte en masa. – Respondió con naturalidad el ojiazul mientras tomaba otra antorcha también. –No te preocupes, saldremos antes de que despierte. – Dijo entonces, sonriendo.

   -D-de acuerdo. – Respondió Alphonse con una sonrisa no muy convencida.

   Siguieron bajando hasta encontrarse con una verdadera cueva subterránea, Edward había escuchado que esa casa tenía un gran sótano, pero nunca creyó que se trataba de una cueva tan grande. Caminaron por el oscuro sendero que, si no hubiese sido por las antorchas de seguro no verían absolutamente nada. Lamentablemente unos pasos más adelante, la cueva se dividía en dos.

   -Mmm vamos a tener que separarnos. – Expresó Ban con molestia mientras arrojaba el cigarrillo consumido al piso y lo aplastaba con la suela de su zapato.

   -Bien, yo iré con Ed, tu ve con Al, Ban-chan. – Dijo Ginji con entusiasmo. Ban gesticuló una mueca de desagrado, se veía que Alphonse no era para nada una mala persona, pero lamentablemente aquella sensación que le rodeaba constantemente le hacía sentirse realmente mal. De seguro algo saldría mal si iba con chico castaño.

   -No, mejor ve tú con Al, yo me voy con el enano. – Dijo entonces, sonriendo.

   -¡¿Qué dijiste pelo-pincho!? – Pregunto el mayor de los Elric con total molestia.

   -Lo que oíste, ahora vámonos, que si seguimos gritando o nos descubren, o se derrumba esta mierda. – Contestó Ban mientras avanzaba hacia adelante.

   -Me calmaré por ahora, solo por esas dos razones. – Dijo Edward con molestia, para luego mirar a Ginji. – Cuida de Al por favor Ginji, Al en cuidado ¿Sí?

   -Estaremos bien nii-san, que no soy un niño. – Respondió Al entre risas, calmando un poco la preocupación del mayor. – Ten cuidado tú también ¿Sí? – Dijo entonces, preocupado.

   -¡Síp! ¡Estaré bien! – Respondió Edward con entusiasmo, logrando que Al sonriese.

   -Ban-san… - Expresó entonces Alphonse, logrando que el ojiazul girase su vista para verle. –Ah, por favor… - Comenzó a decir, deteniéndose a la mitad. Quiso decir “Cuide a mi hermano por favor” pero temía que Edward lo interpretase como que le estaba diciendo débil.

   -Lo haré, no te preocupes. – Respondió Ban con una sonrisa, calmando al menor. –Bueno, no perdamos tiempo, andando. – Dijo entonces, todos asintieron, retirándose en los distintos caminos asignados, quedando así, Ban y Edward por la derecha, Ginji y Alphonse por la izquierda. 

Notas finales:

Bieen, solo pediré, que no me maten por lo que acabo de hacer, les aseguro que todo, TODO tiene una razón por la cual es así, pero no les voy a decir, porque si no sería spoiler xd

Un abrazo a todos, y gracias por leer~

¡Nos vemos en el próximo! <3


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