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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

Holu~ Ahora sí que me siento con todas las energías posibles del mundirijillo, así que les traigo otro capítulo de esta historia tan rara que por ahora no tiene nada interesante pero ya lo tendrá (se los juro, no me maten XD)

 ¡Y soy feliz de poder presentar el capítulo con Anacleto a mi lado! Quien ha vuelto de sus vacaciones por su propia voluntad. Em, por favor no se fijen en la soga con la que está atado ¡Que a Anacleto le gusta llevar esas cosas! ¿No Anacleto?

-… - Anacleto solo asiente en silencio.

-¡Bien, bien! (Así me gusta p$%o)

Bueno~ los dejo con el capítulo de hoy. Que lo disfruten~

Al cabo de unos minutos pude sentir como algo pequeño rebotaba sobre mi cabeza y caía sobre la otra punta del banco.

   -¿Eh?

Al divisarlo mejor, pude notar que se trataba de un anciano, bastante pequeño por cierto. Quien portaba en su espalda una gran bolsa bastante abultada.

   -Oh, disculpe joven. – Expresó el anciano, mientras en cuestión de segundos salió corriendo a gran velocidad del lugar. Quede completamente asombrado, la velocidad de aquel anciano era realmente impresionante. Me hubiese gustado seguir recalcando grandes puntos a favor de aquella persona, pero lamentablemente tuve que detenerme debido a una gran manada de chicas, que corrían todas en dirección hacia donde había escapado el pequeño anciano anteriormente.

   -¡Allí esta!

   -¡Atrápenlo!

   -¡Vuelve aquí maldito!

Todas y cada una de ellas gritaban todo tipo de insultos mientras seguían corriendo, realmente debía admirarlas, pues tenían una energía tremenda. Decidí restarle importancia al asunto, y me levante de la banca para seguir el camino hacia casa. En el camino afortunadamente encontré un puesto en el cual vendían ciruelas en oferta, sonreí al recordar que ya nos encontrábamos en diciembre, cerca de navidad era la oportunidad perfecta para comer pudin de ciruelas. Compré algunas y regresé a casa, de seguro nii-san volvería con hambre hoy.

~~~~~~~~~~Edward~~~~~~~~~~

Después de horas y horas y más horas de estúpidos papeles por toda la oficina, terminé satisfactoriamente con mi trabajo. Intenté entregárselos a la Teniente Coronel Riza, pero desafortunadamente su turno ya había terminado por lo que tuve que subir nuevamente con toda la pila de papeles hasta mi oficina nuevamente. No me sorprendía para nada tener pesadillas con papeles esta noche después de toda esta basura.

Ya bastante agobiado decidí volver a casa, siendo las 7:00 pm mi turno oficialmente acababa, y quedando algunos en el cuartel, de los cuales la mayoría eran guardias u recepcionistas decidí saludarlos, Mustang como siempre no se encontraba presente, ya que de alguna u otra forma lograba salir antes de su turno inventando alguna excusa.

Siendo finales de otoño la noche se hacía presente cada vez más temprano, por lo que justamente ahora, estaba ya bastante oscuro, de todas formas las calles se encontraban fuertemente iluminadas, por lo que no suponía tanto problema. Caminé algunas calles más, hasta que un extraño grito me sorprendió por detrás.

   -¡CUIDADO! – Simplemente no tuve tiempo de responder, en cuestión de segundos algo pequeño choco contra mi rostro, logrando que perdiese el equilibrio y cayese estrepitosamente contra el suelo.

   -¡Oye qué diablos te pasa! – Grité mientras giraba mi cabeza para ver o que sea que m haya tirado al suelo. Se trataba de un enano, no esperen, era un anciano muy enano, eso que llevaba en su espalda una gran bolsa abultada, no le pregunte que contenía la bolsa, pues simplemente no me importaba, pero quisiera o no debía pagar por haberme hecho caer al suelo, eso seguro.

   -¡Discúlpeme joven! – Respondió él, mientras se alejaba a gran velocidad ¡Y qué velocidad! Era realmente rápido.

   -¡Oye espera!

   -¡Vuelve aquí!

Varias voces de chicas se escuchaban a lo lejos, al girar nuevamente mi vista, divisé a varias muchachas que corrían rápidamente hacia aquí, supuse que estaban persiguiendo a aquel viejo, pero grande fue mi sorpresa al ver que se detenían frente mío y me observaban con cara de asco.

   -¡¿Así que tu estas con ese pervertido eh?! – Preguntó una de ellas, levantando el palo que tenía en su mano derecha.

   -¿EEHH? ¡No se equivocan, yo no tengo nada que ver! – Respondí asustando, mientras utilizaba mis manos para cubrirme de cualquier golpe que quisiesen darme las muchachas.

   -¿¡Entonces que es eso que tienes ahí eh!? – Articuló otra, señalando el área de mi estómago.

Baje mi vista hacia allí, encontrándome con una pantimedia de color claro, mis ojos se abrieron rápidamente como si fuesen platos y subí la vista nuevamente, encontrándome con las caras furiosas de las mujeres, subiendo sus armas, de las cuales la mayoría eran palos de escoba u sartenes. Comencé a retroceder lentamente aun en el suelo, mientras ellas se acercaban aún más hacia mí.

   -N-no e-esperen, s-se están equivocando ¡Yo no tengo nada que ver en esto!

   -¡¡Denle con fuerza!!

   -¡¡¡AHHHHHHHHHHHH!!!

