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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

¡¡Holu!! ¡Aquí vengo a traer yo el capítulo número veintiocho de esta emocionante (COFnada que verCOF XD) historia!

Que lo disfruten~ 

Alphonse suspiró al notar como a medida que ambos avanzaban en el camino, la luz de la antorcha improvisada que habían construido cada vez iluminaba menos. La oscuridad era tan intensa que parecía tragarse incluso cada pequeño rastro de luminosidad.

   -Waah, esta cueva sí que es extensa. – Expresó Ginji mientras intentaba con todas sus fuerzas tratar de divisar algo al frente de sí, pero todo lo que podía ver era una espesa y casi desesperante oscuridad.

   -Ni que lo digas. – Contestó Alphonse ante el comentario de su compañero, tratando también de divisar algo al frente.

   -Mmm ¿Me pregunto cómo le estará yendo a Ban-chan? – Dijo el rubio nuevamente, expresando una sonrisa un tanto graciosa para el menor de los Elric.

   -A este paso, de seguro discutiendo con mi hermano. – Acotó Alphonse riendo suavemente. Aquel comentario ocasionó una risa tremenda en Ginji, quien al escuchar la risa del castaño rio más fuerte, dejando como consecuencia una gran risotada por parte de ambos.

   Siguieron caminando algunos pasos más adelante junto a la aplastante densidad del amiente, hasta que Alphonse dio un respingo al tiempo que llevó una mano hacia su nariz con desagrado en su semblante. Ginji se extrañó por el comportamiento de su compañero, hasta un aroma totalmente desagradable llegó hacia sus fosas nasales, obligándolo a cubrirse también su nariz.

   -Ese olor… - Expresó Alphonse al tiempo que fruncía el ceño. Muerte, aroma a descomposición rondaba ahora por toda la extensión de escenario en donde ambos chicos se encontraban posicionados. Ginji frunció el ceño también, aquel aroma lograba penetrar en cada centímetro de su mente, trayendo consigo los recuerdos del pasado, obligándolo a intentar todo lo posible por controlar aquella personalidad que lo volvía totalmente loco.

   -Si-sigamos. – Dijo entonces el rubio, recibiendo un asentimiento de cabeza por parte del menor.

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   -¡Te digo que lo acabo de ver! – Gritó Edward con fuerza mientras giraba su vista hacia todos los lados posibles en aquel lugar, aun así, todo lo que podía divisar era oscuridad absoluta.

   -¡De seguro debe ser tu imaginación! – Contestó Ban mientras imitaba la acción del rubio, consiguiendo el mismo resultado. – ¡Si hubiese una quimera aquí ya la hubiese percibido!

   -¿¡Acaso crees que te estoy jugando una broma o algo así!?

   -¡Claro que no! ¡Pero de seguro estas asustado y vez cosas que no son!

   -¡¿Qué cosa!? ¡¡No soy un crio como para asustarme de esa manera!!

   -Tu altura no dice lo mismo. – Ante aquel comentario, inevitablemente logró que una vena saltase en la sien del Coronel Elric.

   -¡¿¡A QUIEN DIABLOS LE ESTAS DICIENDO QUE ES TAN PEQUEÑO QUE- ¡¡¡WAAAAH!!! – Contestó con furia Edward, no pudiendo terminar la frase ante la mirada de dos grandes ojos rojizos.

   -¿¡Qué te pasa ahora!? – Dijo Ban mientras giraba su vista hacia atrás, divisando lo mismo que su compañero. -¡¡WAAH!!

   Ambos chicos dieron un extenso salto hacia atrás mientras la criatura estiraba un brazo y fuertemente lo estrellaba contra el piso, justo en el lugar donde antes ellos se encontraban posicionados. Edward chocó sus manos y las dejó caer con fuerza sobre el piso, transmutando el piso en forma de columna inquinada hacia la criatura, la cual entretenida con la creación del rubio, no divisó a Ban, quien dio un gran salto hacia la cabeza de esta.

   -¡¡Snake Bite!! – Gritó el castaño, mientras su mano derecha tomaba una fuerza descomunal, destrozando por completo la cabeza de la criatura, quien calló con fuerza sobre el suelo, sin vida.

   Ambos dieron un suspiro al ver el problema totalmente resuelto.

   -¿¡Qué carajo era esa mierda!? – Gritó Ban mientras apuntaba a la criatura yacente en el piso.