~~~~~~~~~~Alphonse~~~~~~~~~~

Le di los últimos toques a la cena y apagué el fuego, mire la hora algo curioso, me pareció extraño que nii-san aun no hubiese llegado. Pero antes de que pudiese preocuparme, logré escuchar el ruido de la puerta abrirse, por lo que mi dirigí hacia allí para recibirle. Preferí mil veces preocuparme, pues al encontrarme con Ed estaba lleno de rasguños, golpes y mucho polvo. Llevé ambas manos hacia mi boca para evitar soltar un grito, mientras lo observaba  articular una graciosa sonrisa.

   -Ya llegué, Al. – Expresó él, mientras aún seguía sonriendo.

   -¡Por dios nii-san! ¿Qué te sucedió? – Pregunté, mientras me acercaba a él para conducirlo al sillón y revisar mejor sus heridas.

   -Ah… Larga historia Al. – Respondió nii-san mientras se sentaba lentamente, aun sonriendo.

   -Extensa u corta, tenemos toda la noche nii, espérame aquí. – Dije entonces, mientras me daba la vuelta para ir en busca del botiquín.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

   -Veras… yo iba tranquilamente camino a casa ¡Auch! Y de repente un anciano enano me pega de lleno en la cara logrando que cayese ¡Auch! – Expresó entre quejidos Edward, mientras Alphonse trataba sus heridas con el mayor cuidado posible.

   -¡Espera! ¿Dijiste pequeño? – Preguntó el castaño un poco sorprendido.

   -Bueno… dije “enano”, pero también podría-

   -E-eso no importa, nii-san… dime ¿Tenia por casualidad una bolsa muy abultada en su espalda? – Volvió a preguntar entonces, señalando su espalda como ejemplo.

   -¡Ah! ¡Sí, llevaba una! ¿Acaso lo has visto Al?

   -Sí, esta mañana rebotó sobre mi cabeza, luego un montón de chicas comenzaron a perseguirlo mientras lo insultaban.

   -Ahora entiendo todo, ese pervertido me las va a pagar caras. ¡Auch! – Dijo Ed, maldiciendo entre dientes.

   -¿Eh? ¿Por qué pervertido? – Pregunto el menor. Sabía que en su hermano era normal insultar con apodos que no terminaban de encajar con la persona, pero justamente ese le había llamado un poco la atención.

   -¿Sabes lo que tenía dentro la bolsa abultada en su espalda? – El menor negó con la cabeza curioso.

   -¡Pantimedias! ¡Y ve tú a saber qué otras cosas más tenia allí adentro! ¡¡Auch!! – La noticia y el grito habían sorprendido tanto a Al, que accidentalmente presionó demasiado una herida, logrando que el mayor se quejase por el dolor.

   -¡Nii-san, no lo grites tan fuerte! ¡Qué dirán los vecinos si te escuchan!... – Expresó con un poco de molestia, para luego suavizar su mirada -Lo siento ¿te dolió demasiado? – Preguntó entonces, un poco preocupado.

   -No, está bien... Descuida. – Respondió Ed, sonriendo.

   -Pero ¿c-como que p-p-pantimedias? – Articuló Al, diciendo la última palabra un poco más baja que las demás, con un poco de sonrojo en sus mejillas por la vergüenza.

   -¡Sí! Y parece que en el choque una de ellas se cayó de la bolsa y quedo encima mío, las muchachas pensaron que era amigo del viejo ese y bueno… así terminé. – Terminó de explicar, expresando una sonrisa en la última frase.

   -Oh… nii-san, solo mírate como quedaste, incluso aquí. – Expresó Alphonse mientras se acercaba hacia la herida que se alojaba en la comisura de los labios del mayor.

El castaño posó las yemas de sus dedos en los labios de Ed suavemente, preocupado constantemente por no causarle demasiado dolor. El rostro del mayor se sonrojo fuertemente no solo por el contacto de su hermano, sino también por la cercanía que ahora compartían en ese momento. Los ojos del rubio se cerraron solo un poco, como si estuviesen concentrados en una sola cosa. Y así era, estaban hipnotizados, embriagados por el hermoso pardo que poseían los ojos de su hermano, sus facciones tan suaves. Las miles de expresiones que aquel rostro podía articular lo consumían por dentro, si bien tenía sus favoritas, su codicia le rogaba poder apreciar todas y cada una de ellas en todo su esplendor. Y aquellos labios, tan finos, suaves, el lugar más recóndito de su ser pedía a gritos probarlos, incluso si era algo malo, si estaba mal, debía admitirlo, amaba a su hermano, y por más que lo intentase de miles de formas posibles debía rendirse, no podía olvidarse de aquello, ya que olvidar ese sentimiento, sería como olvidar a Alphonse, y eso jamás en la vida podría suceder, no mientras su amable sonrisa siga brillando en este gris universo, porque Al era lo único que le daba color a su existencia, lo único que podía hacerlo feliz.

Tal vez por pura inercia, Ed tomo la mano de su hermano y posiciono sus labios sobre ella besándola, luego la dirigió a su mejilla y cerró sus ojos, apreciándola. Aquel acto logro que el castaño se sonrojase violentamente, aun así no perdió su sonrisa, solo se amplió más, calmada, tranquila, sin perder en ningún momento su tan amado brillo que la caracterizaba.

El menor amaba apreciar el rostro de su hermano cuando este tenía sus ojos cerrados, se veía tan hermoso, tan pacifico, que simplemente no parecía la misma persona que antes había estado gritada los cuatro vientos miles de cosas sin sentido. Pero no solo amaba aquella mirada, amaba también su radiante sonrisa llena de fuerza y valentía. Era normal no poder decidirse por una, después de todo, amaba absolutamente todo de él. Alphonse llevó su mano libre hacia la otra mejilla de Ed, acariciando ambas con suavidad, logrando que este abriese los ojos que antes había cerrado, encontrándose con los pardos de su hermano.

   -Nii-san… la comida esta lista ¿Quieres cenar? – Preguntó el menor, con su semblante tranquilo.

   -Claro. – Respondió el rubio sonriendo.

Notas finales:

Uhh~ ¿Les recuerda a alguien ese viejito pervertido no? Créanme, no pude pensar en otra persona mientras lo describía XD

¿Desarrollará Ed un trauma por las mujeres?

¿Dejará Roy de saltarse las horas de trabajo?

¿Podrá Alphonse dejar de ser tan tierno?

¿Entregará Melu su alma para que L’arc~en~Ciel venga por una vez en la vida a Argentina?

¡Todo y más en el próximo capítulo! XD

Bye~


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