   -Una quimera. – Respondió Edward, mientras se levantaba del piso.

   -¡Carajo! ¡¿Para qué diablos quiere una piedra filosofal si puede crear toda esta porquería?!

   -Tal vez ya se le acabo y quiere una nue…va… -

   -Ah…

   Ambos chicos giraron nuevamente su vista hacia atrás, encontrando no sólo un par de ojos rojizos, si no varios de ellos, todos expectantes ante sus movimientos, con miradas furiosas y totalmente desesperadas.

   -¡¡¡CORREEE!!! – Gritó Edward con miedo en su voz, comenzando a mover sus piernas con fuerza, siendo alcanzado por Ban unos instantes después. Se preguntó por unos momentos si su hermano se encontraba en la misma situación, pidiendo con fuerza que no fuese así.

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   Tanto los ojos de Alphonse como los de Ginji se contrajeron con fuerza ante el escenario que se creaba frente a sus ojos, por un momento, desearon con todas sus fuerzas que su camino hubiese sido de completa oscuridad.

   Sangre, todo lo que podían encontrar en aquel lugar era sangre. Una habitación ahora iluminada por grandes lámparas de laboratorio, varias camillas con sabanas  que se suponían eran blancas, antes de  que el color rojizo las tiñese con desesperante locura. Unos metros más adelante, rodeado de cuerpos que agonizaban de dolor por las heridas en sus cuerpos, se encontraba una persona con bata blanca, la cual por la foto en los diarios, Alphonse reconoció como Berthold. Este al verles, les sonrió macabramente, casi con auténtica locura.

   -Bienvenidos. – Dijo entonces, mientras se paraba del suelo, dejando ver sus guantes blancos, manchados cruelmente del mismo color.

   -¿Qué diablos fue lo que hiciste Berthold? – Acotó Ginji con notable enojo en sus palabras, cada una, siendo pronunciada entrecortada y lentamente, casi como si no pudiese creer lo que estuviera observando en ese momento. Berthold, entonces, comenzó a reír descaradamente, como burlándose del sufrimiento de todos allí presentes. Alphonse apretó los puños, sabiendo lo que posiblemente planeaba aquel hombre, no era inesperado que quisiese crear la piedra o intentar abrir el perro con ella, era lo único que podía pensar en aquel momento, puesto que la rabia le consumía a cada segundo.

   -¿Qué no es obvio? Utilizo la vida de estos inútiles para un propósito totalmente útil. Si abro este perro, tendré los secretos de la milicia de Amestris, podré controlarlo todo, o, en su defecto, podré venderla por un alto precio. – Respondió Berthold a la pregunta de Ginji, mientras se acercaba a una mujer que agonizaba con pequeños gritos ahogados por la sangre que escurría de la comisura de sus labios. El hombre tomaba con una mano ambas mejillas de la muchacha, estrujando con violencia mientras reía ante el dolor de aquella mujer.

   -Detente. – Interrumpió Ginji mientras bajaba su cabeza, Alphonse pudo divisar una lágrima bajar desde la mejilla del rubio hasta el suelo, le observaba temblar con miedo, tal vez furia, no lo sabía exactamente. Berthold articuló una sonrisa sádica ante la acción del recuperador.

   -¿Qué cosa? ¿De hacer esto? – Preguntó con inocencia fingida, mientras azotaba violentamente contra el suelo a la chica. Alphonse apretó aún más los puños, hasta el punto en que parecía sacar sangre de ellas con sus propias uñas. Debía contenerse, no sabía de qué era capaz aquel hombre, no quería causar daño a nadie ni mucho menos quedarse sin el maldito perro.

   -Te dije… que te detuvieras. – Alphonse dio un pequeño respingo ante el tono grave de voz que comenzaba a hacer presencia en su compañero, además de pequeñas descargas que salían de su cuerpo, cada vez, con más intensidad.

   Berthold rio aun con más desquicie mientras se incorporaba del piso y posicionaba su pie en la cabeza de la chica, apretando con fuerza de un lado a otro. Cuando los fantasmas del pasado azotaron la mente del rubio, no pudo seguir luchando contra aquello, como consecuencia, un fuerte grito se escuchó por toda la extensión del escenario, y Ginji estiró su cuello hacia atrás mientras las descargas en su cuerpo parecían tomas una intensidad descomunal, nada le hacían al chico, le rodeaban como si de un escudo se tratase. Berthold, ante el miedo que le provocaban aquellas descargas soltó a la muchacha con una velocidad increíble, lentamente se fue hacia atrás, con terror en sus oscuros ojos.

   -¿Ginji? – Preguntó suavemente Alphonse tratando de reconocer a la persona que tenía a su lado. Este no le escuchó en lo absoluto, fue entonces cuando el menor notó que no había color ni pupilas en los ojos del chico, estaban totalmente blancos, como si los hubiese dado vuelta por completo. Estaba completamente fuera de sí.

   El rubio dio un fuerte alarido de violencia, mientras se acercaba a gran velocidad hacia Berthold, quien con un silbido llamó a muchas quimeras que atacaron en cuestión de milésimas a Ginji, este soltó una potente descarga que dejó a todas las criaturas completamente secas, haciéndolas chocar contra el suelo.

   -¡Ginji! ¡¡Detente!! – Expresó Alphonse con miedo en su voz, viendo como infinidad de quimeras caían una y otra vez contra el suelo, que se cubría cada vez mas de aquel rojizo color. Ginji no solo golpeaba a las bestias, también le daba potentes descargas todo lo que percibía, golpeaba fuertemente las paredes y solo le causaba aún más daño a las personas que agonizaban en el suelo.

  Intentó acercarse a él con cautela, procurando no acercarse demasiado, pero todo fue en vano cuando el rubio soltó otra tremenda descarga que le azotó completamente con fuerza, lanzándolo con violencia hacia un lado de la pared, ocasionando que el sabor del hierro se hiciese presente dentro de su boca.

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   Tanto Edward como Ban jadeaban al mismo tiempo que una sensación de alivio se llegaba a notar en sus semblantes, por fin, luego de un gran trabajo, habían acabado con todas las quimera que les perseguían anteriormente.

   -Waaah~ por fiiin~ - Acotó Edward mientras estiraba su brazo izquierdo, giró su cabeza hacia un lado al notar que el pelo-pincho no decía nada, y se sorprendió al verle totalmente estático y con sus ojos contraídos. -¿Ban?

   -Ginji. – Fue lo único que el rubio recibió como respuesta por parte del chico, quien en cuestión de segundos  lo tomó del brazo obligándolo a correr con una rapidez que Edward jamás imaginó tener en toda su vida.

   -¡¡Heey!! ¿¡Que te pasa!? – Preguntó molesto mientras sentía que casi comenzaba a volar debido a la velocidad que Ban estaba empleando.

   -Cállate y sígueme, tu hermano está en peligro. – Respondió de forma totalmente preocupada mientras aumentaba más la velocidad si era posible. Aquella conexión que compartía con el tonto de Ginji, aquella tan fuerte que podía alertarle en cuestión de segundos si el otro se encontraba en problemas, ahora le decía con seguridad que su amigo se había transformado nuevamente en el “Emperador del Trueno”.

   -¡¿¡Que fue lo que dijiste de Al!?! – Cuestionó preocupado el rubio, pensando instantáneamente en una mil formas en las que a su hermano podría estarle pasando algo. Un escalofrió recorrió toda su columna vertebral, y casi podía sentir el gélido sudor recorrer toda su piel.  

   -¡Ginji se transformó en el emperador del trueno! ¡De seguro pasó algo para nada bueno!

   -¿¡El empera-qué!? – Preguntó el Coronel con extrañeza en su rostro, ¿qué clase de apodo era ese?

   -Normalmente, cuando los traumas del pasado le vienen demasiado de repente pierde completamente la razón y destruye todo, no se controla. – Ban frunció su ceño con preocupación. “Eres un idiota, Ginji” pensó aún más preocupado, tenía miedo, sí, miedo. No podia permitir que algo le pasase al menor de los Elric, mucho menos que Ginji siguiese cargando con el peso de la muerte en los hombros, no permitiría eso, no. Sacudió su cabeza con violencia, mientras corría en la dirección que sus sentidos le alertaban.

Notas finales:

Uuyy Las cosas se nos están poniendo un poco tensas ¿No? Pues al igual que ustedes, espero que nada malo pase, porque no se me ocurre que poder ahora, se lo dejaré de tarea a Anacleto por ahora XD

Muchas gracias por leer~ les los quiere un montón <3

Nos vemos en el próximo~


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